TITULO: El Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA - La noche encendida -En el corredor de la muerte de hámas,.
La noche encendida,.
'La noche encendida'
no será solo un programa de charlas, espectáculo, música, comedia,
sorpresas e invitados, presentado por Pedro Ruiz, por La 2,foto,. etc,.
En el corredor de la muerte de hámas,.
Entramos en la cárcel de Katiba, en Gaza. Treinta y cuatro presos condenados a muerte por los islamistas, la mayoría acusados de colaborar con Israel o de narcotráfico, esperan su ejecución. Se han registrado 28 en los últimos 14 años,.
fotos / Nada de caras, nada de nombres y no están permitidas las entrevistas. Son las normas que hay que aceptar antes de comenzar la visita a Katiba, el principal centro penitenciario de Gaza. Un funcionario del ministerio de Interior acompaña al periodista extranjero y no se separa en ningún momento. Aquí se encuentra el módulo especial en el que cumplen condena los acusados de «delitos contra la seguridad interna», el eufemismo tras el que se esconde el peor de los delitos posibles en la Franja: colaborar con Israel. Viven en un espacio separado de los demás presos y hay que superar tres controles para llegar a ellos.
En el corredor de la muerte en Gaza hay 34 reos, según los datos del Palestinian Center for Human Rights (PCHR) y del ministerio del Interior. Dieciocho de los condenados a la pena capital por la justicia militar están acusados de colaborar con el enemigo y esperan a que llegue su día en Katiba, los demás están acusados de asesinato o narcotráfico. Tan solo en el último mes, Hamás ha condenado a la pena capital a diez personas, ocho de ellas acusadas de colaboración con el Estado judío, una por tráfico de droga y otra por violación de una menor. Son 23 los nuevos presos condenados a muerte en 2021, pero hay que esperar a la evolución de los recursos para saber cuántos de ellos acabarán en el corredor de la muerte.
Mientras, las penas no se ejecutan o se retrasan porque la ley palestina exige para ello la firma del presidente Mahmoud Abbas. Este problema de forma, imposible de resolver debido a la fractura entre Gaza y Cisjordania y el enfrentamiento entre Hamás y Fatah, deja en manos de los islamistas la decisión final.
Desde 2007, año en el que Gaza pasó a estar bajo control de Hamás, se han emitido 136 penas capitales y se han realizado 28 ejecuciones, todas ellas sin la firma de Abbas, según los datos recogidos por el Palestinian Center for Human Rights. Los últimos ajusticiamientos fueron en 2017, pero en Gaza también se han realizado ejecuciones fuera de los cauces regulares y nadie olvida imágenes como las de 2012, cuando milicianos de Hamás arrastraron por las calles los cuerpos de varios palestinos acusados de colaborar con el enemigo. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y el canal Al Aqsa, vinculado al grupo islamista, explicó que se trataba «de personas que estaban en la cárcel, habían sido juzgadas y condenadas a muerte. En condiciones normales no se les mata así, pero estamos en guerra y Hamás ha querido enviar un mensaje a la población».
La visita a la prisión arranca en el aula biblioteca en la que los presos comunes estudian y leen. En una de las esquinas hay un colorido Corán de grandes dimensiones que «han escrito a mano los propios prisioneros». Imposible pasar sus páginas porque «solo los musulmanes podemos tocar el Corán, solo las manos puras», informa el inseparable funcionario de Interior. Desde la biblioteca asciende la escalera que lleva al módulo de los colaboradores, entre los que se encuentran la mayoría de condenados a muerte. Están repartidos en cuatro celdas diferentes, en una de ellas hay 26 hombres. Duermen en literas, tienen su propia cocina, dos televisiones y dos grandes congeladores donde guardan la comida que les traen las familias.
El silencio es sepulcral ante la llegada del periodista y los funcionarios que le escoltan. Solo se escucha a uno de los presos recitando el Corán de memoria. Es un hombre mayor y ciego. Está tumbado en la cama y sus dedos repasan las cuentas de un rosario de madera. Dos de los más jóvenes se encargan de que a nadie le falte el café y el aroma a cardamomo impregna una estancia ordenada, limpia y tranquila. La luz es artificial, por las ventanas enrejadas apenas entran unos hilos del sol que suele reinar en la Franja.
