Alumnos con TDAH. ¿Cómo encajarlos en el sistema?
Son carne de cañón para el fracaso
escolar. Y no son pocos: según las estadísticas, en cada clase con 30
alumnos, dos padecen TDAH. La nueva ley de educación recoge y reconoce
por primera vez sus necesidades educativas especiales. Todo un reto para
nuestro maltrecho sistema educativo. Y una gran oportunidad. Hablamos
con chavales diagnosticados, padres, profesores y especialistas para
buscar soluciones.
Mi cabeza es como si tuviera mil pies".Con esta
frase describió cómo se sentía, hace ya mucho tiempo, un pequeño de
apenas siete años a su psicopedagoga. Tras el correspondiente análisis,
el diagnóstico de la doctora Isabel Orjales Villar fue claro: tenía un
trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Aquel pequeño
se llamaba y se llama José Antonio Madrid y tiene en la actualidad 23
años. «Efectivamente, parecía que mi cabeza tuviera mil pies.
¡Era un terremoto!», afirma hoy. «Ahora está en su sitio. Eso sí, mi
esfuerzo me ha costado... y me sigue costando. Cuando tienes TDAH, nunca
puedes bajar la guardia». José Antonio está orgulloso. Estudia tercer
curso de Magisterio Infantil y quiere especializarse en Educación
Especial. Las estadísticas contribuyen a explicar su satisfacción: este
trastorno neurológico es el responsable de un 20 o un 25 por ciento de
los casos de fracaso escolar en España.
Entre aquella lejana visita a la psicopedagoga y la actualidad, José Antonio ha atravesado toda una vida escolar en la que ha vivido situaciones de todo tipo. Desde profesores que no sabían de qué les estaban hablando cuando mencionaban estas siglas hasta otros los menos, dice él que han estado dispuestos a hacer un esfuerzo extra por llevar su aprendizaje a buen término. Todavía hoy mienta a estos 'ángeles' con nombres y apellidos. Y también rememora otros momentos duros. Con compañeros que lo miraban raro o lo criticaban si sentían que el profesor que se implicaba más de lo habitual le estaba dando un trato de favor. «Hoy, me los encuentro en la universidad y nos saludamos tranquilamente. Eso son cosas de críos». Con una tasa de incidencia que ronda el 5 por ciento (algunos estudios lo elevan hasta el 10 o incluso el 20 por ciento), en cada clase de 30 estudiantes nos encontraríamos con uno o dos casos de media. No se trata pues de un problema menor... Aunque sí muy desconocido todavía. Un paso adelante se ha producido con la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), más conocida como ley Wert. Su aplicación progresiva empezó el pasado mes de septiembre, con algunos cursos de primaria. En junio se podrán ver sus primeros resultados.
«Este reconocimiento legal de las necesidades educativas especiales de los menores con TDAH ha sido una de las reivindicaciones de nuestra federación», explica Fulgencio Madrid, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Feaadah) y padre de José Antonio Madrid. «Pero el desarrollo de esta ley sigue correspondiendo a cada comunidad autónoma, y aquí todavía seguimos viendo muchas diferencias entre regiones». En algunos casos, como en Murcia o Navarra, sostiene, se están haciendo las cosas bien, pero falta mucho camino por recorrer. Fulgencio echa de menos unos protocolos claros que conecten a los familiares con el sistema de salud y el sistema educativo. Y echa de menos mayor flexibilidad: «La ley dice que los chavales deben tener unos conocimientos para obtener su título. Pero ¿qué importa que lo manifiesten de un modo u otro? Si a un chaval le cuesta más escribir a mano, ¿por qué no dejarle hacer un examen con ordenador? O si vemos que por escrito no demuestra todos los conocimientos que realmente ha adquirido con mucho más esfuerzo que sus compañeros, ¿por qué no permitirle que haga una prueba oral?».
Antonio Nieva Martínez es orientador educativo del colegio Sagrado Corazón de Chamartín (Madrid), un centro concertado que se distingue por ofrecer una educación inclusiva para alumnos con necesidades especiales. «Nosotros tenemos una serie de pautas estipuladas, refrendadas por los especialistas, que aplican los profesores y los tutores a los alumnos». Por ejemplo: además de proporcionarles más tiempo en los exámenes, es importante presentarles el texto de las preguntas de una manera visualmente estructurada para ayudarlos en la lectura y la comprensión. «Además, a última hora del día, el tutor o profesor hace un seguimiento para ver si ha anotado las tareas del día y si lleva todo lo necesario para hacer los ejercicios en casa... En ocasiones, les asignamos un compañero que los ayuda en estas tareas de acompañamiento». Sobre la ley Wert, concluye: «Es muy útil porque sabemos que hay que aplicar a estos alumnos unas medidas de adaptación que son obligatorias. Pero al mismo tiempo pone toda la responsabilidad en el profesor y en el tutor. Hay una imposición por ley para atenderlos, y eso es positivo; pero al mismo tiempo no se dan los medios necesarios. Faltan recursos».
Falta de atención, dificultad para seguir las instrucciones hasta el final o para organizarse, distracción y facilidad para perder las cosas u olvidar las tareas diarias. Dificultad para permanecer sentado y para estar quieto mueve o retuerce las manos o los pies, corre, habla en exceso y responde antes de que se haya terminado de formular la pregunta, interrumpe... Con estas palabras define los posibles síntomas del TDAH el Manual estadístico y de diagnóstico de los trastornos mentales (abreviado como DSM-5, porque va por su quinta edición, es algo así como la biblia para los profesionales de la salud mental), que reconoce tres tipos distintos de TDAH: el tipo predominantemente inatento, el tipo predominantemente inactivo impulsivo y el combinado.«Hay tres características muy singulares resume la doctora Carmen Moreno, que trabaja en la Unidad de Adolescentes del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, aunque no tienen por qué darse las tres en cada paciente. Una es la hiperactividad, parece que tienen el motor puesto. Otra es que son muy impulsivos y les cuesta inhibir determinadas respuestas: acaban diciendo lo primero que se les pasa por la cabeza. Y, por último, les cuesta sostener la atención en el tiempo».
