TITULO: Mi casa es la tuya - Wendy Ramos , Viernes -21, 28 - Octubre ,.
Mi casa es la tuya,.
Este viernes - 21, 28- Octubre - a las 22.00, Telecinco emite una nueva entrega de 'Mi casa es la tuya', con Bertín Osborne charlando con - Wendy Ramos , foto.
Wendy Ramos,.
Wendy Ramos | ||
---|---|---|
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Janet Wendy Ramos Rey | |
Nacimiento | 1 de diciembre de 1966 (55 años) Lima, Perú | |
Nacionalidad | Peruana | |
Educación | ||
Educada en | Universidad de Lima | |
Información profesional | ||
Ocupación | Actriz, clown, guionista, directora de teatro, conferenciante, bloggera | |
Sitio web | ||
Janet Wendy Ramos Rey (Lima, 1 de diciembre de 1966) es una comunicadora social, actriz, clown, guionista, directora de teatro y bloggera peruana, reconocida por el papel estelar de Wendy Janet en la serie cómica Pataclaun y a la par, por ser fundadora de la Asociación Bolaroja.1
Biografía[editar]
Egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima (Perú), se inició en el clown en 1991 como una de las fundadoras del grupo de teatro Patacláun. Ramos interpretó a "Wendy" y también a "Doña Antonieta (Mama de Tony)" en la primera serie de la asociación cultural: Patacláun (1997–1999), que fue emitida por Frecuencia Latina.
En el 2001 creó "Bolaroja", iniciando así un nuevo camino que integraba el clown a una corriente de transformación social mayor.2 Inició el proyecto de clown hospitalario "Doctores Bolaroja" en 2002. Al año siguiente Patch Adams y sus clowns visitaron el proyecto,3 y en 2005 iniciaron en conjunto el "Proyecto Belén" en la selva peruana.45
Ha representado a Doctores Bolaroja también en Nicaragua, Rusia, Isla de Pascua y España. El Ministerio de Salud del Perú la nombró en 2003 promotora de la salud, embajadora de la lucha contra la tuberculosis (2005) e imagen de la salud mental (2008).[cita requerida] El distrito de Belén (Iquitos), donde se desarrolla el Proyecto Belén, la reconoció como Huésped Ilustre en 2009.[cita requerida] La Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo la nombró Embajadora de la Marca Perú en 2011.[cita requerida]
Además, Ramos dirige montajes con los clowns de la escuela, escribe guiones para televisión, diseña y dicta talleres especiales para empresas, da conferencias sobre su trabajo y el trabajo de Bolaroja, realiza (escribe, actúa, musicaliza y edita) videos para su propio blog "Vaca descarriada".67
En marzo de 2012 se estrenó la obra para niños Doña Desastre, que Wendy protagonizó.8 Seguidamente actuó en Toc Toc bajo la dirección de Juan Carlos Fisher.
Ramos inició el 2013 con la reposición de la obra Toc Toc. Tuvo una participación especial en la película Asu Mare.91011
Ramos realizó su primer unipersonal de nombre Cuerda en 2013.12 También tuvo un rol en la película A los 40 de 2014.13
TITULO:
Pekín Express - Podemos acusa al PSOE de «bloquear» la negociación de los Presupuestos ,.
Pekín Express ,.
Cristina Pedroche conduce 'Pekín Express: La ruta de los elefantes', una aventura en mitad del Índico, en la que 10 parejas con perfiles muy diferentes, etc.
Podemos acusa al PSOE de «bloquear» la negociación de los Presupuestos,.
Los morados aseguran que los socialistas llevan una semana sin convocar la mesa de diálogo,.
La negociación de los Presupuestos Generales del Estado de 2023 se encuentra completamente bloqueada. A tres días para que venza el plazo constitucional para presentarlos «en tiempo y forma», como era la intención expresada por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no hay avances y todo hace indicar que se prorrogarán las cuentas de 2022 hasta que los socios de gobierno se pongan de acuerdo en esta cuestión. Mientras tanto, desde Unidas Podemos, fuentes cercanas a Ione Belarra, acusan a los socialistas de mantener las conversaciones «encalladas» y de no convocar la mesa de negociaciones desde hace una semana.
Los morados están molestos por la falta de avances en determinadas cuestiones sobre el anteproyecto de Presupuestos y apelan al PSOE a que potencie la reuniones de negociación. Estas mismas fuentes señalan que los puntos de fricción pasan por el bloqueo de la ley de vivienda –especialmente regular el precio de los alquileres en las zonas tensionadas–, la derogación de la llamada 'ley mordaza', un aumento en los fondos destinados a la conciliación y los cuidados, la ley de familias y, también, por la armonización fiscal que pide Unidas Podemos.
Esta pasa no solo, explican, por subir los impuestos a «los más ricos», también hacer efectivo el impuesto de Sociedades al 15%, que fue aprobado hace un año, pero en Podemos consideran que no está funcionando. Además de otras medidas como bajar el IVA de los productos para celiacos.
Algunas de estas peticiones no son un secreto, se trata de las líneas rojas que ya fijó la propia Belarra en junio, cuando se iniciaron los contactos entre ambas formaciones, y que, en los últimos días llevan repitiendo los diferentes portavoces del partido morado.
Desde el PSOE, en cambio, restan gravedad a esta situación y mantienen la confianza en la buena marcha de las conversaciones. «Los Presupuestos se siguen negociando y estoy convencido de que saldrán», ha explicado el portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, este martes. Desde Ferraz sostienen que los contactos con su socio es constante y que se producen conversaciones y reuniones habituales con el Ministerio de Hacienda en el centro.
La ministra del ramo, María Jesús Montero, ya trasladó el lunes que «en los próximos días» presentará el paquete de medidas fiscales y concretó que algunas estarán incluidas en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado y otras se harán en una norma específica que se llevará a cabo con «tramitación rápida» para que tenga efecto en 2023.
Pero ese mismo día, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se alineó con las peticiones de Podemos y reconoció que las posturas aún están «muy lejos» dentro del Gobierno y explicó que las diferencias se centran en fiscalidad, plan de choque contra la inflación, medidas para la transición ecológica y política social.
TITULO: La Historia del Fútbol en Castuera -Santa Amalia -0- cd Castuera -0- ,.
Santa Amalia -0- cd Castuera -0- ,.
Reparto de puntos en Santa Amalia
El CD Santa Amalia y CD Castuera-Subastacar firman un empate sin goles en un partido muy competido de principio a final,.
El partido correspondiente a la segunda jornada del campeonato liguero del grupo 3º de la Primera Extremeña que enfrentaba al CD Santa Amalia y CD Castuera-Subastacar, finalizó con empate sin goles y el reparto de puntos entre locales y visitantes.
Los jugadores del CD Castuera-Subastacar, que esta temporada dirige Alberto Fernández, pusieron sobre el Municipal de Santa Amalia la seriedad defensiva que ya mostraron el pasado domingo en el Manuel Ruiz en el primer partido del campeonato liguero. Sin embargo, este trabajo defensivo de volver a dejar la portería a cero no tuvo réplica en la faceta ofensiva, dejando también su casillero a cero en un partido en el que un mal arbitraje y el pésimo estado del terreno de juego resultó determinante.
Los primeros minutos del encuentro fueron muy intensos, con poco juego y muchos cambios en la posesión del balón, ya que ninguno de los dos equipos se hacía con el control del juego.
Con el paso de los minutos, los Alberto Fernández subieron la intensidad tomando la iniciativa y el dominio del balón, proponiendo e intentándolo, pero le faltaba el último pase y resolver en los metros finales, mientras que equipo local daba un paso atrás esperando su oportunidad para salir a la contra. En cualquier caso, las jugadas de ambos conjuntos eran muy cortas y se pisaban poco las áreas.
Sin apenas ocasiones, un centro lateral tras un contra que no encontró rematador, fue la más clara para los locales, y una falta lateral lanzada por Davilillo y intento de globo de Jorge González al ver al portero local adelantado, para de los visitantes, se cerraba una primera parte muy competida.
Tras el paso por los vestuarios poco cambió el guion de lo visto en la primera parte, con un Castuera que seguía intentándolo y con un equipo local que se hacía fuerte empleando una dureza, a veces excesiva, que el árbitro no supo cortar.
Pese a todo el CD Castuera-Subastacar pudo decantar el encuentro a su favor en el inicio de la segunda mitad, cuando un pase en profundidad dejó sólo a Jorge González frente al portero local, que se anticipó para sacarle de balón de los pies.
Después sería Yasin el que pudo haber abierto el marcador con un disparo que salió rebotado por la espalada de un defensor.
A siete minutos del final se produjo la expulsión de Alvarito con la que el Castuera se quedaba en inferioridad numérica para afrontar el tramo final del choque. Una jugada en la que los jugadores de ambos equipos entraron fuerte al balón y que terminó con propio Alvarito lesionado. Sin embargo, el juez de línea y el colegiado no vieron así la jugada y sacó la segunda amarilla al jugador del Castuera ante la incredulidad de todos.
No sería la última jugada polémica del partido ya que, en tiempo de descuento, el colegiado también decidió mirar para otro lado y no ver el claro agarrón con el que un defensor local desequilibró a Jorge Velasco cuando se plantaba solo delante del portero. Una jugada más que discutible y que podía haber cambiado el signo del encuentro.
