BLOC CULTURAL,

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domingo, 26 de enero de 2020

BOLIGRAFO Y LIBRETA - EL BINGO - Los reporteros Canal Sur Televisión,. / El Juego Rana - El Juego Oca - El círculo virtuoso ,. / EL JUEGO LA PERA - EL JUEGO RELOJ - ¿Cuántos ministros tiene el Gobierno de España? ,. / El país de El bandazo político con Venezuela revela tensiones en el Gobierno ,. / LIGA FUTBOL - Atlético Madrid -0- Leganés -0-,.

TÍTULO: BOLIGRAFO Y LIBRETA -   EL BINGO - Los reporteros Canal Sur Televisión,.
 
   BOLIGRAFO Y LIBRETA - EL BINGO -  Los reporteros Canal Sur Televisión,. ,. , fotos.


  Los reporteros Canal Sur Televisión,.

 

El cerrojo de Wuhan: Pánico y huida en una ciudad derrotada


El periodista de El MUNDO sale a la calle en Wuhan en busca de los testimonios de los ciudadanos. La situación hoy está bastante más tensa. Hay mucha incertidumbre de lo que va a pasar, de lo que está pasando y de cuánto tiempo vamos a seguir atrapados aquí.
Resultat d'imatges de BOLIGRAFO Y LIBRETA

DOMINGO, 16.00 ( 9.00 EN ESPAÑA)

El letrero indica a los conductores que las calles están cerradas. Prohibido circular. Salvo que sea un transporte de emergencia. Una fila con vallas y bolardos de plástico apiñados impiden la entrada al túnel que te saca del centro de la ciudad. Un policía con mascarilla y gorra, sentado dentro una cabina, me hace gestos con la mano para que me vaya y deje de hacer fotos.
Resultat d'imatges de EL BINGO
En la acera de enfrente, una señora lleva un rato parada ensimismada mirando su móvil. De pronto, la mujer empieza a llorar. Un poco más adelante, un camión está desinfectando la calle. Un operario sujeta una enorme manguera desde la parte trasera del vehículo y rocía todo lo que encuentra por el camino. Una columna de humo nubla una visibilidad ya dañada por la excesiva contaminación.
La situación hoy está bastante más tensa en Wuhan. Hay mucha incertidumbre de lo que va a pasar, de lo que está pasando y de cuánto tiempo vamos a seguir atrapados aquí. Corre el rumor por las redes sociales chinas de que hay gente que está intentando huir de esta ciudad bloqueada como sea y pagando lo que fuera necesario para escapar. Eso sería muy peligroso e irresponsable.
Las cifras de infección ya van por más de 2.000 casos. Repaso el artículo de la revista médica The Lancet en el que explica que el coronavirus puede ocultar sus síntomas y propagarse mucho más rápido. . Minutos después los portavoces de la Comisión Nacional de Salud dicen que, además de que a muchos contagiados los síntomas no se les presenten, desde que uno se infecta puede pasar un periodo de incubación de 10 días hasta que empiece la fiebre o la tos. Un tiempo en el que, aún así, puede transmitir el virus a otras personas.
Había días en los que me preguntaba si quizás en alguna de mis crónicas podría alarmar al lector más de la cuenta. He contado la realidad que yo percibía y la que me contaban desde dentro del epicentro del virus, pero también podría estar equivocado, confuso, obnubilado por las circunstancias, por mi propio miedo. Es cierto que la sensación de pánico vecinal que se podía pensar a miles de kilómetros, en las calles de Wuhan no se percibía ni veía. También porque por verse, no se ve casi nada porque las calles están vacías. Pero ese espacio de temor se ha refugiado en los hospitales.
Muchos aquí miran estos días a un fantasma del pasado, al SARS, aquel virus similar que también salió de China en 2003, se propagó por 37 países asiáticos dejando 774 muertos y más de 8.000 infectados. Pero las comparaciones siempre son odiosas y la mayoría de expertos que se han pronunciado coinciden en que lo que tenemos aquí en Wuhan es menos grave. Esperemos que tengan razón.
Mientras cierro estas líneas veo un poco más de gente por la calle que otros días. Pero tienen otra mirada. Y andan mucho más rápido hacia donde sea que vayan. Aunque estas sólo son impresiones mías.

DOMINGO, 14.00 (7.00 EN ESPAÑA)

En la puerta del Wuhan Central Hospital acaba de llegar una furgoneta repleta de provisiones: mascarillas, desinfectantes, gafas protectoras, trajes quirúrgicos... Los centros médicos habían hecho un llamamiento estos días implorando donaciones porque estaban bajo mínimos. Ya, por fin, han atendido sus súplicas. A igual que en cuanto a la falta de personal, porque ya han llegado más de 1.200 médicos de refuerzo. Y aún queda por finalizar la construcción de los dos nuevos hospitales...
Nada más entrar en el centro, dos doctoras, enfundadas en sus trajes de protección, me toman la temperatura con su termómetro digital. Doy 36,2º. Paseando por el hospital, el quinto que visito esta semana, me llama la atención que por la parte de atrás de muchos de los trajes, los sanitarios tienen escritos una serie de letras en rotulador. Son sus nombres para poder identificarlos. También, alguno, lleva mensajes más especiales y motivadores escritos. Tipo: "Eres el mejor". Saco el móvil y empiezo a hacer fotos.
Hay grandes colas de gente que quiere hacerse los análisis para ver si están contagiados. En las salas hay decenas de nuevos infectados con sus vías y respiradores. Y, más adentro, más habitaciones con los pacientes más veteranos postrados en camas. A muchos los mueven de un sitio a otro constantemente.
En una de las salidas que dan al recinto hospitalario, veo varias de bolsas de basura abiertas con restos de mascarillas usadas, papel y utensilios sanitarios. Eso no debería estar allí.

