TITULO:
A Crush, la pasta te aplasta - ATRÁPAME SI PUEDES - Jaén será la
protagonista durante toda la semana para rendir homenaje a la Feria de
San Lucas ,.
El viernes - 28 - Octubre , a las 22:00 por La 1, foto,.
ATRÁPAME SI PUEDES - Jaén será la protagonista durante toda la semana para rendir homenaje a la Feria de San Lucas ,.
Cinco nuevos concursantes, Helena, Tomás, Rocío, Miguel y Evelyn vienen a plató dispuestos a llegar al “minuto final” y hacerse con el gran bote, que alcanza ya los 25.000 euros.
Jaén será la protagonista durante toda la semana para rendir homenaje a la Feria de San Lucas.
La encargada de inaugurar la semana es Helena Rull Quesada, que viene a concursar desde Granada. Esta profesora compagina la enseñanza de la lengua y literatura española, con la danza oriental, una de sus pasiones. Viene a concursar por la experiencia y para pasar un buen rato.
El jienense de la semana es Tomás García Jiménez. Como policía nacional, viene a concursar en una de las semanas más ajetreadas del año, por lo que sus compañeros le advierten que “más le vale traerse el bote”. Viene animado por su hijo Tomi, al que le hace mucha ilusión ver a su padre en su concurso favorito.
Desde Los Rosales, Sevilla, viene a concursar Rocío Troyano Castro. Entre sus hobbies, está ir de compras y cotillear con sus vecinas. Si se llevase el bote, lo invertiría en un gran viaje.
Desde Jerez de la Frontera, viene a concursar Miguel Abreu Carvajal. Como buen jerezano es un fanático de las motos, sin embargo, su gran pasión es la fotografía, con la que se gana la vida. Le encanta gastar bromas y hacer reír a su familia con su repertorio de chistes malos. Si se llevase el bote, viajaría a Bolivia para conocer la tierra natal de su esposa.
El último concursante de la semana viene desde Estepona (Málaga). Evelyn Zipper Márquez es de padre Alemán y se mudó a Estepona junto a su marido para cambiar de aires. Le encantan los animales, sobre todo los perros. Por fin va a hacer realidad el sueño de concursar en su programa favorito.
TITULO: La Roca - Mariano Sigman ,.
La Roca en La Sexta a las 15:30 Domingo -23 - 30 - Octubre , foto,.
Mariano Sigman,.
Mariano Sigman: "Tomamos muchas decisiones vitales sabiendo muy poco",.
Buenos Aires, 1972. Neurocientífico, uno de los directores del proyecto Human Brain Project, el más vasto para entender el cerebro humano. En su nuevo libro, El poder de las palabras, (Debate) da claves para aprender a conversar con nuestro cerebro.
- El cerebro es un órgano profundamente maleable, ¿verdad?
- El cerebro es mucho más maleable de lo que pensamos, y además lo es siempre. Sabemos que el cerebro cambia mucho cuando somos niños, es algo que todos intuimos y esa intuición es correcta. Pero todos tenemos también la intuición de que a medida que pasa el tiempo el cerebro se vuelve más rígido y tenemos mucha menos capacidad de aprender, de cambiar cosas. Y esa, como tantas otras intuiciones, está equivocada. Muchas veces la ciencia sirve para demoler intuiciones, y ésta es una de ellas. Además, se trata de una intuición muy importante.
- ¿En qué sentido?
- Porque justamente el pensar que no tenemos esa capacidad de cambiar es la primera razón por la cual no cambiamos. Y podemos cambiar todo. El que dice que no puede aprender un idioma o a tocar un instrumento puede hacerlo, podemos cambiar cosas de nuestro temperamento, podemos hacer que una persona introvertida o poco atrevida deje de serlo. Y podemos cambiar los colores con los que experimentamos la vida. Cuando alguien se enfada es como un automatismo, como algo que sucede y ante lo que uno no puede hacer nada, y lo mismo cuando tiene miedo o, al revés, cuando es feliz. Pero tenemos mucha más capacidad de la que pensamos de controlar ese interruptor que regula con qué emociones vivimos la vida.
- El cerebro es el órgano con el que pensamos. ¿Se equivoca con frecuencia?
- Claro que se equivoca. El cerebro es una máquina de predecir, tiene que anticiparse a lo que va a suceder para que nosotros reaccionemos. Cuando se conoce por ejemplo a una persona, en 200 milisegundos saca una conclusión sobre si esa persona es confiable o no, sobre si trabajaría o no con esa persona, sobre si le resulta atractiva o no, sobre si te irías de copas con ella o no... En un instante, y sin saber nada de la otra persona, el cerebro llega a todas esas conclusiones.
