Pedro Sánchez y Pablo Iglesias,.
Mika
Waltari (1908-1979), finlandés, es famoso por su novela «Sinuhé, el
egipcio», que también fue llevada al cine, en la que, uno de sus
personajes, afirma que «la única cosa que importa en este mundo es el
poder». Los políticos pueden argumentar que desean trabajar para el bien
común y sus votantes, lo que no impide, aunque sea cierto, que su
primer objetivo sea el poder. El problema o el arte, a veces, es cómo
mantener ese poder, que es lo que ocupa ahora a Pedro Sánchez, de
vacaciones en Marrakech, en donde es probable que tome notas en su zoco,
con ocho siglos a las espaldas de tratos y regateos.
El
paisaje político español tras el 23-J es una especie de inmenso zoco,
con horario permanente, en el todos intentan negociar con todos. Feijóo
el primero, obligado a salvar la cara, pero su mercancía no la quiere
nadie. Sánchez sabe que cerrará un trato favorable para él,
aunque
ignora el precio que tendrá que pagar, el que pagarán todos los
españoles, en dinero, con otras fórmulas o con una combinación de ambas.
Indepes y nacionalistas ya han puesto precios iniciales
estratosféricos, como en todo zoco. No son los únicos, ni quizá los más
peligrosos para el ahora el turista en Marruecos. Jordi Sevilla,
ministro con Zapatero, advierte: «¡Ojo con Podemos! Sus cinco diputados
pueden no votar a Sánchez sin negociar sillones!». Todavía más. Pablo
Iglesias, que es quien manda en Podemos, al final tendrá que apoyar al
líder del PSOE, pero paladea hacerle sufrir con sus votos toda la
legislatura, lo que incluye dejarle colgado en alguna votación y también
a Yolanda Díaz. Sánchez logrará seguir en La Moncloa, pero no sin antes
regatear con 21 partidos distintos y dispares: 1) Sumar; 2) Podemos; 3)
PNV; 4) ERC; 5) Bildu; 6) Junts; 7) BNG; 8) Más Madrid; 9) Compromís;
10) IU; 11) Chunta Aragonesista; 12) Drago Canarias; 13) AraMÉS; 14)
Alianza Verde; 15) En Comú Podem; 16) Verdes Equo; 17) Más País; 18)
Izquierda Asturiana; 19) Iniciativa del Pueblo Andaluz; 20) Movimiento
por la Dignidad; 21) Batzarre y ahora también 22) Coalición Canaria. Y
todos quieren algo. Por eso es hasta lógico que Sánchez escrute los
regateos centenarios del zoco de Marrakech, que le serán imprescindibles
para retener el poder, lo único que importa, como escribió Waltari.
TITULO : Donde comen dos - Una sopa, un untable y una salsa con pepino y yogur,.
Una sopa, un untable y una salsa con pepino y yogur,.
El tzaziki griego, la raita india y el tarator búlgaro
son tres estupendas maneras de combinar esta hortaliza y el lácteo
fermentado, sin usar fuego y consiguiendo platos ligeros y refrescantes,.
foto / Una sopa, un untable y una salsa con pepino y yogur,.
Es muy probable que hayas oído hablar del tzatziki, porque
desde hace años es muy popular en muchos supermercados, siempre colocado
al lado del inmortal y dominante hummus, rey de las cenitas de picoteo y los snacks entre horas. Es una salsa de yogur, pepino,
eneldo y menta; súper refrescante y cremosa, perfecta para untar con
unas cuantas hortalizas crudas o unas regañás. De los que igual no has
oído hablar es de sus dos primos hermanos, cuyos ingredientes
principales también son el yogur y el pepino, pero que sirven un papel
completamente diferente en las mesas de sus países de origen: el
tarator, una sopa; y la raita, una salsa.
Pequeñas
variaciones en la receta hacen que cada uno tenga sus puntos fuertes y
sirvan para una cosa u otra. El tarator es una sopa fría de origen
búlgaro, para la cual el yogur se diluye con un poco de agua, y el
pepino se corta en cubos y se combina con nueces y hierbas aromáticas.
