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jueves, 23 de enero de 2020

LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - El salario mínimo europeo encuentra resistencia en los países nórdicos y del Este,./ LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - Tengo mucha prisa,.

TÍTULO: LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - El salario mínimo europeo encuentra resistencia en los países nórdicos y del Este  ,.

 LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS -  El salario mínimo europeo encuentra resistencia en los países nórdicos y del Este  ,. fotos,.


  El salario mínimo europeo encuentra resistencia en los países nórdicos y del Este,.


Sede del Parlamento Europeo./Ó. Chamorro
Sede del Parlamento Europeo.

Los primeros temen que empujen a la baja sus altas retribuciones y los segundos que encarezca la mano de obra y caiga su competitividad,.


El Ejecutivo de Bruselas ha abierto esta semana el melón del salario mínimo europeo partiendo de una premisa que ha de quedar clara desde del principio: el objetivo no es fijar una cuantía idéntica en los Veintisiete (el informe lanzado ya no cuenta con Reino Unido), sino conseguir que llegue a articularse en todo el territorio un salario suelo «justo y digno» que se mueva en el umbral del 60% de las retribuciones medias en cada Estado miembro.
La otra precisión de partida es que el asunto va para largo. Lo que ha hecho la Comisión Europea es abrir un periodo de consultas con los interlocutores sociales (empresas y sindicatos). Durará seis semanas. Quiere saber si cuenta con su apoyo para meterse de lleno en una negociación. Pero aún habrá una siguiente fase. Al menos hasta septiembre, cuando se prevé que pueda presentar un texto legislativo.
Así que podría decirse que estamos en los preliminares; ni en la casilla de salida. Por delante quedan muchos meses (quizás más de un año) y discusiones complejas de resultado incierto que obligarán a la presidenta de la Comisión, Ursula von del Leyen, y su equipo a mantener un pulso con las capitales y tirar de hilo quirúrgico para atar algo vendible a la Eurocámara.
La negociación colectiva fija el jornal mínimo en Suecia, Dinamarca, Finlandia, Austria o Italia El Estado no interviene
La referencia del 60% coincide con el compromiso del nuevo Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para la legislatura. Pero encuentra mucha resistencia en países a los dos extremos de la tabla de retribuciones.
En los nórdicos (Dinamarca, Finlandia o Suecia) son los sindicatos los que temen que una orientación comunitaria lleve a los empresarios a tirar a la baja unos salarios mínimos que se encuentran en la cima de la UE. La Comisión ya les ha dicho que no les impondrá su tesis. Y en el Este, el temor de sus gobiernos está en el efecto subida de los costes de mano de obra (hoy por debajo de la media), que aminoraría su competitividad. En definitiva, lo que otros miembros del club percibieron como 'dumping' laboral o social en la última recesión, cuando muchas industrias (varias del sector de la automoción) buscaron en países como Eslovaquia o Rumanía mano de obra barata.
Así que Von der Leyen ha tocado en hueso. De entrada porque los tratados limitan mucho el papel de Bruselas cuando se trata de política laboral –le obligará a establecer criterios escrupulosos para evitar demandas ante la Justicia europea–. Y porque el mapa del salario mínimo en el club es muy heterogéneo.

Tres grupos

De menos a más, se podría hablar de tres grupos. En la base, Bulgaria, Letonia, Rumania y Hungría, que pagan entre 200 y 500 euros. En la zona intermedia, Croacia, la República Checa, Eslovaquia, Polonia, Estonia, Lituania, Portugal, Grecia, Malta y Eslovenia. Ahí está entre 500 y 900 euros. Y el 'top', entre mil y más de 2.000 euros, incluiría (seguimos de menos a más) a España, Francia, Alemania (sus sindicatos negocian ahora más de 12 euros la hora), Bélgica, Países Bajos, Irlanda y Luxemburgo.
Y eso solo en lo que se refiere a salarios mínimos regulados por ley. Porque en seis países, Suecia, Austria, Dinamarca, Finlandia, Chipre e Italia, no existe tal mecanismo. La particularidad es que sus gobiernos no juegan un papel protagonista. Es la fuerza histórica de los sindicatos y la negociación de los convenios colectivos la que definen tradicionalmente lo que es un sueldo básico justo.
Es el umbral que quiere imponer Bruselas para generalizar un salario suelo «justo y digno» 60% del sueldo medio
Y a algunos no les ha ido nada mal:en Suecia se pueden llegar a cobrar, según el sector laboral, más de 2.300 euros; en Finlandia, un mínimo de 1.700 y en Dinamarca, en torno a 2.500 euros. Aunque no todo es tan deslumbrante. En Italia, la fórmula funciona con los grandes convenios nacionales, pero cojea con los pequeños. Allí más de una quinta parte de los trabajadores percibiría menos de 9 euros brutos por hora, más del 30% en el sur.
Así que la ComisiónEuropea tendrá que tener en cuenta también otra variable; la de una tasa de sindicalización que, dependiendo de los Estados, se mueve entre el 5% y más del 65%. El proceso iniciado, si triunfa, podría llegar a beneficiar precisamente a aquellos en los que sus sindicatos han perdido fuelle.
Y la subida debería ser gradual. La Fundación Europea para las condiciones de Vida y de Trabajo de la UE (Eurofund) alerta contra incrementos altos repentinos que «pueden destruir empleos y llevar a algunos sectores a perder competividad internacional». El BBVA cifra en 45.000 los empleos que dejaron de crearse en España con la subida del salario mínimo neto a 900 euros.


