REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - Mónica Naranjo Cantante,./ SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - MASCULINO FEMENINO,.
TITULO: REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - Mónica Naranjo Cantante,.
Mónica Naranjo: «No soy agresiva ni una comehombres»
-foto--Mónica Naranjo saca ‘Lubna’, la ópera rock en la que lleva siete
años trabajando. «Por primera vez mi hijo se ha comprado un disco mío»,.
Dos horas antes de subirse al escenario, siempre se come un donut
para que le dé energía y enjuaga su garganta con tomillo. Hasta que
apenas faltan unos minutos, entonces se queda sola y se transforma en la
diva. Sale convertida en Mónica Naranjo, la pantera de Figueras
(Girona, 41 años), la que acaba de sacar el álbum de ópera rock ‘Lubna’
después de siete años preparándolo. La gira y los rituales habituales
tendrán que esperar al año que viene, pero de momento ya se ha
convertido en la número uno de la lista de los más vendidos, desbancando
a la mismísima Adele y su ‘Hello’. Aún así, jura que ella no se muere
por el éxito: «Yo muero por mi familia».
- En este disco se desnuda en todos los sentidos. ¿Enseñar el trasero ha sido simbólico?
- No. El personaje emerge del mar desnuda. ¡Cómo la vamos vestir! Ponerme en tanga o bikini hubiera sido ridículo.
- Lleva siete años para parir este disco. ¿Contenta con la criatura?
- Muy feliz. Hemos tardado tanto porque queríamos que naciese sanita y
con todos los deditos. He llegado a padecer insomnio porque era la
primera vez que me enfrentaba a una producción tan difícil, pero he dado
a luz una niña preciosa.
- ¿Qué le ha dicho su otra criatura, su hijo Aitor, de 23 años?
- ¡Por primera vez mi hijo se ha comprado un disco mío! Así que fíjate, eso es que le gusta mucho.
- En la canción ‘Ese es mi público’ habla de la obsesión enfermiza de sentirse querido por los fans. ¿Usted la ha padecido?
- No, eso es mi personaje... ¡Pobrecita! Yo no muero por el éxito, ni
muero por el trabajo... ¡Yo muero por mi familia! Que es por la que se
tiene que morir uno.
- Cuenta que a los 21 años se convirtió en «una yonqui laboral». ¿Cómo recuerda aquella etapa?
- Era lo que me tocaba vivir. Era muy joven y tenía que dedicar toda
la energía del mundo al trabajo. Estuve diez años de mi vida sin parar.
No tenía casa, ni tenía nada, solo un trabajo. Hasta que me di cuenta de
que si no ponía orden, los próximos años iban a ser iguales y eso me
aterraba. Yo soñaba con tener un pilar en la vida y ese pilar no me lo
iba a dar la música. Me lo iba a dar una familia. Entonces me armé de
valor, cuando ya estaba muy enferma de la vida nómada, y me aparté de
todo.
- Llegó a pesar 45 kilos.
- 47 o 48, sí. No era muy sano eso...
- ¿Menos en la vida es más?
- Mi trabajo me gusta, focalizar mis sentimientos y comunicarlos al
mundo con música, pero lo que más me llena es llegar a mi casa y
sentirme arropada por los míos.
- ¿A qué se dedicó esos años retirada de la música?
- A vivir... (Se queda en silencio y se lo piensa) Recuperé el tiempo
perdido para leer, ver películas, ver a mis amigos de siempre, que los
tenía completamente abandonados. Tuve tiempo de ser madre y encontré a
una pareja que me adora (el ex mosso d’esquadra Óscar Tarruella, con el
que lleva desde 2003 y que aportó un hijo de su relación anterior, al
que Mónica adoptó).
- ¿Hizo algún viaje?
- No cogí ni un avión, estaba harta de viajar. A lo mucho cogí el coche para ir al pueblo de al lado. (Risas)
- Ahora muchas mujeres son madres a los cuarenta y pico, como Anne Igartiburu, Raquel Sánchez-Silva... ¿Se animaría?
- Mi hijo Aitor tiene 23 años. Lo que me espera ya es ser abuela. Yo
siempre digo que tener un hijo es una bendición y si viene, viene...
Pero mejor ya me espero. ¿Qué me pueden quedar ya? ¿Diez años para ser
abuela? Ja, ja, ja. Lo que me tocará es malcriar al nieto.
- ¡No la veo de yaya!
