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Manuel Moreno era soldado de reemplazo del Regimiento Saboya VI de
Leganés. Su batallón había sido movilizado el 23-F para dirigirse a
distintos puntos estratégicos, EL PAÍS entre ellos. “Cuando empezamos a
ver a tenientes y capitanes corriendo vimos que no era un simulacro; que
era de verdad”. El de Moreno es uno de los numerosos testimonios de EL PAÍS, con la Constitución,un
documental que recupera la memoria de quienes vivieron el 23-F en la
sede del diario, el Congreso de los Diputados o vestidos de guardias
civiles empuñando un fusil. La película, que hoy se estrena el cine
Capitol de Madrid y mañana se emitirá en la web del periódico
(elpais.com), es un relato coral de un momento histórico en la vida del
diario y de la democracia española.
Situados en el mismo lugar que ocupaban aquel día, los recuerdos de diputados y periodistas van entrelazándose para narrar de manera cronológica los sucesos del 23 de febrero de 1981 desde el momento en el que la aburrida sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo se truncó ese lunes. Eran las seis y media de la tarde. “Escuchamos un ruido muy grande, como de cristales”, evoca la diputada Soledad Becerril. El teniente coronel Tejero había irrumpido pistola en mano en el Hemiciclo. “Me asusté. Parecía que todo se iba a ir al traste”, dice José Bono, secretario cuarto del Congreso en esa legislatura.
Fuera del Hemiciclo, en la sede de EL PAÍS se miraba por la ventana con una mezcla de expectación y temor para ver si se acercaban los militares mientras se tomaba la gran decisión editorial. “Hubo un debate bastante agitado”, afirma el entonces director y actual presidente del diario, Juan Luis Cebrián. “Si el golpe triunfaba no sé cuántas víctimas habría, pero una víctima segura era el periódico”. Sabía que era imposible que con una junta militar el periódico pudiera seguir saliendo y, si salía, no sería el mismo. “La única defensa que teníamos era el periódico mismo”.
Aquel número especial, en defensa de la democracia y las instituciones constitucionales, llegó de madrugada al hotel Palace, donde se concentraban curiosos, demócratas y golpistas, y al interior del Congreso. Bono fue uno de los primeros en ver el gran titular: Golpe de Estado. El país, con la Constitución. “Me fui a la Mesa y dije: ‘El golpe ha fracasado. Lo he leído en EL PAÍS, lo tenía un guardia’. Reencontrarme con EL PAÍS papel fue algo así como reencontrarnos con el país democrático”.
Dirigido por Daniel Cebrián y realizado por PRISA Vídeo, el documental ha sido elaborado a partir de 15 horas grabadas, sin preguntas ni guion, a más de 40 testigos. Entre ellos, el que era presidente de la Cámara baja, Landelino Lavilla, y diputados como Javier Solana y José Manuel García-Margallo. Narran sus vivencias los redactores destacados en el Hemiciclo —Bonifacio de la Cuadra, Juan F. Janeiro y Marisa Flórez— y quienes pilotaron la histórica edición —Sol Álvarez Coto, Augusto Delkader y Eduardo San Martín—. Jacinto Antón, recluta de la División Acorazada que tomó el Congreso, ofrece el otro punto de vista: “el de un puñado de muchachos horrorizados”.
TITULO: MARCILLA CAFE, POESIA EL CAFE,.
foto - marcilla cafe,
Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia.
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor.
Tú viajaste a Nueva York
Con visa en Bab-el-Mandeb,
Yo mi Trópico crucé
De Abisinia a las Antillas.
Soy como ustedes semillas.
Son un grano de café.
En los tiempos coloniales
Tú me viste en la espesura
Con mi liana a la cintura
Y mis abóreos timbales.
Compañero de mis males,
Yo mismo te trasplanté.
Surgiste y yo progresé:
En los mejores hoteles
Te dijeron ¡qué bien hueles!
Y yo asentí “¡uí, mesié!”.
Tú: de porcelana fina,
Cigarro puro y cognac.
Yo de smoking, yo de frac,
Yo recibiendo propina.
Tú a la Bolsa, yo a la ruina;
Tú subiste, yo bajé...
En los muelles te encontré,
Vi que te echaban al mar
Y ni lo pude evitar
Ni a las aguas me arrojé.
Y conocimos al Peón
Con su “café carretero”,
Y hablando con el Obrero
Recorrimos la nación.
Se habló de revolución
Entre sorbos de café:
Cogí el machete... dudé,
¡Tú me infundiste valor
Y a sangre y fuego y sudor
Mi libertad conquisté...!
Después vimos al Poeta:
Lejano, meditabundo,
Queriendo arreglar el mundo
Con una sola cuarteta.
