TITULO:
La Hora Musa - A la luna se lo debemos ,. . Martes -10- Diciembre.
'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,
a las 22:55 horas, en La 2 martes -10- Diciembre,. , foto.
A la luna se lo debemos,.
influjo de la Luna en la historia de la música es tremendo. Pocos son los artistas que no han caído en la tentación de cantar al satélite, amplificar su azul infinito, pintarla de todos los colores posibles, bailar bajo su luz y su sombra, caminar por la superficie ingrávida, emborracharse en sus cráteres, convertirse en hijos suyos, o atreverse a surcar el lado más oscuro. La llegada del hombre a la Luna no se produjo hasta julio de 1969 tras innumerables intentos de organizar una odisea espacial tripulada, capaz de llegar y volver.
Antes de que el Apolo XI hiciera historia y de que el malogrado comandante Neil Armstrong diese el imborrable y torpe paseo por la superficie lunar, la fábula de la carrera espacial, el descubrimiento de otras formas de vida inteligente y la posible invasión de la Tierra por legiones de alienígenas tuvo múltiples manifestaciones en lo musical.
Un recorrido histórico sobre el impacto de la Luna y el imaginario galáctico, el conocido y que estaba por descubrir, en la música obliga a situarse en la época de compositores como Ludwig van Beethoven, Claude Debussy o Gustav Holst. Todos ellos sucumbieron al exotismo planetario desde ópticas bien distintas.
El alemán componía en 1801 la célebre Sonata para piano nº 14 en do sostenido menor 'Quasi una fantasia', Op. 27, nº 2, que recibió el nombre popular de 'Claro de Luna'. Mismo título y similar pretexto argumental tuvo el francés Debussy, que en 1890 se retrataba con la obra pianística 'Suite bergamasque', pieza en cuatro movimientos uno de los cuales era 'Claro de Luna'. Un título que volvería a frecuentar el creador de 'Preludio a la siesta de un fauno' al año siguiente al musicar textos del poeta Paul Verlaine, uno de ellos con este mismo nombre. Antes, en 1887, Gabriel Fauré pondría música a este mismo poema.
Pocas piezas orquestales han tenido a la Luna como fundamento, aunque el compositor inglés Gustav Holst creó entre 1914 y 1918 'Los Planetas', una suite en siete movimientos donde lógicamente no estaba la Luna ni Plutón. Tras su muerte, se hicieron arreglos para completar el octavo planeta a cargo de Colin Matthews.
Para cerrar el círculo instrumental, una penúltima parada en el músico y compositor estadounidense Les Baxter, quien en 1947 junto a Harry Revel y la colaboración del maestro del therimin Samuel Hoffman publicaba 'Music Out of the Moon', con lunáticas piezas como 'Lunar Rhapsody', 'Moon Moods', 'Lunette', 'Celestial Nocturne', 'Mist O´ The Moony Radar Blues', y donde el eléctrico zumbido del theremin se revelaba como poderoso instrumento solista. Las incursiones galácticas de Baxter, gurú de la llamada easy listening, tendrían réplicas posteriores como 'Space Escapade' (1958).
El repertorio vocal lunático es impresionante, con una gran composición de cabecera firmada en 1958 por Johnny Mercery y Henry Mancini: 'Moon River'. Una pieza que en 1961 y en la voz de Audrey Hepburn lograba el Oscar de la Academia como mejor canción original en la banda sonora de Desayuno con diamantes, de Blake Edwards, y que es el cántico lunar más versionado de la historia. Junto a ella, Blue Moon, de Richard Rogers y Lorenz Hart, es igualmente de las más versionadas, y desde su creación en 1934 pasó por las manos de Billie Holiday, Louis Armstrong, Sam Cooke, Rod Stewart, Bob Dylan y Elvis Presley. Precisamente, el rey del rock se retrató con otro pasaje lunar, 'Blue Moon of Kentucky'.
Bowie y Pink Floyd
El episodio más curioso sobre el influjo de la Luna obliga a hablar de dos artistas británicos por cuyas cabezas se dibujaron fantasías espaciales y lunares justo en los años de las misiones Apolo: David Bowie y Pink Floyd. El primero publicaba el mismo año del pletórico alunizaje del Apolo XI su profético 'Space Oddity', donde el tema homónimo que abría el álbum hablaba del comandante Tom y sus angustias en su viaje espacial. Un tema que la BBC usó para la banda sonora de la retransmisión del primer alunizaje, y a la que llegó Bowie tras visionar 2001: Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick. La fijación galáctica de Bowie se repetiría en 'The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars' (1972) y temas como 'Moonage Daydream'.