Esta especialista, que asegura que una detección precoz es fundamental «para no acabar colgándole a un pequeño de 11 años la etiqueta de niño con trastorno de conducta», pone el acento en las consecuencias que tiene para la autoestima. «Imagínate a una persona con estas características en clase: aunque no tenga mala intención, acaba siendo disruptivo. Molesta a sus compañeros y puede terminar granjeándose su enemistad. A menudo presenta muchas dificultades en el ámbito social, en clase, pero también en el patio, en actividades menos académicas». ¿Solución? «Los colegios necesitan darse cuenta de que es una situación relativamente frecuente y de que puede haber muchas mejorías si se hacen pequeñas adaptaciones». Steve Jobs, Tom Cruise, Michael Phelps o Richard Branson fundador de la aerolínea Virgin son algunos de los rostros conocidos afectados por este trastorno. O el psiquiatra Luis Rojas Marcos, quien, aunque sin diagnóstico, también atravesó su periodo escolar en Sevilla con TDAH. Ha recordado en alguna ocasión cómo empezó a suspender a los 9 o 10 años. Hasta que a los 14 suspendió todo. «Te preguntas: 'Qué me pasa, por qué soy así'. Pero el tema de la impulsividad y la falta de atención no se conocía: se te veía como a un niño que no quería funcionar».Hoy sabemos que no es eso. Su trastorno tiene un nombre, unas causas neurológicas y unas pautas de comportamiento en casa y en el aula. Uno de los mayores especialistas en el tema, el neurólogo norteamericano Russell Barkley, es tajante: «No se puede negar la intervención porque sea cara. Más caro es no hacer nada. El fracaso escolar resulta enormemente costoso para la sociedad. Se recaudarán menos impuestos relacionados con estos futuros trabajadores, que tendrán peores trabajos, peores sueldos y serán más gravosos para la sanidad».
José Ramón Gamo. Logopeda y máster especialista en neuropsicología infantil. Director pedagógico de CADE, un centro especializado en TDAH, donde también se imparten talleres para profesores, familiares y afectados. "El TDAH es la única patología en la que los pacientes son criticados y penalizados por sus síntomas" XL. Usted tiene TDAH. J.R.G. Tengo TDAH y dislexia. Antes, estas cosas no se atendían. XL. Hemos avanzado... J.R.G. Sí, pero estos niños y sus familias siguen dependiendo más de la voluntad de cada maestro que de la propia escuela o la Administración. XL. Los profesores ya saben más... J.R.G. Hace 18 años, predicábamos en el desierto. Hoy, el profesorado busca qué cosas puede implementar en el aula para ayudar a estos chavales. Pero sigue sin haber unas medidas establecidas. XL. ¿Cuáles podrían ser esas recetas? J.R.G. Antes, permíteme decir que nuestro sistema educativo actual es una aberración desde el punto de vista neurológico. Se aplica un método que nace en la Revolución Francesa, donde los maestros vuelcan datos, y los niños están con una posición pasiva. Es lo que llamamos una 'educación bulímica'. XL. ¿Bulímica? J.R.G. Hacemos que los niños traguen datos que luego vomitan en los exámenes. En una clase de primaria, el profesor pasa el 50 por ciento del tiempo volcando datos; en secundaria, el 60; y en bachillerato, el 90. ¡Es este método el que provoca el trastorno! XL. ¿La escuela provoca el trastorno? J.R.G. Sin duda. La mayoría de los niños con TDAH no tienen trastornos de aprendizaje con métodos diferentes, como el cooperativo, o cuando usa mucho la tecnología y contenidos audiovisuales. XL. ¿Y qué pueden hacer los profesores? J.R.G. Exámenes secuenciados. Leer con estos chavales las preguntas del examen, cotejar si se han enterado bien. Muchas veces no terminan de leer el enunciado y ya se ponen a responder. Se le da al niño un folio por pregunta con un control de tiempo. Cuando termina ese tiempo, se le retira y el maestro le pregunta si quiere repasar. XL. ¿Por qué funciona? J.R.G. Porque tienen un problema de autosupervisión. Cosas que tú harías mentalmente, como repasar en tu cabeza tu acción, ellos no lo hacen: necesitan acompañamiento. Con este examen secuenciado se obtiene una nota entre 1,3 y 2,2 puntos por encima de su nota en un examen ordinario. XL. Evitaríamos mucho fracaso escolar. J.R.G. Este es el grupo de población que más tiempo invierte en estudiar y que menos recompensa obtiene. Muchas veces están abocados al fracaso solamente por el hecho de usar un método de evaluación que se limita a darles una hora para contestar 10 preguntas. XL. ¿Más recetas? J.R.G. No limitar el tiempo en los exámenes. La dificultad que tienen en la planificación de la tarea los lleva a que dejen la mitad sin contestar, aunque sepan la respuesta. Otra medida: cotejar lo que saben oralmente. Hacemos el examen escrito por comodidad, pero hay otras opciones. XL. ¿Cómo es el cerebro de un TDAH? J.R.G. Cada uno de nosotros tiene tres cerebros. Uno es el de la supervivencia, el emocional, el que responde sin pensar. El que te hace pegar un volantazo si vas a tener un accidente. XL. ¿Y los otros? J.R.G. Luego tenemos el cognitivo. Es un cerebro pensante, más racional. Y, además, el ejecutivo, que es lo que te permite dialogar contigo mismo antes de actuar. Las funciones de este último cerebro son las que están afectadas en un niño con TDAH. XL. ¿Por ejemplo? J.R.G. Imagínate que mi sistema emocional me indica que me pica la pierna. Mi sistema cognitivo elabora una respuesta y dice «ráscate». Pero imagínate que tienes una urticaria: tú no puedes controlar si te pica o no, pero sí si te rascas, el sistema de regulación es una función ejecutiva. XL. Que se ve afectada por el TDAH. J.R.G. Sí, estas funciones ejecutivas son las que forman la capacidad de perseverancia y voluntad; de planificación o de autoevaluarme. Y el sistema de concentración. XL. Y se meten en líos. J.R.G. El TDAH es la única patología donde el paciente es penalizado, criticado y castigado por la expresión de sus síntomas. ¡Es una barbaridad!