- ¿Y por qué el cerebro no se toma un poco más tiempo, por qué no espera a tener más información?
- La razón por la cual el cerebro se precipita tanto en sacar conclusiones sobre las cosas, sobre la gente, sobre lo que es bueno o malo, sobre si algo nos va a gustar o no, es que en general tenemos que resolver muy rápido, uno tiene que decidir si se va con esa persona o no, si se sube a ese autobús o no, si toma ese camino o el otro... En general todas esas decisiones que tomamos, que son decisiones vitales, las tomamos en la oscuridad, las tomamos sabiendo muy poco. El cerebro trata todo el tiempo de adivinar, y nosotros seguimos esas adivinanzas. Pero muchas veces, indefectiblemente, esas conclusiones precipitadas son erróneas.
- ¿Un ejemplo concreto?
- El cerebro tiene, entre otros, un sistema de motivación, un sistema de memoria y también un sistema de alarma que nos advierte cuando hay un riesgo, y ese sistema de alarma nosotros lo percibimos como miedo. El sistema de alarma es como un amigo que nos cuida y que nos dice que tengamos cuidado porque algo parece peligroso. Pero ese sistema de alarma, que ha evolucionado durante miles de años y que nos protege de riesgos de los cuales realmente debemos protegernos, a veces da falsas alarmas, llega a una conclusión equivocada, te dice que hay peligro donde no lo hay. Hablar en público es algo que por ejemplo nos da mucho miedo. Pero si uno lo piensa, no pasa nada: no hay leones, no hay tigres... Pero es una situación ante la cual el cerebro se equivoca y nos lleva a experimentar algo que tiene consecuencias, porque hace que no contemos eso que queríamos contar o que lo contemos mal porque el miedo nos obnubila y entonces en vez de sacar lo mejor de nosotros sacamos lo peor. Hay muchas situaciones en las cuales el cerebro se equivoca en esas conclusiones rápidas que saca sobre las cosas y las personas. Y es bueno saberlo porque podemos hacer algo al respecto.
- ¿Qué podemos hacer para que el cerebro no nos boicotee?
- Primero, entender que las conclusiones a las que llegamos son siempre temporarias. Y, en segundo lugar, se trata de hacer algo muy simple y con un poder fabuloso: un elogio a la duda. En este momento, en esta cultura, estamos entrenados para tratar de ejercer convicciones, y tratamos de ratificarlas todo el tiempo. El gran error de la conversación es que ésta no se usa para expresar la duda y, por tanto, para aprender y descubrir cosas nuevas y disfrutar de ellas. Al revés: usamos la conversación para ratificar convicciones. Pero tenemos que percibir nuestras emociones y nuestras ideas sobre nosotros mismos con duda. Si alguien siente miedo debe tomarlo como lo que es, como una conjetura posible ante la que hay que mantener cierta liviandad, porque puede ser que sea otra cosa distinta al miedo, puede ser que estés cansado, que en realidad lo que tengas sea entusiasmo y que todo ese vértigo te produzca un temblor de panza que tú interpretas como miedo... Dudar de nuestras ideas y emociones puede parecer una tibieza, incluso una debilidad, pero en realidad es un poder.
- ¿Un poder?
- Déjame darte un ejemplo. Cuando alguien dice que no sirve para el deporte o que no sirve para la matemática o para el dibujo, hay que dudar de esa afirmación y sospechar de esa convicción, a la que a lo mejor una persona ha llegado por alguna cosa que le pasó alguna vez, por algo que le han dicho, porque le resulta difícil y entonces piensa que no sirve para eso... Todo eso se puede cuestionar. Ese ejercicio de indagación es también una oda a la niñez, porque eso es lo que hacemos de niños, preguntar si algo es así o de otra manera. Volver a ese lugar de la duda de la niñez, alejarnos de ciertas convicciones y dudar de ellas, no es una debilidad sino un valor y una de las principales herramientas que tenemos para empezar a transformarnos.
- 'Cómo cambiar tu cerebro conversando', se titula su nuevo libro. ¿La conversación puede ayudarnos a poner en su sitio al cerebro cuando éste se equivoca?
- Sí. Si lo piensas, el verbo pensar es unos verbos más usados y menos pensados, porque nunca reflexionamos sobre el pensamiento. Cuando dices, por ejemplo: "He pensado que tengo que cambiar de trabajo", ¿qué ha pasado en el cerebro para llegar a esa conclusión? Lo que pasó fue una conversación, una conversación de las muchas voces que uno tiene: la voz de la motivación, la voz que dice que estoy cansado y quiero hacer otra cosa, la voz del miedo que te dice que ahora tienes un trabajo seguro y que mejor no cambiar, la voz lejana de alguien que una vez te dijo que quería que tú fueses algo, o tú mismo que te dijiste que querías ser algo y eso quedó resonando en tu mente... Pensar siempre es conversar. Lo que pasa es que esa conversación sucede en un lugar oscuro y de muy baja resolución, en el interior de la mente, donde esas voces están hablando, murmurando. La conversación es el territorio para que el pensamiento se vuelva más claro.
