Cartas Olvidadas - La mano en el bolsillo ,. / Cartas en el Cajon - PREMIOS PRINCIPE DE ASTURIAS Y MUSICA DE CINE ,. / REVISTA TENIS - Roger Federer se vuelve a operar y se despide de la temporada,.
TITULO: Cartas Olvidadas - La mano en el bolsillo ,.
La mano en el bolsillo,.
foto / LA
ADOLESCENTE LE PREGUNTÓ a su abuelo por qué solía llevar una mano en el
bolsillo. El abuelo se encogió de hombros y con toda naturalidad
respondió que lo hacía cuando se sentía tranquilo, confiado… incluso
eufórico. ¡Eufórico!, repitió la muchacha. ¡Ahora lo pillo! El abuelo
quiso saber qué era lo que por fin pillaba y ella le explicó que había
visto desde el primer momento cómo el policía blanco asesinaba al
ciudadano negro mientras este imploraba que le permitiera respirar:
ahogándolo con su rodilla, cabalgándole la garganta como se cabalga un
mulo viejo camino del matadero. Lo que no entendía era el porqué (aparte
de por intentar pagar un paquete de cigarrillos con un billete falso de
20). Pero ahora lo veo, dijo. Mientras su víctima agonizaba, el poli
tenía la mano en el bolsillo porque se sentía tranquilo, confiado…
¡incluso eufórico!,.
TITULO: Cartas en el Cajon -PREMIOS PRINCIPE DE ASTURIAS Y MUSICA DE CINE ,.
PREMIOS PRINCIPE DE ASTURIAS Y MUSICA DE CINE,.
foto / Se ha escrito a menudo que la música
de cine es la ópera de nuestro tiempo. Existe una música para imágenes
que se muestra recatada, acechando en su aparente discreción entre las
imágenes; es a menudo inapreciable, pero aporta un valor adicional al
discurso audiovisual. Le dicen música discreta o “de mobiliario”, como
un elemento más de la dirección de arte, pero siempre llega más lejos.
De esto Visconti entendía un rato. La gran música del cine español -José
Nieto, Angel Illarramendi o Alberto Iglesias- está llena de ejemplos,
así como la de otros europeos como Philippe Sarde, Zbignew Preiszner o Stanley Myers. La música que llena
conciertos de bandas sonoras es la operística, esa en la que John
Williams hereda las estructuras de Wagner para crear “space operas”
como las de la ahora decadente, pero es su momento radiante, saga de
Star Wars. No hay orquesta, ni banda municipal, que no haya hecho uno o
varios conciertos dedicados al maestro en los últimos años, asegurándose
así el éxito entre el público familiar. Compositores jóvenes como
Michael Giacchino o Fernando Velazquez, siguen con maestría los
postulados de dicho estilo. Pero el premio Príncipe de Asturias también es para Ennio Morricone. Hans Zimmer, el de “Gladiator” o
“Piratas del Caribe”, junto con su escudería de pupilos, trabaja una
mezcla entre Williams y Morricone. Orquestaciones y estructuras del
americano y melodías del italiano. De hecho, si querías ver a
Zimmer cabreado en una rueda de prensa sólo había que preguntarle qué
influencia (por usar un eufemismo) tenía de Morricone en su obra.
A Zimmer a veces le salen las cosas bien y otras regular, pero controla
la ingeniería de sonido e incluso el montaje. Es el primer músico de
cine con poder absoluto. El maestro Morricone también tiene su
mal genio en lo que respecta a preguntas de periodistas indocumentados.
Esa acritud nunca la mostraba con los que conocíamos y admirábamos su
obra. Compartimos con él buenos momentos en Valencia, paseando
después de comer junto con otros ponentes y organizadores por el
entonces deteriorado casco antiguo (la famosa plaza circular) de la
ciudad, luego ya restaurada, y después en pleno corazón turístico.
Bueno, ahora de momento, no creo. Ni
a él ni a Nicola Piovani, pareció extrañarles el mal rollo de aquel
refugio de yonquis. A fín de cuentas vivían en una Roma, llena de
barrios céntricos como ese que tanto atraían a Passolini o Fellini,
aunque por distintos motivos. Lo de Morricone también es
ópera pero de otro tipo. Mucho que ver con Verdi- “Novecento”- , pero
también con la ópera “buffa” o los apasionados leitmotivs del tema de
Jill en “Hasta que llegó su hora “ o “Amistad” en “Erase una vez en
America”, por no hablar del olvidado estribillo “Sean, Sean, Sean…”, de
“Agáchate maldito” o la alegre flauta de “Mi nombre es ninguno”. Tuvo
mucho que ver con el despegue del erotismo con clase en la trilogía de
Passolini , y del “giallo” con títulos tan rebuscados como “Una
lagartija con piel de mujer” o “Cuatro moscas sobre terciopelo gris”.
