BLOC CULTURAL,

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sábado, 31 de marzo de 2018

EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES -3- ABRIL - PENSE EN MORIR CUANDO REGRESE DE AUSCHWITZ,./ EN LA TUYA O EN LA MIA - MIERCOLES -4- ABRIL - LOS ALUMNOS PROPONEN NOMBRES DE MUJER PARA CUATRO CALLES DE ALCONCHEL,./ LIGA FUTBOL - SEVILLA -2- BARCELONA -2-,.

TITULO: EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES -3- ABRIL -  PENSE EN MORIR CUANDO REGRESE DE AUSCHWITZ,.

 EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES -3- ABRIL,.
 

 Conducido por Toñi Moreno, el espacio investiga el árbol genealógico de los personajes más queridos de nuestro país. El martes -3- abril a las 22:30 por antena 3, etc.

 PENSE EN MORIR CUANDO REGRESE DE AUSCHWITZ,.


Pensé en morir cuando regresé de Auschwitz

Sonja Vrscaj enseña el tatuaje con su número de prisionera de Auschwitz, en la plaza de Segura de León. foto.

Sonja Vrscaj cuenta en Extremadura cómo sobrevivió cinco meses al peor campo de exterminio nazi


Sonja Vrscaj fue durante cinco meses la prisionera 82396 del campo de exterminio nazi Auschwitz II-Birkenau, en la Polonia ocupada por el III Reich. Sobrevivió a la cámara de gas, al hambre, a la enfermedad, al trabajo extenuante, a las torturas y a los castigos arbitrarios. Nunca pensó en acabar con su vida, hasta que regresó a casa. Ver a la gente reír y bailar a su alrededor le hizo sentir que quería morir.
Esta eslovena de 93 años recorrió el miércoles los 3.000 kilómetros que separan Auschwitz de Extremadura para contar en primera persona cómo sobrevivió al horror nazi. No solo estuvo en Auschwitz. Durante once días caminó sin agua y sin comida hasta el norte del Berlín, donde estuvo prisionera en otros dos campos hasta su liberación. En el instituto Ildefonso Serrano de Segura de León, municipio del sur de la provincia de Badajoz, relató esta semana su historia.
Era la primera vez que pisaba España. Vino de la mano de Francisco Tardío, profesor de literatura del citado instituto y familia de Sonja Vrscaj, que está casada con su suegro, que es esloveno. Él fue quien tradujo su relato de supervivencia en la fábrica de la muerte nazi, en la que fueron asesinadas 1,1 millón de personas.
«Me di cuenta de que allí la muerte estaba en cada rincón y podía llegar cualquier día»
Sonja llegó allí como prisionera política por combatir primero el fascismo italiano y luego el nazismo alemán. Primorska, la región eslovena donde nació en 1925, quedó anexionada por los tratados de la primera posguerra mundial a la Italia de Mussolini. Comenzó así la asimilación forzosa, contra la que Sonja fue muy beligerante.
Les prohibieron hablar esloveno y el italiano se impuso en las administraciones públicas, los colegios e incluso en las familias. «Una nación sin su lengua, no es una nación», reivindica. La cultura también fue víctima de la misma política.
Con 17 años, en la primavera de 1943 y de la mano de su padre, entró en la organización clandestina de resistencia TIGR, considerada como uno de los primeros movimientos antifascistas de Europa. «Queríamos evitar que los objetivos de los italianos llegasen a buen puerto».
En este frente, los partisanos combatían y las mujeres le daban apoyo logístico: comida, ropa y hacían de correos humanos para alertar a los soldados de cualquier movimiento enemigo. «Creamos también un periódico para que la gente pudiera leer y no olvidase la lengua y para mantener la moral alta de los nuestros». Su activismo fue a más y Sonja llegó a alcanzar puestos de responsabilidad en la organización.
Poco después del desembarco de Normandía y con el presentimiento de que el fin de la guerra estaba cerca, organizaron una reunión clandestina para planificar las acciones que creían que les llevaría a acabar con la ocupación. El pueblo donde celebraban el encuentro fue asaltado por los alemanes, lo que les obligó a salir huyendo.
«Mi único objetivo era no delatar a ninguna de mis amigas y compañeras. Llevaba una lista con los nombres y apellidos de todas las colaboradoras con el frente de resistencia. Pude salir del pueblo y en un campo de trigo la enterré. Nunca la encontraron», relata.
A la lista no, pero a ella la capturaron y la mandaron a la prisión de Coroneo, en el golfo de Trieste (Italia), donde también estaba preso su padre. Allí pasó catorce días, con el miedo constante a las torturas y la determinación de no delatar a los suyos. Por eso cuando le dijeron que la iban mandar a Alemania, sintió alivio. «Pensábamos que nos mandaban a trabajar allí y nos alegramos porque las condiciones de la prisión eran muy severas. Cuando estábamos en el corredor esperando a que nos trasladaran cantamos en voz alta canciones partisanas».
El alivio lo mantuvieron durante los tres días en los que estuvieron encerradas en un vagón de ganado rumbo a Auschwitz sin agua ni comida. «En el trayecto solo pensábamos en huir para volver a la lucha». El consuelo se disipó cuando se apearon en Birkenau entre gritos en alemán, golpes con las culatas de las escopetas y perros. «No sabíamos qué era Auschwitz ni que había campos de concentración en Alemania», apunta.

