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domingo, 6 de diciembre de 2015

ENTREVISTA - EL ORGULLO DE LA ARMADA ESPAÑOLA EN EL CARIBE,./ PRIMER PLANO Y A FONDO -LA CUMBRE APRUEBA UN BORRADOR QUE DEJA EN EL AIRE LOS PUNTOS CONFLICTIVOS,.

TÍTULO:  ENTREVISTA - EL ORGULLO DE LA ARMADA ESPAÑOLA EN EL CARIBE,.

El orgullo de la Armada española en el Caribe

 Los tesoros. Restos de la carga del 'San José' en el fondo marino (izda.); tres de los cañones del buque, piezas claves para su identificación (centro); una vasija intacta, pese a los 307 años transcurridos desde el hundimiento del galeón (dcha.).
Los tesoros. Restos de la carga del 'San José' en el fondo marino (izda.); tres de los cañones del buque, piezas claves para su identificación (centro); una vasija intacta, pese a los 307 años transcurridos desde el hundimiento del galeón (dcha.). foto
  • En sus bodegas atesora, entre otras piezas, once millones de monedas de oro, valoradas en unos 4.500 millones de euros,.

  • Hallado el 'San José', un galeón imperial hundido en 1708 por la flota inglesa frente a Cartagena de Indias,.

    El pecio del galeón español 'San José', uno de los más importantes de la flota, ha sido encontrado frente a las costas de Cartagena de Indias (Colombia), donde fue hundido en 1708 por barcos ingleses, que en actos de piratería asediaban a los buques que transportaban a la península las riquezas de las colonias. En el momento de ser atacado, el 'San José' llevaba en sus bodegas un cargamento de once millones de monedas de oro, un tesoro cuyo valor sería actualmente unos 4.500 millones de euros, una colosal fortuna que llevaba lustros movilizando en su búsqueda a entidades privadas y públicas.
    El propio presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dio ayer cuenta del hallazgo tras los trabajos de sondeo del fondo marino realizados por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), el buque de la Armada Nacional 'ARC Malpelo' y un equipo internacional de arqueólogos marinos. «Es un hito de importancia mundial, constituye uno de los más grandes hallazgos e identificaciones de patrimonio sumergido, si no el más grande, dicen algunos, en la historia de la humanidad», enfatizó el presidente Santos.
    Todo ocurrió a principios del verano de 1708. La nave capitana de la flota española en el Caribe -lo que en términos modernos se denominaría buque insignia-, el 'San José', se estaba aparejando y estibando para zarpar rumbo a España desde el puerto de Portobelo, en lo que hoy es Panamá. Esta nave había sido construida en 1698, en el astillero de Mapil, ubicado en un meandro del río Oria, cerca de Usurbil (Guipúzcoa).
    Hasta Cartagena de Indias había sido trasladado un gran cargamento de oro, plata y piedras preciosas procedente del virreinato de Nueva Granada y Perú. Los 600 hombres, entre tripulación y tropa, se despidieron de las Indias Occidentales para regresar a sus hogares. Iban a realizar una escala en Cartagena de Indias. La nave capitana zarpó junto al galeón 'San Joaquín', escoltadas por otros barcos de la flota imperial española. Sin embargo, nunca llegaron a destino.
    El 8 de junio, ya hechos a la mar, la guardia alertó de la presencia de piratas, tal como se denominaban a los barcos ingleses, que abordaban y robaban todo lo que los españoles llevaban en sus buques. El peso del cargamento hizo imposible que los navíos aumentaran su velocidad, pese a que los marineros españoles soltaron todas las velas. Nada podían hacer frente a la rapidez de los ingleses, mucho más ligeros y modernos. Había que rendir batalla a las naves enemigas.
    El combate fue arduo, pero finalmente, las cargas de los cañones del navío 'The Expedición' dieron con el 'San José' en el fondo del mar Caribe. Pero la certera puntería de los artilleros ingleses, que hizo que el barco se hundiera rápidamente, no permitió que los atacantes pudieran cobrarse el jugoso botín del 'San José'. Tal vez tuvieran noticias de este transporte tan valioso por los espías que en aquellos tiempos tenían en tierra. No sobrevivió ninguno de los 600 hombres.
    Los siglos pasaron. Siempre se habló del importante tesoro que llevaba el 'San José', lo que motivó que en 1979, la Dirección General Marítima de Colombia contratara a la empresa estadounidense Sea Search Armada para peinar los fondos marinos en los que se especulaba que reposaban los restos. Los expertos anunciaron en 1982 que habían dado con el 'San José', pero en aquel momento el Gobierno colombiano quiso impugnar el contrato con la empresa estadounidense, a la que solo le ofreció el 5% del tesoro encontrado. Veinte años después, en 2011, un tribunal de Washington dio la razón al Gobierno de Colombia y rechazó las pretensiones de Sea Search Armada.

