TITULO: Órbita Laika - Lo diminuto ,.
Lunes -26- Octubre a las 22:00 en La 2 / foto,.
Órbita Laika - Lo diminuto,.
'Órbita Laika’ se centra en las pequeñas
cosas de la vida. Por ello, el programa titulado ‘Lo diminuto’ estará
dedicado por completo a aquellas cosas que solo pueden verse a través de
un microscopio.
Eduardo Sáenz de Cabezón y el equipo de colaboradores observarán los
animales más pequeños que existen, algunos de los cuales viven en
nuestro rostro. Además, estudiarán cómo se forma un copo de nieve y
analizarán los microchips más diminutos del mundo.
Junto al presentador estarán los colaboradores habituales: el
meteorólogo José Miguel Viñas, el biólogo Ricardo Moure, el escritor y
biólogo especializado en neurociencia Xurxo Mariño, y la química Deborah
García. María Vallet será la invitada de esta semana, investigadora y
catedrática de química inorgánica.
TITULO : Zona indie - Cine - La tregua ,.
Este lunes -26- Octubre a las 23:30, en la ‘Zona indie’ de La 2 se emite la película, foto.
- Reparto
-
John Turturro, Rade Serbedzija, Massimo Ghini, Roberto Citran, Andy Luotto, Stefano Dionisi, Teco Celio, Agnieszka Wagner,.
- La repatriación de un grupo de supervivientes italianos, procedentes del campo de exterminio de Auschwitz, se convierte, por razones nunca aclaradas, en una angustiosa odisea.
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TITULO: + Cotas -Meada de gato , .
El Sabado 24- Octubre a las 9:30 por La 1, foto,. -
Meada de gato,.
Acaba de confirmar la NASA que hay agua en la Luna. La noticia ha abierto informativos en medio mundo y hace soñar con futuras gestas espaciales. Lo curioso es que el formidable descubrimiento se confirma cuando en los cinco continentes sigue habiendo negacionistas que no creen que el hombre haya pisado alguna vez la superficie de nuestro satélite. En España es diferente. Aquí nadie duda que hay un toro enamorado de la Luna que abandona por la noche la maná, que es ella quien rige las mareas, que los lobos le aúllan, que enloquece a gatos, liebres y transforma al hombre lobo en una bestia astuta y sanguinaria. Desde que el mundo es mundo.
La noticia resulta sin embargo algo desconcertante, pues no se trata propiamente de agua subterránea o de bloques de hielo perpetuos como los de un glaciar. Según los científicos, son depósitos de agua 'atrapada' en los minerales de la superficie lunar; formando parte de una serie de 'trampas frías' repartidas por zonas de sombra permanente y por otras que reciben luz solar y se extienden –concentrada el agua en depósitos de tamaños muy variables–, por una superficie que rondaría en total los 40.000 kilómetros cuadrados.
Hay encuestas que cifran en un 25 por ciento el número de habitantes de Estados Unidos, Reino Unido y Rusia que no creen que Neil Armstrong pisara la Luna el 20 de julio de 1969. Ni Armstrong ni ninguno de los otros once astronautas que hasta la fecha viajaron a nuestro satélite. Imagino que si todos esos entusiastas del 'descreimiento' niegan la mayor, es decir, el viaje, mucho más dudarán de que podamos 'exprimir' rocas lunares para cosechar el agua encerrada desde hace millones de años en los cristales del pedregal selenita. Para ellos, pura ciencia ficción.
Es de agradecer en estos tiempos de pandemia y ánimo pesaroso la aportación de hallazgos como el anunciado por la NASA de que hay agua en la Luna
A mí esta historia me recuerda una anécdota de hace años, cuando en Cáceres aún no se había concesionado el servicio público de abastecimiento de agua. Nada más registrarse una amenaza de sequía y caer cuatro gotas, los periodistas llamaban enseguida al técnico municipal esperanzados en que anunciara mejoras ostensibles en el nivel del agua embalsada. El bueno de Rafael Valiente, entonces responsable del servicio de abastecimiento, les desengañaba de inmediato con estas palabras: «Apenas llovió. Meada de gato».