DOMINGO, 12.00 (5.00 EN ESPAÑA)

De camino para visitar el hospital, hablo con mi compañero Jaime Santirso, de El País, un valiente y gran periodista que anda también por estos lares y que se está escribiendo unas crónicas impecables sobre el terreno. Ambos estamos algo mosqueados porque no sabemos cuándo vamos a poder salir de aquí. Y la noticia de que se van los ciudadanos norteamericanos el martes, nos desconcierta. Compartimos las informaciones que tenemos al respecto. Y después, aunque la situación no está para eso, bromeamos un poco. ¿Nos llevarán a otra provincia y nos meterán en un hotel de lujo con barra libre para mantenernos en cuarentena? ¿Pedro Sánchez vendrá con su Falcon y sus gafas a rescatarnos? Esto último molaría bastante.
El tema es que los chinos no se fían de que los extranjeros que estamos por aquí no estemos infectados, aunque sus termómetros digan que no tenemos fiebre. Y si nos llevan a una de sus ciudades que no están bloqueadas fuera de esta provincia, previo muchas analíticas, se van a tener que hacer cargo de nosotros y ya bastante trabajo tienen. El otro asunto sería que, como va a ocurrir con los norteamericanos, el Gobierno español mande un avión a por nosotros, nos lleve hasta España y nos ponga allí en cuarentena. No sé eso cómo lo vería la gente, los alarmistas que dicen que sin nos traen de vuelta podemos contagiar a los españoles. Y si aquí los chinos han puesto a 56 millones de personas en cuarentena, en nuestra madre patria somos menos.
Además, por un lado al Gobierno se le puede echar mucha gente encima y sería otra polémica con la que lidiar. Recuerden el caso que tuvimos hace unos años con el ébola y el misionero contagiado al que llevaron a Madrid, que falleció, pero que antes infectó a una enfermera. Aunque, por otro lado, Pedro Sánchez and company tienen ahora el lío de Ábalos y Venezuela, y algo así les vendría bien para distraer el foco.
Por ahora, en voz baja, sólo sé que desde la Unión Europea están hablando con Pekín para ver cómo gestionan el caso de los europeos que estamos en las 17 ciudades de la provincia de Hubei que están en cuarentena. Pero esto, por desgracia, va para largo. Lo siento, mamá.

DOMINGO, 11.30 (4.30 EN ESPAÑA)

Al fin he encontrado una tienda abierta en la que venden comida. Por llamarlo de alguna forma. Me he tenido que dar un buen paseo y meterme por un callejón en el que he visto unas pocas personas que salían de allí con bolsas. Eran de fruta. La verdad, eso no me atrevo a comprar. Pero por suerte hay otro comercio que tiene otras cosas: patatas, galletas y bebidas.
Hasta tiene una estantería únicamente de baijiu, el licor más poderoso -y potente- de China. En todo el país hay 400.000 destilería que lo hacen. Te quema el pecho. Pero te pone como una moto -en el sentido de la ebriedad- en un instante. Mis compañeros de piso de Pekín y yo lo conocemos bien. Es nuestro mejor amigo de fiesta.
Pero no, esta vez escojo una coca cola para beber. Y lleno una bolsa entera de patatas, galletas con pepitas de chocolate y más guarrerías que voy encontrando. Mi padre me dijo ayer que en esta situación iba a perder muchos kilos. Comiendo esto todos los días, no lo creo.

DOMINGO, 10.00 (3.00 EN ESPAÑA)

Hablo con Oliver Cuadrado, entrenador de porteros (de fútbol) de Madrid que también está atrapado en Wuhan. Él vive en una urbanización un poco alejada del centro de la ciudad. Allí también residen otros ocho españoles. Todos son académicos y formadores de la cantera del equipo de fútbol de Wuhan, que en antes del virus estaba de pretemporada.

"Al principio estábamos muy tranquilos, pero ahora ya es preocupación lo que tenemos", cuenta Oliver, que me manda unas fotos en las que salen él y sus compañeros españoles celebrando ayer en su casa el Año Nuevo chino. "Viendo el partido del Espanyol y del Barça. Menos mal que estamos todos aquí y las tardes las pasamos juntos, charlando y atendiendo a los medios que nos llaman. Al menos estamos ocupados porque si no esto se haría insoportable", relata.

DOMINGO, 9.00 ( 2.00 EN ESPAÑA)

Pido al recepcionista del hotel que me cambie de habitación. Llevo todos los días en una cueva oscura metida y con tanto trabajo ni siquiera me había dado cuenta. Obviamente, no hay ningún problema. Todas las habitaciones están libres. Hoy sigo estando yo solo en el hotel. Pido una habitación con vistas a la calle.
Al ir al comedor no encuentro nada sólido para desayunar, pero si hay café. Mientras me siento a tomarlo, repaso lo que se está hablando sobre la crisis del virus en Weibo, la red social similar al Twitter que usan en China. Hay muchos homenajes a Liang Wudong, el médico de 61 años que ha fallecido por el virus después de contagiarse al tratar a los pacientes. "Un héroe", lo definen. También leo que el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades comenzará hoy a desarrollar las vacunas.
Respondo a algunos amigos y familiares que me han escrito estos días preocupados: "Estoy bien, esto no es para tanto, está todo controlado, todos los periodistas somos muy exagerados...". Hay que quitar hierro al asunto.

Antes de salir a la calle, el recepcionista me toma la temperatura: 36,4º.

DOMINGO, 1.30 (19.30 DEL SÁBADO EN ESPAÑA)

Estoy leyendo que Estados Unidos y Francia están ultimando la evacuación de los ciudadanos de ambos países y de sus familiares de Wuhan. A los norteamericanos se largarán el martes. Un vuelo hasta San Francisco sacará a los diplomáticos. También a un número "limitado" de ciudadanos.
Eso ha dicho el Departamento de Estado de aquel país. Siempre son los más rápidos. Y eso que Trump y los chinos no se llevan precisamente bien. Bueno, rectifico, ahora que han firmado el acuerdo de la primera fase para, poco a poco, poner fin a una guerra comercial en la que todo el mundo ha salido perdiendo, Pekín y Washington ya son un poco colegas y se lanzan palabras bonitas. Una suerte para los estadounidenses poder salir.
Me consta que desde el Ministerio de Exteriores de España han estudiado también la posibilidad de sacarnos. No sin antes pasar un exhaustivo examen médico y después, en caso de que pudiéramos salir finalmente, estaríamos un tiempo en cuarentena.
Los pocos periodistas y fotógrafos extranjeros que estamos atrapados en esta ciudad tenemos la oportunidad de contar de primera mano lo que está pasando en el epicentro de un virus que asusta al mundo entero. Pero lo cierto es que, tras las últimas noticias, ahora yo creo que todos, o al menos casi todos, queremos salir.

