-foto--Louis van Gaal, tulipán marchito,.

El holandés se queda sin avales en Manchester tras el fiasco del United en la Champions,.
Louis no tiene ritmo. Tras año y medio y casi 300 millones de euros invertidos, Van Gaal ha agotado todos los argumentos que le convirtieron en el elegido. Su currículum parecía garantía de éxito, los logros su mejor presentación y su carácter directo el mejor remedio para una plantilla apática, que se había descompuesto después de una temporada gris a las órdenes de David Moyes. Pero su Manchester United ha quedado fuera de la Champions League estando en un grupo a priori asequible, incluso tildado de regalo justo después del sorteo: Wolfsburgo, CSKA de Moscú y PSV Eindhoven. No hay nada más humillante para un red devil, acostumbrado a presumir de las noches europeas, que caer ante equipos potencialmente más frágiles. Cada vez son más visibles las camisetas oficiales con el lema Duty to entertain (Obligación de entretener), un mensaje directo al técnico holandés, que ha adormecido todos los instintos de sus jugadores, ahora meros soldados de un sistema de líneas inflexibles. Los cánticos de Attack, attack, attack! resuenan en un Old Trafford mosqueado con el otrora llamado Tulipán de Hierro, que hace oídos sordos cuando 75.000 enervados seguidores le piden la regla más básica del fútbol: atacar. Los aficionados se han cansado. La prensa ya no tiene piedad. Los jugadores filtran su malestar. Las leyendas disparan a quemarropa.

Aunque desmienta roces y motines, lo cierto es que Van Gaal tiene a la plantilla al borde de un ataque de nervios. Desde el seno del vestuario el sentimiento que impera es que las constantes reuniones por la posición en el campo y su sistema obsoleto de entrenamiento, basado en la repetición sistemática y metódica de ejercicios, están dejando a un conjunto
plagado de talento a años luz de su máximo potencial. Sentó a Memphis Depay por no adaptarse a la filosofía. No ha dado continuidad a Ander Herrera cuando es el centrocampista que más razones le ha dado para ser titular. Y sobre todo, ha cargado con el peso de la responsabilidad a un Anthony Martial que brilló en su arranque y ahora
se ha contagiado del virus antiataque del sistema implantado por el técnico holandés. Todos se mueven dentro y fuera del campo cabizbajos.

“Este United es mediocre”, soltó sin compasión Paul Scholes en los micrófonos de BT Sport. “Ante el Wolfsburgo ni tuvieron urgencia, ni fueron una amenaza ni demostraron calidad”, continuó el exjugador. Él, que fue el timón de la generación del 92, el mismo que derrochaba toque e inteligencia en el terreno de juego, vive ahora avergonzado con lo que ve en su antiguo jardín. “Si tienes un equipo mediocre, tendrás actuaciones mediocres”, sentenció.

Rio Ferdinand, quien fuera capitán del United y uno de los líderes de más carácter de la última época de Sir Alex Ferguson, acompañó a Scholes en sus críticas. “No tienen ni velocidad, ni carácter ni un líder”, explicaba con enfado el exdefensa. “No puede ser que se miren unos a otros y que nadie dé un paso al frente. En equipos grandes siempre hay dos, tres, cuatro tíos que en medio de una situación complicada te dicen: ‘Escucha, toca salir de esta’. Ahora no veo a nadie que lo haga”. Dos leyendas atacan la gestión del vestuario llevada a cabo por Van Gaal, al que acusan de estar matando lentamente al club. Y su mano derecha, Ryan Giggs, quien debería salir a defenderle, calla. E inevitablemente otorga.

“Una vergüenza. El United mereció ser eliminado por defender como amateurs en lugar de actuar como profesionales de élite. Atroz”, arrancaba su crónica Henry Winter en The Times, que lideró el bofetón más sonoro a Van Gaal. Y es que Louis sólo evitará la jubilación anticipada si logra la Premier.

TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! -Un coleccionista entre bombas,.

Un coleccionista entre bombas / foto,.
- Coches clásicos en la guerra en Siria,.
  Hay pasiones a prueba de bombas. Inmunes al miedo y a la metralla. La de Muhammad Muhyiddin Anis es una de ellas. A sus 69 años, este médico sirio al que todos le llaman cariñosamente ‘Abu Omar’ no se despega de su colección de coches clásicos. Muchos de sus vecinos ya han huido de la convulsa localidad de Alepo, pero él sigue allí. Firme. Tiene claro que no dejará abandonados a su suerte los tesoros que ha recopilado a lo largo de décadas.
  Una veintena de míticos vehículos que persiguió en subastas, a costa de gastar todos sus ahorros. Los exhibe orgulloso en el distrito de Al-Shaar. Algunos ya tienen cicatrices de la cruenta guerra que en cinco años ha dejado más de 250.000 muertos. «Los morteros se llevaron su ojo, pero sus dientes todavía se ven bien», dice, mientras acaricia un foco roto. Otros tienen las ventanas destrozadas por los bombardeos. No quiere repararlos porque son heridas de la historia. Ante sus ojos, siguen siendo igual de bellos. En sus icónicas curvas imagina incluso labios y muslos de mujer.
  
  Retazos de historia y orgullo por Hitler
  Los coches de ‘Abu Omar’ son leyenda viva de Siria. Destaca el Cadillac 1947, comprado por el entonces jefe del Estado Mayor, Ali Watfah. Luego pasó a manos de varios presidentes en los sucesivos golpes de Estado que sufrió el país árabe. El coleccionista también alardea de una réplica exacta del Mercedes de Adolf Hitler. No disimula su admiración por el líder nazi. De hecho, llamó a uno de sus hijos Abdullah Hitler.