Johanna Van Gogh-Bonger: "La mujer que sacó a Van Gogh de la oscuridad"
por Fátima Uribarri -
XL Semanal
Era la mujer de Theo Van Gogh, el
hermano de Vincent. A los 28 años se quedó viuda con un bebé y los
lienzos de su cuñado. Decidió poner en valor aquella obra que parecía
invendible. Recopiló lienzos, organizó exposiciones, publicó su
correspondencia... Sin ella, Van Gogh de quien se conmemora el 125
aniversario de su muerte no sería el genio del arte que es hoy.
Theo ha muerto. Solo ha sobrevivido seis meses a Vincent.
La vida perdió sentido sin su hermano del alma, al que siempre protegió
y sostuvo. A Johanna -la viuda de Theo- le quedan un bebé de un año, un
piso en París, 200 cuadros y 600 cartas.
Johanna Van Gogh-Bonger tiene 28 años, en 1891, cuando enviuda. Debe sacar adelante a su hijo, al que han llamado Vincent, como su tío el pintor Vincent Van Gogh. El artista ha sido una presencia constante en el año y medio que ha estado casada con Theodorus Van Gogh. Su marido le ha enviado dinero, se ha carteado con él, ha estado siempre pendiente de su hermano mayor, ese artista de carácter inestable al que Johanna apenas ha visto cuatro veces en su vida.
Johanna es una mujer instruida, ha sido profesora de inglés, es especialista en Percy Shelley, incluso trabajó en la biblioteca del Museo Británico antes de casarse con Theo. Es una mujer inteligente y decidida que se propone sacar adelante a su hijo. No es fácil: los lienzos que ha heredado no tienen valor. Ni siquiera Theo, que era marchante de arte, logró venderlos.
Johanna decide leer las cartas que Vincent escribió a Theo. Son muchísimas, más de 600. Descubre a un genio con una trayectoria llena de obstáculos. «Una victoria lograda después de toda una vida de trabajos y esfuerzos vale más que una victoria lograda más temprano», escribe Vincent a Theo en 1878. Todavía puede lograrse una victoria, piensa Johanna, y se pone en marcha.
Se traslada a Bussum, a 25 kilómetros de Ámsterdam, porque le llegan noticias de que se va a implantar el descanso dominical, se da cuenta de que ese cambio dará lugar a un nuevo negocio, porque muchos trabajadores no sabrán cómo llenar esos domingos ociosos. Monta una casita de huéspedes en el campo, la decora con los cuadros heredados y comienza la gran tarea de su vida: recopilar la obra de Vincent Van Gogh para exponerla y darla a conocer al mundo; y traducir, ordenar y publicar la correspondencia entre los hermanos para que se conozca al genio y a su benefactor.
Cuadros invendibles
Johanna es la responsable de que Van Gogh sea reconocido hoy como uno de los grandes maestros de la pintura de todos los tiempos. Ella rescató su obra y la puso en valor. Le fue muy útil la experiencia de Theo como marchante de arte -vendió obras de Claude Monet y de Paul Gauguin-, aunque no fue capaz de vender la obra de su propio hermano: no le parecía ético involucrar en un asunto familiar a la empresa en la que trabajaba.
Johanna lee las cartas entre los hermanos y decide llevar a cabo la misión de conseguir que se aprecie el trabajo de su cuñado. Lo hace por Theo y por su hijo. «Tengo un objetivo en la vida -anotó en su diario-, pero me siento sola».
Al principio la ayudaron los pintores Jan Verkade y Paul Sérusier y amigos de Vincent como Eugène Boch. Anna Boch, hermana de Eugène, había comprado uno de los tres únicos cuadros que Van Gogh vendió en vida. Anna, que también era pintora, adquirió en 1890 El viñedo rojo por 400 francos. Los otros cuadros vendidos por Vincent son Puente de Clichy, comprado por 250 francos, según consta en los libros de cuentas de la casa Boussod & Valadon, y un autorretrato adquirido por los marchantes londinenses Sulley & Lori.
