El pueblo que da la vara,.
Cañamares (Cuenca) aporta el 90% de la producción de mimbre en España. Por estas fechas atrae a turistas por sus campos teñidos de rojo. Pero el imperio del plástico ha arrinconado el cultivo. «Le doy quince años de vida», se lamenta un agricultor,. fotos,.
Serones, aguaderas, cestos, cunas y todo tipos de muebles se hacían antes con esta planta maleable y dura que el hombre aprendió a trenzar hace miles de años. Los poquísimos artesanos que aún trabajan el mimbre usan las mismas técnicas de antaño. Así era hasta que sobrevino el imperio del plástico, del que España arroja al mar ocho millones de toneladas al año, circunstancia que hace del país el primero de la Unión Europea en verter este material en sus aguas.
A la vista de este alto poder contaminante, en Cañamares confían, no sin escepticismo, en que la prohibición de las bolsas de plástico en 2021 ayude a revitalizar la alicaída industria del mimbre. Lo dicen con la boca pequeña, sin demasiadas esperanzas, porque saben que su quehacer como cultivadores tiene los días contados. Los hermanos Abel y Edvilio Vindel, terceros miembros de una generación que se dedican a su cultivo y recolección, dan por seguro que nadie de los suyos tomará el testigo. Su abuelo Tomás fue el pionero que creó la empresa agrícola en la década de los cuarenta, le siguió su padre Ramón, que extendió las ventas a todo el territorio nacional, y ahora son ellos los que serán testigos de la defunción de la sociedad. Y ello a pesar de que no les va mal: el 90% de su producción la venden a Europa, América y, en menor medida, a países del Magreb. «Con nosotros se termina todo. Mi hermano tiene un hijo que no creo que siga. Esto es muy duro, hay que echar muchas horas. Yo le doy a esto quince años de vida. Después de nosotros nadie va a tomar las riendas», dice Edvilio mientras exhibe las variedades de mimbre que vende: el blanco, el negro, el buff y el natural, sin desbastar, el preferido por los italianos.
De todos los colores
Pese a las adversidades, Abel y Edvilio siguen a lo suyo, sin hacer demasiado caso a los malos augurios. Ahora están tallando las ramas, es decir, midiéndolas por su longitud. Las de mayor alzada se destinan a fabricar rollos para cerramientos de chalés y casas rurales. En una pileta, los haces de tallos se arraciman y se cubren de agua unos 20 o 30 centímetros por la base. De aquí se saca el mimbre blanco. «Ahora están sin savia, pero en abril empezarán a echar las hojas. Entonces la piel se ahueca y en aquella máquina se pela», apunta Edvilio. La variedad del mimbre buff adquiere una tonalidad parecida a la miel gracias a que se cuece en una caldera durante unas seis horas.Después de la recogida, que se realiza entre diciembre y marzo, las ramas se agavillan y amontonan formando lo que los lugareños llaman piñas, que, vistas a lo lejos, semejan chozas primitivas o cabañas de los aborígenes americanos. Se colocan haciendo un cono para que se sequen antes. Con el transcurrir de los días, conforme se evapora la humedad, las varas se van incendiando como brasas anaranjadas. Abajo por el corte, adquieren el color de la flor de la mostaza. Por arriba, los tallos miran al cielo y le roban al sol su antorcha. Esta paleta de púrpuras del mimbre, grises de la sierra y verdes de los árboles es un espectáculo que merece verse, y eso es lo que precisamente hacen cada más vez aficionados a la fotografía que buscan paisajes inéditos y sorprendentes. Son los mismos que peregrinan al Jerte para capturar los cerezos en flor o los melocotoneros de Cieza (Murcia).
Cañamares está incluida en la ruta de mimbre, un recorrido que pasa por Villaconejos de Trabaque, Priego, Fuertescusa, Cañizares y Beteta. Las postales se renuevan con las estaciones: las cepas de las mimbreras rebrotan en primavera y en verano arden de rojo las vegas de los ríos Trabaque, Escabas y Guadiela.
