TITULO: Cartas en el tiempo - Nos sentimos amenazados, pero nos protegen nuestros antepasados ,.
Cartas en el tiempo ,.
Miércoles - 3 - Abril a las 20:00 en La 2 / foto,.
Nos sentimos amenazados, pero nos protegen nuestros antepasados,.
Al crecer en una finca de Nyarha, en la provincia de Cabo Oriental en Sudáfrica, viví la mejor niñez. Hay varias razones para ello. La primera es la inocencia de la infancia, ser simplemente una niña pequeña corriendo libremente y jugando con oonopopi [muñecas], iraysisi [carreras], undize [escondite], upuca [juego de las piedras], y ugqaphsi [saltar la cuerda]. El sentido de comunidad, libertad e interdependencia en la vida comunal era otra alegría. Mis padres podían enviarme a una finca vecina sin temer por mi seguridad. Mi madre me enviaba a menudo a la casa del vecino a pedirle igaqa le beef stock [un cubo de caldo de carne] para sazonar nuestra comida si ella no tenía o intwana ye swekile [un poco de azúcar] si se le había acabado.
La única vez que sentía la ausencia de esa libertad y que el sentido de pertenencia comenzaba a flaquear era cuando veía al blanco dueño de la finca. Instantáneamente un gran temor me sobrecogía. El miedo era a la vez un comportamiento aprendido y enseñado; nos enseñaron que era una forma de respeto. Mientras recibía instrucciones del granjero, mi abuelo se mostraba deferente, inclinando su cabeza para evitar el contacto visual. Cuando mi padre oía el sonido de la moto del granjero aproximándose, escondía rápidamente su cerveza.
La relación que he descrito entre el dueño de la finca y las y los trabajadores y habitantes de la misma forma parte del tejido social del lugar. Las fincas no son solo unidades de producción, “están estructuradas por discursos paternalistas, prácticas que entretejen las relaciones de poder en el propio tejido de la identidad social y la vida cotidiana” (Du Toit, 1994: 375). Como forma de control y exhibición de su poder, el blanco dueño de la finca necesitaba sentir que se le temía. No tener miedo era visto como una señal de falta de respeto, especialmente si significaba que estabas dispuesto a cuestionar cualquier cosa que el hacendado dijera o hiciera.
Cuando era niña, me parecía curioso que mi padre me dijera que toda la vasta tierra cultivable alrededor de eNyarha pertenecía a los blancos. Ninguna de las personas negras tenía tierras. De adulta, me enfureció saber que cinco generaciones de mi familia habían trabajado para la misma familia, pero no teníamos ningún derecho a esa tierra. Me preguntaba por qué las décadas de trabajo de mi familia solo daban fruto para los ricos terratenientes blancos y sus descendientes. No pude reconciliar la historia de cinco generaciones de trabajo duro con la vida que llevábamos: una vida de pobreza.
Las relaciones laborales en las fincas sudafricanas siguen manteniendo las desigualdades de raza, género y clase como un rasgo central del trabajo y la vida. Los agricultores comerciales a gran escala, al igual que el resto de los capitalistas, mantienen ciclos de servidumbre que resultan en la pobreza generacional de sus trabajadores y llevan a cabo prácticas laborales de explotación, como coaccionar a sus trabajadores a realizar largas jornadas de trabajo manual y pagarles salarios de esclavitud. Como las y los trabajadores pasan la mayor parte de su tiempo trabajando, difícilmente tienen tiempo, fuerza física o energía mental para practicar otras formas de subsistencia, realizar actividades recreativas o viajar lejos de la finca. Tanto la tierra como las y los trabajadores son lugares de explotación. Los salarios de quienes realizan trabajo agrícola son muy bajos: en 2022 oscilan entre 2.000 y 6.000 rands (entre 106 y 408 dólares) al mes. Esos míseros montos no son suficientes para sostener la vida, obligándoles a vivir al nivel de la mínima subsistencia, a menudo sin tener dinero para comprar alimentos o pagar la educación de sus hijas e hijos.
Muchos trabajadores y trabajadoras agrícolas e intelectuales han destacado también el trabajo no remunerado, infravalorado y a menudo invisible de reproducir y sostener la vida, como el dar a luz y criar niños, mantener el hogar, cuidar a las personas enfermas, cocinar, limpiar y demás, actividades comprendidas con el término trabajo reproductivo. Este trabajo está en la base de nuestro sistema económico, ya que reproduce no solo nuestra existencia como especie y sociedad, sino que también proporciona trabajadores a la clase capitalista. En palabras de Susan Ferguson:
…nuestra comprensión del capitalismo está incompleta si lo tratamos simplemente como un sistema económico que involucra a trabajadores y propietarios sin analizar las formas en las que la reproducción social más amplia del sistema —es decir, el trabajo reproductivo diario y generacional que ocurre en los hogares, en las escuelas, en los hospitales, en las prisiones, etc.— sostiene el impulso de la acumulación (Bhattacharya, 2008).
En el contexto de las explotaciones agrícolas, los magros ingresos de las y los trabajadores dificultan la reproducción social de sus familias. Bajo este sistema, en el cual los trabajadores agrícolas están ligados a la tierra, pero no conservan la propiedad de la misma durante varias generaciones, su empleo involucra todos los aspectos de su mundo: trabajar la tierra, vivir en la tierra, nutrir y sostener la tierra, criar niños en la tierra, enterrar a la familia y los seres queridos en la tierra, tener una conexión con la tierra, amar la tierra y llamarla hogar, pero nunca poseer la tierra.
