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martes, 2 de julio de 2019

Documental - La llegada del hombre a la Luna ,./ Días de cine clásico -Cine - Doce hombres sin piedad ., , Miercoles -3- Julio ,./ Un país para escucharlo - El músico ilustre que adora Extremadura,.

Resultat d'imatges de La llegada del hombre a la Luna,.TITULO: Documental  - La llegada del hombre a la Luna,.

foto -  Este mes se cumple el 50 aniversario de la llegada del ser humano a la Luna, una proeza que quedó registrada segundo a segundo en miles de horas de grabación. Ahora se han restaurado digitalmente para contarnos como nunca aquella aventura épica, bajo la dirección de Todd Douglas Miller. Un espectacular documental que pronto podremos disfrutar de él en nuestros cines.
 


TITULO:  Días de cine clásico -Cine - Doce hombres sin piedad ., , Miercoles -3- Julio ,.

 Este miércoles  -3- Julio a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.





Doce hombres sin piedad Reparto
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Los doce miembros de un jurado deben juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre. Todos menos uno están convencidos de la culpabilidad del acusado. El que disiente intenta con sus razonamientos introducir en el debate una duda razonable que haga recapacitar a sus compañeros para que cambien el sentido de su voto. 
 
 
 
TITULO:   Un país para escucharlo  - El músico ilustre que adora Extremadura ,.
 
Un país para escucharlo,.

  • Martes -2- Julio a las 23:00 horas en La 2, foto,.
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    El músico ilustre que adora Extremadura,.

    Simeó llegó a Plasencia hace tres años, animado por el director del Conservatorio de la ciudad. :: hoy/
    Simeó llegó a Plasencia hace tres años, animado por el director del Conservatorio de la ciudad. 

    Rubén Simeó, uno de los mejores trompetistas del mundo, da clases en el conservatorio de Plasencia,.


    En mayo hizo una gira de dos semanas por China, en abril actuó en Francia (en L'isle-sur-la-Sorgue, en la Provenza), hace unos días ofreció dos recitales en Oporto, y en los próximos meses, Rubén Simeó (Vigo, 27 años) ofrecerá un concierto en el Palau de la Música de Valencia y otro nocturno en una cala de Mallorca, y dará una clase magistral en la basílica de Santa María de Novella de Florencia (Italia) y dos en Alemania (en Friburgo y Stuttgart). Además, hará una gira por Azerbaiyán, con lo que añadirá un país más a un pasaporte en el que ya figuran Japón (donde ha actuado 16 veces) China (11 conciertos), Europa casi entera y media Latinoamérica (Costa Rica, Bolivia, Perú, México, Cuba...). Pero entre avión y avión, él y su trompeta pararán en Plasencia. Lo harán para dar clases en el Conservatorio de la ciudad, al que el trompetista más precoz de España y uno de los más famosos del mundo en este momento, llegó hace tres años y en el que según dice, se siente feliz.
    «Antonio Luis Suárez -músico cacereño, director del Conservatorio García Matos de Plasencia, de la Diputación- me animó mucho, y aunque no estaba entre mis planes, me decidí a hacer la prueba, me salió bien, conseguí la plaza y empecé a dar clases». Lo explica Simeó con un acento gallego liviano y justo antes de hacer una sus rutinas favoritas cuando está en Plasencia: desayunar en la Plaza Mayor.
    Un lujo accesible que parece casar bien con la filosofía vital de alguien que ha elegido tener su casa no en una gran urbe sino en Monção, una ciudad pequeña o un pueblo grande (algo menos de 20.000 habitantes) en el norte de Portugal, en el distrito de Viana do Castelo y pegado al límite con la provincia de Pontevedra. En Plasencia tiene alquilado un piso en el centro, a tres minutos a pie del conservatorio.
    «Para mí, venir a esta región es desconectar de mi vida de grandes ciudades y vuelos largos» A partir del próximo curso estará en el conservatorio García Matos tres días por semana en vez de dos como hasta ahora

