TITULO:
Trastos y tesoros - CANAL EXTREMADURA - Fundos celebra la Semana Internacional de los Archivos en el Museo Casa Botines Gaudí de León,.
Fundos celebra la Semana Internacional de los Archivos en el Museo Casa Botines Gaudí de León,.
Programa una conversación entre Javier Ortega y Natividad Pan y una visita guiada gratuita a la exposición 'Anverso y Reverso',.
foto / La Fundación Obra Social Castilla y León y el Museo Casa
Botines Gaudí de León se unirán la próxima semana a la celebración del
Día Internacional de los Archivos con la organización de dos actividades
de difusión del Archivo.
La primera de ellas será el martes, 4 de junio, a las 19
horas y consistirá en una conversación entre el director de Cultura de
la Biblioteca Nacional de España, Javier Ortega, y la coordinadora del
Archivo Fundos, Natividad Pan, que hablarán sobre las labores de los
archiveros, su denominación, el proceso de digitalización y el debate de
la formación.
El miércoles, día 5, a las 20 horas, Natividad Pan hará
una visita guiada a la exposición 'Anverso y Reverso', un viaje a través
de algunas de las partes más icónicas de los documentos medievales que
permite al visitante sumergirse en la época y en los personajes más
relevantes del siglo XII al XVI que forman parte del fondo de los
Quiñones- Condes de Luna custodiado en el archivo histórico de Fundos.
TITULO: Leyenda del fútbol dice adios - Quince años sin Canito. El rebelde que fue futbolista,.
Quince años sin Canito. El rebelde que fue futbolista.
fotos / El
pasado 25 de noviembre se cumplieron quince años de la muerte de
Canito, el claro ejemplo del futbolista que acabó de la peor manera tras
una carrera más prometedora que consolidada, plagada de extravagancias y
excesos.
El legendario Ladislao Kubala, que le
hizo debutar con la selección española absoluta y más tarde le entrenó
en el Barça, llegó a decir de Canito que «podía haber sido el mejor
líbero de la historia del fútbol español». Muchos se atrevieron a
compararle con Franz Beckenbauer.
Dotado de un físico privilegiado (1,82
m. de estatura y 80 kg. de peso), destacaba como defensa central o libre
y unía clase y grandes facultades físicas: tenía buena colocación y
anticipación, no rechazaba el choque y le encantaba salir con el balón
controlado, elegante y altivo.
Murió el 25 de noviembre del 2000, con
44 años, en La Pobla de Montornès (Tarragona), en los brazos de su
hermana Fina, que es la que cuidó de él en sus últimos meses de vida.
Murió arruinado económicamente y
emocionalmente, muy enfermo, prácticamente solo y abrazado al recuerdo
del fútbol, que durante mucho tiempo fue el motor que le permitió
avanzar por un tránsito vital nada favorable y lleno de obstáculos.
José Cano López, conocido por el
diminutivo Canito de su apellido para diferenciarle de otro Cano, más
veterano, con el que coincidió en el CF Lloret en sus inicios, nació en
Llavorsí, en el pirineo leridano, el 22 de abril de 1956. Su padre
(José), un peón albañil, trabajaba en unas obras de aquella zona.
Seguramente, la muerte prematura de su progenitor fue el detonante del comportamiento posterior de Canito.
Con 6 años de edad, su madre (Antonia),
incapaz de mantener a toda la familia, le dejó en acogida en el colegio
de La Salle de Nuestra Señora del Port de Barcelona, donde creció entre
huérfanos y niños abandonados e hizo vida callejera en la Zona Franca de
la capital catalana.
Su único contacto con la familia era con
un hermano mayor, que también jugó al fútbol, pero esa relación se
truncó cuando éste se casó. Más tarde la retomaron, en un intento
desesperado para que dejase las drogas.
Nada amante de los libros, dejó los
estudios con 14 años. Prefería jugar al fútbol, aunque fuera de manera
nada seria. Además, trabajaba esporádicamente, muchas veces haciendo de
mozo de carga y descarga de camiones en Mercabarna.
Empezó a jugar al fútbol con el equipo
del colegio donde estaba internado. En categoría juvenil, fichó por la
Penya Barcelonista Anguera, convencidos sus valedores que rápidamente le
captaría el Barça. Pero su rebeldía y falta de compromiso aplazaron su
llegada al Camp Nou. En la Penya Anguera cobró su primer sueldo en el
fútbol: 500 pesetas por partido.
