TITULO: Órbita Laika - Un poema universal recorre el espacio interestelar ,.
Lunes -11- Abril en La 2 / foto,.
Un poema universal recorre el espacio interestelar,.
El colectivo español Poetas participa en un proyecto internacional que ha lanzado 22.000 versos desde Chile con dirección a la nebulosa del Saco de Carbón,.
En el espacio exterior hay un poema flotando. Se lanzó en forma de onda de radio la madrugada del pasado domingo, hora peninsular española. Desde Punta Arenas (Chile), en pleno estrecho de Magallanes, muy al sur del planeta, donde se juntan el Atlántico y el Pacífico. En estos momentos los versos viajan hacia la nebulosa del Saco de Carbón, muy lejos, a 600 años luz. De un confín planetario a un confín cósmico. Así que el poema llegará a su destino en el año 2622, más o menos por estas fechas, y probablemente no habrá nadie allí para recibirlo. Quién sabe, quizás alguna entidad alienígena se lo encuentre por el camino y se ponga a contar alejandrinos. Es lo que el astrónomo Carl Sagan hubiera calificado como “un mensaje en una botella lanzado al océano cósmico”.
El proyecto, llamado UPtotheCosmos, parte de otro proyecto previo, a cual más alucinado, ideado en Madrid por los organizadores del festival Poetas. Se trata del Universal Poem, un poema que intenta recoger los versos de la humanidad entera, una extensa obra coral en la que cualquiera puede participar vía internet: lo que los surrealistas bautizaron como un cadáver exquisito. Al espacio exterior se han enviado los primeros 22.000 versos, pero este poema que tiende a la eternidad y a lo infinito sigue en marcha: unas ideas que bien podrían haber salido del fantasioso cerebro de Jorge Luis Borges.
El colectivo chileno Casagrande es otro socio en esta aventura quijotesca. “Colaboramos en 2018 con ellos en Madrid, bombardeando con 100.000 poemas la plaza Mayor desde un helicóptero. Luego, pensamos: ‘¿Por qué no enviar un poema al espacio?”, recuerda Pepe Olona, coordinador de Poetas. Y se pusieron manos a la obra. “Son ideas muy sencillas, pero muy complejas de llevar a cabo: tienen unos procesos de producción sumamente complicados”, añade.
Alrededor del evento se creó un espectáculo con la presencia de astrofísicos y con el mar de fondo. Se visibilizó el lanzamiento mediante un láser que apuntó al cielo. ¿Por qué lo envían a la nebulosa del Saco de Carbón? “Es una mancha oscura en el cielo que iluminamos con la poesía”, dice Peru Saizprez, miembro de Poetas. “Además, tiene gran carga simbólica, está cerca de la Cruz del Sur, que es la constelación emblemática de ese hemisferio”. La Cruz del Sur es la referencia que, de forma análoga a la Osa Mayor en el hemisferio norte, utilizaban para orientarse las culturas originarias que habitaban la zona antes del viaje de Magallanes, y a las que ahora también se quiere rendir homenaje.
Todo el proceso tecnológico para el poético lanzamiento lo ha llevado a cabo la compañía danesa Hygge Universe, dedicada a la robótica y a la comunicación vía satélite: se ha traducido el poema a una onda de radio que, alehop, ha sido enviada mediante una antena satelital en la órbita terrestre. El acto no estuvo exento de anécdotas. “Nada más enviar el poema, cuando estábamos celebrando, aparecieron una serie de luces en el cielo que parecía que iban a interceptar el poema”, relata Olona. No eran naves extraterrestres antipoéticas ni enemigos del Space Invaders, sino satélites de la empresa de Elon Musk y otros de emergentes compañías espaciales privadas, que suelen sobrevolar la zona y que se ven cruzar el cielo a ojo desnudo. El planeta Tierra está rodeado de cosas voladoras.
Ciencia y poesía
El lanzamiento se ha realizado en el ámbito del festival Acrux, que se celebra en Punta Arenas con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), y que trata de aunar la ciencia y la poesía, dos disciplinas entre las que algunas veces se traza una absurda línea roja, como suele establecerse más generalmente entre las ciencias y las humanidades, las llamadas dos culturas. “Sin embargo, existe una antigua tradición que conecta ambas, que no ha sido suficientemente explorada y que queremos poner de relieve explícitamente”, dice Julio Carrasco, director del festival y miembro de Casagrande. No son pocos los poetas que han utilizado la ciencia en su obra, como Apollinaire, Ernesto Cardenal, Raúl Zurita o Vicente Huidobro. Quizás el pionero fuera el romano Lucrecio con el largo poema didáctico De rerum natura, escrito en el siglo I antes de Cristo, que incluye elementos de cosmología, atomismo o biología.
