-fotos--Sofía Vergara: "Si me quejara de mis curvas, sería una desagradecida"
Es la actriz mejor pagada de la
televisión de los Estados Unidos y una de las latinas más influyentes.
Sofía Vergara, la embajadora de H&S, ha conquistado Hollywood
gracias a su talento para la comedia y a un cuerpo de escándalo a sus 42
años. Hablamos con ella sobre sus trucos de belleza.
Los paparazis le pisan los talones día y noche. Pero, a
diferencia de otras estrellas, a ella jamás la pillan desprevenida. No
verás a Sofía Vergara saliendo de clase de yoga o sacando a pasear al
perro con la cara lavada, zapato plano y un look anodino. Ella
no es ese tipo de estrella despreocupada. Ella, que se ha hecho famosa
gracias a su trabajo en la comedia televisiva Modern family, es el
paradigma de la mujer latina sexy que siempre está lista para salir en
la foto. «Preferiría morirme antes que ponerme unos boyfriend jeans», ha
llegado a decir. Le pregunto si ese look hiperfemenino intimida más a
los hombres o las mujeres. «Me llevo muy bien con las mujeres:
tengo muchísimas amigas y más fans entre ellas que entre ellos.
Definitivamente, intimido más a los hombres», dice soltando una
carcajada.
Cuando tenía 13 años, Vergara le anunció solemnemente a su madre que, cuando cumpliera 18, pasaría por el quirófano para reducir el tamaño de su pecho. Alcanzada la mayoría de edad, había cambiado de opinión sobre su escote. Ahora, no tiene inconveniente en reconocer que sus exuberantes hechuras le han abierto muchas puertas. «¡Sería una desagradecida si me quejara de mi cuerpo! Es algo a lo que siempre he sabido sacarle partido. Tengo claro que siempre habrá actrices más jóvenes que yo, pero eso no me crea ninguna inseguridad. Algo he tenido que hacer bien para haberme mantenido 25 años en este negocio, ¿no? Así que... Le sigo sacando provecho», explica.
Pero no todo es cuestión de genes. «Me cuido todo lo que puedo. Ya sabes, con la edad, hay que estar más encima: vigilo más mi dieta, hago más ejercicio y me cuido más la piel». Su famosa melena también requiere atenciones especiales. «En mi trabajo, cada día me hacen rizos o me planchan el pelo. Por eso, tengo que utilizar champús y acondicionadores de buena calidad. No puedo lavarme el pelo con cualquier cosa. Me encanta H&S», dice Vergara, que desde hace un año es imagen de la marca. No es su único truco. «Por las noches, me pongo una mascarilla de aceite de coco durante una o dos horas y, luego, me lavo el pelo. Eso me ayuda a protegerlo».
Con permiso de las monjas
Cuando tenía 16 años, Vergara fue descubierta por un fotógrafo en una playa colombiana. Buscaban a una chica de silueta explosiva para protagonizar un sugerente anuncio de Pepsi. Ella no quiso aceptar hasta que las monjas del colegio católico en el que estudiaba en Barranquilla, Colombia, le dieron su bendición. Aquel anuncio, que se emitió en toda Latinoamérica, la puso en el mapa. Pero, con 18 años, Vergara tomó el camino convencional: se casó con su novio del instituto, Joe González, y se quedó embarazada. Su hijo, Manolo, nació en 1992, pero su matrimonio apenas sobrevivió un año más. Dispuesta a salir adelante como madre soltera, se puso a estudiar Odontología, pero terminó abandonando la carrera para mudarse a Bogotá, donde empezó a trabajar como modelo y actriz de televisión.
