Pepe Rodríguez: «Los mayores somos más rebuscados»,.
Es uno de los rostros más conocidos de 'MasterChef', programa del que este sábado se emite su tercer programa de la edición 'Junior',.
- ¿Ha notado la repercusión del programa en los más pequeños de las casas?
Estos niños son extraordinarios. Yo tengo tres, y no pisan la cocina. Les interesa nada, cero. Yo no les obligo. La más pequeña a lo mejor pregunta si puede batir los huevos, como una cosa insignificante, porque yo no les incito a entrar en la cocina. Pero sí ven el programa y les suena todo. Dicen: 'Uy, se está equivocando, ¿no?, ¿pero no tenía que reducir el vino?'. Todo eso sí lo saben. Se fijan en los detalles.
- Los niños aprenden mucho de los jueces, ¿y al contrario?
También. Sobre todo de su espontaneidad, de no ver las cosas con los ojos de los mayores. Hace que intentes meterte en la mentecita de ese niño, que no le está pegando la bronca a su compañero con malicia. Ese rencor que nosotros nos llevamos a casa, ellos no lo tienen. ¿Cuándo nos deformamos los mayores? Para ellos todo es de color de rosa.
- ¿Baja mucho el listón en la versión 'Junior'?
El criterio gastronómico es el mismo. Si la sopa está salada, está salada para un mayor o para un crío. Lo que cambia es la forma de explicarlo. Todo hay que hacerlo casi como un cuento. No me gustaría que en clase, cuando se equivoca mi hija en matemáticas le dijeran las cosas de mala manera. Eso es lo que intentamos nosotros. A veces delante de tus compañeros te frustras, pero no queremos que los niños lloren.
- Hay gente que se ha quejado de eso.
Sí, hay quien dice: 'No puedo verlo, les hacéis llorar'. Pues en mi casa es algo que pasa todos los días. Se ve que mi mujer y yo somos dos monstruos. Los niños lo hacen con naturalidad, con sencillez. Somos los mayores los que somos más rebuscados. Ellos no lo entienden tan como una competición como parece desde fuera. Les duele irse, no porque no vayan a ganar, sino porque se van del programa. Están encantados allí. Si durase seis meses, lo harían. Es una fantasía.
- ¿Cómo se toma las críticas?
En el país de memos que estamos dejando, decir que tenemos críticas me parece lo más normal del mundo. Esto es un caos. Hay que normalizar las situaciones. Con el programa que tenemos tan blanco, sano, no me quiero ni imaginar las críticas que tienen otros programas de otras cadenas. Qué hablarán de aquello... Si 'MasterChef Junior' es criticable, el resto tiene que ser la rebomba.
- La siguiente edición va a ser la primera sin Eva González.
Será una nueva etapa pero el formato no necesita presentador. Lo dices así y parece que estás tirando a Eva de por medio. Yo preferiría que el formato siguiera como antes, porque hemos nacido con ella y ha ido bien. Pero lo podemos hacer nosotros perfectamente, aunque si mañana nos traen a otro presentador a mí no me causaría ningún problema. Que sea lo mejor para el programa.
- Es el único país en el que ningún juez se ha marchado.
Grabamos nueve meses al año, compaginándolo con el trabajo. No somos superhombres, pero lo hacemos con gusto. Es una suerte lo que ha ocurrido. ¿Quién no puede darse de baja quince días? Por cualquier cosa, ya no porque estés cansado y lo quiera dejar de hacer, sino que te pongas malo de cualquier cosa.
- ¿Cuál de las tres versiones disfruta más?
El 'Celebrity'. Es más relajado y divertido. Son bestias del humor, del espectáculo... Es otra cosa. Con los niños te tienes que poner demasiado pedagógico, porque claro, se despistan. Son cinco o seis horas de grabación, y yo es cuando pienso en los profesores. Digo: 'Joder, esto no está pagado'.
TITULO: Imprescindibles - José Sacristán: Domingo 30 de diciembre,.
Se emite el domingo 30 de diciembre a las 21:30h en La 2 / fotos,.
José Sacristán,.
