EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES - 14- Septiembre ,.
Conducido por Toñi Moreno, el espacio investiga el árbol genealógico de los personajes más queridos de nuestro país. El martes- 14- Septiembre , a las 22:30 por antena 3, etc.
EL SILENCIO POR FAVOR -
DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - Dánae Boronat ,.
EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - Dánae Boronat ,fotos.
Dánae Boronat ,.
Dánae Boronat, la voz del balompié tiene nombre de mujer,.
De jovencita daba patadas hacia la portería. Ya de adulta prescindió de los regates y prefirió contar lo que pasaba en el campo. Esta mujer hace trizas estereotipos presentando 'La casa del fútbol' en Movistar+,.
Danae Boronat puede jactarse de haber roto techos de cristal sin sufrir cortes. Fue la primera mujer que narró un partido de fútbol de Primera División para toda España. Ocurrió un 12 de mayo hace dos años y por ese empeño tuvo que soportar insultos e improperios proferidos por los guardianes de las
Mejor prevenir...
«Café con leche, zumo de naranja, un kiwi, una tostada de pan con tomate y jamón, y dos galletas María. Es que luego no sé a qué hora voy a comer...».
Cena,.
esencias masculinas. Nacida hace 35 años en Tarragona, presenta 'La casa del fútbol' en Movistar+. Los fines de semana los pasa en el plató viendo partido tras partido de la Liga. Es un esfuerzo que le recompensa porque le apasiona el fútbol. Tiene un ramalazo hippie. Se somete a regañadientes a la tiranía de ir a la peluquería cada dos meses. Si hay algo que le agrada es plantarse en el curro montada en un patinete eléctrico o una bici. No hay mayor placer, dice, que sentir la brisa de madrugada mientras se desliza, al volver del trabajo, por una Barcelona sumida en la oscuridad. Se siente una afortunada. Los días de libranza puede solazarse contemplando la silueta de la Sagrada Familia en el horizonte, mientras se amodorra en su hamaca de la terraza.
Lunes
10:00 horas. Hoy libro, como todos los lunes, martes y miércoles. De jueves a domingo presento 'La casa del fútbol' en Movistar+. Los fines de semana vivo en la tele: los sábados trabajo catorce horas, y los domingos, doce. Hoy no podré hacer grandes planes porque los amigos y la familia tienen sus obligaciones. Voy al revés que los demás. Pero no me quejo, es lo que he escogido y trabajo en lo que me gusta.
10:40 horas. Hago ejercicio moderado en la terraza. Desde que comenzó la pandemia no he vuelto al gimnasio. Me acostumbré a seguir las rutinas que enseñaban deportistas y entrenadores en YouTube. Como hay tantos y tan buenos, voy cambiando. En el confinamiento me compré las pesas, la esterilla y el resto del equipo. De vez en cuando salgo a correr, pero no es lo que más me gusta, es casi una obligación. Prefiero jugar al pádel. Hubo una época en que me dio por el crossfit, que es lo más duro que he hecho en la vida. De jovencita y adulta jugaba al fútbol, pero ya no lo practico.
11:15 horas. El desayuno es la comida más importante del día. Me lo tomo con calma y preparo lo que recomiendan los nutricionistas. Como una tostada con aguacate, pavo y atún. A veces me hago un huevo y otros días una tortillita. Cuido al máximo la alimentación.
Martes
13:00 horas. Me encanta ir al mercado de abastos, me gusta comer sano. Tengo dos bastante cerca, así que voy alternando las visitas. Hago paraditas en los puestos y compro producto fresco y fruta. Es algo que me entretiene.
17:00 horas. Adoro las plantas. En cuanto puedo entro en cualquier floristería porque me chiflan las flores, me las compraría todas. Como no tengo ni idea me pongo a hablar mucho con los tenderos para que me expliquen cómo se cuidan. Luego se me mueren porque no tengo muy buena mano. Hay que dedicar mucho tiempo a su cuidado y yo, la verdad, no lo hago.
Miércoles
20:30 horas. Tengo la suerte de vivir en el barrio de Gràcia, en Barcelona. Es una zona con mucha marcha, ambiente y numerosos restaurantes. Es maravilloso el bullicio y que sucedan tantas cosas. El ruido no me molesta. Vivo en un ático y puedo darme el lujo de ver la Sagrada Familia. Mi casa está en un lugar muy tranquilo, de modo que me salgo con el libro a la terraza y me tiendo en la hamaca. En el confinamiento la terraza nos dio la vida, y ahora también. Ver las nubes, leer, escuchar música... ¿Qué más se puede pedir?
20:30 horas. Siempre quise ser periodista deportiva. Nunca lo dudé. Si no hubiese entrado en la Facultad de Comunicación, quizá habría estudiado Traducción e Interpretación porque me gustan mucho los idiomas y hablar. A lo mejor hubiera sido profesora, aunque no me veo dando clases a niños. No cierro la puerta a hacer otro tipo de periodismo. Y es que el deportivo es un poco siempre lo mismo. Por suerte me sigue gustando y lo disfruto como el primer día.
Jueves
10:30 horas. Voy a trabajar en bici o patinete eléctrico, siempre que no esté estropeado. Me agrada recorrer la ciudad en bicicleta. Será porque odio el tráfico, los coches y la tensión que genera la conducción. Muchas veces la gente se sorprende de que me mueva por Barcelona de esta manera. Cuando salgo de trabajar, a eso de la una de la madrugada, es genial porque me da el aire fresco en la cara, me despeja y voy pensando en ideas que se me ocurren. En invierno es más jodido.
11:00 horas. Leo la prensa. Me paso el día viendo partidos, así que cuando llego a mi casa no puedo dormir. Hoy nos dedicamos a la Europa League y mañana a la Liga. Fui la primera mujer que narró en televisión un partido de fútbol de Primera División. Fue en mayo de 2019. Se metieron mucho conmigo, pero ya lo llevaba asumido. Estoy metida dentro del periodismo deportivo desde los 18 años, así que me ha dado tiempo a crear un caparazón para que no me afecten las críticas. También narré en Gol en abierto el Mundial Femenino de Francia, junto a Isabel Jiménez.
Viernes
9:30 horas. Me levanto tarde porque me voy a la cama también muy tarde. Cuando estás tantas horas y días trabajando de forma tan intensa pasas por picos de estrés. Pero nunca me siento sobrepasada ni nerviosa en exceso. No descarto aprender a meditar, pero hasta ahora no lo he necesitado porque soy una persona bastante tranquila.
20:30 horas. Si estoy trabajando me molesta que la gente deje la puerta del plató abierta. Es muy raro, me incomoda ver pasar a las personas, me distraigo con facilidad. Grito entonces: «¡La puertaaa!». Admito que es una chorrada.
Sábado
12:30 horas. Por suerte la vida me ha tratado bien y no he tenido pérdidas de familiares directos que me hayan dolido mucho. Me apoyo en los míos. Intento hablar mucho con mi madre, incluso de cosas profesionales, y con mi pareja, con la que me acabo de casar. Hablar con los nuestros es lo mejor que tenemos.
13:00 horas. Un partido que recuerdo muy bien fue la final de la Champions League que se jugó en San Siro, Milán, en 2016, entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. También me lo pasé muy bien en la final de la Champions de 2019 entre el Liverpool y el Tottenham, que se disputó en el Wanda Metropolitano. Fue genial el hecho de que se celebrara en Madrid y se enfrentaran dos clubes ingleses. Tuve mucho contacto con mis compañeros, entre ellos Michael Robinson. Fue un placer y una experiencia inolvidable compartir con él dos años de trabajo. Me trató muy bien. Esa final, con el Liverpool en Madrid, era la suya.
Domingo
12:30 horas. Colecciono acreditaciones de prensa, algo bastante típico entre los periodistas deportivos. Generalmente conservo la de los estadios que me gustan o de acontecimientos que han sido importantes para mí. Es lo que tiene viajar, algo que echo mucho de menos. Desde que cubro la Liga estoy siempre quieta en el plató.
LUNES-13- Septiembre Imprescindibles ,.