Todas estas ventas son del final de su vida, una época de máxima producción. El artista falleció el 29 de julio de 1890 a consecuencia de las heridas de un disparo: parece que fue un suicidio, aunque hay quienes apuntan a un accidente. Los 30 meses anteriores a su muerte Vincent pintó hasta 500 obras, a veces incluso superponía unas sobre otras en una actividad frenética.
Primera exposición
Lo primero que hizo Johanna fue localizar cuadros y recuperarlos. Después se empeñó en mostrarlos. En febrero de 1892 organiza en Ámsterdam una exposición con dibujos de Vincent Van Gogh en la Asociación de Artistas. Fue un éxito. Johanna se maravilla de escuchar loas ante el trabajo de su cuñado, algo a lo que no estaba acostumbrada.
«Solo hay documentadas dos opiniones favorables a la obra de Van Gogh en vida del pintor», cuenta Camilo Sánchez en La viuda de los Van Gogh, la novela que dedica a Johanna. Una alabanza la pronunció el pintor J. J. Isaacson en un seminario en Holanda, en 1888, y la otra la firmaba el poeta Albert Aurier en un artículo de Le Mercure de France, en 1890.
¿Nadie más se dio cuenta del talento de Van Gogh? «Johanna sabía que las obras eran buenas, y gente como Monet o Gauguin decían que Van Gogh era un genio, pero es normal que alguien con ese talento, que hacía cosas tan diferentes, tardara un tiempo en lograr el reconocimiento. La tarea de Johanna fue absolutamente crucial», explica Wouter Van Der Veen, autor del libro Van Goh in Auvers, his last days.
Fue Johanna quien llevó a cabo lo que Vincent (que había trabajado como marchante de arte antes de dedicarse solo a pintar) proponía a Theo en sus cartas: «Mostrar mucho, vender lo necesario y guardar las grandes piezas para que lleguen a los museos», toda una estrategia de marketing.
Llora con las cartas
Johanna visita a importantes marchantes holandeses como Wisselingh, Buffa y Oldenzeel. Recopila cuadros y selecciona los que llevará a la próxima exposición. Y lee las cartas entre los hermanos. Descubre una ternura infinita entre ellos, lo cuenta en su diario. «Cómo se entendieron, cómo dependió Vincent de Theo», dice Johanna. A menudo las lee llorando.
Consigue una nueva muestra, en Róterdam y aparecen dos artículos muy favorables en la Nieuwe Rotterdamse Courant. Johanna está emocionada. Visita la muestra, pero le pone pegas: «Los marcos son feos, no son adecuados», apunta en su diario. Pero el marchante Oldenzeel promete una nueva exposición para otoño... y «entonces puede ser magnífica», escribe Johanna, esperanzada.
Continúa cuidando su casa de huéspedes y a su niño y trabajando con la correspondencia. También recibe visitas de su suegra, la señora Van Gogh, porque quiere saberlo todo de la vida de su marido y su cuñado.
Inaugura una nueva exposición en La Haya. Johanna no está contenta: acude mucho público, pero la mayoría va a ver obras de otro pintor: Jozef Israëls. «Vincent quiso pintar cosas imposibles, como el Sol», reflexiona Johanna buscando una explicación. Le da rabia, además, que no hayan colgado las mejores obras de Vincent. Se sintió muy sola en mitad de aquella multitud. «Estoy planeando preparar una exposición con toda la obra de Vincent. Alguna vez esto tendrá que hacerse», apunta Johanna
Hay quienes se ríen
Incansable, continuó con las exposiciones: en 1901 se mostraron 71 Van Goghs en París, la gran exposición de Ámsterdam llegó en 1905; en Londres, en 1910 se mostraron obras de Van Gogh en una exposición sobre posimpresionistas en la que «todavía hubo quienes se rieron de sus obras», ha comentado Vincent Willem Van Gogh, el hijo de Johanna. A Colonia llegaron sus obras en 1912; a Nueva York, en 1913; a Berlín, en 1914...
Pero no fue fácil. En 1905 ha contado el hijo de Johanna que el Rijksmuseum de Ámsterdam solo consentía en colgar en sus paredes dos dibujos de Vincent si se los regalaban. El primer museo en adquirir obras de Van Gogh para su colección fue el Folkwang de Hagen en Alemania, en 1936.
