El Paisano - El CD Quintana, libre de coronavirus,.
Viernes -12- junio a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
El CD Quintana, libre de coronavirus,.
El CD Quintana es un equipo libre de coronavirus. Así quedó patente tras someterse a los pertinentes test la plantilla, el entrenador, Antonio Murillo, y dos miembros de la directiva que estarán en contacto directo con los jugadores. Esos resultados les permiten entrenar el próximo martes de cara al playoff que se celebrará el 18 de julio.TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - La lucha por el título, del 23 al 30 de junio,.
FÚTBOL SALA
foto / .
La fase exprés por el título en la Primera División de fútbol sala se
celebrará del 23 al 30 de junio en el pabellón José María Martín Carpena
de Málaga con la participación de los ocho primeros clasificados de la
competición regular hasta que esta fue paralizada por la expansión del
coronavirus. Así lo ha decidido el Consejo Superior de Deportes (CSD).La lucha por el título, del 23 al 30 de junio,.
TITULO: Lazos de sangre - Michael Jordan donará cien millones de dólares para luchar contra el racismo,.
El miercoles -10- junio a las 21:30 por La 1, fotos,.
Michael Jordan donará cien millones de dólares para luchar contra el racismo,.
El que fuera mítico escolta de los Bulls y su compañía Jordan Brand distribuirán esa cantidad en los próximos diez años a «organizaciones dedicadas a garantizar la igualdad racial, la justicia social y un mayor acceso a la educación»,.
La exestrella de los Chicago Bulls, junto a su compañía Jordan Brand, distribuirá esa cantidad en los próximos diez años a «organizaciones dedicadas a garantizar la igualdad racial, la justicia social y un mayor acceso a la educación», dijo Jordan Brand en un comunicado.
Jordan, que en el pasado fue criticado por no comprometerse con causas raciales y sociales, ha sido una de las figuras del deporte que han alzado la voz en los últimos días sumándose a la indignación nacional por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco de Minneapolis el 25 de mayo.
«'Black Live Matters' (Las vidas de las personas negras importan). Esta no es una declaración controvertida», recalcó la organización. «Hasta que el arraigado racismo que hace que las instituciones de nuestro país fallen sea completamente erradicado, seguiremos comprometidos a proteger y mejorar las vidas de las personas negras».
El crimen de Floyd durante una brutal detención, en la que fue inmovilizado por un agente que le hincó una rodilla en el cuello durante casi nueve minutos, desató las mayores manifestaciones de las últimas décadas en Estados Unidos, en las que han marchado numerosos jugadores de la NBA.
«Ya hemos tenido suficiente»
El propio Jordan, ganador de seis anillos con los Bulls en la década de los noventa del pasado siglo, emitió un comunicado el pasado domingo en apoyo de las protestas. «Estoy con quienes están denunciando el racismo y la violencia arraigados hacia las personas de color en nuestro país», dijo Jordan, ahora propietario de los Charlotte Hornets de la NBA. «Estoy profundamente entristecido, verdaderamente dolorido y totalmente enfadado», afirmó. «Ya hemos tenido suficiente», agregó.La contribución de Jordan, cuya fortuna es estimada por la revista 'Forbes' en unos 2.100 millones de dólares, puede ser la mayor que haya hecho un deportista a organizaciones sin fines de lucro.
«Debemos unir fuerzas con la comunidad, el gobierno y los líderes cívicos para crear un impacto duradero juntos», dijo Craig Williams, presidente de Jordan Brand, el gigante de la ropa deportiva asociado con Nike.
Fútbol americano,.
En el reciente documental 'The Last Dance' (El último baile), Jordan dio su explicación sobre la postura que tomó durante sus años de estrellato, afirmando que su renuencia «probablemente egoísta» a tomar posiciones políticas se debió a que quiso concentrarse en el baloncesto y nunca se vio a sí mismo «como un activista».
Jordan, de 57 años, dijo que nunca se vio en la línea de atletas como el excampeón mundial de los pesados Mohamed Ali. «Elogio a Mohamed Ali por defender lo que él creía», recordó Jordan, «pero nunca me consideré un activista. Me consideré un jugador de baloncesto».
También dijo que un recordado comentario que hizo como jugador, afirmando que se mantenía alejado de la política porque «los republicanos también compran zapatillas deportivas», no fue más que una broma. «No era político cuando jugaba mi deporte. Estaba concentrado en mi oficio», aclaró Jordan. «¿Fue eso egoísta? Probablemente. Pero esa era mi energía. Ahí estaba mi energía».
Jordan insistió en que no se arrepentía y dijo que había tratado de dar ejemplo con sus logros como atleta. «La forma en que sigo mi vida es marcar ejemplos», señaló. «¿Si te inspira? Genial, continuaré haciéndolo. Si no es así, entonces quizás no soy la persona a la que deberías seguir», agregó.
TITULO: VUELTA AL COLE - La nueva cosecha de jornaleros ,.
La nueva cosecha de jornaleros ,.
