Albert Speer: "Es legítimo que se le conceda un mundial a Catar. Pensar que el futbol nos pertenece a los europeos es muy arrogante"
Su padre fue el arquitecto favorito de
Hitler, que plasmó los delirios de grandeza del Führer en obras
monumentales. A sus 80 años, Albert Speer hijo también piensa a lo
grande, pero de otro modo. Gracias a él -y a los 12 deslumbrantes
estadios que ha diseñado-, el Mundial de Catar 2022 dejará de ser la
decisión más criticada de la historia del fútbol para convertirse en un
evento revolucionario.
En activo desde 1964, cuando fundó su primer estudio, este arquitecto ha diseñado una ciudad dormitorio para tres millones de personas a las afueras de El Cairo; una ciudad del automóvil para 50.000 trabajadores en Anting (China); una nueva capital para Nigeria; o las candidaturas olímpicas de Leipzig 2012, Bakú 2015 y Múnich 2018. Su obra más emblemática, sin embargo, la que pondrá su nombre en boca de todo el mundo -y que permitió a Catar llevarse el Mundial de 2022-, no ha salido, todavía, del papel. Por primera vez, una sola firma, el estudio Albert Speer & Partner, con sede en Fráncfort, ha diseñado los 12 estadios donde se jugará la primera edición del campeonato que se celebrará en invierno. Se trata de una docena de recintos que, en pleno desierto, prometen revolucionar el modo en que se organiza un Mundial.
XLSemanal. En Catar levantará 12 grandes estadios en un país cuya población apenas supera los dos millones..., ¿se puede hablar de sostenibilidad ante un proyecto así?
Albert Speer. Claro que sí. Casi todo será desmontable, y el país tendrá a su disposición un modelo de ordenación a gran escala. Los anillos superiores de los estadios, por ejemplo, son modulares y se pueden transformar en 22 pequeños estadios de fútbol que, tras el Mundial, se donarán a países en vías de desarrollo. Estos módulos independientes también se pueden usar para construir un estadio de atletismo para 5000 espectadores. Y para la refrigeración hemos desarrollado un sistema basado en la energía solar.
XL. La idea de que todas las selecciones vivan y entrenen en un mismo complejo...
A.S. Sí, queríamos una especie de villa olímpica. La hemos tenido que desarrollar de una forma paralela al proyecto inicial porque la FIFA imponía requisitos muy estrictos.
XL. ¿Por ejemplo?
A.S. Entre otras cosas, exigía 12 estadios y 112 campos de entrenamiento; 64 de ellos en los cuarteles generales de las selecciones y otros 48 donde se disputan los partidos; además de 88 hoteles.
XL. ¡Los cataríes debían construir 112 campos de entrenamiento con los estándares FIFA! Suena absurdo...
A.S. Así es, pero los cataríes dijeron que todo se iba a cumplir al pie de la letra. Por eso decidimos hacer dos proyectos paralelos. En uno cumplíamos los requisitos y en el otro proponíamos una alternativa mucho más razonable. Los alojamientos de las selecciones, por ejemplo, no se quedarán vacíos después del Mundial. Se desmontarán por módulos y se usarán como apartamentos.
XL. ¿Cómo consiguió su estudio, Albert Speer & Partner, el contrato para Catar?
A.S. La verdad es que no tenían ni idea de quiénes éramos. El primer contacto se produjo en la feria Sport Accord de Denver, en 2009. Dos jóvenes cataríes se acercaron a nuestro stand y nos dijeron: «Queremos el Mundial, ¿podrían construirnos un estadio?». Y nosotros preguntamos: «¿Un estadio? ¿Uno de los 12? ¿Y quién va a hacer los demás?». Su respuesta: «No lo sabemos, otros 11 arquitectos». «¿Y dónde van a ubicarlos?». Respuesta: «Ni idea, ya nos lo dirán los arquitectos». «¿Y cómo irá la gente a los estadios? ¿Qué piensan hacer con el tráfico?»... Estaban en pañales. Fue lo que en marketing se conoce como 'una llamada en frío'.
XL. Trataron directamente con el jeque Mohamed, uno de los hijos del emir. ¿Cuántos años tenía entonces?
A.S. Tenía 21, pero era un joven con una perfecta educación, hablaba cuatro idiomas. Nada de: «Yo pongo la pasta, así que yo decido cómo hay que hacer las cosas». Siempre prestaba atención a lo que decíamos.
XL. Cabe preguntarse si tiene mucho sentido celebrar un mundial en un diminuto reino en mitad del desierto...
A.S. ¿Qué pregunta es esa? Es legítimo que Catar y el mundo árabe celebren un mundial. Pensar que el fútbol nos pertenece a los europeos es muy arrogante. Además, el proyecto ruso para 2018 no es más eficiente. Entre algunas sedes hay 2400 kilómetros. Es de locos. El de Catar será el Mundial de las distancias cortas. En Alemania, solo Beckenbauer podía ir en helicóptero a ver el partido de la tarde en un estadio y el de la noche en otro. En Catar, todos podrán hacerlo.
