TITULO : Noche de Cine - Los cinco meses de violencia y barbarie que condenaron a la Segunda República a la destrucción,.
Los cinco meses de violencia y barbarie que condenaron a la Segunda República a la destrucción,.
Manuel Álvarez Tardío y Fernando del Rey analizan la inestabilidad política y social de la primavera de 1936, poco antes del estallido del golpe de Estado y del inicio de la Guerra Civil,.
Los ejemplos de violencia en los cinco meses previos a la Guerra Civil se cuentan por centenares, y Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío recuerdan hoy algunos en su visita a la sede de ABC. Con el cuidado del que conoce el valor de una reliquia, los catedráticos de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales pasan las fotografías de época que ha seleccionado para ellos este periódico. «¡Mira!», se sorprende el primero. Entre sus manos, una instantánea amarillenta muestra una tienda de Madrid destrozada: «Estos acontecimientos sucedieron en Vallecas en mayo de 1936, antes del asesinato de un diputado. Fue un momento muy delicado, de mucha incertidumbre». El taco es generoso: cacheos en la calle, templos carbonizados... Encuentran para todos los gustos.
No hay forma de cazar a nuestros invitados: reconocen todos. E incluso nos dan un tirón de orejas. «Esta se os ha colado, es de la Guerra Civil», afirma con media sonrisa Tardío. El uno y el otro conocen bien el período, pues han pasado varios años metidos en los archivos para poner luz sobre una época descuidada por la historiografía, la primavera de 1936, y alumbrar su nuevo ensayo: 'Fuego cruzado' (Galaxia Gutenberg). «Son cinco meses apasionantes que van desde el cambio repentino de Gobierno el 19 de febrero, hasta el 17 de julio, antes del golpe de Estado», añade el catedrático.
A su lado, Del Rey apostilla que su logro ha sido demostrar, alejados de maniqueísmos y mediante pequeñas historias personales, aunque atendiendo también a la alta política, la inestabilidad que existió en este período. «Fue determinante. En él se jugó el futuro del primer intento democratizador de la historia de España del siglo XX. Pero también se evidenciaron sus límites, sus contradicciones y los grandes debates que luego se liquidaron por vía violenta en la Guerra Civil», añade Del Rey, galardonado con el Premio Nacional de Historia en 2020.
Gobierno atenazado
Pero todo cuento tiene un comienzo, y el de estos cinco meses de violencia arrancó con la caída del gobierno del liberal Manuel Portela Valladares en la mañana del 19 de febrero, tres jornadas después de que se hubieran celebrado elecciones generales. Ese mismo día, el presidente de la República encargó la formación de un nuevo ejecutivo a Manuel Azaña, quien comunicó a las diez de la noche su composición. El tiempo fue récord. Hasta aquí, la historia repetida hasta quedarse ronco. La novedad que aportan Del Rey y Tardío es que fue entonces cuando arrancó una época de turbulencias fomentada, entre otros actores y antagonistas, por los aliados, en demasiadas ocasiones mal avenidos, de esa Izquierda Republicana (IR) liderada por el político de Alcalá de Henares.
«Aquel Gobierno dependía a nivel parlamentario, entre otros, de un Partido Socialista en un proceso de radicalización. Estaba atenazado por las demandas de sus socios, que desbordaban muchas veces los pactos que habían firmado», explica Tardío. Afirman los expertos que el socialista Francisco Largo Caballero, extremo entre los extremistas, y el Partido Comunista empujaron a Azaña a «ir siempre un paso más allá»; y éste, asfixiado, se vio obligado a navegar en demasiadas aguas para contentar a sus colegas. Su mayor reto fue acometer el problema de orden público que había en las calles entre la izquierda obrera, más combativa, y grupos de la derecha radical como la Falange. Todos ellos, afincados en el pistolerismo.
En lugar de acometer aquel problema provocado por ambos bandos, la IR miró para otro lado y se aferró al diagnóstico que repetía la prensa socialista y comunista: obviar los disturbios de la izquierda y asegurar que solo los 'fascistas' eran una amenaza para la democracia. «Una de las grandes aportaciones del libro es haber investigado a fondo cuál fue el comportamiento del Gobierno y ver sus contradicciones», explica Tardío. En la práctica, era un Ejecutivo que admitía en privado que estaba desbordado por la violencia, pero que, en público, «decía lo contrario para no romper con los socialistas y no dar la razón al centro derecha liberal republicano, que pedía otra política diferente». Aquel doble rasero terminó por debilitar su credibilidad y fomentó, todavía más, los disturbios.
