DESAYUNO - CENA - JUEVES,El Cáceres, a dar un golpe en Barcelona ./ TÍTULO: EL DIA DEL PADRE, ¿ Y ESE DE QUE VA ? EXTRA DEL PADRE DECIMO,./ JUEVES CINE, EL PERFUME, HISTORIA DE UN ASESINO,.

TÍTULO: DESAYUNO - CENA - JUEVES,El Cáceres, a dar un golpe en Barcelona .

DESAYUNO - CENA - JUEVES,El Cáceres, a dar un golpe en Barcelona . fotos,.

Blaugranas y cacereños adelantan su compromiso en un partido marcado por la baja de Marco,.

Debía haberse disputado inicialmente el 4 de abril, casi dentro de tres semanas, pero al Cáceres Patrimonio de la Humanidad no le pareció mala la idea del FC Barcelona de adelantar el partido a este jueves 19 de marzo. El equipo cacereño descansa el próximo fin de semana y atendió a la petición blaugrana de adelantar el encuentro por los compromisos internacionales de los jóvenes talentos del club catalán. Cuando dio el sí, el Cáceres no era consciente del severo cuadro de gripe que iba a impedir viajar a su mejor jugador, José Antonio Marco. Sin embargo, Ñete Bohigas quería lanzar un mensaje de tranquilidad antes de partir hacia Barcelona. «Estamos bien, aunque estaríamos más tranquilos si pudiéramos contar con los diez profesionales. Estamos aprendiendo sobre la marcha cómo jugar sin Marco, pero voy muy tranquilo con Corrales y con Nguema como bases. Tienen un concepto del juego diferente y tendremos que amoldarnos».

Con esa importante ausencia, el Cáceres tratará de sumar una nueva victoria esta tarde en el Pabellón de la Ciudad Deportiva Joan Gamper (17.00 horas). Un nuevo éxito supondría dar un golpe a la Adecco Plata y trasladar toda la presión a su más directo rival, el Amics Castelló, que el domingo visita la cancha del Lucentum Alicante, tercer clasificado. «Si conseguimos sacar el partido, Castellón se va a ver un poco más presionado en una cancha tan difícil y tan dura como la del Lucentum. Pero lo primero es hacer nuestro trabajo. Tenemos confianza en poder hacerlo, pero hay que ir muy despacito. Hay intangibles que muchas veces se escapan de las manos, como las lesiones», dijo el técnico cacereño.
Bohigas asume que los percances físicos sean un factor imposible de pronosticar, pero no cree que la presión por ascender juegue en contra de su plantilla. «Tenemos gente joven que nunca se ha visto en esta situación, pero sí hay jugadores que han vivido momentos como éste. Añaterve Cruz, Parejo o Nguema ya conocen este tipo de situaciones y la experiencia siempre es un grado. El resto también palpa lo importante que es conseguir un ascenso para el club y para los propios jugadores».
El partido ante el Barça será la primera de cinco citas trascendentales, donde se pondrá el título de la Adecco Plata en juego. El filial azulgrana, décimo, tratará de apurar sus opciones de alcanzar los playoffs de ascenso. No lo tienen fácil, pero hay que tener en cuenta que han sumado seis triunfos en sus últimos nueve partidos. «No ha cambiado muchas cosas respecto a la primera vuelta, pero los equipos filiales siempre mejoran al final de las ligas porque la competición les hace aprender. Me parece un equipo muy talentoso, con jugadores de Selección, muy grandes y atléticos, con las virtudes y los defectos que tiene la juventud. Además, son gente muy grande que ya nos dieron problemas en el rebote en casa, por lo que tendremos que estar a un buen nivel defensivo», señala Bohigas.
En el cuadro culé preocupan las individualidades del bosnio Nedim Dedovic (segundo mejor triplista de la liga), Néstor Zamora (quinto jugador con más partidos en la categoría) o Emir Sulejmanonic (jugador mejor valorado del equipo). Y como broche, Hakanson y Hezonja, que ya han debutado en Euroliga. «Sobre todo cuando juegan en casa, son chicos que tratan de demostrar que tienen capacidad para llegar al primer equipo algún día y eso les da mucha motivación. Pero nosotros jugamos con la necesidad y la responsabilidad de querer seguir arriba».


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¿Y ese de qué va?,.

Un Día del Padre comí con cinco yonkis en Cáritas y acabé hundido,.

Las personas cambian poco. Lo que cambia es la percepción que los demás tienen de nosotros. Otra cosa es que, a fuerza de notar que nos ven de aquella manera, nosotros mismos acabemos cambiando y creyendo ser de aquella manera como nos ven los otros.