Imprescindibles, serie de documentales sobre los personajes más destacados de la cultura española del siglo XX cada semana en La 2, el lunes -13- Septiembre a las 21:00,.
Es el momento de reivindicar otras obras de mi madre, aparte de 'Nada'",.
Carmen Laforet Díaz (Barcelona, 1921-Majadahonda, 2004) fue una escritora española conocida sobremanera por ser la autora de la novela 'Nada', que no solo ganó el Premio Nadal de 1944 sino que marcó una vida y una obra, eclipsada en su conjunto por aquel estreno deslumbrante. De sus cinco hijos -Marta, Cristina, Silvia, Manuel, recientemente fallecido, y Agustín-, tres siguieron sus pasos como escritores y una ha sido docente y traductora. Este es el caso de Marta Cerezales Laforet, quien en cierto modo tampoco pudo escapar del influjo del legado de su progenitora. No en vano, entiende que traducir es otra forma de crear, de recrear más bien, de vivir apegada en todo caso a la literatura. Afincada en Santander desde su matrimonio, la familia de una forma u otra ha estado por ello vinculada con esta ciudad, incluida su madre, Carmen Laforet, de la que este año se cumple el centenario de su nacimiento y de la que su hija espera ver el resto de su obra recuperada y en el lugar que le corresponde.
Lo primero que me gustaría saber es cómo ve usted y cómo ve su familia este centenario del nacimiento de su madre.
Lo vemos con la ilusión de que se hable de ella. Mi hermano Agustín es el que está organizando las cosas en Madrid. Creo que por ahora se va a hacer una exposición en el Instituto Cervantes y algunos otros actos. Algunas de sus obras se van a reeditar. A mí me han invitado al Cervantes de Túnez. Hasta ahora ha sido actividad online [ríe], pero espero que acabe siendo presencial.
¿A estas alturas queda algo por descubrir de la figura de su madre?
Sí. De mi madre siempre se habla de su Premio Nadal por 'Nada' y luego del silencio en que terminó sus días, cuando en realidad es autora de otros libros que merece la pena leer...
Y que por alguno de ellos le dieron el Premio Nacional.
Sí, pero de ellos se han olvidado mucho y de una manera injusta. Ahora se está reivindicando un poco obras como 'La isla y los demonios', 'La mujer nueva', 'La insolación', 'Al volver la esquina', así como sus cuentos y novelas cortas que son muchos. Y yo creo esto es lo que hay que mover.
Hay muchos clichés y casi frases hechas que afloran automáticamente cuando se habla de su madre Carmen como que dejó de escribir.
No es cierto exactamente. Ella era muy joven cuando escribió 'Nada'. Recuerdo que en 1953, cuando publico 'La isla y los demonios', en una entrevista la preguntaron cómo tardó tanto en volver a publicar. Ella contestó: "Tengo 31 años, he escrito dos novelas largas, otras cortas, cuentos, artículos de periódicos y he tenido cuatro hijos. Otros, a mi edad, aún no han empezado". Estaba siempre presionada por ser autora de una novela y eso la influía, la influía que siempre compararan lo que escribía con 'Nada'. Ella sí que dejó de publicar novela desde la 'Insolación', la primera de una trilogía, en el año 1963 o 1964, no recuerdo bien. La segunda se publicó después de su muerte. Pero siguió escribiendo, aunque no publicaba. Recuerdo que cuando estaba en mi casa en Santander tenía varias novelas empezadas; rompía mucho, pero escribía. Sí es cierto que estuvo marcada por el éxito, demasiado joven, de 'Nada'.
Además no fue un éxito cualquiera, sino protagonizado por una mujer en un año de la posguerra como 1948 en un país como España.
Por una mujer joven y guapa. Tuvo mucha presión y ella huía un poco de la presión y quería que se la juzgara como a un escritor, por lo que escribía y por nada más.
Incluso por lo que escribía se la cuestionaba al salirse de la línea imperante en aquellos años de lo que se conocía como literatura femenina.
Pero sin embargo tuvo mucha repercusión en otras autoras. Ellas mismas lo reconocen, como Carmen Martín Gaite... Todas las escritoras que vinieron a partir de los años 50 pudieron escribir, se decidieron a escribir, presentarse a premios y demás por 'Nada', por la influencia que había tenido.
¿Cómo era Carmen Laforet en la intimidad?
Era una mujer alegre, en general. Se reía mucho. Era una mujer que siempre hablaba de la libertad. La libertad era muy importante para ella. Sin embargo, nosotros teníamos una educación bastante estricta [ríe]. Ahora lo veo lógico y no como una contradicción. Yo me acuerdo de una profesora suya en Canarias que recordaba que iba mucho a la playa y que un día la mandó un mensaje: "Dígale a Carmen Laforet que por muy bien que escriba, si no viene a clase, la voy a suspender". Pero se enfadó mucho cuando yo una vez me fui a remar a El Retiro con unos amigos. Tuvimos una educación estricta pero porque vivíamos cinco hijos en un piso pequeño. En cambio, en verano éramos libres. Ella siempre apoyó después lo que queríamos hacer, nuestros viajes y demás, pero de pequeños tuvimos una educación estricta.
Volviendo a su obra, ¿quedan cosas por descubrir?
Puede haber cartas, pero no... Se intentó buscar el tercer manuscrito, la tercera obra, pero no la hemos encontrado.
¿Le parece bien que se publiquen las cartas personales de su madre?
Me da como reparo leer sus cartas personales. Se han publicado dos [libros de cartas] que me han gustado, uno con la correspondencia con Ramón Sender y otro con la de Elena Fortún. Hay muchas más cartas...
Ella siempre procuró mantenerse al margen de la farándula literaria, incluso tenía un aura misteriosa, que puede ser otro cliché atribuido.
Ella tenía sus amigos, pero no se metía en el mundo literario del momento. No es tan misterioso.
¿Hasta qué punto cambió el Nadal su vida?
El premio le cambió la vida. Era muy joven.
¿Y se arrepintió en algún momento de haberse presentado?
Me imagino que en el momento que se lo dieron estuvo contentísima. Fue mi padre, como crítico literario, quien le recomendó presentarse, pero ella siempre tuvo vocación literaria.
Hábleme de su padre.
Mi padre [Manuel Cerezales] era periodista, dirigió el periódico 'España de Tánger', era crítico literario, un hombre muy culto, con sentido del humor y durante años tuvieron una buena relación y luego se separaron.
¿Hasta qué punto la vocación literaria de los hijos estuvo determinada por la de su madre?
Eso influyó a todos los hijos, claro. Yo no soy escritora, aunque me interesa la traducción, que es una especie de reescritura. Me interesa mucho
La época viajera de su madre, ¿cómo la veía?
Bien. Ella estuvo viviendo en Roma. En los años 80 hizo muchos viajes a Estados Unidos, pero poco a poco lo fue perdiendo. Aunque también convivió mucho con sus hijos, en mi casa varios años, en casa de mi hermana Cristina... Hay un libro muy bonito titulado 'Música blanca', escrito por mi hermana Cristina, que es como una conversación con ella cuando dejó de hablar [por una enfermedad degenerativa los últimos años de su vida] y en la que sus palabras son sacadas de cartas, de diarios y hacen así una conversación. Me parece que es el mejor reflejo de ella.
¿Hasta que punto su madre era Andrea, la protagonista de 'Nada'?
Ella siempre negó que 'Nada' tuviera un componente autobiográfico aunque es reconocible parte de la familia en algún personaje. Por el ejemplo, Angustias era la tía Encarnación, que se había metido a monja [ríe]. Sin embargo, creo que es el momento de reivindicar otras obras de mi madre, aparte de 'Nada'.
TITULO: ELLA & - Alcaraz y el espejo de Federer,.
Alcaraz y el espejo de Federer,.
