La misión de Svetlana Tijanóvskaya,.
La líder opositora de Bielorrusia mantiene un complicado equilibrio entre su familia y su deber ciudadano, fotos,.
Lo suyo no era la política y ella misma lo ha reconocido siempre. Svetlana Tijanóvskaya, la candidata que probablemente ganó las elecciones presidenciales del pasado 9 de agosto en Bielorrusia (ella al menos está segura de ello y se considera ya la presidenta), es el rostro visible de la revuelta en curso contra Alexánder Lukashenko, el último dictador de Europa.En realidad, tenía otros planes: entregarse por entero a sus dos hijos. El mayor, de diez años, padece problemas auditivos y para dedicarse más a él tuvo que dejar de impartir clases de inglés, la que fue su principal ocupación, junto con las traducciones. La hija pequeña tiene solamente cuatro años.
Su marido, Serguéi Tijanovski, de 42 años, al que conoció hace 16 siendo ella estudiante, tuvo varios negocios, entre ellos una discoteca. Su última actividad empresarial fue el estudio audiovisual Kompas, dedicado a la edición de vídeos con clientes en Bielorrusia, Rusia y Ucrania, entre ellos intérpretes y grupos musicales. Pero, a partir de marzo de 2019, compaginó tales tareas con la crítica a las autoridades a través de un canal que creó en YouTube y otro en la red social Telegram, igual que ha venido haciendo en Rusia hasta que envenenaron a Alexéi Navalni.
Tijanóvskaya, que tiene 37 años, ha repetido muchas veces en las últimas semanas que a su familia nunca le faltó de nada, salvo «libertad». «Estamos hartos de la situación en el país, del caciquismo, de la corrupción, de tener que callarme y tener miedo, de aguantar a Lukashenko», que llegó al poder cuando ella tenía 11 años, declaró durante la pasada campaña electoral.
El ambiente de indignación reinante desde hacía tiempo en la familia por los abusos del régimen animaron a Serguéi a intensificar sus ataques contra Lukashenko en sus publicaciones. Pero en una dictadura las críticas no pasan desapercibidas. Su primer arresto se produjo en diciembre del año pasado y el último en mayo, después de presentar su candidatura para concurrir a las elecciones del 9 agosto. Fue mientras participaba en un acción de protesta. Desde entonces sigue encarcelado.
Así que Tijanóvskaya, desconsolada, decidió tomar la difícil decisión de relevar a su marido, de presentarse ella a los comicios. Contra todo pronóstico y tras reunir las firmas necesarias, fue inscrita como candidata, tras lo cual denunció haber recibido una llamada telefónica anónima con múltiples amenazas, entre ellas la de que, si no retiraba su candidatura, se iniciaría un proceso para arrebatarle la patria potestad de sus dos hijos al estar el marido en prisión y ella dedicada todo el tiempo a la campaña electoral.
Separarse de sus niños
Y cedió a las presiones. Publicó un vídeo anunciando que abandonaba la lucha por la presidencia, que renunciaba a la candidatura. Sus seguidores la convencieron de que no lo hiciera y consiguieron que continuara en liza. Pero tuvo que afrontar otra espeluznante decisión, separarse de los niños. Los envío a Lituania con la abuela.Más adelante, tras una exitosa aunque extenuante campaña electoral, plagada de concentraciones multitudinarias por todo el país, se confirmaron sus sospechas y las de sus colaboradores. Nunca habían sido ingenuos y temían que el dictador volviera a recurrir al fraude electoral para seguir aferrado al poder. Y así fue. En la misma noche tras el final de las votaciones, la Comisión Electoral avanzó una estimación que daba la victoria a Lukashenko con el 80% de los votos mientras la candidata de la oposición unificada se quedaba en el 10% de los sufragios, resultado que luego se hizo oficial.
«Me considero vencedora de las elecciones (...) no he obtenido el 10% sino eso varias veces más», aseguró Tijanóvskaya al día siguiente y añadió que «un sistema alternativo de recuento de votos me da a mí la victoria». Exigió a Lukashenko que entregara el poder. Esa misma tarde fue citada en el edificio de la Comisión Electoral en donde fue conminada, probablemente por parte de agentes de las fuerzas de seguridad, a grabar un vídeo. Ella no ha revelado hasta ahora las circunstancias de aquel incidente.