SÁBADO, 21.30 (16.30 EN ESPAÑA)

En mi búsqueda de algo sustancioso y salado que llevarme a al boca, después de presenciar una disputa entre dos hombres por una tarta en un supermercado desabastecido, encuentro una pequeña tienda escondida al fondo de un callejón, a pocos metros de la iglesia de Hankou. Si, un templo cristiano en medio de un virus letal. Y encima tocan las campanas varias veces al día. Algo de ruido hogareño no viene mal para romper de vez en cuando la monotonía del silencio en Wuhan.
Aunque, de pronto, me acuerdo de un comentario en Twitter que había puesto mi compañera Laura Garófano: "Durante las epidemias de viruela se avivaban los contagios por acudir a misas. El clero las convocaba, extraordinarias, para rezar por que parase la propagación".
En la tienda únicamente hay dos opciones para alimentarse para una persona que está viviendo estos días en una habitación de hotel: una caja de galletas Oreo o bolsas de patatas chinas, bien precintadas y sin ningún dibujo que especifique lo que es exactamente. Ante la duda, escojo lo primero. La dependienta está mirando el televisor. En uno de los canales de la cadena pública, la CGTN, están poniendo imágenes de los hospitales de Wuhan y de la gente haciendo cola para que les hagan análisis y les digan si están contagiados.
Fuera está lloviendo con fuerza. Ni siquiera el clima ha dado un respiro en toda la semana a esta triste ciudad.

Sábado, 16.00 (9.00 en España)

Año Nuevo chino. El año de la rata. El año de la prosperidad, apunta el horóscopo. Aunque haya empezado con mal pie, bueno, con mal virus. Wuhan está constipado. Lo sabe bien la chica del distrito de Xinzhou. Un amigo en común nos ha puesto en contacto. Ella lleva ya tres días encerrada en casa. No quiere dar su nombre, pero sí su Telegram. En su perfil tiene una foto de un dibujo manga.
Mi nefasto chino ella lo suple con su perfecto inglés. Quiere contar cómo su familia está viviendo estos días en una ciudad en cuarentena. Y en fiestas. "Otros años, en el primer día de Año Nuevo, siempre hacíamos fuegos y los niños estaban en la calle jugando con sus amigos. Hoy tendríamos que estar recibiendo visitas de amigos, visitando las casas de nuestros familiares y comiendo en casa de los ancianos. Pero hoy nadie llama a nuestra puerta para darnos su bendición. Tampoco nos atrevemos a salir nosotros", explica la chica.
"Afortunadamente en nuestro edificio no conocemos ningún caso de contagio. Pero en el de al lado, toda la comunidad está infectada. Por eso de aquí no nos vamos a mover. Tenemos dos neveras llenas con comida para aguantar estos días".
-¿Hay miedo?
-Un poco. O, al menos, un sentimiento de prudencia. Nos quedamos todo el día en casa y seguimos las noticias. Pero no sabemos cuál es la verdad y cuál no. Pocos conocen lo que pasar realmente allí fuera. El gobierno dice que que la situación está bien, que está controlada. Pero vemos los vídeos de Twitter y WeChat vemos que hay muchísima gente infectada por todos lados. No sabemos hasta cuando durará esta situación.
Es hora de volver un rato al hotel. De camino, únicamente encuentro una tienda abierta en la que sólo les queda una especie de maíz empanado y refrescos. Entra más o menos en la normalidad que este día festivo esté casi todo cerrado. Aunque este sábado parece de todo menos precisamente eso: una fiesta.

Sábado, 14.30 ( 6.30 en España)

La niebla -que en realidad es contaminación- baña el paseo por la orilla arenosa del río Yangtze, que divide Wuhan en dos partes. Miro el móvil para actualizarme con los nuevos datos: 1.330 casos diagnosticados con el coronavirus en toda China, 41 muertos y 38 curados. Además, leo que se han descubierto nuevos contagios en Francia, Australia, Malasia y otro más en Estados Unidos.
También leo que entre las nuevas víctimas mortales se encuentra uno de los médicos que ha estado atendiendo a los pacientes. Y veo un vídeo de un grupo de sanitarios vestidos con los trajes anti infecciones felicitando el Año Nuevo y las primeras imágenes microscópicas electrónicas que han salido del coronavirus.
Me hago unas fotos y algún vídeo con el agua y los grandes edificios de fondo. No se escucha nada más que el sonido de las olas golpear la orilla. A pocos metros de allí, hay un museo al aire libre con estatuas chinas que recrean varios momentos de la historia. He hecho nuevos amigos. Y, por supuesto, me hago selfies con ellos.
Antes de partir a mi próxima cita vuelvo a consultar el noticiero y me fijo en la portada de uno de los principales periódico de Wuhan. En su titular destaca en grande una frase que dijo ayer el presidente de China, Xi Jinping, durante su discurso por el Año Nuevo Lunar: "Es un gran momento histórico para la civilización china". Debajo del titular había una foto enorme de siete médicos, con sus trajes de protección, observando a una paciente con tubos por todos lados que fue contagiada por el coronavirus.