-¿Cómo lo hacen en Finlandia? Llevan años practicando la educación inclusiva y ocupa siempre los primeros puestos en 'PISA'. EJuho Honkasilta es especialista en TDAH "En nuestro país, los niños pueden recurrir a tres niveles de apoyo en todo momento" XL. ¿Cómo responde Finlandia a las necesidades de los menores con TDAH? J.H. Tenemos un sistema de atención en tres niveles. Cada estudiante puede optar a esos distintos niveles de apoyo en todo momento. Así garantizamos un apoyo individual en la escuela. XL. ¿Cuáles son esos tres niveles? J.H. El primero es un apoyo general. Es parte natural del proceso educativo diario y es el profesor quien se ocupa de él. XL. ¿Y los otros dos? J.H. Lo llamamos 'apoyo intensificado' (nivel 2) y 'apoyo especial' (nivel 3). Los ponen en marcha equipos multidisciplinares y es a largo plazo. El nivel 2 recae en el profesor en el aula junto con un educador especial que da clases individuales o en pequeños grupos. Cuando se activa el nivel 3, se realiza un plan individualizado, que puede incluir una educación especial en casa. El objetivo es mantener al mayor número posible de niños en los niveles 1 y 2, sin llegar al 3, que puede aislarlos. XL. Temen que se los estigmatice. J.H. En ocasiones, los padres han llamado la atención sobre ello, pero el nivel 3 es poco habitual. Ahora, el TDAH puede acarrear estigmatización. Para evitarlo, hay que escuchar a los niños y tener en consideración sus opiniones en la práctica pedagógica. XL. ¿Por ejemplo? J.H. Quizá el profesor está poniendo todo su empeño en proveer una educación especial, pero el estudiante se siente excluido. Al mismo tiempo, la propia etiqueta de chaval con TDAH ya causa estigma. A menudo no quieren que sus compañeros lo sepan, para no ser los diferentes. El sistema finlandés está luchando contra estos fenómenos negativos. XL. Las clases duran 45 minutos... J.H. Eso y los frecuentes descansos suponen una ventaja no solo para los niños con TDAH, sino para todos. XL. En Finlandia no hay que esperar el diagnóstico clínico para que la escuela actúe. J.H. Los procesos de diagnóstico pueden ser muy largos, y lo importante es que el estudiante reciba un apoyo cuando surge la necesidad. El sistema finlandés es preventivo. Y algo que lo hace muy especial es el uso tan extendido del nivel 2. La apuesta por la inclusión, por que estudien en clases normales con sus compañeros, es muy importante. XL. ¿Qué ventajas ven en el sistema educativo finlandés? J.H. El nivel de sus profesores: todos deben poseer un título de máster. Y es una profesión respetada. También tenemos un sistema flexible que se adapta a los distintos ritmos de aprendizaje de sus estudiantes. Y un apoyo multidisciplinar en las escuelas: de salud, psicológico, profesores de educación especial... XL. ¿Y sus desventajas? J.H. No todos los municipios ni todos los centros tienen los mismos recursos. Diario de una madre
Tiene dos hijos con TDAH. No quiere dar su nombre, pero durante años llevó un pequeño diario donde apuntaba su batalla diaria por sacar adelante los estudios de sus hijos. Publicamos un extracto. -2005-2006 La primera visita al neurólogo: Sara, con 5 años, todavía no sabe leer: ha terminado educación infantil y su profesora nos dice que algo no marcha. Visitamos un neurólogo, y llevamos también a Álvaro, de 7 años, siempre despistado. Diagnóstico: normalidad, pero recomienda estudio psicológico. Así comenzó nuestro peregrinaje de especialista en especialista, hasta lograr un diagnóstico de TDAH, que no llegó hasta el año 2011. -2006-2007 La maestra inflexible: Sara empieza primaria. No lleva ni un mes y su profesora ya ha decidido que va a repetir, que debía haber repetido ya, pero como no ha sido así se encargará ella misma. La maestra nos muestra, embobada, los trabajos de niños con sobresaliente, no se da cuenta de que a ella la nota se la va a dar el éxito que obtenga con un niño con TDAH. Álvaro, de 8 años, hace cuentas a diario. Son larguísimas y le salen mal. Por un día que le salen todas bien, su profesora sentencia: «Muy sucio». -2007-2008 «¡Mal, no Atiendes!»: Sara siempre cuida la presentación. Tiene un buen sentido de la proporción y el color. Su letra es fina, madura y agradable. Hace los deberes con mimo, usa colores, pero comete un error tras otro. La profesora tacha con rotulador grueso cada página. «¡Mal, no atiendes!». Sara no dice nada. Se me parte el corazón. Álvaro es brillante exponiendo oralmente, pero eso no le sirve de nada porque no le computa en la nota. En los exámenes escritos falla estrepitosamente. -2008-2009 Diagnóstico: son vagos: Sara no usa los dedos para las cuentas. Es buenísima en cálculo, pero los problemas... Lee por encima el texto y al instante decide que suma esto y resta lo otro y multiplica lo de más allá. Álvaro y Sara no siguen el ritmo de la clase, se dejan los libros en el cole y los cuadernos con las tareas hechas en casa. Nunca saben qué deberes tienen. Ni cuándo hay un examen. Ortografía, horrible. Pero son buenos y trabajadores. Valoración de los profesores: vagos. -2009-2010 Notas catastróficas: Suspensos y suspensos. Pero no me cuadra. Mis hijos no son tontos. Y no hacen otra cosa más que estudiar. Se despistan, hay que estar pendientes. Monitorizarlos. Su abuelo, que fue profe, ayuda a Álvaro con el álgebra, pero suspende igual. «¡Si sabes muchas mates!», le dice el abuelo, que no entiende qué pasa. A veces creo que Álvaro no es capaz de materializar sus conocimientos, como si la espesa motricidad de su escritura lo llevara a alguna especie de «espesor intelectual». -2011-2012 Tanto esfuerzo...: Sara es una niña alegre, pero ha perdido la esperanza. No quiere ir al psicólogo. Está harta. Va a los exámenes con ilusión y, cuando trae su montaña de suspensos, te dice: «¿Ves, mamá?». Pero a continuación se pone a trabajar. Es fuerte. Álvaro también parece optimista. Pero es una máscara. Es ya adolescente y su padre y yo lo seguimos de cerca. Sabemos que debe ser capaz de hacer solo el recorrido, pero le falta motivación; nunca ha visto que el esfuerzo reporte triunfos. -2013-2014 Cambio de tercio...: Los cambiamos de centro. Aquí, las cosas son distintas. Pueden hacer exámenes orales, más tiempo para las respuestas y, sobre todo, valoran el trabajo diario, los progresos, y no solo el examen. A pesar de todas las dificultades y de la baja autoestima de mis hijos, empiezan a mejorar. Pero siempre a costa de un sobreesfuerzo constante y agotador para los niños y para nosotros, sus padres. -2014-2015 Guardar el talento: Álvaro tiene 18 y Sara, 16. Están saliendo adelante. Aprueban. Y lo que es mejor, salen con amigos... Antes no tenían. Su padre y yo seguimos estudiando con ellos. Hay quien nos lo critica. «Si no pasa nada, cada uno es como es, ¡tu hijo será artista!», dicen. Vale, pero entonces que nadie ridiculice sus despistes o tache sus trabajos, que ensalcen su imaginación y que puedan demostrar lo que saben, más allá de un examen. Y así lleguen a ser artistas... O lo que se propongan.