El joven tenista murciano sorprendió con su histórico triunfo ante Tsitsipas en el Abierto de Estados Unidos,.
foto / «Nunca había visto a alguien golpear la pelota con tanta fuerza», reflexionaba Stefanos Tsitsipas minutos después de que Carlos Alcaraz le expulsara de la pista Arthur Ashe con la potencia y la valentía con la que el murciano se presentó al mundo. Ese planeta tenis que ya venía avisando desde hace tiempo de la magnitud del talento que Juan Carlos Ferrero lleva moldeando en su academia de Villena desde hace tres años.
Todos los escalones que Alcaraz ha ido subiendo en el último año y medio explotaron la madrugada del viernes al sábado. Era noche cerrada ya en Nueva York cuando el joven murciano se impuso a Tsitsipas, la tercera mejor raqueta del mundo y un hombre que estuvo hace escasos meses a un set de ganar Roland Garros. Se cerraba así un círculo que ha visto a Alcaraz ser el más joven de los 100 primeros del mundo, convertirse en el sexto tenista en la historia en ganar un partido ATP antes de los 17 años y en mejorar a Rafa Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic como el más precoz en sumar victorias en los cuatro Grand Slams, con apenas 18 años y cinco meses.
A principios de 2020, con 16 años, Alcaraz rondaba el puesto 500 del mundo; ahora está a una victoria (Peter Gojowcyzk, este domingo) de meterse en los cuartos de final de un Grand Slam. Su progresión ha dado todos los pasos adecuados. Ganó cinco Challengers y a su primer 'top 100' en 2020. Debutó en los cuatro grandes en 2021, en todos ellos con victoria, y levantó su primer título en la tierra batida de Umag hace apenas dos meses.
Antes había despuntado con mucho mérito en los escalones primerizos del tenis. Su pasión por el deporte comenzó a los tres años, gracias a que su padre, director de un club de tenis en El Palmar, le puso una raqueta en las manos. Desde ahí se convirtió en el mejor infantil de España en 2016, ganó las Finales ATP sub-14 de Londres en 2017 y levantó la Copa Davis júnior en 2018.
Además, en los últimos meses le ha dado tiempo para perfeccionar su inglés, tarea que trabajó mucho durante la cuarentena que sufrió en Melbourne a principios de año, estudiar para sacarse el carnet de conducir y celebrar su cumpleaños en la pista Manolo Santana en su primer y hasta la fecha único enfrentamiento oficial contra Nadal.
«Agresivo todo el tiempo»
Y es que, aunque todos los focos le apuntan como su sucesor, lo cierto es que Alcaraz se desmarca del balear para abrazar el tenis de otro maestro. «No intento copiar el estilo de ningún jugador, solo quiero jugar a mi manera. Pero si tuviera que decir un jugador al que intento parecerme, creo que sería Federer. Porque intento ser agresivo todo el tiempo. Sería un sueño jugar contra él», admitió Alcaraz, que demostró esa agresividad conectando más de 50 golpes ganadores ante Tsitsipas.
Aunque nunca se han enfrentado, sí hubo un pequeño acercamiento entre Federer y Alcaraz. Fue cuando el murciano tenía 16 años y se encontraba en Wimbledon disputando el torneo júnior. En su camino a los cuartos de final, Alcaraz tuvo tiempo para pelotear con el suizo, antes de que este se midiera a Nadal en semifinales. Una instantánea con un sonriente Alcaraz rememora aquel momento. «Un sueño hecho realidad. Ha sido un orgullo calentar con el mejor jugador de la historia del tenis en hierba», comentó el murciano.
En las últimas horas el deporte mundial le ha bendecido. Desde Luka Doncic, hasta Boris Becker, David Ferrer y Gerard Piqué. Todos quedaron deslumbrados por un diamante al que aún le queda mucho recorrido.
«Creo que este partido va a aumentar su confianza y su nivel a partir de ahora», apuntó a Eurosport Juan Carlos Ferrero. «Tenía el presentimiento de que iba a ser un partido especial porque desde hacía tiempo quería jugar contra Tsitsipas. Carlos se encuentra muy cómodo desde la línea de fondo, siendo muy agresivo todo el tiempo. Ese es su juego. Tiene mucha velocidad en la derecha y le encanta ir para arriba. Tenía un plan y lo cumplió», apostilló.
TITULO:
EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA
COMERSELO -PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES-16- Septiembre - Doce mariscos y sus vinos,.
PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -16-Septiembre ,.
PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -16-Septiembre ,.
Pesadilla en la Cocina es un programa de
televisión español de telerrealidad culinaria, presentado por el chef
Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves a las 22:30 en La
Sexta. Nuevas broncas, enfrentamientos y arcadas; Alberto Chicote regresará con nueva temporada de Pesadilla en la cocina. Tras una temporada de descanso, Pesadilla en la cocina
vuelve Alberto Chicote con las pilas bien cargadas. El chef de laSexta
intentará reflotar nuevos restaurantes y se enfrentará a nuevos retos, etc.
Pesadilla en la Cocina es un programa de
televisión español de telerrealidad culinaria, presentado por el chef
Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves a las 22:30 en La
Sexta. Nuevas broncas, enfrentamientos y arcadas; Alberto Chicote regresará con nueva temporada de Pesadilla en la cocina. Tras una temporada de descanso, Pesadilla en la cocina
vuelve Alberto Chicote con las pilas bien cargadas. El chef de laSexta
intentará reflotar nuevos restaurantes y se enfrentará a nuevos retos, etc.
EL BAR ESQUINA - REVISTA
CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA COCINA DOMINGO -
LUNES - Doce mariscos y sus vinos ,.
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LUNES - Doce mariscos y sus vinos ,.
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LUNES - Doce mariscos y sus vinos ,.
EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA COCINA DOMINGO - LUNES - Doce mariscos y sus vinos ,.
EL BAR ESQUINA - REVISTA
CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA COCINA DOMINGO -
LUNES - Doce mariscos y sus vinos ., fotos,.
Doce mariscos y sus vinos,.
Hemos seleccionado doce mariscos de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos,.
España es el paraíso del marisco.
Por variedad y, sobre todo, por calidad. En nuestras aguas encontramos
crustáceos y bivalvos para satisfacer todos los gustos. Desde las
cotizadas ostras hasta los modestos mejillones, desde bogavantes y
centollos hasta las gambas rojas o blancas. En estos tiempos en que
tanto se valora el producto, los mariscos españoles son, en su conjunto,
los mejores del mundo. Y, salvo contadas excepciones, están al alcance
de todos. La lista de variedades es larguísima y daría para un tratado.
Por eso hemos seleccionado doce de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos.
1. Almejas
Pocas cosas mejores que una buena almeja cruda,
regada con unas gotas de limón, con su profundo sabor marino y su
peculiar textura. La almeja es, además, muy agradecida en cocina, ya que
lo mismo protagoniza guisos –a la marinera, su preparación más
emblemática–, que acompaña pescados, arroces, fabas, fideos o alcachofas.
Este molusco bivalbo, que vive
enterrado en la arena, se cultiva sobre
todo en las rías gallegas. De los diversos tipos que se encuentran en el
mercado, las de más calidad son la 'fina' y la 'babosa'. La
primera es
más apreciada por su mayor tamaño y porque aguanta más tiempo viva.
Un vino: Mártires de Finca Allende, viura (Rioja).
2. Berberechos
Escribía Julio Camba que el berberecho es
marisco abundantísimo, pero tan sabroso como si fuera muy raro. Y es
que este molusco, a pesar de su calidad y su excepcional sabor a mar,
tal vez por su bajo precio, no ha sido muy reconocido. Los mariscadores
los capturan aprovechando la bajamar en los fondos arenosos de las rías.
De Galicia proceden los mejores. Se comen tradicionalmente al vapor, aunque no hay que despreciarlos crudos, con un chorrito de limón, o en empanada. Y en lata, claro.
Un vino: Quinta Apolonia de Belondrade, verdejo (Rueda).
3. Bogavante
Uno
de los crustáceos más codiciados. En las rías gallegas y en todo el
Cantábrico se capturan magníficos ejemplares que superan el kilo de
peso. Cocidos enteros, o bien a la plancha, abiertos por la mitad, están
buenísimos. Es un marisco caro ya que sólo se aprovecha la tercera
parte de su peso total. Muy ricos también con arroz o en salpicón.