Sábado, 11.00 (4.00 en España)

En la entrada del Hankou Hospital hay tres hombres que se han retirado la mascarilla para fumarse un cigarrillo. Es el cuarto hospital de Wuhan que visito esta semana. Y, como los otros, en este también hay caos y colapso. Hace días que los médicos están agotados. Lo han denunciado en las redes sociales mediante vídeos. Algo que no es habitual en China. El tema de saltarse la censura impuesta por el régimen, me refiero. Aunque, lo cierto, es que muchos de esos vídeos ya se borraron en la popular red social del país: Weibo. Pero antes, dieron el salto a Twitter. Hablo de imágenes en las que salen pacientes desplomándose en el suelo, perdiendo la paciencia en los hospitales e, incluso, de fallecidos en los pasillos tapados con sábanas.
A la entrada del Hankou Hospital me hacen un control de temperatura con un termómetro digital. Doy 36º. Todo en orden. Lo primero que se ve es una larga cola de gente esperando. Muchos están nerviosos. Hay gritos y algún empujón. Un poco más adentro, en una de las salas, hay decenas de pacientes sentados con los sueros y las vías intravenosas puestas.
Otra vez fuera, en la puerta, hablamos con un hombre que esta apoyado en una esquina. Dice que se llama Zheng y que ha acudido esta mañana para ver si estaba infectado porque se ha levantado con mucha tos. Aunque no tiene fiebre. También cuenta que tiene a dos familiares (una prima y un tío) ingresados en el centro desde hace una semana. Al lado de Zheng, otro hombre protesta porque le han dicho que tiene que hacer cola para ser atendido y asegura que a la mayoría de gente que aguarda en la fila no le pasa nada y que a él le deberían de colar.
Sigo recopilando testimonios dentro del cetro. Esta vez, el bueno de Zheng, que habla más o menos inglés, se ha ofrecido a ayudarme con la traducción. Toca ir a por los pacientes. Pero eso irá en otra crónica más adelante.

Sábado, 9.30 (2.30 en España)

Hoy he salido del hotel con el estómago lleno. Sigo siendo la única persona alojada que hay. Uno se siente un poco como en El Resplandor si contamos que el hotel tiene más de 500 habitaciones, mucha luz, amplios pasillos...
Bueno, a lo que iba es que esta mañana una de las cocineras me ha hecho un plato de tallarines muy ricos para desayunar. Y el recepcionista me ha dado cinco mascarillas más, además de tomarme la temperatura y comprobar que no tenía fiebre. "Hoy es un día triste", me dice el chico.
Las calles están prácticamente vacías. Los comercios, salvo algún local esporádicamente funcionando, están cerrados. Aunque tampoco es raro en esta fecha festiva. Hay empleados de la limpieza que están desinfectando las aceras. Y algunos pocos transeúntes dando un paseo con calma. Algunos, incluso, van vestidos con algo similar a un pijama. Salvo por los controles espontáneos de temperatura en medio de las calles, no se atisba ningún pánico. Ese espacio de histeria colectiva que uno puede creer desde la distancia que hay en Wuhan, únicamente se reserva para una zona muy concreta: dentro de los hospitales.
Al mirar un Didi (la aplicación china similar al Uber) no me sale ninguno. Ni siquiera para pedir un taxi. Al intentarlo aparece continuamente un mensaje que dice que para "prevenir la propagación de la enfermedad, Didi ha suspendido todos sus servicios en la ciudad". Después añade que recuerde ponerme la mascarilla y que si siento algún síntoma de fiebre que acuda al hospital. Muy bien. Para ir con prisas porque apenas pasan taxis por la calle. Y los que hay están ocupados o no paran. Concretamente, pasan 50 minutos y una buena caminata hasta que un buen samaritano que conduce un taxi accede a llevarme a mi siguiente destino.

Sábado, 00.30 ( 17.30 del viernes en España)

Fuera, sigue lloviendo. Repaso el mensaje que me había llegado de Ariel Yuan en plena oscuridad. La de mi habitación de hotel donde se había ido la luz. La de la noche de Wuhan. La de los farolillos sin encender de la calle Hezuo Road. La de un Año Nuevo chino más apagado de lo normal. Al menos, de puertas para fuera. Porque, dentro de la anormalidad que vive estos días el epicentro del coronavirus aún sin un nombre fácil de digerir (técnicamente lo han llamado 2019-nCoV), Ariel ha hecho algo normal: cenar en familia para celebrar la festividad.

"¿Cómo lo estás celebrando tú?", me preguntaba por WeChat -aplicación china similar al WhatsApp- después de mandar la imagen de dos bandejas de Dim sum caseros que ha preparado su madre. Después envía otra captura de una mesa alargada con 15 platos típicos: pato, langostinos, pollo con espárragos, vísceras, ensalada de remolacha, estofado, merluza...
"Yo aquí... escribiendo. ¡Feliz Año Nuevo!", le respondí. Ariel vive en Shanghai, pero volvió a Wuhan antes de que esta ciudad se convirtiera en una urbe totalmente bloqueada. Después de hablar con ella, consulto las últimas actualizaciones de noticias para actualizar mi artículo: ya hay una decena de ciudades atrapadas en la provincia de Hubei. En total son 41 millones de personas atrapadas.
Es como si en Europa pusieran a la vez en cuarentena a Bélgica, Holanda, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania y Eslovenia. Todos los transportes están cerrados. Nadie puede entrar ni salir. Ni por tierra, mar o aire. Concretamente, durante toda esta última jornada, en las salidas de la ciudad alguno lo ha intentado por coche. Pero, salvo que se tenga el permiso certificado de algún funcionario de salud, la policía para a los conductores, los toma la temperatura con un termómetro digital y les hace dar media vuelta.
También leo que en los medios chinos que las autoridades de Wuhan han empezado a construir en la periferia un hospital con 1.000 camas únicamente para infectados. Y que estará terminado el 3 de febrero. Si, tan sólo en 10 días. Les parecerá asombroso, pero cuando hubo la crisis del SARS en 2003 - el virus que comparte parentesco con el de Wuhan y que salió de de la provincia de Guangdong y se propagó por 37 países asiáticos dejando 774 muertos y más de 8.000 infectados- en Pekín se construyó un hospital, el de Xiaotangshan, en siete días.
Dicen que este nuevo centro ocupará una superficie de 25.000 metros cuadrados y ya hay 400 médicos de Shanghai y de Guadong que se van a desplazar a Wuhan para ocupar las plazas. El propósito, a parte de tratar a los infectados, es buscar la fuente originaria del virus, es decir, al animal salvaje que se vendía en el mercado donde brotó.
Por último repaso los datos de cómo la economía y el turismo de China se está tambaleando un poco estos días por el virus. Y en la capital, en Pekín, hasta se ha cerrado la Ciudad Prohibida. Vaya Año Nuevo más triste que se les viene encima a los pobres.