El chileno Nicanor Parra era matemático y la académica española Clara Janés ha ahondado con frecuencia en la física en sus versos. También en España se dio una amplia nómina de poetas con ramalazo científico en aquella corriente literaria que se llamó Generación Nocilla, a mediados de la primera década del segundo milenio, en la que se incluyeron poetas como Agustín Fernández Mallo, Javier Moreno o Vicente Luis Mora. “Los científicos también se han visto obligados a recurrir con frecuencia a la metáfora para enunciar sus descubrimientos, como esas rectas paralelas que se unen en el infinito”, añade Carrasco. Sin ir más lejos, la palabra quark, que nombra a un tipo de las partículas fundamentales que construyen el universo, viene de la abstrusa y poética novela Finnegans Wake (1939) de James Joyce, en el candelero este año por la celebración del centenario del Ulises.
TITULO : Zona indie - Cine - Mujercitas ,.
Este lunes- 11 - Abril a las 23:30, en la ‘Zona indie’ de La 2 se emite la película, foto,.
TITULO: + Cotas - ¿Comer carne nos hizo humanos? La ciencia debate si ser carnívoros está en nuestra naturaleza,.
El Sabado -9- Abril a las 9:30 por La 1, foto,.
En un tiempo más cercano, las naciones y sus gobernantes han aprovechado o creado mitos como los de la batalla de Covadonga o la fundación del Rus de Kiev para fraguar el vínculo indisoluble entre el cristianismo y España o entre Rusia y Ucrania. Y pese a que la reconstrucción del pasado se realiza ahora con herramientas científicas, la mayor objetividad de la tarea no ha hecho desaparecer el interés del pasado para apuntalar posiciones actuales. La dieta paleolítica, la necesidad de una sociedad más igualitaria o la bondad del running se defienden utilizando los resultados del estudio de la evolución humana. Si los paleontólogos dicen que lo hacían nuestros ancestros hace 500.000 años, está en nuestra naturaleza y tiene que ser bueno.
El trabajo publicado en PNAS, liderado por W. Andrew Barr, de la Universidad George Washington, cuestiona esta arraigada idea. Aunque las evidencias muestran un incremento drástico en el consumo de carne tras la aparición de Homo erectus, Barr considera que eso se debe a que ese periodo recibió mucha más atención que el anterior. Los paleontólogos se lanzaron a buscar unas pruebas concretas del consumo de carne en el este de África, la considerada cuna de la humanidad, y eso es lo que encontraron. Sin embargo, después de recopilar datos de la región de hace entre 2,6 y 1,2 millones de años, Barr y su equipo observaron que, si se tiene en cuenta el exceso de descubrimientos que produce el mayor esfuerzo de búsqueda, el incremento en el consumo de carne no es significativo. “Nuestros hallazgos socavan las narrativas evolutivas que vinculan los cambios anatómicos y de comportamiento de H. erectus al consumo de carne”, aseguran los autores en el artículo.
Los paleontólogos son conscientes de que lo que encuentran es utilizado como artillería en debates contemporáneos, pero no suelen exponer sus resultados con referencias tan explícitas a la narrativa. En la nota de prensa de su universidad, Barr fue aún más claro: “Creo que este estudio y sus descubrimientos serán de interés no solo para la comunidad paleoantropológica sino también para toda esa gente que actualmente basa sus decisiones dietéticas en alguna versión de esta narrativa del consumo de carne”. El investigador se muestra consciente de su poder para fijar narrativas que cambien el presente gracias al prestigio de lo atávico.
Las narrativas en ciencia son un motor poderoso, pero algunos investigadores consideran que en ocasiones se imponen a lo que cuentan los datos, que se adaptan para ajustarse al relato. Manuel Domínguez Rodrigo, codirector de un proyecto de investigación en la garganta de Olduvai, donde se encuentra gran parte de los restos analizados, y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, piensa que el resultado de este estudio “es una locura”. “En lugar de analizar la evidencia tafonómica [el estudio de los yacimientos y los fósiles que se encuentran en ellos] toman las variables que les vienen bien para contar su historia, importa más la narrativa que la evidencia”, afirma el prehistoriador, que es uno de los autores más citados en el texto de PNAS como proponente de la teoría que se quiere derribar.