Johanna se casó en 1901 con el pintor Johan Cohen Gosschalk, del que enviudó en 1912. Fue una mujer muy activa. Se afilió al partido socialista, vivió en Ámsterdam, pasó una temporada en Nueva York, tradujo las cartas de los hermanos Van Gogh al inglés y en 1914 consiguió publicarlas en Holanda.
Murió en 1925. «Alcanzó a ver la segunda edición de las cartas, todo un éxito en un país tan pequeño», ha recordado su hijo. Las cartas fueron para ella el motor de la salvación de la obra de Van Gogh. «Cuando las leyó, comprendió la relación entre Theo y Vincent y el talento de su cuñado», dice Camilo Sánchez. «El mundo del arte le debe muchísimo a Johanna, su tarea fue muy difícil para una mujer en aquella época y, además, sola», añade.
Legado familiarJohanna heredó 200 cuadros de su cuñado, Vincent Van Gogh, que nadie quería. Su hijo, el bebé de la foto, creó la Fundación Vincent Van Gogh en 1960.
Un genio universalCuando murió, enloquecido y pobre, Vincent Van Gogh había vendido solo tres cuadros. Gracias a su talento y a la labor de su cuñada Johanna es uno de los artistas más cotizados del mundo.
Siempre juntosTheo (a la derecha) era cuatro años menor que Vincent, pero siempre cuidó de él. Theo murió solo seis meses después que Vincent. Johanna se ocupó de que los enterraran uno al lado del otro.
De buena familiaJohanna Bonger se crio en una familia holandesa acomodada. Conoció a Theo porque era amigo de uno de sus hermanos.
El 'Retrato de Theo' lo pintó en 1887, cuando los hermanos vivieron juntos en París. Hasta 2011 se creyó que era un autorretrato.
Cariño epistolarLas cartas a Theo son la principal fuente de información sobre el pintor. La temporada en la que Theo y Vincent vivieron juntos en París es la época menos documentada de la vida del artista.
Hermano del almaTheo fue asesor, confidente y el sostén económico de Vincent. Los hermanos convivieron, trabajaron juntos un tiempo y se cartearon durante 20 años. Vincent murió en los brazos de Theo.
'El viñedo rojo', lo compró Anna Boch por 400 francos en 1890. Es uno de los tres cuadros que vendió Van Gogh en vida
El buen ojo de Anna BochCompró El viñedo rojo a Van Gogh y obras a otros impresionistas a los que quiso ayudar. Como mecenas fue muy generosa. Su familia era dueña de la fábrica de cerámicas Villeroy & Boch.
Fracaso en vidaEn 1890, año de su muerte, Van Gogh logró vender su primer cuadro: El viñedo rojo. Cien años después, un lienzo suyo batía récords de precio.
'Retrato del doctor Gachet', adquirido en una subasta por casi 75 millones de euros en 1990
Para saber másLa viuda de los Van Gogh. Camilo Sánchez (editorial Edhasa).
Desayuno,.
Arranque vegetal «Me levanto a las 6:30 y tomo un cuenco de judías blancas hervidas en caldo vegetal y otro de espinacas con aceite y sal. También un rooibos, que no tiene teína».
Cena - Pescado con huevo frito, pan, tomate y lechuga, beber agua, postre un trozo de tarta,.
TITULO: TRAZOS - "Universo de emociones": El secreto para ser más feliz ,.
Mis científicos favoritos / foto
Johanna Van Gogh-Bonger tiene 28 años, en 1891, cuando enviuda. Debe sacar adelante a su hijo, al que han llamado Vincent, como su tío el pintor Vincent Van Gogh. El artista ha sido una presencia constante en el año y medio que ha estado casada con Theodorus Van Gogh. Su marido le ha enviado dinero, se ha carteado con él, ha estado siempre pendiente de su hermano mayor, ese artista de carácter inestable al que Johanna apenas ha visto cuatro veces en su vida.
Johanna es una mujer instruida, ha sido profesora de inglés, es especialista en Percy Shelley, incluso trabajó en la biblioteca del Museo Británico antes de casarse con Theo. Es una mujer inteligente y decidida que se propone sacar adelante a su hijo. No es fácil: los lienzos que ha heredado no tienen valor. Ni siquiera Theo, que era marchante de arte, logró venderlos.
