TÍTULO: Que empiece la noche,.
Tanqueray: “Que empiece la noche” / foto,.
Con este lema “Que empiece la noche”, la ginebra Tanqueray nos recuerda una época en la que los jóvenes empezaban a salir y escuchar música por las calles de Madrid, una de las capitales mundiales de la fiesta nocturna. Esta época eran los conocidos felices años 20, y quizá en esa época surgieron las conductas de diversión modernas que todos tenemos interiorizadas.Disfruta con Tanqueray, una de las mejores ginebras del mundo y la preferida por los bartenders, de la noche madrileña.
TÍTULO: DESAYUNO - CENA - JUEVES - VIERNES - PARIS DEFIENDE SU ALEGRIA DE VIVIR,.
DESAYUNO - CENA - JUEVES - VIERNES - PARIS DEFIENDE SU ALEGRIA DE VIVIR, fotos.
París defiende su alegría de vivir,.
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El atentado yihadista golpeó además la 'joie de vivre', un culto secular al placer de disfrutar y un modo de vida acuñado en la capital francesa,.
Hace tres días, los habitantes de la capital gala interrumpieron su duelo y retaron al miedo. Gracias a Dios, era de nuevo viernes y había que celebrar la promesa que siempre encierra un fin de semana en ciernes. Los parisinos regresaron a las calles, invadieron terrazas y volvieron a llenar aforos de salas para escuchar música, silbar con entusiasmo y pedir bises. Rindiendo un homenaje voluntario a quienes fallecieron en el ataque yihadista del pasado día 13, e inconsciente de aquella película de los años setenta que rendía culto al placer de bailar bajo una bola de espejuelos, los ciudadanos asumieron y enarbolaron una seña de identidad propia que se ha convertido en parte de nuestra cultura occidental. Los franceses reivindicaron la 'joie de vivre', el viejo placer de disfrutar, siquiera a pequeños sorbos, de nuestra vida perecedera.
La psicosis generada por la magnitud y proliferación de los asaltos, ejecutados o descubiertos cuando constituían una amenaza más o menos precia, ha impulsado la idea de que su intención es discrecional, de que los radicales tan sólo se guían por el objetivo de hacer el mayor daño posible y diseminar el pánico y la sensación de inseguridad. Pero la realidad es que la planificación de los ataques persigue diferentes objetivos con una intención, a menudo, simbólica.
Tras su intención de atentar contra la Défense se hallaba su ambicioso deseo de golpear el corazón económico del país y la pretensión de cometer otra barbarie en el siempre concurrido aeropuerto Charles de Gaulle puede interpretarse como inocular el terror en las comunicaciones, hacer creer que por las arterias urbanas circulan los viajeros, pero también el mayor de los peligros.
El odio hacia un modo de comprender la existencia que rinde culto al hedonismo, convertido en toda una religión secular, explica la aparente sinrazón de asesinar a comensales y asistentes a conciertos de rock. La esencia de París comprende la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo, pero también algo tan característico como las sillas alineadas de los cafés frente a la acera, esos sencillos muebles de mimbre fabricados por la Maison Gatti, ocupados por turistas cansados y locales despreocupados, habitualmente enfrascados en tertulias indolentes, pero que, en el fondo, tan sólo aspiran a ver la vida pasar por el adoquinado urbano, convertido en un espectáculo en sí mismo.
El espíritu de la 'joie de vivre', término acuñado en el siglo XVII, aúna despreocupación y la búsqueda del placer en las pequeñas cosas, y puede resultar pleno de irreverencia para los intransigentes, aquellos que quieren proyectar el tiempo propio y ajeno según los estrictos designios del credo. El mundo ha asistido demudado a la visión de un hombre armado que apuntaba el cañón de su fusil contra una mujer indefensa como si se tratara de un enemigo, el rival en la batalla, pero ha habido precedentes en ese combate contra la libertad y el ocio.
Antes de la capital francesa hubo otra ciudad que también conoció esa intención de convertir la sociedad en un cuerpo dirigido donde no cabe la disensión ni la holganza. Hace cuatro años, el ritmo de Maiduguri, una urbe de un millón de habitantes situada en el noreste de Nigeria, quedó definitivamente trastocado por quienes ansiaban un nuevo orden. Los milicianos comenzaron su misión ametrallando comisarías de policía, iglesias y mezquitas, asesinando funcionarios y clérigos, pero también colocando bombas en los restaurantes, allí donde los lugareños también celebraban el asueto sabatino degustando pescado capturado en el cercano lago Chad y contemplando partidos de la Premier inglesa y la Liga española.
El valor de los símbolosCuando nadie sospechaba que París dejaría de ser una fiesta, una bomba acabó con 25 parroquianos de un bar y los diarios locales informaron que había aparecido el cadáver tiroteado de una usuaria del transporte colectivo que, al abrigo de la marquesina, solía matar la espera haciendo solitarios con los naipes. Fue la primera fase de un acoso que proseguiría ganando, progresivamente, en intensidad bélica y efecto psicológico.
Hace unos meses, la contraofensiva del Ejército encontró una ciudad asediada, que ya había doblado su población por la llegada de desplazados, la compra en los mercados se ha convertido en una actividad de riesgo, los controles militares jalonan todas las carreteras y, sobre todo, el recelo se ha avecindado definitivamente. No son buenos tiempos para el rey Momo, aunque la resistencia se ha manifestado activa, incluso en circunstancias tan adversas como la que sufre la capital de facto del Estado Islámico. A pesar de la represión, un grupo denominado 'Raqqa is being slaughtered silently' da a conocer esa insidiosa manera de doblegar el ánimo de una sociedad. En Francia, un padre aseguraba a su hijo pequeño, e incrédulo, que las flores y las velas que iluminan los escenarios del drama representan la respuesta y defensa frente al poder de los Kalashnikov.
Pero París también se defiende a su manera, con sus propias armas y el valor de los símbolos. El sábado tuvo lugar un desfile de moda en el Instituto de Culturas del Islam que celebraba la creación en La Goutte d'Or, un barrio del distrito 18 emblemático del París multicultural, territorio de aluvión en el que se han instalado, a lo largo de la historia, judíos procedentes de Europa Oriental, emigrantes españoles e italianos, magrebíes y las últimas oleadas de subsaharianos.
El abigarramiento y la pluralidad se han convertido en su distintivo, el kitsch constituye una debatida bandera y la pasarela mostró esa multiplicidad con diseños de autores que revelan la convergencia del mundo en sus bulevares. Las modelos que vestían las prendas de Marcia de Carvalho, Ahmet Adikatou, Sakina M'Sa o Sadio Abeja también defendían, al ritmo del 'catwalk', la libertad, la 'joie de vivre', el derecho a disfrutar en paz. El filósofo Jean Jacques Rousseau aseguraba que no hay felicidad sin valor ni virtud sin combate y, tal vez, algunas batallas se puedan ganar con creatividad y a taconazos.
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