BLOC CULTURAL,

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domingo, 5 de marzo de 2017

EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - ARTICULISTAS PARÁSITOS,./ DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - SOY UN BUEN AMIGO AMANTE - ALEX GARCIA,.

TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - ARTICULISTAS PARÁSITOS,.

 foto- El Lazarillo Tormes.

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En este mundo traidor donde nada es verdad ni es mentira, donde todo es según el color del cristal con que se mira –como dijo no recuerdo quién–, las redes sociales e Internet están dando cobertura, en los últimos tiempos, a una figura de articulista marcadamente siniestra. Y hoy me apetece contarles por qué opino eso.
El periodismo español tiene una respetable tradición de articulistas: Larra, Gómez de la Serna, González Ruano, García Serrano, Umbral, escribieron textos legendarios. El periodismo de opinión español, nómina ilustre, conserva todavía hoy, entre otros nombres de prestigio, los del maestro Manuel Alcántara, Raúl del Pozo, Arcadi Espada, Rosa Montero, Javier Marías o Ignacio Camacho –en mi opinión, el más riguroso y solvente columnista político actual–. Y en la última década, esa relación se ve reforzada y prolongada con la nueva generación que encabezan Antonio Lucas, Manuel Jabois, David Gistau y otros brillantes periodistas todavía jóvenes, a los que el tiempo y el oficio acabarán convirtiendo, como a sus predecesores, en maestros y en clásicos.
Hay, sin embargo, y se extiende de forma casposa e irritante, otro tipo de articulista parásito, tramposo, oportunista, a menudo joven también, caracterizado por la falta de talento propio, la ausencia de ideas, inteligencia y estilo; adobado todo, además, con una especie de complejo de Salieri: la biliosa envidia del mediocre, consciente de que nunca llegará a superar sus pobres límites. Esta variedad cutre del articulismo hispano, que se da en ambos sexos, encuentra terreno abonado en medios digitales frívolos en los que tan pródigo es Internet. El mecanismo de acción es muy sencillo. Muy fácil. El columnista parásito carece de ideas propias, pero lee a los que sí las tienen y expresan con talento. Y lo que hace es, simplemente, escribir sobre lo que otros ya han escrito. Si Javier Marías habla de esto, si Antonio Lucas habla de aquello, el casposo oportunista emboscado dedicará un artículo a comentar lo que él opina de lo que han opinado ellos. Sin apenas esfuerzo, sin despeinarse. Emitiendo veredicto censor desde la altura de su pequeñez intelectual y moral. Sabiendo que así no arriesga nada y gana siempre.
Porque ahí interviene un factor característico del negocio. Por su propia naturaleza, raro es que el articulista parásito tenga la formación, la cultura y el talento del parasitado. De lo contrario, no se vería forzado a parasitar a nadie. Sería original. Lo que hace esa sanguijuela de la tecla es aplicar sus propias limitaciones, sus carencias de comprensión lectora, sus complejos, envidias y mediocridades, y a veces también su sectarismo analfabeto, al texto ajeno. Con lo que el resultado no sólo es tan mediocre como el autor, sino que consiste en una burda manipulación del texto original. Eso da al parásito, claro, algunos beneficios notables: rellena su columna, comenta asuntos interesantes que él nunca habría podido plantear por su cuenta, y se codea con firmas de postín como de tú a tú, babeando de gozo. Además, factor decisivo, se beneficia de que, en las redes sociales, un nombre de prestigio puesto en titulares, en buscadores de Internet, es tuiteado y alcanza una difusión amplia; con lo que, gracias al nombre y texto ajenos, el parásito consigue lo que jamás habría alcanzado por su propio nombre y mérito. Todo eso, claro, fomentado por la cabecera del medio digital donde escribe; encantados sus propietarios de que ese pobre hombre o pobre mujer –seamos paritarios también en la infamia– les dé visibilidad a tan bajo coste.
Hay trucos sucios, además, que refuerzan la eficacia del columnista parásito. Que hacen más rentable su negocio. Por mala fe, o porque su intelecto no da para más, el sujeto en cuestión suele descontextualizar frases del texto parasitado; e incluso titula, no con lo que el texto original dice, sino con su interpretación sesgada o malintencionada. Y eso, en un lugar tan atrozmente falto de comprensión lectora como España, donde no suele opinarse sobre un texto original, sino sobre lo que alguien dice que otro ha dicho, los efectos adquieren dimensiones disparatadas. Si Vargas Llosa –por poner un ejemplo imaginario de autor muy respetable– escribiera un artículo diciendo que, además de las jóvenes cantantes, a las que le encanta escuchar, le gustan aquellas de vestido largo y voz ronca y sensual que cantaban en los 40, no faltarían parásitos que titularían su columna: «El Nobel no encuentra sensuales a las cantantes de ahora». Lo que, traducido a Twitter, acabaría siendo: «Intolerable machismo musical de Vargas Llosa».

