TITULO: Cartas Olvidadas - Estados Unidos se marcha de Afganistán ,.
Estados Unidos se marcha de Afganistán
La Administración de Biden comenzó este sábado la retirada oficial de sus tropas tras veinte años de permanencia en el país asiático
«Ha llegado la hora de poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos». El deseo expresado hace unos días por el presidente estadounidense, Joe Biden, se materializó este sábado con el inicio oficial de la retirada de sus tropas de Afganistán. Aunque un centenar de militares de la fuerza multinacional de la OTAN destinado a labores de soporte ya abandonó el país el pasado jueves, el grueso del contingente americano ha empezado en las últimas veinticuatro horas el regreso a casa en un proceso que se prolongará hasta el 11 de septiembre. Una fecha elegida a propósito por la Casa Blanca porque entonces se cumplirá el veinte aniversario de los mortíferos atentados de 2001 contra las Torres Gemelas.
A tenor de las limitadas imágenes de la operación, ese repliegue se asemeja a un enjambre de avispas artilladas. Esta semana los helicópteros han cruzado repetidamente los cielos alrededor de Kabul para organizar el transporte de material y efectuar labores de vigilancia. El Pentágono ha enviado a la zona dos bombarderos y un portaaviones con el fin de «proteger a las tropas en su retirada», según señaló el comandante de las fuerzas estadounidenses en Medio Oriente, el general Kenneth McKenzie, ante la eventualidad de que los talibanes aprovechen el supuesto momento de debilidad para perpetrar ataques.
En total, está prevista la evacuación de 25.000 soldados y 16.000 contratistas de Estados Unidos, aparte de 7.000 militares de la OTAN. Nada que ver con los 100.000 efectivos que ocuparon el país en los momentos más álgidos entre 2001 y 2010. Tras el atentado de Nueva York, el Ejército americano invadió Afganistán y desalojó del poder al régimen talibán. Ahora, con su marcha, los aliados dejarán atrás 2.000 cruces correspondientes a los militares muertos en estas dos décadas en atentados con explosivos o enfrentamientos armados. La ONU ha garantizado que, a medida que las tropas abandonen la región, ésta recibirá un paquete de ayudas económicas para garantizar el acceso de la población a los servicios esenciales, construir infraestructuras y promover «una paz justa y duradera».
Más allá de la capacidad de movilización humana, la dificultad del repliegue estriba en el desmantelamiento de las múltiples bases repartidas por Afganistán y el transporte de miles de equipos, vehículos, armas y aeronaves. La Administración norteamericana considera un «gran desafío» la operación logística necesaria para no dejar rastro de su presencia militar después de veinte años de conflicto. Calcula un plazo de tres meses hasta su conclusión.
En este escenario ocupa un lugar destacado la seguridad. El Pentágono explicó este sábado que su máxima preocupación es conseguir una retirada protegida de la amenaza talibán. Los insurgentes, según sus datos, son más numerosos que hace diez años y controlan una superficie mayor de territorio. No obstante, EE UU rechaza que sus tropas vuelvan a casa bajo el signo de la derrota, tal y como en su momento sucedió con el despliegue ruso. Al contrario, el propio Biden expuso que la actual retirada obedece a que se ha cumplido el objetivo de evitar que Afganistán se convirtiera en una base para coordinar nuevos atentados contra Estados Unidos.
También las fuerzas de seguridad locales han entrado en estado de alerta. «Los talibanes podrían intensificar la violencia» aprovechándose de las maniobras para la evacuación, declaró el ministro de Interior, Hayatulá Hayat. El consejero de seguridad nacional afgana, Hamdulá Mohib, consideró igualmente que los insurgentes «podrían elegir la guerra».
Una nueva toma del poder
En todo ello existen hechos fatídicos que alimentan esta hipótesis. Los extremistas se hicieron eco este sábado del inicio del repliegue a su manera; es decir, con dos atentados con coches bomba que causaron al menos 32 muertos. Uno de ellos se produjo cerca de una base aérea en Parwan. Mató a dos agentes de seguridad y dejó heridas a 25 personas cerca de una mezquita. Solo horas antes, una explosión frente a una casa de invitados en la provincia de Logar se saldó con al menos 30 fallecidos y 60 heridos.
En medio de una compleja situación política y con las conversaciones de paz en Doha lastradas por constantes atentados, la población vive atemorizada. Nadie descarta que a partir de septiembre los talibanes intenten reinstaurar el régimen fundamentalista con el que gobernaron el país entre 1996 y 2001.
El presidente, Ashraf Ghani, afirma que las tropas gubernamentales son «totalmente capaces» de resistir a los insurgentes, aunque el Pentágono mantiene serias dudas y no descarta que el Ejército local se quiebre, el Estado se desmorone y todo termine en una cruenta guerra civil. «La inteligencia, el apoyo de fuego, es lo que les da una ventaja sobre los talibanes. Y todo eso desaparecerá», advirtió el general MacKenzie en su explicación sobre la despedida de las fuerzas aliadas.