Domínguez Rodrigo, uno de los investigadores con más experiencia trabajando en yacimientos del este de África, explica que no se puede cuantificar el consumo de carne tomando como referencia la presencia absoluta de marcas de corte en los yacimientos de una región. “Hay factores de preservación de los yacimientos que los hacen muy distintos, algunos son solo de homínidos, pero en la mayoría hay varias especies, y hay más condicionantes”, explica. “Artículos como este son resultado de arqueólogos que no excavan yacimientos de estos periodos y que se sirven de los datos de otros para dar rienda suelta a elucubraciones especulativas con las que hacen carrera”, espeta.
El análisis más profundo del equipo del investigador español les ha permitido observar que el comportamiento de los propios erectus cambió a lo largo de los cientos de miles de años de historia analizados en el estudio de Barr. “Cuando analizas no solo el número de huesos con marcas, sino qué tipo de huesos son o cómo son los cortes, puedes ver qué se está comiendo”, cuenta Domínguez Rodrigo. “Cuando haces eso ves cosas tan interesantes como que hace dos millones de años se están comiendo animales de tamaño pequeño o medio, pero luego, hace 1,4 millones de años, se comen animales desde el tamaño de una gacela hasta el de un hipopótamo”, añade. Esto, además de poder atribuirse a una mayor habilidad en la caza, indica que los grupos de aquellos homínidos eran mucho más grandes y podían hacer frente a piezas mucho mayores. Pero, al mismo tiempo, hace pensar que, aunque en los yacimientos más recientes parecería que hay mucha mayor cantidad de carne, al ser más a repartir, el consumo de proteína y grasa animal habría sido el mismo. Todos estos detalles se escapan a un análisis más superficial.
Antonio Rosas, director del Grupo de Paleoantropología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, cree que la idea de “hacer un estudio a gran escala tanto en el tiempo como en el espacio tiene valor”. Sin embargo, opina que la forma en que Barr y sus colegas realizaron ese estudio “es superficial, algo así como un estudio de salón”. “No es lo mismo ver un animal muerto y comer el hígado, porque eres un carroñero, que cazarlo y utilizar toda la carne. La cantidad de carne consumida es totalmente distinta”, ejemplifica. Además, también tiene críticas al planteamiento de partida. Las primeras evidencias de consumo de carne, aunque controvertidas, aparecen con los australopitecos, unos homínidos bajitos y con el cerebro poco mayor del de un chimpancé, pero que ya caminaban erguidos hace más de tres millones de años. El consumo de carne aparece ya sin dudas con Homo habilis, hace algo más de dos millones de años, y aumenta con los erectus. Ese es el momento en que la carne nos habría hecho humanos.
Rosas cree que esta pauta es clara y que ni siquiera es necesario que se produzca un incremento del consumo de carne durante el periodo analizado por Barr y sus colegas para que su papel sea fundamental en nuestra historia. “En la evolución de Homo erectus, entre hace dos y un millón de años, se produce un periodo de equilibrio evolutivo; cuando se superan los 850 centímetros cúbicos de capacidad craneal se alcanza un equilibrio”, indica. Ese salto se daría gracias al consumo de carne, que explicaría así parte de la humanización, y sus efectos se mantienen con ese mismo consumo durante cientos de miles de años.
El siguiente punto de inflexión importante en la evolución humana se produce hace algo más de medio millón de años, con el aumento del cerebro de especies como Homo heidelbergensis, en Europa, y Homo rudolfensis, en África. Ese incremento se suele explicar con la generalización del uso del fuego y de la cocina de los alimentos, que, como el consumo de carne inicial, multiplicaría la cantidad de nutrientes que se puede obtener de la carne reduciendo la energía empleada en el aparato digestivo y liberándola para el cerebro. “Los autores hablan de alternativas a la hipótesis de que la carne nos hizo humanos como las nuevas formas de preparar la comida utilizando el fuego. Pero, a falta de que expongan nuevas evidencias, el fuego se generaliza cientos de miles de años después del periodo que ellos analizan”, concluye Rosas.
