TITULO: Juego de Niños - Scalextric, así nació el sueño de una noche de Reyes,. Sábado - 18 - Enero ,.
Juegos de niños,.
Sabado - 18 - Enero , a las 22:00 por La 1, fotos,.
Juego de Niños - Scalextric, así nació el sueño de una noche de Reyes,.
Scalextric, así nació el sueño de una noche de Reyes,.
Caja de uno de los primeros sets del Scalextric, de finales de los años 50,.
Se frotó los ojos. Era 6 de enero. Bajó de la cama y sus pequeñas piernas le llevaron rápidamente al salón. Al pie el árbol cargado de adornos, un gran paquete perfectamente envuelto. Latía muy rápido el corazón. Rasgó el papel. Allí estaba la caja de cuya tapa emergía el dibujo, piloto con la cabeza inclinada y ruedas escupiendo asfalto, de un rojo Fórmula 1,.
El sueño se había hecho realidad. El protagonista de esta historia es uno de los miles de niños anónimos que un día se encontraron con un Scalextric. O el de otros no tan anónimos como Carlos Sainz (bicampeón del mundo de rallies y triple ganador del Dakar) que vieron nacer su afición sobre esos circuitos de pequeños coches eléctricos.
La marca Scalextric ha tenido una historia problemática al ser propiedad o estar involucrada con varias otras empresas y marcas famosas. Pero nos vamos a centrar en sus orígenes, que nos llevan a Gran Bretaña.
En octubre de 1919, nace en Hampstead, Bertram «Fred» Francis. No era un buen estudiante, pero tras dejar la escuela a los catorce años, mostró un gran entusiasmo por la ingeniería y una aguda mente empresarial. Así en 1939, funda una empresa de fabricación de herramientas, Francis & Co. Estamos en plena II Guerra Mundial y se trabaja día y noche en el pequeño local situado en Mill Hill, Londres.
Tras la contienda, en 1947, Francis decide cumplir una ambición de la infancia y convertirse en fabricante de juguetes: funda así Minimodels Ltd. Lanzada en 1948, la máquina de escribir 'Minitype' fue el primer juguete fabricado por la recién fundada empresa. Y poco después introduce una gama de camiones de hojalata, aunque muchos creen que fue un coche bautizado como «Traffic Car» provisto de dirección y marcha atrás automática, el que se fabricó antes que los camiones. Y en 1950 lanza dos reproducciones de coches de récord: el Railton-Mobil Special, pilotado por John Cobb, y el MG EX-135 de Goldie Gardner.
Startex y Scalex
En 1952, presenta dos gamas de juguetes de hojalata impulsados por mecanismo de relojería, una llamada Startex y otra llamada Scalex, que prescindían de la clásica llave de dar cuerda. Los de Scalex funcionaban presionando el coche hacia abajo, luego tirando de él hacia atrás sobre su quinta rueda (situada en su parte inferior, ligeramente detrás de la rueda delantera derecha); así se recargaba el motor, luego soltabas el pequeño coche y corría unos tres metros hacia delante. Los de Startex funcionaban según el mismo principio, pero tenían una cuerda que, cuando se tiraba de ella, cargaba el motor. Inicialmente, la gama Scalex constaba de reproducciones de cinco modelos reales: Jaguar XK120; Aston Martin DB2; Austin Healey 100 M; MG TF; y un Ferrari 375, a los que se añadirían después un Maserati 250 F y un Jaguar Mk I. Y la de Startex arrancaba con un Sumbeam Alpine al que luego se sumaron los Jaguar y Austin Healey de Scalex pero con el sistema de impulsión Startex.
La gama de coches Scalex se diseñó en una escala 1/32 para las berlinas, mientras que los coches de Fórmula 1 (el Ferrari y el Maserati) estaban más cerca de la escala de 1/28. La precisión de los modelos y la coherencia a escala son el origen de la denominación «Scale», y la adición de la «x» final no se sabe a ciencia cierta. Hay quienes relacionan esta «X» con el método de darle cuerda al motor del mecanismo de relojería: «x» es la naturaleza desconocida o sin llave del motor.