Dos atentados para mostrar la cólera de los talibanes,.
Los talibanes consideran una «traición» que la retirada de las tropas aliadas no hubiera finalizado el 1 de mayo -según anteriores acuerdos-, sino que por el contrario haya comenzado en esta fecha.
Por eso este sábado mostraron su cólera con dos atentados en sendas provincias afganas -Parwan y Logar- mediante la explosión de sendos coches bomba. Al menos, 32 personas murieron y casi un centenar resultaron heridas.
TITULO: Cartas en el Cajon - En su contexto - Los asesinatos selectivos aterrorizan Afganistán,.
En su contexto - Los asesinatos selectivos aterrorizan Afganistán,.
Los asesinatos selectivos aterrorizan Afganistán,.
Gobierno y talibanes se acusan mutuamente de la oleada de ataques en Kabul que ha dejado ya 180 muertos,.
En la misma semana en la que se cumplía un año sin un solo soldado de Estados Unidos muerto en combate en Afganistán, los afganos han celebrado funerales diarios de víctimas de asesinatos selectivos. Kabul es el epicentro de esta oleada de ataques que comenzaron hace un año, coincidiendo con el acuerdo de paz entre talibanes y tropas norteamericanas y el posterior diálogo directo entre Gobierno e insurgentes. Una oleada de violencia en la que ningún grupo reivindica las acciones y talibanes y Ejecutivo se culpan mutuamente.
Periodistas, activistas de derechos humanos, jueces, figuras religiosas, personalidades políticas… están desde entonces en el punto de mira y más de 180 personas ya han sido asesinadas. Ayer la lista sumó otros cinco muertos como resultado de tres explosiones en Kabul en las que, como se ha vuelto habitual, nadie asume su autoría.
Acostumbrados a décadas de bombardeos, combates en las calles u operaciones yihadistas, ahora son las bombas lapa y el tiro en la nuca quienes siembran el terror entre una nueva generación de afganos que soñaban con ver la salida al túnel de la violencia gracias al proceso de Catar.
Maria Hayat, columnista de 'Afghanistan Times' acaba de salir del país para proseguir con sus estudios en Reino Unido. En el último mes no ha escrito, ni ha compartido comentario alguno en las redes sociales «porque tenía miedo, mueren dos o tres personas cada día y el mundo permanece callado. Lo más inquietante es que nadie se hace responsable de los asesinatos y todos nos sentimos objetivo. Vas en tu coche y ya no sabes si el vehículo que tienes delante, detrás o a un lado va a explotar en cualquier momento». Fuera de Kabul se siente a salvo y por eso comparte sus impresiones, pero sigue la actualidad minuto a minuto y lamenta que «desde que empezó el diálogo en Doha, se ha producido un incremento de la violencia».
Los enviados del Ejecutivo y los talibanes, enfrentados desde 2001, mantienen conversaciones en el Golfo. La insurgencia ha detenido sus acciones contra las fuerzas extranjeras, cuya salida del país está en marcha, pero ha intensificado su campaña contra el Ejército y la Policía de Afganistán. Las autoridades les acusan de estar detrás de la oleada de asesinatos, pero ellos lo niegan. «Condenamos estos crímenes y rechazamos las acusaciones sobre nuestra implicación. Empleados del Gobierno, activistas, trabajadores independientes… nunca han sido nuestros objetivos», escribió en Twitter Zabihullah Mujahid, portavoz talibán, que recordó la creciente actividad del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el país.
Desconfianza
En las filas del Gobierno no confían en la palabra de la insurgencia y ven la mano talibán detrás de los atentados con el objetivo de debilitar a las instituciones y aterrorizar a los ciudadanos. «Los talibanes deben darse cuenta de que a través de la violencia, el terror y la intimidación no pueden lograr los objetivos malvados de sus amos, ni pueden hacer caso omiso de la responsabilidad por sus crímenes», declaró el presidente, Ashraf Ghani, en un discurso pronunciado tras el asesinato a comienzos de mes de Mohammad Atif, responsable y uno de los fundadores de la organización islámica moderada Jamiat-e-Eslah.
«Morimos, alguien publica un tuit sobre el atentado y la vida sigue. Lo único tangible que hemos sacado hasta ahora los afganos con las conversaciones de paz es que antes sabíamos quiénes eran los asesinos y ahora no», confesó en una entrevista concedida a 'The New York Times' Shaharzad Akbar, responsable de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán.
