Rebelión en el campo,.
Todos conocemos la inseguridad que implica depender de una actividad que necesita la complicidad de la meteorología. Sin embargo, pese a la helada inoportuna que podía arruinar la floración o la tormenta traicionera que se llevaba por delante parte de la cosecha, las familias, en general, fueron capaces de vivir del campo durante décadas. El campo dio para construir o reformar la casa, para criar a los hijos y hasta para pagarles los estudios. Sin embargo, viendo ahora la situación precaria en la que se encuentran los pequeños agricultores, no solo en mi comarca sino en todo el país, resulta prácticamente imposible ganarse la vida dignamente en el campo si no eres un gran propietario.
La crisis actual ha provocado protestas generalizadas en distintas comunidades autónomas. Entre todas, ha tenido especial eco la protagonizada por los agricultores pacenses en Don Benito. Al presidente de la Junta, Fernández Vara, pocas veces se le ha visto tan descolocado como ese día. Bien es verdad que a la sonora protesta había que añadir la noticia del aumento del paro en nuestra comunidad autónoma, un jarro de agua fría que nos sitúa a la cabeza del desempleo en España.
Las protestas de estos días están totalmente justificadas. La caída de los precios ha provocado que muchas cosechas se dejen sin recoger porque no es rentable ni acercarse a la parcela. Las exigencias de calidad aumentan mientras disminuyen los ingresos del productor. Aumenta el precio del gasoil y de los productos químicos. Cada vez la inversión en maquinaria es más elevada. Con los ingresos mermados hay que hacer frente a los impuestos de las comunidades de regantes y de las confederaciones hidrográficas, a los préstamos eternos para reformar la canalización, a las cuotas de las cooperativas. Nuestro ejecutivo regional, con Fernández Vara a la cabeza, conoce bien esta realidad. Tan solo debe decidir de qué lado está, si del de los agricultores extremeños o del de los intereses de partido.
Sabemos que no existe una causa única que explique una realidad sumamente compleja, pero sin duda la gestión política está en el punto de mira, por el absoluto desinterés de los sucesivos gobiernos hacia un sector fundamental. Por otro lado, las actuaciones repentinas y poco meditadas también pueden acarrear graves perjuicios. El nuevo gobierno central ya se ha dado de bruces con la realidad de que una medida como la subida del salario mínimo, sin prever las consecuencias o adoptar medidas que amortigüen su repercusión, puede dañar a colectivos especialmente sensibles a estos cambios.
Estamos en un momento en el que el campo toca fondo y la rebelión va a ser imposible de contener. El gobierno parece dar muestras de querer implicarse en una cuestión crucial para nuestro país y para la comunidad extremeña. A nivel internacional, Pedro Sánchez ha planteado la problemática en Bruselas. En el ámbito nacional, se están celebrando reuniones con los distribuidores y las grandes cadenas de supermercados. Parte del propio sector agrario hace tiempo que también viene realizando autocrítica y se prepara para adaptarse al fin del modelo de la pequeña explotación familiar para buscar la fuerza de la unión en cooperativas con capacidad para negociar los precios. Los riesgos del monocultivo, la apuesta por la diversificación y la sostenibilidad y la búsqueda de modelos que favorezcan el acercamiento entre productor y consumidor son otros aspectos que habrá que tener en cuenta si queremos abordar el problema en toda su dimensión.
Nuestro gobierno puede quedarse en la declaración airada de cara a la galería o puede hacer lo que le corresponde, que es legislar y regular pensando en la supervivencia de un sector clave. Durante la campaña electoral, todos los partidos, incluyendo los que ostentan el poder, hablaron de la España vaciada y de la obligación de atender las necesidades y reivindicaciones de los agricultores.
El problema es complejo y la solución nos compete a todos. No debemos olvidar que también los consumidores podemos tener un papel importante en qué productos metemos en la cesta de la compra. Pero todo este proceso deben dirigirlo las administraciones. Son ellas las que deben tomar las decisiones, legislar y ejecutar, en lugar de enredarse en diatribas parlamentarias y en interminables mesas de trabajo. Esto no va de intrigas palaciegas ni de juegos políticos de salón. Esto es más importante que otros temas que copan todos los días las agendas de nuestros políticos. El campo se nos muere y pronto no habrá marcha atrás. Tampoco para esto hay plan B. Señores, tomen decisiones, no hagan juego.