La aportación ofensiva de los locales en la segunda mitad se limitó a lanzamiento largos y colgar balones al área, que el portero del conjunto turronero, Pedro Jesús, resolvió con efectividad.
En definitiva, otro buen partido de los Alberto Fernández, en el que hay destacar la labor de conjunto y la implicación y el esfuerzo realizado por cada uno de los jugadores que estuvieron sobre el terreno de juego.
La próxima jornada, domingo 2 de octubre, el CD Castuera-Subastacar recibe en el Manuel Ruiz, a las 12.00 horas al CD Monterrubio con la obligación de ganar para hacer bueno el punto conseguido en Santa Amalia.
Ficha del partido
CD Castuera-Subastacar: Pedro Jesús, Javi Ruiz, Vera, Jesús Marín, Nelson, Eleuterio, Fran (Juanan), Alvarito (Juanan), Yasín (Peña), Davilillo, (Molina) y Jorge González (Velasco).
Arbitro: Javier Salgado Holgado. Mal arbitraje del colegiado cacereño que no utilizó el mismo rasero para medir las acciones de uno y otro equipo y perjudicó notablemente al CD Castuera-Subastacar. Por los locales vieron la tarjeta amarilla: Francisco Javier Fernández y Antonio y Manuel González Salcedo; y por los visitantes: Davilillo, Molina y Alvarito en dos ocasiones y roja.
Incidencias: Municipal de Santa Amalia, 300 espectadores, entre ellos aficionados del CD Castuera que se hicieron notar y no dejaron de animar a su equipo durante todo el partido.
TITULO: UN BUEN PLAN ES IR AL CINE -Miami Vice - Corrupción en Miami (Serie de TV),.
Reparto Don Johnson, Philip Michael Thomas, Edward James Olmos, Saundra Santiago, Gy Mirano, Michael Talbott, John Diehl, Gregory Sierra, Belinda Montgomery, Sheena Easton, Martin Ferrero, Olivia Brown, Julio Oscar Mechoso,. Serie de TV (1984-1990). 5 temporadas. 111 episodios. Ambientada en los años 80. James “Sonny” Crockett (Don Johnson) y Ricardo Tubbs (Philip Michael Thomas), una pareja de detectives infiltrados en el mundo del narcotráfico de Miami, llevan un tipo de vida acorde con su trabajo (Sonny vive en un velero junto con su mascota, un cocodrilo llamado “Elvis”, y Tubbs no se separa de su escopeta de cañones recortados). Ambos buscan a los asesinos del hermano de Tubbs. - TITULO: Días de cine -' Cine - Vanessa Marimbert., Viernes- 21 , 28- Octubre .
- Viernes - 21 , 28 - Octubre ., a las 20:35 horas por La 2 / foto,. Vanessa Marimbert,.
La cántabra Vanessa Marimbert gana el Premio Goya al Mejor Montaje por 'El buen patrón'
Ha
compatido el galardón con sus compañeros nominados, unos «excelentes
profesionales que podrían estar en el mismo lugar que yo»
Después
de dos décadas dedicada al cine desde la parte discreta del trabajo de
máquinas, Vanessa Marimbert (Santander, 1972) cerró ayer el círculo al
subirse al escenario del Palacio de Las Arts de Valencia para recibir el
Goya al mejor montaje por su trabajo en el 'El buen patrón', la gran
ganadora de la noche. Su entrada en la profesión se produjo de la mano
de una carta de recomendación del también cántabro Mario Camus, que le
abrió la puerta a una beca de la Fundación Botín, «el origen de todo».
Veinte años después, en la misma edición de la fiesta del cine español
en la que el director fue recordado por sus compañeros tras su muerte el
pasado mes de septiembre, Marimbert escuchó por primera vez su nombre
entre los nominados y se llevó la estatuilla.
«Aunque
ya llevo mucho tiempo en esto soy primeriza en esto de los premios, ha
sido increíble. Lo he vivido como se vive la primera vez», apunta la
montadora, que compartió el galardón con sus compañeros nominados, unos
«excelentes profesionales que podrían estar en el mismo lugar que yo».
Sus competidores eran Antonio Frutos, por 'Bajocero', Miguel Doblado por
'Josefina', y Nacho ruiz Capillas por 'Maixabel'.
Marimbert
llegó a Valencia con un discurso para los agradecimientos y ajustado al
tiempo marcado -con los deberes hechos, porque ella también es miembro
activo de la Academia del Cine que organiza el evento-, pero con la idea
en la cabeza de que no iba a tener que hacer el paseo hasta el
escenario. Lo mismo que muchos de sus compañeros del apartado técnico de
'El buen patrón'. «Algo tenía preparado porque la película era la
favorita en muchas categorías. Pero precisamente por eso, por estar en
tantas categorías, también en las importantes, pensábamos que igual la
película se llevaba los premios importantes y los académicos repartían
más los de los apartados técnicos», razona. Se equivocó para alegría de
los familiares y amigos que vieron su intervención por televisión desde
Cantabria, donde vuelve habitualmente con su familia (tiene dos hijas),
con la que reside en Madrid.
Más allá de los
vínculos personales, la relación con Cantabria y la Fundación Botín ha
seguido viva con obras como el documental sobre Renzo Piano, arquitecto y
diseñador del emblemático edificio de Santander. Obra del cineasta
Carlos Saura, de la que Marimbert es una de las montadoras de cabecera y
con el que continúa trabajando, está aún por estrenarse.
De
padre cántabro y madre francesa, creció en Santander antes de
trasladarse a estudiar Periodismo a Bilbao y meterse de lleno después en
el mundo del cine. Camus le abrió las puertas de la Fundación Botín, la
Fundación Botín de la Escuela de Cine de Madrid (ECAM) y la Escuela de
Cine de Madrid de una larga trayectoria en cine, documentales, series de
ficción e incluso programas de televisión. «Ahora quizás hay más
competencia, pero cuando empecé yo, la gente que no conocía a nadie en
este mundo y lograba estudiar en la ECAM tenía la seguridad de que
saldría con trabajo», recuerda. Desde entonces no ha parado.
Antes
del éxito de 'El Buen Patron', Marimbert ha compaginado sus trabajos en
el cine en películas como 'La caja 507', 'Buscando el norte' o 'El
Plan' con series de televisión. Entre sus últimas participaciones en el
área de montaje está la exitosa serie de TVE 'Estoy vivo', protagonizada
por Javier Gutiérrez. También en la televisión pública lleva su sello
la serie 'HIT'.
Además, ha participado en
trabajos técnicos detrás de las cámaras en programas de televisión como
'Un país para comérselo', que de la mano de Imanol Arias y Juan Echanove
recorrió España para presentar su gastronomía y el nostálgico
Ochéntame.
En clave más cántabra, su nombre también figura en los créditos del documental sobre Renzo Piano, arquitecto del Centro Botín.
TITULO: Saber Vivir - Las mentes matemáticas mueven el mundo,.
Las mentes matemáticas mueven el mundo,.
foto / En la era de los algoritmos, la supercomputación y el big data, las matemáticas se han convertido en una de las disciplinas más prestigiosas y demandadas. En la Universidad, la carrera vive un auge sin precedentes y sus alumnos se han vuelto clave en todo tipo de sectores. Se les requiere en finanzas, en biomedicina, en la industria petrolífera. Este es un viaje desde las aulas hasta las salas de mercado de la banca de inversión para comprender cómo las conjeturas y teoremas están transformando el planeta.
1. La academia
María Pe Pereira entra en el aula y comienza a escribir una demostración en la pizarra. “Un corolario del teorema de Cauchy para grupos abelianos”, recuerda a los alumnos. Pe Pereira tiene 37 años. Viste camiseta y vaqueros. Es burgalesa. A los 17 ya había sido medalla de oro en la Olimpiada Matemática Española. A los 30 resolvió junto a Javier Fernández de Bobadilla una conjetura planteada por el célebre matemático John Nash. A los 32 recibió el Premio José Luis Rubio de Francia de la Real Sociedad Matemática Española, y hoy sigue siendo la única mujer que lo ha ganado. Dedica sus horas a pensar en preguntas que se le ocurren o que otros dejaron sin respuesta. También da clase en la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid, como esta de Estructuras Algebraicas. En el aula el repiqueteo de la tiza se mezcla con sus palabras: “El grupo es la unión de las cajas…”, toc, toc, “… y la imagen es isomorfa a este grupo cociente”. Algo más de 20 jóvenes siguen la explicación. Muy pronto se convertirán en investigadores, en maestros de la computación, en magos del algoritmo.
Jorge Osés, logroñés de 22 años, en quinto del doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática, cuenta en el descanso que ya está trabajando en Graphext, compañía que desarrolla una herramienta para el análisis de datos. “Las empresas”, dice, “valoran tu capacidad para resolver problemas”. Se metió en Matemáticas porque quería superar un reto difícil. “Ahora sé que soy capaz de hacer cualquier cosa. Tengo confianza en mí mismo. Matemáticas es pensar, con presión, y sin una base. La carrera no consiste en memorizar. Te plantean problemas, te preguntan cosas nuevas”. Big data, inteligencia artificial, finanzas. El mundo digital es una locomotora. Y son pocos quienes tienen la llave para amasar la harina de este nuevo universo regido por el cálculo. Según Osés, “es más fácil contratar a un matemático y enseñarle economía que contratar a un economista y enseñarle matemáticas”.