«He tenido que tomar una difícil decisión -la de refugiarse en Lituania- (...) ni una sola vida vale el precio de lo que está ocurriendo ahora», dijo en tono pesaroso. Según afirmó entonces, «he vuelto a ser la mujer débil que fui al principio (...) los niños son lo más importante que tenemos en esta vida». Mientras, en Minsk se producían los primeros muertos en choques con la Policía, los heridos se contaban por decenas y el número de detenidos aumentaba cada día.
En una segunda grabación, filmada bajo fuertes presiones, aparentemente antes de entrar en territorio lituano, Tijanóvskaya comparece sin mirar a la cámara y, visiblemente abatida, lee un texto instando a la población a cesar las protestas, a no enfrentarse con la Policía y a «no poner sus vidas en peligro». Una vez en Lituania, en donde sigue hoy día, cambió el discurso y llamó a continuar las movilizaciones.
Graduada en inglés y alemán
Svetlana Pilipchuk, éste era su apellido, de origen ucraniano, antes de contraer matrimonio con Tijanovski, nació el 11 de septiembre de 1982 en Mikashévichi, pequeña localidad situada en el sur de Bielorrusia, en el extremo oriental de la región de Brest, cerca de la frontera con Ucrania. Una zona que sufrió de lleno el impacto de la nube radiactiva tras el accidente nuclear en la central de Chernóbil, el 26 de abril de 1986. Ella no había cumplido todavía los cuatro años.Tras finalizar con «medalla de oro» la escuela secundaria en Mikashévichi, se trasladó a Mozir, a medio camino entre su población y la ciudad de Gómel, para ingresar en la facultad de filología de la Universidad Pedagógica local, en donde se graduó en inglés y alemán. Allí en Mozir conoció a su futuro marido y con él se trasladó más tarde a Gómel, en donde dio clases de inglés y trabajó como traductora para varias organizaciones, entre ellas la irlandesa Chernobyl Life Line, dedicada a ayudar a las víctimas del desastre nuclear. Gracias a ellos pudo pasar una temporada en Irlanda perfeccionando el inglés. Ahora, desde Lituania, Tijanóvskaya sigue siendo el símbolo de la revuelta, mantiene viva la llama de las protestas y desarrolla una incansable labor diplomática para recabar apoyos a nivel internacional y explicar al mundo que el pueblo bielorruso es pacífico y sólo aspira a librarse del tirano y vivir en libertad.
TITULO: CAFE, COPA Y Samanta Villar regresa esta noche a Cuatro con nuevo programa.
Samanta Villar regresa esta noche a Cuatro con nuevo programa.
Ruth Lorenzo es la primera invitada de ‘Samanta y la vida de’,.
fotos / Samanta Villar , uno de los rostros más representativos de Cuatro, regresa a la pequeña pantalla para presentar y protagonizar un nuevo programa al más puro estilo Samanta pero dándole una vuelta de tuerca. Si en anteriores programas pudimos ver cómo se metía en hogares ajenos o que algunos testimonios se metían en el suyo, en esta ocasión, la periodista viajará al pasado de aquellos famosos que han triunfado.
Como si fuese un túnel del tiempo, Samanta Villar acompañará en sus recuerdos al personaje en cuestión. El espacio que esta noche se estrena en Cuatro, Samanta y la vida de , lo hará de la mano de Ruth Lorenzo , su primera invitada. Tras ella y cada semana, numerosos rostros de la cultura, el cine o el deporte pasarán por el nuevo formato Mediaset. Samanta Villar se embarca hoy en una nueva aventura televisiva. Lo hace en Cuatro y a partir de las 22:45 horas. La periodista entrará en el túnel del tiempo para viajar al pasado de los triunfadores del presente. Entre ellos, Yolanda Ramos y Cesc Fábregas, por ejemplo, a quienes conoceremos un poco mejor. Samanta y la vida de repasará los inicios de estos personajes y analizará cómo han llegado donde han llegado.
