AQUEMARROPA - NEFERTARI SE MUDA AL GUADALQUIVIR,./ ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! -EL PRESENTE Y EL PASADO DE CESAR Y CLEOPATRA SE VEN LAS CARAS EN EL TEATRO,.
TÍTULO: AQUEMARROPA - NEFERTARI SE MUDA AL GUADALQUIVIR,.
Nefertari se muda al Guadalquivir
Una exposición sobre Egipto en Sevilla muestra una recreación del templo de Abu Simbel, erigido por Ramsés II,.
'Una obra perteneciente por toda la eternidad a la Gran Esposa Real
Nefertari-Merienmut, por la que brilla el Sol'. La reina Nefertari fue
la esposa más amada por Ramsés II, tanto como para erigirle un templo en
el que como muestra de su devoción las estatuas que representaban al
poderoso faraón tenían el mismo tamaño que las de su compañera, algo
inhabitual en Egipto. Hoy día, las colosales estatuas de la entrada a
los templos de Abu Simbel siguen maravillando a los turistas por la
complejidad de un trabajo que, a escala, puede verse desde ayer en una
ambiciosa exposición inaugurada a orillas del Guadalquivir en Sevilla,
pero que después iniciará un periplo por toda Europa.
El templo de Nefertari, también conocido como 'templo menor' o 'de
Hathor' (diosa egipcia del amor y la belleza'), es la gran novedad de la
muestra 'Ramsés Rey de Reyes', y que hace unos meses ya recaló por
diversos puntos de la geografía española mostrando la fachada del templo
principal de Abu Simbel y algunas de sus salas mandadas construir por
el faraón de la XIX dinastía. Su autor es Hani Mostafa, un artesano
egipcio que ha dedicado los últimos diez años de su vida a reproducir en
madera y fibra el gran emblema nacional de su país para poder mostrar
al mundo su grandeza y acercar al menos una pequeña parte de su
misterio.
En la elaboración del templo de Nefertari -construido hace más de
3.000 años-, Mostafa, experto en industria metalúrgica y apasionado por
el arte, empleó casi once meses, según los organizadores. La fachada,
con unas dimensiones de seis metros de altura (la original mide 10) y
otros 14 de ancho, muestra los dos grupos de estatuas a la entrada del
templo que representan al faraón Ramsés con su doble corona y a su
esposa Nefertari, que a diferencia de otros templos en los que las
estatuas de las consortes no sobrepasaban la altura de las rodillas del
faraón, aquí está representada con igual grandeza. Ambos están
acompañados por otros príncipes y princesas, todos alzados y con un pie
adelantado para dar sensación de marcha.
Junto a la fachada del templo de Nefertari se exhibe la reproducción
del templo de Ramsés II, uno de los símbolos egipcios y el primer
ejemplo de propaganda de la historia. El templo está dedicado al propio
Ramsés y narra en una de sus salas la batalla de Kadesh: el faraón
Ramsés II, con apenas 24 años, quería seguir la estela de sus
predecesores y se enfrentó en dicha ciudad a los hititas con el objetivo
de mantener el control sobre la actual Siria. Aunque la batalla terminó
con un tratado de paz, en lo que consideraríamos un empate técnico,
Ramsés acabó abandonando y renunciando al control de dicho territorio.
La vergüenza apenas pasó la frontera, y en los muros de los templos,
especialmente en Abu Simbel, narró su propia versión de la contienda,
que fue la que pervivió durante siglos. Así, los relieves del templo
alaban su bravura.
TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - EL PRESENTE Y EL PASADO DE CESAR Y CLEOPATRA SE VEN LAS CARAS EN EL TEATRO,.
El presente y el pasado de César y Cleopatra se ven las caras en el Teatro
Ángela Molina junto a Emilio Gutiérrez Caba, Lucía Jiménez y
Marcial Álvarez dan vida a los dos personajes en la comedia que dirige
Magüi Mira, fotos,.
Eternos son los clásicos, y eternos también resultan los grandes
personajes que marcan un antes y después en la historia. Reales o
imaginarios, sobre papel o sobre escenarios, para bien o para mal,
resultan en cualquier caso inmortales. Y más si se trata de nombres con
un eco trascendental que roza lo divino, como lo son César y Cleopatra.
Eco que resuena más que nunca durante estos días en la capital
autonómica.
Con el ecuador de la LXI edición pisando los talones, y con la resaca
que sabe a tragedia aun metida en vena, resulta el momento oportuno y
más que propicio para recibir la mejor de las inyecciones. Esa que te
proporciona la risa y la distensión emocional. Esa que conduce como
nadie Magüi Mira, y más si es a través de la receta del dramaturgo
Emilio Hernández.
'César y Cleopatra' se estrena esta noche en el escenario emeritense
para revivir de nuevo su historia de pasión en altas dosis, más que de
amor, que también lo tuvo. De poderes enfrentados y la estrategia como
mejor baza. De errores insubsanables y pasos poco acertados. Para
recordar a los presentes quiénes fueron César y Cleopatra, por bocas y
almas de Emilio Gutiérrez Caba, Ángela Molina, Marcial Álvarez y Lucía
Jiménez.