Johanna decide leer las cartas que Vincent escribió a Theo. Son muchísimas, más de 600. Descubre a un genio con una trayectoria llena de obstáculos. «Una victoria lograda después de toda una vida de trabajos y esfuerzos vale más que una victoria lograda más temprano», escribe Vincent a Theo en 1878. Todavía puede lograrse una victoria, piensa Johanna, y se pone en marcha.
Se traslada a Bussum, a 25 kilómetros de Ámsterdam, porque le llegan noticias de que se va a implantar el descanso dominical, se da cuenta de que ese cambio dará lugar a un nuevo negocio, porque muchos trabajadores no sabrán cómo llenar esos domingos ociosos. Monta una casita de huéspedes en el campo, la decora con los cuadros heredados y comienza la gran tarea de su vida: recopilar la obra de Vincent Van Gogh para exponerla y darla a conocer al mundo; y traducir, ordenar y publicar la correspondencia entre los hermanos para que se conozca al genio y a su benefactor.
Cuadros invendibles
Johanna es la responsable de que Van Gogh sea reconocido hoy como uno de los grandes maestros de la pintura de todos los tiempos. Ella rescató su obra y la puso en valor. Le fue muy útil la experiencia de Theo como marchante de arte -vendió obras de Claude Monet y de Paul Gauguin-, aunque no fue capaz de vender la obra de su propio hermano: no le parecía ético involucrar en un asunto familiar a la empresa en la que trabajaba.
Johanna lee las cartas entre los hermanos y decide llevar a cabo la misión de conseguir que se aprecie el trabajo de su cuñado. Lo hace por Theo y por su hijo. «Tengo un objetivo en la vida -anotó en su diario-, pero me siento sola».
Al principio la ayudaron los pintores Jan Verkade y Paul Sérusier y amigos de Vincent como Eugène Boch. Anna Boch, hermana de Eugène, había comprado uno de los tres únicos cuadros que Van Gogh vendió en vida. Anna, que también era pintora, adquirió en 1890 El viñedo rojo por 400 francos. Los otros cuadros vendidos por Vincent son Puente de Clichy, comprado por 250 francos, según consta en los libros de cuentas de la casa Boussod & Valadon, y un autorretrato adquirido por los marchantes londinenses Sulley & Lori.
Todas estas ventas son del final de su vida, una época de máxima producción. El artista falleció el 29 de julio de 1890 a consecuencia de las heridas de un disparo: parece que fue un suicidio, aunque hay quienes apuntan a un accidente. Los 30 meses anteriores a su muerte Vincent pintó hasta 500 obras, a veces incluso superponía unas sobre otras en una actividad frenética.
Primera exposición
Lo primero que hizo Johanna fue localizar cuadros y recuperarlos. Después se empeñó en mostrarlos. En febrero de 1892 organiza en Ámsterdam una exposición con dibujos de Vincent Van Gogh en la Asociación de Artistas. Fue un éxito. Johanna se maravilla de escuchar loas ante el trabajo de su cuñado, algo a lo que no estaba acostumbrada.
«Solo hay documentadas dos opiniones favorables a la obra de Van Gogh en vida del pintor», cuenta Camilo Sánchez en La viuda de los Van Gogh, la novela que dedica a Johanna. Una alabanza la pronunció el pintor J. J. Isaacson en un seminario en Holanda, en 1888, y la otra la firmaba el poeta Albert Aurier en un artículo de Le Mercure de France, en 1890.
¿Nadie más se dio cuenta del talento de Van Gogh? «Johanna sabía que las obras eran buenas, y gente como Monet o Gauguin decían que Van Gogh era un genio, pero es normal que alguien con ese talento, que hacía cosas tan diferentes, tardara un tiempo en lograr el reconocimiento. La tarea de Johanna fue absolutamente crucial», explica Wouter Van Der Veen, autor del libro Van Goh in Auvers, his last days.
Fue Johanna quien llevó a cabo lo que Vincent (que había trabajado como marchante de arte antes de dedicarse solo a pintar) proponía a Theo en sus cartas: «Mostrar mucho, vender lo necesario y guardar las grandes piezas para que lleguen a los museos», toda una estrategia de marketing.