El nuevo formato de Cuatro pretende tomar la esencia de los programas clásicos de Villar pero profundizando en el lado más humano de los personajes. Samanta y la vida de es una especie de continuación de su anterior trabajo, La vida con Samanta , donde la periodista acercaba historias y reflexiones reales a la audiencia. En esta primera entrega, Ruth Lorenzo abrirá las puertas de su vida y de su corazón. Así lo avanza la propia Samanta Villar en su cuenta de Instagram donde publica el vídeo promocional de hoy.
En él podemos ver a la cantante asegurando que “el valiente no es el que no tiene miedo sino el que mira al miedo a la cara”. Y es que parece ser que la artista “sabe bien de lo que habla”, explica Villar en la citada publicación. “Casi no nace, ha vivido una infancia diferente y lo que ha conseguido se lo ha ganado a pulso. Ruth es una chica que merece el triunfo; de esa gente a la que le deseas que todo le vaya bien en la vida porque está llena de generosidad y amor”, concluye. Hoy a las 22:45 horas en Cuatro comienza Samanta y la vida de.
TITULO: Documental - La doble vida de las mujeres en la Casa Blanca,.
La doble vida de las mujeres en la Casa Blanca,.
Son sus maridos los que estarán en las papeletas, pero Jill Biden y Melania Trump plantean dos modelos de primera dama muy distintos,.
Para esos que consciente o inconscientemente siguen esperando que la mujer cumpla con el papel de florero para adornar a los hombres que las conquisten, Melania Trump es la perfecta Primera Dama. La modelo eslovena tiene un gusto exquisito y un plante de lujo. Todo lo que se pone le cae bien, aunque no se puede decir que sea cualquier cosa. Christian Dior, Hervé Pierre, Michaele Kors y Dolce Gabbana son algunos de sus favoritos.
A los 50 sabe desfilar mejor que su marido, pero las fotos de antaño demuestran que con su dinero también ha adquirido una clase y elegancia que no tenía cuando posaba desnuda tocándose el clítoris (literal, no eran desnudos artísticos sino pornográficos). Ahora luce mechas dulces y viste tacones de salón con más naturalidad que la reina Letizia, pero también ha sabido cumplir con el papel de perfecta esposa que buscaba Trump, siempre nostálgico de «los viejos tiempos». Para él, «the good old times» eran esos años 50 y 60 en los que la policía molía a palos a los manifestantes y «los sacaba en camilla», ha dicho. La esposa estaba relegada a llevar la casa, servir el té y dejar bien a su marido.
De la mujer florero no se esperaban muchas palabras. En ese sentido Melania Trump también ha sido impecable. Ha cultivado más la imagen que las declaraciones y con ello ha dejado sitio para el misterio. Su segundo idioma es el inglés, que pronuncia con un tono agudo casi infantil menos atractivo que los mensajes subliminales que envía a través de su atuendo. La moda es su fuerte y con ellos ha dicho más de las políticas de su marido que con ninguno de sus escasos discursos o entrevistas, en las que nunca ha querido sacarle los colores.
En contra del 'America First' (América, lo primero), ella elige con frecuencia diseñadores extranjeros, a menudo inmigrantes, y lanza mensajes subliminales que han obligado a los cronistas políticos a entender de moda. Para el primer debate tras el escandaloso vídeo de 'Access Hollywood' en el que Trump presumía de «cogerle el coño a las mujeres», eligió vestir una camisa de Gucci con un lazo de 'pussy bow'. Y cuando 'Propublica' mostró las imágenes de niños enjaulados, la primera dama se subió sola a un avión camino de la frontera con una trenca de Zara que llevaba pintado a la espalda: «I really don't care, do you?», decía al darle la espalda al presidente (A mí no me importa en absoluto, ¿y a ti?).
Acuerdo prenupcial
Hay al menos una docena de ejemplos que confirman que sus elecciones no son casualidad, por mucho que ella lo niegue. Desde el vestido celeste con mangas al codo a lo Jackie Kennedy que vistió en la ceremonia de investidura, al traje pantalón blanco que llevó al Congreso el año en que ese color se asoció al movimiento del #MeToo, pasando por el vestido verde de Hervé Pierre con el que recibió a la reina Rania, acorde con la bandera jordana.Quienes no encajan la dulzura de su imagen y la compasión de sus discursos con la crueldad de su marido quieren pensar que es una madre incondicional atrapada en un matrimonio infeliz por el bien de su hijo Barron, al que se le atribuyen trastornos del espectro de autismo. En realidad Barron ha sido su coartada para no mudarse a la Casa Blanca en medio del curso escolar, pasar las vacaciones en Palm Beach o Bedminster mientras su marido está en Washington, o dormir en la casa que le alquiló a sus padres cerca del colegio de Barron, en Virginia.