Eso sí, desde una perspectiva diferente e interesante. Con la
eternidad como el mejor escenario, Mira juega al presente y el pasado,
con lo real y con lo eterno, con los personajes llenos de juventud y
ellos mismos con el peso de los años a sus espaldas. Con lo que fue y
pudo haber sido, a través del desdoblamiento de personajes. Cuatro
actores para dar vida a dos hitos de la historia. «Esta obra te enseña
que el poder no garantiza el futuro, es algo que lleva el hombre en su
ADN», explica la directora, quien además añade que «se trata de una
propuesta sorprendente con mucho humor, donde también hay lugar para el
erotismo».
La actriz y directora, a partes iguales, además, ya sintió en su
momento y a través de su cuerpo el peso y la responsabilidad de llevar a
escena a una de las mujeres que mejor encarnan el tridente de valores
tales como el poder, la seducción y la inteligencia. Como lo fue y sigue
siendo Cleopatra. «Al recordar ahora qué fue en el año 1996 comprendes
que el tiempo no pasa, no existe, y precisamente sobre esto gira la obra
que estrenamos esta noche».
Emilio Hernández, autor de la versión libre que dirige Mira, indica
que su texto se basa sobre todo en preguntas y más preguntas. Utiliza
como hilo conductor e ingrediente fundamental en esta comedia la erótica
del poder, que está presente como mejor aderezo de la representación.
«El poder no lo tengo yo, lo tienen ellos, yo me encargo de la erótica, y
os puedo decir que el eros está servido», recalca Hernández.
Uno más uno, son cuatro
Dualidad convertida en cuatripartita. Es el principal atractivo que
arrastra la versión libre de Hernández. Una versión que permitirá a los
presentes reconocer a la Cleopatra y el César real que revive momentos
cruciales de la historia y algunos que parten de la ficción remota, al
mismo tiempo, que los mismos se descubren desde un plano astral. Desde
la eternidad comprendida entre las columnas del Teatro Romano. Sin duda
una apuesta singular con el aliciente de las caras más que conocidas que
la llevan a escena.
Emilio Gutiérrez Caba es el César eterno en este peculiar combate a
cuatro. El actor, que con este ya son tres sus encuentros con la arena
del escenario romano, reconoce que el texto que manejan «tiene mucho que
ver con lo que está pasando ahora, para ellos resulta monstruoso el
mundo con el que se encuentran dos mil años después y no dejan de
sorprenderse». Marcial Álvarez, la otra cara de esta misma moneda, el César inocente
y joven, también regresa por tercera vez a la capital autonómica.
Reconoce estar viviendo un sueño con esta obra. «Esta pareja además de
todo lo que aportó a la humanidad, encarna perfectamente la pasión»,
explica. Álvarez indica que ambos personajes se encuentran en un momento
crítico de sus vidas. «Ella está siendo atacada por su hermano en Siria
y él tiene que demostrar muchas cosas».
Para Lucía Jiménez, la novata entre entendidos del escenario romano,
poder participar en el Festival Internacional de Teatro Clásico, también
es un sueño, aunque en su caso por fin se hace realidad. «Vine por
primera vez a este teatro cuando tenía 11 años y ya entonces supe que yo
quería estar ahí, era uno de mis deseos pendientes», recalca la actriz,
que simboliza la pureza, la juventud e inocencia de la gran Cleopatra.
«Es una aventura y, sobre todo, un auténtico lujo poder estar aquí y más
con este montaje con tanta fuerza y tan original», recalca la actriz,
quien además añade que «será una sorpresa que seguro nadie se la
espera».
La cuarta en discordia en este 'uno más uno, igual a cuatro', es
Ángela Molina. Como Caba, la actriz simboliza la Cleopatra que se mueve
en el limbo de los que resultan inmortales. «Desde esta eternidad
descubro mis defectos y ves las cosas, los hechos con otra ligereza»,
analiza Molina. Incide en que aún con la madurez y el conocer de cerca
sus errores sigue metiendo la pata con César. «Pero también hay puntos
cómicos, por ejemplo, yo le enseño a hablar inglés a César, en la
eternidad nos da tiempo a todo», recalca.
Pura magia
Si algo demuestra el teatro con cada representación que se presta es
que todo es posible. La apuesta de Magüi Mira y Emilio Hernández promete
ser un ejemplo de ello. «Hay momentos muy mágicos y muy bellos»,
explica Lucía Jiménez.
Esos momentos se corresponden con los encuentros entre los personajes
del presente y los del pasado. «A veces les hablamos directamente y
entramos en un debate interminable, y en otras ocasiones, son como una
especie de pensamiento o incluso consciencia», explica Caba.
Una relación entre ambos personajes que no deja de ser un reflejo de
ellos mismos. «Y sin embargo a Cleopatra la siento desde la maternidad,
como madres nos cuesta decir las cosas que hacen daño, pero aún así lo
hacemos como madres que somos», explica la actriz, quien además subraya
que a veces se olvida que es ella misma.
Errores conocidos y que la historia obliga a que vuelvan a cometer.
Porque por mucho que se muevan en la eternidad, no hay segundas
oportunidades para estos personajes. O sí, esta noche tienen la
oportunidad de encandilar al público emeritense. De que las risas
retumben como sólo sucede en el Teatro Romano. De pasar un rato
agradable. Esta noche, la magia del teatro hará posible que César y
Cleopatra se vean de nuevo las caras.
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