Dicho así, lo anterior parece un trabalenguas. Vayamos a lo práctico. Usted es el mismo de ayer, de acuerdo, pero móntese en un descapotable, dé un paseo por la ciudad conduciéndolo y notará que todo el mundo gira la cabeza para seguir su estela. Desciende del cabriolet y lo miran como si fuera usted una dignidad. Notará comentarios a su paso, murmullos de envidia, desprecio o admiración. Es una tontería, pero es. Usted no ha cambiado, es el mismo, pero el descapotable lo ha distinguido y ha provocado cambios en los otros.
Hay maneras más baratas de que lo miren de otra manera. Una sencilla, coja un ordenador metálico, péguele un adhesivo de Apple, siéntese a trabajar con él en una cafetería o en un aeropuerto y la manzanita dirá más de usted que toda una vida de esfuerzo y dedicación.
Hubo un tiempo en que cada semana cambiaba de personalidad o, mejor, de apariencia para contar en el periódico la experiencia. Lo más fuerte sucedió cuando me disfracé de sacerdote y noté unas miradas femeninas que nunca se habían posado así en mi persona. Pero lo más interesante fue una serie de reportajes basados en mi condición impostada de mendigo.
Me dejaba crecer la barba, me vestía con un chándal, me ponía un esparadrapo en una patilla de las gafas y una gorra descolorida en la cabeza y me iba un día a vender pañuelos de papel a los semáforos y por las casas, otro, a pedir un crédito por los bancos, uno más, a recoger ropa usada o a almorzar en un comedor social. Eso fue a principios de los 90, cuando había la crisis de siempre, que se hablaba de ella por hablar de algo, no la crisis de ahora, bastante más dolorosa que una simple conversación.
Si disfrazado de cura mi ego vanidoso se infló, cuando me convertí en mendigo, la percepción que los demás tuvieron de mí acabó deprimiéndome como nunca. Tuve la ocurrencia de pasar el Día del Padre en un comedor social de Santiago de Compostela y salí de él llorando. En la cola había varios padres cuyos hijos no querían comer con ellos ni ese día, pero que se inventaban diferentes historias para disculparlos hasta acabar desolados a los postres. Comí con cinco yonkis que añoraban a sus padres, pero no eran bien recibidos en sus casas porque habían robado a su familia pequeñas cantidades o alguna joya varias veces y me puse tan malo y se me notó tanto en el semblante que, cuando fui a servirme las alubias con chorizo del menú social, la hermana que atendía las ollas me obligó a echarme dos cucharadas más «porque se ve que lo necesita usted».
Vendiendo pañuelos, los conductores subían la ventanilla al verme y las señoras no abrían las puertas de sus casas. Recogiendo ropa usada, tuve que poner paz entre dos señoras que se peleaban por unas prendas de lencería. Y cuando fui a pedir un crédito, me expulsaron de dos bancos y una señora del BBV de Vigo lloró conmigo cuando le expuse mi caso y estuvo a punto de darme dinero de su bolsillo.
Al acabar la experiencia mendicante, me encontraba francamente mal. Yo no había cambiado, mantenía mi confortable condición pequeño burguesa, pero me afectó tanto la percepción de los demás hacia mi condición menesterosa, aunque fuera disfrazada, que me fui entristeciendo de manera paulatina hasta que tuve que cortar la serie periodística so pena de caer en la depresión.
El experimento me ayudó a entender por qué hay tanta gente que aparenta. Lo hacen para engañar, es cierto, pero ese engaño les sienta bien porque han descubierto los encantos de la gran mentira: lo que cuenta no es ser, sino lo que los demás creen que eres.

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Reparto

Ben Whishaw, Alan Rickman, Rachel Hurd-Wood, Dustin Hoffman, Sara Forestier, Karoline Herfurth, Simon Chandler, David Calder, Sian Thomas, Michael Smiley, Franck Lefeuvre, Sam Douglas, Alvaro Roque, Ramon Pujol, Corinna Harfouch, Paul Berrondo, Joanna Griffiths, Guillermo Ayesa, Fermí Reixach, Duna Jové, Francesc Albiol,.

 

 Francia, siglo XVIII. Adaptación del famoso best-seller de Patrick Süskind. Jean Baptiste Grenouille nació en medio del hedor de los restos de pescado de un mercado y fue abandonado por su madre en la basura. Las autoridades se hicieron cargo de él y lo mandaron a un hospicio. Creció en un ambiente hostil; nadie le quería, porque había en él algo excepcional: carecía por completo de olor. Estaba, sin embargo, dotado de un extraordinario sentido del olfato. A los veinte años, después de trabajar en una curtiduría, consiguió trabajo en casa del perfumista Bandini, que le enseñó a destilar esencias. Pero él vivía obsesionado con la idea de atrapar otros olores: el olor del cristal, del cobre, pero, sobre todo, el olor de algunas mujeres.