Llora con las cartas
Johanna visita a importantes marchantes holandeses como Wisselingh, Buffa y Oldenzeel. Recopila cuadros y selecciona los que llevará a la próxima exposición. Y lee las cartas entre los hermanos. Descubre una ternura infinita entre ellos, lo cuenta en su diario. «Cómo se entendieron, cómo dependió Vincent de Theo», dice Johanna. A menudo las lee llorando.
Consigue una nueva muestra, en Róterdam y aparecen dos artículos muy favorables en la Nieuwe Rotterdamse Courant. Johanna está emocionada. Visita la muestra, pero le pone pegas: «Los marcos son feos, no son adecuados», apunta en su diario. Pero el marchante Oldenzeel promete una nueva exposición para otoño... y «entonces puede ser magnífica», escribe Johanna, esperanzada.
Continúa cuidando su casa de huéspedes y a su niño y trabajando con la correspondencia. También recibe visitas de su suegra, la señora Van Gogh, porque quiere saberlo todo de la vida de su marido y su cuñado.
Inaugura una nueva exposición en La Haya. Johanna no está contenta: acude mucho público, pero la mayoría va a ver obras de otro pintor: Jozef Israëls. «Vincent quiso pintar cosas imposibles, como el Sol», reflexiona Johanna buscando una explicación. Le da rabia, además, que no hayan colgado las mejores obras de Vincent. Se sintió muy sola en mitad de aquella multitud. «Estoy planeando preparar una exposición con toda la obra de Vincent. Alguna vez esto tendrá que hacerse», apunta Johanna
Hay quienes se ríen
Incansable, continuó con las exposiciones: en 1901 se mostraron 71 Van Goghs en París, la gran exposición de Ámsterdam llegó en 1905; en Londres, en 1910 se mostraron obras de Van Gogh en una exposición sobre posimpresionistas en la que «todavía hubo quienes se rieron de sus obras», ha comentado Vincent Willem Van Gogh, el hijo de Johanna. A Colonia llegaron sus obras en 1912; a Nueva York, en 1913; a Berlín, en 1914...
Pero no fue fácil. En 1905 ha contado el hijo de Johanna que el Rijksmuseum de Ámsterdam solo consentía en colgar en sus paredes dos dibujos de Vincent si se los regalaban. El primer museo en adquirir obras de Van Gogh para su colección fue el Folkwang de Hagen en Alemania, en 1936.
Johanna se casó en 1901 con el pintor Johan Cohen Gosschalk, del que enviudó en 1912. Fue una mujer muy activa. Se afilió al partido socialista, vivió en Ámsterdam, pasó una temporada en Nueva York, tradujo las cartas de los hermanos Van Gogh al inglés y en 1914 consiguió publicarlas en Holanda.
Murió en 1925. «Alcanzó a ver la segunda edición de las cartas, todo un éxito en un país tan pequeño», ha recordado su hijo. Las cartas fueron para ella el motor de la salvación de la obra de Van Gogh. «Cuando las leyó, comprendió la relación entre Theo y Vincent y el talento de su cuñado», dice Camilo Sánchez. «El mundo del arte le debe muchísimo a Johanna, su tarea fue muy difícil para una mujer en aquella época y, además, sola», añade.
Legado familiarJohanna heredó 200 cuadros de su cuñado, Vincent Van Gogh, que nadie quería. Su hijo, el bebé de la foto, creó la Fundación Vincent Van Gogh en 1960.
Un genio universalCuando murió, enloquecido y pobre, Vincent Van Gogh había vendido solo tres cuadros. Gracias a su talento y a la labor de su cuñada Johanna es uno de los artistas más cotizados del mundo.
Siempre juntosTheo (a la derecha) era cuatro años menor que Vincent, pero siempre cuidó de él. Theo murió solo seis meses después que Vincent. Johanna se ocupó de que los enterraran uno al lado del otro.
De buena familiaJohanna Bonger se crio en una familia holandesa acomodada. Conoció a Theo porque era amigo de uno de sus hermanos.
El 'Retrato de Theo' lo pintó en 1887, cuando los hermanos vivieron juntos en París. Hasta 2011 se creyó que era un autorretrato.