Cuidado porque los bogavantes nacionales no abundan por lo que es
habitual que nos den otros procedentes de Canadá, sin punto de
comparación.
Un vino: Vallegarcía Viogner, viogner (Pago de Vallegarcía).
4. Camarones
El
más pequeño de los crustáceos es a la vez uno de los más exquisitos y
también de los más caros. Se captura en todos nuestros mares, aunque los
mejores son los de Galicia y el Cantábrico, con carne prieta y sabrosa.
Basta con hervirlos ligeramente en agua con sal durante cinco minutos.
En el Mediterráneo sur se conocen como quisquillas y también son
excepcionales, aunque escasean. Su carne grasa y untuosa permite incluso
comerlas crudas.
Un vino: EM, sidra brut asturiana de Martínez Sopeña.
5. Centollo
Para
muchos es el marisco rey por sabor y textura. Vive en fondos rocosos y
arenosos, en ocasiones a gran profundidad. Su cuerpo redondo y su
caparazón espinoso lo hacen inconfundible. Los gallegos y asturianos son
los más apreciados. Como ocurre con otros mariscos, las hembras, especialmente si están llenas de huevas,
son más sabrosas. Se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte
posterior del caparazón: triangular en los machos, redondeada en las
hembras. Se cuecen en agua con sal, introduciéndolos vivos en la
cacerola cuando el agua aún está fría y se dejan hervir entre 20 minutos
y media hora dependiendo del tamaño.
Un vino: Branco de Sta. Cruz, godello y otras uvas (Valdeorras).
6. Cigalas
Con
estos elegantes crustáceos de caparazón duro, color rojo brillante y
carne prieta se reproduce el viejo debate: ¿cocidas o a la plancha? De
ambas maneras están buenas. La plancha para las piezas grandes.
Las terciadas y pequeñas, mejor cocidas, sobre todo si son hembras y
tienen esa delicia que llamamos 'coral'. Se distinguen de los machos
porque estos tienen pinchos en la parte inferior de la cola. Como ocurre
con otros mariscos, buena parte de las que consumimos proceden de otros
mares, sobre todo de Irlanda. Pero en España, desde la costa
mediterránea hasta el Cantábrico, las tenemos de primera.
Un vino: La Calma, chenin blanc (Penedés).
7. Gambas
Aunque todo es opinable, la gamba es el más sabroso de los crustáceos. De ahí que sea, junto con el langostino, el marisco más popular para
los españoles, que dividen su afición entre la roja mediterránea y la
blanca que se captura, sobre todo, en el litoral onubense. Los
partidarios de la blanca la consideran más fina, más aristocrática. Los
de la roja opinan que es más intensa, más pasional, especialmente su
cabeza, de intenso sabor. También se divide la afición a la hora de
prepararlas: cocidas o a la plancha. Cuestión de gustos.
Un vino: Fino Tradición, palomino (Jerez).
8. Langostinos
Julio
Camba, al que no le gustaban mucho, dejó escrito que «los langostinos
son el plato predilecto de las cupletistas principiantas y de los
condenados a muerte». Le faltó añadir «de las bodas». Casi siempre
congelados porque nuestras aguas no producen cantidad suficiente para
abastecer el mercado español, donde son habituales en fiestas y
celebraciones. Los de más calidad son los de Sanlúcar, aunque no les van a la zaga los de Vinaroz
y otros puntos mediterráneos. Estos se venden frescos y a precios
altos, sin comparación con los de los importados, los más frecuentes.
Un vino: Solear en Rama, palomino (Manzanilla de Sanlúcar).
9. Mejillón
Con
sus valvas de color negro azulado y su carne anaranjada, el mejillón
resulta inconfundible. Casi todos los que consumimos proceden de su
cultivo, fundamentalmente de las rías gallegas ya que
Galicia es el mayor productor mundial de estos moluscos baratos y
sabrosos que admiten numerosas preparaciones en la cocina: sencillamente
al vapor, solos o con alguna salsa como la vinagreta; rellenos, también conocidos como 'tigres'; a la marinera; escabechados; en empanada; con arroz… y por supuesto enlatados, que son los más consumidos.
Un vino: Chivite Las Fincas Rosado, garnacha y tempranillo (Navarra).
10. Nécoras
Este crustáceo
de diez patas, dos de las cuales son sus pinzas, no siempre se valora
como merece. Se capturan con nasas, arte de pesca que consiste en un
cesto con cebo del que les resulta imposible salir. Se suelen encontrar
en zonas rocosas. Las mejores son las hembras, especialmente cuando
estas tienen corales, muy sabrosos. Igual que ocurre con los centollos,
se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte posterior del
caparazón, con forma de pico en los machos, redonda en las hembras. La
mejor forma de prepararlas es introducirlas en agua fría con sal y
hervirlas durante cuatro o cinco minutos.
Un vino: Enate Chardonnay Fermentado en Barrica, chardonnay (Somontano).
11. Ostras
Consideradas
por muchos como la aristocracia de los moluscos, se disfrutan sobre
todo comiéndolas vivas. Seguramente porque, como escribe
Fernández-Armesto en su 'Historia de la comida', «la ostra, como toda la
comida cruda, resulta fascinante para nosotros porque es anómala:
constituye el regreso a un mundo precivilizado». Tienen fama las
francesas de Arcachon y las gallegas de Arcade, pero hay muchos orígenes. Además de crudas están muy buenas en escabeche.
Un vino: Claude Cazals, chardonnay (Champagne).
12. Percebe
Pese
a su peculiar aspecto estamos ante uno de los mariscos más sabrosos y
cotizados. La enorme dificultad para recogerlos en las rocas batidas por
el mar en las que viven fuertemente adheridos y su escasez son las
causas de que su elevado precio. Puro sabor a mar.
Basta medio minuto en agua con sal que ya esté hirviendo para
disfrutarlos. Hay quien los prefiere calientes, recién hervidos, y quien
opta por tomarlos templados. Los mejores suelen ser los cortos y
gruesos, procedentes del norte de Galicia y de Asturias.
Un vino: Zárate El Palomar, albariño (Rías Baixas).
EL BAR ESQUINA - REVISTA
CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA COCINA DOMINGO -
LUNES - Doce mariscos y sus vinos ., fotos,.
Doce mariscos y sus vinos,.
Hemos seleccionado doce mariscos de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos,.
España es el paraíso del marisco.
Por variedad y, sobre todo, por calidad. En nuestras aguas encontramos
crustáceos y bivalvos para satisfacer todos los gustos. Desde las
cotizadas ostras hasta los modestos mejillones, desde bogavantes y
centollos hasta las gambas rojas o blancas. En estos tiempos en que
tanto se valora el producto, los mariscos españoles son, en su conjunto,
los mejores del mundo. Y, salvo contadas excepciones, están al alcance
de todos. La lista de variedades es larguísima y daría para un tratado.
Por eso hemos seleccionado doce de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos.
1. Almejas
Pocas cosas mejores que una buena almeja cruda,
regada con unas gotas de limón, con su profundo sabor marino y su
peculiar textura. La almeja es, además, muy agradecida en cocina, ya que
lo mismo protagoniza guisos –a la marinera, su preparación más
emblemática–, que acompaña pescados, arroces, fabas, fideos o alcachofas.
Este molusco bivalbo, que vive
enterrado en la arena, se cultiva sobre
todo en las rías gallegas. De los diversos tipos que se encuentran en el
mercado, las de más calidad son la 'fina' y la 'babosa'. La
primera es
más apreciada por su mayor tamaño y porque aguanta más tiempo viva.
Un vino: Mártires de Finca Allende, viura (Rioja).
2. Berberechos
Escribía Julio Camba que el berberecho es
marisco abundantísimo, pero tan sabroso como si fuera muy raro. Y es
que este molusco, a pesar de su calidad y su excepcional sabor a mar,
tal vez por su bajo precio, no ha sido muy reconocido. Los mariscadores
los capturan aprovechando la bajamar en los fondos arenosos de las rías.