José Sacristán: «Resulta miserable arremeter contra la Transición»
El veterano actor protagoniza ahora «Muñeca de porcelana», en el madrileño Teatro Bellas Artes, en un impactante montaje. Ni el autor de la pieza, David Mamet, ni José Sacristán son «políticamente correctos». Ni falta que les hace
Llega puntual a la cita con ABC Cultural. A sus ochenta años, José Sacristán (Chinchón, 1937) derrocha una energía controlada dentro y fuera del escenario. Además de su exigente interpretación en «Muñeca de porcelana», el 29 de junio se estrena su última película, «Formentera Lady», donde encarna a un hippie recalcitrante que de pronto debe hacer frente a la responsabilidad de cuidar a su nieto.En su camerino del Teatro Bellas Artes, destaca un ejemplar de las memorias de Tennessee Williams, que le parecen «interesantes, pero con un excesivo histrionismo». Prefiere -confiesa- las de Arthur Miller, uno de sus dramaturgos favoritos, de quien ha representado «Cristales rotos» y «La muerte de un viajante».
-Mamet
ha valorado muy bien este montaje, y, en especial, su interpretación.
Lo considera mejor que el hecho en Broadway protagonizado por Al Pacino.
-Esto
ha sido para mí un acicate. Vino su representante, y al poco tiempo
recibí una carta de Mamet felicitándome por mi trabajo, y me mandó un
regalo, algo, según me dijeron, no habitual en él: esta esclava que
llevo puesta y que tiene tres puntos verdes. Me explicaba en la misiva
que cuando los pilotos -en la obra un avión tiene gran importancia-, los
ven en el panel de control significa que están en la línea correcta de
aterrizaje.
-En uno de sus ensayos, el
dramaturgo norteamericano apunta que «la corrección política solo puede
existir dentro de la opresión totalitaria, a quien sirve como
herramienta». ¿Está de acuerdo?
-Totalmente. La corrección
política, cada vez más instalada, ha degenerado, hablando en plata, en
una gilipollez. Y más en el campo artístico. Embiste contra grandes
obras, e incluso querría prohibirlas. Hace poco oí un comentario en este
sentido, que criticaba «Johnny Guitar», la extraordinaria película de
Nicholas Ray, gran poeta del cine.
-Se ha cuestionado hasta a Shakespeare...
-Claro.
No me extraña. Por «machista», echando pestes, por ejemplo, de «La
fierecilla domada». ¡Cuidado con lo políticamente correcto!
-Y a Mamet, sobre todo por sus piezas «Oleanna» y «Razas»...
-A
mí Mamet me parece magnífico. No es Miller -ni falta que le hace-,
quizá no alcanza su profundidad, pero me encanta que sea una mosca
cojonera, su desenfado, y que nunca pontifica. Propone una peripecia
dramática y a partir de ahí que cada uno saque sus propias conclusiones y
consecuencias. El teatro no es un púlpito.
-David Mamet no hace personajes de cartón piedra. Ni siquiera el «tiburón» que usted interpreta en «Muñeca de porcelana»...
-En
efecto. El multimillonario a quien encarno es un desaprensivo, pero -en
los personajes complejos siempre hay un «pero»-, quizá no más que
muchos otros que le rodean y que van de biempensantes.
-¿Por qué ha querido ser actor?
-La
«culpa» la tiene el cine de mi pueblo. Para mí fue como cuando a los
pastorcillos de Lourdes se les apareció la Virgen. Y quise ser artista
de cine. Pretendía ser Tyrone Power. A mi padre no le gustó precisamente
la idea, pero yo erre que erre. Y, hoy, transcurridos tantos años, me
sigue enganchando la profesión sobre todo por lo que tiene de juego, que
los otros se crean que soy el que no soy.
-Usted ha sido autodidacta. ¿Cuál es su «método»?
-Mitad
Stanislavski y mitad la Niña de los Peines, que decía que el auténtico
cante flamenco empieza donde acaban las facultades. Es decir, que no se
note que cantas.
-¿Reniega de su etapa de «landismo»?
-En
absoluto. Sería un mal nacido si no estuviera agradecido, ayer, hoy y
siempre, a quienes, como Mariano Ozores, confiaron en mí.
-Desde su confesada posición progresista. ¿Ha defraudado la «nueva» izquierda?
-Sí.
