'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,
a las 22:55 horas, en La 2 martes -15- Enero,.
'Homenaje a Lorca' pone música a los poemas del poeta granadino,.
La Diputación acogerá el martes un concierto del pianista Juan Carlos Garbayo y el compositor Manuel Martínez Burgos,.
Según una nota del certamen, «el gusto por la música y la poesía ha unido al andaluz Juan Carlos Garvayo y al madrileño Manuel Martínez Burgos en este concierto que se estrenará en el Salón Noble de la Diputación de Badajoz».
Garvayo, reputado pianista e integrante del prestigioso Trío Arbós, interpretará dos estrenos absolutos de Martínez Burgos, que llevan el título de dos de los poemarios más reconocidos de Federico García Lorca, 'Poeta en Nueva York' y 'Romancero Gitano'.
En este concierto de piano, el músico granadino también hará de recitador, pues al tiempo que toca las obras de Martínez Burgos recitará algunos de los poemas más conocidos de estos dos poemarios de Lorca.
«No es una recitación al uso, pues va sincronizada la música con lo que se recita, tiene la misma cadencia, algo complicado pero también original», afirma el pianista andaluz.
El compositor Martínez Burgos, de «los más exitosos de su generación» y con un importante número de galardones nacionales e internacionales, ha elegido dos obras muy diferentes para trabajar en dos composiciones musicales distintas.
Mientras que en la primera está representada el universo popular y folclórico de García Lorca, en la segunda se muestra el surrealismo y la poesía imaginativa y desgarradora del poeta granadino.
En 'Poeta en Nueva York' ha incluido música electrónica además del piano, para que «sea una vía de expresión de ese surrealismo», como ha señalado el compositor, quien no es la primera vez que pone música a la obra de escritores.
TITULO:
Cachitos de hierro y cromo - Cómo Bad Bunny se ha convertido en el cantor romántico de la generación Z,. Martes -15- ENERO,.
Martes-15- Enero a las 22:00 horas en La 2, fotos .
El cantante puertorriqueño ha roto todas las reglas de la música urbana latina y, sin apoyo de la gran industria, se ha convertido en un fenómeno mundial con miles de millones de escuchas
Ahora lanza su primer álbum, recibido con euforia por la prensa musical anglosajona
En
la comedia de la vida, Bad Bunny ha elegido el papel de payaso. A veces
es un bufón que saca la lengua y que mira a través de la colección de
gafas más extravagantes vistas por la raza humana desde la aparición de Elton John. Pero su especialidad es el payaso triste, no como Caruso en Pagliacci,
claro, sino cantando lentos y llorosos melodramas de despecho y anhelo
en los que llama «bebé» a su amada flotando en una burbuja de Autotune.
En plan: «Anoche me acosté con otra, /tu sexto sentido no se equivoca.
/Siempre me pilla cuando le miento. /No fue intencional, baby, lo
siento» (Sexto sentido). O también: «No todo el tiempo va a ser luna de miel, /pero todo lo que te compro es Gucci o Chanel» (Pa ti). Y por supuesto: «Si antes yo era un hijo de puta, ahora soy peor /Ahora soy peor por ti» (Soy peor).Bad Bunny se pinta las uñas de colores. Bad Bunny da saltitos en vez de bailar y coloca sus meñiques bajo los ojos como si fueran lagrimas de emoticono. Bad Bunny se endominga con las camisas más feas que las tiendas de camisas feas esconden en los almacenes más escondidos de la galaxia. Bad Bunny canta con una desconcertante voz grave. Bad Bunny es, queda probado, bastante raro. Y lo raro vende.
Cuando empezó a colgar sus cancioncillas en Soundcloud en 2016 ya había muchos y muy exitosos cantantes de trap latino. En sólo un año se propagó como estrella emergente de este subgénero tropical que ha ampliado el radio de acción del reguetón con un sonido más digital y cercano al hip hop. Benito, que así se llama, pasó de trabajar en un economato como embolsador y de estudiar comunicación audiovisual en la Universidad de Puerto Rico a colocar las 15 canciones que lanzó en 2017 en el top Hot Latin Songs de Billboard, el termómetro de la música latina en EEUU. Y ha sido en 2018 cuando ha adquirido su condición de icono transoceánico de la generación Z con el fabuloso éxito de la canción I like it de Cardi B, en la que colabora junto a su alter ego en el reguetón, J Balvin. Elegido por Barack Obama como uno de sus temas favoritos del año y terremoto comercial en Europa y América, toda América, sus centelleantes cuatro minutos han cimentado la posición de Bad Bunny tres metros por encima de los Maluma, Ozuna, Arcángel, Farruko y demás traperos. Así, su repertorio suma ya varios miles de millones de reproducciones en internet, florido éxito al que deben sumarse los 14,7 millones de euros de taquilla en su primera gira por EEUU.
