BLOC CULTURAL,

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miércoles, 29 de enero de 2020

LA HORMA DE MI ZAPATO, EL OBJETO Y YO, ZAPATILLAS VIEJAS - MORTADELO Y FILEMÓN - Kafka en el baño ,. / Antonio Miró, la chaqueta de moda para este invierno,. / Peter Falk, el teniente Colombo y el perro - Cargas policiales a las puertas de Feval,. / HOY LE TOCA - Charlotte Delbo,.

TITULO: LA HORMA DE MI ZAPATO, EL OBJETO Y YO, ZAPATILLAS VIEJAS - MORTADELO Y FILEMÓN -  Kafka en el baño ,.

LA HORMA DE MI ZAPATO, EL OBJETO Y YO, ZAPATILLAS VIEJAS - MORTADELO Y FILEMÓN -    Kafka en el baño  ,. , fotos,.



Kafka en el baño,.


Resultat d'imatges de Kafka en el baño,.TODAVÍA recuerdo con nostalgia cuando en el cuarto de baño había eco. Hubo un tiempo glorioso en el que las labores de higiene personal no comportaban una ocupación de espacios más allá del necesario para albergar una pastilla de jabón Lux y una bolsita de champú Sindo al huevo. La frescura natural de la juventud no requería de lociones ni potingues, igual que la belleza de la Mona Lisa no necesita de retoques ni aditamentos con ningún pincel.
images_002.jpgRealmente no sé cómo ha sucedido. Igual que hubo una guerra de los seis días, también la hubo de los treinta años: una lenta pero contumaz invasión de frascos y botes de todo tipo y formato fueron apareciendo con el tiempo, colonizando como una siniestra hidra de tentáculos envolventes que salía del armario, los más recónditos espacios, desde estanterías y repisas hasta las esquinas de la bañera. Allí crecieron sin freno leches corporales para piel atópica, espumas para rizados y acondicionadores-protectores, como verdaderas y aviesas estalagmitas con una extraña alma vegetal, pues los desodorantes tenían menta y té verde, los tratamientos capilares eran a base de romero y abedul y las cremas antiedad destilaban aloe vera. El cuarto de baño se transmutó así, con los años, en un angustioso jardín botánico entubado en dosis para el día y la noche donde no faltaba la leche de almendras, la esencia de avellanas ni al aceite de romero.
Resultat d'imatges de mortadelo y filemon Yo me miraba al espejo y después paseaba la vista a mi alrededor, comprobando consternado que mi creciente alopecia estaba cercada de espumas para rizados y moldeadores, lociones revitalizantes y antiencrespamiento, lacas fijadoras y champús nutritivos con serenoa serrulata, y esto se me antojaba como esos perversos martirios psicológicos ideados por mentes depravadas. Comencé a sentirme mal y a preguntarme si realmente no sería yo un inadaptado patológicamente anclado en otras épocas, pues mi bolsa de aseo se mantenía impertérritamente escuálida, albergando poco más que el peine y el cepillo de dientes. Un día, abatido, abrí el armarito en busca de mi Barón Dandy, como en una desesperada pulsión regresiva que me llevara a aquella memorable época exenta de estas fatuas y quiméricas pretensiones de lozanía. Pero el territorio que ocupó antaño había sido también engullido implacablemente por cremas antiarrugas noche, decolorantes de vello, mascarillas fortificantes, contornos de ojos, quitaesmaltes, exfoliantes de pies, quitamanchas para la piel y aceites para pestañas.
El cuarto de baño se transmutó con los años en un angustioso jardín botánico entubado en dosis para el día y la noche
De esta realidad abigarrada con cargante aroma a rosa de mosqueta y PH fisiológico, solo consigo evadirme muy de vez en cuando, en los hoteles cuando viajo solo, como esos permisos penitenciarios largamente anhelados o aquella eterna espera para obtener 'la blanca', la licencia de la mili. Entonces gusto de entrar y salir del baño repetidamente entrecerrando los ojos, contemplando embelesado aquella bendita y olvidada desnudez de las paredes solo rota por la presencia atávica del rollo de papel higiénico. Pero son privilegios efímeros e irreales, pues mi estrenada condición de abuelo ha supuesto contradictorias sensaciones; las emociones propias de este nuevo ejercicio deben conjugarse ahora, cuando nos visita el nieto, con una nueva guerra posmoderna que conlleva una añadida invasión de pañales, toallitas, cremas para el culito, esponjas y palanganas que han hecho desaparecer hasta el bidé. Ayuda.

 TITULO: Antonio Miró, la chaqueta de moda para este invierno,.
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Antonio Miró, la chaqueta de moda para este invierno,.

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  TITULO:  Peter Falk, el teniente Colombo y el perro -Cargas policiales a las puertas de Feval  ,.

 Peter Falk, el teniente Colombo y el perro - Cargas policiales a las puertas de Feval ,.  , fotos,.
Resultat d'imatges de Cargas policiales a las puertas de Feval,. 