TITULO: DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE - ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - ¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE - Pues no, no todo está perdido ,.
¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE ,.
¡Atención y obras! es un programa semanal que,
en
La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial
atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.
DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE - ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Pues no, no todo está perdido ,.
DESAYUNO
- CENA - SABADO - ENREDATE - ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Pues no, no todo está perdido,. , fotos .
foto / TRAS
los cristales mansea la lluvia empapando la tierra dócilmente y uno
siente cómo en los adentros ya ramonea la primavera, aunque aún siga
disimulada en harapos de invierno. Será el cambio climático; o la agenda
no sé cuál; o vaya usted a saber qué nuevo invento igualitario de la
cofradía de la tontuna dominante; será lo que sea, pero uno siente cómo,
a pesar de todo eso, la vida sigue, al margen de la estupidez nuestra
de cada día y del machaqueo que pretende atontarnos desde esa jaula de
grillos que esta tarde se ha reunido en la finca de «ppappá» para «poner
en común» proyectos y veleidades diversas jugando a niñatos de casa
bien. Y tengo que decir que ese revoltijo campestre me parece un riesgo
innecesario, porque es verdad indiscutible que el coronavirus sanchista
es letalmente contagioso. Y el último ejemplo, dramático y revelador, ha
sido la triste actuación de un ministro al que teníamos como la
excepción que confirmaba la regla, el titular de Agricultura, Pesca y
Alimentación don Luis Planas Puchades, despejando la incógnita de los
problemas del campo al señalar que la X es nada menos que el Carrefour y
demás piratas comerciales. Que los dioses penates nos asistan, si ni
siquiera Planas se ha librado del contagio, ¿qué podemos hacer?
Y así, decidido a esconderme en donde no corriera el riesgo de encontrarme con los señores marqueses de Galapagar, ni con el maestro-condestable Ábalos, ni con la experta africanista señora de Sánchez, ni siquiera con la enfurruñada María del Carmen Calvo Poyato, me sumergí en las profundidades del Metro allí donde todos los ocupantes, blancos, negros, amarillos, viejos, jóvenes y lo que se tercie, viajan ensimismados en sus 'smartphones' tecleando como afanosos hijos del dios morse, mientras de sus orejas salen unas como moqueras de plástico que los aíslen aún más del entorno. Nadie mira a nadie. Nadie conversa con nadie. A nadie le importa nadie. Da igual que el a la sazón presidente gansee cuanto quiera en Cataluña, o que su gran chambelán se descoyunte las cervicales en el saludo, o que la ministra de la cosa se niegue a pagar sus deudas con el mágico argumento de que la pasta se ha esfumado (¡y yo que siempre creí que esas cosas únicamente me sucedían a mí! Da igual. Ellos a lo suyo, dale que te dale a la tecla sin levantar cabeza. Y sentí cómo mi torpeza habitual comprendía al fin que ese y no otro es el camino. Que lo único verdaderamente inteligente es un estruendoso encogimiento de hombros.
Pero, ¡ay!, estando en estas, vi cómo un chaval alzaba la vista y al verme de pie y enroscado a la barra como una vieja corista de Folies Bergére, se levantó y, amablemente, me cedió su asiento y por más que, con el apuro asomando en la cara, intenté negarme, insistió hasta conseguir acomodarme en su asiento mientras él se quedaba en pie, agarrado con una mano a la barra y con la otra a su 'smartphone'. Y sin venir a cuento me acordé de los agricultores de Don Benito («terratenientes», según el último rebuzno sindical) y los de toda España que, al fin, se habían rebelado, hartos de ser la percha de los palos de los mercaderes de votos. Y, olvidando cuitas y mandangas gubernamentales, sentí que el pecho se me hinchaba de orgullo. Me levanté, pues, y dando una palmada en la espalda al chico le comenté: «Gracias, chaval, no todo está perdido», antes de apearme y perderme en el laberinto subterráneo.