Y después de dos años bombeando sin descanso singles para el ciberconsumo masivo y dejándose querer como invitado con casi 40 featurings, en Nochebuena y sin avisar se publicó su primer álbum, X100pre, que si usted no es zeta debe saber que significa «por siempre». Inserte aquí su emoticono de confeti.
«El caso de Bad Bunny es muy único porque no vino lanzado por la gran industria», explica desde Miami Leila Cobo, vicepresidenta de música latina de la revista Billboard. «Es un artista completamente independiente, pero fue lanzado con un buen conocimiento del mundo de YouTube y del streaming. O sea, se le hizo un posicionamiento muy estratégico y específico, pero muy efectivo para llegar a su audiencia joven».
Paréntesis. Hablemos de juventud: Bad Bunny tiene 24 años. El dueño de su discográfica -Rimas-, Noah Assad, tiene 28. Su descubridor, Luian, tiene 28.Se cierra el paréntesis.
Cobo es una periodista veterana en la información sobre la música latina en EEUU que destaca el carácter rompedor de Bad Bunny. «Llenó un vacío. Tiene una voz muy grave, muy distintiva, y vino con un sonido que era muy único. No había nada que sonara así. Y luego tiene una estética muy, muy particular que nadie tenía en este género. Era un artista que querías escuchar y ver», explica. «Y debo agregar que ha evolucionado muy rápido dentro de su género», añade.
Así que Bad Bunny es la última evolución del reguaetón. Incluso después de escuchar algunas de sus nuevas canciones, como Ni bien ni mal, La romana o ¿Quién tú eres?, cualquiera enlazaría entusiasmado algunos adjetivos de fantasía con el riesgo manifiesto de que el lector lance con las dos manos y un gesto de asco el periódico y/o su dispositivo móvil como quien aleja de sí una oscura ofensa.
Porque además de ser escuchado muchísimo y de haber hecho clic en el cerebro de la última generación global de adolescentes, Bad Bunny es el símbolo de lo que detesta una cantidad igualmente enorme de personas. A éstos les resulta muy difícil procesar que X100pre haya despertado los más fabulosos halagos por parte de la prensa musical anglosajona. De hecho, algunos de los más destacados periodistas musicales se han asegurado la crítica del álbum. El inglés Alexis Petridis en The Guardian lo define como un álbum «consistente» que «desafía el pop de masas con vertiginosas innovaciones» y lo valora con cuatro estrellas. Pero son los medios nacionales de EEUU los que han competido por poner el titular más hiperbólico. Jon Camarica en The New York Times dice: «Bad Bunny rompió los límites en 2018. Su debut derriba más». Elias Leight escribe en la revista Rolling Stone: «Bad Bunny fue maestro en el single de éxito. Con X100pre llega como un artista del álbum». Pero es Chris Richards en el Washington Post el campeón en entusiasmo: «Bad Bunny ha publicado el mejor disco de 2019 antes incluso de que empiece el año».
«Es que Bad Bunny ha roto todas las reglas, que suena como un cliché pero es cierto. Igual se muestra vulnerable y romanticón que altanero, pero al contrario que los reguetoneros de siempre su estilo es muy particular, como medio andrógino», explica Núria Net, periodista musical puertorriqueña que pasó 18 años estudiando y trabajando en Nueva York y Miami en MTV y Univisión, además de ser cofundadora del medio especializado en cultura latina Remezcla. «Los reguetoneros estaban muy desactualizados, tomaban como referencia el hip hop noventero. Este chico ha traído una estética incluso nerd a esta música urbana y eso ha sido súper refrescante. Es de clase media-baja pero no va de maleante, es muy abierto y honesto sobre quién es, y los jóvenes han conectado mucho con eso».
romántico de la generación Z
Cultura
El
cantante puertorriqueño ha roto todas las reglas de la música urbana
latina y, sin apoyo de la gran industria, se ha convertido en un
fenómeno mundial con miles de millones de escuchas
Ahora lanza su primer álbum, recibido con euforia por la prensa musical anglosajona
Bad Bunny se pinta las uñas de colores. Bad Bunny da saltitos en vez de bailar y coloca sus meñiques bajo los ojos como si fueran lagrimas de emoticono. Bad Bunny se endominga con las camisas más feas que las tiendas de camisas feas esconden en los almacenes más escondidos de la galaxia. Bad Bunny canta con una desconcertante voz grave. Bad Bunny es, queda probado, bastante raro. Y lo raro vende.
Cuando empezó a colgar sus cancioncillas en Soundcloud en 2016 ya había muchos y muy exitosos cantantes de trap latino. En sólo un año se propagó como estrella emergente de este subgénero tropical que ha ampliado el radio de acción del reguetón con un sonido más digital y cercano al hip hop. Benito, que así se llama, pasó de trabajar en un economato como embolsador y de estudiar comunicación audiovisual en la Universidad de Puerto Rico a colocar las 15 canciones que lanzó en 2017 en el top Hot Latin Songs de Billboard, el termómetro de la música latina en EEUU. Y ha sido en 2018 cuando ha adquirido su condición de icono transoceánico de la generación Z con el fabuloso éxito de la canción I like it de Cardi B, en la que colabora junto a su alter ego en el reguetón, J Balvin. Elegido por Barack Obama como uno de sus temas favoritos del año y terremoto comercial en Europa y América, toda América, sus centelleantes cuatro minutos han cimentado la posición de Bad Bunny tres metros por encima de los Maluma, Ozuna, Arcángel, Farruko y demás traperos. Así, su repertorio suma ya varios miles de millones de reproducciones en internet, florido éxito al que deben sumarse los 14,7 millones de euros de taquilla en su primera gira por EEUU.
