BLOC CULTURAL,

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miércoles, 28 de febrero de 2018

LUCKY LUKE - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS Y UN PAIS PARA COMERSELO -Una capilla que recupera vida./ Campo de Estrellas Real Madrid TV - La Quinta del Buitre: Blancas pastillas efervescentes ,.

TITULO: LUCKY LUKE - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS Y UN PAIS PARA COMERSELO - Una capilla que recupera vida.

LUCKY LUKE - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS Y UN PAIS PARA COMERSELO - Una capilla que recupera vida, fotos.

Una capilla que recupera vida,.



Capilla de Santa Isabel, que en la actualidad se encuentra en estado ruinoso. :: f. h./
Capilla de Santa Isabel, que en la actualidad se encuentra en estado ruinoso.

Esta semana el alcalde y el vicario general de la archidiócesis, Mateo Blanco, han firmado el convenio para poder rehabilitar la de Santa Isabel,.


Resultat d'imatges de tapas y barras fotosEs uno de los símbolos del barrio de Conquistadores y, pese a su estado ruinoso, siempre logra captar la mirada del paseante. Quizás por sus influencias neoclásicas y neogóticas, o por su ubicación, justo enfrente del recinto ferial, este edificio posea un efecto imán para la vista.
De hecho, la capilla de Santa Isabel de Villanueva de la Serena ha llegado a ilustrar uno de los libros de cabecera de todo villanovense, 'Estampas Seronas', escrito por el cronista oficial, Antonio Barrantes.
Resultat d'imatges de UN PAIS PARA COMERSELOPues bien, una vez que los escombros han devorado parte del edificio, y después de mucho tiempo de negociación, esta semana por fin el vicario general de la archidiócesis de Mérida-Badajoz, Mateo Blanco, y el alcalde villanovense, Miguel Ángel Gallardo, firmaban el convenio de colaboración que permitirá al Ayuntamiento la rehabilitación de la capilla de Santa Isabel.
La Iglesia también cede los 15.000 metros cuadrados colindantes al templo, donde se hará un parqueUna vez que esté reparado, el edificio tendrá un uso social para la reunión de vecinos
Una construcción religiosa que data de 1893, y que en la actualidad se encuentra en muy mal estado de conservación, prácticamente en ruinas. Un edificio en el que si no se actúa de forma rápida para consolidar su estructura, podría desaparecer.
Resultat d'imatges de LUCKY LUKEEl edificio está ubicado en las inmediaciones de la calle Charco del Bicho y rodeado por unos terrenos, también propiedad de la iglesia, con una superficie de algo más de una hectárea y que en un futuro próximo se convertirá en un espacio verde.
Así lo ha dado a conocer Miguel Ángel Gallardo, quien recuerda que la rehabilitación de este enclave es un compromiso electoral, ya que en la ciudad no hay mucho patrimonio y su gobierno «es el que más se ha preocupado y ocupado de recuperarlo y ponerlo en valor».
De ahí que se hayan mantenido conversaciones con el obispo, que derivaron en la firma de esta semana. En marzo el alcalde tuvo la primera reunión y en diciembre pasado, la segunda. Celso Morga siempre mostró su buena disposición y sensibilidad para que este edificio no solo se recuperase, sino que se pudiera utilizar durante los próximos 60 años.
Las negociaciones con la Iglesia no suelen ser fáciles ni rápidas, pero en este caso la buena disposición habida por parte el obispo, va a permitir actuar en esta construcción que, como precisa Gallardo, «debemos conservar, porque forma parte del patrimonio cultural de la ciudad».