Era una época particularmente convulsa en Colombia. En 1998, su hermano mayor, Rafael, fue asesinado durante un intento de secuestro. Otro de sus hermanos luchaba contra la adicción a las drogas. Entonces, Vergara, que tenía un contrato en exclusiva con Univisión, decidió mudarse a Miami. Pero su llegada a los Estados Unidos tampoco fue fácil. En el año 2000, le diagnosticaron un cáncer de tiroides. Se recuperó totalmente después de someterse a radioterapia, aunque todavía sigue un tratamiento crónico para prevenir su hipotiroidismo. Superada la enfermedad, volvió al trabajo y, cuando su contrato con Univisión expiró, estampó su firma con ABC. Después de salir en varias series fallidas, Vergara saltó a la fama en 2009 con Modern family.Las similitudes entre su historia personal y la de Gloria, su personaje en la serie, son más que anecdóticas.
«Todos los actores volcamos nuestra personalidad en nuestros personajes. Sobre todo, cuando escriben un papel pensando en ti. Hay un millón de cosas en Gloria que son mías: ella es colombiana, inmigrante, tiene un hijo de otro matrimonio...», explica. Le pregunto qué cliché sobre los latinos le gustaría erradicar de las series y las películas que produce Hollywood. «No tengo miedo a los clichés. Además, la mayor parte de las veces tienen su razón de ser. En California, por ejemplo, la mayoría de los latinos trabajan en restaurantes o aparcando coches. Los guionistas simplemente escriben lo que ven. No creo que haya nada ofensivo en eso. A medida que los latinos tengamos más y mejores oportunidades, habrá otro tipo de papeles a nuestro alcance», comenta.
Una chica ambiciosa
Ella, desde luego, ha sabido abrirse camino. Nunca soñó con ser simplemente una actriz, tenía una visión mucho más más ambiciosa de su carrera. «No me siento como un producto, pero trato de pensar en mi fama como una forma de ganarme la vida. Mis fans me preguntan constantemente qué hago para cuidarme, dónde compro la ropa... Trato de utilizar ese interés que sienten por mí y convertirlo en parte de mi carrera». Por eso, Vergara es imagen de marcas como CoverGirl o Pepsi, diseña su propia línea de ropa y hasta protagoniza anuncios de un fármaco para controlar el hipertiroidismo. Todo eso la ha convertido, según la revista Forbes, en una de las latinas más poderosas de los Estados Unidos. ¿En qué nota ella esa supuesta influencia? «Eso es una exageración, pero ¡me encanta!», dice riéndose.
«Yo solo he tratado de ser siempre un buen ejemplo para mi hijo y para mis fans. Además, he tenido que trabajar mucho y sacrificarme bastante para conseguir todo lo que me he propuesto». Lo dice la mujer mejor pagada de la televisión norteamericana, con unos ingresos anuales de 19 millones de dólares. «Desde pequeña fui la payasa de la clase. Hacía reír a mis amigos, a mis profesores, a mi familia... Me resulta muy natural y fácil, pero jamás pensé que me ganaría la vida haciendo esto», cuenta. Vergara también sabe reírse de sí misma y de su condición de sex symbol. Cuando en 2011 no ganó el premio a la mejor actriz de comedia en los Globos de Oro, tuiteó: «Me da igual. Yo ya tengo mis globos de oro».
Más criticada fue su actuación en la pasada gala de los Emmy, en la que se prestó a subirse a un pódium giratorio para que el público pudiera contemplar su figura, y le llovieron las críticas por ejercer de mujer objeto. Pero a ella no le preocupa el qué dirán. Es abierta y excesiva. Empezando por su característico acento. Cuando llegó a Los Ángeles, intentó domarlo asistiendo a clases de dicción, pero no lo consiguió. O no le interesó. Hay quien dice que lo exagera. Tampoco es una de esas estrellas obsesionadas con blindar su vida privada. No tiene problemas en reconocer que ha decidido congelar sus óvulos porque, a su edad (ha cumplido 42), no puede arriesgarse a esperar más. Vergara solo tiene una cuenta pendiente.
Aunque ha protagonizado comedias como Chef, Aprendiz de gigoló o Noche de fin de año, no ha conseguido convencer a Hollywood de que también puede interpretar papeles dramáticos. «No me quita el sueño. Si un día me ofrecen un drama y siento que seré capaz de hacerlo, entonces lo haré. Pero no me lamento ni pienso que esté encasillada en un género. Simplemente, aprovecho las oportunidades que tengo».