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Soy un buen amigo amante»

  • Resultado de imagen de SOY UN BUEN AMIGO AMANTE - ALEX GARCIA,.Álex García opina, como Scarlett Johansson, que la monogamia es antinatural. «Pero no estamos preparados para lo contrario porque tenemos un tabú muy grande»

Resultado de imagen de cafe con panDe canguro, de cabaretera, de mujer policía, de nube que echa humo... Y hasta de torero «con una banderilla clavada en el culo». Álex García se ha disfrazado de todo eso y más en los muchos carnavales que lleva celebrados en su isla, Tenerife. Y estos días, desde Madrid, ha revivido con nostalgia el espíritu de una fiesta «que debería extenderse al resto del año». Como premio de consolación, el actor ha sido elegido embajador de una edición especial de Ron Barceló dedicada al carnaval tinerfeño a través de una vistosa botella decorada con las ilustraciones del artista canario Víctor Jaubert. «Le he dado la enhorabuena porque lo ha clavado. Ahí está todo...», dice Álex. Y ese todo comprende desde el colorido tropical de los disfraces al mordaz zumbido de las murgas. «La mía se llamaba Los Chinchosos y cantábamos canciones satíricas. Cuando salíamos, la plaza botaba».
Resultado de imagen de sandwich de polloAquel crío expresivo y teatrero que un día se haría famoso por series como 'Compañeros' y 'Sin tetas no hay paraíso' y que llegaría a estar nominado a un Goya por 'La novia', tenía muy claro que había nacido para la escena. Con solo 13 años, compaginaba el colegio con el 'periodismo infantil' en una cadena de televisión local. «Sobre todo tenía mucho morro», recuerda. Alcachofa en mano, el pequeño Álex cubrió un montón de carnavales y luego le cogía prestada la ropa a su madre y se disfrazaba de «mujer en todas sus vertientes, porque siempre me ha gustado explorar mi lado femenino».
Tras cumplir con la promesa de aprobar COU y Selectividad, se plantó en Madrid con solo 17 años dispuesto a ser actor... O eso creía él. «Tengo una imagen de mí saliendo del metro a la una y media de la madrugada, con las maletas, una con el asa rota, la comida que traía de casa... Y un frío, unas ganas de llorar, y un ¿qué hago yo aquí? Porque aquella ciudad de repente me parecía inmensa y no sabía, a esas horas, cómo llegar al colegio mayor. Mi vuelo desde Canarias había llegado muy tarde». Sobrevivió. Pero sobrevivir fue todo lo que hizo durante los primeros ocho años, de los 18 que lleva en la capital.
Payaso de cum pleaños
«Estas cosas hay que contarlas -opina Álex-. El primero y el segundo año fueron los más locos de mi vida. Aquello era un carnaval continuo... Pero al tercero, se te acaban los ahorros. Empiezas a dudar de para qué has ido a Madrid. Luego te buscas la vida como puedes». Él se la buscó trabajando de payaso y organizador de juegos en las fiestas infantiles de la empresa Animaciones Krusty. «No tengo hijos, pero el día que los tenga iré entrenado. Me conozco juegos hasta para hacer que los niños coman».
A sus 35 años el actor puede permitirse el lujo de recordar sus peliagudos comienzos con una sonrisa... Al fin y al cabo, a él le salió bien. Pertenece a ese ínfimo 8% de actores que viven de su profesión. Y su agenda está repleta. Además de formar parte de la gira de 'Incendios', la obra teatral dirigida por Mario Gas que representa junto a la mítica Nuria Espert, está a punto de rodar una serie para Antena 3 sobre la guerra de Marruecos y este mes estrena en el madrileño teatro Kamikaze 'El amante', de Harold Pinter. «Creo que soy un buen amigo amante», reflexiona.
'El amante' trata de las relaciones de pareja. Y de eso sabe mucho Álex García, después de más de seis años junto a Verónica Echegui. Ambos han compartido reparto en 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas'. Y el karma quizá no tuviera la culpa, pero cuando la rodaron acababan de salir de un hondo bache sentimental, en el que se relacionó a Álex con la actriz Manuela Vellés... Falsa alarma. La pareja reapareció de la mano en la gala de los Goya del año pasado. Y Echegui, por si quedaban dudas, le escribió a su chico en las redes: «Enamorarme y reenamorarme una y otra vez de ti es un regalo». Él sobre infidelidades no opina, pero está de acuerdo con Scarlett Johansson en eso de que la monogamia es antinatural... «El ser humano por naturaleza tiende a multirrelacionarse, social y sexualmente -asegura-. Otra cosa es que estemos preparados para ello. Y no, no lo estamos porque tenemos un tabú muy grande encima».

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