Ante
lo inesperado, ante el mundo que colapsa, cuando todo parece
derrumbarse tanto en el plano individual como en el colectivo, céntrate en lo que de ti depende y ten esto mano: nada de fuera puede dañarte…así
nos dice el antiguo estoicismo romano, un pensamiento que se puede
«tener a mano» a modo de manual que nos ayuda en las acciones y las
decisiones del día a día. El estoicismo había surgido como escuela de
pensamiento en época helenística (s. III a.C.), pero, tras una evolución que llega hasta el mundo romano del s. II,
se había centrado mucho más en la perspectiva personal, en la ética del
ciudadano de un vasto imperio, como el romano, en sus tareas
cotidianas. En nuestro mundo actual resulta sorprendente lo familiares
que son las ideas de los grandes estoicos de la época romana, sobre
todo, de Marco Aurelio y Epicteto.
Ambos, que escriben su obra en griego en ese siglo II, representan muy bien los ideales del sabio estoico en su vertiente de hombre de reflexión,
misión, vocación y acción. Representan dos extremos de la pirámide
social de la cosmópolis del mundo romano. El primero fue emperador y el
segundo fue esclavo. Pero apuntan las mismas cosas Marco Aurelio, que
gobernó desde la capital del mundo, y Epicteto, que enseñó en su escuela
en una ciudad de provincias. Cada uno tuvo un sino –anhelado u odiado
por muchos indistintamente–, luchó y se amoldó a él. Epicteto fue de
joven esclavo, quedó lisiado por malos tratos, y luego fue manumitido:
acabó ganándose la vida como maestro. Marco Aurelio era un joven soñador
y poético, frágil, pero aficionado a los deportes, que anhelaba ser filósofo, pero le cayó encima la más grave responsabilidad.
Desde su ascenso al trono pasó poco tiempo en Roma y tuvo que viajar
por las fronteras para afrontar una serie de campañas larguísimas contra
los bárbaros. Ambos representan dos modelos de cómo el estoicismo ayuda
en la ética cotidiana a cada cual, indistintamente de la misión que le
haya tocado, en la búsqueda de la serenidad y la tranquilidad de ánimo,
que son –qué duda cabe– los ingredientes básicos de la felicidad.
Es
muy característica de esta escuela la idea de tener presente un
«manual» de pensamientos básicas. De hecho, el llamado «Manual» es la
obra que recoge los pensamientos básicos de Epicteto, que escribió su
discípulo Flavio Arriano y que estaba destinada a «tener a mano» su
pensamiento. Esta es una expresión que también repite a menudo Marco Aurelio en sus «Meditaciones»,
otra obra que resume muy bien los saberes del estoicismo romano. Las
dos obras mencionadas son muy peculiares en el mundo antiguo.
Notas personales
Epicteto
probablemente no escribió nada, como los grandes sabios de la
antigüedad, y los apuntes de sus lecciones fueron tomados por Arriano
para elaborar esta especie de vademécum, a modo de «Manual», en griego
“Encheiridion», El caso de Marco Aurelio es también curioso: su obra,
conocida como «Meditaciones» o «Pensamientos», en realidad se ha
transmitido simplemente con el título de «Para sí mismo», en griego «Eis
Eauton», y es una suerte de conjunto muy dispar de notas personales,
a modo de diario íntimo, tomado por el emperador en sus campañas
guerreras. La peculiaridad de este libro es que no es un libro,
porque con toda seguridad su autor nunca quiso publicarlo y por tanto,
nos ha llegado casi de casualidad en una transmisión realmente
inverosímil.