De Galicia proceden los mejores. Se comen tradicionalmente al vapor, aunque no hay que despreciarlos crudos, con un chorrito de limón, o en empanada. Y en lata, claro.
Un vino: Quinta Apolonia de Belondrade, verdejo (Rueda).
3. Bogavante
Uno
de los crustáceos más codiciados. En las rías gallegas y en todo el
Cantábrico se capturan magníficos ejemplares que superan el kilo de
peso. Cocidos enteros, o bien a la plancha, abiertos por la mitad, están
buenísimos. Es un marisco caro ya que sólo se aprovecha la tercera
parte de su peso total. Muy ricos también con arroz o en salpicón.
Cuidado porque los bogavantes nacionales no abundan por lo que es
habitual que nos den otros procedentes de Canadá, sin punto de
comparación.
Un vino: Vallegarcía Viogner, viogner (Pago de Vallegarcía).
4. Camarones
El
más pequeño de los crustáceos es a la vez uno de los más exquisitos y
también de los más caros. Se captura en todos nuestros mares, aunque los
mejores son los de Galicia y el Cantábrico, con carne prieta y sabrosa.
Basta con hervirlos ligeramente en agua con sal durante cinco minutos.
En el Mediterráneo sur se conocen como quisquillas y también son
excepcionales, aunque escasean. Su carne grasa y untuosa permite incluso
comerlas crudas.
Un vino: EM, sidra brut asturiana de Martínez Sopeña.
5. Centollo
Para
muchos es el marisco rey por sabor y textura. Vive en fondos rocosos y
arenosos, en ocasiones a gran profundidad. Su cuerpo redondo y su
caparazón espinoso lo hacen inconfundible. Los gallegos y asturianos son
los más apreciados. Como ocurre con otros mariscos, las hembras, especialmente si están llenas de huevas,
son más sabrosas. Se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte
posterior del caparazón: triangular en los machos, redondeada en las
hembras. Se cuecen en agua con sal, introduciéndolos vivos en la
cacerola cuando el agua aún está fría y se dejan hervir entre 20 minutos
y media hora dependiendo del tamaño.
Un vino: Branco de Sta. Cruz, godello y otras uvas (Valdeorras).
6. Cigalas
Con
estos elegantes crustáceos de caparazón duro, color rojo brillante y
carne prieta se reproduce el viejo debate: ¿cocidas o a la plancha? De
ambas maneras están buenas. La plancha para las piezas grandes.
Las terciadas y pequeñas, mejor cocidas, sobre todo si son hembras y
tienen esa delicia que llamamos 'coral'. Se distinguen de los machos
porque estos tienen pinchos en la parte inferior de la cola. Como ocurre
con otros mariscos, buena parte de las que consumimos proceden de otros
mares, sobre todo de Irlanda. Pero en España, desde la costa
mediterránea hasta el Cantábrico, las tenemos de primera.
Un vino: La Calma, chenin blanc (Penedés).
7. Gambas
Aunque todo es opinable, la gamba es el más sabroso de los crustáceos. De ahí que sea, junto con el langostino, el marisco más popular para
los españoles, que dividen su afición entre la roja mediterránea y la
blanca que se captura, sobre todo, en el litoral onubense. Los
partidarios de la blanca la consideran más fina, más aristocrática. Los
de la roja opinan que es más intensa, más pasional, especialmente su
cabeza, de intenso sabor. También se divide la afición a la hora de
prepararlas: cocidas o a la plancha. Cuestión de gustos.
Un vino: Fino Tradición, palomino (Jerez).
8. Langostinos
Julio
Camba, al que no le gustaban mucho, dejó escrito que «los langostinos
son el plato predilecto de las cupletistas principiantas y de los
condenados a muerte». Le faltó añadir «de las bodas». Casi siempre
congelados porque nuestras aguas no producen cantidad suficiente para
abastecer el mercado español, donde son habituales en fiestas y
celebraciones. Los de más calidad son los de Sanlúcar, aunque no les van a la zaga los de Vinaroz
y otros puntos mediterráneos. Estos se venden frescos y a precios
altos, sin comparación con los de los importados, los más frecuentes.
Un vino: Solear en Rama, palomino (Manzanilla de Sanlúcar).
9. Mejillón
Con
sus valvas de color negro azulado y su carne anaranjada, el mejillón
resulta inconfundible. Casi todos los que consumimos proceden de su
cultivo, fundamentalmente de las rías gallegas ya que
Galicia es el mayor productor mundial de estos moluscos baratos y
sabrosos que admiten numerosas preparaciones en la cocina: sencillamente
al vapor, solos o con alguna salsa como la vinagreta; rellenos, también conocidos como 'tigres'; a la marinera; escabechados; en empanada; con arroz… y por supuesto enlatados, que son los más consumidos.
Un vino: Chivite Las Fincas Rosado, garnacha y tempranillo (Navarra).
10. Nécoras
Este crustáceo
de diez patas, dos de las cuales son sus pinzas, no siempre se valora
como merece. Se capturan con nasas, arte de pesca que consiste en un
cesto con cebo del que les resulta imposible salir. Se suelen encontrar
en zonas rocosas. Las mejores son las hembras, especialmente cuando
estas tienen corales, muy sabrosos. Igual que ocurre con los centollos,
se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte posterior del
caparazón, con forma de pico en los machos, redonda en las hembras. La
mejor forma de prepararlas es introducirlas en agua fría con sal y
hervirlas durante cuatro o cinco minutos.
Un vino: Enate Chardonnay Fermentado en Barrica, chardonnay (Somontano).
11. Ostras
Consideradas
por muchos como la aristocracia de los moluscos, se disfrutan sobre
todo comiéndolas vivas. Seguramente porque, como escribe
Fernández-Armesto en su 'Historia de la comida', «la ostra, como toda la
comida cruda, resulta fascinante para nosotros porque es anómala:
constituye el regreso a un mundo precivilizado». Tienen fama las
francesas de Arcachon y las gallegas de Arcade, pero hay muchos orígenes. Además de crudas están muy buenas en escabeche.
Un vino: Claude Cazals, chardonnay (Champagne).
12. Percebe
Pese
a su peculiar aspecto estamos ante uno de los mariscos más sabrosos y
cotizados. La enorme dificultad para recogerlos en las rocas batidas por
el mar en las que viven fuertemente adheridos y su escasez son las
causas de que su elevado precio. Puro sabor a mar.
Basta medio minuto en agua con sal que ya esté hirviendo para
disfrutarlos. Hay quien los prefiere calientes, recién hervidos, y quien
opta por tomarlos templados. Los mejores suelen ser los cortos y
gruesos, procedentes del norte de Galicia y de Asturias.
Un vino: Zárate El Palomar, albariño (Rías Baixas).
EL BAR ESQUINA - REVISTA
CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA COCINA DOMINGO -
LUNES - Doce mariscos y sus vinos ., fotos,.
Doce mariscos y sus vinos,.
Hemos seleccionado doce mariscos de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos,.
España es el paraíso del marisco.
Por variedad y, sobre todo, por calidad. En nuestras aguas encontramos
crustáceos y bivalvos para satisfacer todos los gustos. Desde las
cotizadas ostras hasta los modestos mejillones, desde bogavantes y
centollos hasta las gambas rojas o blancas. En estos tiempos en que
tanto se valora el producto, los mariscos españoles son, en su conjunto,
los mejores del mundo. Y, salvo contadas excepciones, están al alcance
de todos. La lista de variedades es larguísima y daría para un tratado.
Por eso hemos seleccionado doce de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos.
1. Almejas
Pocas cosas mejores que una buena almeja cruda,
regada con unas gotas de limón, con su profundo sabor marino y su
peculiar textura. La almeja es, además, muy agradecida en cocina, ya que
lo mismo protagoniza guisos –a la marinera, su preparación más
emblemática–, que acompaña pescados, arroces, fabas, fideos o alcachofas.
Este molusco bivalbo, que vive
enterrado en la arena, se cultiva sobre
todo en las rías gallegas. De los diversos tipos que se encuentran en el
mercado, las de más calidad son la 'fina' y la 'babosa'. La
primera es
más apreciada por su mayor tamaño y porque aguanta más tiempo viva.