Varios objetivos

El convenio contiene varios objetivos. El primero de ellos, es la propia rehabilitación del edificio, que desde el punto de vista arquitectónico tiene mucho valor patrimonial. Otro de los objetivos es hacer posible el uso y disfrute de un espacio «que o somos capaces de darle respuesta de forma inmediata, o habrá desaparecido definitivamente».
De hecho, se había llegado a un punto en el que o actuaba la propia Iglesia, propietaria del terreno y el edificio, y lo destinaba al culto, o lo hacía el Ayuntamiento rehabilitándolo. Ahora, mediante el convenio, el Consistorio villanovense se garantiza por muchos año el uso y disfrute del edificio.
Ello permitirá, según el alcalde, amortizar la inversión que se hará, ya que el Ayuntamiento tendrá el uso del edificio durante los próximos 60 años. En este caso, existe una cláusula del Obispado que establece que las actividades que en el edificio se lleven a cabo, no sean contrarias a los principios de la propia Iglesia.
Una vez el edificio se haya rehabilitado, el primer edil ya ha avanzado a qué se destinará. En este caso, tendrá un uso eminentemente social, puesto que está enclavado en un barrio consolidado que no dispone de terrenos para hacer nuevas infraestructuras. De esta forma, se utilizarán como centro social y de reunión del barrio de Conquistadores, sin olvidar la proximidad del colegio Santiago Apóstol. Además, añade el alcalde, «está muy próximo al recinto ferial, lo que nos permitirá que se pueda utilizar también en las fiestas patronales».

Terrenos colindantes

La buena disposición del obispo también va a permitir actuar en todo el terreno colindante de unos 15.000 metros cuadrados donde se creará un amplio espacio verde, del que en la actualidad los ciudadanos que residen en esta zona, no disponen. Con este convenio, por tanto, no solo se consigue incrementar el patrimonio cultural de la ciudad, sino que se pone a disposición de los ciudadanos un nuevo espacio. Una colaboración entre instituciones, subraya el alcalde, «que permite que Villanueva de la Serena siga creciendo y recuperando su patrimonio artístico».


 TITULO: Campo de Estrellas Real Madrid TV - La Quinta del Buitre: Blancas pastillas efervescentes ,.
 

El jueves -1- marzo a las 22:30 por Real Madrid TV,.


La Quinta del Buitre: Blancas pastillas efervescentes, fotos.


Resultat d'imatges de quinta del buitreResultat d'imatges de quinta del buitreEscuchando ayer a Sanchís durante la transmisión de la semifinal del Mundial de Clubes entre el América y el Real Madrid me dio por pensar en la Quinta del Buitre. Yo los vi jugar y fueron la generación de mi infancia. Butragueño, sobre todo, y sus “quintos” marcaron mi madridismo a fuego después de mamar de la teta de Juanito y Santillana. Juanito y Santillana eran unos señores mayores a los que yo idolatraba, y entonces llegaron esos chicos que también eran mayores pero ya no tanto. Eran esos chicos de COU que compartían patio de recreo a los que yo observaba admirado y que además jugaban al fútbol en el Real Madrid. Era ese chico pecoso del barrio de Salamanca que se pasaba el balón de un pie a otro en un metro cuadrado de terreno y los rivales no lo veían, o no lo comprendían, y marcaba goles que no se habían visto nunca porque los marcaba vestido de uniforme colegial: con camisa blanca, corbata azul, jersey azul con cuello de pico y pantalones cortos grises. No ha habido Butragueños salidos de un club de Belén en otros lugares del mundo. Sólo me sale a bote pronto Del Piero en la Juventus, ese Butragueño italiano al que también fueron a adorar los Reyes Magos a la lejana Turín.
Yo miraba a Butragueño. Le buscaba en el Estudio Estadio verdadero de los ochenta donde hacían crónicas televisivas de todos los partidos de Liga (el Estudio Estadio de hoy lo conforman mayormente un aquelarre de brujos y brujas con verruga) y de reojo seguía a Míchel cuya figura y tupé colgante eran el prototipo de pintón de la época. Si Butragueño jugaba con el uniforme del cole, Michel lo hacía con el jersey Privata y los Levi´s pesqueros que dejaban ver los calcetines de rombos envueltos en unos zapatos castellanos negros mientras se apoyaba en el capó de un coche rodeado por una rubia y una morena con hombreras. Míchel y Butragueño eran el popular y el aplicado, respectivamente. Y luego estaba Martín Vázquez que era una suerte de híbrido de los dos, tan admirable como ellos pero con demonios que se podían ver desde la grada y desde el televisor orbitando alrededor de su cabeza como huéspedes de un tiburón a los que pitaba el público al tiempo que él ejecutaba movimientos impecablemente estéticos. Lo de Sanchís era otra cosa. Sanchís era más o menos el Portos cuyas reglas eran otras a las de los demás mosqueteros. Sanchís estaba siempre a salvo de todo de un modo distinto al que lo estaba Pardeza, al que la chispa del Buitre envió a hacer carrera a provincias lejos del relumbrón de la capital.