Esta incertidumbre sobre la situación que sufre el país la comparte Torek Farhadi, exasesor del presidente Hamid Karzai que en la actualidad reside en Ginebra y denuncia que «ninguno de los asesinatos se ha investigado de forma transparente y por eso hay tantas incógnitas. Pueden estar detrás los yihadistas, pero también elementos deshonestos de los aparatos de seguridad que tratan de intimidar a la prensa y a los activistas». Farhadi recuerda que entre la larga lista de caídos hay nombres como el de Yousef Rashid, responsable del Free and Fair Election Forum of Afghanistan y una conocida voz crítica con el Gobierno.
Los sargentos Javier Jaguar y Antonio Rey, ambos de 28 años, fueron los últimos soldados estadounidenses en caer en combate en suelo afgano, pero eso no significa que la guerra haya terminado. Los afganos siguen sumando nombres a esa lista interminable de bajas en la que figuran Fereshteh Kohestani, activista de los derechos de la mujer; Rahmatullah Nikzad, presidente del sindicato de periodistas de Ghazni; Fardin Amni, presentador del canal Ariana; Malala Maiwand, periodista en Nangarhar; Elyaas Dayee, periodista de Radio Azadi… Los que pueden, abandonan el país porque no se sienten seguros. Los que no, se juegan cada día la vida.
TITULO: REVISTA TENIS - Nadal y Alcaraz cruzan sus caminos ,.
Nadal y Alcaraz cruzan sus caminos,.
El balear y el murciano podrían medirse en la segunda ronda del torneo, que arranca este domingo,.
El Masters 1.000 de Madrid puede ser testigo de un duelo histórico. El sorteo del torneo ha deparado que el debut de Rafa Nadal en la Caja Mágica pueda ser ante la mayor promesa del tenis español, Carlos Alcaraz. No es algo seguro, ni mucho menos, puesto que para que este enfrentamiento generacional se produzca el pupilo de Juan Carlos Ferrero deberá ganar su primer encuentro, el que le enfrentará este domingo a Adrian Mannarino, número 33 del mundo.
Alcaraz aparece en Madrid en su primera participación gracias a una invitación y está listo para conseguir sus primeros triunfos en la capital. Su temporada de tierra batida es buena hasta el momento, con semifinales en Marbella, derrota en primera ronda en Barcelona y con la fase previa de Estoril superada, pero medirse a Nadal en la Manolo Santana sería la guinda del pastel y una imagen para la posteridad.
El balear, cuatro veces campeón en este torneo, ha tenido una semana de descanso desde su título en Barcelona en la extenuante final contra Stefanos Tsitsipas e intentará en Madrid recuperar un cetro que se le escapa desde 2017. En sus últimas participaciones aquí ni siquiera ha podido alcanzar la final.
Cuartos de final en 2018 y semifinales en 2019 son su tope. Y no le ha caído un cuadro fácil. Además de Alcaraz (o Mannarino) en segunda ronda, puede medirse a Jannik Sinner en octavos de final, siendo el italiano uno de los jugadores más en forma del año. En cuartos se podría ver las caras con Alexander Zverev, Karen Khachanov, Kei Nishikori (que ya jugó una final aquí) o Hubert Hurkacz, ganador en Miami. Para las semifinales quedarían un Dominic Thiem que ha tenido un inicio de temporada muy malo y aún no ha debutado en arcilla, y Andrey Rublev, que ya le venció en Montecarlo.
Vuelve Medvedev
La baja de Novak Djokovic y de Roger Federer, que solo jugará Ginebra antes de Roland Garros, ha dejado huérfana la parte baja del cuadro, donde Daniil Medvedev, que se contagió de covid en Montecarlo y no pudo jugar ni en el Principado ni en Barcelona, es el principal favorito. El ruso disputará con Nadal un curioso duelo por ver quién sale como número dos del mundo de la Caja Mágica. El español tendrá que mejorar el resultado del moscovita para retener esa posición, que se antoja clave para ser el segundo cabeza de serie en Roland Garros y evitar a Djokovic hasta una hipotética final. El serbio queda muy lejos en la pelea por el número uno y aventaja en más de 2.000 puntos a Nadal, por lo que su caza sigue siendo una utopía hasta, por lo menos, la segunda parte de la temporada.
Pese a la ausencia de Djokovic, último campeón en la Santana, Madrid contará con ocho de los diez 'top ten', con nombres como Stefanos Tsitsipas, finalista en Barcelona y campeón en Montecarlo, Aslan Karatsev, verdugo de Djokovic en Belgrado y semifinalista en Australia, y Matteo Berrettini, campeón en Belgrado.
Además, el torneo, que tiene a Feliciano López como director, cuenta con nueve españoles en el cuadro principal (más los que puedan llegar desde la previa). Pablo Carreño, Alejandro Davidovich y Roberto Bautista se medirán a un jugador de la previa en primera ronda, mientras que Fernando Verdasco se enfrentará a Christian Garín; Albert Ramos, a Taylor Fritz; Pedro Martínez, a Tommy Paul; y Jaume Munar, a Alex De Miñaur.
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