Y así, decidido a esconderme en donde no corriera el riesgo de encontrarme con los señores marqueses de Galapagar, ni con el maestro-condestable Ábalos, ni con la experta africanista señora de Sánchez, ni siquiera con la enfurruñada María del Carmen Calvo Poyato, me sumergí en las profundidades del Metro allí donde todos los ocupantes, blancos, negros, amarillos, viejos, jóvenes y lo que se tercie, viajan ensimismados en sus 'smartphones' tecleando como afanosos hijos del dios morse, mientras de sus orejas salen unas como moqueras de plástico que los aíslen aún más del entorno. Nadie mira a nadie. Nadie conversa con nadie. A nadie le importa nadie. Da igual que el a la sazón presidente gansee cuanto quiera en Cataluña, o que su gran chambelán se descoyunte las cervicales en el saludo, o que la ministra de la cosa se niegue a pagar sus deudas con el mágico argumento de que la pasta se ha esfumado (¡y yo que siempre creí que esas cosas únicamente me sucedían a mí! Da igual. Ellos a lo suyo, dale que te dale a la tecla sin levantar cabeza. Y sentí cómo mi torpeza habitual comprendía al fin que ese y no otro es el camino. Que lo único verdaderamente inteligente es un estruendoso encogimiento de hombros.
Pero, ¡ay!, estando en estas, vi cómo un chaval alzaba la vista y al verme de pie y enroscado a la barra como una vieja corista de Folies Bergére, se levantó y, amablemente, me cedió su asiento y por más que, con el apuro asomando en la cara, intenté negarme, insistió hasta conseguir acomodarme en su asiento mientras él se quedaba en pie, agarrado con una mano a la barra y con la otra a su 'smartphone'. Y sin venir a cuento me acordé de los agricultores de Don Benito («terratenientes», según el último rebuzno sindical) y los de toda España que, al fin, se habían rebelado, hartos de ser la percha de los palos de los mercaderes de votos. Y, olvidando cuitas y mandangas gubernamentales, sentí que el pecho se me hinchaba de orgullo. Me levanté, pues, y dando una palmada en la espalda al chico le comenté: «Gracias, chaval, no todo está perdido», antes de apearme y perderme en el laberinto subterráneo.
TITULO: REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - VIAJANDO CON CHESTER - Luisa Etxenike ,.
VIAJANDO CON CHESTER
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
Luisa Etxenike: "Los vascos tenemos ganas de romper el silencio",.
La escritora donostiarra indaga en la novela 'Aves del paraíso' (Nocturna) en la memoria del terrorismo de ETA,.
Cuando publicó Patria, Fernando Aramburu propuso articular un fondo de memoria a base de novelas, fotos y películas,
entre otros testimonios de diversa índole, para evitar "el blanqueo de
ETA" con el paso del tiempo. En este contexto, la escritora donostiarra
Luisa Etxenike aporta una bibliografía cuajada alrededor de la memoria
del terrorismo. En su última novela, Aves del paraíso (Nocturna Ediciones), traza el largo recorrido de un ex gudari, entre el oprobio y la reconstrucción moral, que compara con el largo vuelo de pájaros que recorren viajes oceánicos.
"La sociedad vasca -sostiene- debe afrontar la memoria del terrorismo con la máxima sinceridad y responsabilidad. Hay que evitar zonas de ambigüedad y de relativismo.
La memoria es para el presente, para dar calidad a la democracia, pero
sobre todo para cimentar las generaciones del futuro. Nosotros tenemos
una memoria de primera mano, y no de toda la presencia de ETA, que ha
durado 40 años. Es importante transmitir a los jóvenes lo que ha
sucedido para que no vuelva a suceder jamás". Aves del paraíso cierra la trilogía que completan El ángulo ciego y Absoluta presencia. Son las novelas en las que Etxenike se acerca al terrorismo desde la ficción. En las dos anteriores, desde la perspectiva de la víctima. En ésta último, desde el prisma del victimario "para buscar una reflexión profunda y, por tanto, una rectificación". A su juicio, "un fenómeno tan terrible merece mucha curiosidad. Hay que saber cómo pudo suceder durante tanto tiempo".
