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martes, 24 de noviembre de 2015

¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE - Alejo Cuervo editor,./ VIAJANDO CON CHESTER - Alejo Stivel Cantante,.

TÍTULO: ¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE - Alejo Cuervo  editor,.

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 ¡Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.



 Alejo Cuervo  editor,.

-foto--Alejo Cuervo: El friki vive en territorio metafórico toda su vida,.

ac1Alejo Cuervo (Barcelona, 1959) es editor y dueño de la mítica librería barcelonesa Gigamesh, referencia para los aficionados a la literatura de género y los juegos de rol. Dirige la Editorial Gigamesh, que lleva publicando desde 1999 a grandes autores de ciencia ficción y fantasía, desde Tim Powers y Neal Stephenson hasta George R. R. Martin. Ha publicado recientemente Exégesis, un compendio de artículos, textos y notas sobre su larga experiencia en el mundillo editorial. Nos recibe en su casa, un amplio piso abarrotado de libros de ciencia ficción, revistas, tomos de Canción de hielo y fuego, figuritas y un peluche del Don Depresor de Cels Piñol.
Hacer esta pregunta rodeados de libros puede parecer extraño, pero… ¿Crees que dejaremos de leer por ocio algún día?
No, creo que no. Cuando un libro funciona y te engancha, la experiencia de comunicación y de intimidad con el autor no puede reproducirse en ningún otro medio. El libro como forma de abrirse al mundo y explorarlo no es reproducible en una narración audiovisual.
Empecemos por tus orígenes literarios y tus primeras experiencias profesionales. Tu primera lectura «seria» fue Slan, de Van Vogt. ¿Crees que si hubieras empezado con alguna otra obra tu carrera habría sido distinta, o habrías acabado de cualquier modo en el mismo lugar?
No, no hubiese habido grandes diferencias: si no ese libro, habría sido otro. Slan es una de las mejores historias de patito feo que se han escrito, en clave de juvenil fantástico… Me lo regaló un amigo de mi padre, junto a El caso de Charles Dexter Ward, de Lovecraft, como vacuna porque me había enganchado a las novelas de a duro de Bruguera. Devoraba un bolsilibro en los sesenta minutos de una clase aburrida. Otro amigo de mi padre, Javier Coma, me descubrió los clásicos del cómic: El hombre enmascarado, Príncipe Valiente, Flash Gordon… Devoraba todo lo que caía en mis manos y no tenía suficiente. Mis hábitos de consumo de ficción, siempre orientados al fantástico, los incentivó mi padre dándome pasta para gastar en vicio; si me veía leyendo, estaba contento.
Durante esa época, en tus primeros años de fan de a pie, te publicaron cartas en fanzines como Kandama.
Sí, eso fue en el Kandama número cinco, el especial Philip K. Dick… La primera vez que me atreví escribir a alguna parte como aficionado. Descubrí Kandama en Makoki, la primera librería especializada en Barcelona, que estaba a su vez cerca de las oficinas de Nueva Dimensión de Santos. Makoki tenía todo lo que se publicaba en cómics y libros de ciencia ficción. Un concepto incomprensible para el fan actual es la abarcabilidad del género en aquella época: podías leer absolutamente todo lo que se publicaba.
¿Recuerdas el contenido de la carta?
Vacilaba de la biblioteca que tenía, tantos miles de cómics y libros, y que aquí estoy por si alguien quería contactar.
No ha cambiado mucho la cosa, ¿no?
[Risas.] No tanto, no. En Makoki conocí a Juan Carlos Planells, que era especialmente fan de Dick. Yo acababa de leer varias novelas suyas en batería y empezaba a engancharme de por vida. En Makoki tuve mis primeros contactos, pero la cosa se aceleró cuando conseguí la parada de libros del Mercat de Sant Antoni.
A veces, cuando algo me sobresalta, hago algo un tanto friki: repetir mentalmente la letanía Bene Gesserit contra el miedo de Dune. ¿Hay frases de libros míticos que se te hayan grabado a fuego en la mente?
La de Clarke de «toda ciencia suficientemente avanzada es indistinguible de la magia», o la Ley de Sturgeon de que «el 90 % de todo es basura», como defensa de que el 9 0% de la ciencia ficción sea basura. Otra podría ser la de Stan Lee de «un gran poder entraña una gran responsabilidad», que nuestra generación tiene grabada a fuego de manera salvaje y no deja de ser en el fondo una frase muy calvinista. Una vez Martin me la soltó y, años después, le respondí una variante, en referencia a los medios que me han proporcionado sus libros: «un gran poder permite una gran creatividad». Ah, y por supuesto, la máxima de Asimov de «la violencia es el último recurso del incompetente», que me parece maravillosa.
Esa te salvó de un lío siendo adolescente.