XL. A la elección de Catar le han perseguido desde el principio las temperaturas extremas del desierto...
A.S. Puede ser, pero le garantizo que este Mundial será mucho más agradable de lo que fue el de Brasil.
XL. Catar no es una democracia, cada vez mueren más trabajadores en las obras y el país fue refugio de figuras destacadas del terrorismo islámico...
A.S. Me parece estupendo que se le preste mayor atención a estos aspectos gracias al Mundial y que las cosas cambien. Siempre que nos proponen un proyecto nos preguntamos: ¿hacemos lo correcto? Tenemos la sensación de que hacemos algo positivo por el país y su gente. Ese es el baremo por el que nos regimos. También en Catar.
XL. ¿Se negaría a trabajar en un país donde existan presos políticos y esté en vigor la pena de muerte?
A.S. ¿Se refiere a los Estados Unidos y Guantánamo?
XL. No...
A.S. Valoramos la situación país por país y examinamos cada escenario con atención. Debemos estar convencidos de que el proyecto tiene sentido, que es pertinente y sostenible.
XL. Cite un caso en el que hayan renunciado a ganar dinero basándose en ese tipo de consideraciones.
A.S. Las islas artificiales de The Palm, en Dubái. Levantar una urbanización como esa en medio del agua nos parecía una chorrada de los pies a la cabeza. Un encargo así nos habría venido muy bien, pero era una idea equivocada bajo cualquier criterio.
XL. ¿Así que no entiende el debate suscitado en torno a si Catar ha sido una elección adecuada?
A.S. Claro que lo entiendo. Lo que me molesta es que no se usen siempre los mismos baremos. Para la Eurocopa de Portugal, en 2004, se construyeron siete estadios. ¡Tendría que ir allí hoy! En Sudáfrica, a los partidos de la Primera División van una media de 7000 espectadores.
XL. ¿Es usted aficionado al fútbol, señor Speer?
A.S. Veo un poco la Liga inglesa, la Bundesliga la sigo menos. Cuando participamos en el proyecto del estadio Allianz Arena de Múnich, fui varias veces al viejo Estadio Olímpico a ver al Bayern. Me pareció una experiencia más bien aburrida.
LA SOMBRA DE MI PADRE
Albert Speer Jr. ha hablado en muy pocas ocasiones de su padre y de su relación con Hitler. El arquitecto del Führer pasó 20 años en prisión. Fue liberado en 1966 y murió por causas naturales en 1981. Su hijo no comenta su relación con él, pero preguntado por sus sentimientos hacia él, ha respondido: «¿Es que alguien puede sentir desprecio por su padre?» Estos son sus otros comentarios.
-"Desde la perspectiva de un niño, Hitler era como de la familia, como un tío simpático. Mi padre nos educó de una forma muy estricta. Por contraste, ir a ver a Hitler era casi un acontecimiento festivo. Me dejaban jugar con los perros, me daban dulces..."
-"En octubre de 1946, mi padre fue condenado a 20 años en los juicios de Núremberg y lo llevaron a Spandau. Éramos seis hermanos, yo era el mayor, tenía 12 años, y empecé a tartamudear terriblemente"
-Siempre me preguntan por mi padre. Y, la verdad, es muy molesto. Toda mi vida he intentado diferenciarme de él.
-"Después de la guerra, el nazismo fue tabú durante mucho tiempo. Por suerte, mis orígenes familiares no influyeron en mis años en el colegio. Pero yo tenía problemas igualmente. Mi último examen fue oral. Una catástrofe. Me aprobaron por pura compasión. Dejé los estudios y me hice ebanista"
ESTADIOS ESPECTÁCULOS
-Mucho carácter: El estadio Al-Khor, integrado. «No queremos que nuestros edificios sean elefantes en el desierto».
-Guiños locales: El diseño de este estadio está inspirado en los barcos de los pescadores locales.
-Doble vida: El estadio Al-Wakrah, en Doha, podrá reconvertirse en una zona residencial.
-Tierra, mar y aire: Al Doha Port Stadium se accede también en barco y habrá helipuertos cerca.
TÍTULO: A FONDO, PRIMER PLANO,. Lucio del Valle, el hombre que movía las aguas,.
Lucio del Valle, el hombre que movía las aguas
"Señora, hemos tenido la suerte de ver un río poniéndose de
pie". Así de jubiloso recibía Posada Herrera presidente del Consejo de
Ministros, ante la reina Isabel II, el primer chorro de agua corriente
que llegaba a Madrid. ¡Y menudo chorro! El surtidor de agua colocado en
la calle de San Bernardo para la inauguración oficial del Canal de Isabel II alcanzaba
los 30 metros de altura, más que cualquier edificio de alrededor. Era
el 24 de junio de 1858. Ese día, la reina movió la palanca que activó el
chorro. Las aguas del río Lozoya llegaban a Madrid. A su lado: el
hombre que lo había hecho posible, el ingeniero Lucio del Valle, director del proyecto, que se había prolongado durante seis años.