Competencia china
Pero hablando con los Vindel y Eduardo, que les echa una mano, el cuento se antoja mucho menos bucólico. Los fotógrafos, igual que vienen, se marchan sin dejar rastro. Y entretanto las dificultades afloran. Cada año la producción se reduce. Los de Cañamares sufren el embate de la competencia china, que manufactura un mimbre negro, basto y de peor calidad. Para ocupar menos espacio en los contenedores, las cestas llegan sin asas, que luego se ponen aquí, y se comercializan a un precio hasta tres veces inferior al que vende un artesano español.En teoría, las tiendas de bricolaje deberían advertir al cliente de que está comprando mimbre chino, mucho menos duradero que el español, pero no todas lo hacen. «Antes había plantaciones en toda la comarca, y ahora solo crece en Cañamares. Cuesta mucho regar por encharcamiento, los herbicidas no son baratos; todo es muy trabajoso y la gente prefiere no complicarse la vida. Usamos desbrozadoras, pero antes mi abuelo se ponía de rodillas para cortar la planta con tijeras», dice Abel. El mimbre pelado, tanto el blanco como el buff, se vende a 2,5 euros el kilo. Si va dedicado a cubrir vallas, se cotiza a 70 céntimos.
Los mayores enemigos de los tallos son la correhuela, una especie parasitaria que se enrosca en la vara como una enredadera, el pedrisco, las heladas y el sapo, un insecto que agujerea la rama y ocasiona su rotura. Acaba de esta manera con la mayor propiedad del mimbre, que es su flexibilidad. Para demostrarlo, Eduardo coge una varilla y la retuerce dándole varias vueltas sobre sí misma. No hay manera de romper la fibra.
«Si vas a Francia, adonde yo viajo mucho, verás a la gente ir a comprar con la cesta de mimbre, y lo mismo pasa en Alemania. En las viñas que producen el Burdeos está prohibida la utilización del plástico y el alambre. Pero en España no hay esa costumbre, y eso que te cobran las bolsas de plástico», argumenta Edvidio.
El año pasado se recogieron cerca de dos millones de kilos de mimbre verde. Una vez seco y pelado, el peso se reduce muchísimo. Pilar Pérez y José Luis Encijo son los únicos artesanos de la comarca que aún trabajan el mimbre. En la tienda-taller del matrimonio, situado en Villaconejos de Trabaque, a siete kilómetros de Cañamares, se apiñan cestas, canastos, butacas, biombos, maniquíes, lámparas, balancines... Un cestillo (4 euros) es el artículo más barato, mientras que un sofá de pata de elefante es el más caro (800).
Herramientas y mucha destreza
«Antes de manipularlo, metemos el mimbre en un estanque para que se moje durante tres o cuatro horas, dependiendo del grosor. Cuanto más grueso, más tiempo en el agua necesita para que sea maleable», dice Encijo. Tijeras, punzón –recto y curvo–, martillo, metro y canaleta son las herramientas que se precisan para urdir las varillas, además, claro está, de mucha destreza.Pilar Pérez y José Luis Encijo tienen dos hijos que saben los rudimentos del oficio. Pero ambos han estudiado una carrera universitaria y residen en Madrid, sin ganas ni vocación de ocupar el taller de sus padres. Con ellos acabará una actividad que antaño fue próspera. «En 1979 se fundó en el pueblo una cooperativa de trabajo social, en la que trabajamos 30 o 40 personas. Y quienes no se quisieron sumar tenían sus talleres particulares, de modo que llegamos a ser unos 60 artesanos repartidos en distintas fábricas», recuerda José Luis.
Si el mimbre perece no será por falta de ganas del matrimonio o porque su obra carezca de éxito. Hace tiempo un restaurante belga les encargó mil cestillos para servir el pan. Pilar se puso manos a la obra, pero acabó con una tendinitis de caballo. Entregó a tiempo el trabajo, pese a que el médico le aconsejó que se tomara una baja. Con todo el dolor de su corazón ha tenido que rechazar el pedido de un local de restauración de EE UU, muy bien pagado, que le demandaba 5.000 piezas del mismo tipo: «Sin nadie que nos ayude es imposible».