El veterano catedrático Antonio Córdoba, director del Instituto de Ciencias Matemáticas, describe un nuevo tipo de criatura: “Ese centauro que forma el matemático con su ordenador es el espécimen más innovador que existe ahora mismo en la ciencia”. Siempre ha habido interacción de las matemáticas con todo, añade. “Pero desde la Segunda Guerra Mundial, y con la aparición de los grandes ordenadores —por cierto, creados por matemáticos—, ha ido in crescendo”. Córdoba compara la disciplina con una pirámide en cuyo vértice superior se encuentran los investigadores. Los matemáticos más creativos, personas que piensan en problemas sin necesidad de una aplicación en el mundo real. Pero sin los cuales no existirían avances en otros campos. Por debajo se encuentra la matemática aplicada. “Es este segundo estadio, el de la aplicación de los modelos matemáticos a ingeniería o economía, el que ha crecido”, dice. “El big data está muy bien. Pero se basa en teorías desarrolladas en la cumbre”. Ese es el propósito de este reportaje: un recorrido por las secciones de esa pirámide para entender el papel de las matemáticas en la revolución tecnológica.
María Pe, tras la clase de Estructuras Algebraicas, pone ejemplos de cómo las matemáticas se anticipan a menudo décadas o siglos a las aplicaciones: de la geometría riemanniana para descubrir la relatividad a los espacios de Hilbert para formalizar la mecánica cuántica. El pequeño teorema de Fermat, añade, fue durante siglos objeto de pura contemplación intelectual sin que nadie vislumbrara aplicación alguna. Hasta que en 1979 se usó como base para la criptografía que hoy sustenta el cifrado en las telecomunicaciones. Otro ejemplo reciente: los polinomios de su compañero el profesor Luengo. El despacho de Ignacio Luengo, catedrático de Álgebra en la Complutense, se encuentra en la última planta de la Facultad y en él reina un caos de libros y folios con fórmulas escritas a mano. Es experto en singularidades. Durante siete años ha estado trabajando en un sistema de encriptación capaz de resistir la potencia de cálculo de un futuro ordenador cuántico. Para evitar que, cuando aparezca, toda la información que circula en la Red, y que hoy permanece cifrada gracias al teorema de Fermat, quede al desnudo. Presentó su protocolo (tres páginas llenas de polinomios) a un concurso público del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) de EE UU y aún se encuentra en fase de valoración. En su opinión, “ahora el mundo se está dando cuenta de que las matemáticas están por todas partes. Todos saben lo que son los algoritmos. Gobiernan la estrategia de grandes empresas y también nos ayudan a ligar. Yo terminé la carrera en el año 1975; en esa época, la mayoría venía pensando que iba a ser profesor de instituto. Eso ha cambiado. Hoy los alumnos quieren trabajar en la industria”, más innovador que existe ahora en la ciencia”, dice Antonio Córdoba
El primer síntoma del tirón de las matemáticas en España es el de la nota media para acceder a la carrera: el corte ha subido del 5,99 en 2014 al 9,26 en 2017, según un estudio a nivel nacional de la Real Sociedad Matemática Española. Hay listas de espera en la mayoría de Facultades. Y el número de alumnos matriculados en sus aulas (entre grados, dobles grados y máster) ha crecido a buen ritmo: eran 7.369 en el curso 2008-2009 y son 11.526 en el presente, según cifras del Sistema Integrado de Información Universitaria. (Hay una noticia mala: el porcentaje de mujeres se ha reducido del 46% al 38%). Los dobles grados de Matemáticas y Física son hoy la carrera más demandada, en parte por su atractivo y en parte debido al número limitado de plazas: en la Complutense se exigía para entrar en 2018 la nota de corte más alta de España, un 13,667 (sobre 14). Y, entre las siguientes de la lista, también los dobles grados copaban siete de los diez puestos más altos.
El decano de Matemáticas de la Complutense, Antonio Bru, recibe en su despacho para explicar qué está ocurriendo. Sobre la mesa se encuentra la revista Scientific American. Lleva en portada un artículo coescrito por un profesor de la Complutense, David Pérez-García, titulado “The unsolvable problem” (El problema irresoluble). Publicar en esta revista supone un hito importante. “Para Sheldon [el personaje de The Big Bang Theory] sería un logro”, bromea Bru. El éxito de esta serie, reconocen varios de los entrevistados, es también parte de la fiebre. El decano explica que últimamente las empresas se acercan a la universidad para llevarse a los mejores. “Ayer justo el BBVA fichó a un alumno para temas de big data. Quieren personas preparadas para responder a problemas difíciles. Que sepan plantearlos y resolverlos. Con un grado de conocimiento matemático que permita describir y simular muchos procesos. Un todo en uno capaz de enfrentarse a casi cualquier problemática de manera eficiente”. Los salarios en el sector privado son tan competitivos que, según el decano, “el propio éxito de las matemáticas puede ir en su contra”. Hoy, la posibilidad de encontrar un empleo estable en la universidad es reducida. Lo cual desalienta a muchos doctores. Y desciende también el número de quienes quieren ser profesores en secundaria (en las últimas oposiciones se quedaron sin cubrir unas 300 plazas de profesores de Matemáticas, denunció el sindicato CSIF). “Puede ser el principio de nuestra muerte”, dice Bru. “Porque hay que explicar bien las matemáticas en el colegio y en la universidad. Y potenciar la investigación básica. El riesgo es que nos perdamos la revolución tecnológica”.
2. Big data
La omnipresencia de Google, el Internet de las cosas, las tarifas dinámicas de Uber y Cabify, las recomendaciones de Facebook e Instagram. Los datos son el nuevo petróleo. Y solo unos pocos parecen capaces de dominarlos. El primer empleo de la canadiense Holden Karau, antes incluso de acabar la carrera de Matemáticas en Ciencia de Computación, fue desarrollar para Amazon un modelo capaz de discernir entre las dos acepciones de la palabra rabbit en inglés. Una es “conejo”; la otra, “vibrador”. Llegó a ser ingeniera principal de software de big data en IBM. Hoy trabaja para Google, donde se dedica a enseñar lo que sabe y a supervisar lo que otros hacen dentro del gran buscador. Tiene 32 años, vive en San Francisco, pero recorre el globo dando conferencias en las que el contenido resulta un laberinto futurista. En noviembre participó en Madrid en el evento Big Data Spain. Salió al escenario vistiendo un largo abrigo de pelo blanco decorado con luces de colores y una capucha coronada con un cuerno. “Un científico de datos veterano es un unicornio”, se presentó. “Somos muy difíciles de encontrar”. Risas entre los asistentes, como preludio de una charla sobre Apache Spark —un “motor de análisis unificado para procesamiento de datos a gran escala”, define una web especializada—, “conductos de información” y “modelos de regresión lineal”. Karau bromea: “En ocasiones he roto cosas que valen millones”. De nuevo risas, porque los presentes parecen expertos en el arte de cosechar miles de datos, tratarlos y explotarlos.
Entre los ponentes y el público hay representantes del sector financiero, del de seguridad y defensa, expertos en redes neuronales y fabricantes de software que sirven para la conducción del coche autónomo, para predecir la demanda energética o el trading algorítmico (un modo sofisticado de operar en los mercados financieros, mediante procesos automatizados e hiperveloces). Tras la charla, la canadiense Karau acepta una entrevista. ¿Los matemáticos han conquistado el mundo? Como empleada de Google, sopesa la respuesta. “Los matemáticos tenemos un rol mucho más prominente que antes”, asegura. “Pero no diría que hemos conquistado el mundo. Rebajaría el tono, probablemente porque, si digo que lo hemos conquistado, aquellos con quienes tengo que cumplir mis promesas querrían controlar el planeta”. El discurso de Karau es, por un lado, esperanzador porque los avances tecnológicos, expone, pueden guiarnos hacia un mundo de tareas automatizadas donde los humanos viven en paz. Es capaz de imaginar un escenario peor, apocalíptico: “Uno en el que morimos todos”. Se explica: “El auge de ciertos ideales está relacionado con los algoritmos de recomendación. Si alguien ve un vídeo sobre una teoría de la conspiración, y entonces se le recomiendan más y más teorías de la conspiración, puedes tener a una persona normal que rápidamente comienza a creer cosas muy estúpidas (…). Las personas reaccionan de forma intensa a las noticias falsas. Pero eso no significa que sea la recomendación correcta”. El aspecto de ese futuro dependerá de nosotros mismos, dice, y del tipo de Gobiernos que elijamos. Por si acaso, Karau está escribiendo un libro para enseñar a los niños nociones de computación distribuida (un modelo para resolver problemas de computación masiva utilizando un gran número de ordenadores separados físicamente aunque conectados entre sí). “Creo que necesitamos gente que entienda sobre esto en los próximos años porque aún no sabemos lo que estamos haciendo”.