- ¿Y sabemos conversar con nosotros mismos?
- No, no sabemos conversar. Conversar con nosotros mismos es como pensar, y eso es algo que paradójicamente nunca nadie nos ha enseñado. Nadie nos ha enseñado tampoco a conversar en general, y en general conversamos mal y es algo que todo el mundo reconoce hoy. En la esfera de lo político y de lo ideológico, se ve muy claro que las conversaciones no funcionan. Y como consecuencia de conversaciones que no pueden tenerse en los ámbitos y las predisposiciones adecuadas, aumenta la polarización, las tozudeces, los enfrentamientos irresolubles y la incapacidad de encontrar acuerdos, de compartir perspectivas.
- ¿Y eso por qué pasa?
- Eso pasa porque uno entra en una conversación con la predisposición equivocada. Imagínate que vas conduciendo y te roza el coche de al lado. La mayoría de la gente se baja del coche con predisposición al enfado. Pero piénsalo un segundo: a lo mejor la otra persona sólo estaba distraída y no es mala persona. Pero incluso a lo mejor iba corriendo porque tenía un problema de verdad, a lo mejor llevaba a su hijo enfermo en el asiento de atrás... Cuando empiezas a pensar así, bajas del coche con otra predisposición y es muy muy probable que todo pase de una manera muy distinta, que algo que iba a terminar de manera muy tóxica termine de otra forma. Eso pasa hoy en todas las conversaciones: en la conversación política, sí, pero también en la conversación de un padre y un hijo, donde a veces la noble predisposición del padre a cuidar y a enseñar es tan fuerte que tiñe toda la relación. Eso hace que muchos padres, cuando su hijo se cae en la calle, en vez de acercarse y preguntar cómo estás, qué te ha pasado, como harían con cualquier persona, se ponen a gritarle: "Te he dicho mil veces que no seas tan distraído". Nadie nos ha enseñado lo más importante de la vida, que es cómo hablar con la gente que más queremos.
- ¿Y cómo se aprende a hablar, a conversar?
- La conversación, con muchas cosas en la vida, puede ser un hábito. Los hábitos son todas esas cosas que hacemos rutinariamente, sin pensar, y tenemos un montón de ellas. Pero los hábitos se pueden cambiar. Al principio, cambiar los hábitos requiere un esfuerzo consciente. Pero después de tres, cuatro, cinco, 15 veces, eso se automatiza y se convierte en un hábito. Lo que hay que entender es que para cambiar un hábito no basta con proponérselo, decirse a uno mismo que a partir de ese momento va a conversar bien, hay que trabajar para cambiar un hábito. Cambiar un hábito requiere voluntad, esfuerzo y entrenar un buen método.
- ¿Y cuál es el método en el caso de la conversación?
- Uno muy sencillo: entender y visualizar cuál es la razón por la cual estás conversando. En general casi siempre nos equivocamos en eso, porque casi toda la gente va a la conversación como si fuese la guerra, tratando de ganar, de convencer al otro de que tiene razón. Habría que llevar el foco a otro sitio y preguntarse: ¿Qué sería lo más interesante que podría pasar en esta conversación? Y lo más interesante no es que yo convenza al otro de que era un idiota que estaba equivocado; lo más interesante es que yo aprenda algo, que descubra algo, que yo haya cambiado y el otro también haya cambiado, que cuando terminemos nos demos un abrazo.
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TITULO: PUERTA CON PUERTA CANAL EXTREMADURA - Plasenzuela.
PUERTA CON PUERTA CANAL EXTREMADURA - Plasenzuela.
foto / Con su peculiar gentilicio, los tololos y tololas, nos invitan a conocer sus divertidas historias, y nosotros no nos dejamos nada por el camino. Antiguos juegos populares con Pepe en las viejas minas, la gran colección de tacones de Antonia “La Zapatera”, los secretos del rancho de Pedro, recién llegado del aeropuerto de Madrid, son solo un adelanto de todo lo que nos espera. Y es que en este pueblo cacereño Finlandia, Francia, Italia o Ucrania se ven representados también, porque conviven vecinos de hasta 8 nacionales que nos abren sus puertas hasta descubrirnos una gran sorpresa final. ¿Te vienes con nosotros?,.
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