SU MELENA
«Me encanta H&S, es el champú que usamos en casa desde hace 20 años. Solemos bromear diciendo que ocho de cada nueve Vergara consiguen grandes resultados gracias a H&S... El noveno tiene la cabeza afeitada», cuenta Sofía Vergara. H&S Apple Fresh. PVP: 4 euros.
Cuando tenía 13 años, Vergara le anunció solemnemente a su madre que, cuando cumpliera 18, pasaría por el quirófano para reducir el tamaño de su pecho. Alcanzada la mayoría de edad, había cambiado de opinión sobre su escote. Ahora, no tiene inconveniente en reconocer que sus exuberantes hechuras le han abierto muchas puertas. «¡Sería una desagradecida si me quejara de mi cuerpo! Es algo a lo que siempre he sabido sacarle partido. Tengo claro que siempre habrá actrices más jóvenes que yo, pero eso no me crea ninguna inseguridad. Algo he tenido que hacer bien para haberme mantenido 25 años en este negocio, ¿no? Así que... Le sigo sacando provecho», explica.
Pero no todo es cuestión de genes. «Me cuido todo lo que puedo. Ya sabes, con la edad, hay que estar más encima: vigilo más mi dieta, hago más ejercicio y me cuido más la piel». Su famosa melena también requiere atenciones especiales. «En mi trabajo, cada día me hacen rizos o me planchan el pelo. Por eso, tengo que utilizar champús y acondicionadores de buena calidad. No puedo lavarme el pelo con cualquier cosa. Me encanta H&S», dice Vergara, que desde hace un año es imagen de la marca. No es su único truco. «Por las noches, me pongo una mascarilla de aceite de coco durante una o dos horas y, luego, me lavo el pelo. Eso me ayuda a protegerlo».
Con permiso de las monjas
Cuando tenía 16 años, Vergara fue descubierta por un fotógrafo en una playa colombiana. Buscaban a una chica de silueta explosiva para protagonizar un sugerente anuncio de Pepsi. Ella no quiso aceptar hasta que las monjas del colegio católico en el que estudiaba en Barranquilla, Colombia, le dieron su bendición. Aquel anuncio, que se emitió en toda Latinoamérica, la puso en el mapa. Pero, con 18 años, Vergara tomó el camino convencional: se casó con su novio del instituto, Joe González, y se quedó embarazada. Su hijo, Manolo, nació en 1992, pero su matrimonio apenas sobrevivió un año más. Dispuesta a salir adelante como madre soltera, se puso a estudiar Odontología, pero terminó abandonando la carrera para mudarse a Bogotá, donde empezó a trabajar como modelo y actriz de televisión.
Era una época particularmente convulsa en Colombia. En 1998, su hermano mayor, Rafael, fue asesinado durante un intento de secuestro. Otro de sus hermanos luchaba contra la adicción a las drogas. Entonces, Vergara, que tenía un contrato en exclusiva con Univisión, decidió mudarse a Miami. Pero su llegada a los Estados Unidos tampoco fue fácil. En el año 2000, le diagnosticaron un cáncer de tiroides. Se recuperó totalmente después de someterse a radioterapia, aunque todavía sigue un tratamiento crónico para prevenir su hipotiroidismo. Superada la enfermedad, volvió al trabajo y, cuando su contrato con Univisión expiró, estampó su firma con ABC. Después de salir en varias series fallidas, Vergara saltó a la fama en 2009 con Modern family.Las similitudes entre su historia personal y la de Gloria, su personaje en la serie, son más que anecdóticas.
«Todos los actores volcamos nuestra personalidad en nuestros personajes. Sobre todo, cuando escriben un papel pensando en ti. Hay un millón de cosas en Gloria que son mías: ella es colombiana, inmigrante, tiene un hijo de otro matrimonio...», explica. Le pregunto qué cliché sobre los latinos le gustaría erradicar de las series y las películas que produce Hollywood. «No tengo miedo a los clichés. Además, la mayor parte de las veces tienen su razón de ser. En California, por ejemplo, la mayoría de los latinos trabajan en restaurantes o aparcando coches. Los guionistas simplemente escriben lo que ven. No creo que haya nada ofensivo en eso. A medida que los latinos tengamos más y mejores oportunidades, habrá otro tipo de papeles a nuestro alcance», comenta.