Varias voces alertan hoy sobre la algoritmia que nos rodea. Cathy O’Neil, doctora en Matemáticas por la Universidad de Harvard, trabajó en Wall Street hasta la crisis financiera de 2008. En 2017 publicó Armas de destrucción matemática (Capitán Swing), y en una entrevista reciente en este diario dijo: “Las matemáticas no solo están involucradas en muchos de los problemas del mundo, sino que los agravan”. El pensador israelí Yuval Noah Harari alerta en 21 lecciones para el siglo XXI (Debate) sobre la “dictadura del algoritmo” que podría avecinarse: un mundo en el que las principales decisiones políticas, económicas y sociales son tomadas por complejos cálculos de computación que ya muy pocos comprenden, socavando la libertad individual y generando una nueva masa de desheredados. “Toda la riqueza y todo el poder podrían estar concentrados en manos de una élite minúscula, mientras la mayoría de la gente sufriría no la explotación, sino algo mucho peor: la irrelevancia”.
3. Start-up
Mohamed Umair, paquistaní de 23 años, pedalea en las calles de Barcelona guiado por un algoritmo. Trabaja desde hace un año a lomos de una bicicleta para la compañía Glovo. Glovo es una start-up que recibe órdenes de clientes que piden algo, sobre todo comida, aunque puede ser cualquier cosa —condones, una guitarra, flores—, y envía ciclistas o motoristas a recoger el pedido y llevarlo hasta el destinatario. Ese proceso de asignación, que determina cuál es el mejor repartidor para cada pedido optimizando tiempo y distancia, es un proceso matemático complejo. La solución la calcula un algoritmo y la ejecutan personas como Umair. “Trabajo todos los días. Unas 8 o 10 horas. Hago una media de 70 u 80 kilómetros. Si la jornada es buena, quizá 110”, dice el paquistaní. “El trabajo está bien, por los ingresos. El empleo en el restaurante no era mejor. Aquí gano más, entre 1.200 y 1.500 euros al mes”.
El algoritmo también tiene nombre. Sus creadores lo han bautizado Jarvis, como la inteligencia artificial de la película Iron Man. Y es una versión afinada del algoritmo húngaro, un método de optimización desarrollado en los años cincuenta por el matemático Harold W. Kuhn.
La sede de Glovo en Barcelona ocupa dos plantas. La empresa nació en esta ciudad en 2015. Su jefe de tecnología, el canadiense Bartek Kunowski, también dio sus primeros pasos en Amazon (desarrollando un algoritmo de recomendación). Sobre Glovo, Kunowski dice: “Somos una compañía tech. Todo está basado en ciencias de la computación, es decir, en matemáticas”. Habla del algoritmo húngaro, pero también de los miles de datos que recolectan y almacenan, con los que pronostican la futura demanda. Y de sus modelos de machine learning (sistemas que aprenden automáticamente). Los cálculos se hacen para más de 60 ciudades de 20 países. Kunowski lidera un equipo internacional de 70 personas; son físicos, ingenieros, matemáticos y análogos, diestros en computación y código, que han de encajar con la cultura de la empresa: “Gente a la que le guste la tecnología, resolver problemas y que adoren las matemáticas”.
Amir Bakhtiari, iraní de 33 años, es uno de ellos. Estudió Robótica e Inteligencia Artificial en la Universidad de Teherán. Se fogueó en Google. Hace poco, para un proyecto interno de Glovo, creó un robot casero que recibía órdenes y las ejecutaba, una especie de repartidor-autómata de primera generación. Un esbozo de lo que será, probablemente, el próximo gran salto. Entre él y otros compañeros explican un poco más sobre Jarvis, el “algoritmo madre”. Dicen que uno ha de imaginar una matriz de unas 1.000 líneas por 1.000 columnas. “Ver todas las combinaciones posibles exigiría demasiado cálculo de computación. Este algoritmo lo simplifica. Jarvis corre cada minuto”. Su aspecto, en realidad, son líneas y líneas de código. Pero hay una forma de visualizarlo: abren el portátil y muestran un mapa interactivo de Madrid con múltiples líneas cruzándose. Son los repartidores y sus destinos en tiempo real. Casi se puede intuir la matemática moviéndose a toda velocidad bajo la superficie.
4. Supercomputación
El silencio de la vieja capilla es sepulcral. Hay una enorme urna de cristal transparente en el centro, y en su interior, como un tótem de nuestra era, se yerguen hileras de bastidores con miles de chips, nodos y procesadores. Para acceder a la urna hay que superar una puerta de seguridad. Dentro, el zumbido de los ventiladores vibra como la sala de máquinas de un barco. El ambiente es frío, pero si uno abre la espalda de una de las torres se libera un calor digital. Se ven cables, placas, lucecitas. “Esto es pura matemática”, dice el ingeniero que lo vigila.
Este supercomputador, el más potente de España y el quinto de Europa, llamado Mare Nostrum IV, alcanza una potencia pico de 13,7 petaflops, lo cual significa que puede ejecutar 13.700 billones de operaciones por segundo. Es difícil imaginarlo. Tampoco sus aplicaciones resultan demasiado comprensibles: gracias a esta máquina se han podido observar las ondas gravitacionales que Einstein predijo (el equipo LiGO, ganador del Nobel en 2017 por este trabajo, realizó parte de los cálculos en el Mare Nostrum). El supercomputador se encuentra en el campus de la Universidad Politécnica de Cataluña, en Barcelona, en este espacio que fue una capilla en el siglo XIX. Un emplazamiento tan exótico que Dan Brown lo usó como escenario de su novela Origen, en la que mezcla guerras de religión y ordenadores cuánticos.
En un edificio cercano se encuentran los investigadores del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC, por sus siglas en inglés), centenares de personas entregadas a las tareas más variopintas. Entre ellos abundan los matemáticos. Personas como Eva Casoni, de 36 años, doctora en Matemáticas, que se dedica a la simulación numérica de materiales. Es decir, provoca desastres aterradores: disecciona aortas y deforma el fuselaje de los aviones hasta romperlos, pero en un mundo ficticio, el de los cálculos matemáticos, empleando para ello “ecuaciones con un montón de parámetros” que solo son posibles de resolver a través de la supercomputación. La italiana Enza di Tomaso, doctora en Ingeniería Matemática, trabaja en el departamento de clima y se dedica a simular el movimiento de millones de partículas en la atmósfera, lo cual resulta útil para predecir las tormentas de arena —trabaja en coordinación con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)—. Marc Casas y Miquel Moretó, ambos matemáticos y doctores en Arquitectura de Computadores, investigan cómo mejorar el rendimiento del supercomputador, planteándose preguntas tipo: “¿De qué forma el hardware puede ayudar al routine software?”. Construyen modelos, identifican ineficiencias y tratan de arreglarlas. Manejan un lenguaje propio de Juegos de guerra. “Ahora estamos dentro de Mare Nostrum”, dicen tras teclear unos comandos. En su opinión, “los supercomputadores son los microscopios del siglo XXI”.
José María Celá, ingeniero de telecomunicaciones y director del departamento de computación aplicada a la ciencia y la ingeniería en el BSC, explica por qué los matemáticos son clave hoy: “Porque entienden el lenguaje en el que se expresa la ciencia. ¿Por qué ahora hacen falta más? Porque existen computadoras”. En su equipo fueron fundamentales para desarrollar un sistema de exploración geofísica del subsuelo marino a través de ecografías, gracias al algoritmo RTM. La industria del petróleo estaba muy interesada en ello. Según Celá, “el algoritmo había sido descrito en los setenta. Pero ninguna máquina era capaz de ejecutarlo. Conseguimos hacerlo 14 veces más rápido, usando truquitos matemáticos. Y de tres meses pasó a poder ser calculado en algo menos de una semana”. En el ordenador muestra la imagen recreada de un domo salino en el golfo de México. “Usando RTM obtienes imágenes de las trampas geológicas, que es donde está el petróleo, bajo la sal. Te dice con precisión dónde pinchar para extraerlo”. El primer cliente del proyecto fue Repsol. Y tras la entrevista, Celá se marcha a una cita con los directivos de una gran compañía del automóvil.
5. La Olimpiada
María Gaspar tiene mucho que ver con el creciente prestigio de las matemáticas. Catedrática de instituto y profesora universitaria, es una de las personas más conocidas en su gremio porque lleva más de tres décadas organizando la Olimpiada Matemática. Incluso para decir su edad propone un juego: “Tengo un millón de años en base dos”. En su opinión, este tipo de competiciones destinadas a la infancia, pero con gran repercusión mediática, han contribuido al auge de la disciplina: “Antes, los buenos tenían que disimular”. Gaspar también es profesora de Estalmat, un proyecto de detección y estímulo del talento precoz. Son clases de matemáticas puras que se imparten en fin de semana en toda España a menores sobresalientes. Y también tratan de ir un paso más allá: un empleado de IBM, por ejemplo, les dio hace poco lecciones de programación en R, lenguaje habitual en biomedicina y matemática financiera.
Según Gaspar, las matemáticas “flexibilizan el coco”. Un viernes de noviembre, tratando de ir al origen y de entender qué poseen los matemáticos que hoy interesa tanto, la acompañamos durante la fase cero de la Olimpiada. Centenares de chavales de entre 13 y 18 años ocupan las aulas de la Complutense, en Madrid. Han de resolver 30 problemas que exigen pensar, descubrir, enunciar, demostrar y, casi seguro, equivocarse y volver a empezar. Según uno de los voluntarios que vigila el examen, y que pasó por la Olimpiada hace unos años, “esto te da otra visión de las mates”. Con respecto a la escuela quiere decir, donde a menudo las matemáticas consisten en resolver problemas de forma mecánica. Eso es probablemente lo que se va transmitiendo a esta cantera, lo que define a los alumnos en la universidad y lo que se busca en el mercado laboral.