Eso fue hace treinta años y el madridismo de aquellos símbolos ha evolucionado de modos tan diversos como evolucionarían los miembros de una vieja pandilla de COU luego de salir al mundo lejos de las aulas. Uno podía ser ingeniero y otro abogado. Y otro podía no seguir estudiando y ponerse a currar de fontanero, incluso alguno podía darse a las malas compañías y a los malos hábitos. Atrás quedó una época de instituto americano en el que los niños y los jóvenes tenían a sus ídolos de carpeta y los más viejos a unos futbolistas de la familia estupendos que ganaban Ligas de carrerilla y apuntaron eternamente a recuperar la Copa de Europa que sólo alcanzó la longevidad de Sanchís, que ayer no fue Portos. Claro que tampoco era el futbolista. Seguro que el error está en mi propia imagen, en la antigua imagen de las antípodas, no precisamente aquellas a las que se refería aquí José María Faerna en su bonita crónica de Yokohama sino a las antípodas de una madurez que no se corresponde (aunque sea una impresión condicionada por el recuerdo infantil) con el primigenio desempeño y la imagen que de él se desprendía, acaso físicamente una camiseta blanca manchada de barro.
Yo ayer vi a Sanchís (le escuché) más bien manchando, y no de barro, una camiseta con los tópicos académicos del aquelarre estudioestadista del siglo XXI, algo que también he visto hacer con profusión a Valdano, otro tótem de la época, con su plomiza maestría de poeta argentino, y más recientemente y no menos sorprendentemente al mismísimo Raúl, el heredero de Butragueño que a su vez fue el heredero de Santillana. Es como si no se pudiera (¡ni siquiera ellos!) hablar como Míchel entonces desde la banda, diciendo: “¡Me lo merezco!”. Ha pasado mucho tiempo de aquello y a mí me sigue levantando aquella soberbia fantástica que nunca volví a ver en el protagonista, ni en ninguno de los demás protagonistas, fuera del terreno de juego. Qué decir del melifluo desempeño como comentarista de Martín Vázquez. Lo extraño es que con el micrófono nunca pareció que un día fue un jugador representativo del Real Madrid. Ese niño que fui no puede evitar sentir cierta decepción. Tampoco se trata de llevar una vida dedicada a una cruzada pero sí, y seguro que el equivocado, el que no comprende soy yo, uno debe (ninguno de ellos quizá debería) ponerse jamás del lado contrario al de la familia como hizo ayer Sanchís participando del habitual aquelarre antimadridista.
Pardeza calla porque siempre estuvo como ausente, y Butragueño es otra cosa porque siempre fue otra cosa aunque pueda que sólo lo viera yo así. Si Butragueño no dijo nunca en el campo, ni siquiera nada remotamente parecido: “¡Me lo merezco!”, no espero que lo diga de traje y corbata. Lo que sí hemos visto, lo que yo he visto es un irónico y correcto apagafuegos delante de las cámaras que al menos es mejor que cualquiera de los contubernios con los brujos y brujas de los medios patrios mantenidos en el tiempo (el tiempo después) por figuras como Sanchís, Martín Vázquez y en menor medida, si quieren, Míchel (la única camiseta del Madrid que yo he tenido fue la suya), donde Xavi Hernández, por poner un ejemplo casi estremecedor, es tenido por un interlocutor neutral que se manifiesta extraordinariamente orgulloso del Barcelona de forma inversamente proporcional a lo orgullosos que se muestran estos y otros madridistas señeros disueltos, como blancas pastillas efervescentes, en el ambiente extramuros del Madrid, donde todo parece susceptible de olvidarse hasta que un día estuvieron aquí y dijeron y defendieron cosas hombres como Di Stéfano y Juanito, y otros que siguen igual que siempre, dentro o fuera, como el imponente señor que da nombre a este sitio.

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