Yo creo que al margen del escepticismo negacionista, para el hombre de la calle –por lo general lego en cuestiones científicas– las condiciones en que se encuentra el agua en la Luna rebaja las expectativas de la noticia a la fórmula de Rafael Valiente: «Meada de gato». A pesar de ello, seguramente es de agradecer en estos tiempos de pandemia y ánimo pesaroso, la aportación que suponen hallazgos como los anunciados por la NASA. Y no tanto porque acarreen beneficios 'inmediatos' para la humanidad, sino porque nos obligan a levantar la vista del suelo. A ver la Luna, no solo el dedo que la señala.
TITULO: Generaciones - La tiranía es cuestión de plazos ,.
La tiranía es cuestión de plazos,.
foto / Pedro Sánchez propuso seis meses de estado de alarma porque lo mandaban los expertos, ese designio. Lo dijo la portavoz del Gobierno MarÍa Jesús Montero, que es la Alexandria Ocasio-Ortez con farolillos. Antes la gente hacía cosas porque se lo ordenaban las voces, y ahora se lo ordena la ciencia. La ciencia así globalmente es como el amor, que no es nada. Un investigador puede justificar cualquier principio: unos científicos apoyaron el confinamiento de Sánchez y otros, lo de Boris Johnson.
En esta pandemia se lleva mucho el experto porque se supone que en los gobiernos no los hay, lo que llama la atención. En Madrid aplicaron la semana pasada el toque de queda que prohibía salir a la calle para reducir las reuniones en las casas y ahora mantienen el toque de queda, pero permiten las reuniones en las casas.
Hasta Fernando Simón, fakir de mis pandemias, alude a una lista de expertos que le asesora pero no la nombra porque asegura que es demasiado larga. Simón es el eslabón perdido entre la política y la ciencia, uno de los mayores cortocircuitos de lo público que yo recuerde. Fue Simón –la moto, el globo y la almendrita–, el que puso a la ciencia simbólicamente a los pies de los caballos. Pedro Sánchez hacía lo que decía él, pero igual era al revés. Fernando Simón, angelote zaragozano, me recuerda al muñeco que pisa la uva en el puesto de vinos de las ferias y eso me hace caer en la cuenta de que ya no hay ferias, ni hay discotecas, ni abrazos ni, en general, nada. Decía que Simón viene a aparecerse de este lado del espejo de la política y apunta la conveniencia de seis meses de estado de alarma, ciento ochenta días con sus noches. Es curiosa esta manera de estar en la vida en la que uno no sabe lo que va a suceder dentro de cinco días pero sí dentro de cinco meses. La ciencia es esa cosa y Simón, ese político. Pensábamos que se había terminado y que se aparecería contando lo de la tabla de surf en algún programa de isla con escasez y palafito, pero ahí lo tenemos, pisando la uva de la segunda ola.
Los supervivientes somos todos los que sobrevivamos de momento, naturalmente y Simón se queja de que durante la desescalada les resultaba agotador tener que aprobar las medidas sanitarias en el Congreso cada poco tiempo. El estado de Derecho es una cosa incómoda así a propósito. Se habla de que habría que retirar los clásicos contrapesos al poder –esos jueces puñeteros y el control parlamentario– porque lo exige la ciudadanía, según Pedro Sánchez y porque es práctico, según Fernando Simón. Hobbes que era de Malmesbury y no de Zaragoza sabía que la tiranía es excepcionalidad extendida. Una cuestión de plazos. La democracia agota a Fernando Simón porque es un lío monumental y a veces no te convalidan los decretos de la alarma por mucho que te los firme Carmen Calvo, que es Kamala Harris, pero de Cabra. Un lío.
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