Viernes, 02.00 (19.00 del jueves en España)

Acabo de enviar al periódico las últimas fotos. No quiero volver a mirar el email ni el WhatsApp porque está lleno de mensajes de compañeros de televisiones y radios (tanto nacionales como latinoamericanas) que piden una colaboración desde el epicentro del virus. Especialmente, para las teles, un vídeo grabado explicando lo que pasa sobre el terrero. Y, a ser posible, que se vea el mercado de pescados y animales salvajes donde salió el brote.
Lo que si que hago antes de acostarme es repasar las últimas actualizaciones de los datos e informaciones sobre el coronavirus de Wuhan: más infectados y muertos, ya ha llegado también hasta Vietnam y Singapur... Y contesto a mi madre, que me dice que a ver si la llamo mañana, que va a estar con mi abuela y que están muy preocupadas.
Ya en la cama, miro por última vez el móvil. Y me entra una curiosidad: ¿funcionará el Tinder chino en una ciudad en cuarentena? Enciendo el TanTan, que así es como se llama aquí, y empiezo a echar un vistazo. Hay chicas bastante monas a poca distancia. Pero, de pronto, me llega un superlike de Simon. Un chaval cuya primera foto que me aparece es un selfie delante del espejo sin camiseta, enseñando abdominales. Buenas noches.

Viernes, 08.30 (01.00 en España)

Wuhan ha amanecido como se acostó: mojada y en cuarentena. La lluvia no cesa. En el hotel sigo estando yo solo. Ni un cliente más alojado. El día anterior ni siquiera había desayuno. Menos mal que tengo unas pocas de provisiones que me sobraron de ayer: una bolsa de almendras y bolas rellenas de pasas y una cosa rara más pegajosa y súper dulce que no sé que es.
En cambio, nada más bajar a la recepción con la intención de salir y coger un taxi que me lleve hasta un hospital, me encuentro que una señora sale de la cocina y me dice que hoy sí que hay desayuno. Y encima gratis. Me saca un plato de tallarines duros con cebolla y baozi -pan relleno al vapor- de carne. El baozi está muy rico. Ah, y también funciona la máquina de café. Que buena forma de empezar el día.

Viernes, 10.00 (3 en España)

Después de un buen rato esperando a que la aplicación de Didi (similar al uber en España) me respondiera, al final aparece un taxi que me lleva a ver cómo está la situación en uno de los 12 hospitales de la ciudad donde están ingresados los pacientes contagiados. En este caso, quiero visitar uno de los más grandes, el Tongji Hospital.
Al llegar, me equivoco de puerta y aparezco en el área de pediatría. Hay muchos niños con mascarillas en los pasillos. Algunos portan vías intravenosas. Y otros tantos están con sus padres haciendo cola para que un médico les haga una revisión y certifique si tienen el virus.
Nada más entrar al centro médico uno se choca con una escena protagonizada por gente con mascarilla que deambula de un lado para otro, personas tumbadas en los asientos, otros con las vías puestas y los sanitarios que van engalanados con su traje anti infecciones. En la puerta hay un policía, con un brazalete con los símbolos del Partido Comunista, que pide que no haga ninguna foto. Ante la duda, insiste en que le enseñe las últimas imágenes que he hecho con mi móvil. Aunque lo bueno de no poder entenderte en ningún idioma con la persona que te está echando la bronca es que puedes hacerte el tonto, darte media vuelta e irte.

Viernes, 12.30 (5.30 en España)

No hay prácticamente nadie por las calles del centro de Wuhan. Apenas se ve a unos pocos trabajadores de la limpieza y algún operario. Hay mucho miedo al contagio en las horas previas al Año Nuevo. Por ello la gente prefiere quedarse en sus casas. Llevan así tres días. Y ayer, tras el cierre completo de la ciudad, todo se vació aún más.
Menos mal que está el bueno de Chou paseándose con su moto y parando a cada viandante que ve para tomar la temperatura con su termómetro digital. Yo doy 36º. Chou se ríe y hace una señal de aprobación con el dedo, se sube a su moto y sigue con su ruta.
Paseando por Jianhan Road, dentro del distrito comercial de Wuhan, uno se topa con infinidad de tiendas y comercios de todo tipo a ambos lados de la calle. Pero todos están cerrados. Los supermercados, algo más alejados, también. Sólo encuentro una tienda de fruta abierta llena de globos hasta que... Bingo. Un sito donde te venden una especie de sándwiches de atún, jamón york y maíz envueltos en una capa de queso caramelizado. Hacía día y medio que no veía algo más o menos sustancioso para comer. Y había que aprovechar la oportunidad: he comprado los suficientes sándwiches como para meterme al cuerpo las calorías que necesito al menos un par de días para aguantar la cuarentena.
De vuelta al hotel para comerme el manjar en la habitación, me encuentro con la única tienda -por llamarlo de alguna forma- abierta que tiene algo no comestible. Es una carpa en medio de la calle que vende peluches de Hello Kitty. Cerca, hay varias estatuas de Mickey Mouse junto a un Pato Donald en patinete, al lado está Bugs Bunny tirado en un sillón fumándose un puro... Y una pareja de gigantes de metal besándose.