Una chica ambiciosa
Ella, desde luego, ha sabido abrirse camino. Nunca soñó con ser simplemente una actriz, tenía una visión mucho más más ambiciosa de su carrera. «No me siento como un producto, pero trato de pensar en mi fama como una forma de ganarme la vida. Mis fans me preguntan constantemente qué hago para cuidarme, dónde compro la ropa... Trato de utilizar ese interés que sienten por mí y convertirlo en parte de mi carrera». Por eso, Vergara es imagen de marcas como CoverGirl o Pepsi, diseña su propia línea de ropa y hasta protagoniza anuncios de un fármaco para controlar el hipertiroidismo. Todo eso la ha convertido, según la revista Forbes, en una de las latinas más poderosas de los Estados Unidos. ¿En qué nota ella esa supuesta influencia? «Eso es una exageración, pero ¡me encanta!», dice riéndose.
«Yo solo he tratado de ser siempre un buen ejemplo para mi hijo y para mis fans. Además, he tenido que trabajar mucho y sacrificarme bastante para conseguir todo lo que me he propuesto». Lo dice la mujer mejor pagada de la televisión norteamericana, con unos ingresos anuales de 19 millones de dólares. «Desde pequeña fui la payasa de la clase. Hacía reír a mis amigos, a mis profesores, a mi familia... Me resulta muy natural y fácil, pero jamás pensé que me ganaría la vida haciendo esto», cuenta. Vergara también sabe reírse de sí misma y de su condición de sex symbol. Cuando en 2011 no ganó el premio a la mejor actriz de comedia en los Globos de Oro, tuiteó: «Me da igual. Yo ya tengo mis globos de oro».
Más criticada fue su actuación en la pasada gala de los Emmy, en la que se prestó a subirse a un pódium giratorio para que el público pudiera contemplar su figura, y le llovieron las críticas por ejercer de mujer objeto. Pero a ella no le preocupa el qué dirán. Es abierta y excesiva. Empezando por su característico acento. Cuando llegó a Los Ángeles, intentó domarlo asistiendo a clases de dicción, pero no lo consiguió. O no le interesó. Hay quien dice que lo exagera. Tampoco es una de esas estrellas obsesionadas con blindar su vida privada. No tiene problemas en reconocer que ha decidido congelar sus óvulos porque, a su edad (ha cumplido 42), no puede arriesgarse a esperar más. Vergara solo tiene una cuenta pendiente.
Aunque ha protagonizado comedias como Chef, Aprendiz de gigoló o Noche de fin de año, no ha conseguido convencer a Hollywood de que también puede interpretar papeles dramáticos. «No me quita el sueño. Si un día me ofrecen un drama y siento que seré capaz de hacerlo, entonces lo haré. Pero no me lamento ni pienso que esté encasillada en un género. Simplemente, aprovecho las oportunidades que tengo».
SU MELENA
«Me encanta H&S, es el champú que usamos en casa desde hace 20 años. Solemos bromear diciendo que ocho de cada nueve Vergara consiguen grandes resultados gracias a H&S... El noveno tiene la cabeza afeitada», cuenta Sofía Vergara. H&S Apple Fresh. PVP: 4 euros.
Su desayuno: «Me encanta tomar un té y un cruasán. Pero el médico me ha mandado tomar pan sin gluten. Me está yendo muy bien, pero confío en que sea solo temporal».
La cena un filete de carne con patatas fritas, pan, beber agua, tomate y lechuga, postre una pera,.
TÍTULO: VIAJANDO CON CHESTER, La diseñadora Diane von Furstenberg.
Diane Von Furstenberg: "Este vestido me ha dado todo lo que tengo"
Esta mujer rebelde e inteligente es de
las pocas diseñadoras que puede presumir de haber creado un icono: el
'wrap dress', un vestido envolvente con el que revolucionó los años
setenta y conquistó el mundo.