La periodista del 'Washington Post' Mary Jordan asegura en el libro 'The Art of Her Deal' que Melania aprovechó el interés de su marido para que se mudase a Washington para renegociar el acuerdo prenupcial, que ahora le asegura el futuro a su hijo con una herencia más ventajosa.
Lejos de ser la esposa subyugada, Jordan asegura que Melania controla su imagen más que su marido, motivo por el que sus amigos de antes de casarse no han vuelto a saber de ella, para no poder disputar el pasado que ha reescrito como «supermodelo». Nadie ha podido verificar que hable cuatro idiomas, como clama, ni casan los detalles de cómo se conocieron. «Se parecen más de lo que la gente cree», ha dicho la periodista sobre la pareja presidencial. Aunque duermen en camas separadas y a menudo ocupan habitaciones distintas en el mismo edificio, el magnate confía en el criterio de su mujer y se le da crédito por haber recomendado a Mike Pence para vicepresidente, porque le pareció menos ambicioso que los otros candidatos. Alguien que estaría satisfecho con el papel de segundo y no protagonizaría conspiraciones de palacio.
Su mayor iniciativa como primera dama ha sido un programa contra el acoso infantil en las redes sociales que para ella es algo personal, porque su hijo Baron debe de ser objeto de muchas burlas. Viajó sola a esos países africanos a los que Trump se refiere como «agujeros de mierda», posó con mascarilla en Twitter cuando el presidente lo consideraba una posición política en contra suya y se compadeció de las víctimas en la convención.
Esos son todos sus méritos, además de auspiciar cenas de estado y grabar vídeos de sí misma como anfitriona y redecorar el Jardín Rosado, donde ha cambiado rosas por un cemento que permitiera el jueves una entrada triunfal en tacones de aguja.
«La metáfora esta vez es clara como el agua», observó la revista 'New Yorker' en 'La Especial Hipocresía de Melania Trump en la Convención'. «Privado de la vida, el jardín ahora funciona mejor como escenario». Y al enfatizar la empatía en su discurso dejaba en evidencia la falta de ella en su marido, como observó el 'Washington Post'. «La verdadera historia de ese discurso no es lo que leyó del teleprompter, sino la trampa en la que cayó la prensa», sentenció 'The New Yorker'.
Un discurso bien diferente
La semana antes Jill Biden también había preparado el escenario para su discurso estelar en la Convención del Partido Demócrata, pero no en un glamuroso escenario iluminado para entrar como en un plató de televisión, sino en el aula del instituto de Wilmington (Delaware), donde daba clases antes de mudarse a Washington. El foco no era ella, sino el silencio inquietante de las aulas que la pandemia ha dejado vacías. «La enseñanza no es lo que hago, es lo que soy», lapidó.Furiosamente independiente, la doctora Jill se negó a dejar su trabajo incluso cuando su marido se trasladó a la Casa Blanca como vicepresidente, porque no quería que esa vorágine la absorbiera hasta perder su propia identidad, ha contado. Al principio usaba el apellido de su anterior matrimonio, después de sacarse el doctorado ya en la cincuentena y el máster mientras estaba embarazada, para evitar que la asociaran. Michelle Obama la recuerda siempre corrigiendo exámenes durante la campaña y todavía este año la conjugaba con las clases de lunes a viernes, desplegando los poderes de 'superwoman' con que las mujeres independientes se duplican.
La actuación de Melania esta semana fue impecable, pero para Jill Biden la conexión entró en directo unos segundos antes de que empezara a caminar por el pasillo vacío del Instituto Brandywine. Esa cámara traicionera la cogió vacilante y nerviosa mientras se frotaba las manos y ensayaba los pasos con cara de asustada. A pesar de que también tiene delirio por la moda y viste Manolos, los hombros vencidos hacia adelante delatan muchas horas inclinada sobre los libros que no ha corregido ni con el deporte o la costumbre de correr ocho kilómetros diarios.