Viernes, 14.00 (7.00 en España)

Justo antes de mandar esta crónica, alguien llama a la puerta de la habitación 532 del céntrico hotel de Wuhan. Es el gerente. Hombre alto, corpulento y con una gran mascarilla quirúrgica azul que le cubre el rostro. Parlotea algo de inglés. Lo justo para explicar que viene a dos cosas: la primera, a tomarme la temperatura. Del bolsillo de la cazadora saca un termómetro digital blanco, me enfoca a la frente y... luz verde, justo 36º. Todo en orden, no hay que ir corriendo al hospital para que me digan si estoy o no infectado por el coronavirus después de pasar cuatro días en el epicentro de esta rara neumonía.
Lo otro que quiere el gerente es entregarme una carta. "¡Happy New Year!", es lo primero que se ve debajo de mi nombre junto a un paréntesis que duda de si soy "Sir o Madam". No hay que olvidar que esta noche es la gran cena por el Año Nuevo Lunar. Una fiesta que este año se entona muy triste por el tema del virus. "Lo siento", vuelve a decir el gerente antes de que empiece a leer la misiva. En un papel rosa pone que los empleados del hotel no pueden venir a trabajar porque, debido al nuevo coronavirus, la ciudad ha suspendido todos los transportes...
"Debajo del todo está mi número de teléfono. Si por la noche te encuentras mal, tienes tos o te duele algo, me llamas corriendo", interrumpe el amable gerente. "¡Happy New Year!", suelta de nuevo al despedirse. Hago el amago inconsciente de darle la mano como agradecimiento por su atención. Él me mira, se ríe, niega con la cabeza y se larga.


 TITULO: El Juego Rana - El Juego Oca - El círculo virtuoso,.

El Juego Rana - El Juego Oca -  El círculo virtuoso  , fotos,.

 

El círculo virtuoso,.

Los Oscar no necesariamente premian la calidad cinematográfica,.

El círculo virtuoso

En esta época del año, entre cinéfilos, nuestro lugar de retorno anual es la discusión sobre si los premios Oscar merecen o no todas nuestra atención. Horas y horas de esta discusión que, paradójicamente, demuestran que por supuesto merecen nuestra atención. ¿Reflejan los Oscar un premio objetivo al mejor cine del año? Vamos a dar un paseo.
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Resultat d'imatges de El Juego Oca
En 1929 la película ganadora del Oscar fue 'Melodías de Broadway'. No era una película especialmente brillante pero Hollywood celebraba con ella la llegada del sonido y, por tanto, la creación del género musical. En 1942, con los vientos de guerra presentes en la sociedad se premió a 'La Señora Miniver'. Un canto al alistamiento y a las mujeres que se quedaban en USA mientras sus maridos iban al frente. Colgadas quedaron 'Ser o no ser', 'Ciudadano Kane' o 'El Halcón Maltés'. Llegado 1946, acabada la guerra, arrasó 'Los mejores años de nuestra vida'. Una llamada a que la sociedad acogiese a los soldados que regresaban. La película era, además, una auténtica obra maestra, aunque se obviaban joyas como 'Qué bello es vivir' o 'Duelo al sol'. Y estamos en 1954. En plena caza de brujas, el premio fue para 'La ley del silencio'. Película que defendía la delación para limpiar la imagen de aquellos que estaban colaborando en la Caza de Brujas. Maravillas como 'La ventana indiscreta' o 'Johnny Guitar' tuvieron la pedrea.
1959. La amenaza de la televisión llevó a premiar esa década películas grandes que ofrecían lo que la pantalla pequeña no podía. Cinemascope, grandiosidad. Ese año gana 'Ben-Hur' frente a 'Río Bravo' o 'Anatomía de un asesinato'. En el 69 la industria percibe que su público más fiel es el adulto. Es el año de premiar películas más duras como 'Midnight Cowboy' frente a grandes pelis como 'Dos hombres y un destino' o 'Grupo salvaje'. Y llegarían los 70 con premios a películas adultas como 'El Padrino' o 'Annie Hall' hasta la crisis de Vietnam, Que llevaría el premio a 'El cazador' en 1978 frente a 'Superman' o 'Encuentros en la tercera fase'. En 1989 tocaban los duros sucesos racistas en América. La Academia decide premiar a 'Paseando a Miss Daisy'. Es el año de 'Mi pie izquierdo' o 'El club de los poetas muertos'. Y en 2010 las que escuecen aún son las heridas de la Guerra de Irak y es 'En tierra hostil' la que gana el premio frente a 'Malditos bastardos' o 'Up'.
Los premios Oscar no necesariamente premian la calidad cinematográfica. No al menos es lo determinante a la hora de que la Academia los dé. Muchos factores influyen. La situación concreta de la industria ese año, una estrella que les interesa destacar, la política del momento y un cúmulo de etcéteras.
Podemos quejarnos, claro, pero son ellos dándose premios a ellos mismos y, sobre todo, debemos dejar de pensar que es algo reciente. Desde el principio ha sido así. Por eso hay que asumirlo y dejar que pasen los años para decidir si acertaron. Y, eso sí, esperar al año que viene para tener exactamente la misma discusión. Benditos círculos viciosos.

 

TITULO:  EL JUEGO LA PERA - EL JUEGO RELOJ - ¿Cuántos ministros tiene el Gobierno de España? ,.

  EL JUEGO LA PERA - EL JUEGO RELOJ - ¿Cuántos ministros tiene el Gobierno de España?  , fotos. 

 

¿Cuántos ministros tiene el Gobierno de España?

El nuevo Consejo de Ministros del Gobierno de España, está formado por 23 miembros, con cuatro vicepresidencias y 18 ministros
Sánchez e Iglesias, en su comparecencia sin preguntas,.
Resultat d'imatges de EL JUEGO RELOJEl nuevo Consejo de Ministros del Gobierno de España, está formado por 23 miembros: Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, cuatro vicepresidencias (Carmen Calvo, Nadia Calviño, Pablo Iglesias y Teresa Ribera) y 18 ministros y ministras. Sánchez al margen, 11 de los componentes del gabinete son hombres y también 11 mujeres, respetando la paridad. Esa misma cifra, 11 son los ministros que repiten respecto al anterior Gobierno.
El Consejo de Ministros queda así (en los enlaces puedes consultar el sueldo público de cada miembro del Gobierno):
Composición del nuevo Gobierno de España | (EFE)
Este Gobierno es el de mayor tamaño desde los de Adolfo Suárez, que llegó a contar con gabinetes de hasta 24 miembros.