Acompañada por las ilustraciones de James Ellsworth, la autora guipuzcoana -galardonada con el Premio Euskadi de Literatura y el Buero Vallejo de teatro- traza un relato fragmentado y con ecos de poesía que indaga en el pretérito de una sociedad rota por el terrorismo. Aves del paraíso es una pieza que en la literatura francesa podría considerarse una 'nouvelle': prosa sintética, directa, exenta de ornamentos y condensada alrededor de un relato caracterizado por su brevedad. La trama pivota sobre un hombre que llega a su antigua casa, cercana al País Vasco francés, y la policía le pide la documentación porque los vecinos denuncian que, aunque el lugar está normalmente vacío, hay veces que ven luz.
Los pasos de este vagabundo sirven como ejercicio de introspección entre el pasado y el presente. El protagonista es Miguel, un tipo divorciado que ejerció como profesor de Economía. Es un ser extraviado. Un "náufrago de sí mismo", según la autora. Un personaje sometido a una emoción devastadora en forma de vergüenza por un pasado volcado en la abyecta actividad terrorista. "Está bajo el impacto de una emoción que no pensaba sentir. Experimenta una disidencia brutal consigo mismo. Distingue la vergüenza de la culpa porque considera que la culpa es una obra colectiva. Está solo. Y siente vergüenza por lo que ha hecho y, sobre todo, por lo que no ha hecho en su vida; por un cúmulo de desatenciones e indiferencias que han provocado efectos desastrosos".
Esta posición pasiva es un reflejo de una parte de la sociedad vasca durante los años de plomo de ETA. "Nos invita a reflexionar sobre la condición de la naturaleza humana y por qué ciertos fenómenos se pueden producir en las sociedades. Esa es la gran interrogación. El terrorismo mete miedo, y cuando se está bajo esa presión es difícil actuar. Miguel no pertenece a la mayoría silenciosa. Es una persona cercana al victimario y las consecuencias de sus acciones son terribles. Por eso su interrogación moral es radical".
La innovación literaria de la autora es que incrusta este relato con el hilo argumental de la metáfora de las aves: gavión, cuco, zorzal, chotacabras gris, andarríos chico, zarapito real, curruca mosquitera, escribano palustre, avoceta, alcaraván. "Los pájaros están a nuestro alrededor y mucha veces no les hacemos ni caso, de la misma manera que a alrededor del protagonista sucedían una serie de cosas notorias que él no atendía. Las aves necesitan el detalle y una observación atenta. Y guardan en sí tres claves que entroncan con el drama del personaje central del libro: la muda, la migración y el cuidado de las crías".
Los vascos, en su opinión, atraviesan un momento de "agitación de la responsabilidad". Considera que el silencio "ha pesado mucho en esta sociedad y ha creado hábitos alrededor de intimidades acorazadas que, poco a poco, se van rompiendo". Después de tanto horror, el País Vasco dispone del sosiego necesario para hacerse preguntas. "En realidad -precisa la autora- esa calma no es tal por los momentos convulsos que vive Europa a través de la violencia y el populismo. De ahí la importancia de que las nuevas generaciones dispongan de los instrumentos para reforzar la convivencia. Cuando ha habido tanta costumbre del silencio también hay más ganas de romperlo. Esta tensión será muy fértil".
TITULO: Viaje al centro de la tele - Las 999 chicas del primer tren a Auschwitz,.
Viaje al centro de la tele ,.
Viernes 14 de Febrero a las 23:00 en La 1 / foto .
Las 999 chicas del primer tren a Auschwitz,.
Heather
Dune Macadam reconstruye la historia de las 999 jóvenes judías
eslovenas que llegaron en el primer convoy al campo de concentración.
«El relato oficial del Holocausto es masculino», asegura.
En la primavera de 1942, 999 mujeres judías de entre 16 y 35 años fueron reclutadas en Eslovaquia y enviadas a Auschwitz.
Les dijeron que no estarían fuera más de tres meses y que iban a
trabajar a la recién ocupada Polonia. Para muchas, era la primera vez
que salían de casa. Algunas incluso se emocionaron ante la idea de ir a
trabajar al extranjero. La mayoría no volvió a casa.