Destacó en categoría regional con el
Club Atlètic Iberia (1973-74), el equipo del barrio barcelonés donde se
crió, y con el CF Lloret (1974-75). A pesar de su juventud, gobernaba
los equipos desde la defensa.
En el mes de marzo de 1975, con 18 años,
el RCD Espanyol le sometió a una prueba con el primer equipo. Le
acompañó el extremo goleador Jaume Ventura, también del Lloret. Pero
solo les convenció Canito, que ese verano fichó por el RCD Espanyol,
tras seducir también al Real Madrid, que se interesó por su situación.
Confirmado su fichaje, el club
blanquiazul decidió cederle la temporada 1975-76 a la UE Lleida, de
Tercera división, con la intención de que el disciplinado y exigente
técnico Juanito Vázquez, inquilino del banquillo leridano, domara su
carácter e ímpetu juvenil y encauzase su carrera futbolística.
Pero
en Lleida, a pesar de contar con solo 19 años, Canito regaló diferentes
episodios extravagantes, que posteriormente serían una constante en su
carrera.
En Lleida le llamaban «el pólvora», por
su carácter explosivo: acabó volviendo loco al entrenador Juanito
Vázquez, a quien destituyó la directiva leridana a media temporada, y se
lió a tortas con el periodista local, Lluís Visa, por no estar de
acuerdo con la crónica de un partido.
Solo la intervención del directivo del
Español, Carlos Carenzi, logró calmar los ánimos y el Lleida reconsideró
la intención de devolverle a su club de origen.
El sustituto de Vázquez en el banquillo
del Lleida, Jordi Solsona, congenió mejor con Canito, que pretendía ser
la estrella dentro y fuera del campo.
En Lleida se sacó el carnet de conducir,
sorprendiendo a los más incrédulos con su capacidad intelectual, y echó
un pulso a la directiva cuando exigió que le compraran el mismo traje
blanco que lucía un directivo para seguir jugando.
Entre las extravagancias que cuentan sus
excompañeros del Lleida destacan que, para llamar la atención, era
capaz de ir en manga corta en el día más frío del invierno leridano o
presentarse con el abrigo más grueso en el día más cálido de verano.
En la UE Lleida Canito jugó 32 de los 38
partidos de liga en el grupo tercero de Tercera división, compartiendo
línea con Tanco, posteriormente destacado jugador del Rayo Vallecano y
del Sabadell.
Entonces su ídolo referencial era el
defensa del Real Madrid José Antonio Camacho, un año mayor que él.
Canito soñaba en voz alta: «Quiero ser como Camacho y pasar de jugar en
Tercera a Primera división en una sola temporada».
Y lo consiguió. La temporada 1976-77
regresó al Espanyol y el técnico José Emilio Santamaría le hizo debutar
en Primera división el 24 de octubre de 1976, con 20 años, en el partido
jugado en Sarrià frente al Elche CF (2-0). Canito sustituyó a José
Manuel en el minuto 71.
Esa temporada jugó 12 partidos de liga en Primera y marcó 1 gol.
El servicio militar le llevó a jugar con el Cádiz CF la temporada 1977-78, también en Primera división.
Jugando en el Camp Nou con el equipo
cadista se atrevió a hacerle un globo a Cruyff, a quien se encargaba de
marcar. Era el 19 de febrero de 1978 y el Cádiz arrancó un punto al
Barça (1-1).
La
temporada 1978-79 regresó de nuevo al Espanyol y Canito se consolidó
como un futbolista que enamoró por su potencial. Estaba en plenitud.
Ladislao Kubala le hizo debutar con la
selección española absoluta el 21 de diciembre de 1978, en un amistoso
en Roma frente a Italia (con derrota 1-0). Sustituyó a Eugenio Leal. Fue
su única aparición con el combinado absoluto español.
Canito también fue una vez internacional
con la selección española sub-21 (1976); 2 con la selección Amateur
(1979), en la fase de clasificación para los Juegos de Moscú; y jugó en
una ocasión con la selección B (1981).