 

TITULO:  El país de El bandazo político con Venezuela revela tensiones en el Gobierno ,.

El Martes -28- Enero 22:00 por la Sexta,foto.

 

El bandazo político con Venezuela revela tensiones en el Gobierno,.

Carmen Calvo e Iván Redondo discutieron el viernes con Pedro Sánchez todas las opciones para atajar la crisis,.
José Luis Ábalos, ayer, en el Comité Nacional del PSdeG, en... José Luis Ábalos, ayer, en el Comité Nacional del PSdeG, en Santiago de Compostela. EUROPA PRESS
La decisión de Pedro Sánchez de no recibir en La Moncloa al presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, así reconocido por el propio Gobierno de España y por la Unión Europea, se suma al rocambolesco episodio protagonizado por el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, encontrándose de madrugada en Barajas con la vicepresidenta de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, uno de los 25 dirigentes venezolanos sobre los que pesa la prohibición de ingreso en territorio Schengen. Este bandazo radical en la política exterior, y el rosario de distintas versiones sobre la visita nocturna del ministro y número tres del PSOE, ponen de manifiesto el desconcierto que existe en el seno del Gobierno de coalición, uno de cuyos socios -Unidas Podemos- defiende a capa y espada el régimen tiránico de Maduro.
La sorprendente posición del Gobierno sin que mediara explicación alguna del viraje respecto a la decisión adoptada hace un año deja al desnudo las grietas en el seno de un Ejecutivo en el que la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, insiste en el reconocimiento pleno de Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional y presidente encargado de Venezuela, mientras el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, se refiere a él como «un político muy importante de la oposición» al que, añade, «la propia oposición le ha quitado el cargo de presidente de la Asamblea Nacional».
La confusión ha adquirido tintes de esperpento con el encuentro, primero negado, luego tachado de fortuito y finalmente aceptado con el conocimiento de tres ministros -González Laya, Grande-Marlaska y el propio Ábalos- entre el titular de Transportes y la vicepresidenta de Maduro. Un encuentro que se intentó mantener en secreto y que, nada más desvelarse, fue tachado de clandestino e indigno por la oposición -PP, Vox y Ciudadanos-, que no ha dudado en reclamar la dimisión del ministro.

Minigabinete para la 'crisis Ábalos'

La situación se enredó tanto que el viernes, a última hora, Sánchez convocó un mini gabinete para afrontar la crisis Ábalos, como se refieren a ella en Moncloa. Fuentes de Presidencia afirman que tras visitar las zonas afectadas por el temporal Gloria, el presidente decidió reunirse con sus más próximos para dar solución al caos informativo, político y diplomático abierto tras el encuentro entre el ministro y la vicepresidenta venezolana.
Según explican a este periódico fuentes cercanas al gabinete de Sánchez, la reunión se produjo poco después de que el ministro Ábalos expusiera su última versión sobre el encuentro con Delcy Rodríguez.
A la llamada del presidente acudieron la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y el jefe de Gabinete, Iván Redondo. Sobre la mesa, añaden las fuentes, se pusieron varias opciones e incluso se llegó a sugerir la posibilidad de contemplar la dimisión de Ábalos. Finalmente se acordó avalar al ministro y apoyar su última explicación. Esto es: que acudió a Barajas a encontrarse con su amigo el ministro de Turismo de Venezuela y, previamente advertido por los titulares de Interior y Exteriores, aprovechó la ocasión para advertir a Delcy Rodríguez de que su entrada en territorio español estaba prohibida. Ayer, a media mañana, Sánchez, que hasta entonces había evitado las preguntas de la prensa, se prestó a ofrecer la versión definitivamente pactada tras dos días de silencio: Ábalos se encontró con Delcy Rodríguez «para evitar un conflicto diplomático» con los socios de la UE, «y lo logró». De paso, el presidente aprovechó para arremeter contra la oposición.
El episodio, no obstante, ha generado heridas. El ministro de Transportes dejó entrever su malestar en una comparecencia de partido en Santiago de Compostela: «Yo he venido para quedarme y no me echa nadie; otros quizá estén en la política de paso (...) Yo estoy en esto desde el año 76, no estoy en una aventura».
Unos interpretaron que respondía así a las exigencias de dimisión por parte de la oposición -el líder del PP, Pablo Casado, advirtió ayer de que llevará este asunto al Parlamento y al ámbito europeo y, junto a Ciudadanos, está dispuesto a pedir una comisión de investigación en el Congreso-; otros, en cambio, pusieron el foco del malestar del ministro en círculos de La Moncloa.

La polémica saltará al Congreso

Comisión de Investigación. El Partido Popular y Ciudadanos se preparan ya para llevar al Congreso el giro de Sánchez en relación con Venezuela y el estrambótico encuentro entre el ministro Ábalos y la vicepresidenta de Maduro. Ambas fuerzas políticas estudian plantear una comisión de investigación sobre este último episodio. Comparecencias. En cuanto el Congreso comience a funcionar con su rutina ordinaria en la segunda semana de febrero, la oposición reclamará, además de explicaciones al presidente del Gobierno y al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, la comparecencia del titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, para que explique la presencia de Delcy Rodríguez, vetada por la UE, en el aeropuerto de Barajas.

 TITULO: LIGA FUTBOL -  Atlético Madrid -0-  Leganés -0-,.

 Resultado Final -  Atlético Madrid -0-  Leganés -0-, foto,.

Resultat d'imatges de Atlético Madrid -0-  Leganés -0-, foto,.El Atlético se enquista,.

Los rojiblancos empataron ante un Leganés que llegaba colista y dominó gran parte del partido. Cuéllar expulsado por perder tiempo en un final que llenaron los nervios.