La llegada del tren

Llegaron de madrugada. Era junio de 1944. A un lado de la vía del tren, bajaron a los eslavos, al otro a los judíos. Era la selección de las SS (las tropas de élite de Hitler), mediante la cual decidían quienes iban directamente a la cámara de gas. Les tocó a los judíos. «La realidad en aquel momento se nos mostró tan cruda como real. Cuando bajé del vagón experimenté por primera vez el miedo».
Lo siguiente fue el protocolo nazi de deshumanización de los presos. Le quitaron la documentación, la ropa, los pendientes... La obligaron a desnudarse, le raparon la cabeza y le rasuraron el resto del vello corporal. Lo siguiente fue meterla en una ducha para desinfectarla. Les lanzaron ropa y zuecos sin ver si eran del mismo pie. «Así empezó para mí Auschwitz».
«Cuando llegaron los aliados a liberarnos nos ofrecieron cigarrillos pero nosotras queríamos comer»
El segundo día, a Sonja junto al resto de prisioneras eslavas, las metieron en el barracón de los gitanos. Por las ventanas vio por primera vez el humo de las chimeneas de los crematorios, pero entonces no imaginó lo que estaban quemando. Lo supo después.
«Una de nosotras sabía alemán y escuchó a las vigilantes de nuestro barracón decir que nuestro idioma no era propio de los gitanos. Se acercó y le corroboró que éramos eslavas arias. Ese fue nuestro primer guiño de suerte en el campo. Nos separaron de los gitanos y varios días después todo el barracón fue exterminado. A los gitanos los trataban como a los judíos, exterminaban a las familias completas».
Las trasladaron y fueron seleccionadas para hacer trabajos forzados dentro del propio campo. «Fue el día que desapareció de nuestras vidas nuestro nombre y apellidos. A partir de aquel día nos convertimos en un número».
Sonja fue la prisionera 82396. Le tatuaron el número en su antebrazo izquierdo y le colocaron el triángulo rojo invertido -los nazis usaron triángulos de diferentes colores para clasificar a los presos- , que la identificaba como prisionera política. Tuvo que aprenderse de memoria su número en alemán. «Si lo olvidábamos lo mínimo que nos daban era un bofetón».
De los cinco meses que duró su cautiverio en Auschwitz, su memoria vuelve a las torturas, como las de mantenerse de pie a la intemperie dos horas por la mañana y dos horas por la tarde durante el recuento de prisioneras. Si alguien faltaba, no podían moverse hasta que aparecía y luego era castigada. Si alguien se caía o se apoyaba en una compañera por el cansancio o la inanición, era golpeada. La ayuda se pagaba igual.
Los castigos no estaban escritos, era precisamente la arbitrariedad lo que más temían. Así lo ilustra: «Una mujer no estaba cumpliendo sus funciones y fue obligada a meterse en la charca, le empujaban la cabeza hasta casi ahogarla varias veces. Después le dijeron que se tenía que revolcar en el barro y saltar haciendo la rana. A otra le mataron dos perros porque venía del trabajo cansada y con dificultad para andar».
Esto hacía que temieran especialmente a los presos con el triángulo negro, los criminales que los nazis habían sacado de las cárceles de los países ocupados para controlar a los prisioneros de los campos de concentración y exterminio. «Los criminales nos odiaban especialmente a los prisioneros políticos por nuestra cultura e implicación política. Por eso, sabíamos que la tortura planeaba sobre nuestras cabezas».
En Auschwitz cambió su visión de la muerte, a la que se acostumbró porque cada día los que regresaban al campo después del trabajo portaban cadáveres. «Me di cuenta de que allí la muerte estaba en cada rincón y podía llegar cualquier día».
Que lograra salir viva fue gracias a la suerte, a que no enfermó, a la solidaridad entre las presas y al optimismo. «Nunca me planteé que no iba a volver a casa, lo que me repetía era cuándo iba a volver. Siempre conservé la esperanza».
Pero su infierno aún no había terminado. Sonja formó parte de las marchas de la muerte, obligada durante once días a caminar, alimentándose de hierba, desde el oeste de Polonia al norte de Berlín, cuando ya el Ejército Rojo le pisaba los talones a los nazis. Continuó su cautiverio en Ravensbruck y después en el campamento de Oranienburg, que fue bombardeado por los aliados. «Durante la noche nos dimos cuenta de que los SS habían desaparecido. Ya nunca más volví a ver a ninguno».

