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TITULO: DESAYUNO CENA FIN SABADO - El jazz sucio de Marc Ribot,.
DESAYUNO CENA FIN SABADO - El jazz sucio de Marc Ribot,. . ,
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El jazz sucio de Marc Ribot
El
guitarrista de Nueva Jersey ejecuta un amplio repertorio en su único
concierto en España, que incluye las 'Canciones de resistencia', su más
reciente álbum,.
Desde la primera pieza, una de jazz fusión con tonos caribes, Marc Ribot quiere romper la frialdad de la noche, como un chute de whisky en plena llovizna.
Pero antes debe desentumecer los dedos del cuarteto, algo que se logra
poco a poco frente a un público que también ansía entrar en calor y que
llena la mítica sala Clamores de Madrid. Sin pausa, Ribot encadena las
primeras canciones, como 'Bells' o 'Wizards', en las que se cuela el
'tumbao' que contagia al guitarrista de Nueva York desde aquellos
Cubanos Postizos, con los que se popularizó en los albores de este siglo
con un 'Muy divertido!' álbum. Al son le sigue un jazz
libre -del cool al be bop, como los viejos tiempos de los que Ribot toma
el espíritu para este proyecto-, y cede largos intervalos a sus músicos
Nick Dunston en el contrabajo, Jay Rodríguez en los metales y Chad
Taylor en la batería, siempre atentos a la improvisación que arranca el
líder desde su banqueta. Ribot no es espectáculo. Ni siquiera es hombre de muchas palabras.
Apenas las necesarias, olvidadizo del micrófono. Es música basada en la
compenetración con sus iguales. Se sienta en una esquina, de cara al
trío, con una postura que esconde los trastes de su guitarra y toca encorvado sobre ella, su vieja Gibson de 1937.
Los músicos aguardan sus mínimas, sobreentendidas, instrucciones.
Apenas se toca la oreja para avisar al contrabajo de su intención de
acelerar el tempo.
Ya
desde los ochenta Ribot (Nueva Jersey, 1954) es conocido por su
experimentación musical, y ha tocado con músicos como Tom Waits,
Madeleine Peyroux, Diana Krall o Caetano Veloso o Susana Baca, por citar
algunos nombres dispersos que dan idea de los distintos palos con los
que ensaya el guitarrista. Puede pasar del rock punk ('Ceramic Dog') al
free jazz con naturalidad. Siempre con esa voz propia que sale de sus
cuerdas, un sonido que logra con su instrumento electro-acústico de casi
ochenta años, una obra de museo enchufada a pedales más propios de
otros géneros, con la que cambia de efectos. Un jazz sucio que juega con el 'feedback' del amplificador
como hacía Chuck Berry en su rock and roll precursor. La guitarra de
pintura rasgada distorsionada remarca esa imperfección tan personal de
Ribot, reconocible en cualquier colaboración desde hace cuatro décadas.
En este único concierto en España, enmarcado dentro del Festival Jazz Madrid, Ribot recorre varias etapas, incluyendo un par de las 'Canciones de resistencia'
('Song of Resistance'), su álbum más reciente. Con esas dos
composiciones pone las notas de color, en ambos intervalos en los que se
divide la sesión. En 'Cómo caminar en libertad' ('How to Walk In
Freedom') el guitarrista, más que cantar, entona un rezo, con toda la
solemnidad de una misa, que luego rompe con una guaracha del Caribe,
mientras Rodríguez pasa del saxo al clarinete o la flauta.
La voz de Paquita / Marc Ribot, durante el concierto en Madrid.
Después
del intermedio, Ribot regresa con sus partituras en la mano y el
cuarteto insiste en la ruptura con el género del jazz de sonido limpio
como el de Wes Montgomery o Joe Pass. La música de Ribot es como revolcarse en la arena de la playa, un gozo sin pulcritud.
Guiado por el sonido y con los ojos cerrados, el músico tiene, sin
embargo, en sus notas más agudas un sabor al Coltrane de los últimos
años, de quien ha trasladado alguna de sus piezas a las cuerdas. El
concierto transcurre como un viaje nocturno por una carretera abierta.
La otra nota de color, Ribot la reserva para esta segunda parte. Con humor le dedica a Donald Trump la ranchera de «Paquita la del barrio», titulada 'Rata de dos patas',
así en español, idioma en el que también la canta: «Maldita sabandija,
qué daño me has hecho, alimaña, culebra ponzoñosa, escoria, rata de dos
patas, te odio y te desprecio, te estoy hablando a ti (...) maldita
cucaracha, que infectas donde picas, que hieres y que matas, cuánto te
odio y te desprecio». Después vuelve la libertaria improvisación, que
hace que el público aplauda de pie. Ribot se va como llega, con la
guitarra en la mano.
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