Entre aquella lejana visita a la psicopedagoga y la actualidad, José Antonio ha atravesado toda una vida escolar en la que ha vivido situaciones de todo tipo. Desde profesores que no sabían de qué les estaban hablando cuando mencionaban estas siglas hasta otros los menos, dice él que han estado dispuestos a hacer un esfuerzo extra por llevar su aprendizaje a buen término. Todavía hoy mienta a estos 'ángeles' con nombres y apellidos. Y también rememora otros momentos duros. Con compañeros que lo miraban raro o lo criticaban si sentían que el profesor que se implicaba más de lo habitual le estaba dando un trato de favor. «Hoy, me los encuentro en la universidad y nos saludamos tranquilamente. Eso son cosas de críos». Con una tasa de incidencia que ronda el 5 por ciento (algunos estudios lo elevan hasta el 10 o incluso el 20 por ciento), en cada clase de 30 estudiantes nos encontraríamos con uno o dos casos de media. No se trata pues de un problema menor... Aunque sí muy desconocido todavía. Un paso adelante se ha producido con la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), más conocida como ley Wert. Su aplicación progresiva empezó el pasado mes de septiembre, con algunos cursos de primaria. En junio se podrán ver sus primeros resultados.
«Este reconocimiento legal de las necesidades educativas especiales de los menores con TDAH ha sido una de las reivindicaciones de nuestra federación», explica Fulgencio Madrid, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Feaadah) y padre de José Antonio Madrid. «Pero el desarrollo de esta ley sigue correspondiendo a cada comunidad autónoma, y aquí todavía seguimos viendo muchas diferencias entre regiones». En algunos casos, como en Murcia o Navarra, sostiene, se están haciendo las cosas bien, pero falta mucho camino por recorrer. Fulgencio echa de menos unos protocolos claros que conecten a los familiares con el sistema de salud y el sistema educativo. Y echa de menos mayor flexibilidad: «La ley dice que los chavales deben tener unos conocimientos para obtener su título. Pero ¿qué importa que lo manifiesten de un modo u otro? Si a un chaval le cuesta más escribir a mano, ¿por qué no dejarle hacer un examen con ordenador? O si vemos que por escrito no demuestra todos los conocimientos que realmente ha adquirido con mucho más esfuerzo que sus compañeros, ¿por qué no permitirle que haga una prueba oral?».
Antonio Nieva Martínez es orientador educativo del colegio Sagrado Corazón de Chamartín (Madrid), un centro concertado que se distingue por ofrecer una educación inclusiva para alumnos con necesidades especiales. «Nosotros tenemos una serie de pautas estipuladas, refrendadas por los especialistas, que aplican los profesores y los tutores a los alumnos». Por ejemplo: además de proporcionarles más tiempo en los exámenes, es importante presentarles el texto de las preguntas de una manera visualmente estructurada para ayudarlos en la lectura y la comprensión. «Además, a última hora del día, el tutor o profesor hace un seguimiento para ver si ha anotado las tareas del día y si lleva todo lo necesario para hacer los ejercicios en casa... En ocasiones, les asignamos un compañero que los ayuda en estas tareas de acompañamiento». Sobre la ley Wert, concluye: «Es muy útil porque sabemos que hay que aplicar a estos alumnos unas medidas de adaptación que son obligatorias. Pero al mismo tiempo pone toda la responsabilidad en el profesor y en el tutor. Hay una imposición por ley para atenderlos, y eso es positivo; pero al mismo tiempo no se dan los medios necesarios. Faltan recursos».
Falta de atención, dificultad para seguir las instrucciones hasta el final o para organizarse, distracción y facilidad para perder las cosas u olvidar las tareas diarias. Dificultad para permanecer sentado y para estar quieto mueve o retuerce las manos o los pies, corre, habla en exceso y responde antes de que se haya terminado de formular la pregunta, interrumpe... Con estas palabras define los posibles síntomas del TDAH el Manual estadístico y de diagnóstico de los trastornos mentales (abreviado como DSM-5, porque va por su quinta edición, es algo así como la biblia para los profesionales de la salud mental), que reconoce tres tipos distintos de TDAH: el tipo predominantemente inatento, el tipo predominantemente inactivo impulsivo y el combinado.«Hay tres características muy singulares resume la doctora Carmen Moreno, que trabaja en la Unidad de Adolescentes del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, aunque no tienen por qué darse las tres en cada paciente. Una es la hiperactividad, parece que tienen el motor puesto. Otra es que son muy impulsivos y les cuesta inhibir determinadas respuestas: acaban diciendo lo primero que se les pasa por la cabeza. Y, por último, les cuesta sostener la atención en el tiempo».
Esta especialista, que asegura que una detección precoz es fundamental «para no acabar colgándole a un pequeño de 11 años la etiqueta de niño con trastorno de conducta», pone el acento en las consecuencias que tiene para la autoestima. «Imagínate a una persona con estas características en clase: aunque no tenga mala intención, acaba siendo disruptivo. Molesta a sus compañeros y puede terminar granjeándose su enemistad. A menudo presenta muchas dificultades en el ámbito social, en clase, pero también en el patio, en actividades menos académicas». ¿Solución? «Los colegios necesitan darse cuenta de que es una situación relativamente frecuente y de que puede haber muchas mejorías si se hacen pequeñas adaptaciones». Steve Jobs, Tom Cruise, Michael Phelps o Richard Branson fundador de la aerolínea Virgin son algunos de los rostros conocidos afectados por este trastorno. O el psiquiatra Luis Rojas Marcos, quien, aunque sin diagnóstico, también atravesó su periodo escolar en Sevilla con TDAH. Ha recordado en alguna ocasión cómo empezó a suspender a los 9 o 10 años. Hasta que a los 14 suspendió todo. «Te preguntas: 'Qué me pasa, por qué soy así'. Pero el tema de la impulsividad y la falta de atención no se conocía: se te veía como a un niño que no quería funcionar».Hoy sabemos que no es eso. Su trastorno tiene un nombre, unas causas neurológicas y unas pautas de comportamiento en casa y en el aula. Uno de los mayores especialistas en el tema, el neurólogo norteamericano Russell Barkley, es tajante: «No se puede negar la intervención porque sea cara. Más caro es no hacer nada. El fracaso escolar resulta enormemente costoso para la sociedad. Se recaudarán menos impuestos relacionados con estos futuros trabajadores, que tendrán peores trabajos, peores sueldos y serán más gravosos para la sanidad».