Barr reconoce que “es probable que el consumo de carne haya tenido algún impacto en la evolución humana”, aunque añade: “La cuestión es si el consumo de carne está específicamente vinculado con el Homo erectus. Nuestros análisis muestran que [...] la idea de que hay un cambio generalizado y sostenido hacia un mayor consumo de carne en esta época no está bien sustentado”. Sobre el planteamiento de Rosas, que recuerda que el cambio importante se produce durante la aparición de los erectus, Barr concede que en el periodo anterior a los 1,9 millones de años no hay suficientes yacimientos para saber cuánta carne se consumía, así que será necesaria más información para averiguar si realmente hubo un incremento en el consumo de carne en la etapa anterior a la aparición de H. erectus.
El método científico no ofrece un contacto tan directo con las voces de los ancestros como los ancianos lamaleranos o de otras tribus ancestrales, pero tampoco requiere fe en una conexión sobrenatural con el pasado. No obstante, el trabajo para recuperar ese mundo perdido y las limitaciones de la evidencia disponible hacen tentador dejar volar la imaginación y sobrepasarse en las conclusiones útiles para nuestro mundo.
Ana Mateos, investigadora en Paleofisiología y Ecología de homínidos en el Centro Nacional e Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, señala: “A veces tratamos de explicar cosas muy complejas de la evolución humana con un yacimiento o un nivel de un yacimiento”. Se trata de explicar periodos de cientos de miles de años con un puñado de fósiles. Sobre los resultados de Barr, alaba el planteamiento: “Ellos creen que para explicar los patrones de la evolución humana se necesitan grandes conjuntos de datos, analizarlos de forma crítica y ver si lo que se ha asumido como cierto desde hace décadas se sigue manteniendo, y eso es interesante”. Y recuerda que el debate sobre la carne es grande, “porque el componente vegetal de las dietas no se conserva igual de bien que la información que podemos extraer del consumo de carne por marcas en los huesos”.
Uno de los atractivos del pasado profundo como fuente de certezas es, precisamente, lo poco que se sabe. Cuando se mira a los orígenes remotos de la nación o de la especie, la escasa información es mucho más fácil de organizar al gusto de la imaginación y los deseos de cada uno que un presente en el que es difícil obviar la complejidad. Los últimos resultados no parecen descartar la importancia del consumo de carne en aquel momento estelar de la humanidad, hace dos millones de años, pero su significado para los humanos del presente seguirá siendo el que cada uno quiera darle. Como los lamaleranos fueron empujando a sus intérpretes de los ancestros a aceptar innovaciones que eran deseables para sus vidas, nosotros continuaremos estirando las interpretaciones de los paleontólogos, nuestros sabios modernos, para justificar en el pasado nuestra forma de vida presente.
TITULO : Generaciones - Rediseño de las paginas de Madrid y Barcelona ,.
foto / Dos ilustres de la escena cultural leonesa mejoran la exposición del Camarote Madrid con su obra 'Ocaña, retrato refulgente'.
Carlos Luxor y Fran de Gonari, las Pulkras Leoninas, han presentado este miércoles, 9 de marzo, esta obra que homenajea a una de las figuras claves del arte español, José Pérez Ocaña.
40 años de la muerte de Ocaña
40 años de la muerte de Ocaña, ataviada con el disfraz de sol que confeccionó durante días con tela, papel y al que un vecino de Cantillana prendió fuego. 40 años también de la amistad creativa entre Carlos Luxor y Fran de Gonari, las Pulkras Leoninas.
No cabe duda de lo que une a los tres. Ocaña y las Leoninas se salen de su género, esa palabra que para la RAE es ya un grupo sociocultural, y una categoría artística, pero también una tela, un tejido, que se rasga, se cose, se desmonta y se quema.
Tres inclasificables
Así es. Luxor, de Gonari, Ocaña: las tres inclasificables, poperas, múltiples, lo mismo se deshacen en música que te desmontan un cuadro perfecto o te revientan desde dentro los límites de la moda: tres buenas pájaras que han sobrevivido al fuego de los 40 años como impresionantes aves fénix.
Su obra refleja lo indestructible del mito de Ocaña: sobre el fondo, bordado en oro como un manto de virgen, continúan vivas las cabezas de Ocaña —nuestras cabezas— sucediéndose unas a otras, imposibles de exterminar como las muchas cabezas de la hidra. Nunca sabremos si ese fuego que ardió hace 40 años fue el incendio al que sobrevivimos o el bigbang del que nacimos.
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