Señora Von Furstenberg, en su autobiografía, The woman I wanted to be, recientemente publicada, afirma: «Viví mi sueño de llevar una vida de hombre en el cuerpo de una mujer». ¿A qué se refiere? Diane von Furstenberg. Llevar una vida de hombre significa pagar tus facturas. Tomar el destino en tus manos. No reprimirte. También tiene que ver con la relación entre hombre y mujer, con eso tan femenino de preguntarse: «¿Me llamará o no?, ¿qué pasará si me acuesto con él?».
XL. Aparentemente, no ha sido ese su caso. Durante un tiempo se la conoció como Diana la Cazadora.
D.F. Bueno, Diana es la diosa de la caza, ¿no? Y me gusta.
XL. Se casó con un acaudalado príncipe a los 22 años, a los 24 ya había sido madre dos veces. Al mismo tiempo, allá por los setenta, creó su marca de moda, con la que ganó mucho dinero. A los 25 años era una mujer divorciada que disfrutaba de un gran éxito profesional. ¿Qué opina sobre ese debate actual de si las mujeres pueden tenerlo todo?
D.F. No es fácil ser mujer. Estás obligada a hacer un montón de cosas a la vez. Nos entrenan desde pequeñas: haz eso, no hagas aquello, disimula por aquí, finge por allá. Además, tenemos el periodo todos los meses. ¿Qué les pasaría a los hombres si tuvieran el periodo? ¿Se lo imagina usted?
XL. ¿Notó presión para que se atuviese al modelo de mujer que dominaba en aquellos años?
D.F. Yo lo tuve más fácil que la mayoría, porque desde el principio fui mi propia jefa. Además, la industria de la moda no es un reino exclusivo de los hombres, en absoluto.
XL. ¿Su moda sería diferente si usted fuese un hombre?
D.F. ¡Oh, sí! Fíjese en las diseñadoras Coco Chanel, Elsa Schiaparelli, Donna Karan, Jil Sander, Sonia Rykiel... sus vestidos son mucho más prácticos que los de la mayoría diseñados por hombres.
XL. ¿Qué tipo de mujer tiene en mente cuando diseña sus vestidos?
D.F. Una mujer moderna, que lo quiere todo. Es una mujer implicada, informal, sexy, siempre activa. Por eso, mis vestidos son fáciles de llevar.
XL. En 1974 diseñó el prototipo de un nuevo tipo de vestido, el llamado wrap dress, cruzado y enrollado al cuerpo. ¿Cómo se le ocurrió la idea?
D.F. Mi primer modelo fue un vestido camiseta muy sencillo; luego vino una blusa cruzada con una falda a juego. Un día, durante el escándalo del Watergate, vi en la tele a Julie Nixon defendiendo a su padre, el presidente Richard Nixon. Llevaba puestas mi blusa y mi falda, y pensé: «¿Por qué no uno las dos en un solo vestido?». Y ya, de repente, me vi viviendo el sueño americano. Ese vestido pagó todas mis facturas, la educación de mis hijos, me dio todo lo que tengo.
XL. Su vestido cruzado está expuesto en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. ¿La moda es arte?
D.F. En aquellos tiempos, lo que me importaba era ser económicamente independiente. No intentaba hacer una declaración de nada. Hoy, me doy cuenta de que no solo fue una declaración de principios sobre la moda, sino un alegato sociológico.
XL. ¿De dónde venía esa necesidad suya de ser independiente?
D.F. En 1960, cuando Egon von Furstenberg y yo nos casamos, estaba embarazada... y eso me daba cierta vergüenza. La gente pensaba que lo había hecho para pescarlo. Tenía un título de príncipe y la familia de su madre era la dueña de Fiat. No todos en su familia se alegraron de que quisiera casarse con una chica judía de Bélgica. Aquello fue un acicate.
XL. ¿Contó con el apoyo de su marido?
D.F. Sí. Él siempre estuvo a mi lado. Me dio tanto... nuestros hijos, su apellido, sus contactos... Le estoy agradecida por muchas cosas.
