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LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - La factura más sensible ,.
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La factura más sensible,.
Política. Antes de ganar la batalla de las ideas hay que ganar la batalla de los bolsillos. Prevenir antes que curar y de que sea demasiado tarde,.
La desorbitada subida de la luz se ha convertido en el escándalo del verano y ha tenido la virtud de colocar un asunto de potente impacto social en el epicentro de las preocupaciones. Una ‘tormenta perfecta’ que obliga al Gobierno de coalición a tomar medidas urgentes y que tensiona las relaciones entre los dos socios en un momento de impasse veraniego, cuando la negociación de los Presupuestos está a la vuelta de la esquina.
La factura política a pagar puede ser muy costosa. Las tensiones que sufre el Ejecutivo tocan una fibra muy íntima y profunda, de una relevancia crucial para el imaginario de la base social de ambas formaciones.
Contra todo pronóstico, el foco del debate público en España ya no está tanto en la persistente cuestión identitaria, ni siquiera en los ecos del conflicto catalán, avivados por la polémica de los indultos a los dirigentes del Procés. Son cuestiones que parecen ya de la prehistoria, que están bastante amortizadas, a pesar de que el nacionalismo español se ha convertido en los últimos tiempo en un elemento de movilización después de años de estar oculto en el armario tras la dictadura.
Bajo la asfixiante sombra de la Covid se ha ido larvando un difuso malestar social que ahora puede catalizar la indignación popular con esa subida del precio de la luz. Históricamente algunas de las revueltas populares han tenido su origen en esas rebeliones contra la subida de precios o de tasas o contra la carestía o escasez de ciertos alimentos básicos.
Salvando las evidentes y abismales distancias en las situaciones, el disparatado coste de la lavadora evidencia que hay algo que falla. El compromiso por la modernización económica y por la igualdad no puede pasar por alto una progresiva sensación de abuso de poder y de agravio comparativo en perjuicio del interés público que rodea el espectacular encarecimiento de la energía.
Si alguna consecuencia ideológica tiene la lucha contra la pandemia es que está devolviendo el valor del interés de la comunidad frente a los individualismos. Es precisamente esta percepción crítica la que puede catalizar ese sentimiento colectivo de descontento. Deberían ser las propias grandes compañías eléctricas las más interesadas en aclarar estas lagunas que deja el mercado.
La cuestión del precio de la energía y la de la carestía de la vivienda se han convertido de hecho en dos factores estructurales de desigualdad social que amenazan con comprometer la vida digna de millones de personas y que ponen en entredicho las expectativas de las nuevas generaciones.
Se trata de una injusticia palmaria que requiere soluciones firmes, pero a la vez complejas. No hay varitas mágicas. Pensar que las cosas se resuelven a golpe de consigna propagandística es de un infantilismo atroz.
El PP ha estado rápido de reflejos al coger la bandera de la oposición, más allá de que su discurso tenga puntos débiles si se recuerda la gestión de sus gobiernos en estas materias. La coalición que lidera Pedro Sánchez pondrá a prueba las costuras que unen a un partido socialdemócrata con otro nacido a su izquierda.
Lo mismo ocurre con la devolución de menores inmigrantes en Ceuta, un primer episodio de la normalización de relaciones con Marruecos, que solivianta a Unidas Podemos y le genera problemas de conciencia.
La ‘realpolitik’ fuerza esta dialéctica difícil y contradictoria que, a veces, lleva al choque y también a la exhibición de diferencias hasta el borde del precipicio.
El debate social y económico es el más inflamable y va a dirimir en los próximos tiempos la batalla del poder en España. Los fondos europeos deben servir para cambiar el modelo productivo y también para corregir las desigualdades. Si no, el malestar lo capitalizará el populismo más ultra.
La asignatura pendiente de la izquierda en el poder pasa por neutralizar estos focos en los barrios de tradición obrera de las grandes ciudades, donde Vox está agazapado con sus mensajes simplistas, plagados de estereotipos y prejuicios.