Un vino: Mártires de Finca Allende, viura (Rioja).
2. Berberechos
Escribía Julio Camba que el berberecho es
marisco abundantísimo, pero tan sabroso como si fuera muy raro. Y es
que este molusco, a pesar de su calidad y su excepcional sabor a mar,
tal vez por su bajo precio, no ha sido muy reconocido. Los mariscadores
los capturan aprovechando la bajamar en los fondos arenosos de las rías.
De Galicia proceden los mejores. Se comen tradicionalmente al vapor, aunque no hay que despreciarlos crudos, con un chorrito de limón, o en empanada. Y en lata, claro.
Un vino: Quinta Apolonia de Belondrade, verdejo (Rueda).
3. Bogavante
Uno
de los crustáceos más codiciados. En las rías gallegas y en todo el
Cantábrico se capturan magníficos ejemplares que superan el kilo de
peso. Cocidos enteros, o bien a la plancha, abiertos por la mitad, están
buenísimos. Es un marisco caro ya que sólo se aprovecha la tercera
parte de su peso total. Muy ricos también con arroz o en salpicón.
Cuidado porque los bogavantes nacionales no abundan por lo que es
habitual que nos den otros procedentes de Canadá, sin punto de
comparación.
Un vino: Vallegarcía Viogner, viogner (Pago de Vallegarcía).
4. Camarones
El
más pequeño de los crustáceos es a la vez uno de los más exquisitos y
también de los más caros. Se captura en todos nuestros mares, aunque los
mejores son los de Galicia y el Cantábrico, con carne prieta y sabrosa.
Basta con hervirlos ligeramente en agua con sal durante cinco minutos.
En el Mediterráneo sur se conocen como quisquillas y también son
excepcionales, aunque escasean. Su carne grasa y untuosa permite incluso
comerlas crudas.
Un vino: EM, sidra brut asturiana de Martínez Sopeña.
5. Centollo
Para
muchos es el marisco rey por sabor y textura. Vive en fondos rocosos y
arenosos, en ocasiones a gran profundidad. Su cuerpo redondo y su
caparazón espinoso lo hacen inconfundible. Los gallegos y asturianos son
los más apreciados. Como ocurre con otros mariscos, las hembras, especialmente si están llenas de huevas,
son más sabrosas. Se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte
posterior del caparazón: triangular en los machos, redondeada en las
hembras. Se cuecen en agua con sal, introduciéndolos vivos en la
cacerola cuando el agua aún está fría y se dejan hervir entre 20 minutos
y media hora dependiendo del tamaño.
Un vino: Branco de Sta. Cruz, godello y otras uvas (Valdeorras).
6. Cigalas
Con
estos elegantes crustáceos de caparazón duro, color rojo brillante y
carne prieta se reproduce el viejo debate: ¿cocidas o a la plancha? De
ambas maneras están buenas. La plancha para las piezas grandes.
Las terciadas y pequeñas, mejor cocidas, sobre todo si son hembras y
tienen esa delicia que llamamos 'coral'. Se distinguen de los machos
porque estos tienen pinchos en la parte inferior de la cola. Como ocurre
con otros mariscos, buena parte de las que consumimos proceden de otros
mares, sobre todo de Irlanda. Pero en España, desde la costa
mediterránea hasta el Cantábrico, las tenemos de primera.
Un vino: La Calma, chenin blanc (Penedés).
7. Gambas
Aunque todo es opinable, la gamba es el más sabroso de los crustáceos. De ahí que sea, junto con el langostino, el marisco más popular para
los españoles, que dividen su afición entre la roja mediterránea y la
blanca que se captura, sobre todo, en el litoral onubense. Los
partidarios de la blanca la consideran más fina, más aristocrática. Los
de la roja opinan que es más intensa, más pasional, especialmente su
cabeza, de intenso sabor. También se divide la afición a la hora de
prepararlas: cocidas o a la plancha. Cuestión de gustos.
Un vino: Fino Tradición, palomino (Jerez).
8. Langostinos
Julio
Camba, al que no le gustaban mucho, dejó escrito que «los langostinos
son el plato predilecto de las cupletistas principiantas y de los
condenados a muerte». Le faltó añadir «de las bodas». Casi siempre
congelados porque nuestras aguas no producen cantidad suficiente para
abastecer el mercado español, donde son habituales en fiestas y
celebraciones. Los de más calidad son los de Sanlúcar, aunque no les van a la zaga los de Vinaroz
y otros puntos mediterráneos. Estos se venden frescos y a precios
altos, sin comparación con los de los importados, los más frecuentes.
Un vino: Solear en Rama, palomino (Manzanilla de Sanlúcar).
9. Mejillón
Con
sus valvas de color negro azulado y su carne anaranjada, el mejillón
resulta inconfundible. Casi todos los que consumimos proceden de su
cultivo, fundamentalmente de las rías gallegas ya que
Galicia es el mayor productor mundial de estos moluscos baratos y
sabrosos que admiten numerosas preparaciones en la cocina: sencillamente
al vapor, solos o con alguna salsa como la vinagreta; rellenos, también conocidos como 'tigres'; a la marinera; escabechados; en empanada; con arroz… y por supuesto enlatados, que son los más consumidos.
Un vino: Chivite Las Fincas Rosado, garnacha y tempranillo (Navarra).
10. Nécoras
Este crustáceo
de diez patas, dos de las cuales son sus pinzas, no siempre se valora
como merece. Se capturan con nasas, arte de pesca que consiste en un
cesto con cebo del que les resulta imposible salir. Se suelen encontrar
en zonas rocosas. Las mejores son las hembras, especialmente cuando
estas tienen corales, muy sabrosos. Igual que ocurre con los centollos,
se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte posterior del
caparazón, con forma de pico en los machos, redonda en las hembras. La
mejor forma de prepararlas es introducirlas en agua fría con sal y
hervirlas durante cuatro o cinco minutos.
Un vino: Enate Chardonnay Fermentado en Barrica, chardonnay (Somontano).
11. Ostras
Consideradas
por muchos como la aristocracia de los moluscos, se disfrutan sobre
todo comiéndolas vivas. Seguramente porque, como escribe
Fernández-Armesto en su 'Historia de la comida', «la ostra, como toda la
comida cruda, resulta fascinante para nosotros porque es anómala:
constituye el regreso a un mundo precivilizado». Tienen fama las
francesas de Arcachon y las gallegas de Arcade, pero hay muchos orígenes. Además de crudas están muy buenas en escabeche.
Un vino: Claude Cazals, chardonnay (Champagne).
12. Percebe
Pese
a su peculiar aspecto estamos ante uno de los mariscos más sabrosos y
cotizados. La enorme dificultad para recogerlos en las rocas batidas por
el mar en las que viven fuertemente adheridos y su escasez son las
causas de que su elevado precio. Puro sabor a mar.
Basta medio minuto en agua con sal que ya esté hirviendo para
disfrutarlos. Hay quien los prefiere calientes, recién hervidos, y quien
opta por tomarlos templados. Los mejores suelen ser los cortos y
gruesos, procedentes del norte de Galicia y de Asturias.
Un vino: Zárate El Palomar, albariño (Rías Baixas).
EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - LA COCINA DOMINGO - LUNES - Doce mariscos y sus vinos ., fotos,.
Doce mariscos y sus vinos,.
Hemos seleccionado doce mariscos de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos,.
España es el paraíso del marisco.
Por variedad y, sobre todo, por calidad. En nuestras aguas encontramos
crustáceos y bivalvos para satisfacer todos los gustos. Desde las
cotizadas ostras hasta los modestos mejillones, desde bogavantes y
centollos hasta las gambas rojas o blancas. En estos tiempos en que
tanto se valora el producto, los mariscos españoles son, en su conjunto,
los mejores del mundo. Y, salvo contadas excepciones, están al alcance
de todos. La lista de variedades es larguísima y daría para un tratado.
Por eso hemos seleccionado doce de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos.