Llega el motor eléctrico
Fred Francis se dio cuenta que algunos de sus clientes instalaban pequeños motores eléctricos en sus modelos de hojalata y los colocaban sobre vías eléctricas con raíles no muy diferentes a las utilizadas por los modelos de trenes de la época. Así Francis no tardó en sustituir el motor de relojería en la gama de automóviles Scalex por uno eléctrico. Pero no se quedó ahí, y agregó un guía bajo del automóvil, e ideó un sistema de pistas con un canal en que se introducía dicha guía manteniendo así los coches en el circuito. Un simple botón de encendido/apagado a través de una caja de terminales separada, hacía circular por la vía la electricidad que alimentaba los motores de cada coche a través de unas trencillas situadas en la guía.
La nueva marca se denominó «Scalextric»: el «tric» adicional provenía de «electric». Así, la marca Scalextric se define como «la gama de coches Scalex equipados con motor eléctrico». Se cuenta que Fred Francis asistía a las carreras en el circuito de Goodwood y fue allí donde quedó fascinado por los Maserati 250, y Ferrari 375. Así que los primeros Los primeros coches Scalextric de hojalata fueron los dos monoplazas italianos de Fórmula 1, a los que se sumó posteriormente el precioso deportivo británico Austin Healey 100/6.
El primer set de Scalextric, se presentó en la Feria Internacional del Juguete de Harrogate en 1957, y un año después Fred Francis vendió Minimodels, incluido Scalextric, a los hermanos Lines Brothers, de Tri-ang.
Tri-ang continuó produciendo la gama Scalextric de hojalata en 1958 y 1959, pero utilizó Rovex (una firma que había adquirido en el año 1951 para producir trenes de plástico más baratos que los de metal) para desarrollar una nueva gama de modelos Scalextric más rentables. La idea se hace realidad en 1960, con coches que utilizan carrocerías de plástico y un derivado del popular motor Tri-ang X.03 utilizado en los modelos de trenes. Los primeros coches fueron los Lotus 16, Vanwall, Jaguar y Aston Martin DBR1. Además Tri-ang, introduce unos mandos que permitían controlar la velocidad de los coches apretando con el pulgar un pulsador.
En España
El invento de Fred Francis llegaría a España tras un acuerdo, en el año 1962, entre la firma británica Tri-ang y la española Exin. Al principio, en España se fabricaban bajo licencia británica los transformadores y las pistas (que, por cierto, entre los años 1962 y 1964 las haría Pirelli), mientras que los coches y otros componentes venían del Reino Unido. En aquellos años comprar un coche de forma individual, es decir separado del set o conjunto de pistas, mandos, peraltes y vallas, suponía pagar entre trescientas y cuatrocientas pesetas, que era una cantidad casi prohibitiva para el poder adquisitivo de la media española.
Como modelos de esa época podemos recordar los Austin Healey, Mercedes SL, o los Cooper y Ferrari de Fórmula 1 que fueron los primeros coches fabricados en España por Exin a partir de moldes Tri-ang. Y luego vendrían los 600 TC, que fueron los primeros diseñados y fabricados por Exin. Esta firma española se acabaría convirtiendo en la dueña del Scalextric hasta su quiebra en el año 1992, dejando tras de sí una espectacular producción, siempre presentada en las cajas bellamente ilustradas por el artista Luis Bargalló.
Si bien los tiempos modernos no son objeto de este espacio, si cabe hacer un repaso rápido de estos. Tras el cierre de Exin, Scalextric pasó a manos de la multinacional Tyco. Pocos años después la empresa española Tecnitoys se convierte en dueña del Scalextric y multiplicará sus ventas entre 2001 y 2005. El éxito llevó a que a finales de 2006, el grupo Planeta, a través de su empresa especializada en capital de riesgo Inversiones Hemisferio, compra el 25% de Tecnitoys. Y junto a Hemisferio, a la ampliación de capital acudían nombres conocidos del mundo empresarial como Tomás Fornesa (hijo del expresidente de La Caixa), o Juan Rosell (padre del que fuera presidente de la CEOE). Pero en 2009 las ventas caen de forma espectacular: ya se sabe que a los financieros no les gusta el Scalextric (lo suyo siempre fue el Monopoly) y Tecnitoys se ve abocada a negociar con los bancos para vender sus activos.