Ha defraudado. Concitaron apoyos al presentarse como salvadores, con un
componente mesiánico que siempre es muy peligroso. Pero, en líneas
generales, no han hecho nada positivo. Al contrario. En no pocas
ocasiones, han desviado la atención de los asuntos clave, han cometido
numerosos errores y, muy especialmente, resulta miserable su absoluta
descalificación de la Transición, cómo han arremetido contra ella, entre
otras cosas, sin tener ni puñetera idea de lo fue. Se aparcaron
diferencias, aun manteniendo cada uno su posición ideológica, se unieron
voluntades con un fin imprescindible para que no volviéramos a caer en
un baño de sangre, en un enfrentamiento cainita, en una violencia
estéril. Y la izquierda, vieja o nueva, parece haber perdido su sentido
crítico, y su depósito ético. Ahí están por ejemplo los ERE de
Andalucía. Si la izquierda abandona o no cuida ese depósito está
perdida. Esto no quiere decir de ninguna manera que ahora me haya pasado
al otro lado. No quiero saber nada de la vieja derecha, que no
escarmienta. Es lamentable que no haya presupuesto para el asunto de los
muertos que todavía están en las cunetas y sus familiares no puedan
recuperar sus restos para darles un descanso digno. Y me produjo
sarpullido ver a tres ministros, y para más inri, uno de Cultura,
cantando «Soy el novio de la muerte». Si por lo menos la letra de la
canción fuera otra, habría sido menos esperpéntico. Tengo cierta
esperanza en figuras como la de Ínigo Errejón, aunque habrá que ver cómo
se va desarrollando todo.
-¿Y en el terreno cultural que le parece la actuación de esa «nueva» izquierda, donde también había despertado expectativas?
-En
general, un desastre. Demuestran un papanatismo cultural deplorable. Y
en el ámbito teatral su rechazo a lo que consideran teatro «burgués» no
es de recibo. Penoso fue que quisieran quitar el nombre de Max Aub a una
de las salas de Matadero, y lo que han hecho con este centro ha sido
una equivocación mayúscula. Con lo que costó acostumbrar a la gente a
que fuera a Legazpi al teatro. Y no parece que realmente les interese la
cultura. Claro que tampoco a la mayoría de los políticos, sea cual sea
su credo. Cuando estuve en Barcelona con «Muñeca de porcelana», no vi
que Ada Colau corriera al teatro. Por cierto, la señora Colau se cubrió
de gloria al no acudir a la recepción del Rey con el argumento de que
era un acto de pleitesia. Le diré que los Reyes han visto «Muñeca de
porcelana» y después estuve charlando con ellos en el camerino sobre
teatro, Arthur Miller, Mamet. O’Neill... y le aseguro que no estuve de
rodillas ni se me pidió la más mínima pleitesia.
-¿Tiene solución la cuestión catalana? ¿Son presos políticos los secesionistas?
-No
sé si tiene arreglo. Pero sí sé que los independentistas no son presos
políticos. No están en la cárcel por sus ideas. He conocido a verdaderos
presos políticos, empezando por mi padre, y lo que era el franquismo.
Están en prisión por haberse saltado las reglas de juego, la legalidad
de un Estado de Derecho con sus mecanismos, y esto no puede salir
gratis.
-¿Cuál es su secreto para mantenerse joven?
-Será
por los ajos de mi pueblo. Bueno, algo habrán tenido que ver la Nati y
el Venancio, mis padres. Y no me he dado ni me doy a los excesos. Probé
un porro, y casi me muero. Quizá también influya que no tengo capacidad
para el rencor, y no porque sea mejor persona, sino porque creo que es
más cómodo y más saludable. Y la verdad es que me doy caña, pero trato
de llevarme bien conmigo mismo.
-¿Por supuesto, no se ha planteado en ningún momento retirarse?
-No
hace mucho estuve en el festival de cine de Málaga, donde se celebró el
cuarenta aniversario de «Un hombre llamado Flor de Otoño». Poco
después, también en la ciudad andaluza, en la presentación de mi último
filme, «Formentera Lady». Me ha hecho ilusión la coincidencia. Mientras
el cómico de la legua Sacristán aguante pienso seguir dando guerra.
Espero que continúen funcionando los ajos de mi pueblo.
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