1. Almejas
Pocas cosas mejores que una buena almeja cruda,
regada con unas gotas de limón, con su profundo sabor marino y su
peculiar textura. La almeja es, además, muy agradecida en cocina, ya que
lo mismo protagoniza guisos –a la marinera, su preparación más
emblemática–, que acompaña pescados, arroces, fabas, fideos o alcachofas.
Este molusco bivalbo, que vive
enterrado en la arena, se cultiva sobre
todo en las rías gallegas. De los diversos tipos que se encuentran en el
mercado, las de más calidad son la 'fina' y la 'babosa'. La
primera es
más apreciada por su mayor tamaño y porque aguanta más tiempo viva.
Un vino: Mártires de Finca Allende, viura (Rioja).
2. Berberechos
Escribía Julio Camba que el berberecho es
marisco abundantísimo, pero tan sabroso como si fuera muy raro. Y es
que este molusco, a pesar de su calidad y su excepcional sabor a mar,
tal vez por su bajo precio, no ha sido muy reconocido. Los mariscadores
los capturan aprovechando la bajamar en los fondos arenosos de las rías.
De Galicia proceden los mejores. Se comen tradicionalmente al vapor, aunque no hay que despreciarlos crudos, con un chorrito de limón, o en empanada. Y en lata, claro.
Un vino: Quinta Apolonia de Belondrade, verdejo (Rueda).
3. Bogavante
Uno
de los crustáceos más codiciados. En las rías gallegas y en todo el
Cantábrico se capturan magníficos ejemplares que superan el kilo de
peso. Cocidos enteros, o bien a la plancha, abiertos por la mitad, están
buenísimos. Es un marisco caro ya que sólo se aprovecha la tercera
parte de su peso total. Muy ricos también con arroz o en salpicón.
Cuidado porque los bogavantes nacionales no abundan por lo que es
habitual que nos den otros procedentes de Canadá, sin punto de
comparación.
Un vino: Vallegarcía Viogner, viogner (Pago de Vallegarcía).
4. Camarones
El
más pequeño de los crustáceos es a la vez uno de los más exquisitos y
también de los más caros. Se captura en todos nuestros mares, aunque los
mejores son los de Galicia y el Cantábrico, con carne prieta y sabrosa.
Basta con hervirlos ligeramente en agua con sal durante cinco minutos.
En el Mediterráneo sur se conocen como quisquillas y también son
excepcionales, aunque escasean. Su carne grasa y untuosa permite incluso
comerlas crudas.
Un vino: EM, sidra brut asturiana de Martínez Sopeña.
5. Centollo
Para
muchos es el marisco rey por sabor y textura. Vive en fondos rocosos y
arenosos, en ocasiones a gran profundidad. Su cuerpo redondo y su
caparazón espinoso lo hacen inconfundible. Los gallegos y asturianos son
los más apreciados. Como ocurre con otros mariscos, las hembras, especialmente si están llenas de huevas,
son más sabrosas. Se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte
posterior del caparazón: triangular en los machos, redondeada en las
hembras. Se cuecen en agua con sal, introduciéndolos vivos en la
cacerola cuando el agua aún está fría y se dejan hervir entre 20 minutos
y media hora dependiendo del tamaño.
Un vino: Branco de Sta. Cruz, godello y otras uvas (Valdeorras).
6. Cigalas
Con
estos elegantes crustáceos de caparazón duro, color rojo brillante y
carne prieta se reproduce el viejo debate: ¿cocidas o a la plancha? De
ambas maneras están buenas. La plancha para las piezas grandes.
Las terciadas y pequeñas, mejor cocidas, sobre todo si son hembras y
tienen esa delicia que llamamos 'coral'. Se distinguen de los machos
porque estos tienen pinchos en la parte inferior de la cola. Como ocurre
con otros mariscos, buena parte de las que consumimos proceden de otros
mares, sobre todo de Irlanda. Pero en España, desde la costa
mediterránea hasta el Cantábrico, las tenemos de primera.
Un vino: La Calma, chenin blanc (Penedés).
7. Gambas
Aunque todo es opinable, la gamba es el más sabroso de los crustáceos. De ahí que sea, junto con el langostino, el marisco más popular para
los españoles, que dividen su afición entre la roja mediterránea y la
blanca que se captura, sobre todo, en el litoral onubense. Los
partidarios de la blanca la consideran más fina, más aristocrática. Los
de la roja opinan que es más intensa, más pasional, especialmente su
cabeza, de intenso sabor. También se divide la afición a la hora de
prepararlas: cocidas o a la plancha. Cuestión de gustos.
Un vino: Fino Tradición, palomino (Jerez).
8. Langostinos
Julio
Camba, al que no le gustaban mucho, dejó escrito que «los langostinos
son el plato predilecto de las cupletistas principiantas y de los
condenados a muerte». Le faltó añadir «de las bodas». Casi siempre
congelados porque nuestras aguas no producen cantidad suficiente para
abastecer el mercado español, donde son habituales en fiestas y
celebraciones. Los de más calidad son los de Sanlúcar, aunque no les van a la zaga los de Vinaroz
y otros puntos mediterráneos. Estos se venden frescos y a precios
altos, sin comparación con los de los importados, los más frecuentes.
Un vino: Solear en Rama, palomino (Manzanilla de Sanlúcar).
9. Mejillón
Con
sus valvas de color negro azulado y su carne anaranjada, el mejillón
resulta inconfundible. Casi todos los que consumimos proceden de su
cultivo, fundamentalmente de las rías gallegas ya que
Galicia es el mayor productor mundial de estos moluscos baratos y
sabrosos que admiten numerosas preparaciones en la cocina: sencillamente
al vapor, solos o con alguna salsa como la vinagreta; rellenos, también conocidos como 'tigres'; a la marinera; escabechados; en empanada; con arroz… y por supuesto enlatados, que son los más consumidos.
Un vino: Chivite Las Fincas Rosado, garnacha y tempranillo (Navarra).
10. Nécoras
Este crustáceo
de diez patas, dos de las cuales son sus pinzas, no siempre se valora
como merece. Se capturan con nasas, arte de pesca que consiste en un
cesto con cebo del que les resulta imposible salir. Se suelen encontrar
en zonas rocosas. Las mejores son las hembras, especialmente cuando
estas tienen corales, muy sabrosos. Igual que ocurre con los centollos,
se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte posterior del
caparazón, con forma de pico en los machos, redonda en las hembras. La
mejor forma de prepararlas es introducirlas en agua fría con sal y
hervirlas durante cuatro o cinco minutos.
Un vino: Enate Chardonnay Fermentado en Barrica, chardonnay (Somontano).
11. Ostras
Consideradas
por muchos como la aristocracia de los moluscos, se disfrutan sobre
todo comiéndolas vivas. Seguramente porque, como escribe
Fernández-Armesto en su 'Historia de la comida', «la ostra, como toda la
comida cruda, resulta fascinante para nosotros porque es anómala:
constituye el regreso a un mundo precivilizado». Tienen fama las
francesas de Arcachon y las gallegas de Arcade, pero hay muchos orígenes. Además de crudas están muy buenas en escabeche.
Un vino: Claude Cazals, chardonnay (Champagne).
12. Percebe
Pese
a su peculiar aspecto estamos ante uno de los mariscos más sabrosos y
cotizados. La enorme dificultad para recogerlos en las rocas batidas por
el mar en las que viven fuertemente adheridos y su escasez son las
causas de que su elevado precio. Puro sabor a mar.
Basta medio minuto en agua con sal que ya esté hirviendo para
disfrutarlos. Hay quien los prefiere calientes, recién hervidos, y quien
opta por tomarlos templados. Los mejores suelen ser los cortos y
gruesos, procedentes del norte de Galicia y de Asturias.
Un vino: Zárate El Palomar, albariño (Rías Baixas).