José Ramón Gamo. Logopeda y máster especialista en neuropsicología infantil. Director pedagógico de CADE, un centro especializado en TDAH, donde también se imparten talleres para profesores, familiares y afectados. "El TDAH es la única patología en la que los pacientes son criticados y penalizados por sus síntomas" XL. Usted tiene TDAH. J.R.G. Tengo TDAH y dislexia. Antes, estas cosas no se atendían. XL. Hemos avanzado... J.R.G. Sí, pero estos niños y sus familias siguen dependiendo más de la voluntad de cada maestro que de la propia escuela o la Administración. XL. Los profesores ya saben más... J.R.G. Hace 18 años, predicábamos en el desierto. Hoy, el profesorado busca qué cosas puede implementar en el aula para ayudar a estos chavales. Pero sigue sin haber unas medidas establecidas. XL. ¿Cuáles podrían ser esas recetas? J.R.G. Antes, permíteme decir que nuestro sistema educativo actual es una aberración desde el punto de vista neurológico. Se aplica un método que nace en la Revolución Francesa, donde los maestros vuelcan datos, y los niños están con una posición pasiva. Es lo que llamamos una 'educación bulímica'. XL. ¿Bulímica? J.R.G. Hacemos que los niños traguen datos que luego vomitan en los exámenes. En una clase de primaria, el profesor pasa el 50 por ciento del tiempo volcando datos; en secundaria, el 60; y en bachillerato, el 90. ¡Es este método el que provoca el trastorno! XL. ¿La escuela provoca el trastorno? J.R.G. Sin duda. La mayoría de los niños con TDAH no tienen trastornos de aprendizaje con métodos diferentes, como el cooperativo, o cuando usa mucho la tecnología y contenidos audiovisuales. XL. ¿Y qué pueden hacer los profesores? J.R.G. Exámenes secuenciados. Leer con estos chavales las preguntas del examen, cotejar si se han enterado bien. Muchas veces no terminan de leer el enunciado y ya se ponen a responder. Se le da al niño un folio por pregunta con un control de tiempo. Cuando termina ese tiempo, se le retira y el maestro le pregunta si quiere repasar. XL. ¿Por qué funciona? J.R.G. Porque tienen un problema de autosupervisión. Cosas que tú harías mentalmente, como repasar en tu cabeza tu acción, ellos no lo hacen: necesitan acompañamiento. Con este examen secuenciado se obtiene una nota entre 1,3 y 2,2 puntos por encima de su nota en un examen ordinario. XL. Evitaríamos mucho fracaso escolar. J.R.G. Este es el grupo de población que más tiempo invierte en estudiar y que menos recompensa obtiene. Muchas veces están abocados al fracaso solamente por el hecho de usar un método de evaluación que se limita a darles una hora para contestar 10 preguntas. XL. ¿Más recetas? J.R.G. No limitar el tiempo en los exámenes. La dificultad que tienen en la planificación de la tarea los lleva a que dejen la mitad sin contestar, aunque sepan la respuesta. Otra medida: cotejar lo que saben oralmente. Hacemos el examen escrito por comodidad, pero hay otras opciones. XL. ¿Cómo es el cerebro de un TDAH? J.R.G. Cada uno de nosotros tiene tres cerebros. Uno es el de la supervivencia, el emocional, el que responde sin pensar. El que te hace pegar un volantazo si vas a tener un accidente. XL. ¿Y los otros? J.R.G. Luego tenemos el cognitivo. Es un cerebro pensante, más racional. Y, además, el ejecutivo, que es lo que te permite dialogar contigo mismo antes de actuar. Las funciones de este último cerebro son las que están afectadas en un niño con TDAH. XL. ¿Por ejemplo? J.R.G. Imagínate que mi sistema emocional me indica que me pica la pierna. Mi sistema cognitivo elabora una respuesta y dice «ráscate». Pero imagínate que tienes una urticaria: tú no puedes controlar si te pica o no, pero sí si te rascas, el sistema de regulación es una función ejecutiva. XL. Que se ve afectada por el TDAH. J.R.G. Sí, estas funciones ejecutivas son las que forman la capacidad de perseverancia y voluntad; de planificación o de autoevaluarme. Y el sistema de concentración. XL. Y se meten en líos. J.R.G. El TDAH es la única patología donde el paciente es penalizado, criticado y castigado por la expresión de sus síntomas. ¡Es una barbaridad!
-¿Cómo lo hacen en Finlandia? Llevan años practicando la educación inclusiva y ocupa siempre los primeros puestos en 'PISA'. EJuho Honkasilta es especialista en TDAH "En nuestro país, los niños pueden recurrir a tres niveles de apoyo en todo momento" XL. ¿Cómo responde Finlandia a las necesidades de los menores con TDAH? J.H. Tenemos un sistema de atención en tres niveles. Cada estudiante puede optar a esos distintos niveles de apoyo en todo momento. Así garantizamos un apoyo individual en la escuela. XL. ¿Cuáles son esos tres niveles? J.H. El primero es un apoyo general. Es parte natural del proceso educativo diario y es el profesor quien se ocupa de él. XL. ¿Y los otros dos? J.H. Lo llamamos 'apoyo intensificado' (nivel 2) y 'apoyo especial' (nivel 3). Los ponen en marcha equipos multidisciplinares y es a largo plazo. El nivel 2 recae en el profesor en el aula junto con un educador especial que da clases individuales o en pequeños grupos. Cuando se activa el nivel 3, se realiza un plan individualizado, que puede incluir una educación especial en casa. El objetivo es mantener al mayor número posible de niños en los niveles 1 y 2, sin llegar al 3, que puede aislarlos. XL. Temen que se los estigmatice. J.H. En ocasiones, los padres han llamado la atención sobre ello, pero el nivel 3 es poco habitual. Ahora, el TDAH puede acarrear estigmatización. Para evitarlo, hay que escuchar a los niños y tener en consideración sus opiniones en la práctica pedagógica. XL. ¿Por ejemplo? J.H. Quizá el profesor está poniendo todo su empeño en proveer una educación especial, pero el estudiante se siente excluido. Al mismo tiempo, la propia etiqueta de chaval con TDAH ya causa estigma. A menudo no quieren que sus compañeros lo sepan, para no ser los diferentes. El sistema finlandés está luchando contra estos fenómenos negativos. XL. Las clases duran 45 minutos... J.H. Eso y los frecuentes descansos suponen una ventaja no solo para los niños con TDAH, sino para todos. XL. En Finlandia no hay que esperar el diagnóstico clínico para que la escuela actúe. J.H. Los procesos de diagnóstico pueden ser muy largos, y lo importante es que el estudiante reciba un apoyo cuando surge la necesidad. El sistema finlandés es preventivo. Y algo que lo hace muy especial es el uso tan extendido del nivel 2. La apuesta por la inclusión, por que estudien en clases normales con sus compañeros, es muy importante. XL. ¿Qué ventajas ven en el sistema educativo finlandés? J.H. El nivel de sus profesores: todos deben poseer un título de máster. Y es una profesión respetada. También tenemos un sistema flexible que se adapta a los distintos ritmos de aprendizaje de sus estudiantes. Y un apoyo multidisciplinar en las escuelas: de salud, psicológico, profesores de educación especial... XL. ¿Y sus desventajas? J.H. No todos los municipios ni todos los centros tienen los mismos recursos. Diario de una madre