El taller tiene fama en toda España. Ha hecho desde paragüeros para coches de caballos a dos tacatacas, uno de los cuales donó al Museo del Mimbre de Villaconejos. Con todo, la pareja dispone de otra fuente de ingresos: «Ya somos mayores y tenemos alquilado un local».
En casa del herrero, cuchillo de palo. Pilar y José confiesan que en su hogar no tienen muchos objetos de mimbre.
Un oficio abocado a la extinción
Arte de la cesteríaEl mimbre es una fibra vegetal que se obtiene de un arbusto de la familia de los sauces. Desde la Edad Media y hasta el siglo XVIII se mantuvo el arte de la cestería, que recobró protagonismo en el siglo XX. Sin embargo, el imperio del plástico está abocando al sector a su paulatina extinción. Y eso que el mimbre es muy valorado en Francia, Alemania y el Magreb.
10.245
toneladas de mimbre se recogieron en 2016 en España, de las cuales 9.965 se cosecharon en Castilla-La Mancha, casi todas en Cañamares (Cuenca). La superficie cultivada asciende a 531 hectáreas, la inmensa mayoría en zonas de regadío. Se trata de un producto que lleva décadas en retroceso, pero que, en pueblos como Cañamares, se resiste a desaparecer. Seis o siete familias se dedican al cultivo y transformación del mimbre. El resto de la población trabaja en la embotelladora Solán de Cabras y en una fábrica de carburo de silicio ubicada en Puente de Vadillos, a solo 14 kilómetros de Cañamares. Dos terceras partes de la cosecha de mimbre, que antes se dedicaba a la artesanía, ahora se destina mayoritariamente a la manufactura de rollos de cerramientos para chalés y casas rurales.
Museo
En Villaconejos de Trabaque (Cuenca) hay un Museo del Mimbre que muestra cestas, butacas, jaulas y muchos objetos decorativos, además de las herramientas que se utilizan para trabajarlo.
TITULO: CUANDO YA NO ESTE - ENTREVISTA -Muere Stanley Donen, director de 'Cantando bajo la lluvia', a los 94 años,.
Muere Stanley Donen, director de 'Cantando bajo la lluvia', a los 94 años,.
- fotos / 'Charade' y 'Siete novias para siete hermanos' son algunas de sus películas legendarias,.
- La primera vez que vio a Fred Astaire bailar dijo que le cambió la vida y quiso ser coreógrafo vida,.
- Stanley Donen, director de clásicos del cine como Cantando balo la lluvia y Charade ha fallecido a los 94 años, según ha confirmada uno de sus hijos al periódico Chicago Tribune. Donen, el director que revolución el musical en Hollywood y cuyo amor por el cine se gestó en sus horas de soledad, huyendo de los abusos por ser judío, había sido bailarín y destacó como coreógrafo.
Posiblemente el último de los grandes directores que quedaban vivos del Hollywood dorado. Donen será siempre recordado por sus pelíuclas con Gene Kelly, con quien formó una de las parejas artísticas más destacadas del séptimo arte gracias a obras como Un día en Nueva York, Cantando bajo la lluvia y Siempre hace buen tiempo, donde pudo contar con Gene Kelly como protagonista.
También fue responsable de otros musicales legendarios como Siete novias para siete hermanos, en 1954; y Cara de ángel, en 1957, donde los protagonistas fueron Fred Astaire y Audrey Hepburn.
El baile cambio su triste vida
Nacido en Carolina del Sur (EEUU) en 1924, Donen comenzó a bailar cuando apenas tenía 10 años, tras ver a Fred Astaire en el cine. "Vi a Fred Astaire en Flying Down to Rio cuando tenía nueve años, y cambió mi vida. Me pareció simplemente maravilloso, y mi vida no era maravillosa. La alegría de bailar música", dijo en una entrevista con Vanity Fair en 2013.
“Dirigir es como el sexo: cuando es bueno, es muy bueno“
"Para mí, dirigir es como el sexo: cuando es bueno, es muy bueno; pero cuando es malo, aún es bueno", dijo Donen en una de sus citas más conocidas.