6. Economía
Es difícil determinar con precisión cuánto aportan las matemáticas al PIB de un país. La consultora AFI está enfrascada en ello, por encargo de la Red Estratégica de Matemáticas (REM). Los resultados del informe aún no son públicos, pero Pablo Hernández, analista encargado del estudio, afirma: “Las matemáticas son un driver del crecimiento a largo plazo”. (En otros países europeos, donde se han hecho estudios similares, aseguran que las matemáticas contribuyen al PIB entre un 10% y un 15%, publicó Europa Press).
Aparte de consultora, AFI es una escuela de finanzas. Un jueves de noviembre, Carlos López Hernández, de 35 años, trader en BBVA y exalumno del doble grado de Matemáticas e Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Cataluña, se encuentra en una de sus aulas. Traza una curva en la pizarra y repasa conceptos derivados de la ecuación de Black-Scholes con los estudiantes del máster de Finanzas Cuantitativas: call, put, straddle y “griegas”. Tratan de calcular cómo realizar la cobertura de los productos derivados cuando las acciones subyacentes suben o bajan. El profesor colorea una sección: “Esta es la ganancia. Parece dinero gratis”. Para obtenerlo, prosigue, han de poner en la balanza el posible beneficio y el coste de oportunidad. Los alumnos le inquieren:
—¿En función de qué tomo la decisión?
—Es puro feeling.
—¿Ahí no hay matemáticas?
—Hay una parte decisional, que es la parte humana que se incorpora al marco matemático. El Brexit, el Twitter de Trump… Todos los eventos impredecibles.
—¿Es psicología?
—Es mercado.
Muchos de los alumnos ya combinan estudios y trabajo. La mayoría (el 52% de los que cursan el máster) son matemáticos. Se los rifan en consultoras y en banca. Expertos en modelización, en riesgos, en trading. En genérico, se les conoce como analistas cuantitativos. Quants, en la jerga. Y son claves en el sector desde que las matemáticas colonizaron las finanzas. El periodista de The Wall Street Journal Scott Patterson escribió sobre ellos en su libro The Quants (2010). El subtítulo era revelador: “Cómo una nueva raza de genios matemáticos conquistaron Wall Street y casi la destruyen”.
A este lado del charco, en Europa, Londres es la meca de los quants. Y para entender la cantidad de matemática que hay en su mundo, el analista de riesgos franco-español Juan Félix Aniel Quiroga, de 50 años, muestra su doble pantalla en la sala de mercado del hedge fund para el que trabaja (SPX; mueve más de 10.000 millones de dólares y su sede se encuentra en Mayfair, en el mismo edificio que el fondo del inversor y filántropo húngaro George Soros). En las pantallas oscilan decenas de curvas. Son precios históricos de instrumentos de mercado; las recesiones, bien marcadas en rojo. Es todo lo que permite ver. Sus fórmulas son secretas. Aniel Quiroga, formado como matemático e ingeniero industrial en Francia, desayuna cada mañana con el resultado de escenarios simulados que él mismo ha programado para valorar cómo afectaría a las inversiones. Son millones de cálculos matemáticos. Test de estrés, se denominan. Escenarios catastróficos. O cotidianos: “Calculo, por ejemplo, qué ha pasado en cada uno de los días de los últimos 10 años; y otros muchos test”. Aun así, cree que no se puede predecir el mercado. “Es imposible”. Pero duerme tranquilo. Pase lo que pase, dice, “no debería ser peor que lo que yo he calculado”.
La matemática Belén Lerena Guil, canaria de 44 años, desembarcó en Londres en 2005. “Era el boom del análisis cuantitativo”, dice. Tras doctorarse en la Universidad Complutense con una tesis sobre magnetohidrodinámica y realizar estancias en París y Zúrich, regresó a Madrid, a dar clases en la Facultad. “El sueldo era cada vez más bajo, tenía muy poca estabilidad y me empecé a aburrir”. En Londres la fichó Royal Bank of Scotland. Pasó en él ocho años, incluidos los de la crisis, desarrollando modelos en la sala de mercado. Se dedicaba, en sus palabras, a “poner en matemáticas productos financieros”. Hoy trabaja en JP Morgan, el mayor banco estadounidense y uno de los principales del mundo, en el departamento de validación de modelos. Explica su tarea: “Es como una función de control, un doble chequeo para ver si los modelos que se están usando tienen sentido y funcionan bien”. Recibe en la planta 30ª de una torre de vidrio en Canary Wharf, uno de los fortines mundiales de la banca de inversión. Preguntada por la relación entre matemáticas y crisis financiera, Lerena reconoce que antes de 2008 los modelos no tenían en cuenta la acumulación de riesgo (la regulación, añade, lo permitía). Hoy, buena parte del cometido de los matemáticos es el de supervisar esos modelos. “Cuando empecé, existían los grupos de validación, como en el que trabajo ahora. Pero no tenían la relevancia de hoy. Lo importante era desarrollar y desarrollar [productos financieros]. Después de la crisis, esto cambió. Necesitas tener una buena función de control. Si ves que en un momento de un estrés del mercado, de una crisis, la volatilidad se va a disparar, tienes que entender los límites de tus modelos para tener esa parte cubierta”. Lerena asegura que el auge de los quants ha dado paso ahora a otro nuevo: el del big data. Más abajo, en la planta 7ª del rascacielos, se encuentra una de las salas de trading del banco. Permiten observarla desde fuera, no acceder a la estancia. Ni fotografiarla. Al otro lado del cristal se extienden hileras de ejecutivos, decenas de ellos, sentados en una sala diáfana, con tres o cuatro pantallas cada uno. Modelizando, comprando, vendiendo. Estresando variables. Haciendo girar el mundo con ayuda de las matemáticas. Y apoyado contra el vidrio, ajeno al fabuloso circo de las finanzas, un limpiabotas saca lustre a unos zapatos.
- TITULO: Días de cine -' Cine - Vanessa Marimbert., Viernes- 21 , 28- Octubre .
- Viernes - 21 , 28 - Octubre ., a las 20:35 horas por La 2 / foto,.Vanessa Marimbert,.
La cántabra Vanessa Marimbert gana el Premio Goya al Mejor Montaje por 'El buen patrón'
Ha compatido el galardón con sus compañeros nominados, unos «excelentes profesionales que podrían estar en el mismo lugar que yo»
Después de dos décadas dedicada al cine desde la parte discreta del trabajo de máquinas, Vanessa Marimbert (Santander, 1972) cerró ayer el círculo al subirse al escenario del Palacio de Las Arts de Valencia para recibir el Goya al mejor montaje por su trabajo en el 'El buen patrón', la gran ganadora de la noche. Su entrada en la profesión se produjo de la mano de una carta de recomendación del también cántabro Mario Camus, que le abrió la puerta a una beca de la Fundación Botín, «el origen de todo». Veinte años después, en la misma edición de la fiesta del cine español en la que el director fue recordado por sus compañeros tras su muerte el pasado mes de septiembre, Marimbert escuchó por primera vez su nombre entre los nominados y se llevó la estatuilla.
«Aunque ya llevo mucho tiempo en esto soy primeriza en esto de los premios, ha sido increíble. Lo he vivido como se vive la primera vez», apunta la montadora, que compartió el galardón con sus compañeros nominados, unos «excelentes profesionales que podrían estar en el mismo lugar que yo». Sus competidores eran Antonio Frutos, por 'Bajocero', Miguel Doblado por 'Josefina', y Nacho ruiz Capillas por 'Maixabel'.
Marimbert llegó a Valencia con un discurso para los agradecimientos y ajustado al tiempo marcado -con los deberes hechos, porque ella también es miembro activo de la Academia del Cine que organiza el evento-, pero con la idea en la cabeza de que no iba a tener que hacer el paseo hasta el escenario. Lo mismo que muchos de sus compañeros del apartado técnico de 'El buen patrón'. «Algo tenía preparado porque la película era la favorita en muchas categorías. Pero precisamente por eso, por estar en tantas categorías, también en las importantes, pensábamos que igual la película se llevaba los premios importantes y los académicos repartían más los de los apartados técnicos», razona. Se equivocó para alegría de los familiares y amigos que vieron su intervención por televisión desde Cantabria, donde vuelve habitualmente con su familia (tiene dos hijas), con la que reside en Madrid.
Más allá de los vínculos personales, la relación con Cantabria y la Fundación Botín ha seguido viva con obras como el documental sobre Renzo Piano, arquitecto y diseñador del emblemático edificio de Santander. Obra del cineasta Carlos Saura, de la que Marimbert es una de las montadoras de cabecera y con el que continúa trabajando, está aún por estrenarse.
De padre cántabro y madre francesa, creció en Santander antes de trasladarse a estudiar Periodismo a Bilbao y meterse de lleno después en el mundo del cine. Camus le abrió las puertas de la Fundación Botín, la Fundación Botín de la Escuela de Cine de Madrid (ECAM) y la Escuela de Cine de Madrid de una larga trayectoria en cine, documentales, series de ficción e incluso programas de televisión. «Ahora quizás hay más competencia, pero cuando empecé yo, la gente que no conocía a nadie en este mundo y lograba estudiar en la ECAM tenía la seguridad de que saldría con trabajo», recuerda. Desde entonces no ha parado.