Es un plato perfecto para el verano, porque se hace en un momento, sin
encender ningún fuego, y el resultado es refrescante y delicioso.
La
raita es una salsa india que se sirve casi siempre en las mesas del
país: la mezcla de yogur y pepino se complementa con un poco de cebolla,
y el toque clave, cilantro fresco y unas cuantas especias que la
transforman completamente y la hacen perfecta para acompañar cualquier
plato, aunque lo más común es que se sirva al lado de currys, arroces y
carnes marinadas, creando un contraste perfecto y atenuando un poco los
picantes agresivos de la gastronomía india.
Tres platos que, siendo muy similares tanto en el método de preparación
como estéticamente, son muy diferentes tanto en su utilización como en
su sabor final. Lo que sí tienen en común es que son tremendamente
refrescantes, y perfectos para aprovechar los maravillosos pepinos que
tenemos en temporada.
De pepinos va la cosa
El
pepino que elijas importa: el que has crecido viendo toda la vida es de
la variedad española, de longitud mediana, piel rugosa, y muy jugoso.
En el caso de que utilices estos, te recomiendo encarecidamente que lo
peles bien, ya que la piel es muy gruesa y con una textura muy tosca; y
sobre todo, que le retires las semillas y la pulpa con una cuchara, ya
que aguarían demasiado el producto final (además de hacerlo más
indigesto).
El otro pepino que puedes encontrar en los
supermercados es el holandés, no porque se cultive allí, sino por el
nombre de la variedad (es, de hecho, el pepino más cultivado en España):
son más largos, la piel es más fina y lisa, y tienen menos pepitas y
pulpa. Es por eso que suelen ser mejores para este tipo de
preparaciones, porque tienen menos agua. Si escoges esta variedad, no es
necesario que los peles completamente: a mi me gusta quitarles más o
menos la mitad, la que reste dará un bonito contraste de color y un poco
más de crunch a las preparaciones. Elijas la variedad que elijas, es
importante el paso previo de exprimir bien el pepino una vez pelado y
rallado, para descartar una gran parte de su agua, ya que a pesar de
haberle quitado las pepitas y la pulpa, la carne sigue conteniendo una
gran cantidad de líquido.
Tzatziki
Vamos
a comenzar con el más popular de los tres, por lo menos en esta parte
del mundo. El tzatziki es un dip, un untable, muy popular en Grecia: no
solo es bueno para servirlo en las mismas situaciones que el hummus,
también se puede utilizar como salsa en un buen gyros o un kebab,
el frescor y cremosidad contrastan muy bien con las carnes marinadas de
sabor potente. El tzatziki se beneficia mucho de prepararlo con
antelación y dejarlo reposar en la nevera, al menos tres horas, para que
todos los sabores se conozcan entre ellos y al servirlo esté bien frío,
lo que lo hace ideal para el verano.
Con el tzatztiki
hay una polémica parecida a la de la tortilla con o sin cebolla: hay
gente que lo hace con eneldo, hay otra que con menta, y por último están
los complacientes, que le ponen los dos. Elige la opción que más te
guste, porque las tres están buenísimas. Comencemos preparando el
pepino, uno holandés o dos españoles: pélalo, córtalo por la mitad,
quítale las semillas y la pulpa, y después rállalo grueso. Transfiérelo a
un colador, colócalo sobre un bol, y después exprímelo bien, extrayendo
toda el agua que puedas. Añade una pizca generosa de sal, mezcla, y
déjalo que suelte más agua durante media hora en la nevera.
Mientras,
vamos a preparar el resto de cosas: en un bol ralla uno o dos dientes
de ajo, dependiendo de lo potente que lo quieras. Después, exprime medio
limón, añade una pizca de sal, una cucharada de aceite de oliva virgen
extra y 10 hojas de menta, eneldo o mitad y mitad, picadas bien fino.
Mezcla, y entonces añade 350 gramos de yogur griego y el pepino,
exprimido una vez más para terminar de extraer el agua excedente. Mezcla
bien, y déjalo reposar al menos tres horas en la nevera. Sírvelo al
lado de unas cuantas hortalizas crudas, regañás, colines, o lo que te
apetezca.