Su relación con el musical surgió cuando Donen, con 16 años, se empleaba como bailarín en producciones de Broadway, a comienzos de los años cuarenta. Como miembro de una de las escasas familias judías de Columbia (Carolina del Sur).
Su infancia había sido solitaria, infeliz y repleta de insultos y abusos por parte de sus compañeros de clase.Eso le llevó a refugiarse a menudo en los cines de la ciudad con películas que le hacían evadirse de la realidad y donde se enamoró del musical Volando hacia Río de Janeiro, de Fred Astaire y Ginger Rogers.Donen y Kelly, una pareja de éxito
Con el objetivo de recrear esa magia y escapismo, trabajó por primera vez con Kelly, bajo las órdenes de George Abbott, en Pal Joey, una obra que se convirtió rápidamente en toda una atracción para el público neoyorquino.
La relación entre Donen y Kelly se estrechó y éste le pidió que se convirtiera en su asistente para las coreografías.Así llegaron de la mano a Hollywood, que les abrió las puertas con Rita Hayworth y Las modelos. La película que convirtió a Kelly en estrella y dio pie a nuevas colaboraciones entre ambos con películas como Levando anclas - la escena del ratón Jerry llevó un año de trabajo en postproducción- o Living in a Big Way.
La química entre ellos era tal que, finalmente, Arthur Freed, uno de los grandes productores de los musicales de Metro Goldwyn Mayer, confió en ellos para rodar Un día en Nueva York, el debut tras las cámaras de ambos y el primer musical con escenas rodadas en las calles de una gran ciudad.
Tras el éxito de su ópera prima, MGM le hizo un contrato de siete años y rodó Bodas reales con su ídolo de la infancia, Fred Astaire, a quien puso a bailar por las paredes y los techos .Le siguió Love is Better Than Ever -con una jovencísima Elizabeth Taylor- antes de crear junto a Kelly Cantando bajo la lluvia que se considera el musical más célebre de todos los tiempos. En la historia del cine quedan para siempre la secuencias en la que Kelly, empapado, pero radiante de alegría, canta, baila y chapotea en el agua con paraguas negro.Solo consiguió un Óscar honorífico
Después llegarían Siete novias para siete hermanos, Siempre hace buen tiempo -su último trabajo con Kelly, cuya amistad se había ido deteriorando con el paso de los años-. Firmó también Charada y Dos en la carretera, estos últimos con su idolatrada Audrey Hepburn.
Establecido como cineasta independiente, se lanzó a dirigir a algunos de los mejores actores de la industria en obras como Indiscreta -con Cary Grant e Ingrid Bergman- y Arabesco -con Gregory Peck y Sophia Loren-, producciones rodadas en Europa, donde estableció su residencia.
“Una obra marcada por la gracia, la elegancia, el ingenio y la innovación visual“
Aunque la Academia de Hollywood nunca lo nominó en la categoría de mejor director, sí decidió entregarle el Óscar honorífico en 1998 por "una obra marcada por la gracia, la elegancia, el ingenio y la innovación visual".
Con su humor habitual, Donen recogió el premio cantando el clásico Cheek to Cheek, de Fred Astaire, y deleitando al público con pequeños pasos de baile rememorando sus fastuosas obras del pasado.En su discurso, dijo que el secreto para ser un buen director era rodearse de los mejores en cada campo y, "cuando comienza el rodaje, aparecer y no te entrometerse en sus labores".
Se casó en cinco ocasiones y tuvo tres hijos. Desde 1999, Donen mantenía una relación sentimental con la comediante Elaine May,.
TITULO: UN BUEN PLAN ES IR AL CINE -Un día en Nueva York,.
- Reparto
- Gene Kelly, Frank Sinatra, Betty Garrett, Ann Miller, Jules Munshin, Vera Ellen, Florence Bates, George Meader, Alice Pearce,.
- Tres marineros disfrutan de un alegre, romántico y musical día de permiso. Donen y Kelly ruedan su ópera prima, en la que, por primera vez en la historia del cine, las cámaras abandonan los platós y los decorados interiores para salir a las calles a rodar los bailes de estos tres vitalistas marineros.
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