Antes del éxito de 'El Buen Patron', Marimbert ha compaginado sus trabajos en el cine en películas como 'La caja 507', 'Buscando el norte' o 'El Plan' con series de televisión. Entre sus últimas participaciones en el área de montaje está la exitosa serie de TVE 'Estoy vivo', protagonizada por Javier Gutiérrez. También en la televisión pública lleva su sello la serie 'HIT'.
Además, ha participado en trabajos técnicos detrás de las cámaras en programas de televisión como 'Un país para comérselo', que de la mano de Imanol Arias y Juan Echanove recorrió España para presentar su gastronomía y el nostálgico Ochéntame.
En clave más cántabra, su nombre también figura en los créditos del documental sobre Renzo Piano, arquitecto del Centro Botín.
TITULO: Saber Vivir - Las mentes matemáticas mueven el mundo,.
Las mentes matemáticas mueven el mundo,.
foto / En la era de los algoritmos, la supercomputación y el big data, las matemáticas se han convertido en una de las disciplinas más prestigiosas y demandadas. En la Universidad, la carrera vive un auge sin precedentes y sus alumnos se han vuelto clave en todo tipo de sectores. Se les requiere en finanzas, en biomedicina, en la industria petrolífera. Este es un viaje desde las aulas hasta las salas de mercado de la banca de inversión para comprender cómo las conjeturas y teoremas están transformando el planeta.
1. La academia
María Pe Pereira entra en el aula y comienza a escribir una demostración en la pizarra. “Un corolario del teorema de Cauchy para grupos abelianos”, recuerda a los alumnos. Pe Pereira tiene 37 años. Viste camiseta y vaqueros. Es burgalesa. A los 17 ya había sido medalla de oro en la Olimpiada Matemática Española. A los 30 resolvió junto a Javier Fernández de Bobadilla una conjetura planteada por el célebre matemático John Nash. A los 32 recibió el Premio José Luis Rubio de Francia de la Real Sociedad Matemática Española, y hoy sigue siendo la única mujer que lo ha ganado. Dedica sus horas a pensar en preguntas que se le ocurren o que otros dejaron sin respuesta. También da clase en la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid, como esta de Estructuras Algebraicas. En el aula el repiqueteo de la tiza se mezcla con sus palabras: “El grupo es la unión de las cajas…”, toc, toc, “… y la imagen es isomorfa a este grupo cociente”. Algo más de 20 jóvenes siguen la explicación. Muy pronto se convertirán en investigadores, en maestros de la computación, en magos del algoritmo.
Jorge Osés, logroñés de 22 años, en quinto del doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática, cuenta en el descanso que ya está trabajando en Graphext, compañía que desarrolla una herramienta para el análisis de datos. “Las empresas”, dice, “valoran tu capacidad para resolver problemas”. Se metió en Matemáticas porque quería superar un reto difícil. “Ahora sé que soy capaz de hacer cualquier cosa. Tengo confianza en mí mismo. Matemáticas es pensar, con presión, y sin una base. La carrera no consiste en memorizar. Te plantean problemas, te preguntan cosas nuevas”. Big data, inteligencia artificial, finanzas. El mundo digital es una locomotora. Y son pocos quienes tienen la llave para amasar la harina de este nuevo universo regido por el cálculo. Según Osés, “es más fácil contratar a un matemático y enseñarle economía que contratar a un economista y enseñarle matemáticas”.
El veterano catedrático Antonio Córdoba, director del Instituto de Ciencias Matemáticas, describe un nuevo tipo de criatura: “Ese centauro que forma el matemático con su ordenador es el espécimen más innovador que existe ahora mismo en la ciencia”. Siempre ha habido interacción de las matemáticas con todo, añade. “Pero desde la Segunda Guerra Mundial, y con la aparición de los grandes ordenadores —por cierto, creados por matemáticos—, ha ido in crescendo”. Córdoba compara la disciplina con una pirámide en cuyo vértice superior se encuentran los investigadores. Los matemáticos más creativos, personas que piensan en problemas sin necesidad de una aplicación en el mundo real. Pero sin los cuales no existirían avances en otros campos. Por debajo se encuentra la matemática aplicada. “Es este segundo estadio, el de la aplicación de los modelos matemáticos a ingeniería o economía, el que ha crecido”, dice. “El big data está muy bien. Pero se basa en teorías desarrolladas en la cumbre”. Ese es el propósito de este reportaje: un recorrido por las secciones de esa pirámide para entender el papel de las matemáticas en la revolución tecnológica.
María Pe, tras la clase de Estructuras Algebraicas, pone ejemplos de cómo las matemáticas se anticipan a menudo décadas o siglos a las aplicaciones: de la geometría riemanniana para descubrir la relatividad a los espacios de Hilbert para formalizar la mecánica cuántica. El pequeño teorema de Fermat, añade, fue durante siglos objeto de pura contemplación intelectual sin que nadie vislumbrara aplicación alguna. Hasta que en 1979 se usó como base para la criptografía que hoy sustenta el cifrado en las telecomunicaciones. Otro ejemplo reciente: los polinomios de su compañero el profesor Luengo. El despacho de Ignacio Luengo, catedrático de Álgebra en la Complutense, se encuentra en la última planta de la Facultad y en él reina un caos de libros y folios con fórmulas escritas a mano. Es experto en singularidades. Durante siete años ha estado trabajando en un sistema de encriptación capaz de resistir la potencia de cálculo de un futuro ordenador cuántico. Para evitar que, cuando aparezca, toda la información que circula en la Red, y que hoy permanece cifrada gracias al teorema de Fermat, quede al desnudo. Presentó su protocolo (tres páginas llenas de polinomios) a un concurso público del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) de EE UU y aún se encuentra en fase de valoración. En su opinión, “ahora el mundo se está dando cuenta de que las matemáticas están por todas partes. Todos saben lo que son los algoritmos. Gobiernan la estrategia de grandes empresas y también nos ayudan a ligar. Yo terminé la carrera en el año 1975; en esa época, la mayoría venía pensando que iba a ser profesor de instituto. Eso ha cambiado. Hoy los alumnos quieren trabajar en la industria”, más innovador que existe ahora en la ciencia”, dice Antonio Córdoba
El primer síntoma del tirón de las matemáticas en España es el de la nota media para acceder a la carrera: el corte ha subido del 5,99 en 2014 al 9,26 en 2017, según un estudio a nivel nacional de la Real Sociedad Matemática Española. Hay listas de espera en la mayoría de Facultades. Y el número de alumnos matriculados en sus aulas (entre grados, dobles grados y máster) ha crecido a buen ritmo: eran 7.369 en el curso 2008-2009 y son 11.526 en el presente, según cifras del Sistema Integrado de Información Universitaria. (Hay una noticia mala: el porcentaje de mujeres se ha reducido del 46% al 38%). Los dobles grados de Matemáticas y Física son hoy la carrera más demandada, en parte por su atractivo y en parte debido al número limitado de plazas: en la Complutense se exigía para entrar en 2018 la nota de corte más alta de España, un 13,667 (sobre 14). Y, entre las siguientes de la lista, también los dobles grados copaban siete de los diez puestos más altos.
El decano de Matemáticas de la Complutense, Antonio Bru, recibe en su despacho para explicar qué está ocurriendo. Sobre la mesa se encuentra la revista Scientific American. Lleva en portada un artículo coescrito por un profesor de la Complutense, David Pérez-García, titulado “The unsolvable problem” (El problema irresoluble). Publicar en esta revista supone un hito importante. “Para Sheldon [el personaje de The Big Bang Theory] sería un logro”, bromea Bru. El éxito de esta serie, reconocen varios de los entrevistados, es también parte de la fiebre. El decano explica que últimamente las empresas se acercan a la universidad para llevarse a los mejores. “Ayer justo el BBVA fichó a un alumno para temas de big data. Quieren personas preparadas para responder a problemas difíciles. Que sepan plantearlos y resolverlos. Con un grado de conocimiento matemático que permita describir y simular muchos procesos. Un todo en uno capaz de enfrentarse a casi cualquier problemática de manera eficiente”. Los salarios en el sector privado son tan competitivos que, según el decano, “el propio éxito de las matemáticas puede ir en su contra”. Hoy, la posibilidad de encontrar un empleo estable en la universidad es reducida. Lo cual desalienta a muchos doctores. Y desciende también el número de quienes quieren ser profesores en secundaria (en las últimas oposiciones se quedaron sin cubrir unas 300 plazas de profesores de Matemáticas, denunció el sindicato CSIF). “Puede ser el principio de nuestra muerte”, dice Bru. “Porque hay que explicar bien las matemáticas en el colegio y en la universidad. Y potenciar la investigación básica. El riesgo es que nos perdamos la revolución tecnológica”.