La liberación

Los primeros que llegaron en su auxilio fueron los aliados, que les ofrecieron cigarrillos. «No queríamos fumar, queríamos comer y cocinamos unas latas de la Cruz Roja que nos hicieron pasar muy mala noche porque no estábamos acostumbradas a la comida». Era la primavera de 1945.
Con Alemania devastada y las vías del tren destruidas, su vuelta se postergó unos meses. Llegó el 1 de septiembre. En su casa, en Eslovenia, la esperaban sus padres y sus dos hermanos. Ninguno sabía que Sonja había sobrevivido.
«Cuando regresé de Auschwitz y vi que había gente que bailaba y reía pensé por primera vez en morir. No podía entender lo que ocurría a mi alrededor». Pero el tiempo pasa, volvió a meterse en la rueda de la vida y hoy la única secuela del campo que conserva Sonja Vrscaj es su tatuaje.
  • TITULO:  EN LA TUYA O EN LA MIA - MIERCOLES -4- ABRIL - LOS ALUMNOS PROPONEN NOMBRES DE MUJER PARA CUATRO CALLES DE ALCONCHEL,.

     EN LA TUYA O EN LA MIA - MIERCOLES -4- ABRIL,.

     
  •   Presentado por: Bertín Osborne. 'En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. El miercoles -4- abril a  las 22:45 por La 1, etc.

       LOS ALUMNOS PROPONEN NOMBRES DE MUJER PARA CUATRO CALLES DE ALCONCHEL,.

    Los alumnos proponen nombres de mujer para cuatro calles de Alconchel - foto.


    Resultado de imagen de LOS ALUMNOS PROPONEN NOMBRES DE MUJER PARA CUATRO CALLES DE ALCONCHEL,.El alumnado de sexto de Primaria del CEIP Virgen de la Luz de Alconchel ha propuesto al Ayuntamiento que cuatro calles de la localidad tengan nombre de mujer. En un acto celebrado el pasado lunes, 5 de marzo, los escolares mantuvieron una reunión con el alcalde, Óscar Díaz Hernández, y la responsable de la oficina de Igualdad de la mancomunidad de Olivenza, Melanie Feu Carmona.
    Los estudiantes presentaron y registraron su solicitud de que las nuevas calles puedan dedicarse a la científica Marie Curie; a la militar extremeña y única mujer en participar en la conquista de Chile, Inés de Suárez; la activista y bloguera pakistaní que logró el Premio Nobel de la Paz en 2014, Malala Yousafzai y por último a la célebre escritora almendralejense Carolina Coronado.
    El alcalde se comprometió a darle trámite a la propuesta con la celebración de un pleno extraordinario en que se aprueben los nombres de las calles de las urbanizaciones que hasta el momento no cuentan con toponimia.


    TITULO: LIGA FUTBOL - SEVILLA -2- BARCELONA -2-,.

    Resultado Final  - SEVILLA -2- BARCELONA -2-, foto.

     El argentino salió en la segunda parte y marcó en el 89' el gol del empate (2-2). El Barça, en el 88', perdía 2-0. En un minuto, marcó dos goles para seguir invicto en Liga. El Sevilla, que mereció la victoria, murió de la forma más cruel., etc.

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