En
suma, que Epicteto no quiso escribir y Marco Aurelio no quiso que lo
leyéramos. Entonces, ¿qué tienen que decirnos sus obras? Sus dos libros,
breves, concisos, precisos y maravillosos, han llegado hasta nosotros
con un potentísimo mensaje, precisamente por esa falta de artificio,
como epítome del saber práctico del estoicismo romano. Es fácil entender
las razones de la moda actual del neoestoicismo. Tiene mucho que ver
con esa claridad y practicidad de su pensamiento que nos ayuda a buscar
el punto de equilibrio ante los problemas. No es casualidad que haya
cundido entre los grandes gurús de las tecnológicas de Silicon Valley,
entre Youtubers de muy diverso pelaje, entre seleccionadores de fútbol o
entrenadores personales, entre boxeadores o ex militares. Tampoco
que haya sido un libro de cabecera para diversos gobernantes, desde
Federico II de Prusia y George Washington a Bill Clinton. Pero
desconfíen de mediadores o neoestoicos que nos explican lo que pensaban
Marco Aurelio o Epicteto: muchas veces manipulan o falsean su
pensamiento, otras son fieles…, hay de todo. Pero principalmente hemos
de acercarnos a los libros clave del estoicismo y leerlos una y otra vez
con detenimiento en buenas traducciones. Veamos solo una de las ideas
principales: evitar los juicios de valor y las impresiones, lo que en
griego se dice «phantasiai», y que en realidad se puede traducir bien
por «imágenes mentales», y centrarse en lo que de nosotros depende.
Nuestra percepción está condicionada por el deseo, que hay que evitar,
los impulsos y las pasiones, como la ira, que nos hace reprochar nuestro
destino a los dioses o a otros seres humanos cuando realmente solo nos
incumbe lo que de nosotros depende.
"Dramatis personae" del libro
Recordamos
cómo comienza el manual de Epicteto en la excelente traducción de Óscar
Martínez (EDAF): «De las cosas que existen, unas dependen de nosotros,
otras no. De nosotros dependen el juicio de valor, la motivación, el
deseo, la aversión y, en una palabra, todo cuanto es acción nuestra… Si
piensas que solo es tuyo, lo que es tuyo y que lo que es ajeno es ajeno
(como así es en realidad), nadie te coaccionará jamás, nadie te pondrá
obstáculos, no reprocharás nada a nadie, ni acusarás a ninguno; no
harás nada contra tu voluntad, porque no te golpeará ningún daño.» La
libertad estoica es este preocuparse solamentre de lo que de uno
depende. Para el exesclavo, la condición y carácter del filósofo es
esperar todo, beneficios o daños, solamente de sí mismo. Nada de fuera
nos afecta: «Puedes ser invencible si no entras en ninguna batalla de la
que no dependa de ti salir vencedor — [sé] un hombre libre. Y solo hay
un camino para ello: el desprecio de lo que no depende de nosotros».
(19).
Coincide
con esto el emperador-filósofo, solo la filosofía es capaz de
«liberarnos», al proporcionar serenidad y felicidad, liberándonos de la
esclavitud de los juicios de valor ajenos, de lo que se suele pensar que
es bueno o malo. Marco Aurelio propone descubrir lo que la Razón divina
que gobierna el mundo quiere, y aceptar lo que nos es destinado a cada
uno. En su caso, intrigas, usurpaciones, calumnias, todo lo que le tocó
cuando fue designado emperador. No por eso se volvió soberbio o cruel,
sino que siguió su camino filosófico. Ante todo, hay de cumplir nuestra
misión: esclavo y maestro de su escuela el uno, emperador que ha de
batirse una década con los bárbaros entre lodo, nieve y sangre, afrontar
la muerte seis de sus hijos o las traiciones de su hermano, entre otras
cosas, el otro.
Pero, como dice Epicteto «todo problema tiene dos
asas, una que lo hace llevadero y otra no llevadero» (43). Marco
Aurelio apunta en las «Meditaciones» que es imposible que la razón
universal tome malas decisiones (VI 44), que lo que conviene a la
colmena por fuerza conviene a la abeja. Por eso hay que alegrarse de lo
que nos sucede, independientemente de si la opinión común cree que son
buenas o malas cosas (muerte, dolor, nombramientos, guerra, riqueza,
sufrimientos…), todo tiene un sentido y hay que aceptarlo. También hay
que entender al prójimo: alegrarse de compartir la vida con quienes nos
ha tocado compartirla y de sus virtudes (VI 48), pero también intentar
convencerles cuando actúan contra la razón global (VI 38). Incluso los
ingratos, malvados o impertinentes (II 1) están hechos para colaborar
con nosotros como pies, como manos, como párpados… hemos de aceptarlos
también como parte del todo con quien nos ha tocado vivir en este mundo.