Su
buen momento deportivo se tradujo también en mayores ingresos
económicos y pudo permitirse todos los caprichos que soñó de pequeño:
por fin pudo comprarse un coche Seat 1430 metalizado, hacerse trajes
exclusivos hechos a medida y alternar en la sala Bocaccio, famoso local
de ocio de la Barcelona de la época.
Su vida desahogada y de lujo trascendió y
se llegó a decir que Canito estrenaba coche cada mes, novia cada semana
y ropa cada día.
Era tal su obsesión por vestir bien que
llegó a hacer la apuesta de que vestiría ropa nueva cada día durante una
temporada. Y no perdió la apuesta.
Pero
ni en los mejores días, Canito se olvidó de sus amigos de las casas
baratas, ni de los internados en el colegio de la Salle de Nuestra
Señora del Port, a quienes visitaba para hacerles regalos y también para
prestar dinero. Su generosidad era tan grande como su inocencia
salvaje.
Finalizada la temporada 1978-79, con un
Canito pletórico futbolísticamente, el presidente del Barça, Josep Lluís
Núñez, se adelantó al Real Madrid y lo fichó al RCD Espanyol, a cambio
de un traspaso de 40 millones de pesetas y los jugadores Bío, Fortes y
Amarillo.
Con solo 23 años llegó a la cima de su carrera, pero a partir de entonces la caída sería imparable.
Nunca
congenió con la camiseta azulgrana, a pesar de que la temporada 1979-80
la empezó de titular y en la segunda jornada de liga le marcó 2 goles
al Betis. Los entrenadores Joaquim Rifé, primero, y Helenio Herrera,
después, adelantaron su posición al centro del campo y esto le incomodó.
Perdió protagonismo y afloró su rebeldía. No se adaptó.
Se hablaba más de sus extravagancias que
de su juego. Se acostumbraba a presentar a los entrenamientos con ropa
carísima, con sombreros Borsalino y acompañado de sus perros. Su
excompañero en el Barça Carrasco explica que algunas veces se entrenó
con la camiseta del Espanyol debajo de la azulgrana. Nunca ocultó que su
corazón era blanquiazul.
El 20 de abril de 1980 recibió la bronca
del Camp Nou tras celebrar ostensiblemente un gol del Espanyol en el
campo del Hércules anunciado en el marcador.
Canito jugaba de titular contra el
Athletic, en un partido muy trabado para el Barça, que acabó ganando
1-0, con gol de Simonsen de penalty, y la afición no entendió que el
defensa aplaudiese y festejase de manera exagerada, desde el centro del
campo, el gol de Morel en Alicante, que ayudaba al Espanyol en su
objetivo de evitar el descenso a Segunda división.
La temporada 1980-81 fue su última
temporada en el Barça, primero con Kubala en el banquillo y
posteriormente otra vez con Helenio Herrera. Solo jugó 6 partidos de
liga. Ese curso ganó el único título en su carrera futbolística, la Copa
del Rey.
El 3 de diciembre de 1980 empezó a
despedirse del cuadro azulgrana cuando, en el partido de vuelta de la
Copa del Rey, en el Camp Nou, contra la UE Lleida, le expulsaron en el
minuto 7, con tarjeta roja directa, por una dura entrada a un rival. En
el momento de abandonar el campo, el público le silbó y él respondió
desafiante aplaudiéndoles.
El Barça le expedientó y Helenio Herrera le puso definitivamente la cruz por su indisciplina y falta de compromiso.
En el verano de 1981 se produjo su tercer y último regreso al Espanyol, propiciado por el traspaso del portero Urruti al Barça.
Su última etapa en el equipo de Sarrià
empezó con una anécdota que ejemplifica el carácter más infantil que
malévolo de Canito: el 7 de junio de 1981, en la final del Trofeo
Ibérico disputado en El Vivero de Badajoz, entre el At. Madrid y el
Espanyol (4-1 para los colchoneros), se sintió tan agraviado por su
expulsión que, al final del partido, entró en el vestuario arbitral y
puso a remojo toda la ropa de calle del árbitro Ausocua Sanz y de sus
auxiliares.
Pero en el cuadro blanquiazul coincidió
con otro entrenador que no aceptó sus desplantes, José María Maguregui,
con el que nunca congenió y aceleró su marcha del club de su vida al
final de temporada.