Este caldo de cultivo de descontento no va a gestar respuestas progresistas o desde un anticapitalismo de nuevo cuño, a la izquierda de Podemos para entendernos. No. Servirá para que crezca el flanco antisistema más reaccionario. Es un fenómeno tóxico con precedentes en Europa que carcome los cimientos de las democracias liberales. Antes de ganar la batalla de las ideas hay que ganar la batalla de los bolsillos. Prevenir antes que curar y de que sea demasiado tarde.
TITULO: LOS 50€ BILLETES - BILLETE 1.000 PESETAS - LOS ARBOLES PERDIDOS - Las universidades españolas rozan su mejor clasificación entre la élite ,.
LOS 50€ BILLETES - BILLETE 1.000 PESETAS - LOS ARBOLES PERDIDOS -Las universidades españolas rozan su mejor clasificación entre la élite ,. , fotos.
Las universidades españolas rozan su mejor clasificación entre la élite,.
Sitúan doce centros en el 'top 500', uno menos que hace un año, pero ocho de cada diez campus públicos siguen entre los mil mejores del planeta,.
Las universidades españolas prácticamente han revalidado la magnífica valoración internacional que lograron tanto en 2019 como en 2020. El Ranking Académico de las Universidades del Mundo (ARWU), elaborado como cada año por la Universidad Jiao Tong de Shanghái, otorgó ayer a los centros de educación superior españoles su segunda mejor clasificación histórica entre la élite mundial, que lidera un año más (decimonoveno consecutivo) la estadounidense Harvard.
Este listado de las 500 mejores universidades del mundo, conocido como el 'ranking de Shanghái', la clasificación más antigua, prestigiosa e influyente, incluye en 2021 en su selecto club a doce centros de estudios superiores españoles, uno menos que en 2019 y 2020, pero dos más que hace tres años.
España se queda muy cerca del máximo histórico de trece campus de 2015 y 2020 y, además, mantiene a una cuarta parte de sus centros públicos entre la élite académica del planeta. Se trata de un buen resultado, que iguala el de 2016 y mejora los de los dos años siguientes, cuando las universidades españolas perdieron un centro por curso en el 'top 500'.
La Universidad de Salamanca ingresó este año por primera vez en el selecto club del 'ranking de Shanghái', del que se cayeron las de Zaragoza y Oviedo
No obstante, como ocurre desde la primera edición del estudio (2003), no hay españoles entre los cien primeros y solo la Universidad de Barcelona es capaz de ubicarse entre los puestos 150 y 200, una proeza a la vista de sus recursos que mantiene desde 2014, con un único pinchazo en 2017. La razón que aleja a los campus nacionales de los primeros puestos es que el 'ranking de Shanghái' valora esencialmente la investigación de muy alto nivel (sobre todo la científica y técnica) por encima de la docencia y prima con hasta un 30% de puntuación a las universidades con alumnos y profesores en posesión del premio Nobel o la medalla Fields (Matemáticas), de los que España carece.
España tiene una presencia más bien modesta en la élite, pero en cambio es una potencia entre la clase media de la educación superior. Tiene un alto nivel medio de calidad en la gran mayoría de sus campus. Así lo demuestra el segundo ranking mundial publicado por la Universidad de Jiao Tong, el que define las universidades que ocupan los puestos del 501 al 1.000 –las «candidatas» a saltar en próximos años al 'top 500'–, que incluye a otros 27 centros españoles, los mismos que el año pasado y dos más que en 2019.
La lista ampliada demuestra que 39 universidades españolas –todas públicas salvo la Universidad de Navarra– están entre las 1.000 mejores del mundo, un nivel de calidad que solo pueden acreditar el 6% de los centros de educación superior de los cinco continentes. Esto significa que el 78% de los campus públicos españoles, casi ocho de cada diez, están entre los de mayor calidad del planeta.