En la actualidad, en España, México y Rusia, la firma Scalextric la comercializa Scale Competition Xtreme SL, mientras que para el resto del mundo es la inglesa Hornby Hobbies, que vende en España bajo la marca Superslot.
Pero lo nuestro es la historia y para completarla, un apunte final, una recomendación: la lectura de una de las obras más completas a nivel mundial realizadas sobre este más que juego, «Scalextric, historia y nostalgia», realizada por un equipo encabezado por el vallisoletano Jesús Alonso Domingo, un trabajo lleno de rigor y de una extraordinaria pasión. La misma pasión con que niños y adultos seguirán apretando en sus manos los pequeños mandos de velocidad con la ilusión de que los coches del Scalextric nunca dejen de correr.
TITULO: POLICIA O JUSTICIA - Un incendio en Sada de madrugada obliga a desalojar un edificio,.
Un incendio en Sada de madrugada obliga a desalojar un edificio,.
Una persona fue trasladada al hospital y varias atendidas en el mismo lugar,.
Una treintena de personas, según el 112 Galicia , fueron desalojadas de un edificio en el lugar de Coiro en Soñeiro (Sada) tras producirse un incendio que calcinó un piso de la primera planta sobre las 05.15 horas de la madrugada de la Nochebuena. Varios residentes fueron atendidos en el entorno del inmueble por crisis de ansiedad e inhalación de humo mientras que una mujer tuvo que ser trasladada por una ambulancia al Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) al presentar intoxicación por inhalación de humo y quemaduras leves en una mano. Ayer por la tarde su pronóstico era reservado. A causa del incendio murieron varios gatos y un perro.
Tras recibir la alerta de un particular que avisó al 112, al lugar se trasladaron dos dotaciones del parque comarcal de bomberos de Arteixo, cuatro efectivos del Servicio de Emergencias Municipal de Oleiros y una patrulla de la Guardia Civil. Bomberos y Emergencias trabajaron en coordinación y mientras unos se encargaban del desalojo de los residentes, por precaución, otros se aplicaron a las tareas de extinción.
El fuego calcinó totalmente una de las viviendas del primer piso y generó una densa humareda que impedía a los efectivos ver en el interior del edificio. De hecho varios residentes de la tercera planta alertaron de que no eran capaces de salir al exterior. La persona que avisó del fuego indicó que había una mujer dentro de un piso y no podía salir. Sin embargo poco después los propios vecinos lograron sacarla por una ventana. La Guardia Civil sacó a un hombre con movilidad reducida.
Los bomberos y Emergencias acudieron al lugar en Coiro, donde se ubican varias naves empresariales, y aunque al principio se pensaba que el fuego podía deberse a la maquinaria de un ascensor,los equipos de extinción y rescate comprobaron que el foco del fuego estaba en el tubo de alimentación de la caldera del gasóleo. Al parecer en la zona hacia la chimenea tenía el aislante con malla y fue necesario desmontarlo para enfriarlo, según explicó uno de los bomberos que actuaron en la zona. Los trabajos de extinción se prolongaron hasta las 06.30 horas en que se dio por controlado el fuego y tras finalizar las tareas de ventilación. Después los residentes de los pisos pudieron retornar a sus domicilios, tras realizar las mediciones y comprobaciones de humos y gases.
El fuego dañó la fachada del edificio de tal forma que además de caer las ventanas y cristales, también sucedió lo mismo con bloques de ladrillo y cemento, que se desplomaron encima de un vehículo estacionado justo debajo. Los equipos intervinientes vallaron con cinta toda la fachada por riesgo de caída de más cascotes. Los bomberos señalaron que es importante supervisar el mantenimiento de las calderas y limpiar las chimeneas de cara al invierno, revisando previamente el tiro.
TITULO: LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Ceremonioso ,.
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Ceremonioso , fotos,.