Cargas policiales a las puertas de Feval. La manifestación convocada en Don Benito por las principales organizaciones agrarias para pedir precios justos del campo se ha visto alterada justo al llegar a la institución ferial.
Resultat d'imatges de el teniente colomboAlgunos asistentes a la manifestación han saltado el cordón de seguridad exterior del recinto de Feval, al que pretendían entrar, por lo que efectivos policiales han tenido que intervenir con cargas contra los manifestantes entre lanzamientos de objetos, garrafas de aceite y huevos. En estos momentos las instalaciones de Feval se encuentran cerradas.
Representantes de las organizaciones agrarias convocantes de esta manifestación han lamentado estos incidentes y han pedido disculpas, tal como ha afirmado el delegado de COAG Juan Moreno.
Resultat d'imatges de teniente colombo y el perroMás de 5.000 personas encabezaban la protesta que ha salido desde la estación de autobuses de Don Benito. Esta convocatoria se celebra coincidiendo con la inauguración de Agroexpo, en la que está previsto que participe en torno a las 13.30 el ministro de Agricultura, Luis Planas, y el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara.







    TITULO:  HOY LE TOCA - Charlotte Delbo,.


La palabra exacta y meditada para describir Auschwitz

foto / La escritora / Eric Schwab,.

La escritora /Eric SchwabSe edita el testimonio meditado de Charlotte Delbo, miembro de la resistencia y superviviente de dos campos de concentración


Algunos de los testimonios de quienes sobrevivieron para contar la abyección de los campos de concentración surgieron como si no hubiera urgencia, con una escritura reposada, como quien habla sin prisa. Una de las mujeres que dejó su voz fue Charlotte Delbo, que comenzó a redactar lo que vivió en Auschwitz y Ravensbrück, mientras se recuperaba, pero tardó dos décadas en publicar el primer volumen de su trilogía. En 1965 se publicó 'Ninguno de nosotros volverá' y cinco años después 'Un conocimiento inútil'. Estos dos primeros tomos se reeditan en España, de manos de Libros del Asteroide y con traducción de Regina López Múñoz.
Delbo no era judía. Era miembro de la resistencia francesa y lo demarca en las primeras páginas de su obra, consciente de las clases que había en ese lugar de aniquilación. «Vosotras podéis tener esperanza, pero nosotras...», cuenta que le responde una prisionera judía que con la mano hace un gesto que «alude al humo que asciende». Ese humo de las chimeneas del crematorio donde se reducían a cenizas los cuerpos de los que morían en las cámaras de gas.
Los relatos más contundentes del genocidio nazi se escribieron en primera persona. Memorias sin artificios de ficción que intentaban abarcar el horror desde el detalle de lo personal. No son demasiados y destaca 'Si esto es un hombre', de Primo Levi, inevitable referencia para quien se acerque a este episodio de la historia. Con el tiempo, otros grandes autores han abordado la cuestión desde distintas perspectivas, recurriendo en ocasiones a la novela, como Imre Kertész, que también fue deportado a Auschwitz en 1944, con quince años; o Patrick Modiano, cuya obra suele rondar los campos de concentración, de los que su padre escapó, escondido en París.

Una sola literatura

La voz de Delbo, sin embargo, se desmarca de estos acercamientos, con formalidad literaria. Ensaya la difícil tarea de describir el horror con hermosas composiciones de la palabra. Con el uso casi indistinto de poesía y prosa, recurre a la belleza literaria para contar el dolor, la supervivencia, la amistad y la indiferencia. Lo bueno y lo malo del ser humano enfrentado a extremas condiciones de crueldad, que la autora no simula ni disfraza. Es su humanidad descarnada durante los 27 meses de cautiverio, entre 1943 y 1945.
Auschwitz no tiene una literatura femenina y otra masculina. No hay forma de separar en géneros los límites de la infamia y la tortura. En la crudeza transmitida a sus lectores, la obra de Delbo es comparable a la de Levi. El sadismo de los nazis, el invierno, la insalubridad del barracón era la misma para unas y otros. También la locura, la insensibilidad, el brillo lejano de la esperanza, la solidaridad.
Con la palabra exacta cuenta la separación de las mujeres y sus hijos para conducirlos a lo «inconcebible». También cómo observaba los cadáveres de sus compañeras como si fueran los maniquíes de su niñez. La perspectiva que domina, además, es la del testigo, como si ella misma pudiera alejarse de allí si se lo propusiera. Pero a la vez rompe la distancia y encarna el hambre, el temblor y la incertidumbre. «Morir no tiene importancia / en definitiva / cuando se hace dignamente / pero / en la diarrea / en el fango / en la sangre / y que dure / que dure tanto», escribe.
Sin acaparar el relato, dejando fluir su testimonio a través de los otros, a veces en plural, otras en primera persona. Hilvana lo que sabe, lo que imagina, lo que vive, lo que le cuentan, y desgrana la cotidianidad de la resistencia individual y colectiva. Delbo sobrevivió. No así otras mujeres de la resistencia. En el mismo convoy que ella viajaban 230, regresaron menos de 50. Sus voces las recoge Delbo, que en algunos pasajes muestra una doble sorpresa. La de vivir y la de ser capaz contar.

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