XL. ¿Por qué se dedicó a la moda?
D.F. Fue por casualidad. Es lo fascinante de la juventud: cualquier puerta que se te abre puede acabar decidiendo el resto de tu vida. Con 20 años, yo no sabía lo que quería hacer; pero conocí a Angelo Ferretti, un empresario textil italiano, que me invitó a visitar su fábrica en Como, donde elaboraba tejidos para Gucci y Ferragamo. De Ferretti aprendí todo lo que sé de tejidos. Cuando me quedé embarazada y me fui con Egon a Nueva York, me llevé los vestidos en los que había estado trabajando. Ya en Nueva York se los enseñé a Diana Vreeland, la redactora jefe de Vogue. Y así empecé.
XL. Su empresa estuvo al borde de la quiebra solo cuatro años después de que usted inventara el vestido cruzado.
D.F. Sí. Todo había ido muy rápido. Yo no sabía mucho de negocios. Llegó un momento en el que casi todas las mujeres de los Estados Unidos tenían vestidos cruzados, el mercado estaba saturado. Tenía un almacén lleno que no podía vender y me asusté. Por suerte encontré un comprador para mi empresa. Luego me concentré en mi línea de cosméticos, pero a los cinco años pasó lo mismo: crecimos muy rápido y abarcamos más de lo que podíamos. También vendí la empresa. Salí adelante, pero había perdido mi marca y mi identidad. Me sentí acabada.
XL. ¿Cómo se recuperó de ese fracaso?
D.F. Fue duro. A comienzos de los noventa descubrí una nueva forma de vender vestidos: la teletienda. En poco tiempo conseguimos ventas de 40 millones de dólares. Este éxito me devolvió la confianza. Luego vi que las chicas jóvenes empezaban a buscar mis vestidos en las tiendas de segunda mano. Incluso un diseñador joven, Todd Oldham, llegó a llamar a su desfile Homenaje a Diane von Furstenberg. Cuando me enteré, pensé: «¡Todavía no me he muerto!».
XL. ¿Tiene referentes en su vida?
D.F. Mi principal ejemplo ha sido mi madre. Quiero enseñarle algo. [Va a la habitación contigua y vuelve con un recorte enmarcado y algo amarillento sacado de un periódico alemán. En una foto en blanco y negro se ve a una mujer muy elegante que cubre con su abrigo a una niña pequeña].
XL. ¿Es usted con su madre?
D.F. Sí. La foto se hizo pocos años después de que mi madre saliera de Auschwitz. Es difícil de creer, ¿verdad? Tiene un aspecto tan glamuroso...
XL. ¿Su madre le habló del tiempo que pasó en el campo de concentración?
D.F. Yo sabía lo que significaba el número que llevaba tatuado en el brazo, pero casi no hablábamos de eso. Cuando contaba cosas, eran positivas, como el compañerismo entre los prisioneros. Esa actitud la ayudó a sobrevivir.
XL. Cuando fue arrestada, su madre tenía 20 años y formaba parte de la resistencia belga. ¿Cómo llegó a Auschwitz?
D.F. Estuvo encerrada con otros prisioneros en un vagón de ganado durante días. No tenían nada de comer ni de beber. Una mujer mayor cuidó de ella. Cuando llegaron al campo, a los prisioneros les hicieron formar en fila y los iban dividiendo en dos grupos. La mujer mayor fue al grupo de la izquierda, mi madre quiso seguirla. Un guardia con bata blanca fue tras ella, la separó de la mujer y la empujó hacia el otro grupo. Aquello le salvó la vida: el primer grupo fue directamente a las cámaras de gas. Tiempo después mi madre se enteró de que el hombre que la había salvado era Mengele, el famoso médico del campo. Cuando la liberaron, pesaba solo 29 kilos.
XL. Año y medio más tarde nació usted. «Durante mucho tiempo pensé que mi madre se habría suicidado si yo no hubiese nacido», ha escrito. ¿De niña tenía algo así como un sentimiento de responsabilidad hacia su madre?