Críticas a las condenas
La división entre palestinos es física y política. En Gaza manda Hamás, no la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que encabeza el presidente Mahmoud Abbás y tiene el control de Cisjordania. «Esta duplicidad se ha trasladado al sistema judicial y eso explica que sigan condenando a muerte a presos en Gaza. Desde la llegada de Abbas al poder en 2005 no se ha ejecutado a nadie en Cisjordania y en 2019 Palestina ratificó el Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, cuyo objetivo es la abolición de la pena de muerte», recuerda Samir Zaqout, director del centro Al Mezan. Esta es una de las organizaciones más críticas con el uso de la pena capital y tras conocer las siete últimas sentencias emitieron un comunicado de condena ya que «se ha demostrado con el paso de los años que son ineficaces para prevenir delitos graves».
En el otro extremo de Al Mezan se encuentra el ministerio de Interior cuyo portavoz, Iyad Al Bozm, considera que «estos castigos son importantes como medida de protección a la población». La mitad del edificio de este ministerio, situado junto a un edificio de la ONU, quedó destruido en un bombardeo de Israel, la otra mitad sigue en pie y allí están las oficinas. Al Bozm hace mención especial a los delitos de «seguridad interna», asegura que a todos los acusados se les da el mismo trato y tienen iguales derechos y que la pena capital «es el último recurso, solo se aplica a aquellos que con su información al enemigo provocaron muertes o ataques directos a lanzaderas de cohetes o almacenes de armas de la resistencia». El portavoz de Hamás denuncia que Israel «aprovecha las necesidades económicas en la Franja para reclutar colaboradores y no duda en recurrir al chantaje, pero después de tantos años de experiencia hemos evolucionado mucho y cada vez les resulta más difícil conseguir informadores».
A pocos minutos en coche del ministerio de Interior se encuentra la sede del tribunal militar, donde la máxima autoridad es el general Naser Suleimán. «Hay pocas sentencias de muerte a colaboradores porque en el fondo todos sabemos que ellos también son víctimas de la ocupación, por lo que cada caso se investiga muy de cerca. Lo normal es que un informante pase entre 7 y 15 años en prisión, pero cada caso es diferente y hay algunos que han sido manipulados y ni se han dado cuenta de que les estaban utilizando», apunta el general.
Hamás dice que la pena capital «solo se aplica a aquellos que con su información al enemigo provocaron muertes»
La última sentencia a muerte dictada por el general Suleimán se produjo el 1 de diciembre y el condenado es un policía de 43 años de Rafah que violó a una menor. En lugar de la horca, será fusilado cuando llegue el momento.
Los colaboradores que cumplen su pena y son liberados se enfrentan a «un auténtico infierno, mi verdadera condena empezó el día que salí de Katiba», confiesa Mahmoud, nombre ficticio de un ex miliciano de una de las principales facciones armadas de la Franja condenado a diez años por «mantener contacto con el enemigo». El veredicto se produjo en 2008 y Mohamed recurrió la decisión. Obtuvo una reducción de condena que, sumada al buen comportamiento, hicieron que en el Ramadán de 2012 quedara en libertad. Nueve años después «mi padre me insulta cada vez que me ve, no tengo relaciones sociales con nadie, rezo en mezquitas alejadas de mi barrio para que nadie me conozca… voy de casa al trabajo y del trabajo a casa», relata con los ojos llorosos y prácticamente susurrando. Está casado y es padre de cuatro hijos y toda la familia padece las consecuencias. «Estamos señalados, nos miran con desprecio… me gustaría salir de aquí y no regresar nunca más», asegura en el transcurso de una entrevista complicada, ya que en mitad de la misma su hermano le obliga a callarse.
LOS DATOS
28 son las ejecuciones que se han practicado desde 2007, año en el que Gaza pasó a estar bajo control de Hamás. Ha habido, no obstante, 136 condenas a la pena capital. La última sentencia a muerte dictada por el general Suleimán se produjo el 1 de diciembre y el condenado es un policía de 43 años de Rafah que violó a una menor. En lugar de la horca, será fusilado cuando llegue el momento.
2012 fue el año en el que milicianos de Hamás arrastraron por las calles los cuerpos de varios palestinos acusados de colaborar con el enemigo. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y el canal Al Aqsa, vinculado al grupo islamista, explicó que se trataba «de personas que estaban en la cárcel, habían sido juzgadas y condenadas a muerte.