Entonces fichó por el Real Betis
Balompié, donde jugó 2 temporadas en Primera división (1982-84). En
Sevilla se casó en la catedral y dio muestras de su generosidad
enfermiza: en un conocido restaurante, muchos fueron a comer con la
cuenta a cargo de Canito; y una mañana pidió cambio de 5.000 pesetas en
billetes de 100, que dio a cada niño que se le acercó a pedir un
autógrafo.
Pero también fue capaz de pelearse con
un jugador juvenil bético durante un partido de entrenamiento o con un
aficionado que le recriminó alguna acción desde la grada.
Marchó
del Betis, sin cumplir las 3 temporadas que tenía de contrato, porque
no se sentía suficientemente querido y no entendía que el público
valorase más a su compañero Mantilla que a él.
Le dejaron a deber 15 millones de
pesetas. Al cabo de un año le avisaron del Betis que podía ir a
cobrarlos. Se presentó en Sevilla y, al ver que solo le pagaban
14.300.000 pesetas, se enfadó y rompió el cheque en mil pedazos. El
Canito de los excesos.
Su último equipo en España de Primera
división fue el Real Zaragoza (1984-85), que le fichó a última hora como
relevo de urgencia del defensa internacional Salva. No tenía ficha. Era
el único jugador de la plantilla que solo cobraba un sueldo mensual de
110.000 pesetas. El club maño se curó en salud por sus antecedentes
disciplinarios.
Su mala relación con el entrenador Enzo Ferrari, con el que casi llegó a las manos, precipitaron su marcha del club.
Una muesca más en su trayectoria de pésima sintonía con la mayoría de entrenadores que le dirigieron.
En total, Canito jugó un total de 179
partidos de liga en la Primera división española, repartidos entre 5
equipos: RCD Espanyol (1976-77, 1978-79 y 1981-82, 74 partidos), Cádiz
CF (1977-78, 20 partidos), FC Barcelona (1979-81, 25 partidos), Real
Betis Balompié (1982-84, 54 partidos) y Real Zaragoza (1984-85, 24
partidos).
Tras su paso por Zaragoza, Canito
decidió abandonar el fútbol español, argumentando que presionaba
demasiado a los jugadores profesionales, y emigró al fútbol portugués
para jugar una temporada en el CF Os Belenenses (1985-86).
De regreso a España empezó su descenso a
los infiernos. Con 30 años, su físico ya no respondía y pasó con más
pena que gloria por los clubes que le promocionaron en sus inicios: lo
intentó primero en el CF Lloret, de Tercera división, donde tenía una
ficha de 800.000 pesetas, toda una fortuna para la categoría, pero no
acabó la temporada 1986-87. El Real Murcia de Kubala intentó recuperarlo
para el fútbol profesional, pero sin éxito. Y su último equipo fue el
del barrio, la Gimnástica Iberiana (1987-88), donde ya era una sombra de
lo que fue.
A partir de los 33 años, sin el timón
del fútbol al que agarrarse, la vida de Canito discurrió por el alambre.
El coqueteo inicial se convirtió definitivamente en dependencia de las
drogas y del alcohol.
Abandonado por su mujer y sus supuestos
amigos se quedó solo y completamente arruinado: invirtió en pisos y
videoclubs que tuvo que malvender muy mal asesorado.
Quizás fuera más fantasía fanfarrona que
realidad, pero en su momento presumió de haber tenido más de 200
millones de pesetas en el banco.
Extremadamente generoso con sus amigos, muchos le traicionaron cuando su vida tocó fondo y encontró muy pocos apoyos.
Recurrió a algunos excompañeros del
fútbol para poder comer y pagarse una pensión y saciar sus vicios cada
vez más destructores con un cuerpo otrora atlético.
Muchas noches las tuvo que pasar en
algún banco de las calles de Barcelona, durmiendo entre cartones y
periódicos para protegerse del frío y habiendo ingerido solo grandes
cantidades de Coca Cola, como estimulante para sustituir la droga cuando
no tenía dinero para comprarla.