En pie de guerra. El sector primario ha estallado harto de cosechar males: bajos precios, subidas de costes, auge de productos extranjeros y el «desprecio» urbano. Los amotinados dan la cara. El pulso, advierten, va para largo
fotos / Para que podamos llevarnos a la boca un plato de brócoli con un chorro de aceite de oliva virgen y unas chuletillas de cordero con un vino decenas de hombres y mujeres del campo deben movilizarse
para preparar la tierra, cultivarla, mantener libres de insectos las
plantaciones, los pastos y el ganado, engordarlos con abono, grano y
agua, esquivar los caprichos destructivos del clima, recolectar los
frutos y volver a empezar de nuevo. Un proceso exigente, vulnerable y
minusvalorado que a menudo queda enterrado por el resto de agentes de una cadena alimentaria,
que se ocupan de despiezar, empaquetar, etiquetar y colocar el producto
en el mercado con un valor diez, veinte o treinta veces superior al que
pagaron originalmente por él. Los bajos precios en origen, el
incremento de los costes de producción, la «competencia desleal» de
artículos de otros países o la amenaza de un recorte del 14% en las
ayudas comunitarias agrícolas de los próximos años -suponen el 30% de
sus ingresos-, sumados a la sensación de abandono por parte de una sociedad urbanita que contempla todo lo rural con desdén, han prendido la mecha de la indignación en el campo. De Huelva
a Pamplona, pasando por Sevilla, Zamora, Santiago de Compostela o
Murcia, a los agricultores y ganaderos de España no les salen las
cuentas. Y no piensan devolver los tractores a las naves hasta que la
ciudad respete y dignifique la mano que le da de comer.
Javier
Ayechu, 57 años, habla de vez en cuando con Michigan. Allí vive y
trabaja su hija, una ingeniera de altos vuelos. Bastante más cerca, en
Zaragoza, su hijo remata la carrera de Historia. «Parece que le gusta la
docencia», se duele. Todo apunta a que el oficio familiar se extinguirá con él.
Cría corderos de leche y de ternasco de la Raza Navarra en Carcastillo,
la puerta norte de las Bardenas Reales, el Arizona navarro y, también,
una zona de ricos pastos comunales. Allí ha mandado estos días a
engordar a su rebaño, 1.200 cabezas, todas hembras,
donde pasarán los próximos dos meses. En la cuadra, la crías se
alborotan cuando su pastor, un búlgaro, les suministra paja. «Esto sigue
adelante porque uno, no debo un duro al banco y, dos, porque son dos
sueldos poco más de mileuristas», asegura.
La cabaña bovina desciende sin pausa en España. «Si a finales de los noventa había 25 millones de ovejas en todo el país, ahora quedarán 15. La gente cree que se crían solas en el campo. Yo solo en alquilar los pastos tengo 14.000 euros al año. Entre la alimentación y los gastos de veterinario, cada cordero de leche me cuesta de media unos 56 euros».
Ayechu preside el Consejo Regulador del Cordero de Navarra, donde se parapetan 80 ganaderos y unos 60.000 animales. Desde allí intentan estimular un consumo que se ha desplomado en las últimas décadas hasta quedarse como un «producto para celebraciones». «Son muchos los factores que lo explican. Su precio, su menor aprovechamiento con respecto a otras carnes y también que los médicos y nutricionistas nos hayan cargado el muerto del colesterol, cuando el cordero que se come en España es pequeño y poco graso comparado con los de otros países, o que algunos ecologistas nos acusen a los ganaderos de maltrato animal y achaquen el cambio climático al consumo de carne», se revuelve.
Estas «leyendas negras» les han dañado, pero tal vez no tanto como la cultura del 'low cost'. «Nos creemos muy listos por comprar barato sin que nos importe un carajo el proceso que hay detrás de ese producto... Los franceses, por su parte, saben que si cuidan al campesino, éste seguirá produciendo buenos alimentos que, además, hacen país. Yo no sé cuantificar eso, pero yo sé que si no hay precio, se destruye empleo, se abandonan los pueblos y, entonces, adiós muy buenas».
Cuando
Álvaro Cirauqui, 44 años, tomó las riendas de las tierras familiares
junto a su hermano, hace apenas dos décadas, se bastaban con sacar
chispas a 5 hectáreas de tomate y a otras 6 de brócoli para salir
adelante. Hoy los terrenos que destinan a esas plantas suman 110
hectáreas, una colosal expansión que les ha exigido una inversión millonaria en tecnología y el contrato de ocho trabajadores fijos.
«Luego, la gente nos ve manifestándonos en nuestros tractores y dicen
que vaya máquinas tenemos, que valen como pisos. No se dan cuenta de que
no nos queda otra que comprarlas para estar en la rueda. Si no, te
quedas fuera. A mí lo que me gustaría saber es qué otras empresas han
tenido que multiplicarse por diez en quince años, como nosotros, para
poder sobrevivir».