Cariño epistolarLas cartas a Theo son la principal fuente de información sobre el pintor. La temporada en la que Theo y Vincent vivieron juntos en París es la época menos documentada de la vida del artista.
Hermano del almaTheo fue asesor, confidente y el sostén económico de Vincent. Los hermanos convivieron, trabajaron juntos un tiempo y se cartearon durante 20 años. Vincent murió en los brazos de Theo.
'El viñedo rojo', lo compró Anna Boch por 400 francos en 1890. Es uno de los tres cuadros que vendió Van Gogh en vida
El buen ojo de Anna BochCompró El viñedo rojo a Van Gogh y obras a otros impresionistas a los que quiso ayudar. Como mecenas fue muy generosa. Su familia era dueña de la fábrica de cerámicas Villeroy & Boch.
Fracaso en vidaEn 1890, año de su muerte, Van Gogh logró vender su primer cuadro: El viñedo rojo. Cien años después, un lienzo suyo batía récords de precio.
'Retrato del doctor Gachet', adquirido en una subasta por casi 75 millones de euros en 1990
Para saber másLa viuda de los Van Gogh. Camilo Sánchez (editorial Edhasa).
Desayuno,.
Arranque vegetal «Me levanto a las 6:30 y tomo un cuenco de judías blancas hervidas en caldo vegetal y otro de espinacas con aceite y sal. También un rooibos, que no tiene teína».
Cena - Pescado con huevo frito, pan, tomate y lechuga, beber agua, postre un trozo de tarta,.
TITULO: TRAZOS - "Universo de emociones": El secreto para ser más feliz ,.
"Universo de emociones": El secreto para ser más feliz,.
Es muy fácil aceptar que debemos gestionar nuestras emociones para vivir mejor; lo difícil es aprender a hacerlo.
Hoy disponemos de indicios más que suficientes que nos sugieren que
podemos confiar en nuestra intuición y que, lejos de reprimir las
emociones, debemos dejarlas emerger. Una vez que hemos asumido esto,
antes de ser capaces de gestionarlas, debemos identificarlas y ponerles
nombre.
Ahora permítanme que les dé una buena noticia: hoy disponen ustedes de una guía con la que poder hacerlo. Yo mismo, junto con el catedrático de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona, Rafael Bisquerra, y con Ana Gea y Víctor Palau, del estudio de diseño Palau Gea (en Valencia), he lanzado Universo de emociones, un inventario que agrupa, ordena y define más de 300 emociones y podrían ser todavía muchas más y las pone en el contexto del aprendizaje social y emocional.
Es el primer libro sobre los antecedentes de las emociones en España y, seguramente, la obra más sorprendente y rentable que he leído en los últimos años, la cual surgió de la idea original de los diseñadores valencianos. En sus páginas, el lector puede encontrar las galaxias del miedo, las de la ira, las de la tristeza, las de la alegría, las del amor y de la felicidad por separado. Las emociones se agrupan dentro de cada una y se representan e interrelacionan de modo gráfico.
Los mejores científicos me han revelado que el futuro es multidisciplinar. Ellos saben que si no meten sus narices en otras disciplinas fracasan. «Eduardo, los que más me han enseñado son los que no sabían nada de lo mío», me espetó en una ocasión el gran Sydney Brenner. Y este mapa de las emociones es un clarísimo ejemplo de trabajo multidisciplinar donde confluyen el arte, el diseño, la creatividad, la ciencia, la psicología y el entretenimiento. Así que ya lo saben: identifiquen lo que sienten, pónganle nombre y aprendan a gestionarlo. Ya no tienen excusa para no hacerlo.
¿Quiénes son?
Eduardo Punset, divulgador científico, economista, abogado y director del programa Redes, de TVE; y Rafael Bisquerra, catedrático de Orientación Psicopedagó- gica y director del Posgrado en Educación Emocional y del Máster en Inteligencia Emocional de la Universidad de Barcelona.
¿De dónde vienen?