España es el paraíso del marisco. Por variedad y, sobre todo, por calidad. En nuestras aguas encontramos crustáceos y bivalvos para satisfacer todos los gustos. Desde las cotizadas ostras hasta los modestos mejillones, desde bogavantes y centollos hasta las gambas rojas o blancas. En estos tiempos en que tanto se valora el producto, los mariscos españoles son, en su conjunto, los mejores del mundo. Y, salvo contadas excepciones, están al alcance de todos. La lista de variedades es larguísima y daría para un tratado. Por eso hemos seleccionado doce de los más habituales y doce vinos de distintas zonas y uvas adecuados para acompañarlos.
1. Almejas
Pocas cosas mejores que una buena almeja cruda, regada con unas gotas de limón, con su profundo sabor marino y su peculiar textura. La almeja es, además, muy agradecida en cocina, ya que lo mismo protagoniza guisos –a la marinera, su preparación más emblemática–, que acompaña pescados, arroces, fabas, fideos o alcachofas. Este molusco bivalbo, que vive
enterrado en la arena, se cultiva sobre todo en las rías gallegas. De los diversos tipos que se encuentran en el mercado, las de más calidad son la 'fina' y la 'babosa'. La
primera es más apreciada por su mayor tamaño y porque aguanta más tiempo viva.
Un vino: Mártires de Finca Allende, viura (Rioja).
2. Berberechos
Escribía Julio Camba que el berberecho es marisco abundantísimo, pero tan sabroso como si fuera muy raro. Y es que este molusco, a pesar de su calidad y su excepcional sabor a mar, tal vez por su bajo precio, no ha sido muy reconocido. Los mariscadores los capturan aprovechando la bajamar en los fondos arenosos de las rías. De Galicia proceden los mejores. Se comen tradicionalmente al vapor, aunque no hay que despreciarlos crudos, con un chorrito de limón, o en empanada. Y en lata, claro.
Un vino: Quinta Apolonia de Belondrade, verdejo (Rueda).
3. Bogavante
Uno de los crustáceos más codiciados. En las rías gallegas y en todo el Cantábrico se capturan magníficos ejemplares que superan el kilo de peso. Cocidos enteros, o bien a la plancha, abiertos por la mitad, están buenísimos. Es un marisco caro ya que sólo se aprovecha la tercera parte de su peso total. Muy ricos también con arroz o en salpicón. Cuidado porque los bogavantes nacionales no abundan por lo que es habitual que nos den otros procedentes de Canadá, sin punto de comparación.
Un vino: Vallegarcía Viogner, viogner (Pago de Vallegarcía).
4. Camarones
El más pequeño de los crustáceos es a la vez uno de los más exquisitos y también de los más caros. Se captura en todos nuestros mares, aunque los mejores son los de Galicia y el Cantábrico, con carne prieta y sabrosa. Basta con hervirlos ligeramente en agua con sal durante cinco minutos. En el Mediterráneo sur se conocen como quisquillas y también son excepcionales, aunque escasean. Su carne grasa y untuosa permite incluso comerlas crudas.
Un vino: EM, sidra brut asturiana de Martínez Sopeña.
5. Centollo
Para muchos es el marisco rey por sabor y textura. Vive en fondos rocosos y arenosos, en ocasiones a gran profundidad. Su cuerpo redondo y su caparazón espinoso lo hacen inconfundible. Los gallegos y asturianos son los más apreciados. Como ocurre con otros mariscos, las hembras, especialmente si están llenas de huevas, son más sabrosas. Se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte posterior del caparazón: triangular en los machos, redondeada en las hembras. Se cuecen en agua con sal, introduciéndolos vivos en la cacerola cuando el agua aún está fría y se dejan hervir entre 20 minutos y media hora dependiendo del tamaño.
Un vino: Branco de Sta. Cruz, godello y otras uvas (Valdeorras).
6. Cigalas
Con estos elegantes crustáceos de caparazón duro, color rojo brillante y carne prieta se reproduce el viejo debate: ¿cocidas o a la plancha? De ambas maneras están buenas. La plancha para las piezas grandes. Las terciadas y pequeñas, mejor cocidas, sobre todo si son hembras y tienen esa delicia que llamamos 'coral'. Se distinguen de los machos porque estos tienen pinchos en la parte inferior de la cola. Como ocurre con otros mariscos, buena parte de las que consumimos proceden de otros mares, sobre todo de Irlanda. Pero en España, desde la costa mediterránea hasta el Cantábrico, las tenemos de primera.
Un vino: La Calma, chenin blanc (Penedés).
7. Gambas
Aunque todo es opinable, la gamba es el más sabroso de los crustáceos. De ahí que sea, junto con el langostino, el marisco más popular para los españoles, que dividen su afición entre la roja mediterránea y la blanca que se captura, sobre todo, en el litoral onubense. Los partidarios de la blanca la consideran más fina, más aristocrática. Los de la roja opinan que es más intensa, más pasional, especialmente su cabeza, de intenso sabor. También se divide la afición a la hora de prepararlas: cocidas o a la plancha. Cuestión de gustos.
Un vino: Fino Tradición, palomino (Jerez).
8. Langostinos
Julio Camba, al que no le gustaban mucho, dejó escrito que «los langostinos son el plato predilecto de las cupletistas principiantas y de los condenados a muerte». Le faltó añadir «de las bodas». Casi siempre congelados porque nuestras aguas no producen cantidad suficiente para abastecer el mercado español, donde son habituales en fiestas y celebraciones. Los de más calidad son los de Sanlúcar, aunque no les van a la zaga los de Vinaroz y otros puntos mediterráneos. Estos se venden frescos y a precios altos, sin comparación con los de los importados, los más frecuentes.
Un vino: Solear en Rama, palomino (Manzanilla de Sanlúcar).
9. Mejillón
Con sus valvas de color negro azulado y su carne anaranjada, el mejillón resulta inconfundible. Casi todos los que consumimos proceden de su cultivo, fundamentalmente de las rías gallegas ya que Galicia es el mayor productor mundial de estos moluscos baratos y sabrosos que admiten numerosas preparaciones en la cocina: sencillamente al vapor, solos o con alguna salsa como la vinagreta; rellenos, también conocidos como 'tigres'; a la marinera; escabechados; en empanada; con arroz… y por supuesto enlatados, que son los más consumidos.
Un vino: Chivite Las Fincas Rosado, garnacha y tempranillo (Navarra).
10. Nécoras
Este crustáceo de diez patas, dos de las cuales son sus pinzas, no siempre se valora como merece. Se capturan con nasas, arte de pesca que consiste en un cesto con cebo del que les resulta imposible salir. Se suelen encontrar en zonas rocosas. Las mejores son las hembras, especialmente cuando estas tienen corales, muy sabrosos. Igual que ocurre con los centollos, se distinguen por la lengüeta que tienen en la parte posterior del caparazón, con forma de pico en los machos, redonda en las hembras. La mejor forma de prepararlas es introducirlas en agua fría con sal y hervirlas durante cuatro o cinco minutos.
Un vino: Enate Chardonnay Fermentado en Barrica, chardonnay (Somontano).
11. Ostras
Consideradas por muchos como la aristocracia de los moluscos, se disfrutan sobre todo comiéndolas vivas. Seguramente porque, como escribe Fernández-Armesto en su 'Historia de la comida', «la ostra, como toda la comida cruda, resulta fascinante para nosotros porque es anómala: constituye el regreso a un mundo precivilizado». Tienen fama las francesas de Arcachon y las gallegas de Arcade, pero hay muchos orígenes. Además de crudas están muy buenas en escabeche.
Un vino: Claude Cazals, chardonnay (Champagne).
12. Percebe
Pese a su peculiar aspecto estamos ante uno de los mariscos más sabrosos y cotizados. La enorme dificultad para recogerlos en las rocas batidas por el mar en las que viven fuertemente adheridos y su escasez son las causas de que su elevado precio. Puro sabor a mar. Basta medio minuto en agua con sal que ya esté hirviendo para disfrutarlos. Hay quien los prefiere calientes, recién hervidos, y quien opta por tomarlos templados. Los mejores suelen ser los cortos y gruesos, procedentes del norte de Galicia y de Asturias.
Un vino: Zárate El Palomar, albariño (Rías Baixas).
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