Ninguna otra comunidad produce más verduras congeladas que Navarra -la mayoría, para exportar- y Funes, en la Ribera Alta, es uno de los vergeles donde crecen con robustez espinacas, guisantes, habas, calabazas, patatas, pimientos del piquillo... Allí acaban de cerrar una de las dos cosechas anuales de brócoli, la hortaliza con mayor superficie de cultivo en Navarra; están a punto de terminar la de cardo; en quince días comenzarán a recolectar uno de sus vegetales estrella, el espárrago; y a mediados de abril emprenderán el «acolchado» de las parcelas para sembrar el tomate. «Aquí siempre estamos necesitados de mano de obra. Pero no la hay. En buena medida, por las ayudas sociales. Hace unos días vinieron cuatro marroquíes preguntando por trabajo. Lo encontraron, pero pedían un contrato de 400 euros al mes y el resto en negro. Es el máximo que pueden justificar que ganan para no perder el subsidio. Esto no puede ser. Aquí hay jornaleros que ganan 1.200, 1.400, 1.800 euros o más, limpios, diez meses al año», asegura Cirauqui, desde hace un año 'número dos' de la Unión de Ganaderos y Agricultores de Navarra (UAGN).
La dificultad para encontrar quien recoja los frutos del campo es solo una valla en una carrera de obstáculos que llega hasta el etiquetado. «Encontrar espárrago de Navarra en la maraña de oferta de latas de un híper es un milagro. A las grandes superficies les interesa confundir al consumidor para que acabe comprando espárragos de Perú a un euro sin que lo sepa. La mayoría no lleva una lupa», ironiza.
Aquel
día de hace doce años en que Abel Espinosa, el menor de una familia de
tres hijos, le dijo a su padre que él seguiría su estela, le dio un
«disgusto». Pero no había marcha atrás. La agricultura es «mi pasión».
Desde entonces, ha visto crecer y madurar hasta en doce ocasiones sus
cultivos -unas 200 hectáreas de terreno prestado y rentado para trigo,
cebada, berza, alfalfa, girasoles y vides- y ha festejado once cosechas.
En 2017, una sequía devastadora arrasó el 95% de sus fincas. «Por
suerte, los seguros agrarios que tengo me ayudaron a pagar los préstamos
y pude salir adelante. La cosecha de 2019 no ha sido muy boyante y las letras se acumulan.
Hay que pagar maquinaria, rentas... apretado. Pasa de 100.000 euros lo
que debo a los bancos. No conozco a nadie de la ciudad que con 32 años
deba esa cantidad de dinero».
Espinosa achaca en buena medida esa situación a un precio, el del cereal, anclado en los setenta. «O incluso más atrás. Mi padre llegó a vender trigo en esa época a 38 pesetas el kilo (0,228 céntimos de euro) y en 2020 estamos cobrando 27 o 29 (0,162 o 0,174 céntimos de euros) pesetas o menos con unos costes multiplicados en un 200% con respecto a los que tenía mi padre».
- ¿Cómo es posible que eso ocurra?
- Yo se lo explico. Los costes de producción en la Unión Europea son muchos más altos que en cualquier otro país del mundo. Estamos compitiendo con Argentina, Brasil, Marruecos, Rusia o los Estados Unidos, donde las extensiones de los cultivos son enormes, el gasóleo lo tienen prácticamente gratis, pueden usar cualquier fitosanitario para producir, no tienen controles de trazabilidad...
- Eso les deja en inferioridad de condiciones.
- En un mercado global, eso nos deja fuera, pese a producir los alimentos más seguros. Son acuerdos de la UE para que determinados sectores industriales o textiles puedan vender sus productos en el exterior. A los agricultores nos usan de moneda de cambio en el comercio internacional. Y como vivimos gracias a las ayudas, nos tienen atados de pies y manos.
- ¿Hay solución?
- Competir con el resto de países en igualdad de condiciones. Si en España están prohibidos los transgénicos, ¿por qué los importamos? ¿Es justo?
En
la Campiña de Jaén, a los pies de Sierra Morena, se ha formado una
suerte de tormenta perfecta que tiene a los olivareros subidos por los
trujales. El oro líquido que hidrata la cocina mediterránea y
otras, más allá de nuestras fronteras, se acumula en sus naves,
devaluado y sin dueño. «Es muy fácil de entender: este año
apenas se van a producir en España un millón cien mil toneladas de
aceite de oliva, 700.000 menos que la vez anterior, cuando se batió un
récord histórico. Pero lejos de que ahora, con una campaña tan corta,
hayan subido los precios, están por los suelos porque comenzamos la
recogida con un 'stock' enorme, de 750.000 toneladas. Para que se haga
una idea, el consumo anual nacional es de 525 toneladas.
Total, que si hace dos años la mayoría liquidó por debajo de 2,30 euros
la botella, cuando el coste medio de producción en un olivar
tradicional es de 2,50, hoy nos compran a 2,15».
El hombre de los números es Miguel Girón, agricultor de Andújar, donde preside la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) y, también, la cooperativa San Rafael. 300 olivareros llevan a su almacén cerca de 6 millones de kilos de aceitunas cada temporada con las que elaboran y comercializan algo más de un millón de kilos de aceite de oliva virgen extra Cerro del Cabezo. La situación se ha tensado tanto entre los productores que están rumiando organizar una marcha a Madrid y, entretanto, paralizar cualquier cisterna de aceite.