Si quieren conocer el libro definitivo y más reciente sobre la obra, el
talante y el estilo Morricone, lean “En busca de aquel sonido” ( Alessandro de Rosa . Malpaso Ediciones). En cuanto a los conciertos en directo , de
Morricone sólo se interpreta el 0’1 por ciento de su filmografía: la
suite de la trilogía del dólar, algo de “La Misión” y pare usted de
contar. He asistido a diversos conciertos suyos en distintas
épocas. En el del Teatro Romano de Mérida dirigió la orquesta y coros su
hijo Andrea y Dulce Pontes cantó “Sostiene Pereira”. En Sevilla el
propio maestro asumió en varias ocasiones la batuta de la orquesta
titular en el operístico teatro Lope de Vega y, años después, en el
moderno y perfecto auditorio de La Maestranza. Aquí fue donde un amigo
de Badajoz, auténtico “freak” de la banda sonora, se disfrazó de cura
para poder entrar en camerinos y que el maestro le firmara un montón de
discos. Mi amigo freak, uno de los más apasionados, pioneros y radicales
coleccionistas de música de cine que conozco (estamos hablando de un
señor que ahora debe andar cerca de cumplir ochenta, si no los tiene ya)
es “morriconesco”, como muchos pueden ser del Atleti o del Madrid . A
muerte. Porque Morricone, con todo ese bagaje
a su espalda, aúna los dos tipos de música de cine, la intimista y de
ambientes y la operística. Operas dirigidas por Sergio Leone o
Giuseppe Tornatore, pero también experimentos como las incursiones en el
terror y la ciencia ficción o himnos políticos como “Sacco e Vanzetti”,
“La batalla de Argel” o “Queimada” y por supuesto sus obras maestras
para los grandes estudios : “Erase una vez en América”, “Los intocables”
o los emocionantes tramos líricos de “Orca” o “Giro al infierno”. Me
seguirán hasta el final sus “obras menores”; canciones como “Metti una
sera, a cena”, “El profesional”, “Libera, amore mío”, “Love Affair” o
“Lolita” y tantas, tantas otras. Oigan el tema de Lilly y Morricone es toda la música de cine, y una gran parte de la banda sonora de nuestras vidas.
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Roger Federer se vuelve a operar y se despide de la temporada,.
El suizo, campeón de 20 Grand Slams y que en
agosto cumplirá 39 años, vuelve a someterse a una artroscopia en la
rodilla derecha. No jugará hasta 2021.
fotos / Roger Federer no jugará hasta 2021. Y el 8 de agosto cumplirá 39 años. El tiempo corre deprisa en contra del suizo, que no gana un Grand Slam desde enero de 2018 en Australia. En febrero decidió someterse a una artroscopia en su rodilla derecha y su recuperación no avanza, por lo que se ha sometido a otra operación, según confirmó hoy en sus redes sociales.
"Hace unas pocas semanas, sufrí un revés durante mi rehabilitación inicial y he debido someterme a una rápida artroscopia adicional en mi rodilla derecha. Al igual que hice antes de la temporada 2017, he planeado tomarme el tiempo necesario para estar preparado al 100%
y jugar al más alto nivel. Echaré de menos a los fans y al circuito
pero tengo ganas de veros a todos cuando regrese al inicio de la
temporada 2021", comunicó el suizo.
Federer sufrió molestias en el Abierto de Australia, donde cayó en semifinales contra Novak Djokovic, y tras una exhibición junto a Rafa Nadal en Sudáfrica, optó por pasar por el quirófano. Su objetivo era regresar en la hierba e intentar lograr en el All England su Grand Slam número 21.
Nadal podría haberle igualado a 20 en un Roland Garros que ha pasado a
septiembre, el serbio sigue a la caza con 17 y Wimbledon se suspendió. "Devastado", tuiteó entonces el helvético, que tenía su gran objetivo en el césped, junto con los Juegos de Tokio (no ha sido campeón olímpico en individuales). Todo quedó cercenado por la pandemia y ahora por su lesión.
En una charla con Guga Kuerten el 23 de mayo, Federer ya advirtió que no se estaba entrenando, entre otras cosas por no encontrar una motivación con el circuito parado, falto de un objetivo. Luego, su técnico Severin Luthi admitió que su recuperación no marchaba bien. Si el circuito arranca y se acaban disputando el US Open y Roland Garros, deja la puerta abierta a Nadal (cumplió 34 años hace unos días) para que pueda superarle. Y a Djokovic (33) para recortar distancias con los dos. En juego está la consideración de 'Mejor tenista de la historia'.Federer ya sufrió una intervención en la otra rodilla en 2016, lo que le obligó a cortar la campaña tras Wimbledon. Su cuenta de 'grandes' se había detenido en el mismo escenario en 2012. Pero espantó las voces que pronosticaban su ocaso. En 2017 se adjudicó Australia y Wimbledon y en 2018 repitió en Melbourne.
Y siguió peleando. El año pasado perdió de forma dolorosa el título en
el All England tras 4h:55 contra un Djokovic que le levantó dos bolas de
partido. Ahora, el reto será volver a ser igual de competitivo en 2021,
camino de los 40 años.
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