Menos que adolescente: es una historia de patio de colegio. Un matón vino en busca de camorra mientras estaba leyendo yo La Fundación en la edición de Fénix, muy difícil de conseguir en esa época; le solté lo de «la violencia es el último recurso del incompetente», se cortocircuitó y me dejó en paz… Al menos así lo he reconstruido, que la memoria funciona reescribiendo algo cada vez que lo recuerdas.
Trabajaste en Ediciones Martínez Roca. ¿Guardas buen recuerdo de tu paso como asesor por esa editorial?
Sí en conjunto. Aprendí muchísimo: entré muy novato e inexperto y salí con un conocimiento de mercado bastante potente. Mi jefe, al que parodio en el cuento «Ostras con salsa picante» de Exégesis, era un editor con una vena muy fuerte de oportunismo. Las pegas que me ponía una y otra vez cuando le intentaba convencer de algo han sido formativas… Es un buen ejercicio ser proselitista, querer publicar cosas incondicionalmente sean o no comerciales, y topar con quien te diga «convénceme de que no es una locura».
Tuvisteis un desacuerdo con las cartas de Magic.
Más que desacuerdo fue expolio. Cayó en manos del jefe de ventas, que barrió para casa todo lo que pudo, y llegó a colocar a su hijo como corredor de Barcelona… El Magic fue un pelotazo impresionante que no esperaban. Cuando me plantearon qué quería yo por la asesoría y por haberles conseguido la licencia del juego les planteé un discreto porcentaje de ventas, y dijeron que solo me lo darían si se facturaba una barbaridad. Contesté que sí: también estaba sacando partido de distribuir el juego en inglés, y tenía confianza en cómo iba a pegar el producto. Contablemente se quedaron justo a las puertas de esa comisión y la usaron como excusa para no pagar nada. Y ni siquiera tengo la seguridad de que esas cuentas no estuvieran apañadas. En cualquier caso, me la metieron doblada, y a raíz de eso me dije que en el futuro solo trabajaría para mí mismo.
Además de este perfil editorial, no todo el mundo sabe que fuiste profesor de física y en el camino quedó una tesis por finalizar. ¿Podrías explicarnos de qué trataba?
Empecé la tesis en historia y epistemología, y me tocó estudiar los papers originales de la teoría cuántica. Al cabo de un año lo dejé y pasé a hacer una tesis de «física de verdad». [Risas.] Bueno, de verdad entre comillas, que la física teórica de hoy en día no ha producido avances significativos desde el Modelo Estándar. Trabajé en simulaciones con métodos de Montecarlo para el tratamiento estadístico de temas fundamentales. Saqué tres papers en publicaciones del ámbito, una de ellas fuerte, Nuclear Physics. Estuve cuatro años de ayudante en Bellaterra, y solo me faltaba escribir la tesis y presentarla. Pero ya había montado la librería, y mi dedicación a la física había bajado. Cuando me dijeron de renovar el contrato, dije: coño, para lo poco que me falta, estar chupando plaza no tiene sentido. Pensé que ya acabaría la tesis en ratos libres. Y ahí se quedó.
Ya que comentas que apareció esa librería y esa editorial, Gigamesh, por qué el nombre de Gigamesh?
Eso fue un poco culpa de Paco Porrúa, porque el nombre original iba a ser Minotauro. Yo era muy fan del catálogo de Minotauro, y que un sello editorial tuviera su librería era una buena suma de recursos: en aquella época, Ancora y Delfín, por ejemplo, era la librería de Destino. Se lo propuse, pero no quiso. El año pasado me reconoció que debería haber dicho que sí, y lo sentí como un halago, pero ahora ya…
¡Lástima!
Respecto a lo de Gigamesh… Empecé editando, en la parada del Mercat de Sant Antoni, un fanzine llamado Tránsito cuyo lema era «el fanzine que crece y crece como un Imperio Galáctico cualquiera», obra de MarioX, un amigo y colaborador. Empezó como un simple folio doblado por la mitad para regalar en la parada, y creció con crítica de novedades, artículos de fondo, homenajes a autores… Allá por el número siete hubo una revolución: me tenía que ir a la mili, tuve una ruptura de por medio… El Imperio se convirtió en República y yo me desvinculé. Tránsito continuó unos años con su equipo de colaboradores y yo decidí meterme a hacer otro fanzine más trabajado. Por aquellas fechas, Luis Goytisolo publicó en el dominical de El País un artículo con el título «Joyce, al fin superado», con la crítica de un libro llamado Gigamesh, de Patrick Hannahan. Se marcó un texto de descubrimiento literario reivindicando a Hannahan y citando a Stanislaw Lem como uno de los exégetas que le habían puesto sobre la pista. Pero en ninguna parte decía que ni la novela ni Hannahan existían. Su artículo salió publicado un domingo, y recuerdo el lunes a mi compañero de despacho en la facultad preguntándome: «¿Tú conoces a un tal Hannahan?» y yo empezar a descojonarme. Me gustó tanto el bromazo de Goytisolo que pensé: cojonudo, aprovechando el ruido le pondré al fanzine (y más adelante a la librería) el nombre de Gigamesh. Durante mucho tiempo no expliqué de dónde venía.