En enero de 1996, cuatro años antes de
morir, reconoció a la revista Interviu sus excesos. Bajo el desgarrador
titular «Pido una oportunidad para poder sobrevivir» explicaba: «He
tomado todo lo que se puede tomar (…) Desde los 33 a los 35 años me
metía de todo en el cuerpo, hasta alucinógenos. Me daban seguridad en la
vida, porque las palabras me salían solas y me ayudaba a que las
mujeres me escucharan (…) No tengo muchas esperanzas en el futuro, me
siento pesimista. Mi panorama es muy negro. Por la mañana me levanto
temprano, busco trabajo y algo para comer y pagar la pensión».
El
FC Barcelona atendió su petición de auxilio y, a través de su
Agrupación de Exjugadores, le sufragó primero una pensión en la calle
Escudellers de Barcelona y posteriormente, visto su grave problema de
drogadicción, concertó su ingreso en centros de la asociación Egueiro en
Valls y Santes Creus, pero sirvió de muy poco porque, a pesar de su
deterioro físico, con gravísimos problemas de circulación en sus
piernas, Canito continuaba siendo un díscolo indisciplinado imposible de
controlar.
Pocos meses antes de morir se fue a
vivir con su hermana Fina, en una casa de una urbanización de La Pobla
de Montornès, a unos 20 kilómetros de Tarragona.
Las agrupaciones de exjugadores del FC
Barcelona y del RCD Espanyol aportaban cada una 15.000 pesetas al mes,
que ingresaban en la cuenta de su hermana, para ayudar en la manutención
de su exfutbolista.
Canito falleció con 44 años el 25 de
noviembre del año 2000. Murió entre los brazos de su hermana Fina. A las
dos y media de la tarde empezó a encontrarse mal mientras estaba
comiendo. Se levantó de la mesa y llamó a su hermana quejándose que le
dolía la garganta. Fue el último gesto del rebelde que fue futbolista.
TITULO: Domingo
- 16 - Junio - LA SEXTA TV - Ambulancias, en el corazón de la
ciudad - Fallece una mujer al caer por un terraplén con su moto en Posada de Valdeón ,.
El domingo - 16 - Junio , a las 21:30 por La Sexta, foto,.
Fallece una mujer al caer por un terraplén con su moto en Posada de Valdeón,.
Imagen de la Le-2711, vía en la que ha tenido lugar el accidente.
El suceso ha tenido lugar a las 17:10 horas de este viernes y el
personal sanitario desplazado no ha podido hacer nada por salvar su vida,.
Fallece una mujer tras sufrir un accidente con su moto en
Posada de Valdeón. El suceso ha tenido lugar a las 17:10 horas de este
viernes y el personal sanitario desplazado no ha podido hacer nada por
salvar su vida.
La sala de operaciones del 112 Castilla y León recibía una llamada de alerta
que movilizaba a todo el personal. La persona que informaba del
accidente aseguraba al centro que un motorista había sufrido una salida
de vía en el kilómetro 8 de la LE-2711, en el término municipal de
Posada de Valdeón, en la provincia leonesa.
Los alertantes solicitaban asistencia urgente para el
motorista, que resultó se una mujer de 57 años, que se había salido de
la vía en una curva y había caído por un terraplén. Tras el suceso, el cuerpo de la persona quedó a unos metros de la carretera.
Equipo desplazado
La mujer presentaba heridas en un brazo y una pierna y el
Centro de Emergencias del 112 daba aviso del incidente a Guardia Civil
de Tráfico, a los bomberos de León y a Emergencias Sanitarias-Sacyl, que
enviaba una ambulancia de soporte vital básico y el equipo médico del
centro de salud.
El personal sanitario en el lugar ha confirmado el
fallecimiento de la motorista, una mujer de 57 años, sin poder hacer
nada para salvar su vida.
TITULO:
CAFE GIJON - MANZANAS VERDES - Golf - Rahm no quiere verse nunca más así en Augusta, donde firma su peor tarjeta de siempre,.
CAFE GIJON,.
Café Gijón - foto,.
Fachada de madera del Café Gijón con su entrada.
El Café Gijón (denominado también Gran Café de Gijón) es un café de importancia cultural situado en el bulevar principal del madrileño Paseo de Recoletos n.º 21. El café está frente a una estación de ferrocarril del mismo nombre (Recoletos) y a la Biblioteca Nacional de España (BNE). La terraza de enfrente se encuentra en el pasillo central del Paseo.