Bab’Kubheka, un trabajador agrícola retirado de 71 años y habitante de una finca en Newcastle, provincia de KwaZulu-Natal, explica cómo la clase social de sus padres ha influido en su vida y la de sus hermanos. Señala:
Fuimos tullidos por el sistema. Nuestros padres eran arrendatarios de mano de obra que no tenían dinero para enviarnos a la escuela.[2] También les decían cuántas vacas podían tener y dónde guardarlas. No recibían ninguna remuneración, por eso se los conoce como arrendatarios de mano de obra (…) No pudimos acceder al nivel terciario de educación porque nuestros padres no tenían dinero. Vivíamos de los alimentos que ellos cultivaban. No vendíamos nada. Ellos se levantaban para trabajar para los blancos sin ninguna remuneración. Ahora tenemos el problema de que nuestro pueblo —los negros— aún no tiene tierra (2021).
El relato de Bab’Kubheka es un ejemplo concreto de lo que señala Walter Rodney cuando dice: “Marcar el tiempo o incluso avanzar lentamente cuando otros saltan hacia adelante equivale virtualmente a retroceder” (2018: 271). La pobreza se transfiere y reproduce entre generaciones (Ngcukaitobi, 2021).
TITULO: Las rutas de Ambrosio - El Camino de Santiago Portugués ,.
El sabado -30 - Marzo a las 19:10 por La 2, foto,.
El Camino de Santiago Portugués,.
El chef Gonzalo D’Ambrosio emprende su viaje por el Camino de Santiago Portugués para conocer las recetas locales que forman parte de la llamada “dieta del peregrino”. Su punto de partida será Ponte de Lima, la villa más antigua de Portugal que se hizo famosa gracias al vino verde, un caldo joven con siglos de historia. Antes de irse, ayudará a preparar el característico arroz de sarrabulho. Continuará hasta Valença para ver cómo se realiza la ginebra tinta, la cual debe su color a la amapola. Una vez en tierras gallegas, irá a O Porriño en búsqueda del pan característico de la localidad, el Pan do Porriño. Con él, preparará callos a la gallega. En Redondela, se unirá a Fermín para recolectar algas en la ría de Vigo. Su última parada será Santa María de Herbón, donde se cultivan los únicos pimientos de Padrón con denominación de origen. Para poner en práctica los conocimientos adquiridos por el camino, su preparación final serán unas almejas con salsa verde.
TITULO: LAS
RUTAS DE VERONICA - No debemos a la naturaleza, incluso dando nuestra vida ,.
El sabado - 30 - Marzo , a las 18:10 por La 2, foto,.
No debemos a la naturaleza, incluso dando nuestra vida ,.
Partiendo de los supuestos que han configurado la forma en que la cuestión de la tierra se encuadra como un proyecto nacionalista de la élite en Sudáfrica, este dossier se enfoca en las y los trabajadores agrícolas como contribuyentes clave al debate sobre la tierra. Se plantean dos argumentos centrales. El primero es que una de las principales razones de la persistente pobreza generacional de las y los trabajadores agrícolas negros es la explotación de su trabajo. La finca, como muchas otras empresas capitalistas, se basa en la devaluación del trabajo de la población negra. Los terratenientes tratan el trabajo de las personas negras como algo barato y mantienen un tipo de servidumbre en la cual las y los trabajadores sin tierra están atados a la tierra del propietario y obligados a ser leales. Las amenazas de despidos y desalojos son algunas de las formas en que los propietarios de las explotaciones agrícolas extraen lealtad, lo que tiene graves implicancias para las y los campesinos: cuestionar cualquier cosa es arriesgarlo todo.
En segundo lugar, este dossier sostiene que quienes trabajan la tierra merecen ser sus principales beneficiarios, a diferencia de la situación actual, en la que son excluidos durante generaciones de los beneficios y la estabilidad de la propiedad de la tierra. Además, han sido en gran medida invisibilizados en las estadísticas laborales, excluidos del debate sobre la tierra y de las discusiones nacionales sobre políticas de redistribución de tierra. Comprender su punto de vista es importante para avanzar en un programa de reforma agraria que beneficie a quienes trabajan la tierra. Por esta razón el dossier se centra en sus contribuciones al debate sobre la tierra, a partir de las entrevistas realizadas por el Instituto Tricontinental de Investigación Social a trabajadores agrícolas de las provincias sudafricanas de Cabo Oriental, KwaZulu-Natal, Cabo del Norte y Cabo Occidental.
La cuestión de la tierra en Sudáfrica tiene varias dimensiones, incluyendo el papel de las fincas con dueños blancos, la autoridad tradicional en los antiguos bantustanes y la cuestión del suelo urbano. Este dossier está dedicado a la primera de esas problemáticas.
Las trabajadoras agrícolas se enfrentan a otras desigualdades en el reparto de la tierra y en las condiciones de trabajo. Las antiguas trabajadoras (de izquierda a derecha) Freeda Mkhabela, Lucia Foster y Gugu Ngubane son algunas de las activistas que luchan contra la falta de tierras, así como contra las malas condiciones salariales y laborales, y por un mejor trato a los trabajadores agrícolas, 26 de mayo de 2021.
TITULO:
¡ Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO
TAN FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 29 - Marzo - D. Miguel Ángel de Vicente Martín,.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
¡
Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN
FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 29 - Marzo - D. Miguel Ángel de Vicente Martín , fotos,.
D. Miguel Ángel de Vicente Martín,.
Presidente,.
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