D.F. No. Lo veía más bien como que yo le había dado un motivo para seguir viviendo. Mi madre quería que yo fuese libre e independiente, que descubriera el mundo. Que no fuese una víctima, que no tuviese miedo.
XL. Tuvo muchas aventuras con famosos, entre otros con Richard Gere. Pero ha escrito que solo se ha sentido amada dos veces: por su primer marido y por su marido actual, Barry Diller, un empresario multimillonario...
D.F. No era rico cuando nos conocimos.
XL. ¿Podría amar a un fontanero?
D.F. Claro. Nunca fui detrás del dinero.
XL. ¿Por qué fracasó su primer amor?
D.F. Éramos demasiado jóvenes. Y luego salió ese artículo sobre nosotros en la revista New York...
XL. ... en el que Egon se ufanaba de su bisexualidad y de sus aventuras, y en el que usted a su vez decía que el sexo en el matrimonio era tan excitante como tocarse la mano derecha con la izquierda.
D.F. Cuando lo leí y vi en lo que nos habíamos convertido, pensé: «No deberíamos seguir siendo pareja».
XL. Su relación con su marido actual también fue turbulenta. Lo dejó durante un tiempo por un brasileño. Luego por un italiano, que le exigía que se vistiese de una forma discreta...
D.F. En aquella época, mis hijos me decían que tenía cero personalidad. Pero estaba viviendo una fantasía: quería saber qué se siente siendo sumisa.
XL. ¿De qué está orgullosa?
D.F. De mis hijos. Y de aquel sencillo vestido que diseñé. Es mi tercer hijo.
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Con una pareja de amigos hemos adquirido una tradición muy sana: juntarnos de vez en cuando para disfrutar de las artes culinarias de cada uno. Empezamos discretamente con tortillas de patatas y cosas por el estilo, pero últimamente la calidad ha mejorado mucho, y en la mesa han ido apareciendo una fideuá, un arroz al horno y, en la última reunión, un delicioso arroz a banda, una receta tradicional valenciana.
Al igual que la paella, este tipo de recetas salen mejor en buena compañía, porque necesitan prepararse con calma, sin prisa, y eso es mucho más fácil rodeado de familia y amigos, con una cervecita en la mano y un aperitivo en la mesa.
Ingredientes para cuatro personas
- Para el arroz: 4 cacitos de arroz (unos 260g), 12 cacitos de caldo de pescado, una sepia arrocera, 8 gambas alistadas medianas, 1 cebolla, 2 tomates maduros, sal, un diente de ajo, pimentón y azafrán.
- Para el caldo: Morralla (pescado de roca, cola de rape, cabeza de bacalao…), una patata, una cebolla, sal,.
Cómo hacer arroz a banda
Como comentaba al principio, el arroz a banda sale mejor si se prepara con tiempo. Empezamos con el caldo, que elaboraremos con pescado de roca y las colas y cabezas que hayamos ido guardando (rape, bacalao, merluza…), así como una patata, una cebolla y un poco de sal.En una paella con un poco de aceite, doramos las gambas. Las retiramos y añadimos la cebolla, que doramos a fuego medio, luego añadimos también el tomate rallado, la sepia y un diente de ajo picado, rehogando hasta que se haga bien el tomate. Por otro lado, pelamos las gambas y trituramos las pieles junto con un poco de caldo, lo colamos y lo incorporamos al caldo.
Añadimos ahora el arroz a la paella, sal, un poco de pimentón y azafrán y, cómo no, el caldo hirviendo, en una proporción aproximada de tres a uno con respecto al arroz (tres cazos de caldo por cada uno de arroz) y cocemos durante 19 minutos, hasta que quede seco y suelto, incorporando las gambas peladas al final de la cocción. Un buen truco para que quede perfecto es tener algo de caldo hirviendo al lado, por si vemos que se queda corto a mitad de cocción. Por último, dejamos reposar unos minutos antes de servir.
Tiempo de elaboración | 2 horas
Dificultad | media,.
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