Ceremonioso ,.
La muerte es el ser más generoso que conozco. Aun pudiendo arrebatarnos de esta tierra con un sutil movimiento… acecha y espera. Antes pensaba que aguardaba a que hiciéramos algo bueno con nuestras vidas, creía que todos estábamos condenados a insignificantes actos de bondad: tener éxito, tener hijos, tener… Una vez fallecido Philippe, la muerte se desveló como un juego de azar extraordinario. Entonces dejé de creer en todas las cosas que hasta ese momento habían dotado de sentido a este devenir que llamamos existencia.
La ceremonia fue breve. Mucho más de lo que él hubiera deseado. No quiero lágrimas, había dicho, e hicimos lo imposible por acatar ese deseo. Apenas media hora en torno al féretro a punto de escalar al nicho del que jamás escaparía. Philippe, que fue siempre tan libre, encerrado en este hueco tan nimio hasta la eternidad. La concurrencia se disolvió en silencio, tal y como había llegado. Y entre tanto, palabras disparadas llenas de recuerdos, de viajes inolvidables, de experiencias junto a él. Con Philippe la vida era eso, un continuo crepitar de emociones: el placer de saborear un cono de helado de sabor indescriptible en Indonesia, país que recorrimos en apenas 15 días con aquellas pesadas mochilas a la espalda, dejándonos seducir por aromas y sabores, por el exotismo de lo que llamamos “extranjero” aunque en determinadas patrias —familia, deseo, coraje, perseverancia…— todos nos reconocemos.
Philippe y yo jamás habíamos compartido un hombre. Al menos así lo creí los años en que intercambiamos confidencias en París. Teníamos gustos similares y los ojos se nos escapaban, a los dos, tras los modelos del Atelier Chardon Savard donde yo hacía mis prácticas como fotógrafa y él despuntaba como estilista de distintas producciones. Nunca me fotografíes —me dijo uno de los primeros días en que coincidimos— e hice caso omiso de su ruego pertrechando, con mi objetivo, la prudente distancia que nos separaba y nos demandaba un cierto pudor.
Todo aquello era trabajo, aunque inmortalicé, a su pesar, sus dedos recorriendo aquellos cuerpos escuálidos. Nunca le enseñé esas fotos. Jamás supo que le había fotografiado. Eran bellos primeros planos de sus dedos sobre la ropa prestada de las grandes maisons. Eran bellos primeros planos de sus manos ajustando costuras aquí y allá. En alguna de las instantáneas sus dedos asemejaban un volátil borrón sobre una espalda desnuda. Nunca pensé que no debía haberle fotografiado y hoy me parece que podría publicar una obra o inaugurar una exposición en el café de la calle Barbieri con aquellas decenas de imágenes que capturaron su talento y lo amarraron al papel llenándolo inocentemente con intenciones.
Philippe y yo jamás habíamos compartido un hombre, creí esos años en París, los años de efervescencia de nuestras primeras vidas. Por nuestro pequeño apartamento de la calle Pecquay se dejaron ver, en numerosas ocasiones, algunos de aquellos modelos que luego despuntarían con Valentino en Milán o tras el objetivo de Testino. Yo sólo era yo. El testigo mudo de un pasado que dejé de añorar. Me levantaba por la mañana y allí estaban, con un café solo en la mano, saludándome con aquella mirada de condescendencia que solían dedicarme todos los maniquíes y artistas homosexuales, como si yo no fuera cómplice de sus escarceos de madrugada, de sus gemidos acompasados en la habitación de al lado, de ocultar a Armand, el novio intermitente de Philippe, todas estas aventuras. Joie de vivre, decía él.