Igual que lo que se estima honor y deshonor, fortuna o infortunio,
maldad o bondad: realmente esto no es lo que de nosotros depende, sino
que nos viene dado y, por lo que hay, que aceptarlo. En ese sentido, nos
recuerdan Epicteto y Marco Aurelio, la gran lección es la libertad
estoica de mirar hacia el interior y localizar en el principio racional
–lo que llaman a veces «el dios interior»– las claves que nos permiten
ver claramente que todo tiene un sentido y cuál es nuestra misión.
Incluso cuando todo se tambalea. Lean estoicismo para tiempos revueltos.
TITULO : REVISTA TENIS - 20 años del primer duelo de gigantes: Nadal vs Federer,.
20 años del primer duelo de gigantes: Nadal vs Federer,.
El número 34 del mundo en 2004 se enfrentó al suizo y número 1, en el que sería el primer duelo de los 40 de su carrera.
foto / Rafa Nadal y Roger Federer ,.
En 20 años, Nadal y Federer coincidieron en hasta 40 ocasiones, la primera de ellas el 28 de abril de 2004. La de aquel día fue una de las 24 victorias que consiguió Rafa Nadal (37 años) frente a Roger Federer (42), que se hizo con los 16 partidos restantes en los que los dos grandes del tenis se enfrentaron.
El partido era una tercera ronda del Miami Open con un Nadal con apenas de 17 años y solo tres como profesional, y un Federer con 22 y otro seis a sus espaldas
como tenista reconocido. Por entonces, Federer era ya el número 1 del
mundo, algo que había conseguido apenas un mes y medio atrás. Los 70
minutos de aquel primer encuentro entre ambos dio pie a una larga
rivalidad, además de amistad, que con los años aumentó en intensidad.
Nadal, número 34 del mundo por entonces, cogió la sartén por el mango y enlazó dos sets por 6-3 ambos. La victoria fue fácil para un español que no solo venció al número uno del mundo, sino que rompió la racha de 12 victorias consecutivas
que atesoraba el suizo. El español declaró al terminar: “Salí a la
pista con actitud positiva, no con la actitud de intentar ganar un
juego”.
A pesar de las sensaciones del manacorí antes de entrar a la pista, estuvo impecable con su servicio (81% con primeros saques) sin conceder una opción de quiebre
y aprovechando tres de las siete que dispuso a su favor. Pero para nada
el resultado fue inesperado: ya se auguraba un futuro de ganador para
Nadal. Así lo confesó el propio Federer: “He oído hablar mucho de él. Creo que no es una gran sorpresa para nadie”.
Lo que sí sorprendió fue el nivel de Federer: “Si él (Federer) hubiese jugado su mejor tenis, no habría tenido opciones.
Pero esto es lo que pasa en el tenis. Si un jugador como yo juega a
muy, muy buen nivel y un jugador top como Roger no juegos a su mejor
nivel, puedes ganar”, confesó Nadal. Pero ni siquiera eso podía
enturbiar la felicidad del español.
El
manacorí colocó la duodécima derrota que Federer afrontaba en su
carrera ante un rival español, entre los que figuraban Juan Carlos
Ferrero o Álex Corretja, entre otros. Se trata de otra de las hazañas
que Nadal logró adjudicarse a lo largo de su carrera frente a su justo
rival. Después de ese 28 de marzo de 2004, el mundo hubo de esperar un año más, hasta el siguiente Miami Open, para ver un encuentro de alta tensión como el de Nadal - Federer, en el que, este sí, fue para el suizo.
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