foto / Escribo acogido a sagrado, guarecido a la sombra de un gran ficus que se ha convertido en mi despacho cuando el sol aprieta. Allá arriba la copa se cierra retando al sol y de sus largas ramas cuelgan raíces aéreas buscando apoyo en la tierra. Toda una maravilla de la naturaleza que yo mismo planté hace, ¡ay!, mucho más tiempo que el que sería elegante reconocer. Su sombra ha sido el burladero desde el que he visto pasar la vida mientras España se requemaba recostada en su sueño africano. Compañera fiel de tantos años, trago de sombra hoy más que nunca, cuando siento que de manera implacable vamos cortando amarras, sin más rumbo que desarmar todo aquello que conseguimos armar en su día, cuando despertamos ilusionados ante el nuevo tiempo de libertad, cantando a pleno pulmón aquel 'Libertad, libertad, sin ira' que nos hervía en la sangre, capitaneados por un joven Rey capaz de renunciar a todo el inmenso poder heredado del general Franco para devolvérselo, íntegro, a su pueblo.
Un joven Rey que supo llevar con mano firme el timón de la democracia cuando algunos, incluso invocando su nombre en vano, intentaron convertir la libertad en paréntesis. Un joven Rey por el que España volvió a ser respetada en el concierto de las naciones. Un joven Rey que hizo recuperar el pulso a la España languideciente y temerosa ante la sima desconocida que parecía abrirse a sus pies a la muerte el dictador. Un joven Rey que, como el árbol que me cobija, fue haciéndose viejo y quiso creer que la pizpireta buscona de turno estaba por sus huesitos. Y cayó en la trampa, como tantos jactanciosos otoñales, escritores, toreros, empresarios, políticos y poderosos convencidos de que no es el son de sus bolsas, ni el brillo de su poder sino sus ¡ay! perdidos encantos los que atraen a las engañosas avispas rubias, prestas a libar su envejecido néctar. Manos blancas no ofenden, pero matan. Y, al fin, se vio envuelto en las redes tendidas por una turbadora «comisionista» plastificada y el comisario más corrupto que conocieron los siglos, hasta convertirlo el saco de boxeo de todos los enemigos de la libertad, ahora encaramados al gobierno, en cuyos oídos aún rechina el «¿por qué no te callas?» que desarboló al sátrapa venezolano de cuyas ubres bebían hasta saciarse.
Ahora pretenden utilizar al viejo Rey –convertido en sombra de sospecha– como cortina de humo en donde disimular la traición institucional. Ahora, con el silencio cómplice de todos (con la excepción de Felipe González, convertido en bastión del sentido común) se le niega incluso la presunción de inocencia y hasta la casa real, refugiada en la siempre sospechosa «razón de estado», consagra su condena en el mezquino comunicado del 15-M. Ahora, en fin, se intenta emboscar al Rey Felipe para que justifique la infamia renegando del hombre al que debe la vida, la corona y al que todos, él también, debemos la libertad, dejando así expedito el camino para acabar con la monarquía misma. Gracias Rey Juan Carlos. Que Dios le guarde.
TITULO: EL MAGO DEL TIEMPO - Ni con 40 grados,.
Ni con 40 grados,.
El virus sigue aquí, esa es la mala noticia, y si no se ha ido durante este caluroso julio, el otoño-invierno puede ser duro,.
El debate del estado de la región, atípico en sus formas por las medidas de prevención, tuvo al virus como protagonista, pero giró en torno a acciones económicas que puedan recuperar el pulso de una sociedad herida y con un agujero de mil millones de euros.
Pasó de puntillas en cambio por los efectos sanitarios de la pandemia. Ya se le dedicó una sesión monográfica en abril, pero con la perspectiva que se va teniendo, se echó en falta una explicación sobre el modelo de atención a los mayores, por ejemplo, y detallar los recursos de los que se dispone de cara a futuro y que tal vez no se tuvieron en su momento.
Entre el tremendismo del PP, no porque el diagnóstico fuera más o menos acertado, sino porque las palabras de Monago siempre llevan a pensar que la covid-19 es algo autóctono y no global; y el positivismo desmesurado de Ciudadanos, con Polo intentando ver las posibilidades que brinda toda crisis, Fernández Vara y De Miguel demostraron que el ser socios en la Moncloa no les ha hecho tener mejor sintonía entre ellos.
Sucede que mientras los políticos debatían sobre cómo atajar las consecuencias sociales y económicas, el virus sigue amenazando en la calle. Nos creímos que habría una tregua durante el verano, pero nunca se fue, y si no lo ha hecho ya con los 40 grados largos de este julio, el otoño-invierno puede ser duro. Cada vez es más evidente que hasta que no exista una vacuna eficaz (¿un año?), esta crisis sanitaria seguirá alterando nuestro día a día.
Es difícil que la segunda oleada que se espera ocasione la tensión hospitalaria y la cifra de fallecidos de la primera crisis, esos 21 días horribilis a los que hizo mención el presidente de la Junta en el debate, del 21 de marzo al 10 de abril. Ya se dispone de material de protección, por fin se ha aclarado la idoneidad de la mascarilla (el tiempo que se ha perdido) y tenemos mecanizado cómo podemos evitar el contagio. Sabemos muchas más cosas (también desconocemos otras, por ejemplo, el papel exacto de los asintomáticos o si el virus está en el aire) y estamos más precavidos mentalmente, pero puede que no sea suficiente.
Lo que han demostrado los brotes surgidos desde el fin del estado de alarma es que la propagación depende mucho del comportamiento responsable de cada individuo. No es casualidad que Cáceres, donde el uso de la mascarilla se generalizó casi desde el principio, apenas haya tenido algún caso importado, mientras los positivos se suceden en Badajoz, cuya población, por haberse visto menos afectada por la pandemia, había relajado sus hábitos.
El virus sigue aquí, esta es la mala noticia. Que afecte a personas más jóvenes, que desarrollan la enfermedad según vemos de forma más leve, no debería ser un alivio porque son transmisores, y es cuestión de tiempo que así vuelva a entrar en las residencias de mayores. La covid-19 ha venido para quedarse entre nosotros y debemos saber combatirla con nuestras armas, que son la responsabilidad individual y la observancia de las reglas comunitarias. Y ser conscientes de que, como en toda guerra de las de verdad, mientras dure la covid-19 todos vamos a sentirnos derrotados.
TITULO: Volando voy - Jesús Calleja - Ana del Rey ,.
Anita del Rey, Trini de ‘Acacias 38’: “Pensé que me echaban”,.
La actriz, que va a sufrir mucho en la ficción de sobremesa, compagina su trabajo en la televisión con la obra ‘Una pareja cualquiera’ en el Teatro Fígaro los lunes y martes de enero.
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