Ambos crecieron en un ambiente rural, en la posguerra. Bisquerra nació en Artà (Mallorca) y Punset, en Barcelona, aunque pasó la mayor parte de su infancia en pueblos de Tarragona como la Viella Baixa (Priorat), o Vila-seca y Salou, en la costa, donde su padre era médico rural.
¿Qué han aportado?
Con sus charlas con científicos y psicólogos, Punset trajo a España el aprendizaje emocional. Bisquerra fue el primero en conseguir que la inteligencia emocional irrumpiera en la academia, donde hoy es objeto de asignaturas y másteres en carreras como Psicología.
La anécdota
Universo de emociones se gestó entre aeropuertos. De camino a conferencias y grabaciones de Redes, mi ayudante y productora, Magdalena Vargas, y yo empleamos las esperas en recitar emociones, listarlas, definirlas y ponerlas en relación unas con otras.
TÍTULO: DOMINGO - LUNES - CINE - TRISTANA,.
Ahora permítanme que les dé una buena noticia: hoy disponen ustedes de una guía con la que poder hacerlo. Yo mismo, junto con el catedrático de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona, Rafael Bisquerra, y con Ana Gea y Víctor Palau, del estudio de diseño Palau Gea (en Valencia), he lanzado Universo de emociones, un inventario que agrupa, ordena y define más de 300 emociones y podrían ser todavía muchas más y las pone en el contexto del aprendizaje social y emocional.
Es el primer libro sobre los antecedentes de las emociones en España y, seguramente, la obra más sorprendente y rentable que he leído en los últimos años, la cual surgió de la idea original de los diseñadores valencianos. En sus páginas, el lector puede encontrar las galaxias del miedo, las de la ira, las de la tristeza, las de la alegría, las del amor y de la felicidad por separado. Las emociones se agrupan dentro de cada una y se representan e interrelacionan de modo gráfico.
Los mejores científicos me han revelado que el futuro es multidisciplinar. Ellos saben que si no meten sus narices en otras disciplinas fracasan. «Eduardo, los que más me han enseñado son los que no sabían nada de lo mío», me espetó en una ocasión el gran Sydney Brenner. Y este mapa de las emociones es un clarísimo ejemplo de trabajo multidisciplinar donde confluyen el arte, el diseño, la creatividad, la ciencia, la psicología y el entretenimiento. Así que ya lo saben: identifiquen lo que sienten, pónganle nombre y aprendan a gestionarlo. Ya no tienen excusa para no hacerlo.
¿Quiénes son?
Eduardo Punset, divulgador científico, economista, abogado y director del programa Redes, de TVE; y Rafael Bisquerra, catedrático de Orientación Psicopedagó- gica y director del Posgrado en Educación Emocional y del Máster en Inteligencia Emocional de la Universidad de Barcelona.
¿De dónde vienen?
Ambos crecieron en un ambiente rural, en la posguerra. Bisquerra nació en Artà (Mallorca) y Punset, en Barcelona, aunque pasó la mayor parte de su infancia en pueblos de Tarragona como la Viella Baixa (Priorat), o Vila-seca y Salou, en la costa, donde su padre era médico rural.
¿Qué han aportado?
Con sus charlas con científicos y psicólogos, Punset trajo a España el aprendizaje emocional. Bisquerra fue el primero en conseguir que la inteligencia emocional irrumpiera en la academia, donde hoy es objeto de asignaturas y másteres en carreras como Psicología.
La anécdota
Universo de emociones se gestó entre aeropuertos. De camino a conferencias y grabaciones de Redes, mi ayudante y productora, Magdalena Vargas, y yo empleamos las esperas en recitar emociones, listarlas, definirlas y ponerlas en relación unas con otras.
TÍTULO: DOMINGO - LUNES - CINE - TRISTANA,.
- Reparto
- Catherine Deneuve, Fernando Rey, Franco Nero, Lola Gaos, Antonio Casas, Jesús Fernández, José Calvo, Vicente Solar,.
- Don Lope ha acogido a Tristana en su hogar para cumplir una promesa hecha a sus padres. Pero la joven es muy hermosa y se convierte en la obsesión del anciano, que a fuerza de tiempo y de paciencia consigue sus favores. Sin embargo, cuando ella conoce a un joven pintor que la enamora, decide cambiar radicalmente el rumbo de su vida.
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