AQUI LA TIERRA -
"Aquí la Tierra" es un programa diario de TVE, de 20.30 a 21.00 donde Jacob Petrus nos ofrece una mirada inédita y entretenida sobre nuestro planeta. foto.
Antonio Velázquez: ME ALIMENTE A BASE DE LATAS DE ATÚN,.
Antonio Velázquez: «Me alimenté a base de latas de atún»
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Antonio Velázquez, como su personaje en 'Buscando el norte', también mentía a su madre sobre lo que comía para no preocuparla. «Mis inicios fueron duros»,.
- ¿Cómo ha sido la experiencia de rodar en Berlín?
- Ha sido muy bonito pero al mismo tiempo duro. Un frío... Lo peor son las inclemencias del tiempo porque hemos grabado hasta con lluvia, ten en cuenta que tenemos ocho horas de luz y el plan de rodaje va muy ajustado. Lo bueno es que Berlín es un personaje más de la serie.
- Agradece el desplazamiento entonces.
- Todo lo externo siempre da un valor a la producción. Es maravilloso rodar, por ejemplo, con un fondo nevado.
- El que lo pasa mal es su personaje...
- Álex es un poco quejica, tenía su vida cuadriculada, a punto de casarse, con su trabajo y una hipoteca recién firmada, hasta que todo se le viene abajo. Trabaja en Berlín para pagarse una vida en Madrid. Pero esta ciudad le está descubriendo un mundo porque ha salido de su zona de confort y se está empezando a adaptar.
- ¿Qué le descoloca más a él?
- Estar lejos de todo lo que dejó, de su chica. Vivir una vida que no se había planteado en un principio. Él sueña con poder volver... Aunque ahora se está dando cuenta de que hay más mundo y de que las relaciones a distancia son complicadas.
- ¿Los actores españoles deberían salir para hacer carrera?
- En Alemania con el idioma lo íbamos a tener complicado (risas). Mi personaje solo habla cuatro palabras de alemán. En la segunda temporada tendré que aprender el idioma.
De Granada a la capital
- Con usted se repite la emigración a Alemania de los 60...
- Fue el destino de los españoles de aquellos años y en esta serie veremos a aquella generación de emigrantes, no solo a los jóvenes que se están marchando ahora. Es el caso del Nines ( Terele Pávez) que ve cómo la historia se repite.
- ¿Es duro emigrar?
- No es tan duro por los medios que tenemos. Ya no hace falta gastarse una millonada en una llamada, basta con conectarte al wifi gratuito de cualquier cafetería, y la sensación de soledad es menor.
- ¿Conoce casos cercanos?
- Yo soy de Granada y mis inicios en Madrid fueron muy duros. Ahora lo puedo hablar tranquilamente con mi madre, pero en aquella época tenía que alimentarme a base de latas de atún y a ella le mentía y le decía que estaba comiendo estupendamente para no preocuparla.
- Igual que su personaje.
- Soy todo lo contrario a él, se queja de todo, de hecho creo me he vuelto pesimista durante el rodaje porque me he contagiado.
-¿Qué tal se le da la comedia?
- El público está acostumbrado a verme haciendo dramas, como cuando hice de Paquirri en Telecinco. Pero mi primer papel, con José Luis Moreno, fue una comedia.
- ¿Beneficia el hecho de que esté basada en una película?
- Todo suma. Quizá la película 'Perdiendo el norte' pivota más sobre la historia de amor de los protagonistas, mientras que en esta serie abrimos más los horizontes. Vi la película después de hacer el 'casting' porque no me quería contaminar.
TITULO: FRONTERAS AL LIMITE - EL SUMUN DE LAS BACANALES,.
FRONTERAS AL LIMITE -
Fronteras al límite. Conoce todo sobre el programa que se adentra en las aduanas y fronteras más peligrosas del mundo por la La 1, a las 01.30,.
EL SUMUN DE LAS BACANALES,.
El sumun de las bacanales
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Convertirse en caballero 'tastevin', la cofradía más exclusiva de amantes del vino, exige «profesar un amor profundo a Francia» y deslumbrar con los 'Borgoñas' de una cava propia. Aquí brindan premios Nobel, príncipes, presidentes de países, top-models...