Sólo le quedan meses para cumplir los 70 y aunque podía haber pasado por actriz de Hollywood en las fotos de los años 70, la actual primera dama siempre le ganará en la portada de las revistas. Es el currículum de la doctora Biden como profesora y filántropa lo que la dejará en evidencia.
Jill Stevenson se enamoró antes de los hijos de Biden que del senador, que le pidió matrimonio cinco veces antes de que aceptase. La tragedia familiar del hombre que perdió a su mujer y su hija pequeña en un accidente de tráfico cuando volvían de comprar el árbol de Navidad con sus tres hijos en el coche conectó con la genuina empatía que recuerdan sus alumnos muchos años después. Se hizo madre de los pequeños y amiga de todas las familias militares cuando el mayor se alistó al Ejército tras el 11-S. Creó una fundación para alertar sobre el cáncer de pecho después de que este trastocara la vida de tres de sus amigas y un programa de lectura en un hospital psiquiátrico para adolescentes cuando el menor de los Biden mostró traumas emocionales.
Contra la guerra de Irak
También ella influyó en su marido para que eligiera a Kamala Harris como vicepresidenta, pero porque confía en la amistad que trabó la exfiscal de California con su hijo, fallecido de cáncer, cuando trabajaban juntos contra los bancos. Tiene en común con Melania Trump su reticencia a la carrera presidencial, que venció por pura rabia cuando George W. Bush ganó la reelección después de haber invadido Irak con el falso pretexto de las armas de destrucción masiva. «Literalmente me puse de luto durante una semana», contó. «Yo estaba tan en contra de la guerra de Irak que no me podía creer que hubiera ganado».Se podría decir que Jill es la mujer detrás de Joe Biden, pero en realidad es la que va por delante. Dos veces ha saltado delante de él para protegerle -antes incluso de que lo hicieran los servicios secretos- cuando algún manifestante ha irrumpido en el escenario. El papel de poder en la sombra se lo deja a la hermana menor de Biden, Valerie, que ha dirigido todas sus campañas durante casi medio siglo.
Jill es la mujer capaz de comerse una bala por él, la que le defiende cuando alguien le acusa de acoso sexual y la que utilizará el poder de su cargo para causas altruistas. Quiere cambiar el mundo y, como muchas mujeres de su tiempo, sabe que necesita de otras vidas masculinas para hacerlo. Como Melania Trump, ha hecho un contrato de vida con su marido. Todo el mundo tiene un precio y estas mujeres también.
TITULO: El escarabajo verde -HACHÍS Y BONIATOS,.
HACHÍS Y BONIATOS,.
Los alijos de hachís y la marihuana circulaban en el doble fondo de los coches, bajo las ruedas de repuesto, entre los paneles de neveras portátiles o camuflados entre las toneladas de boniatos de un camión, en un caso, y de ajos, en otro, quizá para despistar con el olor a los perros de la policía.
¿La causa de tanto tráfico y menudeo? No lo sé. Tal vez el encierro provocaba tanta tensión que los aficionados necesitaban más consumo para relajarse o superar la ansiedad y el temor. O porque, al cerrar los bares, se ha buscado otro tipo de diversión. O porque el contrabandista enmascarado con la mascarilla se creaba una engañosa sensación de ocultamiento. O porque, al ver a guardia civil y policía tan enfrascados en la vigilancia del infierno pandémico, creyó que relajarían el control del paraíso artificial. O no sé si es que en las montañas del Rif la cosecha de cannabis ha sido enorme y había que dar salida al excedente antes de que perdiera su frescura y sus efectos narcóticos.
En cualquier caso, lo que necesitamos ahora no son anestesias, sino vacunas.
Pero con el confinamiento también ha aumentado otro contrabando que no persiguen policías ni jueces, tan generalizado que ya ni siquiera recordamos que es ilegal y en el que todos participamos. Es muy fácil de practicar, puesto que no se necesita camuflar el producto entre ajos y boniatos, basta con tener un ordenador en casa. Y aunque este tráfico solo tiene una docena de años, con las nuevas tecnologías digitales acaso mueve más millones que cualquier otro negocio.