Mohamed recibió una mañana de 2007 una llamada del Shabak, servicio de inteligencia de Israel, en la que le decían que sabían que atravesaba por un momento económico complicado y que le querían ayudar. Como miliciano de una facción armada, informó a su jefe directo, quien le ordenó seguir con el contacto. Las llamadas sucedieron durante una semana y los israelíes le enviaron incluso 1.000 shekels (285 euros al cambio) que recogió de la cisterna de un servicio en una mezquita. Mohamed insiste en que informó en todo momento a sus jefes de la situación y denuncia que éstos le traicionaron. Desde entonces vive con el estigma de ser un colaborador y no tiene dudas al afirmar que «el trato de mis carceleros era mucho mejor que el trato que ahora me da la sociedad en Gaza».
Sin perdón
A las puertas de Katiba no se respira gran tensión. Los miembros del equipo de seguridad se turnan para rezar cuando llega la hora de oración y el tránsito de familiares es constante. Una cárcel dentro de una Franja encerrada a su vez por una nueva barrera de última generación levantada por Israel y terminada la pasada semana después de tres años y medio de trabajo.
La espera es incierta en el corredor de la muerte gazatí, el presidente Abbas no firmará las sentencias, pero Hamás ya ha demostrado que no le tiembla el pulso para ordenar ejecuciones. Para los acusados de colaborar con Israel el encierro supone también la tortura de saber que sus familias están condenadas para siempre. No hay perdón para ellos.
TITULO: La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques - El drama de las naranjas ,.
La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques - El drama de las naranjas ,. fotos.
El drama de las naranjas,.
Indignación y tristeza entre los agricultores al ver cómo el sector se va hundiendo cada año | El abandono de los cultivos sigue creciendo por la crisis de los precios, que este ejercicio están tocando fondo,.
«En esta cadena todos ganan menos el agricultor». Una afirmación que repiten muchos agricultores al ver como los precios de la naranja en el campo se desploman mientras en las tiendas se mantienen y todos los intermediarios obtienen beneficios.
El sector cítricola se hunde ante la indignación de los labradores que critican la falta de soluciones por parte de la administración. Un sector clave en la economía de comarcas como la Ribera, la Safor o la Marina que está viviendo este año una de las campañas más duras.
A la caída de precios continua se suman los daños por los temporales de 2018 y las amenazas externas como las naranjas de Sudáfrica. Todo esto en un sector tradicional que subsiste bajo mínimos y en la mayoría de casos a costa del trabajo casi gratuito de los agricultores.
Esto hace que muchos propietarios opten por que la naranja siga en el árbol. En concreto, el 95% de las parcelas de cultivo de cítricos en la Safor se encuentra en esta situación, como describió Vicent Faro, miembro de la directiva de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA). El dirigente del colectivo apunta que el sector «atraviesa quizá el peor momento que se recuerda». «Los propietarios ven más factible abandonar la naranja en el árbol antes de que alguien se la lleve sin saber a cuánto la va a pagar o cuándo va a cobrar algo, si es que le llega algo de dinero del proceso final», lamenta.
Para Faro, es el resultado de años de «dejadez» por parte de las administraciones hacía el campo valenciano, que «siempre ha sufrido, pero todo el mundo ha mirado para otro lado».
En la Ribera las naranjas sí se cogen pese a los daños por el pedrisco pero se están vendiendo a precios irrisorios que hunden aún más a los agricultores. « La están cogiendo toda pero regalada. Esto no se entiende, dicen que no la quieren a un precio mínimo para atemorizar a los agricultores pero se la llevan toda prácticamente por nada para la industria», explica el vicepresidente de AVA, Bernardo Ferrer.
Esta situación ha supuesto que si la variedad navelina se vendía el año pasado a unos 25 céntimos el kilo este año se está pagando a 10 céntimos. Una importante reducción que no se nota en las tiendas donde se mantienen los mismos precios que en años anteriores.
«Te exigen mucho, trabajar 24 horas, somos esclavos del campo y para nada, porque nadie tiene interés en arreglarlo», critica Enrique Montalvá, agricultor de Alzira.
Los temporales que afectaron a la Ribera el pasado verano han puesto la puntilla a un sector que ya estaba muy tocado. «Se tenía que haber retirado la naranja pequeña para no saturar el mercado porque ahora ni se paga la buena ni la otra», apunta el representante de AVA en la Ribera.