Ecos de amnistía
Los autores son partidarios también de que hubo un hecho que lastró a los presidentes que se sucedieron durante estos cinco meses: el perdón a los revolucionarios de izquierdas que se habían alzado en 1934 contra la inclusión de tres ministros de la CEDA en el Gobierno. «El cemento que unió al Frente Popular fue la amnistía. Pero la insurrección de octubre había causado centenares de muertos y no había signos de arrepentimiento», sostiene Tardío. Azaña, azuzado una vez más por sus socios, aprobó la salida de las cárceles sin estar constituidas las Cortes, poco después de alzarse hasta la poltrona, y eso irritó sobremanera a la derecha.
Fuego cruzado
- Editorial Galaxia Gutenberg
- Páginas 696
Se hace el silencio por segundos en la sede de ABC. «Creo que saben la pregunta que toca...». Vaya si lo saben. «¿Si la amnistía generó esos problemas, no puede volver a provocarlos en la actualidad?», les interpelamos. Tardío es el primero en asir la palabra: «Son contextos diferentes, pero es verdad que siempre hay paralelismos. Este perdón de 1936 contaminó toda la primavera, y Azaña pagó un precio muy alto por él. Al final, dio la impresión de que quiénes habían defendido el orden legal dos años antes habían actuado mal. Y en 2017 pasó algo parecido con quienes protegieron el estado de derecho y el imperio de la ley durante una consulta ilegal». Del Rey es de la misma opinión: «El hecho de que dinamites el principio de igualdad ante la ley genera un efecto desalentador».
También como en 2017, las autoridades de 1936 sufrieron los desmanes de aquella amnistía. «Afectó a las fuerzas de seguridad. Los guardias civiles y guardias de asalto que habían contenido el golpe se vieron bajo la sospecha del poder», completa Del Rey. Aunque, para su desgracia, no fue el único ámbito en el que fueron atropelladas. «Otra de las grandes aportaciones del libro es que hemos rastreado a fondo algo que otros historiadores han negado: la presencia de las 'Guardias Rojas'. Eran patrullas de jóvenes armados que hacían controles y registros ilegales y ponían contra las cuerdas a los gobernadores», sentencia Tardío. Esos grupos izquierdistas socavaron el estado de derecho, como bien narra Del Rey: «Cuando privatizas el orden público, lanzas el mensaje de que eres incapaz de garantizar los derechos de todos por igual».
Violencia y más violencia
Pero lo que vertebra todo este relato político, el corazón de la obra, son las pequeñas historias de violencia que trufaron la primavera de 1936. Un total de 2.143 víctimas graves documentadas. «Esta investigación supone un antes y un después. Hay que tener en cuenta que, de todas ellas, casi 500 fueron mortales. Eso es una barbaridad», confirma el Premio Nacional de Historia. Su colega subraya que lo más llamativo de los números es que se produjeron en pleno estado de alarma, y en el día a día de la sociedad. «No era solo fruto del pistolerismo falangista o el de sus contrarios, que también, sino que se veía en la vida cotidiana. Eso refleja la tensión que existía en los ámbitos laboral o religioso», completa Del Rey.
Los casos son estremecedores. El 4 de mayo, por ejemplo, el periodista Alfredo Muñiz describió cómo una turba agredía a dos monjas: «Las arrojaron al suelo, abofetearon, pisotearon y, casi desnudas, las llevaron largo rato arrastrando por las calles, tirándolas de los cabellos y de la cabeza, cuyo cuero cabelludo quedó casi desprendido». Y mientras, a un suspiro, en el barrio de Carabanchel, tres disparos de pistola destrozaron la mano a un miembro de la Guardia Civil. '¡Pam, pam, pam!'. «Tampoco hay que ver esta violencia como una dialéctica de dos polos. Es algo más complejo. Málaga, por ejemplo, se convirtió en una suerte de Chicago cuando dos bloques sindicales izquierdistas se enfrentaron a tiro limpio por un conflicto en las pesquerías», desvela Del Rey.
Con todo, los catedráticos insisten –y lo hacen varias veces– en que, aunque la violencia impulsó las diferencias entre los 'hunos y los hotros', en terminología unamoniana, eso no significa que el país estuviera abocado a una guerra civil. Así lo corrobora Tardío: «En la historia no hay nada inevitable, y la contienda tampoco lo fue. Había muchas opciones sobre la mesa; una de ellas, el establecimiento de una dictadura republicana. ¿Qué hubiera pasado si el gobierno de Izquierda Republicana hubiera dado un volantazo en otro sentido? Nunca lo sabremos, pero podría haber sucedido».
Así acaba la entrevista. Aunque, antes de apagar las grabadoras, los autores señalan una fotografía. La conocen bien; es la que solicitaron hace meses al archivo de ABC para ilustrar la portada de su nuevo libro. «Es el perfecto ejemplo del clima de tensión: un cacheo realizado en Madrid por la policía, posiblemente tras el asesinato de Calvo Sotelo», finaliza Del Rey.
TITULO : LUNES - 8 - MARTES - 9 - Abril - cine - Atraco a las tres ,.
Reparto,. José Luis López Vázquez, Cassen, Gracita Morales,
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