Aquellos modelos me miraban con altanería y Philippe siempre volvía a casa en el momento justo, cuando estábamos a punto de llegar a las manos, cuando los estúpidos celos se animaban al fin a poseernos. Philippe volvía a casa en el momento justo y con él la bandeja de croissants. Había olvidado ya el olor del churro clásico y me rendía sin excusa al delicioso desayuno que él preparaba. Comíamos los tres en silencio y no tenía fuerzas para preguntarle por Armand. Esperaba a que el modelo se despidiese, ojeroso y excitado, en el rellano. Y cuando él, Philippe, cerraba la puerta con el tacón —con el tacón de dos centímetros que le subía la autoestima y el orgullo y le alejaba de los vestigios de un pasado que deseaba olvidar— me pedía disculpas y me aseguraba que la siguiente vez me avisaría con algo de tiempo. Yo le miraba escéptica, ¡al fin y al cabo era Philippe!, y algunas cosas nunca cambian aun a pesar del empeño que mostremos en hacerlo. Entonces sí, le preguntaba por Armand. Y Philippe enmudecía y respondía con evasivas: “Esto no te incumbe, Clara”.
Para entonces Armand ya se estaba muriendo y Philippe no quería hablar del SIDA, asumir la gravedad de su dolencia, admitir el fracaso de una relación que parecía destinada a desvanecerse desde el principio, descubrir que quizá ese torbellino orgiástico en que se habían inmerso juntos tenía parte de culpa. Que del SIDA tenía incluso parte de culpa él, que tanto deseaba descubrir cuerpos desconocidos, que tanto recurría a los modelos del Atelier o a los muchachos de la vía Bois de Boulogne cuando volvía solo a casa sin Armand.
Philippe no se atrevía a visitar a su pareja en el hospital, donde éste firmaba ya entonces su desahucio vital. Enterraron a Armand en mayo y únicamente le acompañamos sus padres y yo. Philippe se encerró en el cuarto, a oscuras, con el último disco de Bowie bajo el brazo.
Philippe volvió a trabajar dos días después y con el tiempo yo dejé el Atelier. Su insensatez me desvelaba. Intenté hablar con él, pero se revolvía como un animal herido cada vez que mencionaba a Armand. Con los meses y la distancia dejamos de hablar. Yo sabía de él por la muchacha que acudía a limpiar el piso y me enamoré en esa época de uno de aquellos imberbes modelos. Creí que, por su aspecto femenino y enfermizo, podría haber estado con Philippe. Jamás le pregunté. Mi vida se escurrió, alejándose de esa duda, y se ubicó en la certeza inocua de que Philippe y yo jamás habíamos compartido un hombre.
Tras mi marcha del Atelier Chavard trabajé retratos, paisajes para revistas especializadas y muchas bodas. Y no olvidé las manos. El claroscuro de miles de detalles enmarañados sobre la angosta piel. Seguí fotografiándolas. Me gustaban especialmente las manos robustas de hombres de mediana edad. Hombres que podrían haber sido Armand, o incluso Philippe. Quizá lo fueron, pero mis miles de ensoñaciones sobre qué habría sido de él habían diluido la imagen real que de él había mantenido a salvo en mi memoria.
Me mudé y olvidé pedir noticias a la muchacha que acudía a su piso a limpiar, aunque no sé si fue por la mudanza o porque ella se hartó: de los hombres imberbes, de los jóvenes escudados por el anonimato, hombres que sostenían de manera imperturbable una taza de café solo, una taza de porcelana blanca con un ribete dorado, herencia de su tía materna, seguro, la única taza que conservaba en el piso.
Quizá fotografié sus manos, mucho tiempo después aunque, como digo, ya no lo recuerdo. Es importante guardar los recuerdos justos para no permitir que nos invada la nostalgia, para dejar que se creen nuevas imágenes de nuestras vivencias, para conseguir ese mínimo de libertad e inconsciencia de vivir que nos ayuda a navegar por este sino proceloso.
Sé que fotografié sus manos, esta vez sí. Fue un encargo que me llegó a través de agencia. Philippe ha muerto —comenzaba el encargo—, rogamos fotografíen el cadáver para la agencia Reuters. Acudí, de luto, al velatorio. El féretro permanecía abierto. No tuve que identificarme pues todo el mundo allí reunido parecía conocerme.