Por si el panorama no fuera de por sí lo suficientemente inquietante, desde los Estados Unidos, el presidente Trump se ha encargado de inyectar carga eléctrica a los nubarrones que se ciernen sobre el olivar de Jaén. Lo ha hecho encareciendo un 25% la entrada en el país de aceite de oliva envasado de origen español. «Esto ha sido un varapalo muy duro. Se había conseguido que en ese país se llegara a un consumo de 350.000 toneladas al año y, por primera vez, España había superado a Italia en suministro».
«En teoría, la medida es un castigo a las ayudas que Europa dedica a Airbus, la competencia directa de la estadounidense Boeing. Ya me dirá qué tenemos que ver nosotros con la industria aeronáutica. En la práctica, es un ataque directo a la postura política del Gobierno central con Venezuela. Entretanto, eso sí, seguimos importando aceite a Túnez», se lamenta Girón.
Javier Ayechu | Ganadero de Carcastillo (Navarra)
«Nos cargan el muerto del colesterol y del cambio climático»
La cabaña bovina desciende sin pausa en España. «Si a finales de los noventa había 25 millones de ovejas en todo el país, ahora quedarán 15. La gente cree que se crían solas en el campo. Yo solo en alquilar los pastos tengo 14.000 euros al año. Entre la alimentación y los gastos de veterinario, cada cordero de leche me cuesta de media unos 56 euros».
Ayechu preside el Consejo Regulador del Cordero de Navarra, donde se parapetan 80 ganaderos y unos 60.000 animales. Desde allí intentan estimular un consumo que se ha desplomado en las últimas décadas hasta quedarse como un «producto para celebraciones». «Son muchos los factores que lo explican. Su precio, su menor aprovechamiento con respecto a otras carnes y también que los médicos y nutricionistas nos hayan cargado el muerto del colesterol, cuando el cordero que se come en España es pequeño y poco graso comparado con los de otros países, o que algunos ecologistas nos acusen a los ganaderos de maltrato animal y achaquen el cambio climático al consumo de carne», se revuelve.
Estas «leyendas negras» les han dañado, pero tal vez no tanto como la cultura del 'low cost'. «Nos creemos muy listos por comprar barato sin que nos importe un carajo el proceso que hay detrás de ese producto... Los franceses, por su parte, saben que si cuidan al campesino, éste seguirá produciendo buenos alimentos que, además, hacen país. Yo no sé cuantificar eso, pero yo sé que si no hay precio, se destruye empleo, se abandonan los pueblos y, entonces, adiós muy buenas».
Álvaro Cirauqui | Horticultor de Funes (Navarra)
«No tenemos mano de obra por culpa de las ayudas sociales»
Ninguna otra comunidad produce más verduras congeladas que Navarra -la mayoría, para exportar- y Funes, en la Ribera Alta, es uno de los vergeles donde crecen con robustez espinacas, guisantes, habas, calabazas, patatas, pimientos del piquillo... Allí acaban de cerrar una de las dos cosechas anuales de brócoli, la hortaliza con mayor superficie de cultivo en Navarra; están a punto de terminar la de cardo; en quince días comenzarán a recolectar uno de sus vegetales estrella, el espárrago; y a mediados de abril emprenderán el «acolchado» de las parcelas para sembrar el tomate. «Aquí siempre estamos necesitados de mano de obra. Pero no la hay. En buena medida, por las ayudas sociales. Hace unos días vinieron cuatro marroquíes preguntando por trabajo. Lo encontraron, pero pedían un contrato de 400 euros al mes y el resto en negro. Es el máximo que pueden justificar que ganan para no perder el subsidio. Esto no puede ser. Aquí hay jornaleros que ganan 1.200, 1.400, 1.800 euros o más, limpios, diez meses al año», asegura Cirauqui, desde hace un año 'número dos' de la Unión de Ganaderos y Agricultores de Navarra (UAGN).
La dificultad para encontrar quien recoja los frutos del campo es solo una valla en una carrera de obstáculos que llega hasta el etiquetado. «Encontrar espárrago de Navarra en la maraña de oferta de latas de un híper es un milagro. A las grandes superficies les interesa confundir al consumidor para que acabe comprando espárragos de Perú a un euro sin que lo sepa. La mayoría no lleva una lupa», ironiza.
Abel Espinosa | Cerealista de Grajal de Campos (León)
«Somos la moneda de cambio en el mercado internacional»
Espinosa achaca en buena medida esa situación a un precio, el del cereal, anclado en los setenta. «O incluso más atrás. Mi padre llegó a vender trigo en esa época a 38 pesetas el kilo (0,228 céntimos de euro) y en 2020 estamos cobrando 27 o 29 (0,162 o 0,174 céntimos de euros) pesetas o menos con unos costes multiplicados en un 200% con respecto a los que tenía mi padre».
- ¿Cómo es posible que eso ocurra?
- Yo se lo explico. Los costes de producción en la Unión Europea son muchos más altos que en cualquier otro país del mundo. Estamos compitiendo con Argentina, Brasil, Marruecos, Rusia o los Estados Unidos, donde las extensiones de los cultivos son enormes, el gasóleo lo tienen prácticamente gratis, pueden usar cualquier fitosanitario para producir, no tienen controles de trazabilidad...
- Eso les deja en inferioridad de condiciones.
- En un mercado global, eso nos deja fuera, pese a producir los alimentos más seguros. Son acuerdos de la UE para que determinados sectores industriales o textiles puedan vender sus productos en el exterior. A los agricultores nos usan de moneda de cambio en el comercio internacional. Y como vivimos gracias a las ayudas, nos tienen atados de pies y manos.
- ¿Hay solución?
- Competir con el resto de países en igualdad de condiciones. Si en España están prohibidos los transgénicos, ¿por qué los importamos? ¿Es justo?
Miguel Girón | Olivarero de Andújar (Jaén)
«Sobra aceite español pero seguimos importando de Túnez»
El hombre de los números es Miguel Girón, agricultor de Andújar, donde preside la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) y, también, la cooperativa San Rafael. 300 olivareros llevan a su almacén cerca de 6 millones de kilos de aceitunas cada temporada con las que elaboran y comercializan algo más de un millón de kilos de aceite de oliva virgen extra Cerro del Cabezo. La situación se ha tensado tanto entre los productores que están rumiando organizar una marcha a Madrid y, entretanto, paralizar cualquier cisterna de aceite.
Por si el panorama no fuera de por sí lo suficientemente inquietante, desde los Estados Unidos, el presidente Trump se ha encargado de inyectar carga eléctrica a los nubarrones que se ciernen sobre el olivar de Jaén. Lo ha hecho encareciendo un 25% la entrada en el país de aceite de oliva envasado de origen español. «Esto ha sido un varapalo muy duro. Se había conseguido que en ese país se llegara a un consumo de 350.000 toneladas al año y, por primera vez, España había superado a Italia en suministro».
«En teoría, la medida es un castigo a las ayudas que Europa dedica a Airbus, la competencia directa de la estadounidense Boeing. Ya me dirá qué tenemos que ver nosotros con la industria aeronáutica. En la práctica, es un ataque directo a la postura política del Gobierno central con Venezuela. Entretanto, eso sí, seguimos importando aceite a Túnez», se lamenta Girón.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -17- Junio -José María Vergeles - Vicepresidente segundo de la Junta y consejero de Sanidad.
En la tuya o en la mía - Miercoles -17- Junio,.
En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el miercoles -17- Junio,etc.
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA -José María Vergeles - Vicepresidente segundo de la Junta y consejero de Sanidad.
«No descartamos incentivos económicos para los que han estado en primera línea»
fotos / José María Vergeles - Vicepresidente segundo de la Junta y consejero de Sanidad,.
El responsable de la sanidad extremeña defiende la gestión durante la pandemia del coronavirus y ensalza la labor del personal,.
–¿Estaba preparado el sistema sanitario para esta pandemia?
–Yo creo que sí, que el sistema nacional de salud estaba preparado para una pandemia de estas características. Y creo que el Servicio Extremeño de Salud ha sabido dar respuesta a las necesidades que tenía. Ha habido dos capacidades que nos han dado una tremenda seguridad. Uno, que hayamos abierto el Hospital Universitario de Cáceres, lo que nos ha permitido contar con un colchón. Otros han tenido que habilitar pabellones polideportivos, pero nosotros teníamos vacío el hospital Nuestra Señora de la Montaña en una de las áreas más azotadas por la pandemia. Y, dos, ahora está siendo clave el mapa sanitario que tenemos en atención primaria y los puntos de atención continuada, que no han estado abiertos siempre. Los momentos más difíciles han sido al inicio, cuando no éramos capaces de contar con todos los equipos de protección individual que nos hubiese gustado tener para nuestros profesionales, porque donde se fabricaban no se estaban fabricando.
–¿Cuándo se dio cuenta realmente de lo que se avecinaba?
–Supe realmente lo que se avecinaba cuando iban creciendo los datos. Hemos hecho una monitorización diaria, y en los primeros momentos hasta dos veces al día, y la situación era tremendamente complicada. Y las noticias de Madrid, que eran muy alarmantes. Más atrás, de China nos llegaban unas noticias y luego el virus se ha comportado sin embargo de forma diferente. Creo que el punto de inflexión fue cuando afecta a Italia. Ahí es cuando España sabe que, con los contactos que se estaban produciendo, y en un momento que coincide con los carnavales y viajes de intercambio turístico, que esto puede ser una realidad bastante más grave de lo que inicialmente pensábamos.
–¿Cómo conseguir material de protección?
–Insistiendo mucho en la compra consorciada por parte de todas las comunidades autónomas y de la Unión Europea. E intentando que a través de la Agencia Española del Medicamento se homologase todo lo que se pudiera, porque esa protección era mejor que nada. Y buscándonos la vida con todos los proveedores. Hay empresas que se comportaron con poca ética, que nos han ofrecido material pagando por adelantado y a unos precios desorbitados. Hay gente que ha intentado aprovecharse de esa situación, pero lo hemos sorteado bien.
–¿Reconoce que hubo sanitarios que se infectaron por falta de protección adecuada?
–En los momentos iniciales no contábamos con todos los medios de protección, y probablemente entre enfrentarse a lo nuevo y la falta de algunos equipos... Así lo hemos reconocido. En estos momentos, haber pasado la COVID-19 entre personal de primera línea se considera enfermedad profesional, así que de alguna forma estamos reconociendo que no hemos contado con todos los equipos de protección.