Raita
La india es una cocina
de salsa y condimentos, y la raita es probablemente la más popular de
todas. No sé si habréis tenido el gusto de combinar cualquier comida
picante con una salsa láctea y cremosa, es una sensación espectacular.
La raita es, yo creo, la mejor opción para este propósito:
imprescindible al lado de platos como el biryani o cualquier tipo de
carne marinada, es parecida al tzatziki en espesor, pero con unas
cuantas especias añadidas y alguna hortaliza más. Recetas de raita hay
casi casi más que indios, y de hecho no hay una sola versión; la hay de
pepino, pero también de cebolla o con harina de garbanzo frita en
bolitas: la que hoy vamos a hacer lleva pepino y cebolla, lo que resulta
en una salsa con mucho crujiente y textura.
De nuevo, lo
primero que vamos a hacer es poner el pepino a escurrir: un holandés o
dos españoles, lo pelamos, le quitamos las semillas, lo rallamos, lo
exprimimos, pizca de sal, y que escurra 30 minutos en la nevera en un
colador sobre un bol. Mientras, en otro bol, los condimentos: media
cebolla morada pelada y picada en brunoise finita, el zumo de media
lima, pizca generosa de sal, uno o dos chiles verdes frescos con las
semillas quitadas y también en brunoise finita, para darle un toquecito
picante. Por último, cinco ramas de cilantro picadas fino, tallos
incluidos, que aportan crujiente y muchísimo sabor.
La encargada de darle el toque mágico va a ser el garam masala,
o sea, no una especia, un mix de varias: canela, comino, anís,
fenogreco, pimienta negra…. Una cucharadita colmada, si no puedes
encontrarlo agrega una pizca de todas las que lo componen, hasta que
encuentres un buen equilibrio. Mezcla todos los condimentos, y solo
queda añadir el pepino exprimido una última vez, y 200 gramos de yogur
griego. Mezcla de nuevo, y como con el tzatziki, déjalo reposar un rato
en la nevera para que todos los sabores se fusionen entre ellos. Sírvelo
en un bol al lado de cualquier carne, arroz, curry…o cómetelo a
cucharadas, porque está para morirse.
Tarator
De
primeras el yogur aguado puede sonar raro, pero cuando lo pruebes, vas a
flipar, de verdad. El tarator es una sopa de origen búlgaro que gracias
al yogur tiene una consistencia cremosa y láctea, que combina pepino en
cubitos con nueces y hierbas frescas para refrescarte en un caluroso
día de verano. Y se prepara en un momento, en 20 minutos tienes la
comida lista.
Comencemos, como en las otras dos, con el
pepino, que es lo que más tiempo necesita: pelamos un pepino holandés o
dos españoles, les quitamos las semillas con una cuchara, y después lo
cortamos en cubos pequeños, de un centímetro más o menos, que quepan
unos cuantos en cada cucharada. Pásalo a un bol, sala y déjalo reposar
10 minutos: en este caso no nos importa tanto que suelte toda el agua
porque es una sopa, solo buscamos que cada cubito de pepino se sazone
adecuadamente para potenciar su sabor, que la sal penetre.
Mientras,
el resto de cosas: en un bol grande añade 500 gramos de yogur griego,
un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra, un puñado de nueces
machacadas con las manos -que queden en trozos parecidos al pepino- y el
zumo de medio limón. Puedes ponerle o no ponerle ajo, lo que prefieras:
a mi me gusta por el sabor, pero como es una sopa y podría hacerse un
poco bola su potencia , lo preparo de una forma concreta: primero quito
el germen, y después lo machaco en un mortero con unas gotas de zumo de
limón, que va a inhibir la generación de la alicina que se genera al
machacar el ajo (y es la encargada de que pique y repita).
Añádelo
al bol junto a una pizca generosa de sal, tres ramas de eneldo y las
hojas de dos ramas de menta, ambas picaditas bien finas. Por último, 125
mililitros de agua fría -puede ser enfriada con hielos-: solo falta
añadir el pepino sazonado, mezclar, y la sopa está lista. Fresca,
cremosa, crujiente, heterogénea y lista para alegrar un mediodía
caluroso de verano.
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