Las obras hidráulicas del Canal fueron de las más importantes del siglo XIX. Trabajaron en ellas unos cuatro mil obreros: la mitad, libres, y la mitad, presos. Aunque era una práctica común en la época, Del Valle fomentó desde el principio que trabajasen en sus obras públicas presidiarios, para así abaratar los costes. Para llevar el agua a Madrid desde la sierra, como hoy la disfrutamos (antes se usaban los viajes de agua, unas conducciones subterráneas que canalizaban pequeños acuíferos de la ciudad), hubo que sortear importantes impedimentos naturales: se realizaron obras como el Pontón de la Oliva, en Patones, o los acueductos de la Sima y de Las Cuevas. De Valle, que nació hace ahora 200 años, era conocido por su brillantez y sus dotes matemáticas, lo que le permitió titularse al tiempo como ingeniero y como arquitecto. Dirigió otras importantes obras públicas: carreteras, puentes históricos como el de El Cabriel, los faros metálicos del delta del Ebro... Además, su interés por la fotografía le hizo contratar a expertos para documentar su trabajo. De las obras del Canal dejó constancia el fotógrafo inglés Charles Clifford.Del Valle murió a los 59 años, víctima de una enfermedad reumática. Ahora lo recuerdan una exposición en el Ministerio de Fomento y una placa en la casa de Malasaña en la que vivió. C.R.
Del acueducto al chorro. Las obras del Canal acabaron en un surtidor de agua que se colocó en la calle San Bernardo (a la derecha) para impresionar. Luego se trasladó a la puerta del Sol, pero la fuente era poco profunda y mojaba todo alrededor. Pasó por varios sitios antes de acabar en un apartado de la Casa de Campo, donde sigue.
El ingeniero. Del Valle nació en Madrid en 1815. En 1856 se casó con Luisa de la Vega Inclán. No tuvieron hijos. Al enviudar, Luisa prohijó a una sobrina, que sería la heredera.
Y diseñó el kilómetro cero de España
En 1857, la Puerta del Sol no era una plaza, sino una calle ancha en la que confluían varias callejuelas. Para solucionar lo que se había convertido en un cuello de botella, se encargó a Lucio Del Valle la reforma de la Puerta del Sol. Su proyecto es el que ha llegado hasta hoy, con una forma semicircular en torno a la casa de Correos (actual sede de la Comunidad de Madrid). En 1862 acabaron las obras y, ante el éxito, a Del Valle le encargaron alinear las casas de Madrid. Un paso más en su decidido y expreso afán por modernizar el país, a lo que dedicó toda su vida.
Las obras hidráulicas del Canal fueron de las más importantes del siglo XIX. Trabajaron en ellas unos cuatro mil obreros: la mitad, libres, y la mitad, presos. Aunque era una práctica común en la época, Del Valle fomentó desde el principio que trabajasen en sus obras públicas presidiarios, para así abaratar los costes. Para llevar el agua a Madrid desde la sierra, como hoy la disfrutamos (antes se usaban los viajes de agua, unas conducciones subterráneas que canalizaban pequeños acuíferos de la ciudad), hubo que sortear importantes impedimentos naturales: se realizaron obras como el Pontón de la Oliva, en Patones, o los acueductos de la Sima y de Las Cuevas. De Valle, que nació hace ahora 200 años, era conocido por su brillantez y sus dotes matemáticas, lo que le permitió titularse al tiempo como ingeniero y como arquitecto. Dirigió otras importantes obras públicas: carreteras, puentes históricos como el de El Cabriel, los faros metálicos del delta del Ebro... Además, su interés por la fotografía le hizo contratar a expertos para documentar su trabajo. De las obras del Canal dejó constancia el fotógrafo inglés Charles Clifford.Del Valle murió a los 59 años, víctima de una enfermedad reumática. Ahora lo recuerdan una exposición en el Ministerio de Fomento y una placa en la casa de Malasaña en la que vivió. C.R.
Del acueducto al chorro. Las obras del Canal acabaron en un surtidor de agua que se colocó en la calle San Bernardo (a la derecha) para impresionar. Luego se trasladó a la puerta del Sol, pero la fuente era poco profunda y mojaba todo alrededor. Pasó por varios sitios antes de acabar en un apartado de la Casa de Campo, donde sigue.
El ingeniero. Del Valle nació en Madrid en 1815. En 1856 se casó con Luisa de la Vega Inclán. No tuvieron hijos. Al enviudar, Luisa prohijó a una sobrina, que sería la heredera.
Y diseñó el kilómetro cero de España
En 1857, la Puerta del Sol no era una plaza, sino una calle ancha en la que confluían varias callejuelas. Para solucionar lo que se había convertido en un cuello de botella, se encargó a Lucio Del Valle la reforma de la Puerta del Sol. Su proyecto es el que ha llegado hasta hoy, con una forma semicircular en torno a la casa de Correos (actual sede de la Comunidad de Madrid). En 1862 acabaron las obras y, ante el éxito, a Del Valle le encargaron alinear las casas de Madrid. Un paso más en su decidido y expreso afán por modernizar el país, a lo que dedicó toda su vida.
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