-foto-- ALASKA CANTANTE,.
Fangoria
"El amor no es la solución, es el problema",.
El dúo formado por Alaska y Nacho Canut presenta 'Canciones para robots románticos', un disco sobre androides disfuncionales y pasiones más allá de la inteligencia humana.
"Qué nos importa quién va a gobernar si se ha muerto Bowie"
Hay gente a la que los robots le dan mucho miedo y hay gente como Alaska y Nacho Canut, que piensan que el mundo sería un lugar mejor si nos dejásemos de tantos sentimentalismos. El nuevo disco de Fangoria se llama Canciones para robots románticos (Warner)y va de esa contradicción entre la necesidad de emociones y el dolor que éstas acaban causando.
"No creo que los robots tengan nada que ver con el momento actual. Mejor nos iría si hubiese robots", dice Alaska. "Precisamente estamos atravesando un momento muy poco robot", sigue Nacho, y ambos enumeran los autómatas que les han marcado estéticamente: "Kraftwerk, Robby de Planeta prohibido, Yul Brynner como robot vaquero, Robotina, la asistenta de Los Jetsons..."
"Te fijas en lo que te llama la atención", apunta Canut. "Y a mí me llama la atención la gente que es tan sentida, porque me parece una ordinariez. Esas cosas de 'me muero de amor', las coplas, las rancheras... Son como de zombies". Aunque luego Alaska le saque a colación una época de corazón roto y él ataje rápido: "Es que los 90 fueron muy duros para todo el mundo. Menos mal que no había internet".
En lo sonoro, Canciones para robots románticos es continuador de su anterior álbum, Cuatricromía, en el que encargaron el acabado de las canciones a cuatro productores. Dos de ellos, Guille Milkyway (de La Casa Azul) y Jon Klein (de Siouxsie and the Banshees) repiten ahora, cada uno desde un extremo del sonido Fangoria. Pero la idea era que ambos se contaminasen mutuamente, en la medida de lo posible. "Ya incluso cuando estábamos en Los Pegamoides teníamos Bailando y Quiero salir. O Quiero ser santa y Mi novio es un zombie. Siempre esos dos polos opuestos. Y eso nos lleva a que el público pop no nos acepte, porque nos ve como raras, y el siniestro-gótico-techno-indie tampoco, porque nos ve como petardas poperas", explica Nacho.
"Cogemos productores para que nos obliguen a salir de nuestra zona de confort", prosigue él. «Por ejemplo, los coros de Iluminados. Eso es demasiado heterosexual para nosotros. No me puedo imaginar a nuestro público haciendo ese 'uooooooo'", sostiene. "Ay, pues yo lo veo muy maricón, muy Go west, que, no olvidemos, ha terminado siendo coreada en los campos de fútbol", le corta ella.
El dúo tiene que promocionar su nuevo disco, pero resulta imposible pasar por alto la reciente muerte deDavid Bowie. "Es muy raro pensar el mundo sin él, al menos para nosotros", confiesa Alaska. "No te lo puedes imaginar. Es como Dios para mí. Nunca lo vi en persona. Y el primer vídeo suyo que conocí fue en los 80, el Ashes to ashes. Hasta entonces nunca le había visto moverse, sólo en papel. Por eso, para mí, ahora está igual que estaba hace dos años", sigue Canut. "Teníamos una imagen bidimensional de personas que nos han cambiado la vida", recuerda ella después.
"Estas personas", continúa, "probablemente ofrecieron cosas que van más allá de la música. Eso es importantísimo, porque son decisiones vitales. Cuando tienes 12 años, se te presenta todo un repertorio donde elegir y en lo que te fijas es en ese señor con un rayo en la cara:estás haciendo una decisión vital". Complementando esto, Nacho evoca: "Cuando, en el colegio, decides que vas a poner una foto de Bowie en la carpeta, la has cagado. Entonces no había bullying, pero ya sabías lo que venía: 'Maricón'. '¿Eso qué es un hombre o una mujer?'. 'Por qué no te gustan Santana, Deep Purple o grupos de chicos?'. Y yo decía: '¡Pero si van como chicas, con el pelo hasta el culo!'".
"Sin embargo, musicalmente, Bowie nunca nos ha inspirado para hacer canciones", aclara ella. "Más que nada, porque no estamos capacitados. Los Ramones sí, los Pet Shop Boys también. Son las primas que nos animaron a empezar a tocar. Pero Bowie nos ha inspirado a ser", sostiene él.
De ahí que ambos siempre se muestren un poco ajenos a otras cuestiones mundanas. "Qué me importa a mí la coyuntura si se ha muerto Bowie", suelta Alaska. "Mi realidad es Bowie, y no quién va a gobernar. ¿Qué soy una insensata? Pues sí, porque Bowie no va decidir cuántos impuestos voy a pagar o cuánta cultura va a haber. Pero mi vida desde los 12 años es esta otra. Es decir, que soy autónomo y tributo, pero eso no me define. Me define, justamente, todo lo demás. Y eso no le importa a nadie, ni de los que nos van a regir, ni de los que se han ido ni de los que vendrán". Y su compañero apuntala lo dicho: "Recordaremos este año porque se murió Bowie, no por la política". "Piensa cuando éramos adolescentes. ¿Cuál era la coyuntura? La Transición, quién formaba gobierno, si se legalizaba el PCE... Es que no tenía nada que ver con nosotros", dice ella sobre ese pasado que tanta pereza les da, como en una de las canciones del nuevo álbum La nostalgia es una droga.
Pese a ello, no consideran que la llamada al amor pueda servir para acabar con problemas como la Guerra de Siria. "Lo que hace falta es raciocinio y diplomacia, como hacía Kissinger", explica Nacho. "Donde hay amor, hay odio. Donde hay empatía, hay antipatía", sigue ella. "En las relaciones humanas nos pensamos que el amor es ideal y que todo lo reconduce. Y no: lo que lo encauza todo es el raciocinio robótico. Lo que pasa es que no se puede aplicar, porque, como somos humanos, está mal visto".
"Imagínate que se lo consultas a un ordenador y éste te plantea que si queremos que Europa acabe totalmente invadida de gente de Siria y acaben con nuestra cultura, que después se mueran de hambre y luego vengan los africanos... O si queremos hacer algo para que ya no se vayan de su tierra", formula Nacho. "Y sale que la solución a un conflicto es cargarse toda esa zona, tirar la bomba de neutrones y se acabó el problema. ¿Es eso una realidad? No, no se puede ni plantear", expone ella. "Por eso, el amor no es la solución, es el problema".
"Y además, son Canciones para robots románticos", puntualiza él. "Es un fallo de su sistema: están estropeados". De ahí, que, para Alaska, "la inteligencia artificial siempre es mejor que la inteligencia humana y emocional".
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