- ¡Uy! Todo lo que pueda venir siendo joven, mejor. ¡Así tengo más energía para disfrutarlo!
- ¿Qué le queda de aquella Mónica hija de un albañil y de una asistenta del hogar?
- ¡Todo! He tenido ejemplos muy bonitos en mi vida y no me olvido de
donde vengo. Me siento muy orgullosa. El personaje es el personaje y la
persona es la persona. Mónica es la que hace de comer y friega los
platos. ¡Y yo lo hago con placer!
En casa, moño y chándal
- Es un poco
marujilla, le gusta cocinar y está obsesionada con la limpieza. ¿Es de
las que va con la bata y el moño puesto por casa?
- ¡En vez de una bata llevo un chándal! Ja, ja, ja... Pero el moño sí que lo llevo puesto.
- ¿La ‘pantera de Figueres’ se ha vuelto una gatita con los años?
- No, lo que pasa es que con la televisión la gente me conoce más.
Creé un personaje tan distante y altivo que el público se pensaba que yo
era así. Imagínate... ¡Qué mujer más enferma hubiera sido!
- ¿Por qué creó ese personaje?
- Para no volverme loca. Me di cuenta de que muchísimos compañeros se
llevaban el personaje a casa y eso les creaba un gran desequilibrio.
Por ejemplo, se iban a comer con la familia y se lo llevaban. Yo me voy a
comer con mi familia y no me llevo a esa Mónica Naranjo, ni me arreglo.
Eso es peligroso.
- ¿No se arrepiente entonces de haberse desdoblado?
- No. Me ha ayudado mucho. De hecho, lo sigo haciendo.
- ¿Mantiene la esencia de aquella artista con el pelo bicolor?
- La artista mantiene todo. La persona no tiene nada que ver: ni soy
agresiva, ni soy una come hombres... Mi abuela dice siempre: ‘Dime de lo
que presumes y te diré de lo que careces’... ja, ja, ja.
- Puestos a inventar, creó a una tía sexy y ligona.
- Claro, una chica atractiva para chicos y chicas ¡Y pa, pa, pa!
Incluso me río cuando veo las actuaciones. Mi marido me dice siempre:
‘¡Quién te ha visto y quién te ve!’.
- Cuenta que a su hijo, cuando era pequeño, «le daba miedo» así vestida. ¿Y a su marido?
- No, a él le hace mucha gracia.
- Tiene dos mujeres al precio de una.
- ¡Ya te digo! Después de tantos años no se aburre ni un minuto conmigo.
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Cuando uno se entera de que Susanna Tamaro
(Trieste, 1957) es descendiente del gran escritor Italo Svevo, enseguida
piensa que acaso tengan razón quienes especulan sobre la existencia de
cierto componente genético en las familias de artistas. Porque esta
italiana escribe textos realmente agradables y los lectores de medio
mundo mostraron su admiración al devorar su novela más célebre: 'Donde el corazón te lleve' (Seix Barral, 1994).
Con más de diez títulos a sus espaldas -y la dirección de una película-,
se puede decir que Tamaro ya ha abordado los 'grandes temas' de la
literatura, y tal vez por eso publica ahora 'Luisito', una novela de corte intimista donde se nos cuenta una historia tan rocambolesca como hermosa:
la relación entre una anciana desahuciada por la sociedad y un papagayo
que encuentra en un cubo de basura y cuya compañía le habrá de devolver
las ganas de vivir. No en vano la novela presenta el siguiente
subtítulo: 'Una historia de amor'.
Hay que buscar el germen de su novela en algo que le ocurrió a usted misma en Roma.
Cierto. Hace algunos años salí a dar un paseo por las calles de Roma y
divisé algo maravillosamente colorido caminando por la acera. Era un
pequeño papagayo abandonado. Enseguida lo abrigué con mi bufanda y me lo
llevé. Desde entonces, los papagayos forman parte de mi vida.
No hay muchos libros que traten el tema de la vejez y
todavía hay menos escritores que aborden ese mismo asunto con la
seriedad que se merece. Sin embargo, usted ha escrito varios libros con
ancianos como protagonistas. ¿Por qué le interesa tanto este tema?
Quizá porque siempre me ha interesado reflexionar sobre las cosas
realmente importantes de la vida y es más fácil hacerlo a través de los
personajes mayores que de los jóvenes. Además, siempre me he sentido una
persona mayor, incluso cuando era niña. De pequeña pasé mucho tiempo
con mi abuela y mi bisabuela. Todavía hoy conservo dos amigas de aquella
época: una de 104 años y otra de 102. A esta última es a quien dedico
mi 'Luisito'.