MANZANAS
VERDES - Golf - Rahm no quiere verse nunca más así en Augusta, donde firma su peor tarjeta de siempre ,.
MANZANAS VERDES - Golf - Rahm no quiere verse nunca más así en Augusta, donde firma su peor tarjeta de siempre . ,
fotos,.
Golf - Rahm no quiere verse nunca más así en Augusta, donde firma su peor tarjeta de siempre,.
Rahm no quiere verse nunca más así en Augusta, donde firma su peor tarjeta de siempre,.
Jon Rahm necesitaba que llegase el domingo para que todo
acabara. No ha sido su semana. De hecho, ha sido su peor en Augusta de
las ocho ediciones que ha competido en el Masters, donde en solo tres
ocasiones ha salido del top-10. «Es una motivación para jugar mejor en
la próxima cita», confesó a los medios de comunicación al ser preguntado
sobre el objetivo de recuperar la chaqueta verde. El vizcaíno (+4 para
un +9 final) inviste a Scottie Scheffler, campeón con -11 y ganador en
2022, Él ayudó a Rahm a vestirse la prenda hace un año. Ahora el momento
se invierte.
En la última ronda de la edición, en la que defendía la
chaqueta verde, el vizcaíno empezó a lo grande. En el tercer hoyo ya
sumaba más birdies (dos) que en todo el día anterior (uno). Y en el 7
regaló un espectacular tiro desde 73 metros en medio de la calle para
embocar un birdie que le levantó el ánimo. «Pensaba que tirando a la
calle tenía opciones de meterla», confesó aliviado a su hermano,
incondicional al otro lado de la cuerda, camino del hoyo 8. Después de
un mal drive Rahm cayó a la zona de pinaza y la lógica decía que lo
mejor era acercarse al bunker. Pero Jon es distinto y pese a su mal
rendimiento esta semana toma decisiones y ve situaciones que nadie
percibe.
Entonces su tarjeta marcaba un -2 en el día que le
permitía maquillar el resultado, pero no volvería a descontar golpes.
Llegó un bogey en la octava bandera. De nuevo el putt le causó muchos
dolores de cabeza en una jornada en la que el drive mejoró con respecto a
los primeros días. Esta vez no hizo nada de viento y fue un sol
abrasador el que reinó en Augusta.
En el 10 todo se fue al traste. «Nunca suele botar y en
el approach ha salido disparada», lamentaba el de Barrika, que vio como
su bola, a la altura del agujero, corría loma abajo. Cayó un doble bogey
que fue como una losa y le siguió otro bogey en el inicio del Amen
Corner. Cuatro hoyos después, del -2 se pasó al +2. Demoledor. Y en el
admirado 16, donde en ocasiones se han visto hoyos en uno tras
sobrevolar el lago, la mandó al agua. El golpe de castigo y otro fallo
con el putt supusieron el segundo doble bogey del día para su definitivo
+9.
Olazabal, heroico
Borrón y cuenta nueva. Al +1 del jueves le siguió el +4
del viernes que a punto estuvo de dejarle fuera de combate y que liquidó
cualquier opción de victoria. El sábado completó el recorrido sobre el
par y el objetivo del domingo era escalar posiciones para irse con buen
sabor de boca de Augusta. Pero llegó otro demoledor +4 para un total de
297 golpes, cinco por encima de su peor registro histórico en el
Masters, correspondiente a la edición de 2022. Entonces quedó empatado
en el puesto 27, mientras que ahora cae hasta el 45.
Tras su errática defensa del título en Augusta, Rahm
afrontará dos torneos del LIV antes de la disputa del PGA Championship.
El segundo 'major' del curso, donde fue cuarto en 2018 y octavo en 2021,
las únicas ocasiones que acabó entre los diez primeros -el año pasado
cayó hasta el puesto 50-, se celebrará del 16 al 19 de mayo en el
Valhalla Golf Club (Louisville, Kentucky). El vizcaíno, que nunca ha
jugado allí, también irá por primera vez a Oceanía. La ciudad
australiana de Adelaide acogerá el sexto torneo del LIV entre el 26 y el
28 de abril. Una semana después, el de Barrika se desplazará hasta
Singapur.