El único centro superior de estudios privado español incluido en la selección académica mundial más prestigiosa es la Universidad de Navarra
La élite española, según el 'ranking de Shanghái', está compuesta por doce centros, tras la salida este curso de las universidades de Zaragoza y Oviedo y la entrada de la de Salamanca. La Universidad de Barcelona es la única ubicada entre los puestos 150 y 200 y la siguen la Complutense de Madrid, la Autónoma de Barcelona y la de Granada, todas ellas entre las posiciones 201 y 300 (desde el puesto 99 solo se numeran por centenas). En el siguiente escalón, en el grupo de las 301 a 400 mejores, están la Autónoma de Madrid, la Universidad de Valencia, la del País Vasco y la Politécnica de Valencia. Y entre el último centenar de la clasificación principal están las universidades de Sevilla, Santiago de Compostela, Salamanca y Pompeu Fabra de Barcelona.
Los autores del estudio consideran que son cinco las principales «candidatas» españolas a ingresar en próximos años en el 'top 500', que se corresponden con las posiciones 501 a 600 de la lista complementaria. Son la recién descendida Universidad de Zaragoza, la Politécnica de Madrid, la Rovira i Virgili de Tarragona, la Universidad de Navarra, y la de Vigo. Entra por primera vez en la lista de los mil mejores campus la Universidad de Almería y se caen de la élite mundial la de Cádiz (seleccionada el año pasado por primera vez) y la Miguel Hernández de Elche (que estaba en la franja de las 600 a 700 mejores).
Harvard, líder eterno
Las diez primeras posiciones del 'ranking de Shanghái' están copadas por las ocho principales universidades estadounidenses, con Harvard y Stanford a la cabeza, y por las dos ilustres británicas, Cambridge, que se asienta en el tercer puesto, y Oxford (séptima). No hay posibilidad de encontrar un campus que no pertenezca a uno de estos dos países hasta la posición 13, donde se ubica la Universidad París-Saclay. La Universidad de Tokio es la primera asiática, en el puesto 24, y la australiana de Melbourne, en el 33, es la primera de Oceanía.
El dominio estadounidense entre las mejores universidades del mundo es abrumador y creciente. En el 'top 20' de centros acapara 16 (dos más que hace un año); en el 'top 100' tiene 40; y en el global de las 500 principales, 129. Le siguen como potencias universitarias China, con 84 centros entre las 500 mejores, y Reino Unido, con 38 campus, ocho de ellos en el 'top 100'.
LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - PAPELES QUEMADOS - Chimenea - 67 Festival de Teatro: «Las suplicantes» ,. , fotos,.
67 Festival de Teatro: «Las suplicantes»,.
18 agosto - 22 agosto,.
Las suplicantes
Versión libre de Silvia Zarco sobre las obras homónimas de Esquilo y Eurípides
Desde las arenas del Nilo, las jóvenes Danaides, guiadas por su padre, llegan como suplicantes de asilo a la costa de Argos, en Grecia. Han atravesado el mar, aterradas, escapando de una boda forzada con sus primos, los hijos del rey Egipto. La ciudad de Argos, sin recelo ni titubeos, les da cobijo; pero el enemigo no tarda en llegar buscando a las mujeres que cree suyas. Cuando todo parece estar perdido, el pueblo argivo enfrenta y vence a los egipcios sin más armas que unas firmes palabras que avalan la
libertad femenina. Libres por fin, las Danaides habitan en Argos; sin embargo, pronto llegará una guerra. El ejército de la ciudad que un día las acogió es cruelmente derrotado y el dolor se multiplica cuando el vencedor se niega a devolver los cuerpos de los vencidos. Serán sus madres, las madres de los caídos, quienes ahora se tornen suplicantes y, acompañadas por las Danaides, marchen en busca de los cadáveres de sus hijos.
Las suplicantes es una mirada catártica al pasado para reencontrarnos como seres humanos a través del acto ritual que es el teatro. Rito, reflexión y llanto colectivo para un momento histórico en que conllorar es absolutamente necesario.
Silvia Zarco, autora de la versión
Reparto: Carolina Rocha, Cándido Gómez, David
Gutiérrez, Eduardo Cervera, María Garralón, Valentín Paredes, Rubén
Lanchazo, Javier Herrera. Cante: Celia Romero
Dirección: Eva Romero Borrallo
Texto: Versión libre de Silvia Zarco sobre las obras homónimas de Esquilo y Eurípides
Una coproducción del Festival de Mérida y Maribel Mesón
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