En varias entrevistas usted ha explicado que su abuelo le
solía explicar historias sobre su intervención en la II Guerra Mundial.
¿Cree que actualmente escuchamos a nuestros ancianos? ¿Qué ocurre cuando
una sociedad deja de prestar atención a la gente mayor?
Creo que hay una diferencia abismal entre la relación que la gente de
mi generación tenía con sus abuelos y la relación que la gente joven
tiene hoy. Los abuelos de quienes tenemos ahora unos cincuenta años
sobrevivieron a dos guerras mundiales y vivieron una dictadura fascista.
Así pues, sus historias generan muchas preguntas sobre el sentido de la
vida, el significado del término 'supervivencia', la importancia de
poder tomar decisiones libremente, etcétera. Ellos tuvieron que elegir
entre la Humanidad y la Barbarie. De modo que sus historias personales
están íntimamente ligadas a la Historia de la Humanidad. En el otro lado
de la balanza, los abuelos de hoy en día, que no han tenido que
enfrentarse al sinsentido de la guerra o del genocidio. Son abuelos
'light' e incluso no les gusta que les llamen abuelos. Quejándose por
algo tan natural están consiguiendo que se interrumpa el puente entre
generaciones y convirtiendo la vida en una especie de eterno presente.
Usted ha definido su novela como 'cuento de hadas'. ¿Por qué?
Porque, a diferencia de mis otros libros, en esta ocasión hay un final
feliz. Además, es una novela sobre la fuerza del amor y tiene un
componente de irrealidad evidente.
Usted vive en una casa de campo llena de animales. ¿Qué importancia tienen los animales en su vida?
En este sentido, soy como un niño o un anciano: me encanta estar
rodeada de animales. Su presencia me intriga y me llena de alegría.
Nunca me canso de observarlos. Y cuanto más años paso rodeada de
animales, más consciente soy de que no conocemos absolutamente nada de
su complejidad, prisioneros como estamos del modelo mecanicista de la
vida. Hay un gran misterio en torno a los animales, en torno a la
discreta compañía que nos dan y en torno a su inteligencia sensitiva.
Su novela también refleja una visión negativa de la familia y
el matrimonio. He leído que la opinión de Susanna Tamaro coincide con
la de la narradora de 'Luisito'. ¿Es así?
Esto se debe a
que no tengo un recuerdo positivo de mi infancia, de modo que tampoco
tengo una idea clara sobre qué es la familia. Sin olvidar que mi
generación es la generación que vivió la revolución del feminismo, de
los cambios en la forma de comprender los roles masculino y femenino. De
entre toda la gente de mi edad que conozco, muy pocos han podido montar
una familia o mantenerla hasta que sus hijos hubieran crecido, lo que
se justificaría a través de la confusión que durante un tiempo reinó
entre quienes hicimos aquella revolución. Aún así, creo que la familia
es fundamental, porque es la estructura en la que el ser humano puede
realizarse. A mí me faltó una familia normal durante mi infancia y eso
ha condicionado mi visión sobre esa institución, amén de que me ha
imposibilitado el poder formar una.
Usted se ha definido a sí misma como una 'antimoderna'.
Mi naturaleza me obliga a ser una persona lenta y escéptica. No me
entusiasmo fácilmente con las cosas nuevas, y prefiero analizarlas antes
de introducirlas en mi vida. También creo que hay una naturaleza humana
–profunda, misteriosa y común a todos nosotros- que no debemos
traicionar. Si lo hacemos, tendremos problemas. Realmente, no tengo
tendencia a enamorarme de la tecnología. Incluso prefiero escribir una
carta a mano antes que usar el email. Me gusta salir al bosque y
capturar insectos, clasificar plantas, ir en bicicleta, caminar a solas,
cuidar las plantas de mi huerto... No, los tiempos modernos no son para
mí.
¿Cuáles son los objetivos de la Fundación Susanna Tamaro?
Crear un ambiente en el que las personas puedan desarrollarse. Creo
profundamente en la educación y el estudio como únicas formas de
crecimiento personal. Así pues, mi fundación pretende crear las
circunstancias apropiadas para que la gente pueda explotar su talento,
especialmente en el caso de las mujeres. Lo hacemos concediendo becas en
Italia, microcréditos en Colombia, centros de educación sanitaria en
India, etcéra.
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