2. Big data
La omnipresencia de Google, el Internet de las cosas, las tarifas dinámicas de Uber y Cabify, las recomendaciones de Facebook e Instagram. Los datos son el nuevo petróleo. Y solo unos pocos parecen capaces de dominarlos. El primer empleo de la canadiense Holden Karau, antes incluso de acabar la carrera de Matemáticas en Ciencia de Computación, fue desarrollar para Amazon un modelo capaz de discernir entre las dos acepciones de la palabra rabbit en inglés. Una es “conejo”; la otra, “vibrador”. Llegó a ser ingeniera principal de software de big data en IBM. Hoy trabaja para Google, donde se dedica a enseñar lo que sabe y a supervisar lo que otros hacen dentro del gran buscador. Tiene 32 años, vive en San Francisco, pero recorre el globo dando conferencias en las que el contenido resulta un laberinto futurista. En noviembre participó en Madrid en el evento Big Data Spain. Salió al escenario vistiendo un largo abrigo de pelo blanco decorado con luces de colores y una capucha coronada con un cuerno. “Un científico de datos veterano es un unicornio”, se presentó. “Somos muy difíciles de encontrar”. Risas entre los asistentes, como preludio de una charla sobre Apache Spark —un “motor de análisis unificado para procesamiento de datos a gran escala”, define una web especializada—, “conductos de información” y “modelos de regresión lineal”. Karau bromea: “En ocasiones he roto cosas que valen millones”. De nuevo risas, porque los presentes parecen expertos en el arte de cosechar miles de datos, tratarlos y explotarlos.
Entre los ponentes y el público hay representantes del sector financiero, del de seguridad y defensa, expertos en redes neuronales y fabricantes de software que sirven para la conducción del coche autónomo, para predecir la demanda energética o el trading algorítmico (un modo sofisticado de operar en los mercados financieros, mediante procesos automatizados e hiperveloces). Tras la charla, la canadiense Karau acepta una entrevista. ¿Los matemáticos han conquistado el mundo? Como empleada de Google, sopesa la respuesta. “Los matemáticos tenemos un rol mucho más prominente que antes”, asegura. “Pero no diría que hemos conquistado el mundo. Rebajaría el tono, probablemente porque, si digo que lo hemos conquistado, aquellos con quienes tengo que cumplir mis promesas querrían controlar el planeta”. El discurso de Karau es, por un lado, esperanzador porque los avances tecnológicos, expone, pueden guiarnos hacia un mundo de tareas automatizadas donde los humanos viven en paz. Es capaz de imaginar un escenario peor, apocalíptico: “Uno en el que morimos todos”. Se explica: “El auge de ciertos ideales está relacionado con los algoritmos de recomendación. Si alguien ve un vídeo sobre una teoría de la conspiración, y entonces se le recomiendan más y más teorías de la conspiración, puedes tener a una persona normal que rápidamente comienza a creer cosas muy estúpidas (…). Las personas reaccionan de forma intensa a las noticias falsas. Pero eso no significa que sea la recomendación correcta”. El aspecto de ese futuro dependerá de nosotros mismos, dice, y del tipo de Gobiernos que elijamos. Por si acaso, Karau está escribiendo un libro para enseñar a los niños nociones de computación distribuida (un modelo para resolver problemas de computación masiva utilizando un gran número de ordenadores separados físicamente aunque conectados entre sí). “Creo que necesitamos gente que entienda sobre esto en los próximos años porque aún no sabemos lo que estamos haciendo”.
Varias voces alertan hoy sobre la algoritmia que nos rodea. Cathy O’Neil, doctora en Matemáticas por la Universidad de Harvard, trabajó en Wall Street hasta la crisis financiera de 2008. En 2017 publicó Armas de destrucción matemática (Capitán Swing), y en una entrevista reciente en este diario dijo: “Las matemáticas no solo están involucradas en muchos de los problemas del mundo, sino que los agravan”. El pensador israelí Yuval Noah Harari alerta en 21 lecciones para el siglo XXI (Debate) sobre la “dictadura del algoritmo” que podría avecinarse: un mundo en el que las principales decisiones políticas, económicas y sociales son tomadas por complejos cálculos de computación que ya muy pocos comprenden, socavando la libertad individual y generando una nueva masa de desheredados. “Toda la riqueza y todo el poder podrían estar concentrados en manos de una élite minúscula, mientras la mayoría de la gente sufriría no la explotación, sino algo mucho peor: la irrelevancia”.
3. Start-up
Mohamed Umair, paquistaní de 23 años, pedalea en las calles de Barcelona guiado por un algoritmo. Trabaja desde hace un año a lomos de una bicicleta para la compañía Glovo. Glovo es una start-up que recibe órdenes de clientes que piden algo, sobre todo comida, aunque puede ser cualquier cosa —condones, una guitarra, flores—, y envía ciclistas o motoristas a recoger el pedido y llevarlo hasta el destinatario. Ese proceso de asignación, que determina cuál es el mejor repartidor para cada pedido optimizando tiempo y distancia, es un proceso matemático complejo. La solución la calcula un algoritmo y la ejecutan personas como Umair. “Trabajo todos los días. Unas 8 o 10 horas. Hago una media de 70 u 80 kilómetros. Si la jornada es buena, quizá 110”, dice el paquistaní. “El trabajo está bien, por los ingresos. El empleo en el restaurante no era mejor. Aquí gano más, entre 1.200 y 1.500 euros al mes”.
El algoritmo también tiene nombre. Sus creadores lo han bautizado Jarvis, como la inteligencia artificial de la película Iron Man. Y es una versión afinada del algoritmo húngaro, un método de optimización desarrollado en los años cincuenta por el matemático Harold W. Kuhn.
La sede de Glovo en Barcelona ocupa dos plantas. La empresa nació en esta ciudad en 2015. Su jefe de tecnología, el canadiense Bartek Kunowski, también dio sus primeros pasos en Amazon (desarrollando un algoritmo de recomendación). Sobre Glovo, Kunowski dice: “Somos una compañía tech. Todo está basado en ciencias de la computación, es decir, en matemáticas”. Habla del algoritmo húngaro, pero también de los miles de datos que recolectan y almacenan, con los que pronostican la futura demanda. Y de sus modelos de machine learning (sistemas que aprenden automáticamente). Los cálculos se hacen para más de 60 ciudades de 20 países. Kunowski lidera un equipo internacional de 70 personas; son físicos, ingenieros, matemáticos y análogos, diestros en computación y código, que han de encajar con la cultura de la empresa: “Gente a la que le guste la tecnología, resolver problemas y que adoren las matemáticas”.
Amir Bakhtiari, iraní de 33 años, es uno de ellos. Estudió Robótica e Inteligencia Artificial en la Universidad de Teherán. Se fogueó en Google. Hace poco, para un proyecto interno de Glovo, creó un robot casero que recibía órdenes y las ejecutaba, una especie de repartidor-autómata de primera generación. Un esbozo de lo que será, probablemente, el próximo gran salto. Entre él y otros compañeros explican un poco más sobre Jarvis, el “algoritmo madre”. Dicen que uno ha de imaginar una matriz de unas 1.000 líneas por 1.000 columnas. “Ver todas las combinaciones posibles exigiría demasiado cálculo de computación. Este algoritmo lo simplifica. Jarvis corre cada minuto”. Su aspecto, en realidad, son líneas y líneas de código. Pero hay una forma de visualizarlo: abren el portátil y muestran un mapa interactivo de Madrid con múltiples líneas cruzándose. Son los repartidores y sus destinos en tiempo real. Casi se puede intuir la matemática moviéndose a toda velocidad bajo la superficie.
4. Supercomputación
El silencio de la vieja capilla es sepulcral. Hay una enorme urna de cristal transparente en el centro, y en su interior, como un tótem de nuestra era, se yerguen hileras de bastidores con miles de chips, nodos y procesadores. Para acceder a la urna hay que superar una puerta de seguridad. Dentro, el zumbido de los ventiladores vibra como la sala de máquinas de un barco. El ambiente es frío, pero si uno abre la espalda de una de las torres se libera un calor digital. Se ven cables, placas, lucecitas. “Esto es pura matemática”, dice el ingeniero que lo vigila.
Este supercomputador, el más potente de España y el quinto de Europa, llamado Mare Nostrum IV, alcanza una potencia pico de 13,7 petaflops, lo cual significa que puede ejecutar 13.700 billones de operaciones por segundo. Es difícil imaginarlo. Tampoco sus aplicaciones resultan demasiado comprensibles: gracias a esta máquina se han podido observar las ondas gravitacionales que Einstein predijo (el equipo LiGO, ganador del Nobel en 2017 por este trabajo, realizó parte de los cálculos en el Mare Nostrum). El supercomputador se encuentra en el campus de la Universidad Politécnica de Cataluña, en Barcelona, en este espacio que fue una capilla en el siglo XIX. Un emplazamiento tan exótico que Dan Brown lo usó como escenario de su novela Origen, en la que mezcla guerras de religión y ordenadores cuánticos.
En un edificio cercano se encuentran los investigadores del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC, por sus siglas en inglés), centenares de personas entregadas a las tareas más variopintas. Entre ellos abundan los matemáticos. Personas como Eva Casoni, de 36 años, doctora en Matemáticas, que se dedica a la simulación numérica de materiales. Es decir, provoca desastres aterradores: disecciona aortas y deforma el fuselaje de los aviones hasta romperlos, pero en un mundo ficticio, el de los cálculos matemáticos, empleando para ello “ecuaciones con un montón de parámetros” que solo son posibles de resolver a través de la supercomputación. La italiana Enza di Tomaso, doctora en Ingeniería Matemática, trabaja en el departamento de clima y se dedica a simular el movimiento de millones de partículas en la atmósfera, lo cual resulta útil para predecir las tormentas de arena —trabaja en coordinación con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)—. Marc Casas y Miquel Moretó, ambos matemáticos y doctores en Arquitectura de Computadores, investigan cómo mejorar el rendimiento del supercomputador, planteándose preguntas tipo: “¿De qué forma el hardware puede ayudar al routine software?”. Construyen modelos, identifican ineficiencias y tratan de arreglarlas. Manejan un lenguaje propio de Juegos de guerra. “Ahora estamos dentro de Mare Nostrum”, dicen tras teclear unos comandos. En su opinión, “los supercomputadores son los microscopios del siglo XXI”.