Y os decían: «¡Os falta una ele: es Gilgamesh!»
Constantemente. [Risas.] Es como determinadas reglas de la Academia, que si te las saltas a conciencia, te crecen los enanos.
¿Y la coletilla de «Vicio y subcultura»?
Esa es de estar en el mostrador de la librería, que he cubierto mis horas de mostrador como el que más. Y entraba mucha gente despistada y se producían anécdotas, claro. Entre los que entraban a buscar macetas de la época en que compartí tienda con mi madre, los que nos buscaban a nosotros pero solo veían las macetas… Un día entró una señora preguntando por La Celestina y la respuesta me salió de dentro: «Lo siento señora, aquí solo tenemos vicio y subcultura». En esa época la ci-fi estaba muy mal vista y estábamos todos a la defensiva. A los clientes que lo oyeron les hizo gracia y se quedó como coletilla. Había otra similar de la que estoy igualmente orgulloso. Era la misma época en la que entraba gente a buscar «timunmasadas» y salía con libros de Philip K. Dick bajo el brazo, que se lo pregunten a Cels Piñol… Bueno, pues una señora entró en la tienda preguntando por el Caballo de Troya 4. Me la quedé mirando muy serio y le contesté: «Lo siento señora, todo lo que tenemos aquí es mentira». [Risas.]
Has mencionado la mili. ¿La hiciste al final?
En tercero de carrera me sortearon, pero presenté una copia del expediente, que en esa época estaba lleno de matrículas de honor, debí de ablandar a algún mando y me prorrogaron. Al año siguiente no me matriculé, me dejé sortear… y salí excedente de cupo. Una lotería: me acababan de regalar un año de vida.
No te veo en el ejército haciendo de Bill, héroe galáctico.
Soy muy reacio a la autoridad, a cualquier tipo de autoridad.
Dices, y cito literalmente, que eres alguien «extremadamente puntilloso y tocacojones». Por otro lado, maquetaste y tradujiste tú mismo las primeras obras de la editorial. ¿Cuál es la causa y cuál el efecto?
Eso viene desde el día uno de editar fanzines. Al principio empiezas muy animado pero lo haces fatal, hasta que empiezas a recibir feedback de la gente. Luego, cuando empiezas a publicar a otras personas, te ves revisando textos y adquieres los recursos de un corrector, un editor en el sentido yanqui. Y no hay otra forma de aprender a corregir que ser puntilloso y tocar los cojones.
Has comentado en alguna ocasión que corriste riesgo editando El Instante Aleph, de Greg Egan, con un estilo y lenguaje difíciles de traducir y editar.
Esa novela es muy sutil: su protagonista es autista y no lo sabe. Y como libro de ciencia ficción es apabullante: habla de autismo, racionalismo, Teoría del Todo. Conecté como lector a tantos niveles que me parecía escrita a medida para mí. La duda que me quedaba a la hora de publicarla es si a alguien más le iba a interesar. Y sí, sí, sin problemas. Tampoco hice un tiraje muy loco, dos mil ejemplares, tardamos en agotarlos pero ya nos toca reeditar, tanto El instante Aleph como Cuarentena, que fue el primer libro que «edité» y publiqué. Y qué mal editaba, joder. Estoy haciendo una nueva corrección del libro, de cara a su reedición, y por un lado me abruman las burradas que se me colaban, y por otro me anima ver lo que he aprendido.
Toca hablar de la obra de George R. R. Martin. Cuéntanos cómo conseguiste los derechos de Canción de Hielo y Fuego. Los cinco mil dólares mejor invertidos de tu vida, ¿no?
Sí, claro. Yo era fan de Martin desde los primeros números de Tránsito, en que hablamos de sus cuentos publicados en Nueva Dimensión, «Los reyes de la arena» y «La ciudad de piedra». Cuando Acervo sacó El sueño del Fevre debimos de ser la única librería de España que la vendió de puta madre a base de recomendarla, a pesar de su portada espantosa. En Caralt salió Una canción para Lya. Pero primero estuvo Muerte de la luz en Nebulae: es un libro de culto, infravalorado por la crítica americana. Martin es de la generación inmediatamente posterior a la revolución de la New Wave, de la dialéctica de los sesenta y setenta entre la ciencia ficción espacial de la vieja escuela y más de ideas versus una ciencia ficción más ambiciosa y literaria, comprometida socialmente incluso. Martin resuelve el conflicto en Muerte de la luz reconciliando la tesis de la ciencia ficción clásica con la antítesis de la New Wave: escenario y psicología de los personajes íntimamente imbricados. Es una novela apabullante a la que el tiempo está poniendo en su lugar. Martin nos tenía a todos encandilados.