Me refiero, claro está, a la piratería de productos culturales –música, cine, libros–, que dan un placer mayor y más inocuo que los estupefacientes, aunque también su síndrome de abstinencia puede ser más duro.
Sin embargo, el tráfico ilegal con el libro de papel no es nuevo, existía desde hace siglos. En un libro de Denis Diderot, 'Carta sobre el comercio de libros', leo con asombro las trampas y triquiñuelas empleadas para el fraude. Diderot, alma de la Ilustración y de la Enciclopedia Francesa, brillantísimo escritor y librero, conocía bien los entresijos del oficio y sabía bien de lo que hablaba.
Sucedía que los libreros compraban a los escritores sus manuscritos pagándoles por el derecho de publicación y venta, como se sigue practicando ahora. Luego también pagaban al rey lo que entonces se denominaba un 'privilegio' de edición, de modo que solo ellos podían publicar ese libro cuyos derechos habían adquirido.
Sin embargo, ante el éxito creciente del comercio editorial, libreros espabilados fuera de Francia editaban esas obras sin permiso y las vendían a un precio más bajo, sin pagar ni un ardite ni al autor ni al librero. También era común que en provincias –Toulouse, Lyon, Marsella, Burdeos–, otros impresores, aduciendo que desconocían la duración del contrato, practicaran la misma trampa, de modo que el librero oficial se arruinaba con sus volúmenes pudriéndose en sus sótanos.
Afirma Diderot que el negocio venía haciéndose así desde el siglo XVI y pide a los gobernantes que vigilen el cumplimiento de las leyes para la protección del libro y de los escritores, pues «¿Acaso una obra no pertenece a su autor tanto como su casa o su campo?». Y continúa: «En efecto, ¿qué bien podría pertenecer a un hombre si la obra de su espíritu, fruto único de su educación, sus estudios, sus vigilias, sus tiempos, sus búsquedas, sus observaciones; si las horas más bellas, los momentos más hermosos de su vida; si sus pensamientos íntimos, los sentimientos de su corazón, la parte más preciosa de sí mismo, esa que no perece y lo inmortaliza, no le pertenece? ¿Acaso no se puede comparar al hombre, esa sustancia misma del hombre que es su alma, con el campo, el prado, el árbol o la viña...?». La cita continúa, pero tengo que mutilarla. Aquí no cabe.
Ajenos a los argumentos de Diderot, todos nos descargamos libros electrónicos de páginas web abiertas con absoluta impunidad, indiferentes hacia los incansables esfuerzos, las energías gastadas y los años dedicados por el autor a su creación; o le pedimos a un amigo que nos copie en un pendrive mil canciones o una decena de películas y dos o tres series para escuchar y ver durante el mes que estaremos de vacaciones en la playa sin wifi. Y sin incautaciones.
TITULO: Días de cine clásico - Cine - El apartamento , Miercoles -2- Septiembre ,.
Este miércoles -2-Septiembre a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.
- Reparto
-
Jack Lemmon, Shirley MacLaine, Fred MacMurray, Ray Walston, Edie Adams, Jack Kruschen, Joan Shawlee, Hope Holiday, David Lewis, Naomi Stevens, Johnny Seven, Joyce Jameson, Willard Waterman, David White,.
- C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los jefes que usan su apartamento (Fred MacMurray).
TITULO:
Un
país para escucharlo - El ídolo rockero de la Perestroika inspira las protestas de Bielorrusia 30 años después de su muerte,.
Un país para escucharlo - El ídolo rockero de la Perestroika inspira las protestas de Bielorrusia 30 años después de su muerte ,.
Este martes 1 Septiembre de , a las 23.00 por La 2, foto.
El ídolo rockero de la Perestroika inspira las protestas de Bielorrusia 30 años después de su muerte,.
Viktor
Tsoi puso banda sonora a la generación del cambio en la URSS, pero
murió prematuramente a los 28 años. Ahora vuelve a ser coreado en las
protestas de Bielorrusia
Sonó el teléfono de Mijail Gorbachov.