El mundo entero tiene dos o tres vinos de retraso». Con toda seguridad, Humphrey Bogart, casi tan buen actor como bebedor, no era un 'tastevin'. En su época en blanco y negro ya existía un elegante microuniverso que había tomado la delantera al resto de la humanidad en cuestión de caldos: la Cofradía de Caballeros del Catavinos. Hoy se puede decir, sin temor a exagerar, que sus bacanales son el sumun. Tal vez sus encuentros no acaben en orgías, pero por las distinguidas venas de sus participantes corren los más cotizados 'Borgoñas'.
La Confrérie des Chevaliers du Tastevins es el nombre original de un selecto y exclusivo club privado de amantes del vino con ramificaciones por los cinco continentes. En la actualidad, suman unos 12.000 los enófilos de Singapur, México, Sídney, Nueva York o Pekín que, distribuidos en una docena de delegaciones internacionales, se agrupan bajo una misma divisa, el dorado y el rojo, los colores de los dos néctares de la región que honran. Todos sibaritas, todos adinerados, todos dionisíacos, están hermanados por un lema: 'Siempre bebedores, nunca borrachos'.
Es así desde 1934, cuando el mundo se tambaleaba por las secuelas de la Gran Depresión. El sector vitivinícola no vivía ajeno a la profunda crisis económica. Al contrario, con las barricas atestadas y las carteras de clientes huecas, necesitaba imperiosamente emerger de la oscuridad. Un grupo de bodegueros de la localidad francesa de Nuits-Saint-Georgesse se propuso invitar a amigos a catar sus 'borgoñas' para así promocionarlos. La sencilla pero genial idea -posiblemente, el antecedente de las Relaciones Públicas- tuvo tanta aceptación que diez años después se lanzaban a adquirir el Château du Clos de Vougeot, una encantadora fortaleza del siglo XV rodeada por un océano de viñedos decanos, al objeto de convertirlo en la sede de sus animadas veladas en torno a la cocina, la conversación y el afamado vino de la tierra.
La prueba del 'Grand Cru'Ochenta largos años después, ese mismo espíritu es el que prevalece en esta hermandad, que se las ha arreglado para reclutar a destacadas personalidades del mundo de la política, las artes, los negocios y la hostelería, deseosas de vestirse de etiqueta para reunirse con periodicidad en entornos refinados y degustar el oro líquido de los galos. A diferencia de otras, se distingue por admitir a mujeres en sus filas, por mantener una rígida discreción en todo lo que concierna a su funcionamiento y por 'fichar' con éxito a presidentes de países, premios Nobel, 'top model', o campeones deportivos para celebrar «con gusto y decoro» -en sus propias palabras- sus ceremonias y encuentros.
Los 'tastevin', como se les conoce, se jactan de recibir con los brazos abiertos a «cualquiera», «sin mirar el éxito de la trayectoria profesional». Aunque matizan, eso sí, que valoran «el talento, el valor, el esfuerzo personal, la inteligencia científica, el amor profundo a Francia y el cumplimiento de los valores humanos». Puede que una buena media ponderada entre todas esas cualidades funcione como tarjeta de presentación pero, ingresar en la orden, es otro harina de otra costal. Para empezar, hay que inscribirse en la lista de espera y estar dispuesto a aguardar al menos dos años. La candidatura tendrá que estar respaldada por un miembro de la cofradía y esta, a su vez, por otro socio. En el caso de que el aspirante se las apañe para haber llegado victorioso hasta aquí, aún le quedará deslumbrar a los responsables de la orden con sus conocimientos de los vinos de Borgoña -en función de cada delegación, podría incluso tener que someterse a un examen escrito u oral- y con una cena que se regará a base de caldos de su propia bodega. Requisito indispensable es que al menos uno de ellos sea un 'Gran Cru'. Así se llaman a los mejores vinos de los Viñedos de la Côte d'Or, con cuyas uvas se elaboran los más caros y famosos de la región.
«Aunque no figure en los estatutos, uno de los aspectos más valorados es la compatibilidad o la química. A veces una gran personalidad puede puntuar más que una gran cava privada, cuando de lo que se trata es de compartir tres o cuatro horas de velada con alguien», explica un 'tastevin' que rehúye identificarse. Una vez superado el proceso, el nuevo socio deberá abonar una tarifa de entrada superior a los 2.000 euros. Solo entonces estará en disposición de colgarse al cuello el codiciado 'tastevin'o catavinos, la tacita chata de plata que empleaban los antiguos maestros bodegueros y que la cofradía convirtió en su emblema. Todo por los 'Borgoña'.
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