La obsesión de Pink Floyd por la Luna se tradujo en uno de sus grandes álbumes, 'The Dark Side of The Moon' (1973), un disco conceptual único en su especie. Además, en la obra de Pink Floyd y sus inicios con 'The Piper at the Gates of Dawn' (1967), se incluían piezas de cabecera del rock espacial, el space rock, como 'Interstellar Overdrive', que traería episodios lunáticos y espaciales de interés en las formaciones del krautrock germano, el sonido motorik, y formaciones como Hawkwind, Van der Graaf Generator, y más recientes como Spacemen 3 o Spiritualized, entre otros fanáticos del género.
Volviendo a la Luna, entre el largo centenar de composiciones vinculados al satélite, es obligado mentar otra vez a Sinatra con 'Fly me to the Moon'; 'Bad Moon Rising', de Creedence Clearwater Revival; 'Killing Moon', de Echo & The Bunnymen; 'Man on the Moon', de REM; 'Luna y Moon Palace', el proyecto de Dean Wareham tras Galaxy 500; 'Harvest Moon', del canadiense Neil Young; y las lunas de colores de Nick Drake, The Neville Brothers y Erika Badou, sus 'Pink Moon', 'Yellom Moony Orange Moon', respectivamente.
Siguen en la lista 'Moondance', de Van Morrison; 'Moonchild', de King Crimson; 'Moonlight Shadow', de Mike y Sally Oldfield; 'Moonlight', de Bob Dylan; tres cánticos lunares de Tom Waits, 'Grapefruit Moon', 'Drunk on the Moon' y 'I´ll Shoot the Moon'; 'Moon Over Marin', de Dead Kennedys; 'Moonlight Drive', de The Doors; 'Walking on the Moon', de The Police; 'The Whole of the Moon', de Waterboys; 'Dancing in the Moonlight', de Thin Lizzy; 'Moonshadow', de Cat Stevens; 'Child of the Moon', de Rolling Stones; 'Ticket to the Moon', de la Electric Light Orchestra; 'Moonflower', de Santana; 'Black Moon', de Emerson, Lake & Palmer; 'Mad Man Moon', de Genesis; o 'Lunar Sea', de Camel, son canciones para un perfecto alunizaje.
TITULO:
Cachitos de hierro y cromo -El tranvía encarrila el comercio ,. .
Martes -10- Diciembre ,.
Martes -10- Diciembre a las 22:00 horas en La 2, foto.
El tranvía encarrila el comercio,.
Los vendedores de estos locales, la mayoría de moda, aseguran que reciben «oleadas» de clientes cada vez que llega un convoy,.
Los balances de la tienda de moda infantil Sergent Major hablan por sí solos. Abrió sus puertas al comienzo de Angulema el pasado agosto cuando los convoyes no llegaban hasta su última parada -se quedaban en Sancho el Sabio- por la reparación del firme en General Álava y «la facturación era entonces de unos 100 euros diarios, como mucho, pero a partir de septiembre, cuando acabaron las obras, se multiplicó por 10. Y todo por el paso de viajeros», aclara Maite Jiménez, copropietaria del comercio, mientras dobla unas camisetas entre el griterío de los pequeños. Estos números han colocado al establecimiento, en tan sólo dos meses, en el cuarto lugar del ranking de la multinacional en España -donde suma una veintena larga de franquicias- pero, aunque los resultados son todavía mejores de lo esperado, la entrada masiva de compradores no les ha cogido del todo por sorpresa. Sus dueñas echaron primero un vistazo a una lonja en alquiler en Postas pero «el precio se triplicaba» y, además, «aquí teníamos una parada del tranvía -la más utilizada, con casi el 20% de los usuarios, según los últimos datos- justo enfrente y eso nos hizo decidirnos», relata.
La vida comercial de esta pequeña vía, aseguran, nació al tiempo que el metro ligero. Desde aquel invierno ha crecido el número de viajeros -cerca de 600.000 mensuales- y se han inaugurado tres negocios en sus aceras: el exitoso Sergent Major, una agencia de viajes y una clínica estética. «La calle se ha convertido en un lugar de paso. Antes, por ejemplo, la gente que iba a El Corte Inglés se quedaba en Paz, donde les dejaba el autobús, y ahora muchos se mueven en tranvía y deben pasar por Angulema», constatan tras el mostrador del estanco que funciona en esta zona desde hace más de tres décadas. A pocos metros, ya en Independencia, se suma a la lista de recién llegados Gusto -la novata del grupo-, un comercio textil en manos de trabajadores orientales. De lunes a viernes hay movimiento entre sus baldas, ocupadas por calzados Basoco antes de la reforma, pero el fin de semana «se llena», tal como confirman en las tiendas cercanas.