José María Celá, ingeniero de telecomunicaciones y director del departamento de computación aplicada a la ciencia y la ingeniería en el BSC, explica por qué los matemáticos son clave hoy: “Porque entienden el lenguaje en el que se expresa la ciencia. ¿Por qué ahora hacen falta más? Porque existen computadoras”. En su equipo fueron fundamentales para desarrollar un sistema de exploración geofísica del subsuelo marino a través de ecografías, gracias al algoritmo RTM. La industria del petróleo estaba muy interesada en ello. Según Celá, “el algoritmo había sido descrito en los setenta. Pero ninguna máquina era capaz de ejecutarlo. Conseguimos hacerlo 14 veces más rápido, usando truquitos matemáticos. Y de tres meses pasó a poder ser calculado en algo menos de una semana”. En el ordenador muestra la imagen recreada de un domo salino en el golfo de México. “Usando RTM obtienes imágenes de las trampas geológicas, que es donde está el petróleo, bajo la sal. Te dice con precisión dónde pinchar para extraerlo”. El primer cliente del proyecto fue Repsol. Y tras la entrevista, Celá se marcha a una cita con los directivos de una gran compañía del automóvil.
5. La Olimpiada
María Gaspar tiene mucho que ver con el creciente prestigio de las matemáticas. Catedrática de instituto y profesora universitaria, es una de las personas más conocidas en su gremio porque lleva más de tres décadas organizando la Olimpiada Matemática. Incluso para decir su edad propone un juego: “Tengo un millón de años en base dos”. En su opinión, este tipo de competiciones destinadas a la infancia, pero con gran repercusión mediática, han contribuido al auge de la disciplina: “Antes, los buenos tenían que disimular”. Gaspar también es profesora de Estalmat, un proyecto de detección y estímulo del talento precoz. Son clases de matemáticas puras que se imparten en fin de semana en toda España a menores sobresalientes. Y también tratan de ir un paso más allá: un empleado de IBM, por ejemplo, les dio hace poco lecciones de programación en R, lenguaje habitual en biomedicina y matemática financiera.
Según Gaspar, las matemáticas “flexibilizan el coco”. Un viernes de noviembre, tratando de ir al origen y de entender qué poseen los matemáticos que hoy interesa tanto, la acompañamos durante la fase cero de la Olimpiada. Centenares de chavales de entre 13 y 18 años ocupan las aulas de la Complutense, en Madrid. Han de resolver 30 problemas que exigen pensar, descubrir, enunciar, demostrar y, casi seguro, equivocarse y volver a empezar. Según uno de los voluntarios que vigila el examen, y que pasó por la Olimpiada hace unos años, “esto te da otra visión de las mates”. Con respecto a la escuela quiere decir, donde a menudo las matemáticas consisten en resolver problemas de forma mecánica. Eso es probablemente lo que se va transmitiendo a esta cantera, lo que define a los alumnos en la universidad y lo que se busca en el mercado laboral.
6. Economía
Es difícil determinar con precisión cuánto aportan las matemáticas al PIB de un país. La consultora AFI está enfrascada en ello, por encargo de la Red Estratégica de Matemáticas (REM). Los resultados del informe aún no son públicos, pero Pablo Hernández, analista encargado del estudio, afirma: “Las matemáticas son un driver del crecimiento a largo plazo”. (En otros países europeos, donde se han hecho estudios similares, aseguran que las matemáticas contribuyen al PIB entre un 10% y un 15%, publicó Europa Press).
Aparte de consultora, AFI es una escuela de finanzas. Un jueves de noviembre, Carlos López Hernández, de 35 años, trader en BBVA y exalumno del doble grado de Matemáticas e Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Cataluña, se encuentra en una de sus aulas. Traza una curva en la pizarra y repasa conceptos derivados de la ecuación de Black-Scholes con los estudiantes del máster de Finanzas Cuantitativas: call, put, straddle y “griegas”. Tratan de calcular cómo realizar la cobertura de los productos derivados cuando las acciones subyacentes suben o bajan. El profesor colorea una sección: “Esta es la ganancia. Parece dinero gratis”. Para obtenerlo, prosigue, han de poner en la balanza el posible beneficio y el coste de oportunidad. Los alumnos le inquieren:
—¿En función de qué tomo la decisión?
—Es puro feeling.
—¿Ahí no hay matemáticas?
—Hay una parte decisional, que es la parte humana que se incorpora al marco matemático. El Brexit, el Twitter de Trump… Todos los eventos impredecibles.
—¿Es psicología?
—Es mercado.
Muchos de los alumnos ya combinan estudios y trabajo. La mayoría (el 52% de los que cursan el máster) son matemáticos. Se los rifan en consultoras y en banca. Expertos en modelización, en riesgos, en trading. En genérico, se les conoce como analistas cuantitativos. Quants, en la jerga. Y son claves en el sector desde que las matemáticas colonizaron las finanzas. El periodista de The Wall Street Journal Scott Patterson escribió sobre ellos en su libro The Quants (2010). El subtítulo era revelador: “Cómo una nueva raza de genios matemáticos conquistaron Wall Street y casi la destruyen”.
A este lado del charco, en Europa, Londres es la meca de los quants. Y para entender la cantidad de matemática que hay en su mundo, el analista de riesgos franco-español Juan Félix Aniel Quiroga, de 50 años, muestra su doble pantalla en la sala de mercado del hedge fund para el que trabaja (SPX; mueve más de 10.000 millones de dólares y su sede se encuentra en Mayfair, en el mismo edificio que el fondo del inversor y filántropo húngaro George Soros). En las pantallas oscilan decenas de curvas. Son precios históricos de instrumentos de mercado; las recesiones, bien marcadas en rojo. Es todo lo que permite ver. Sus fórmulas son secretas. Aniel Quiroga, formado como matemático e ingeniero industrial en Francia, desayuna cada mañana con el resultado de escenarios simulados que él mismo ha programado para valorar cómo afectaría a las inversiones. Son millones de cálculos matemáticos. Test de estrés, se denominan. Escenarios catastróficos. O cotidianos: “Calculo, por ejemplo, qué ha pasado en cada uno de los días de los últimos 10 años; y otros muchos test”. Aun así, cree que no se puede predecir el mercado. “Es imposible”. Pero duerme tranquilo. Pase lo que pase, dice, “no debería ser peor que lo que yo he calculado”.
La matemática Belén Lerena Guil, canaria de 44 años, desembarcó en Londres en 2005. “Era el boom del análisis cuantitativo”, dice. Tras doctorarse en la Universidad Complutense con una tesis sobre magnetohidrodinámica y realizar estancias en París y Zúrich, regresó a Madrid, a dar clases en la Facultad. “El sueldo era cada vez más bajo, tenía muy poca estabilidad y me empecé a aburrir”. En Londres la fichó Royal Bank of Scotland. Pasó en él ocho años, incluidos los de la crisis, desarrollando modelos en la sala de mercado. Se dedicaba, en sus palabras, a “poner en matemáticas productos financieros”. Hoy trabaja en JP Morgan, el mayor banco estadounidense y uno de los principales del mundo, en el departamento de validación de modelos. Explica su tarea: “Es como una función de control, un doble chequeo para ver si los modelos que se están usando tienen sentido y funcionan bien”. Recibe en la planta 30ª de una torre de vidrio en Canary Wharf, uno de los fortines mundiales de la banca de inversión. Preguntada por la relación entre matemáticas y crisis financiera, Lerena reconoce que antes de 2008 los modelos no tenían en cuenta la acumulación de riesgo (la regulación, añade, lo permitía). Hoy, buena parte del cometido de los matemáticos es el de supervisar esos modelos. “Cuando empecé, existían los grupos de validación, como en el que trabajo ahora. Pero no tenían la relevancia de hoy. Lo importante era desarrollar y desarrollar [productos financieros]. Después de la crisis, esto cambió. Necesitas tener una buena función de control. Si ves que en un momento de un estrés del mercado, de una crisis, la volatilidad se va a disparar, tienes que entender los límites de tus modelos para tener esa parte cubierta”. Lerena asegura que el auge de los quants ha dado paso ahora a otro nuevo: el del big data. Más abajo, en la planta 7ª del rascacielos, se encuentra una de las salas de trading del banco. Permiten observarla desde fuera, no acceder a la estancia. Ni fotografiarla. Al otro lado del cristal se extienden hileras de ejecutivos, decenas de ellos, sentados en una sala diáfana, con tres o cuatro pantallas cada uno. Modelizando, comprando, vendiendo. Estresando variables. Haciendo girar el mundo con ayuda de las matemáticas. Y apoyado contra el vidrio, ajeno al fabuloso circo de las finanzas, un limpiabotas saca lustre a unos zapatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario