TITULO: LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - Hacienda intentará un guiño fiscal para pactar un mayor gasto en Defensa,.
LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - Hacienda intentará un guiño fiscal para pactar un mayor gasto en Defensa , fotos,.
La negociación de los Presupuestos para 2023 anticipa un duro tira y afloja entre los socios de Gobierno a cuenta de las medidas para afrontar la actual crisis. No solo se trata de lidiar con la subida de precios energéticos, sino también con el nuevo escenario geopolítico ante la incertidumbre sobre el devenir de la guerra en Ucrania.
El ala socialista del Ejecutivo ya ha dejado claro que el aumento del gasto militar es imprescindible para cumplir el compromiso marcado con la OTAN de alcanzar el 2%del PIBen 2030.
En concreto, y dentro de la Actualización del Programa de Estabilidad remitido en abril a Bruselas, el Gobierno ya recoge un aumento del presupuesto en Defensa de dos décimas de PIB para el próximo año.
Serían en total unos 2.500 millones de euros que se sumarán a los 10.000 millones asignados al Ministerio de Defensa para este año y que, según consta en el documento, se repartirán entre remuneración de asalariados, consumos intermedios y formación bruta de capital. La idea es que para los siguientes ejercicios se vaya incorporando un gasto adicional de una décima de PIB, tanto en 2024 como en 2025.
El informe anual de 2021 de la OTAN, que el 29 de junio celebra el inicio de su cumbre en Madrid, elevaba a 12.208 millones de euros el gasto militar de España el pasado año. La diferencia con la cifra aparecida en los Presupuestos es que esta sumaría otras partidas fuera del Ministerio. En todo caso, para cumplir con el compromiso de la Alianza, y según sus propias estadísticas, el Gobierno debería invertir al menos otros 12.000 millones al año para cumplir.
Unidas Podemos y los tradicionales aliados de legislatura ya han mostrado su firme rechazo a la medida. Pero son conscientes de que el Gobierno la venderá como un compromiso imposible de desatender. Así que la idea de los socios de coalición es plantar batalla a ese incremento del gasto militar. Pero más que para frenar los Presupuestos –lo que obligaría a extender los actuales a 2023–, para conseguir a cambio sacar adelante alguna de sus reivindicaciones de los últimos tiempos.
En este punto resurge el debate sobre la reforma fiscal que hasta hace solo unos meses era la gran promesa del acuerdo de coalición. Ytambién del Gobierno con la Comisión Europea. Pero el estallido de la guerra y su impacto económico dejó el texto en un cajón. El mensaje parece claro:'Si el gasto en defensa se incrementará sí o sí y no hay reforma fiscal, al menos saquemos adelante alguna de nuestras propuestas'.
Beneficios en el foco
El PSOE es consciente de lo difícil que se pueden poner las negociaciones. Así que ya ha abierto la puerta a algunas medidas como, por ejemplo, aplicar en los Presupuestos un nuevo recargo a las grandes energéticas y petroleras para que asuman parte del impacto del alza de la energía si se considera que sus elevados beneficios son injustificados.
La ministra del ramo, María Jesús Montero, también parece favorable a introducir la rebaja del IVA de los productos de higiene femenina, que finalmente quedó fuera de la ley del aborto impulsada por la ministra de Igualdad, Irene Montero.
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LOS 50€ BILLETES - BILLETE 1.000 PESETAS - LOS ARBOLES PERDIDOS - Revalida para Macron ,. fotos,.
Revalida para Macron ,.
El presidente aúna sensibilidades tras designar el lunes primera ministra a la socialdemócrata Élisabeth Borne,.
Emmanuel Macron prosigue con su metódica demolición de los viejos partidos y la ocupación de todo el espacio político que va del centroizquierda a la derecha moderada. El presidente francés, reelegido en abril para cinco años, ha nombrado este viernes a un nuevo Gobierno con varios pesos pesados de la órbita conservadora. Lo dirigirá una primera ministra socialdemócrata, Élisabeth Borne.
El nombramiento de Borne, anunciado el lunes, y cuatro días después, el de un Ejecutivo continuista, reflejan los equilibrios del macronismo, un centro amplio, ideológicamente fluido, “ni de izquierdas ni de derechas”, o “tanto de izquierdas como de derechas”, en palabras del presidente. Macron confía en que le sirva para revalidar la mayoría las elecciones legislativas del 12 y el 19 de junio.
Entre las novedades del Gobierno, figuran dos trofeos procedentes de la derecha. Catherine Colonna, la nueva ministra de Europa y Exteriores, fue portavoz del presidente Jacques Chirac y más tarde su ministra de Asuntos Europeos. Ahora esta experimentada diplomática ejercía de embajadora de Francia en Londres. Llevaba tiempo lejos de la primera línea política, pero su nombre se asocia al último presidente conservador que salió reelegido, todo un pedigrí.
Más significativo, políticamente, es el nombramiento de Damien Abad como ministro de las Solidaridades, la autonomía y las personas discapacitadas. No tanto por el cargo, de segundo rango, sino por lo que representa su figura. Abad, hasta el mismo jueves, era el jefe del grupo parlamentario de Los Republicanos (LR), primer partido de la oposición en la Asamblea Nacional durante este quinquenio y la formación histórica de la derecha tradicional, la de los presidentes Chirac y Nicolas Sarkozy.
Además de Colonna y Abad, en el nuevo Gobierno se mantienen los dos hombres fuertes del anterior, que también procedían de LR: el titular de Economía, Finanzas y Soberanía industrial y digital, Bruno Le Maire, y el de Interior, Gérald Darmanin. Ambos son políticos que nunca han escondido sus ambiciones presidenciales: a partir de ahora comienza la carrera para suceder a Macron en 2027, puesto que no podrá volver a presentarse: la Constitución prohíbe más de dos mandatos seguidos para el presidente.
Tanto LR como el Partido Socialista (PS) quedaron en una situación de extrema debilidad tras las presidenciales de abril. La candidata de LR, Valérie Pécresse, sacó un 4,8% de votos. La del PS, Anne Hidalgo, un 1,7%.
También hay gestos a los progresistas. El ministro de Trabajo será Olivier Dussopt, fundador del micropartido de socialdemócrata macronista Territorios de Progreso, al que también pertenece la primera ministra. Dussopt se encargará de una de la explosiva reforma de las pensiones.
Pero el gesto más destacado hacia la izquierda es el nombramiento, como ministro de la Educación nacional, de una figura intelectual de peso como es el historiador Pap Ndiaye, actual director del Museo de la Inmigración y autor de La condición negra, libro de referencia sobre esta minoría francesa. Ndiaye –hijo de un senegalés y una francesa, formado en Estados Unidos, y hermano de la novelista Marie NDiaye– sustituye a Jean-Michel Blanquer. Estos años Blanquer hizo bandera del combate contra el avance, en el mundo académico y educativo francés, del multiculturalismo al estilo estadounidense.
La llega del Ndiaye al ministerio de la Educación nacional ha puesto a la extrema derecha en pie de guerra. “La nominación de Pap Ndiaye, indigenista reconocido, en la Educación nacional es la última piedra en la deconstrucción de nuestros países, sus valores y su futuro”, escribió Marine Le Pen, jefa del Reagrupamiento Nacional, en la red social Twitter. Le Pen utilizó el término “indigenista” para sugerir, erróneamente, que Ndiaye es un intelectual antifrancés.
El Gobierno, incluyendo a ministros, ministros delegados y secretarios de Estado, es paritario: 14 hombres y 13 mujeres, además la primera ministra, Borne. Una de las prioridades de Macron en este quinquenio es la llamada “planificación ecológica”. Bajo la supervisión de Borne, dos ministras se ocuparán es la cuestión: Agnès Pannier-Runacher, con la cartera de la Transición Energética, y Amélie de Montachalin como titular de la Transición ecológica y la cohesión territorial.
El anuncio del nuevo Gobierno siguió el ritual acostumbrado. El runrún en los días anteriores sobre el cambio. Los rumores con todo tipo de nombres. El suspense. Los nervios de los ministrables. Y finalmente la comparecencia de Alexis Kohler, el poderoso secretario general de la presidencia, ante las escalinatas del Elíseo y la lectura de los elegidos tras recordar, como ordena la Constitución, el presidente de la República nombra a los ministros a propuesta de la primera ministra. El primer Consejo de Ministros está previsto el lunes.
Prueba sobre la voluntad de cambio
El nuevo Gobierno era una prueba, después del nombramiento de la primera ministra, para evaluar la voluntad de cambio de Macron tras su reelección en abril frente a Le Pen. Macron, en la misma noche electoral, prometió “un método nuevo”.
El nombramiento de Borne había enviado un mensaje ambivalente. La nueva primera ministra representa la continuidad. Es una tecnócrata con competencia probada. Durante el primer quinquenio, perteneció a los sucesivos Gobiernos con las carteras de Transportes, Ecología y Trabajo.
Al mismo tiempo, Borne se identifica a sí misma como mujer de izquierdas y, durante buena parte de su carrera en la alta administración, trabajó con gobiernos socialistas. Su nombramiento refleja una inflexión al centroizquierda. Los primeros ministros del primer quinquenio de Macron, Édouard Philippe y Jean Castex, procedían de las filas conservadoras.
El Gobierno, en la práctica, es interino. Para continuar, la actual mayoría presidencial en la Asamblea Nacional tiene que ganar las legislativas. En caso contrario, Macron debería nombrar a otro primer ministro y otro Ejecutivo que tuviesen el apoyo de la nueva mayoría parlamentaria.
Los sondeos son favorables a los macronistas. La previsión es que en las legislativas se reproduzca el esquema tripartito de las presidenciales de abril. En el centro, Macron. En la izquierda, la alianza encabezada por el veterano líder euroescéptico y anticapitalista Jean-Luc Mélenchon. Y en la extrema derecha, Le Pen.
“Encontramos [en el nuevo Gobierno] las principales figuras del maltrato social y de la irresponsabilidad ecológica del Gobierno precedente”, valoró Mélenchon. “Será lo peor, es decir: la continuidad”.
Según el líder izquierdista, “ahora es cuando la campaña de las elecciones legislativas toma toda su significado”. Y concluyó: “El de un referéndum en el que se responde: stop o más”. Una vez nombrada la primera ministra y el Gobierno al completo, puede empezar la campaña electoral.
Las proyecciones señalan que, aunque la alianza de izquierdas (mélenchonistas, socialistas, ecologistas y comunistas) podría ser la fuerza más votada en la primera vuelta, en la segunda la coalición que apoya a Macron revalidará con comodidad la actual mayoría parlamentaria. La izquierda de Mélenchon quedaría como primera fuerza de oposición. La extrema derecha de Le Pen, que en las presidenciales de abril obtuvo más de 13 millones de votos, podría verse relegada a la tercera o incluso a la cuarta fuerza parlamentaria.
TITULO: LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - PAPELES QUEMADOS - Chimenea -
Eterna victoria ,.
LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - PAPELES QUEMADOS - Chimenea -
Eterna victoria , fotos,.
Eterna victoria ,.
Vivimos en la era de la tiranía sin tiranos, donde el sistema democrático puede servir para implantar el autoritarismo sin trauma estético,.
La victoria casi siempre anula cualquier atisbo de crítica. Se gana y, por lo tanto, se acierta. A nadie le importa cómo se ha logrado, la nobleza del proceso, ni las virtudes sobre las que se asienta. Ganar es el mejor negocio en un mundo cínico y resultadista. Por eso sorprendió tan poco el desfile de la
Victoria por el que Rusia se apropia del sacrificio de quienes lucharon desde la órbita soviética contra el nazismo. Y además lo hace con el estilo idéntico de casi todas las conmemoraciones históricas, utilizando las virtudes del pasado para sustentar las infamias del presente. La nostalgia de unos tiempos falseados no es patrimonio único de la Rusia actual, es un experimento de seducción masiva que
acapara votos en todas las naciones. Fue lo grotesco de la campaña electoral francesa, en el que una supuesta reconquista de la grandeza caducada, sin salpicaduras del colonialismo y el racismo, acoge todas las críticas posibles al tiempo actual. Si sucede en democracias consolidadas es porque vivimos en la era de la tiranía sin tiranos, donde el sistema democrático puede servir para implantar el autoritarismo sin trauma estético. Lo acabamos de ver en Filipinas, donde los votantes han reelegido a la saga Marcos, y se suma a los Bolsonaro y Orbán en el desafío a la esencia de la democracia desde dentro.
Ahora nos preguntamos cómo es posible que Vladímir Putin se sentara en todos los foros de poder mundial sin que nadie percibiera ese hambre desatado por recuperar el territorio imperial. Si su mandato se extiende según su plan, alcanzará los 36 años de poder continuado, bajo la sofisticación de un aparente sistema democrático vacío de esencia, pues sin separación de poderes, alternancia y prensa
libre lo que hay es otra cosa, por mucho que se llame con el nombre hermoso de soberanía popular. Incluso cuando algunos sopesan denunciarlo al Tribunal Penal Internacional, muy pocos afean a Estados Unidos no reconocer ese tribunal de justicia universal. Un reconocimiento que también evita Israel, que en estos días ha vuelto a ser noticia por la impunidad con la que ha respondido a la muerte de la periodista Shireen Abu Akleh cuando hacía su trabajo en mitad de los enfrentamientos en Yenín. Según su compañero, también herido por los disparos, fueron un blanco seleccionado por los disparos israelíes. Muy probablemente se sumará a la impunidad que los españoles tan bien conocen por el caso del periodista José Couso, entre otros muchos.Todo conflicto bélico, incluso la latente narcoguerra latinoamericana, se erige en una amenaza contra el periodismo. Y, por supuesto, tampoco se priva de atentar contra la población civil que es masacrada impunemente o es obligada a desplazarse de su hogar hacia un mundo casi siempre hostil con el necesitado y sumiso con el poderoso. Las instituciones de control están presididas por los países más musculados y, por tanto, las acciones de justicia reparadora casi siempre se emprenden contra el insignificante y el derrotado. El mejor ejemplo es ver sentada a Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, vetando cualquier resolución contra sí misma. Este es el condimento de un espectáculo desasosegante en el que algunos eligen como representantes a quien roba, maltrata y restringe la libertad, a cambio de que le ofrezca un manto bastante dudoso de seguridad y, por supuesto, mantenga vivo el ardor patriótico de la eterna victoria.
La victoria casi siempre anula cualquier atisbo de crítica. Se gana y, por lo tanto, se acierta. A nadie le importa cómo se ha logrado, la nobleza del proceso, ni las virtudes sobre las que se asienta. Ganar es el mejor negocio en un mundo cínico y resultadista. Por eso sorprendió tan poco el desfile de la
Victoria por el que Rusia se apropia del sacrificio de quienes lucharon desde la órbita soviética contra el nazismo. Y además lo hace con el estilo idéntico de casi todas las conmemoraciones históricas, utilizando las virtudes del pasado para sustentar las infamias del presente. La nostalgia de unos tiempos falseados no es patrimonio único de la Rusia actual, es un experimento de seducción masiva que
acapara votos en todas las naciones. Fue lo grotesco de la campaña electoral francesa, en el que una supuesta reconquista de la grandeza caducada, sin salpicaduras del colonialismo y el racismo, acoge todas las críticas posibles al tiempo actual. Si sucede en democracias consolidadas es porque vivimos en la era de la tiranía sin tiranos, donde el sistema democrático puede servir para implantar el autoritarismo sin trauma estético. Lo acabamos de ver en Filipinas, donde los votantes han reelegido a la saga Marcos, y se suma a los Bolsonaro y Orbán en el desafío a la esencia de la democracia desde dentro.
Ahora nos preguntamos cómo es posible que Vladímir Putin se sentara en todos los foros de poder mundial sin que nadie percibiera ese hambre desatado por recuperar el territorio imperial. Si su mandato se extiende según su plan, alcanzará los 36 años de poder continuado, bajo la sofisticación de un aparente sistema democrático vacío de esencia, pues sin separación de poderes, alternancia y prensa
libre lo que hay es otra cosa, por mucho que se llame con el nombre hermoso de soberanía popular. Incluso cuando algunos sopesan denunciarlo al Tribunal Penal Internacional, muy pocos afean a Estados Unidos no reconocer ese tribunal de justicia universal. Un reconocimiento que también evita Israel, que en estos días ha vuelto a ser noticia por la impunidad con la que ha respondido a la muerte de la periodista Shireen Abu Akleh cuando hacía su trabajo en mitad de los enfrentamientos en Yenín. Según su compañero, también herido por los disparos, fueron un blanco seleccionado por los disparos israelíes. Muy probablemente se sumará a la impunidad que los españoles tan bien conocen por el caso del periodista José Couso, entre otros muchos.
Todo conflicto bélico, incluso la latente narcoguerra latinoamericana, se erige en una amenaza contra el periodismo. Y, por supuesto, tampoco se priva de atentar contra la población civil que es masacrada impunemente o es obligada a desplazarse de su hogar hacia un mundo casi siempre hostil con el necesitado y sumiso con el poderoso. Las instituciones de control están presididas por los países más musculados y, por tanto, las acciones de justicia reparadora casi siempre se emprenden contra el insignificante y el derrotado. El mejor ejemplo es ver sentada a Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, vetando cualquier resolución contra sí misma. Este es el condimento de un espectáculo desasosegante en el que algunos eligen como representantes a quien roba, maltrata y restringe la libertad, a cambio de que le ofrezca un manto bastante dudoso de seguridad y, por supuesto, mantenga vivo el ardor patriótico de la eterna victoria.
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