LA CHICA DE LA BICICLETA - Una comedia romántica «muy optimista,. fotos,.
El director de 'Solo química', Alfonso Albacete, quiere "contagiar a todo el mundo de energía positiva" con su nuevo trabajo,.
Olivia es una chica joven de clase trabajadora que se enamora de una consolidada estrella de cine con la que inicia una relación sentimental, adentrándose en un mundo desconocido para ella y en el que el glamour, la fama y el dinero son los protagonistas. Mientras tanto, su mejor amigo Carlos trata de convencerla de que el amor no existe, de que es sólo un efecto químico que le hace confundir la realidad. Este es el argumento de 'Solo química', la nueva propuesta de Alfonso Albacete que se estrenará el 24 de julio. Ana Carlota Fernández, Alejo Sauras y Rodrigo Guirao encarnan a los protagonistas de esta historia.La película es -en palabras de su director-, "un cuento de hadas actual que pretende contagiar a todo el mundo de energía positiva". Albacete asegura que "es un buen momento para la comedia porque la gente quiere vivir otras realidades, reírse de sí misma y darle la vuelta a todo con el humor".
Precisamente, el director ha pretendido "hacer un homenaje al cine clásico y a la comedia". El espectador encontrará guiños constantes a otras películas en una comedia romántica que "pretende contagiar a todo el mundo de energía positiva", dice Albacete.
"'Solo Química' no pretende hacer que el espectador se plantee dudas existenciales -advierte Alejo Sauras-, solo hacerle pasar un rato agradable y que salga del cine con una sonrisa en la cara". Trata "un tema universal que es el amor y la torpeza con la que lo afrontamos a lo largo de nuestra vida", explica el actor. Según Rodrigo Guirao, es "una comedia romántica que se diferencia de muchas otras en su buen gusto". Caras conocidas del cine español como Jose Coronado, Natalia de Molina, María Esteve, Bibiana Fernández o Rossy de Palma, entre otros, completan el reparto de una película que su director califica de "muy optimista".
TÍTULO : NO DISPAREN AL PIANISTA -TOROS - DOS BUENOS TOROS PARA EL CIERRE DE SAN FERMÍN,.
NO DISPAREN AL PIANISTA -TOROS - DOS BUENOS TOROS PARA EL CIERRE DE SAN FERMÍN,. fotos,.
Manuel Escribano, morosísimo pero capaz y dispuesto, sale bien librado del compromiso de ayer,.
Los dos primeros miuras salieron buenos. Cárdeno, frentudo y cinqueño el primero, el más liviano de los seis. Peso oficial: 550 kilos. Las mazorcas gruesas: cilindrada especial, tan característica de Miura, y sus anillos y rodetes, privativos del encaste, Bizco y abierto. Fue toro pronto. Fijeza, nobleza. Consintió casi de todo: desplantes, circulares cambiados, pasos perdidos y tiempos muertos. Sin avisarse ni enterarse.Cumplió en el caballo, sacó la movilidad propia de la ganadería pero no su listeza. Escribano lo esperó a porta gayola de rodillas, pero no hizo el toro por el cite. Lances a toro vivo y rebrincado, media verónica de bello trazo, tres pares de banderillas de morosísima preparación -el tercero, quiebro en tablas sin apenas salida, muy temerario, y muy celebrado- y una faena de enojosas y gratuitas pausas. Paseos y paseos. De uno en uno los muletazos con la izquierda. Más ligada una sola tanda en redondo. El toro se había escobillado en un remate. Circulares permisivos, molinetes de rodillas, una estocada trasera. Una oreja. La única de la tarde, la última de la Feria del Toro. Una vuelta al ruedo de casi cuatro minutos. Desproporción.
El segundo se llamaba Ramero. ¿O Romero? Entrepelado, largo. Y flaco, pero dio en la cartela de pesos los 575 kilos. Fue, en el caballo, el más miura, pelea entregada, ataque franco, buena salida tras el castigo, y, en banderillas, el de mejor estilo. Sin el resabio propio del miura viejo, que veía venir al rehiletero y cortaba. O esperaba. Toro interesante: por la manera de humillar, darse y querer. Codicioso, repetidor. Ni fácil ni difícil. Ni posible ni imposible. El mundo real. Pronto para tomar engaño. Repetidor, pero se revolvía por la mano siniestra. Bolívar lo toreó de partida con buen ritmo y, además, acertó con la distancia. El toro franco de Miura suele preferirla. En el cara a cara no hay nada que hacer sino esgrima. Un metisaca, una entera caída, dos descabellos.
Agalgado, zancudo, cuello de gaita, cárdeno y gargantillo, el tercero fue, por lámina, el más fiel a una de las estampas fijadas en la ganadería. Cañas finas, gran alzada. No mucha fuerza. Molido en una primera vara desafortunada por todo, el toro sacó en la muleta temperamento y correa, claudicó con aire de toro enterado y revoltoso, arrastraba cuartos traseros como si los llevara a remolque. Toro más rácano que de darse. Salvador Cortés tuvo el gusto de pasarlo por la mano izquierda con gusto y temple. Una tanda. Nada más. Se vino abajo el toro, se recostó en tablas. Cuando iba a echarse en ellas tras dos pinchazos y media, la cuadrilla tuvo la desdichada ocurrencia de moverlo. Una agonía interminable barbeando las tablas. Cortés perdió los nervios. Se perdió la cuenta de los descabellos a toro levantado. Dos avisos.
Cuarto toro, la merienda y la ansiedad del último día de San Fermín. Se pone nerviosa la gente. Un cuarto miura monumental. Casi tan voluminoso como los dos gigantes de la feria, que fueron los dos últimos de la corrida de Victoriano del Río. Colgajo cárdeno o canoso, el toro imponía, pero humilló, obedeció. También escarbó. Y oliscó, que es señal de mansedumbre. Tres puyazos. Levantaron el palo en el tercero. Otro interminable tercio de banderillas de Escribano. Y otra faena igual de interminable pero no falta de méritos: quietud, serenidad, seriedad, la apuesta en los medios, aguante en los viajes cortos y prontos. El toro se llamaba Rayito. Hizo honor al nombre. Un pinchazo y una estocada. Un aviso, sobraron cinco minutos de faena. O seis.
Los dos últimos toros de corrida y feria eran cinqueños, como la inmensa mayoría de los jugados. Tremendo el quinto. ¡Toro va! ¿Dónde lo meto, qué hago, dónde lo pongo? El sexto parecía a su lado el hermano menor. Ninguno de los dos fue de festejar. Al quinto lo estamparon de salida contra un burladero y casi lo revienta. Lo picó muy bien Luis Miguel Leiro. No estuvo cómodo Bolívar. Imposible disimular. Un mareo de perdiz. Acabó ganando por la mano el toro. La renuncia fue visible. Protestó la gente.
Antes de soltarse el sexto rompió ese fragor telúrico tan propio. Los honores para el toro de la despedida. A cappella y bastante afinadamente, las peñas entonaron los compases de la Marcha Radetzki. Como en el último bis del Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. Feliz coincidencia. Austria, Navarra, Strauss. La sintonía que emplaza para el 6 de julio de 2016. Un toro acalambrado, la cara arriba. Se repuso. Fuerzas de flaqueza, la gana justa. Trabajito de Cortés más para la plebe que para la crema de las cremas, que son más de lo que parece. Algún muletazo compuesto, una apertura de fanfarria, a lo Castella, pero un querer y más querer.
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