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Tengo mucha prisa,.

Si hay prisa, mejor en patinete eléctrico. :: Pakopí/
Si hay prisa, mejor en patinete eléctrico. :: Pakopí

Los de 40 presumen de no tener tiempo y los de 70, de tener dolores


Se han fijado, seguro... No me cabe la menor duda de que se han dado cuenta de que, últimamente, todo el mundo tiene prisa. Es la última moda: la prisa. Hubo un tiempo en que se presumía de comer bien, de vestir bien, de viajar mucho, de tener un buen coche... Todo esto se ha democratizado. Con la ayuda de Cetelem, de Wizink y de otros nombres igual de extraños, cuya gracia es que te prestan fácilmente dinero, se ha facilitado el lujo razonable. El 'low cost' y el 'renting' hacen el resto. Ya no mola lo que antes molaba. Lo que gusta ahora es la prisa y su complemento, las ocupaciones: estar muy ocupado, tener muchas reuniones, ir de una cita a otra sin pausa ni descanso. Estoy muy ocupado y tengo mucha prisa como frase que nos define en la nueva heráldica: el wasap.
Se reúnen cuatro de 40, cinco de 50, seis de 60 o tres de 30 y la conversación está trufada de comentarios y exclamaciones relacionadas con la prisa. Es más, la reunión acaba enseguida, el café se apura en un instante y volvemos al mundo donde nos sentimos seguros y en nuestra salsa, el maravilloso mundo de la prisa.
Solo si se juntan siete de 70 no se habla de prisa. En ese caso, el tema de conversación es el padecimiento, el achaque, la enfermedad. Si son 8 de 80 o nueve de 90, es imposible tratar de ningún tema que no tenga que ver con los dolores. Chiquito de la Calzada resumía todo lo que yo pueda decir sobre la manía de los mayores por competir en enfermedades. Yo necesito una página, él, dos palabras y un gesto. Decía: «Los dolores», se tocaba la cadera y sintetizaba la monomanía de la tercera edad: presumir de achaques.
Vivimos en un mundo muy raro: los mayores de 70 se pelean por demostrar que a ellos les duele más el cuerpo que a nadie y los menores de 60 compiten por demostrar que ellos tienen más prisa que nadie. Entre los 60 y los 70, se pasa por un periodo de transición en el que la prisa va dando paso paulatinamente al dolor. Y así, entre prisas y dolores, vamos de agobio en agobio hasta la ataraxia final, cuando nos damos cuenta de que nos lo hemos montado muy mal y que ni era para tanto lo de la prisa ni era para tanto lo del dolor.
Hay que quejarse o no eres nadie en el asilo. Si no presumes de prisa, en un par de semanas serás señalado como el tío más vago de la empresa. No tener prisa es sinónimo de inoperancia y de inutilidad. ¿No tiene prisa? Conclusión: no vale para nada. El filósofo Hartmut Rosa asegura que todo va tan rápido que perdemos el contacto con la vida. Corremos tanto desde que saltamos de la cama hasta que volvemos a ella que no podemos conectar con los lugares ni con las personas. Rosa no entiende que ciudadanos con un buen trabajo, con suficiente dinero y con amigos en Facebook y posibilidad de viajar sean infelices.
La clave está en que los amigos de Facebook no valen. Las amistades de verdad son las de cara a cara y para eso hace falta tiempo. La velocidad, cree Hartmut Rosa, impide disfrutar del afecto de la gente, de las emociones de las cosas, las personas, las ideas, los sabores y los lugares. Esas emociones nos transforman, pero tengo tanto que hacer, estoy tan liado, tengo tanta prisa que ni afectos, ni emociones, ni transformaciones.
A veces, paramos, reflexionamos, nos proponemos cambiar y buscamos soluciones fuera que nos ayuden a frenar dentro: yoga, meditación, mindfulness... Pero la prisa siempre gana porque sigue en nosotros y acaba pareciéndonos un valor, una virtud, un logro. Es tan triste como esto: ¿se han dado cuenta de que no presumimos de tiempo libre, de ratos para la lectura, la música, la conversación, el paseo demorado, la contemplación de la belleza en el parque, en el museo, en la ciudad o en el campo? Presumir de eso desprestigia. Jactarse de la prisa a los 40 es tan reconfortante como vanagloriarse de los achaques a los 70. Como reconocía Alberto González el domingo, estamos muy tontos, cada vez más.

 

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