Dos tercios del convoy -por el que Alemania pagó 500 marcos al gobierno
del sacerdote nazi Jozef Tiso- falleció antes de que el año terminara.
La norteamericana Heather Dune Macadam cuenta en Las 999 mujeres de Auschwitz
(Roca Editorial/ Comanegra) las historias que ha logrado reunir, 75
años después, de aquellas chicas judías que llegaron en el primer tren a
Auschwitz. No eran prisioneros de guerra ni combatientes de la
resistencia, sino mujeres en la plenitud de su vida.¿Por qué? «Si tu objetivo es destrozar una raza, lo primero que atacas es a las mujeres en edad fértil. Ha sido así desde Babilonia, las mujeres siempre han sido el blanco de guerras y genocidios. Además, en una sociedad patriarcal era más fácil dejar ir a tus hijas que a tus hijos. Y estoy convencida de que en la Conferencia de Wannsee se dijo que había que empezar por las mujeres. Eran jóvenes, adolescentes, poco educadas... no eran importantes», explica la autora, que presenta este jueves el libro en el Centro Sefarad-Israel de Madrid.
«Las sensaciones son difíciles de explicar», cuenta en el libro una de las supervivientes, Edith, «porque una chica de 17 años, si no es una estúpida de remate, es mucho más optimista sobre el futuro que una persona mayor. A pesar del miedo y la inseguridad, el optimismo seguía allí». Quizá eso explique que, según la autora, las mujeres sobrevivieran en el campo más que los hombres. «Si has pasado por Auschwitz, el número con el que te marcaron al llegar es tu identificación, el que indica en qué fecha entraste en el campo. ¿Cuántos supervivientes hombres hay con un número de cuatro cifras? La respuesta es que apenas hay en comparación con el número de mujeres. Somos más duras», asegura.
Un dato que tiene varias explicaciones: una es que a los hombres que no eran enviados directamente a las cámaras de gas se les asignaban durísimos trabajos físicos que mermaban rápidamente su salud. Otro es la complexión física de algunas mujeres: «Si eras pequeña, era probable que necesitaras comer poco para mantenerte, y también que pasases más desapercibida entre los miles de prisioneros. El mero hecho de quedar por debajo de la mirada de los guardias de las SS hacía que no fueras percibida como una amenaza. Aunque vivir o morir era una cuestión de suerte: te podían matar por cualquier motivo, por estar enferma, por estar sana o por ser guapa».
¿Por qué 999 y no mil? La autora asegura que se debe a lo obsesionados que estaban los altos cargos del Tercer Reich con el misticismo oculto. Himmler era un astrólogo ferviente, un entusiasta de las cartas astrales, Goebbels estaba fascinado por Nostradamus y el número 9 era «culminante», muy potente. La prueba es que días antes, Himmler ordenó otro envío a Auschwitz de otras 999 prisioneras de Ravensbrück.
Las cámaras con Zyclon-B empezaron a funcionar en julio de 1942, así que Dune Macadam calcula que las supupervivientes que llegaron en marzo de aquel año pasaron en Auschwitz dos años y nueve meses, casi tres años, antes de que fuera liberado en enero de 1945. «Pero si te fijas, el relato oficial del Holocausto, las historias que son el buque insignia del campo, son de hombres como Primo Levi, que pasó seis meses allí, o Viktor Frankl, que estuvo menos. Es una historia masculina. La única historia femenina es la de Ana Frank, que no escribió sobre Auschwitz».
Hace seis semanas que el libro se publicó en Estados Unidos y su eco internacional ha hecho que aparezcan nuevas pistas relacionadas con aquel convoy: sólo en las dos últimas semanas se han puesto en contacto con Dune Macadam una superviviente de 96 años desde Australia y otra de 94 de Nueva York. «Hace un mes contabilicé 60 supervivientes, pero hoy diría que son unas 80. A las mujeres les cuesta más contar su historia. Todavía existen muchas historias que no conocemos», apunta la autora, para quien recoger esas voces es hoy más importante que nunca por varias razones. «La primera es porque se están muriendo. Y luego está el auge del antisemitismo en Europa y la polarización de las razas y las religiones en la sociedad», desliza. «La guerra no le sirve a nadie. Odiarse está mal, pero ¿matarse por ello? Si queremos la paz necesitamos más mujeres líderes», concluye.