Fueron los últimos minutos del partido irrespirables. Con una tensión altísima, llena de pitos, silbidos y un Atlético desquiciado e incapaz de ganarle al colista de LaLiga. Qué larga se le está haciendo esta transición, partido a partido. Encara cada partido como si llevara todo el peso de los problemas del mundo sobre los hombros. A veces, en el fútbol, ocurren cosas así. Cosas como que tu lateral titular se lesiona (Trippier, molestias por pubalgia) y tu suplente también (Arias, aductor, tres semanas KO), así que debes mirar hacia el fondo de tu banquillo y soplarle el polvo a un fichaje de 2016, Vrsaljko, que ponía unos centros precisos, medios goles, pero que no funcionó, y se fue a Milán, al Inter, y se rompió la rodilla, y regresó para recuperarse, sólo eso, pero que en una mañana fría de enero ahí estaba de nuevo, escuchando desde la hierba el Thunder Trucks del Metropolitano inicia todos sus partidos, para volver a jugar once meses después de la última vez en general y veinte de la rojiblanca. En la retransmisión de televisión no tenía ni foto.
Es lo que tiene este Atleti y sus lesiones, este Atleti y sus plantillas tan cortas y apuradas, que uno que no cuenta nada es de pronto titular en esta mañana llena de obligaciones. Porque al Atleti no le quedaba otra que eso. Tratar de ganar y volver a ganar tras Eibar, León. El pasado estaba ante su puerta. El Vasco Aguirre con su Leganés un colista que nunca lo pareció. Tenía un plan y le funcionó perfecto: todo defensas.
Salió con nueve, con una línea de cinco y otra de cuatro por delante y suyo fue el primer córner del partido. Regalo rojiblanco después de una falta de entendimiento entre Felipe y Oblak. Los primeros diez minutos tendrían todos los ingredientes de una película de terror, tantos fantasmas recientes. Intenso el Leganés, tenía el control, la confianza, los pases por dentro y también las oportunidades. Rodrigues desde la frontal, chut raso de Braithwaite. Pero a la portería rojiblanca había regresado Oblak. Paró ambos, obvio. Sus milagros es lo único que nunca está de tránsito en el Atlético. Por delante, su equipo no hacía más que chocarse contra la muralla pepinera, incapaz de enlazar dos pases seguidos más allá de un intento de jugada maradoniana de João Félix que cortó Awaziem con una amarilla.
La grada, mientras, debatía. Si había tímidos pitos, más alto, mucho más alto se escuchaba el grito de guerra de los últimos ocho años. Ole, ole, ole, Cholo Simeone. Sobre la hierba el Atlético tenía su primera ocasión, un centro de Lodi que peinó Awaziem y Correa, solo, envió por encima del larguero. El hombre de negro nunca ha sentido tan estrecho el traje. Todo lo que veía era un despropósito. Pérdidas de Thomas, pérdidas de Saúl, imprecisiones. Todos los rebotes para un Leganés que manejaba Roque Mesa ante un Atlético sin moral, que parecía jugar en blanco y negro.
Todo pudo cambiar cuando Morata y Correa se escaparon en una contra, todo zancadas, metros por delante, el muro abierto, sólo protegido por cuatro rivales. Pero el último ladrillo del Vasco, Cuéllar, despejó la volea de Morata. El muro a sus espaldas volvía a ocupar todos los metros. Bustinza sesgaba por el tobillo un regate de Correa. Cuando llegó el descanso, Vitolo estaba preparado para entrar nada más regresara el partido.
El sacrificado fue Llorente quien, por cierto, en 45 minutos sólo había perdido un balón. Nada más pisar la hierba, João Félix le filtró un balón de gol que entre el canario y Correa estropearon, se estorbaron. No tendrá gol pero sí pases. Muchos pases. Pero ningún compañero es capaz de aprovechar su privilegiada visión entre líneas. Y, así, complicado. João Félix era un vergel en un desierto. Seguía dominando el Leganés mientras el Atlético seguía siendo la M-30 en un día de lluvia, el atasco infinito. Centros laterales hacia ningún lugar con el Cholo haciendo tetris con el equipo. 4-3-3, 4-4-2 con Saúl y Thomas en el doble pivote, 4-2-3-1, con Saúl como segundo delantero, un mareo para nada: las ocasiones seguían siendo todas del Leganés. Y Aguirre sumaba a Ruibal a Braithwaite para reservar a un Eraso que se jugó la expulsión en una patada a Lodi de las que duelen. Simeone sentaba a Correa para que entrara Herrera. Había pitos, el Atlético encerrado, Braithwaite con la pierna cargada y los rojiblancos perdidos en la búsqueda de sí mismo. Le falta gol, sí, pero sobre todo líderes, el coraje de hombres como Gabi o Godín, esos que aún estaban en el último partido con el Atlético que había jugado Vrsaljko, la Europa League de Lyon.
A la desesperada y esa heróica que lleva cosida siempre al escudo se lanzó el Atlético sobre los diez minutos finales. Con delanteros lo hizo Aguirre, Carrillo sumado a Ruibal y Braithwaite, para desaparecer. Era Vitolo el mejor del partido, otro día más, el único con intención, desborde, unos a unos y casi un Goya. Porque se dejó caer ante la entrada de Recio con una gran actuación. Pareció de verdad, pero a Mateu Lahoz no le engañó. Un Mateu que tampoco le sacó la amarilla a Felipe (quinta) después de que el brasileño se volviera loco tras una acción con Rosales. Pidió penalti, no lo pareció. El desquicie llenó los últimos minutos. El Atlético lanzando córners en corto ridículos, Cuéllar expulsado por perder tiempo, los decibelios altísimos, Silva obligado portero y Cuéllar perdiendo tiempo hasta de camino a los vestuarios. Expulsado en el 92:50 abandonó el campo cuatro minutos después. Una opereta dantesca para cerrar otra, en lo que se ha convertido este Atlético.

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