Tiene dos hijos con TDAH. No quiere dar su nombre, pero durante años llevó un pequeño diario donde apuntaba su batalla diaria por sacar adelante los estudios de sus hijos. Publicamos un extracto. -2005-2006 La primera visita al neurólogo: Sara, con 5 años, todavía no sabe leer: ha terminado educación infantil y su profesora nos dice que algo no marcha. Visitamos un neurólogo, y llevamos también a Álvaro, de 7 años, siempre despistado. Diagnóstico: normalidad, pero recomienda estudio psicológico. Así comenzó nuestro peregrinaje de especialista en especialista, hasta lograr un diagnóstico de TDAH, que no llegó hasta el año 2011. -2006-2007 La maestra inflexible: Sara empieza primaria. No lleva ni un mes y su profesora ya ha decidido que va a repetir, que debía haber repetido ya, pero como no ha sido así se encargará ella misma. La maestra nos muestra, embobada, los trabajos de niños con sobresaliente, no se da cuenta de que a ella la nota se la va a dar el éxito que obtenga con un niño con TDAH. Álvaro, de 8 años, hace cuentas a diario. Son larguísimas y le salen mal. Por un día que le salen todas bien, su profesora sentencia: «Muy sucio». -2007-2008 «¡Mal, no Atiendes!»: Sara siempre cuida la presentación. Tiene un buen sentido de la proporción y el color. Su letra es fina, madura y agradable. Hace los deberes con mimo, usa colores, pero comete un error tras otro. La profesora tacha con rotulador grueso cada página. «¡Mal, no atiendes!». Sara no dice nada. Se me parte el corazón. Álvaro es brillante exponiendo oralmente, pero eso no le sirve de nada porque no le computa en la nota. En los exámenes escritos falla estrepitosamente. -2008-2009 Diagnóstico: son vagos: Sara no usa los dedos para las cuentas. Es buenísima en cálculo, pero los problemas... Lee por encima el texto y al instante decide que suma esto y resta lo otro y multiplica lo de más allá. Álvaro y Sara no siguen el ritmo de la clase, se dejan los libros en el cole y los cuadernos con las tareas hechas en casa. Nunca saben qué deberes tienen. Ni cuándo hay un examen. Ortografía, horrible. Pero son buenos y trabajadores. Valoración de los profesores: vagos. -2009-2010 Notas catastróficas: Suspensos y suspensos. Pero no me cuadra. Mis hijos no son tontos. Y no hacen otra cosa más que estudiar. Se despistan, hay que estar pendientes. Monitorizarlos. Su abuelo, que fue profe, ayuda a Álvaro con el álgebra, pero suspende igual. «¡Si sabes muchas mates!», le dice el abuelo, que no entiende qué pasa. A veces creo que Álvaro no es capaz de materializar sus conocimientos, como si la espesa motricidad de su escritura lo llevara a alguna especie de «espesor intelectual». -2011-2012 Tanto esfuerzo...: Sara es una niña alegre, pero ha perdido la esperanza. No quiere ir al psicólogo. Está harta. Va a los exámenes con ilusión y, cuando trae su montaña de suspensos, te dice: «¿Ves, mamá?». Pero a continuación se pone a trabajar. Es fuerte. Álvaro también parece optimista. Pero es una máscara. Es ya adolescente y su padre y yo lo seguimos de cerca. Sabemos que debe ser capaz de hacer solo el recorrido, pero le falta motivación; nunca ha visto que el esfuerzo reporte triunfos. -2013-2014 Cambio de tercio...: Los cambiamos de centro. Aquí, las cosas son distintas. Pueden hacer exámenes orales, más tiempo para las respuestas y, sobre todo, valoran el trabajo diario, los progresos, y no solo el examen. A pesar de todas las dificultades y de la baja autoestima de mis hijos, empiezan a mejorar. Pero siempre a costa de un sobreesfuerzo constante y agotador para los niños y para nosotros, sus padres. -2014-2015 Guardar el talento: Álvaro tiene 18 y Sara, 16. Están saliendo adelante. Aprueban. Y lo que es mejor, salen con amigos... Antes no tenían. Su padre y yo seguimos estudiando con ellos. Hay quien nos lo critica. «Si no pasa nada, cada uno es como es, ¡tu hijo será artista!», dicen. Vale, pero entonces que nadie ridiculice sus despistes o tache sus trabajos, que ensalcen su imaginación y que puedan demostrar lo que saben, más allá de un examen. Y así lleguen a ser artistas... O lo que se propongan.
TÍTULO: ENTREVISTA,Yanis Varoufakis: "No sé si podré hacer este trabajo"
-foto-Yanis Varoufakis: "No sé si podré hacer este trabajo"
No lleva corbata, ni escolta ni se
muerde la lengua. El ministro de Finanzas griego es un político
diferente y no solo en su país. También en Europa. Sus detractores lo
tachan de bravucón. Sus fieles, de soplo de aire fresco. Del éxito de
su gestión depende el futuro de Grecia e incluso la moneda única
europea. Hablamos con él.
XLSemanal. En medio de la vorágine diplomática, ¿encuentra tiempo para reflexionar sobre su nuevo trabajo?
Yanis Varoufakis. Me gustaría tenerlo. Somos un Gobierno sin experiencia, y no nos han dado tiempo para empezar con el trabajo de los ministerios. Estamos trabajando a punta de pistola. El hecho de ir corriendo de reunión en reunión tras noches sin dormir prueba lo mucho que la crisis ha afectado al alma europea.
XL. ¿La política funciona como usted se esperaba?
Y.V. Por desgracia para Europa: sí. Pero nunca tuve expectativas muy altas... Me estoy dejando la piel en el ring porque me horroriza el estado en el que se encuentra la democracia europea. Si en Europa tenemos un déficit, es de democracia. Estamos transformando las instituciones que deciden sobre la vida de la gente en zonas sin democracia. Y de eso se aprovechan ciertos poderes oscuros.
XL. Ahora es ministro de Finanzas y puede hacer que las Bolsas tiemblen con solo una palabra. ¿Cómo se siente?
Y.V. Es un poder que preferiría no tener. No me mueve el poder. Puede sonar hipócrita, pero lo digo en serio. Y lo mismo se aplica a muchos miembros de nuestro Gobierno. Preferirían estar en la oposición. Se estaba bien en nuestro rinconcito a la izquierda [ríe].