Resulta
cuando menos llamativo que José María Olazabal, a sus 58 años, haya
firmado la misma tarjeta que todo un Jon Rahm, de 29 y uno de los
mejores jugadores del planeta. El guipuzcoano ha completado un
espectacular fin de semana y en la jornada definitiva ha rendido sobre
el par. Números espectaculares que no firman incluso alguno de los
top-10. «Estoy muy contento con cómo he estado las cuatro vueltas, con
cómo he mantenido la compostura en el campo, he sido inteligente a la
hora de jugar ciertos golpes y en ese sentido estoy muy contento»,
analizó el guipuzcoano, que acabó lesionado.
Así lo explicó el de Hondarribia: «Me ha dado un tirón en
el segundo golpe del 5 y… fatal. Me he tomado un antiinflamatorio que
me ha dado Camilo (Villegas, su compañero de partido), pero nada. Sobre
todo con el driver, cuando tenía que hacer un swing agresivo no me podía
mover. He hecho lo que he podido, me he defendido bien y hasta ese
momento estaba encantado… había jugado buen golf, solo había cometido un
error tonto en el 7, y estaba contento. Solo espero que no sea ninguna
rotura de fibras ni nada de eso, porque me daría mucha rabia tener que
para justo ahora, que estoy jugando el mejor golf de las últimas
fechas»,.
TITULO: LA AVENTURA DEL SABER TVE - Droga digital ,.
Droga digital ,.
Los éxitos y los rechazos en este tipo de aplicaciones pueden alterar el
estado de ánimo y socavar, incluso, la autoestima del usuario,.
foto / Tinder, aplicación de citas.
Mireia es psicóloga clínica desde hace 20 años y ve entre
15 y 20 pacientes semanales. En los últimos seis meses ha detectado
algo que le perturba: la cantidad de motivos de consulta relacionados
con las aplicaciones de citas.
Recuerda, por ejemplo, a una paciente cuyos problemas de
sueño dependían de tener activa o no la aplicación. Y a personas que
acudían con síntomas de ansiedad debido a la incertidumbre o la
aflicción producida por el rechazo y el abandono.
Sin embargo, el uso de esas aplicaciones se incrementa
exponencialmente día a día: ¿qué está pasando? ¿Acaso importa más el
crecimiento de esta nueva forma de relacionarnos que el bienestar
emocional?
Para contestar a esto, primero hay que conocer los factores que subyacen en esas consultas de los usuarios a los especialistas.
¿Qué efectos tiene el match en el cerebro?
Hace unos años se hablaba mucho de la adicción a
sustancias como el cannabis. Luego llegó la avalancha científica sobre
los efectos del enganche a las pantallas y ahora, quizá, les ha tocado
el turno a las aplicaciones para encontrar pareja.
El auge de estas apps es notable, aunque el estudio de
sus efectos psicofisiológicos no se desarrolla a la misma velocidad.
Desde la creación de la primera –Grindr, en 2009–, han surgido muchas
otras con diferentes opciones y un objetivo común: conectar personas con
un fin afectivo y sexual.
Poco
después de la aparición del fenómeno, el profesor Elias Aboujaoude, de
la Universidad de Stanford, ya afirmó que este tipo de herramientas
podrían ser adictivas, ya que ofrecen a los usuarios un subidón similar a
una droga. Esto ocurre al recibir un like o un match, que es cuando dos
personas se dan un like mutuamente.
Los efectos psicológicos en la autoestima, el concepto de
uno mismo o la identidad social tras un match resultan obvios. Sin
embargo, el impacto en el cerebro no ha sido tan estudiado, o al menos
no existe un modelo teórico claro. Eso sí, todo apunta al sistema de
recompensa y la liberación de la dopamina y otras sustancias hormonales.
Dicho sistema es la zona cerebral vinculada con la
sensación de bienestar y la responsable de que repitamos una conducta al
margen de ser o no correspondida. Además, se ha demostrado que no solo
se activa cuando se genera el placer, sino también ante la mera
expectativa de que el estímulo placentero llegará en algún momento. Esto
se produce más intensamente con todo lo relacionado con el amor o la
búsqueda de pareja romántica, por la implicación que tiene en la
supervivencia.
¿Existe la adicción a los matchs?
Se trata de una pregunta con difícil respuesta, ya que se
necesitarían datos objetivos sobre la cantidad de matchs y su relación
con otras variables sociodemográficas y clínicas, y no todas las
aplicaciones hacen pública esta información.