    Clases magistrales

    En otros centros de este tipo de los muchos que hay en España le llaman para que dé clases magistrales ('masterclass' en la propaganda más habitual) que se publicitan desde varios días antes. En el extremeño las ofrece todos los lunes y martes del curso escolar, para un afortunado grupo de aprendices en el que predominan los niños de 11 a 18 años pero en el que también hay algún alumno mayor que él. «Hasta ahora he estado como profesor a media jornada, pero a partir del año que viene vendré tres días por semana en vez de dos», adelanta el joven músico, que así viene a refutar la idea de que le gusta el sitio. Lo cual no quita para que cada poco, alguien le pregunte por qué no da clases en algún sitio más grande, más poblado y más famoso.
    «Me fastidia que me lo digan», afirma él antes de enumerar las razones por las que sigue en el norte extremeño. Una de ellas es que las plazas de profesor de conservatorio no abundan. De hecho, él calcula que la última convocatoria de plaza en España para la asignatura de trompeta fue la de Plasencia que él ganó hace tres años. Otro motivo es Suárez, el director del centro, al que conoció gracias a Jaime Reyes, un trompetista cacereño que es amigo de los dos. Y una vez aquí, el joven gallego deja claro que está a gusto. «El de Plasencia es un buen conservatorio, con muy buenos profesores, yo creo que los mejores de Extremadura, y me dan facilidades para poder compatibilizar las clases con los conciertos, quizás en otro sitio no serían tan comprensivos».
    Al final, ha encontrado aquí algo así como una isla que le aporta equilibrio. «Utilizo mucho Extremadura para desconectar de mi vida de grandes ciudades y vuelos largos -se sincera-. Para mí, venir aquí, más que trabajar es desconectar, pasar un rato bueno con mis alumnos. Adoro Extremadura».
    El día que tiene que dar clases en el conservatorio implica una rutina que suele empezar en su casa portuguesa. «Salgo de Monção a las 9 de la mañana y sobre las 2 estoy en Plasencia (son 528 kilómetros). Como en la Plaza Mayor, que me gusta mucho comer en Extremadura, y a las 4 empiezo las clases, que acaban a las 9. A esa hora me voy a correr por La Isla -el parque urbano junto al río Jerte, en el centro de la ciudad-, y luego llego a casa, me ducho, ceno y veo una película antes de irme a la cama. Al día siguiente doy clase también y cuando acabo, me vuelvo a Portugal o me voy a la casa de Madrid si tengo que volar».
    En el fondo, que esté dando clases es bastante coherente con la vida que Simeó ha llevado casi desde que nació. O mejor, con el entorno en el que creció. Su padre es trompetista y docente en el conservatorio superior de Castellón. Tenerle al lado era algo así como disponer de un profesor particular durante las 24 horas. Y eso que al principio trató de apartarle del instrumento que más le llamaba. «Ya había varios trompetistas en la familia, así que me puso con el violonchelo, pero la verdad es que no triunfó, porque yo era muy malo -recuerda entre risas-. A mí, el sonido que me gustaba era el de la trompeta, y cuando él se iba a trabajar yo se la quitaba y me ponía con ella. Mi madre sabía un poco y me enseñó a tocarla a escondidas. Un día me planté delante de él y le dije: 'Escúchame. Si tú no quieres que siga, no sigo, pero por lo menos escúchame'. Y ahí fue cuando me dijo que continuara».

    En el concierto de Navidad

    Con el beneplácito paterno, siguió con la trompeta y a los 11 años vivió un punto de inflexión en su vida. Le llamaron para que tocara en el concierto de Navidad de RTVE. Fue el solistas más joven en hacerlo. Ese vídeo de un minuto y medio en el que el niño Simeó hace virguerías con su trompeta tiene en Youtube más de 1,6 millones de visitas.
    Desde ese momento, no ha parado de dar conciertos. Con catorce años reparó en él Maurice André, una referencia para cualquier trompetista. El crío gallego que tan bien lo hacía participó en el concurso que el famoso músico francés organizaba cada año en París. Y con solo 14 años quedó segundo en un certamen en el que participaron 300 profesionales. Al acabar la prueba, Maurice André buscó al niño español y le dijo que a partir de ese momento sería su nuevo profesor. «Aprender con él es algo así como que te enseñen a jugar al tenis Federer o Nadal», ilustra Simeó, que durante dos años -los dos últimos de la vida del trompetista francés, fallecido en 2012- viajó cada sábado desde Valencia, donde vivía con su familia, hasta San Juan de Luz, en el País Vasco Francés (550 kilómetros).
    «Él era mi ídolo, y el ídolo de mi padre, mi casa estaba llena de sus discos», explica Simeó, que fue Premio Europeo de la Cultura en el año 2008 y que es imagen comercial de una marca de relojes de lujo y de un fabricante de trompetas. En sus publicaciones en redes sociales, sobre todo en Instagram, él va dando cuenta de sus pasos y con frecuencia menciona a Dios. «Soy bastante creyente. La verdad es que me ha ido muy bien en la vida. Cada vez tengo más conciertos, he podido tocar en algunos de los mejores escenarios del mundo y cada vez tengo mejores sensaciones con la trompeta, y acordarme de Dios es una forma de dar gracias por poder dedicarme a lo que me encanta». O sea, a tocar la trompeta. Y a enseñar a otros a hacerlo. «A ayudar a la gente», dice él. En Madrid, en Barcelona, París, La Habana, Pekín o Tokio. Y en Plasencia.

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