La lente se dirigió a sus manos. Esas manos robustas que ahora firmaban el armisticio y que habían hecho muchas de las cosas buenas que debemos hacer todos en la vida. Habían hecho el amor, habían provocado placer, habían abrazado a amigos, habían trabajado, habían…
Conservaba, en ese momento, el espacio vacío entre sus dedos entrelazados, entre sus dedos apoyados y entrelazados sobre un traje oscuro que habría mirado, seguro, en su juventud con condescendencia. No llevaba joyas encima, ni apenas maquillaje sobre el rostro. Había perdido el gesto huraño que protagonizó los años pasados.
La vida le habría vapuleado, seguro, y una placidez se había arremolinado en torno a sus arrugas. Era indiscutiblemente bello. Lo fue de joven, cuando la vida le disparaba tantas emociones, lo era ahora, que la muerte le miraba sin altanería —ahora que la muerte le concedía un último acto de generosidad con la perenne taza de café solo y humeante entre los dedos—: belleza, ese azar extraordinario.
TITULO : EL CLUB COMEDIA - «Contaminatio», la comedia plautina aterriza en Itálica ,.
«Contaminatio», la comedia plautina aterriza en Itálica,.
El cantante y actor Naím Thomas interpreta una compilación musical de escenas del dramaturgo romano bajo la dirección de Jesús Torres,.
El cantante y actor Naím Thomas interpreta una compilación musical de escenas del dramaturgo romano bajo la dirección de Jesús Torres
El Festival de los Teatros Romanos de Andalucía prosigue con la séptima entrega celebrada en el histórico escenario de Itálica (Santiponce) con la obra «Contaminatio, una comedia musical a la romana» de El Aedo Teatro. La pieza recopila las mejores escenas de las obras de Plauto en un musical que empezó ayer y que continuará representándose hasta el sábado 24 de agosto bajo la dirección de Jesús Torres y la interpretación de Naím Thomas. Además, el libreto y la composición musical de este espectáculo son totalmente originales.
«Contaminatio, una comedia musical a la romana» es un musical alocado que recoge las mejores escenas de Plauto, «siguiendo su propia técnica dramatúrgica», como explica la propia compañía: uniendo retazos de las diferentes obras romanas ya existentes y formando una nueva. «Contaminatio» transcurre en uno de los barrios más divertidos y variopintos de la capital romana, donde ocurrirán decenas de situaciones cómicas.
El cantante Naím Thomas es protagonista de este espectáculo junto con Rául Gama, responsable de la composición musical. Por otro lado, el gaditano Jesús Torres es el encargado de la dramaturgia y dirección. Este último es Premio Autor 2019 de la Sociedad General de Autores (SGAE) por «Puños de harina» .«Contaminatio» fue estrenada recientemente en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, en la sede de Regina.
La obra cuenta con un reparto de lujo, nueve intérpretes que actúan, cantan y bailan son los protagonistas de esta comedia disparatada y coral: Naím Thomas («Operación Triunfo»), Antonio Albella («Locomía»), Mariola Peña («Hoy no me puedo levantar»), Darío Frías («Mis adorables vecinos»), Rubén Frías («Danzad, malditos»), Antonio M.M. («Dirty Dancing», «El Médico») y Eva Rodríguez («La Regenta»). El Aedo Teatro es una compañía privada andaluza, formada por un elenco de jóvenes actores en la treintena con una sólida formación y una amplia visión y experiencia en el mundo profesional, que saben compaginar con éxito diversos proyectos. Jesús Torres, su director, es al mismo tiempo actor, investigador y dramaturgo.
Festival de Teatros Romanos
El Festival de los Teatros Romanos de Andalucía es un ciclo escénico estival que organiza la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y ejecuta la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales (Aaiicc). Este verano se celebra en los yacimientos arqueológicos de Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz) e Itálica (Santiponce, Sevilla) entre el 1 y el 31 de agosto. El certamen se ha consolidado como una atractiva oferta veraniega que conjuga la difusión de los yacimientos arqueológicos con una propuesta escénica, lo que contribuye a dinamizar el mapa teatral andaluz. La Junta aporta los enclaves, el personal de sala y la promoción, mientras que las compañías interpretan la obra y reciben la taquilla creándo un espectáculo insólito fruto de esta combinación.
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