XL. ¿Entonces por qué está usted en esto?
Y.V. Llevaba cinco años criticando esa política que asegura que no hay alternativa a nuestro rumbo actual. Y, un buen día, un hombre llamado Alexis Tsipras me preguntó: «Si llegamos al poder, ¿te gustaría poner en práctica tus ideas?». En momentos como ese tienes que ser consecuente con tus palabras. No es cuestión de si quieres o no quieres. Lo haces porque tienes que hacerlo.
XL. Es científico y profesor. ¿Qué le hace estar seguro de que es capaz de dominar el trabajo político?
Y.V. Nada en absoluto. No sé si podré hacer este trabajo. Quiero dar lo mejor de mí, pero no le diré que voy a tener éxito. Sería un necio o un mentiroso si lo hiciera, y no soy ninguna de las dos cosas. Lo que puedo hacer es trabajar día a día. Y veremos.
XL. Parece cambiar de opinión con frecuencia: primero amaga con que podrían ayudarlos los rusos, luego ya no...
Y.V. Eso no es cierto. Siempre he sido muy claro. «Primero quiere una quita, luego no quiere», eso dicen por ahí. Pero no. No. Llevo años diciendo lo mismo: cuando no se puede saldar una deuda, hay que recurrir a una quita. Se le puede llamar como se quiera, tanto el alemán como el griego son idiomas con gran inventiva. Pero lo importante es que la deuda griega no se puede pagar en un futuro cercano. A la quita que se produjo en 2012 ya la llamamos de otra manera. Grecia estaba en bancarrota, pero los europeos no quisieron admitirlo. Las pérdidas de los bancos debidas a la quita recayeron sobre el contribuyente griego y, al final, fueron transferidas a Bruselas, Berlín y Fráncfort. Aquello fue muy cínico. Lo que nos prestaron los europeos no fue por solidaridad, el dinero fue a parar a los bancos. Eso es lo que queremos cambiar.
XL. ¿Qué espera lograr de Angela Merkel y su ministro de finanzas, Wolfgang Schäuble?
Y.V. Angela Merkel es la política más astuta de Europa con diferencia, no cabe duda. Y Wolfgang Schäuble quizá sea el único político europeo con sustancia intelectual. Es un europeo convencido y un firme federalista.
XL. Pero una vez le atribuyó usted a Merkel un «pensamiento mágico». Fue hace dos años...
Y.V. Eso es mucho tiempo en la política europea. Creo que la cosa iba de cómo salir de la crisis. El Gobierno de Barack Obama había impulsado una política financiera expansiva y la Reserva Federal de los Estados Unidos hacía otro tanto con la política monetaria. Los británicos habían hecho recortes, pero su Banco Central inyectaba dinero en el sistema. Sin embargo, los europeos solo querían ahorrar. Eso nunca ha funcionado. Lo demuestra el pasado y la teoría económica. Creer en eso es lo que yo llamo 'pensamiento mágico'.
XL. Así que, según usted, solo hay que poner fin a la austeridad y todo irá sobre ruedas. Si tan sencillo es, ¿por qué en Europa nadie ha llegado a esa misma conclusión?
Y.V. Tenemos que mejorar nuestra coordinación. Muchos políticos europeos no tienen valor para salirse del camino marcado.
XL. Hombre, los países persiguen sus propios intereses...
Y.V. Y logran el efecto contrario. Quizá consigan alcanzar un equilibrio de intereses, pero se trata de un equilibrio terrible que conduce a una depresión como la de los años treinta del siglo pasado. O a una deflación como la que tenemos ahora. En Europa tenemos un nivel de endeudamiento muy alto, pero en el mercado financiero de Fráncfort hay miles de millones de euros parados, sin usar. De esta situación solo se puede salir con un New Deal como el de los Estados Unidos en los años treinta: el Estado invirtió ese dinero improductivo y, cuando la gente vio que se construían casas, se hacían carreteras, que los trabajadores tenían dinero, empezaron a invertir dinero ellos también.
XL. Usted mismo se vio afectado por la crisis, se marchó de Grecia hace dos años y se fue a Texas a dar clases en la universidad.
Y.V. Ya no podía seguir con mi trabajo, se habían producido muchos recortes en la facultad. Cuando me hice cargo del Ministerio de Finanzas, algunos me dijeron: «Tienes suerte... Si las cosas no funcionan aquí, siempre puedes volverte a Texas». Pero no, no es eso lo que quiero. Dejé mi puesto en Austin. De hecho, mientras hablamos ahora, mi mujer está desmontando nuestra casa allí.
XL. También se dice que recibió amenazas de muerte.
Y.V. Eso fue en 2011.
XL. ¿Y por qué fue?
Y.V. En aquella época ayudaba a periodistas a destapar escándalos bancarios. Una noche sonó el teléfono y una voz me preguntó si mi hijo [en rigor, su hijastro, Nicolas, hijo de su actual mujer] había llegado ya a casa. Luego, me describió el camino por el que había venido. Y dijo: «Si quiere que su hijo siga volviendo a casa, deje de investigar los negocios de los bancos». Ese fue otro de los motivos que me llevó a Texas.
XL. ¿Quién se encontraba detrás de aquellas amenazas?
Y.V. No tengo ni idea. Tampoco tenía miedo por mí. Pero si el objetivo es un hijo, tienes la obligación de hacer algo.
XL. En Grecia, los bancos forman parte de una élite de superricos que se han beneficiado de la crisis.
Y.V. Sí, pero los aplastaremos.
XL. ¿Cómo?
Y.V. Todavía no lo sé. Pero los tumbaremos. Para ello necesitamos la ayuda de los alemanes. Somos el primer Gobierno que se propone acabar de verdad con los cárteles de nuestro país.
XL. Pero si Grecia ni siquiera ha sido capaz de crear un sistema impositivo que funcione.
Y.V. El Gobierno anterior se limitó a fingir que quería hacer reformas. Basta con fijarse en su legislación fiscal, que concedía una especie de inmunidad fiscal a las personas a las que había que gravar. Es como preguntarle a un pavo si quiere que lo sacrifiquen por Navidad.
XL. ¿Y cómo quiere cambiar esa situación?
Y.V. Ahora contamos con una buena base de datos y sabemos cuánto dinero ha salido de Grecia y se ha transferido a cuentas en Europa y en otras partes del mundo. Al menos es lo que me dice la gente de mi ministerio. Podría saberlo con mayor exactitud si no tuviera que estar todo el tiempo de una punta a otra de Europa suplicando un poco de aire para respirar. Tenemos casos de personas que durante el año pasado se llevaron al extranjero 1500 millones de euros, pero que no han pagado más de 5000 euros anuales de impuestos en los últimos 20 años. ¿Cómo es posible? Hay que usar esos datos.