Por ejemplo, en Tinder se han registrado nada menos que
70 000 millones de matchs desde su creación. De hecho, la propia app
tiene una opción para que los usuarios descarguen sus estadísticas.
Sin embargo, es cierto que la frecuencia con que una
persona hace match es relativa y se desconocen los factores implicados,
tal y como comparten los propios usuarios en foros. De lo que no hay
duda es de que estamos ante una revolución mundial en torno a la
búsqueda de pareja.
En 2019, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU)
confirmó, por ejemplo, que uno de cada diez españoles usa aplicaciones
de citas de forma habitual, y que uno de cada tres de esos usuarios era
adicto. Un informe más reciente, de 2024, arroja cifras similares: más
de cuatro millones de personas utilizan estas herramientas digitales
cada mes en este país.
Teniendo en cuenta los datos, es lógico pensar en una
posible adicción al match, más aún si este incide directamente sobre el
sistema de recompensa cerebral. Por otro lado, se ha demostrado que la
desinstalación de este tipo de aplicaciones puede generar en la persona
un síndrome de abstinencia con sintomatología similar al «desenganche»
de una sustancia concreta como la cocaína, por ejemplo.
¿Y qué efectos tiene recibir un unmatch?
El unmatch es el rechazo explícito a un perfil después de
haber obtenido un match previo e, incluso, haber iniciado un historial
de conversación. Es lo que se conoce en WhatsApp o en otros medios
digitales como ghosting. Aunque en este caso está un nivel por encima,
ya que el unmatch elimina sin ningún tipo de aviso tanto el perfil como
las conversaciones con la persona que lo envía. Es como si el vínculo no
hubiera existido nunca.
Algunos estudios han demostrado que se asocia con un
estado de decepción, tristeza y desesperanza en el que se ve dañada la
autoestima y la imagen. La persona rechazada puede llegar a tener
pensamientos intrusivos relacionados con el castigo y la culpa como:
«normal que no le interese si no valgo para nada» o «¿qué hago mal para
que me pasen todas estas cosas?».
Varias investigaciones neurobiológicas sobre el rechazo y
el abandono han encontrado una respuesta en el circuito cerebral de la
tristeza, caracterizado por un descenso de la actividad cortical y la
implicación sobre otros correlatos del sistema nervioso autónomo.
Una posible explicación apunta a que el repudio afectivo o
sexual activa áreas cerebrales específicas como la zona ventrolateral
de la corteza prefrontal y la ínsula, relacionadas con las experiencias
de rechazo registradas en edades tempranas.
Otro posible escenario es que no haya respuesta, ni match
ni unmatch. Aquí la protagonista es la ansiedad anticipatoria generada
por la incertidumbre. Varios autores apuntan a esta como la más
incapacitante porque no tiene un límite máximo y depende mucho de la
exposición al estímulo.
En cuanto a los efectos psicológicos y conductuales de
esta adicción, se pueden citar algunos relevantes: la revisión constante
del móvil para constatar si hay novedades, la alimentación compulsiva y
la falta de apetito ante una respuesta de rechazo o los problemas de
sueño esperando a que llegue una respuesta.
De hecho, son conductas similares a las que se registran
en relaciones de pareja muy tóxicas o las ahora conocidas como
breadcrumbing, apoyadas en el fenómeno psicológico del refuerzo
intermitente.
De la adicción al match también se sale
En el manejo de esta adicción, las expectativas, la
experiencia previa, el nivel de autoestima y ciertos rasgos de
personalidad juegan un papel importante. Establecer límites de tiempo
para usar la aplicación puede ayudar a evitar las conductas compulsivas.
También es recomendable bajar las expectativas en cuanto a las citas
que se deriven de nuestros contactos, fomentar conversaciones genuinas y
significativas, así como hablar con amigos de confianza sobre las
experiencias con la aplicación.
Sin duda, la forma de relacionarnos ha cambiado y nuestro
sistema nervioso ha de ir adaptándose. En ese punto, cuando ni siquiera
las estrategias anteriores evitan que la salud mental se vea afectada,
pedir ayuda psicológica puede ser la decisión que nos ponga a salvo de
la adicción al match.