La oposición 'salva' la reforma del museo y bloquea de nuevo las ayudas a los toros,.
«No nos gustan los toros. No nos gusta el maltrato animal», criticó la portavoz de Podemos-CáceresTú, Consolación López. Luis Salaya, del grupo socialista, puso el acento en que el dinero se detraería de actividades deportivas y culturales: «No nos lo podemos permitir».
Mientras que Ciudadanos no participó en el debate, el concejal de Festejos, Pedro Muriel, aludió al retorno económico que los eventos taurinos dejan y del que se benefician sectores como el comercio, la hostelería o el taxi, insistió. En la votación final, solo los 11 concejales del PP se pronunciaron a favor. Los 13 asistentes al pleno de PSOE, Cs y Podemos lo hicieron en contra. Muriel descartó que los 25.000 euros fuesen para pagar la última corrida celebrada en junio, tras tener que devolver el dinero del convenio firmado a Liberbank.
La abstención de la oposición facilita que se tramite el expediente para seguir adelante con la reforma del museo municipal. Los grupos critican que esa actuación se ha hecho a espaldas de la Corporación. Podemos recuerda que la resolución de Alcaldía se firmó una semana después del pleno de presupuestos, es decir, que ya se sabía que no había crédito disponible. Laureano León, concejal de Cultura, defiende una actuación que pondrá en valor las instalaciones ya que el museo municipal, afirma, «se denominaba el museo de los cacharritos». La muralla, vial de Macondo y caminos públicos, entre otras actuaciones, también fueron aprobadas.
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Comer a la orilla del Tajo,.
El restaurante 'Pezinhos no rio', en Constancia, sirve platos caseros,.
Este pueblo tiene nombre de virtud y encanto suficiente para que en un viaje a Fátima o a Peniche hagamos un alto en el camino y paseemos por sus calles o recorramos demoradamente sus paseos fluviales y sus parques a la orilla del río Tajo, que por aquí discurre tranquilo, ya sin más embalses hasta su desembocadura, sin encajonamientos ni desfiladeros, un río plácido cruzado por un puente ferroviario y sombreado por árboles de ribera de porte considerable.
Constancia se llama así por razones políticas. La reina María II de Portugal la bautizó con este topónimo en 1833 como premio a su apoyo constante y sin fisuras a la causa liberal-pedrista. Tuvo un nombre más bélico pues, 100 años antes de Cristo, los romanos la llamaban Pugna-Tagi, es decir, Combate en el Tajo, y con ese nombre evolucionado, Punhete, fue conocida durante siglos. En resumen: si la reina no la hubiera llamado Constancia, ahora, en España, la conoceríamos como Puñeta, dos nombres de evocaciones bien distintas para un municipio pequeño, de poco más de 4.000 habitantes, uno de los menos poblados de Portugal junto con Barrancos. El cambio de nombre también fue una petición del pueblo porque lo de Punhete tenía unas connotaciones sexuales que provocaban la chanza y el escarnio en las aldeas vecinos
Constancia, la capital del municipio, que cuenta con dos freguesías más (Montalvo y Santa Margarida da Coutada), no llega a los mil vecinos: 900 concretamente. A cambio de tener poco ambiente callejero, nos regala tranquilidad, silencio, unos paseos fluviales solitarios y evocadores y un río que sitúa la localidad en la antigua provincia de Ribatejo, aunque administrativamente pertenezca a Santarem, región Centro y mancomunidad de Médio Tejo.
Su centro histórico está presidido por la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Mártires, situada en lo alto, blanca y reluciente. Desde allí, el pueblo se dispone en una ladera hacia el Tajo, componiendo un espacio urbano de callejas, placitas y rincones con encanto. El monumento más importante de la villa es su rollo o pelourinho, declarado de interés público en 1933, construido en 1821 tras ser destruido el original por las tropas francesas. Destaca también su iglesia de la Misericordia, iniciada en el XVI y rematada un siglo después. En el río, hay una playa fluvial con arenal, bar y zona de meriendas.
Junto al paseo fluvial, abre un restaurante agradable y familiar. Se llama 'Pezinhos no rio', se puede aparcar bien en las inmediaciones y cuenta con un comedor acristalado con vistas al río. Nada más sentarte, te sirven unos aperitivos de los que no se rechazan: ricas aceitunas (1 euro) y un queso blanco y fresco de cabra (2.25) muy sabroso. Tomamos una sopa de legumbres (1.50) muy propia de estos días de invierno y pedimos el plato del día (9): chocos a la brasa con patatas cocidas, judías verdes, zanahorias y un aceite de oliva virgen extra muy rica.
La carta no es amplia, pero la cocina es casera y el restaurante tiene mucho movimiento y atrae a las familias de la zona los domingos, lo cual es una garantía. Ofrecen secretos de ibérico (9), un muy solicitado bacalao con natas (7.50), pescado del día a la brasa (8.50) y postres tradicionales (2.30): mousse, pudim de ovos o serradura. Después, un café, un paseo y a seguir viaje descansados y satisfechos.
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