Y después de dos años bombeando sin descanso singles para el ciberconsumo masivo y dejándose querer como invitado con casi 40 featurings, en Nochebuena y sin avisar se publicó su primer álbum, X100pre, que si usted no es zeta debe saber que significa «por siempre». Inserte aquí su emoticono de confeti.
«El caso de Bad Bunny es muy único porque no vino lanzado por la gran industria», explica desde Miami Leila Cobo, vicepresidenta de música latina de la revista Billboard. «Es un artista completamente independiente, pero fue lanzado con un buen conocimiento del mundo de YouTube y del streaming. O sea, se le hizo un posicionamiento muy estratégico y específico, pero muy efectivo para llegar a su audiencia joven».
Paréntesis. Hablemos de juventud: Bad Bunny tiene 24 años. El dueño de su discográfica -Rimas-, Noah Assad, tiene 28. Su descubridor, Luian, tiene 28.Se cierra el paréntesis.
Cobo es una periodista veterana en la información sobre la música latina en EEUU que destaca el carácter rompedor de Bad Bunny. «Llenó un vacío. Tiene una voz muy grave, muy distintiva, y vino con un sonido que era muy único. No había nada que sonara así. Y luego tiene una estética muy, muy particular que nadie tenía en este género. Era un artista que querías escuchar y ver», explica. «Y debo agregar que ha evolucionado muy rápido dentro de su género», añade.
Así que Bad Bunny es la última evolución del reguaetón. Incluso después de escuchar algunas de sus nuevas canciones, como Ni bien ni mal, La romana o ¿Quién tú eres?, cualquiera enlazaría entusiasmado algunos adjetivos de fantasía con el riesgo manifiesto de que el lector lance con las dos manos y un gesto de asco el periódico y/o su dispositivo móvil como quien aleja de sí una oscura ofensa.
Llenó un vacío. Tiene una voz muy grave, muy distintiva, y vino con un sonido que era único. No había nada así. Y luego tiene una estética muy, muy particular
«Es que Bad Bunny ha roto todas las reglas, que suena como un cliché pero es cierto. Igual se muestra vulnerable y romanticón que altanero, pero al contrario que los reguetoneros de siempre su estilo es muy particular, como medio andrógino», explica Núria Net, periodista musical puertorriqueña que pasó 18 años estudiando y trabajando en Nueva York y Miami en MTV y Univisión, además de ser cofundadora del medio especializado en cultura latina Remezcla. «Los reguetoneros estaban muy desactualizados, tomaban como referencia el hip hop noventero. Este chico ha traído una estética incluso nerd a esta música urbana y eso ha sido súper refrescante. Es de clase media-baja pero no va de maleante, es muy abierto y honesto sobre quién es, y los jóvenes han conectado mucho con eso».
El fenómeno Bad Bunny ha corrido paralelo al auge del reguetón y del trap latino en EEUU, que sigue siendo el mercado prescriptor hegemónico para el resto del planeta. El éxito de Despacito en 2017 y el de I like it en 2018 han sido el escaparete de este latin boom, que el año pasado se tradujo en una cuota del 9,4% de la música escuchada en EEUU, según un reciente estudio de BuzzAngle (YouTube ha contabilizado que más del 30% de las canciones más vistas en la plataforma fueron de músicos latinos). «En 2016 hubo cinco canciones en español en el Hot 100 de Billboard», recuerda Cobo en referencia a los mayores éxitos en el país. «En 2018 ha habido 24».
«A diferencia de lo que sucedía antes, ahora la música latina está considerada dentro del pop comercial, no es tratada como algo aparte», comenta Paula M. L. Moya, profesora de literatura y de cultura española y latinoamericana de la Universidad de Standford. Ella considera que este reconocimiento es muy relevante para la comunidad latina de EEUU. «Lo que interesa a las personas es una fuente muy valiosa de información, y si ahora la gente está dispuesta a dedicar tiempo y dinero en la música latina, eso cuenta mucho».
Como profesora de literatura, cree que algunas de las letras del reguetón y del trap latino son «muy interesantes» y que otras son «bastante banales», pero en general siente «mucho interés» hacia el rap. «Por sus letras, que ofrecen una ventana a lo que piensan los jóvenes, y por los juegos lingüísticos, que a menudo son muy sofisticados».
Y en eso, como en tantas otras cosas, Bad Bunny es único.
No hay comentarios:
Publicar un comentario