Era el cardiólogo de Konstantin Chernenko, quien lideró la URSS hasta
1985. «Mijail Serguevich, Konstantin Ustinovich ha fallecido». Esa
llamada fue el principio de la Perestroika, pero la música del cambio ya
estaba sonando. Con el ascenso de Gorbachov al poder, la necesidad de
reformas estuvo por fin sobre la mesa. El nuevo líder soviético se
dirigió un día al Politburó y le dijo al ministro de Relaciones
Exteriores, Andrei Gromyko, que las cosas debían hacerse de otra manera.
«Viktor Tsoi está cantando Queremos cambios
en los conciertos, y la gente dice abierta y directamente que quiere
cambios». Así lo contó el propio Gorbachov en una entrevista en 2012.
¿A
quién pertenecía esa voz precursora? Viktor Tsoi fue un famoso cantante
de rock y poeta en la Unión Soviética durante los años 80 al frente de
su grupo Kino. Hizo pensar y soñar con su música. Dicen que policías, artistas y adolescentes lloraron por igual el día de su muerte,
un 15 de agosto 1990. Se acaban de cumplir 30 años de la trágica
desaparición del músico que no vivió para ver los cambios y el posterior
desencanto. Las curvas de la historia han hecho que su música esté
ahora más presente que nunca. Tsoi y su banda Kino saltaron a la fama durante los últimos años de la Unión Soviética y todavía son muy admirados. Al principio, las autoridades no facilitaron la difusión de esa música. Cuando el gobierno finalmente vio la música rock con más simpatía, a los artistas se les concedió acceso a los medios de comunicación. El éxito fue explosivo y la URSS descubrió un fenómeno de masas dentro de sus fronteras.
Muchas de sus canciones tienen un claro sentido político que llama a la desobediencia y a tomar el control de su futuro. Una de las canciones más famosas de Tsoi, Peremen! («¡Cambios!») sonó por primera vez en mayo de 1986. Estos días se ha convertido en una especie de himno de protesta en Bielorrusia, donde lo tocan y cantan los opositores del presidente bielorruso Alexander Lukashenko, acusado de haber manipulado las elecciones presidenciales del 9 de agosto a su favor.
Peremen! también sonó en las barricadas de Moscú durante el intento de golpe de Estado en verano de 1991, la última convulsión reaccionaria que acabaría por matar a la URSS encumbrando a Boris Yeltsin. Dos años después, sonaría durante la crisis constitucional que tuvo al propio Yeltsin intentando disolver el parlamento a cañonazos.
«El cambio es lo que nuestros corazones requieren/ El cambio es lo que requieren nuestros ojos/ En nuestra risa/ Y en nuestros ojos/ Y en el pulso de nuestras venas /¡Cambios! /Esperamos cambios...», dice la letra de la canción.
Cuando murió, Viktor Tsoi tenía 28 años. Un año por encima del famoso Club de los 27 de artistas fallecidos a esa edad: Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse...
Hay un museo dedicado a él en las calderas de San Petersburgo, donde trabajó como fogonero para disimular. En la Unión Soviética, el desempleo era oficialmente inexistente. Quienes se negaban a trabajar fueron acusados penalmente de «parasitismo social». Para evitarlo, muchos inconformistas de la época trabajaron como conserjes.
Y un muro en la calle Arbat, en el centro histórico de Moscú, permanece cubierto de tributos al cantante en constante cambio. Igual que a Jim Morrison, la gente acude a llevarle cigarrillos.
El Moskvich que conducía voló hacia el carril contrario y chocó con un autobús en la autopista Sloka-Talsi, en la actual Letonia. El conductor del autobús fue declarado no culpable.
Una testigo del accidente ha revelado nuevos detalles de la tragedia en una entrevista con el canal ruso NTV. Vio cómo el automóvil pasaba por su casa a gran velocidad, y luego voló abruptamente hacia el carril contrario y chocó contra un autobús. La mujer destacó que, debido al fuerte impacto, el motor del coche voló hacia el árbol.
Un día después del suceso, la mujer se enteró por los investigadores locales que supuestamente se encontraron restos de alcohol en la sangre del músico. Sin embargo, posteriormente se decidió eliminar esta información de la versión oficial: que se quedó dormido detrás del volante mientras conducía a alta velocidad, posiblemente debido a la fatiga.
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