TITULO: Me voy a comer el mundo -El síndrome de la Thermomix.
El síndrome de la Thermomix,.
El cocinillas. El hombre moderno es un apasionado de los juguetes de cocina de usar y aparcar,.
Al entrar en la casa familiar, Leticia Dolera se encuentra a su padre embebido en la novedad de su robot de cocina, una Thermomix que se acaba de comprar y que tiene todo el día funcionando. El hombre no para de preparar guisos de carne, pasteles, croquetas, panes, cremas y purés, bechameles y sofritos. Su hija se espanta ante tanta actividad y el padre se justifica argumentando que congelará casi todo lo que ha preparado y así tendrá comida para varias semanas.
Viendo esa divertida escena de la serie, me he visto a mí mismo con mi robot de cocina, atareado febrilmente, sin parar de guisar y amasar, preparando bizcochos que nunca había hecho, arroces novedosos y badilas jaraiceñas (como la crema catalana, pero de Jaraíz). Platos y más platos que luego había que comerse, tarea imposible so pena de reventar. Me vi a mí mismo preso del síndrome de la Thermomix, que consiste en que un hombre se compra un robot de cocina y actúa como cuando era un niño y le echaban un juguete los Reyes Magos, que no dejaba de jugar con él durante 48 horas y luego no volvía a mirarlo.
En mi familia, sobre todo para mi madre, yo era un apestado por ser el único hijo sin Thermomix. Para ella, no tener ese aparato era como si siguieras cocinando con una cocina de leña, como si en vez de nevera tuvieras solo fresquera. Mi madre viaja con la Thermomix a cuestas incluso cuando va 15 días a Asturias a visitar a sus cuñadas y no entendía que su primogénito siguiera cocinando a base de cazuela y sartén.
Harto de ser un paria, hace unos meses me compré un robot de cocina, pero fui prudente y, como la experiencia auguraba un enamoramiento intenso pero fugaz, que enseguida daría paso al abandono y el olvido, pues busqué un juguete de precio razonable: no es lo mismo entusiasmarse y luego aparcar un cacharro de 1.355 euros, que jugar con uno de 199, aunque luego acabes metiéndolo en el armario donde duermen el sueño de los caprichos despreciados, la raclette, la plancha gigante y la fondue con sus respectivos juegos de pinchos y bandejas.
¿Por qué somos los hombres tan enredas y las mujeres tan pragmáticas? ¿Por qué a la entrada de Carrefour colocan unas tentadoras baterías de cocina que imitan el bronce ante las que se detienen diez hombres por cada dos mujeres? ¿Por qué nos encantan los peladores de ajos, los cascanueces mágicos, los sacacorchos psicodélicos y tantos aparatos insensatos que compramos y traemos a casa como si hubiéramos descubierto cómo acabar con el trabajo doméstico cuando lo único que hemos hecho ha sido tirar unos euros? Aunque lo mejor de todo es la sonrisa conmiserativa con que reciben nuestros cachivaches milagrosos, realmente cacharros de usar y guardar para siempre, el resto de la familia.
A sabiendas de que estaba errando, acabé comprándome un robot de cocina. En casa me trataron compasiva y comprensivamente, mi madre aplaudió mi entrada en el redil y yo conseguí una Cecotec de 199 euros que, bueno, como juguete no era muy caro. El resto, se lo imaginan: una semana cocinando para un mes y luego, frenazo de asno. Cada vez que entro en la cocina, veo el robot durmiente y me siento imbécil.
TITULO: Versión europea -Cine Amor a la siciliana , Sabado -15- Febrero ,.
El Sabado -15- Febrero a las 22:00 por La 2, foto,.
- Reparto
- Pierfrancesco Diliberto, Miriam Leone, Andrea Di Stefano, Stella Egitto,.
- Ambientada en la época de la llegada de los americanos a Sicilia durante la II Guerra Mundial, el personaje principal de la película, Arturo, tendrá que alistarse en el ejército de Estados Unidos si quiere ganarse el corazón de su amada Flora.
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