–¿Por qué el virus ha sido especialmente dañino en Cáceres?
–Ha habido más circulación de virus y más carga viral, no sé si ha sido más dañino. Hubo determinadas circunstancias que causaron brotes en las áreas de salud del norte de Cáceres, por ejemplo, segundas residencias de otras comunidades autónomas que estaban siendo tremendamente azotadas, como Madrid. Y en la zona oeste de la provincia se produce un viaje turístico que provoca un brote al que intentamos poner coto con el aislamiento social de Arroyo de la Luz. Pero, sin duda, el virus ya había salido del pueblo. Así que esa zona oeste ha sido más castigada.
Sin traslados
–De los más de 500 fallecidos, cerca de 430 vivían en residencias de mayores. ¿Por qué se decidió medicalizar estos centros en lugar de trasladar a los positivos a hospitales?–Las recomendaciones eran que, si se podía, se aislase a los positivos. Así lo decían todos los protocolos que habían elaborado los expertos, que hemos seguido rigurosamente. Y si en algún momento un médico ha considerado que el enfermo tenía que ser ingresado en un hospital o en una UCI, nosotros no hemos interferido en eso. Jamás, bajo ningún concepto, hemos condicionado a nuestros profesionales en ese sentido. Y la prueba es evidente: si no se hubiese decidido hospitalizar a un volumen de residentes no hubiésemos tenido que abrir el hospital Nuestra Señora de la Montaña. Hemos intentado que las necesidades sanitarias se atendiesen en las residencias de la mejor forma posible. Pero la combinación del coronavirus con la edad y las múltiples enfermedades que padecen ha tenido unas consecuencias que no son las que nos hubiesen gustado.
–¿Cómo explica que el virus llegara a residencias de mayores semanas después de que se prohibieran las visitas?
–Porque seguía habiendo intercambios con el exterior. Trabajadores que, lógicamente, entraban y salían; proveedores de material de primera necesidad; y porque probablemente el virus estaba incluso antes de que se cerraran las visitas, aunque las consecuencias se produjeron después.
FALTA DE EPI
«Al inicio no éramos capaces de contar con todos los equipos de protección para los profesionales»
RESIDENCIAS DE MAYORES
«Si un médico ha considerado que el enfermo tenía que ir a un hospital, no hemos interferido»
CAMBIOS EN LOS DATOS
«Estábamos dando un mensaje de alarma en poblaciones que eran muy pequeñas»
–Los contagios son mínimos en residencias en estos momentos, por no decir cero. En los protocolos se consideraba que la residencia podía estar infectada con un solo positivo por PCR, y el resto de personas con síntomas compatibles eran ya positivos aunque no se les hubiese realizado la prueba. Ahora se están haciendo PCR para dar altas y es cuando se están dando los positivos; pero no es que no lo fuesen, ya lo eran. Ya estaban aislados, lo que ocurre es que ahora se están haciendo esas pruebas y estamos detectando que todavía siguen dando positivo. Pero no es que haya nuevos contagios.
«Tenemos que establecer un sistema de vigilancia para verano y otoño»,.
Desde que empezó la desescalada Extremadura lleva unos 4.000 casos sospechosos y 3.800 descartados. ¿Era lo que esperaba?
–Esperábamos menos sospechosos. Pero me alegro mucho de que nos hayamos confundido. Estimábamos una media de 80 al día y la realidad nos dice que estamos en 200. Eso significa que nuestra atención primaria está siendo muy sensible a la hora de detectar sospechosos, y eso tiene una consecuencia clara, que no se está dejando escapar a nadie que pudiese ser positivo. Eso es lo que nos permite tener una cierta seguridad de que los brotes, si hay, los vamos a poder controlar.–¿Está funcionando el sistema de vigilancia y diagnóstico?
–Desde mi punto de vista, sí. Felicito a los profesionales de atención primaria y de salud pública, que están haciendo un rastreo de contactos estrechos muy importante.
–Mientras que otras comunidades han tenido que contratar rastradores, aquí no ha sido necesario.
–En otras comunidades faltaban dos colectivos que tenemos en Extremadura, nuestros farmacéuticos y nuestros veterinarios de atención primaria. Creo que es un motivo de orgullo para la sociedad extremeña. Y eso no es flor de un día, sino la inversión de muchos gobiernos en tener una atención primaria potente.
–En los últimos días se han dado confirmaciones de casos que afectan más a una provincia que otra. En este momento, por una semana en fase 3 viendo cómo se va a comportar el número de casos, no merece la pena que nos arriesguemos abriendo el límite de provincias. Si hemos aguantado el tiempo que llevamos, una semana más creo que es prudente. Nos va a dar una idea más exacta de los confirmados en una provincia y otra y nos va a permitir con mucha más seguridad poder abrir la movilidad y aliviar la fase 3 con determinadas medidas que se puedan tomar y que pueden ser más beneficiosas.
Mantener la vigilancia
–¿Qué podemos esperar del virus tras el estado de alarma?–Hay que tenerlo igual de controlado. Tenemos que establecer un sistema de vigilancia muy importante a lo largo del verano y el otoño, porque nadie nos dice con certeza qué es lo que va a ocurrir. El virus está con nosotros, porque se siguen produciendo confirmados, y también parece que no se está comportando de forma tan agresiva. Ahora no hay ningún ingreso en UCI, no hay casos de gravedad. Pero no podemos abandonarlo y tenemos que establecer un sistema de vigilancia que ya veremos si lo seguimos realizando de forma tan intensa como ahora, en cada uno de los equipos de atención primaria, o bien como hacemos con la gripe, con una red de médicos centinelas que nos permita conocer cuál es el movimiento del virus. Pero eso no lo podemos saber hasta que veamos cómo evoluciona la fase 3 y el real decreto del Gobierno sobre la fase de nueva normalidad.
–Probablemente ya estuviesen contagiados, porque habían sido contactos estrechos. En ese momento habían empezado a dar los síntomas, porque el periodo de incubación es de hasta 14 días.
Cambios en los datos
–Al principio de la pandemia se daban los datos de los positivos, como la edad. ¿Por qué se dejó de hacer?–Porque era inviable clasificarlos. Cuando llegamos al volumen de afectados que hemos tenido, con 3.000 casos, no era posible, aunque la conociésemos, trasladar toda esa información a la opinión pública. Y también porque estábamos dando un mensaje innecesario de alarma en determinadas poblaciones que eran muy pequeñas y por confidencialidad no se podía dar ciertos datos.
–¿Por eso no han querido dar los datos por municipios, como han hecho otras comunidades?
–Sí. Aunque tenemos los datos, no se han dado por municipios por eso.
MOVILIDAD
«Por una semana, no merece la pena arriesgarnos abriendo el límite de provincias»
EVOLUCIÓN
«De China llegaban unas noticias y el virus se ha comportado de forma diferente»
MÁS EN CÁCERES
«Ha habido circunstancias como las segundas residencias de personas de Madrid»
–Ahora mismo el personal está muy controlado y llevamos varias semanas con cero contagios, lo cual es una magnífica noticia. Nosotros informamos al Ministerio todas las semanas del personal que tenemos infectado, que ha estado de baja, que tiene el alta laboral y el alta epidemiológica. Esos datos los hemos seguido dando. Pero llega un momento en el que lo que establecen los expertos del Centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias es que demos los datos que estamos dando ahora. Una vez que hemos controlado el pico, nos hemos centrado en detectar cualquier caso nuevo que pudiese ocurrir. Teníamos que mostrar a la sociedad que lo que estamos haciendo en este momento no es solo atender a las personas que estaban infectadas, sino detectar personas sospechosas y el volumen de confirmados, para que se entendiese que solo el 0,45% de los sospechosos en Badajoz y el 0,90% en Cáceres estaba dando positivo. Y que la circulación del virus es muchísimo menor.
–Los test rápidos, que en su día parecían la solución, ¿se siguen utilizando?
–Muy poquito. Los estudios nos han demostrado que la PCR es la prueba patrón oro de lo que tenemos que hacer y por tanto es preferible utilizarla; y en segundo lugar porque hemos aumentado sensiblemente la capacidad de hacer PCR. Los resultados de los test rápidos son testimoniales, porque lo que miden son las defensas que generamos ante la infección, y además no distinguen si es reciente o antigua. De la utilidad inicial con la que los laboratorios vendían los test rápidos, cuando lo hemos probado en la realidad la situación no es tan favorable. Así que, con la capacidad que tenemos, es mejor la PCR. Se ha incorporado ya el segundo robot a Badajoz y podemos llegar a cerca de 8.000 diarias, eso cubre con creces todas las necesidades que tenemos.
–¿Está satisfecho con la gestión de la crisis sanitaria?
–Estoy muy satisfecho de los profesionales sanitarios, de los que trabajan en el ámbito de la salud pública, de los que se han dejado la piel en las residencias... Estamos estudiando vías de incentivación por el trabajo que han realizado. Creo que, cuando se revise todo esto, tenemos que agradecer muchísimo esa labor. Y no podría haber sido posible sin las direcciones, es justo reconocer ese trabajo. Yo saco muchas enseñanzas de todo esto. Tenemos que tomar algunas decisiones, como la reforma de nuestro sistema sanitario, fundamentalmente en el ámbito de la salud pública. Y tenemos que hacer un modelo nuevo de residencia con muchísima más carga sanitaria, y se incida en una cartera de servicios para la atención primaria y los hospitales que puedan atender a esos centros de mayores.
–¿Qué incentivos se plantean a los profesionales?
–Ya se ha hecho público que se van a realizar cerca de 8.000 contratos en verano. Vamos a cubrir al 100%, lo que nos permite que nuestros profesionales puedan estar mejor que otros años; y las zonas donde suelen llegar personas de otras comunidades van a estar reforzadas. La segunda medida que nos planteamos tiene que ver con la evolución del sistema sanitario. Vamos a trabajar en la reforma de la atención primaria, un tema que ya estábamos abordando pero que ahora se ve más incrementado. Y si en algún momento podemos dar incentivos económicos, lo estudiaremos. No descartamos nada en este momento para esas personas que han estado en la primera línea.
TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 19- El hombre al que pude matar ,.
EL
BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 19- JUNIO - El hombre al que pude matar,.
El hombre al que pude matar,.
fotos / Está en casa Paco Custodio, tomando un
café. Jubilado hace años, el veterano cámara de TVE sigue igual, aunque
con canas en el pelo rizado y el bigote de mosquetero. Llevábamos tiempo
sin vernos. Con Márquez, otro de mis compañeros habituales de entonces,
a quien dediqué Territorio comanche, tengo más contacto; nos
vemos o lo telefoneo a menudo para escuchar su voz de carraca vieja, que
tantos recuerdos me suscita. A Paco Custodio, sin embargo, lo he visto
menos: tres o cuatro veces desde que dejé la tele. Sin embargo, es parte
importante de mi vida. Y casi lo fue de mi muerte.
EL
BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 19- JUNIO - El hombre al que pude matar,.
El hombre al que pude matar,.
La última vez que trabajamos juntos fue durante una larga temporada en Sarajevo, hasta que Paco echó cuentas y dijo aquí palma un periodista cada equis días y ya nos toca, compañero. Así que quisiera cambiar de aires. Eso me dijo una noche a la luz de una vela –habían matado a nuestra amiga Jasmina un par de días antes– y se me quedó mirando. Me pareció bien. Había cumplido como los buenos; más allá del deber, como suele decirse, jugándosela cada día en la calle bajo las bombas para cubrir telediarios. Era un tipo valiente que, como nos pasa a todos tarde o temprano, rondaba el límite. Así que lo dejé irse como el amigo que era; su ayudante Miguel de la Fuente cogió la cámara y todo siguió su curso natural. Siempre agradecí a Paco aquella larga y dura campaña. Su lealtad profesional y su entereza. Y mi afecto por él se mantuvo intacto.
El origen de ese afecto, sin embargo, era anterior a Sarajevo. Lo que nos unió para siempre, aunque nos hayamos visto poco en estos veintiséis años, ocurrió en Mozambique en 1990, haciendo un reportaje sobre la guerra civil que se emitió con el título de El expreso de Beira. Fue un viaje sucio y difícil, agotador, con largas marchas por la selva, mosquitos asesinos, el río Shire cruzado en piraguas entre cocodrilos y cosas así. Nos escoltaba media docena de guerrilleros jovencitos; y una noche, cerca de Gorongosa o más bien en mitad de la nada, descansando en la choza de un campamento donde había otros guerrilleros, oímos claramente –hablaban en portugués– al jefe local, un tipo abyecto que estaba borracho como un cerdo, planificar con el jefe de la escolta –lo llamábamos comandante Fernando– nuestro asesinato para quedarse con nuestros relojes, nuestras botas, nuestra cámara y nuestro dinero. Lo haremos por la mañana, decía, cuando abandonen el campamento. Y diremos que los mató el ejército en una emboscada.
No fue una noche agradable, como pueden suponer. Imaginen la espera. El tercer miembro del equipo, un joven ayudante de sonido que estaba en su primer reportaje, enloqueció de terror, quería salir y suplicar que no nos mataran; así que tuvimos que taparle la boca, y le puse mi navaja en el cuello mientras le susurraba al oído que si gritaba alertándolos, quien le cortaba la garganta era yo. No fue mi noche más tierna ni amable, lo confieso. Paco, por su parte, se comportó con una calma y una resignación profesional extraordinarias. En voz baja discutimos planes para escapar, pero estábamos en una selva desconocida y nuestras posibilidades eran mínimas. Así que resolvimos jugárnosla por la mañana. Al menor indicio de peligro, acordamos, nos liamos a hostias, intentamos quitarles un Kalashnikov, corremos a la selva y que salga el sol por Antequera.
Salimos al amanecer. Antes, Paco y yo nos dimos un fuerte abrazo. Yo dije: «Siento haberos metido en esto» y él respondió muy sereno: «Haremos lo que podamos». Pusimos al ayudante en medio y emprendimos la marcha, tensos, pendientes de cada movimiento de nuestros escoltas. Pero caminábamos y nada ocurría. Se les veía muy relajados, a lo suyo. Entonces me acerqué al comandante Fernando. «¿Tudo bem, comandante?», le pregunté, cauto. Me miró con una amplia sonrisa y puso una mano en mi hombro, tranquilizador. «Tudo bem, amigo», respondió. Entonces comprendí que sólo le había estado siguiendo la corriente al jefe borracho del campamento. Y seguimos caminando.
Así que ahora, en casa, contemplo el bigotazo de Paco, su cara honrada de buena persona, mientras me cuenta su vida de jubilata, los viajes que hace en caravana y esa clase de cosas. Y casi no lo escucho, porque en realidad estoy recordándolo a oscuras en aquella choza de Mozambique, sereno pese a la situación, abrazándose luego conmigo en la luz sucia del amanecer que nos hizo temblar, y no de frío. Así que, de pronto, lo interrumpo diciendo: «Tudo bem». Y él se detiene, me mira con una gran sonrisa, asiente con la cabeza y responde: «Tudo bem, amigo».
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