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    Los negociadores del acuerdo de lucha contra el cambio climático forcejearon hasta el último minuto ayer para cerrar un borrador que deja en el aire los grandes temas de discusión, desde la financiación hasta los esfuerzos de cada país en función de su responsabilidad. El texto contiene 47 páginas, escasamente seis menos que el lunes pasado, cuando 150 líderes inauguraron una conferencia del clima (COP21) que quiere ser histórica.
    El objetivo del acuerdo es contener el aumento de la temperatura mundial a un máximo de dos grados centígrados, pero detrás hay un gigantesco entramado de intereses económicos y compromisos jurídicos, puesto que cada palabra podrá ser interpretada durante décadas como derecho adquirido u obligación.
    El texto que recibieron este sábado los ministros de las 195 naciones debe decidir si los países desarrollados son los únicos responsables de la actual situación de urgencia climática, o si eso cambió con la aparición de nuevas potencias como China o Brasil, dos de los diez mayores emisores de gases con efecto invernadero. Eso implica decidir quién paga y cómo. Si se aprueba, el acuerdo de París entrará en vigor en 2020, y los países menos desarrollados tendrán acceso a un fondo anual de 92.000 millones de euros.
    La clave está en los corchetes, unos 750 en la actualidad, según cálculos de ONG, la mitad respecto al lunes pasado. Por ejemplo, «[países capaces de]» o «[dispuestos a]» contribuir al fondo. Para el principal grupo negociador en la COP21, con 134 países en vías de desarrollo (o G-77), esas dos expresiones deben desaparecer. En la historia de la lucha contra el cambio climático, que empezó en 1992 en Río, quedó muy claro quiénes eran responsables: «[los países desarrollados]» explica el corchete que estos últimos defienden.
    Para la UE o EE UU, el mundo cambió desde 1992, y países como China pueden contribuir. Y de hecho, ya lo hacen por su cuenta. «Históricamente, los países desarrollados han sido los países donantes (...) Eso continuará, pero ya hay países en vías de desarrollo que han empezado a convertirse en contribuyentes», explicó el negociador jefe estadounidense, Todd Stern.
    En el borrador, la expresión clave en este apartado es «[obligaciones comunes pero diferenciadas]», que provoca también enconados debates. Las pequeñas islas del Pacífico o del Caribe son las más inquietas por la amenaza del aumento imparable del nivel del mar. Esos países quieren que el texto de París contenga claramente la mención «menos de 1,5 ºC» como objetivo. En el borrador persiste la duda entre «mantener el aumento de la temperatura media mundial [por debajo de 1,5 °C] [o] [muy por debajo de 2 °C]». El punto lo bloqueó el grupo liderado por Arabia Saudita, gran productor petrolífero y muy poco motivado.
    Otros difíciles escollos son la propuesta de que el mundo abandone la energía de origen fósil y las «pérdidas y daños» por el cambio climático.

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