Cambio de cultivo
Situación similar viven los agricultores de la Marina donde los precios «están por los suelos, la arroba de la variedad okitsu llegaba a pagarse hasta a seis euros, ahora tienes suerte si te la pagan a 2,5 euros, a veces no llegan a comprarte la naranja».
La alternativa, aseguran, pasa por arrancar los árboles con variedades con un valor de mercado muy bajo, «hay que buscar las que se están pagando a buenos precios». Una decisión difícil porque algunas variedades cuentan con canon de cultivo por lo que los agricultores optan por abandonar los cítricos y pasarse al cultivo de aguacates o caquis.
Paco Climent, agricultor de Oliva: «Vamos a arrancar los naranjos por la falta de rentabilidad»
«No me queda más remedio que arrancar los naranjos». Éstas son las palabras de Paco Climent, un vecino de Oliva que se ha hecho cargo de las parcelas de cultivo de cítricos familiares «y es muy doloroso ver la situación de la naranja en la Comunitat», comenta. Este vecino de Oliva dispone de ocho hanegadas tomando el relevo de su padre y «para mí es importante conservar este patrimonio familiar, pero es imposible» por lo que ha decidido cortar los árboles en tres hanegadas. Cultiva la variedad hernandina, un tipo de mandarina, «y no hay forma de darle salida», señala. Esto provoca que tenga pérdidas de más de 6.500 euros.
José España, agricultor de Alzira: «Todos los años te planteas abandonar pero tiras de ahorros»
Alzira, una de las cunas de la naranja, ve como cada año aumenta el número de explotaciones abandonadas. «Todos los años te lo planteas pero tiras de ahorros y aguantas porque te lo trabajas tú mismo», comenta José España, un agricultor alcireño. Y es que la continua bajada de precios de los cítricos ha provocado una situación «crítica» para el sector que ve como trabajan todo el año a cambio de casi nada. «Nos están pagando una tercera parte que el año pasado, esto va de mal en peor», lamenta España. Y esto pese a que en su caso el pedrisco y los temporales no han afectado mucho a sus cultivos que son de segunda campaña. Sin embargo, la disminución de precios hace que los agricultores apenas cubran gastos.
Salvador Sastre, vecino de Pego: «Estoy harto de trabajar la tierra por dos duros»
A Salvador no le salen las cuentas. El pasado año ganó 900 euros por las naranjas de la variedad okitsu de su parcela. Pero «gasté 400 en la limpieza de los árboles y a ello hay que sumar abonos, quemar la leña, el agua, no se gana suficiente». Según explica, se decantó por esta variedad «porque era la primera en salir y se vendía bien de precio, pero ahora con la competencia que nos llega de Sudáfrica, no se puede vender; al final he decidido cortar por lo sano». Este profesor retirado confiesa que nunca ha sido devoto de la tierra, «siempre me ha tirado más la fotografía. Esto te tiene que gustar, tener devoción, yo no la tengo y por eso estoy harto de trabajar la tierra por dos duros». Recuerda que en una de las últimas campañas se pasó una semana con la familia recolectando las naranjas porque ningún comercio las había comprado. «Decidimos recogerlas nosotros y llevarlas a una empresa de zumos, donde nos dieron menos de 100 euros».
Pep García, agricultor de Pego: «He dejado perder 40.000 kilos esta campaña»
«El trabajo de todo un año tirado a la basura». Así se lamenta Pep García, un vecino de Pego que esta semana está arrancando sus naranjos porque ningún comercio ha querido comprarle la fruta. En septiembre acordó con un comercio la venta de las naranjas de la variedad okitsu. Pero pasaron las semanas y «tan sólo recogieron un centenar de cajones, después ya no volvieron». A día de hoy, todavía cuelgan del árbol, «la fruta ha perdido frescura, ahora ya es imposible venderla», afirma. García recuerda cuando su padre estaba al frente de sus bancales, «antes se vendía toda, incluso tuvo que reformar la entrada del camino para que pudiese pasar un camión».
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Victoria de raza del Cáceres,.
El irregular equipo se sobrepone a sus propias dudas para certificar ante el Leyma Coruña el primer triunfo liguero,.
El Multiusos vuelve a rugir al compás de las alegrías del Cáceres. En su debut liguero, la escuadra verdinegra logró este viernes la primera victoria de la temporada tras derrotar (78-74) al Leyma Coruña
en un encuentro con más errores que aciertos por parte de ambos equipos y en el que los extremeños,
aún intermitentes en cuanto regularida,.
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