«Más trasiego de gente»
Pero si hay una calle estrella en lo que a nacimientos comerciales se refiere ésta es General Álava que, desde que acabara 2008, ha subido la persiana de siete negocios a la orilla del metro ligero aunque, eso sí, con ciertas diferencias entre sus inauguraciones. Springfield, por ejemplo, sólo se trasladó a la acera de enfrente para ocupar un hueco que había quedado vacío, Dadá se instaló en la misma vía tras salir del Pasaje de Postas y New Yorker entró en agosto por la puerta grande en Vitoria al hacerse con el local más amplio del centro de la ciudad. «No fue directamente el tranvía lo que nos influyó al elegir la ubicación sino el ambiente que ha generado alrededor, con mucho trasiego de gente y un aspecto peatonal, que eso también ayuda a vender», aclara Javier Martín, gerente de zona de esta marca alemana.
Lo cierto es que a General Álava le duran muy poco las lonjas cerradas desde que Euskotren extendió los raíles sobre su asfalto. Estos espacios resultan tan golosos a ojos de los empresarios que apenas aguantan unas semanas sin que alguno se interese por ellos, como Blanco o Jack&Jones, otras dos firmas de ropa juvenil que han desembarcado en los últimos meses en la céntrica arteria. La tienda del Baskonia, en el antiguo Kolkay, y otra de cuchillos completan los estrenos de menos de dos años en la calle. Esta fructífera relación entre tranvía y comerciantes se extiende por la línea en la que se mueven más de 20.000 usuarios diarios y deja un par de casos más junto a la plaza Lovaina. Bibiana Palacio es desde la pasada primavera testigo diario de «lo positivo» de trabajar en una tienda situada a la altura de un apeadero del metro ligero. «El jefe pensó que estar al lado de un colegio -entre Urkide y Marianistas- y de una parada nos ayudaría, y tenía razón: se nota cada vez que bajan los viajeros», afirma mientras ordena los dulces de Luna. Y en plena rotonda se instaló este año también La Piu Belle.
Plan Alhóndiga
El recorrido comercial continúa al otro lado de las cristaleras del convoy, que se detiene en Sancho el Sabio. El metro ligero, sin embargo, se convierte en este punto del camino en un factor añadido a lo que supone la gran revolución de la vía: el plan Alhóndiga. La conjunción de ambos ha mejorado no sólo el aspecto de la zona sino también la salud de la caja registradora de sus negocios, tal como reconocen varios encargados y recalcan quienes acaban de llegar. En la renovada calle -y también en sus perpendiculares- hay espacio para emprendedores de todo tipo, como los que optaron hace más de un año por abrir una franquicia de los restaurantes italianos La Tagliatella o aquéllos que se animaron el pasado diciembre a montar Mobb con un surtido de artículos de regalos y decoración. «Lo hicimos pensando que ésta es la última parada y, a su vez, la parada central del tranvía», cuenta Guadalupe Plaza, una de sus dueñas.
En esta tienda, además, se ha cuidado hasta el último detalle para hacer buena pareja con el 'gusano verde'. «En invierno este rincón es bastante oscuro así que hemos puesto mucha luz en el escaparate para que se nos vea bien», cuenta. Sin embargo, los encargados de Mobb se dieron cuenta de la «oleada de clientes» recién apeados del tranvía «al de un tiempo» y la notaron, especialmente, este verano cuando las unidades llegaban sólo hasta Sancho el Sabio. «Venían hasta los conductores porque habían visto desde la cabina algo que les gustaba, lo compraban y volvían a montarse para seguir conduciendo en el siguiente viaje», explica mientras señala el sistema Minutran que avisa de los minutos restantes para el próximo convoy.
No obstante, la entrada del servicio no ha beneficiado a todos por igual. En Lakuabizkarra, Duque de Wellington ha añadido cuatro negocios -una cafetería, una pizzería, una tienda de informática y otra de arreglos- a su oferta comercial en los últimos dos años pero «no porque haya más clientes sino porque es un barrio nuevo con necesidades», reflexiona Feli Martínez, al frente de la panadería Dantzari desde hace siete años. Eso sí, «por lo menos hay más movimiento y la calle no está tan solitaria».
No hay comentarios:
Publicar un comentario