Yo, convertido en peseta,
Hasta sus plantas rodé:
¡Qué ojos los que iluminé,
Que trilogía formamos
Los pobres que limosneamos
El Poeta y su café...!
Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia,
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor...
¡Vamos hermanos, valor,
El café nos pide fe;
Y Changó y Ochún y Agué
Piden un grito que vibre
Por nuestra América Libre,
Libre como su café!
Situados en el mismo lugar que ocupaban aquel día, los recuerdos de diputados y periodistas van entrelazándose para narrar de manera cronológica los sucesos del 23 de febrero de 1981 desde el momento en el que la aburrida sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo se truncó ese lunes. Eran las seis y media de la tarde. “Escuchamos un ruido muy grande, como de cristales”, evoca la diputada Soledad Becerril. El teniente coronel Tejero había irrumpido pistola en mano en el Hemiciclo. “Me asusté. Parecía que todo se iba a ir al traste”, dice José Bono, secretario cuarto del Congreso en esa legislatura.
Fuera del Hemiciclo, en la sede de EL PAÍS se miraba por la ventana con una mezcla de expectación y temor para ver si se acercaban los militares mientras se tomaba la gran decisión editorial. “Hubo un debate bastante agitado”, afirma el entonces director y actual presidente del diario, Juan Luis Cebrián. “Si el golpe triunfaba no sé cuántas víctimas habría, pero una víctima segura era el periódico”. Sabía que era imposible que con una junta militar el periódico pudiera seguir saliendo y, si salía, no sería el mismo. “La única defensa que teníamos era el periódico mismo”.
Aquel número especial, en defensa de la democracia y las instituciones constitucionales, llegó de madrugada al hotel Palace, donde se concentraban curiosos, demócratas y golpistas, y al interior del Congreso. Bono fue uno de los primeros en ver el gran titular: Golpe de Estado. El país, con la Constitución. “Me fui a la Mesa y dije: ‘El golpe ha fracasado. Lo he leído en EL PAÍS, lo tenía un guardia’. Reencontrarme con EL PAÍS papel fue algo así como reencontrarnos con el país democrático”.
Dirigido por Daniel Cebrián y realizado por PRISA Vídeo, el documental ha sido elaborado a partir de 15 horas grabadas, sin preguntas ni guion, a más de 40 testigos. Entre ellos, el que era presidente de la Cámara baja, Landelino Lavilla, y diputados como Javier Solana y José Manuel García-Margallo. Narran sus vivencias los redactores destacados en el Hemiciclo —Bonifacio de la Cuadra, Juan F. Janeiro y Marisa Flórez— y quienes pilotaron la histórica edición —Sol Álvarez Coto, Augusto Delkader y Eduardo San Martín—. Jacinto Antón, recluta de la División Acorazada que tomó el Congreso, ofrece el otro punto de vista: “el de un puñado de muchachos horrorizados”.
TITULO: MARCILLA CAFE, POESIA EL CAFE,.
foto - marcilla cafe,
Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia.
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor.
Tú viajaste a Nueva York
Con visa en Bab-el-Mandeb,
Yo mi Trópico crucé
De Abisinia a las Antillas.
Soy como ustedes semillas.
Son un grano de café.
En los tiempos coloniales
Tú me viste en la espesura
Con mi liana a la cintura
Y mis abóreos timbales.
Compañero de mis males,
Yo mismo te trasplanté.
Surgiste y yo progresé:
En los mejores hoteles
Te dijeron ¡qué bien hueles!
Y yo asentí “¡uí, mesié!”.
Tú: de porcelana fina,
Cigarro puro y cognac.
Yo de smoking, yo de frac,
Yo recibiendo propina.
Tú a la Bolsa, yo a la ruina;
Tú subiste, yo bajé...
En los muelles te encontré,
Vi que te echaban al mar
Y ni lo pude evitar
Ni a las aguas me arrojé.
Y conocimos al Peón
Con su “café carretero”,
Y hablando con el Obrero
Recorrimos la nación.
Se habló de revolución
Entre sorbos de café:
Cogí el machete... dudé,
¡Tú me infundiste valor
Y a sangre y fuego y sudor
Mi libertad conquisté...!
Después vimos al Poeta:
Lejano, meditabundo,
Queriendo arreglar el mundo
Con una sola cuarteta.
Yo, convertido en peseta,
Hasta sus plantas rodé:
¡Qué ojos los que iluminé,
Que trilogía formamos
Los pobres que limosneamos
El Poeta y su café...!
Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia,
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor...
¡Vamos hermanos, valor,
El café nos pide fe;
Y Changó y Ochún y Agué
Piden un grito que vibre
Por nuestra América Libre,
Libre como su café!
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