   TÍTULO:VIAJANDO CON CHESTER -  Alejo Stivel Cantante,.

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Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.

 

 

  Alejo Stivel Cantante,.

Alejo Stivel - foto

Alejo Stivel
Datos generales
Nombre real Alejo Stivelberg Katz
Nacimiento 1959 (56 años)
Origen Flag of Argentina.svg Argentina
Nacionalidad Argentina
Ocupación Cantante, compositor y productor musical
Información artística
Otros nombres Alejo Stivel
Género(s) Rock, pop rock
Período de actividad 1977–actualidad
Artistas relacionados Tequila
Web
Ficha Alejo Stivel en IMDb

Alejo Stivel (nacido Alejo Stivelberg Katz, Argentina, 1959) es un cantante, compositor y productor musical. Voz de la banda hispano-argentina Tequila en los años 70 y 80, y en el retorno de la banda en 2008, ha producido más de un centenar de discos.1

Biografía

Resultado de imagen de alejo stivelAlejo Stivel nació en 1959 en Argentina, hijo del escritor, director y productor de cine y de televisión David Stivel y de la actriz Zulema Katz. Es hermano de Andrea y cuñado del fallecido Jorge Guinzburg.
Emigra a España donde, en torno a 1977, forma parte de la Spoonful Blues Band junto con su compatriota Ariel Rot. Poco después, la banda cambia su nombre a Tequila, conformada también por los españoles Julián Infante, Felipe Lipe y Manolo Iglesias, con Stivel como vocalista. El grupo alcanza el éxito con temas como Salta o Rock and Roll en la plaza del pueblo, publicando un total de cuatro discos entre 1978 y 1981: Matrícula de honor (1978), Rock and Roll (1979), Viva Tequila (1980), y Confidencial (1981). La banda se disuelve en 1983, quedando así finalizada la etapa de Stivel como vocalista.
Tras un periodo sabático, hacia 1987 trabaja en la producción de jingles junto a Nacho Cano, componente del grupo español Mecano, con el que fue copropietario, en los años 80 de los estudios Fairlight de la calle Cristóbal Bordiu de Madrid. Al principio se dedicaría a los jingles de forma exclusiva y, unos tres años después, compaginando dicha actividad con la producción discográfica.2 A esta actividad se dedicaría de manera intensa hasta la actualidad, produciendo más de cien discos en su trayectoria, gran parte de ellos de género pop. Como productor, tuvo grandes éxitos, especialmente a finales del siglo XX y principios del XXI. Destacan entre ellos19 días y 500 noches (1999), de Joaquín Sabina y varios discos de debut de artistas que alcazarían la fama, como Dile al sol (primer disco del grupo La Oreja de Van Gogh, 1998) o el primer álbum de estudio de El Canto del Loco, bajo título homónimo: El Canto del Loco (2000).
En 2007, presenta el espectáculo musical Soulería, idea llevada a cabo por el cantante Pitingo que consiste en fusionar la música negra con el flamenco y que supondrá un gran éxito.3 En 2008, en pleno declive como productor, se anuncia la vuelta a los escenarios de Tequila, en una gran gira veraniega donde Alejo Stivel interpreta los temas de la banda.4 Este mismo año participa como productor musical y encargado de la selección de los concursantes del programa de Televisión Española Hijos de Babel.5
El 31 de marzo del 2011 saco un disco titulado Deciamos ayer en el que recoge canciones de Los secretos, Pablo Millanes, Formula V...
En junio de 2013, cerró su mítico estudio madrileño ASK y se retiró de la producción para centrarse en su carrera discográfica en solitario.

Discografía

Con Tequila

  • Matrícula de honor (1978)
  • Rock and Roll (1979)
  • Viva Tequila (1980)
  • Confidencial (1981)
  • Viva Tequila(Edición Japonesa) (1981)

En solitario

Como productor

Algunos de los álbumes producidos por Alejo Stivel han sido:6

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