XL. ¿Se refiere a la lista que Christine Lagarde, la presidenta del Fondo Monetario Internacional, envió a Atenas con los nombres de 2059 griegos con cuentas en Suiza?
Y.V. La lista Lagarde solo afecta a un banco. Nosotros tenemos una lista de todos los bancos y de todas las transferencias. Mis empleados dicen que, hasta ahora, se les impedía perseguir esos casos desde las altas instancias.
XL. Parece usted el modelo del antipolítico. Vuela en clase turista, monta en moto. ¿Todo este simbolismo no lo desvía de los verdaderos problemas?
Y.V. No tiene nada que ver con simbolismos. Hace días, en Roma, había coches de la Policía abriéndonos paso. Esas cosas me ponen enfermo. ¡No teníamos prisa, no llegábamos tarde! Todavía quedaba una hora para la reunión. No soy tan especial como para que corten el tráfico. Quiero seguir viviendo mi vida. Quiero seguir montando en moto e ir a casa andando. ¿Tengo que ser desgraciado solo porque ahora soy ministro? Hay gente que me dice: «¿Por qué te vistes así?». ¡Si siempre me he vestido así! ¿Por qué debo cambiar?
XL. En sus primeros días como ministro se le veía casi siempre con una cazadora de cuero. Ya no la lleva.
Y.V. Si estuviéramos en Grecia, la llevaría. En mi país, nunca llevo corbata. Ni siquiera me la puse en la Cámara de los Lores británica. ¿Tengo que llevar corbata por ser ministro? Si obligas a alguien a vestirse de romano, empieza a pensar de otra manera. Y yo no quiero pensar de otra manera.
XL. Hace poco escribió en su blog que no quería convertirse en político. ¿Por qué?
Y.V. Aprecio el debate y la dialéctica socrática. En una discusión, unos aprenden de otros. Pero mire los debates del Parlamento o la televisión. Tratan de aniquilar y destruir al otro. Si acabo convirtiéndome en alguien así, deberían fusilarme.
Privadísimo
-De familia de clase media, estudió en un exclusivo colegio privado.
-Su padre, ingeniero, estuvo en prisión por pelear en el bando comunista en la guerra civil de 1946-1949.
-Su madre fue feminista del Sindicato de Mujeres de Grecia.
-Vivió en el Reino Unido hasta el tercer mandato de Thatcher. No lo soportó más y se fue a Australia en 1988.
-Rechazó la nacionalidad británica al marcharse a Sídney. Obtuvo la australiana, que mantiene con la griega.
-En su blog habla de su vida privada. Tiene miles de fans en Twitter.
-Casado con la artista griega Danae Stratou, tiene una hija Xenia de una relación anterior. Ella vive en Australia.
-Habla cada día con Xenia por Skype. Es un pilar de su vida.
-Su último libro, El minotauro global, se ha agotado en España. Escribe su nombre con una sola 'n' por motivos estéticos.
Toda una vida... de 'casual sport'
«Hay gente que me dice: '¿Por qué te vistes así?'. ¡Si siempre me he vestido así! ¿Por qué debo cambiar? ¿Por ser ministro?». Arriba, con su actual mujer, la artista Danae Stratou. Abajo: en sus tiempos de profesor universitario en Sídney.
LOS INTOCABLES DE GRECIA
El mayor puerto de yates del país, la marina de Flisvos, es propiedad de Spiros Latsis, el hombre más rico de Grecia. Aquí tiene anclado su yate, de 122 metros de eslora, donde se han paseado desde el príncipe Carlos hasta George Bush. Discreto, es difícil cuantificar su riqueza. En 2008 ocupaba el puesto 68 de la lista Forbes, con 11.000 millones de dólares. La crisis le causó graves pérdidas, pero el Eurobank que forma parte de su imperio financiero sobrevivió gracias al rescate bancario de la UE. El tambaleante banco recibió una inyección de más de 4000 millones de euros... solo en 2012.
-EL VERDADERO PODER EN GRECIA: Latsis y un puñado de multimillonarios son quienes ostentan el poder real en Grecia. Algunos primeros ministros han llegado a someter a la aprobación de estos oligarcas sus gabinetes. Según el banco suizo UBS, 559 multimillonarios acumulan una fortuna equivalente a la mitad de todo el PIB griego. Una cuarta parte se la reparten los 11 más ricos. Mientras el país sufre recortes, estos millonarios han aumentado su riqueza de 14.000 millones de euros a casi 17.000 entre 2013 y 2014.
-EL CLAN DE LOS ARMADORES: Los armadores controlan un 15 por ciento del transporte marítimo mundial, y sus ganancias ascienden a 17.000 millones de euros al año. Pero no pagan apenas impuestos. La exención fiscal sobre sus ganancias está incluso garantizada por la Constitución. Además, según denuncia la revista alemana Stern, al Estado se le escapan miles de millones al año por culpa del petróleo introducido en el país de forma ilegal, y al margen de impuestos, y que luego se vende como combustible en las gasolineras del país a precio de mercado. Clan Vardinoayannis
-¿EL SECRETO? CREARSE LEYES A MEDIDA: El clan Vardinoyannis, con una fortuna de 600 millones de euros, se ha hecho tan poderoso que ha barrido del mercado griego a la multinacional Shell. Desde este año, ya no hay ni una sola gasolinera de Shell en Grecia. Una serie de sucesivas leyes, de carácter cuestionable, había ido haciendo que el negocio le resultara cada vez menos rentable a la multinacional. Finalmente, ante una disposición que obligaba a la empresa a mantener almacenadas enormes cantidades de petróleo como «reserva nacional de seguridad», Shell tiró la toalla.
-PERIODISTAS AMENAZADOS: Por ejemplo: 20 cámaras vigilan la casa de Kostas Vaxevanis, el periodista de investigación más reputado, desde que cuatro hombres asaltaron su casa. En el caso se vio implicado un agente de los servicios secretos.
-LOS PAPELES DE WIKILEAKS: Los magnates griegos no se han reunido ni una vez para ofrecer consejo y ayudar para sacar al país de la crisis. En uno de los cables de los Estados Unidos publicados por Wikileaks se hablaba de una red: «Un pequeño grupo de magnates está estrechamente vinculado con la política mediante el parentesco, las bodas o el adulterio. Sus relaciones son más complejas que las de los dioses y semidioses de la mitología griega».
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