Ganar o perder con el Mérida,.

Esta temporada, lo más parecido a un derbi será el Cacereño-Guijuelo,.
Mi familia piensa que los domingos voy a ver al Club Polideportivo Cacereño porque me gusta el fútbol, pero lo que me mueve en invierno a ponerme unos calzoncillos largos, una camiseta térmica, un anorak de gore-tex y un gorro de lana y a coger el coche a la hora en que más a gusto se está en casa leyendo el periódico y tomando un café no es el fútbol, sino el deseo de revivir aquellos tiempos en que los goles y los resultados me provocaban una descarga de adrenalina que ya no siento, pero sí recuerdo.
En los partidos de fútbol suelo perderme los goles porque me dedico a mirar hacia cualquier lado menos al que debo. En el campo del Zamora, la mirada se me perdía observando el paso de los trenes por una vía cercana, cuyo talud servía como tendido de los sastres. En Salamanca, con la Unión en Primera, me entretenía en el Helmántico admirando la organización de la hinchada rival, que llenaba alguna esquina y no paraba de animar. En Vilagarcía de Arousa, tras la grada de Preferencia había un monte imponente llamado Xiabre, que atrapaba mi mirada y me distraía del juego del Arousa, que jugaba en 2ªB. Lo mismo me sucedía en el campo del Compostela cuando jugó en Primera División: me perdía la mitad de los goles porque prefería atender a los chistes picantes, requiebros galantes y desplantes toreros de la actriz y cantante Teté Delgado, aficionada incombustible y vecina de grada.
De todos estos equipos he sido socio porque el club o la división me daban lo mismo, lo que me importaba era el rito de ir al estadio, sentir las emociones de la grada y darle vueltas al primer pensamiento que me ensimismara. Solo había unos partidos en los que ni perdía la mirada por el paisaje ni apartaba mi pensamiento del césped para depositarlo en las musarañas. Esos partidos eran los derbis. Mi infancia son recuerdos de domingos de fútbol marcados por partidos de rivalidad regional contra el Plasencia, el Mérida, el Díter Zafra, el Extremadura y el Badajoz. Ahí no había distracción posible: la tensión se masticaba desde el primer minuto y se digería desde el último hasta el domingo siguiente.
Es más, durante las últimas temporadas, he acudido al Príncipe Felipe con un sueño imposible: ascender, pero con un anhelo realista: mantenernos y esperar a que subieran el Badajoz, el Extremadura y el Mérida para disfrutar con los derbis. Lo he dicho mil veces: qué más me da perder o ganar al UCAM, El Palo o La Hoya. A mí, lo que de verdad me pone es ganarle al Mérida. Y si hay que perder, se pierde, pero sufriendo, caramba. Porque perder con La Roda me importa una higa, pero perder con el Mérida es una tragedia y al fútbol le pido eso: felicidad o tragedia, no medias tintas.
Y aquí me ven, con mi gozo en un pozo. Tantos años esperando derbis dramáticos (el Villanovense y el Arroyo no contaban cuando yo era niño y no aparecen en mi memoria sentimental) y cuando ya estaba a punto de disfrutarlos, llegan y nos mandan al grupo del norte, donde es verdad que una vez quedamos campeones. ¿Pero qué demonios puedo sentir ganando al Lealtad, empatando con el Coruxo o perdiendo con el Peña Sport? ¿Cómo puedo disfrutar de un subidón de adrenalina si lo más parecido a un duelo fratricida va a ser el derbi del jamón contra el Guijuelo?
Va a ser una temporada con poca pasión y mucha melancolía. Vendrá el Compostela y recordaré aquel partido en Santa Isabel contra el Athletic , cuando salió Julen Guerrero al campo, una chica pegó un grito y se desmayó y mi hijo, un niño, me confesó que las mujeres le parecían muy raras. Vendrá el Pontevedra y recordaré que la última vez que pedí mil pesetas a un amigo fue para asistir a un derbi Arousa-Pontevedra, que se jugó a final de mes, antes de cobrar el sueldo. Todo muy tierno, pero lo que quiero es desgarro, no dulzor. En fin, otra temporada admirando desde la grada la sierra de Gata y agradeciendo a la familia Doblas que nos ayude a soñar y a divagar.

TÍTULO: MIERCOLES - JUEVES - CINE - JUEGO DE PATRIOTAS,.
Reparto: Harrison Ford, Anne Archer, Patrick Bergin, Sean Bean, Richard Harris, James Fox, Samuel L. Jackson, Thora Birch, Polly Walker, James Earl Jones, J.E. Freeman, Alex Norton, Hugh Fraser, David Threfall, Hugh Ross, Alun Armstrong, Berlinda Tolbert, Gerald Sim,.; Jack Ryan es un agente que ha abandonado la CIA. No ha sido una decisión fácil, pero no se arrepiente porque ahora, por primera vez, tiene una vida familiar. Durante unas vacaciones en Londres, mientras pasea por la ciudad con su familia, es testigo de un atentado del IRA contra Lord Holmes, un distinguido miembro de la Familia Real Británica. En medio de la confusión, los gritos y las llamas, Ryan reacciona automáticamente: le salva la vida a Lord Holmes, pero mata a uno de los terroristas. Uno de los autores del atentado, Sean Miller, arrestado y condenado a prisión, resulta ser el hermano mayor del terrorista muerto. Y ha jurado vengarse de Ryan y su familia.