TITULO: El
paisano - Viernes -27- Agosto -Un charco de foto al lado de una cueva ,.
Viernes -27- Agosto a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
Un charco de foto al lado de una cueva ,.
En plena naturaleza. El río Ruecas se encajona entre paredes y regala una zona de baño para enmarcar, situada a un minuto a pie de la cueva Chiquita y sus pinturas rupestres,.
Como el camino es parte del viaje, casi cualquier ruta que discurra por las comarcas de Las Villuercas o Los Ibores se disfruta desde antes de llegar al destino. Ocurre por ejemplo cuando se va en busca del charco La Nutria y la cueva Chiquita, también llamada de Álvarez. Están en Cañamero, que es tierra de vinos y de fósiles y de sinclinales, etc,.
TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA -El teatro y el cine son unos grandes supervivientes ,.
El teatro y el cine son unos grandes supervivientes,.
El extremeño debuta a sus 65 años en el Teatro Romano, bajo el personaje de Teseo, rey de AtenasValentín Paredes Actor en 'Las suplicantes',.
Valentín
Paredes (Manchita, Badajoz, 1955) es un actor extremeño que saltó a la
fama por interpretar a 'El Tejas' en la película 'El Pico 2', a mitad de
la década de 1980. También ha participado, entre otros trabajos, en la
mítica serie 'Verano Azul', en la película 'Garantía personal' y en
'Hostal Royal Manzanares', compartiendo escenario, etc,.
TITULO: HOSPITAL - Confirmado: la pérdida del olfato y/o del gusto es un síntoma de la covid-19,.
Confirmado: la pérdida del olfato y/o del gusto es un síntoma de la covid-19,.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye además entre los síntomas más habituales la fiebre, la tos seca y el cansancio,.
foto / En abril, un consorcio de científicos de 43 países, entre ellos España, comenzó un proyecto para tratar de averiguar si la pérdida del olfato y/o del gusto va asociada a la covid-19 y con qué frecuencia. Ya se conocen los primeros resultados y, sí, estos dos sentidos se ven en mayor o menor grado alterados.
Los primeros datos de este macroestudio se han obtenido a partir de 4.039 encuestas traducidas a una treintena de idiomas y realizadas a pacientes o personas que hayan pasado la enfermedad; detrás está la iniciativa Consorcio Global de Investigadores Quimiosensoriales (GCCR, por sus siglas en inglés).
El objetivo, conocer si durante el período de enfermedad es generalizada esta pérdida de olfato, gusto y/o quemestesis, fenómeno este último por el que se sienten ciertas sensaciones en la nariz mientras ingerimos sabores, por ejemplo lo que nos produce el picante en las fosas nasales.
Así, según los resultados, si el máximo de capacidad olfativa es de 100 puntos y el máximo de pérdida de esta cualidad es de -100 puntos, la media de la pérdida de percepción olfativa en las personas durante el desarrollo de la covid-19 está en -79.7 puntos.
En relación al gusto pasa algo parecido, donde la media de la falta de gusto en pacientes con covid-19 fue de -69 puntos, mientras que la pérdida de quemestesis fue de -37.3 puntos de promedio.
En cuanto a sabores específicos, estos primeros datos recogen con qué frecuencia se producen esos cambios, es decir, cuántas personas de las que completaron la encuesta percibieron alguna variación.
Así, un total de 1.840 notaron cambios o dificultades a la hora de detectar el sabor salado; 1.788 mostraron alteraciones para el sabor dulce; 1.586 participantes notaron cambios en los amargos; 1.511 en la captación de los sabores ácidos; y 1.079 personas presentaron cambios a la hora de notar comidas sabrosas (unami).
Estos primeros resultados se han publicado en el repositorio científico medRxiv, sin la revisión de otros expertos, pero el artículo ya ha sido aceptado por la revista científica Chemical Senses.
«Este es un primer estudio muy importante porque, a partir de demostrar que se produce pérdida de olfato (anosmia), de gusto (ageusia) y de quemestesis, podemos estudiar más cosas relacionadas con esos síntomas», señala a Efe Paloma Rohlfs Domínguez, del departamento de Psicología y Antropología de la Universidad de Extremadura en Cáceres, y una de las firmantes de este primer artículo.
Y es que, según Rohlfs, los investigadores han empezado a comparar los cambios quimio-sensoriales, es decir, la reducción del olfato, gusto y quemestesis que se producen como consecuencia de la covid-19 con aquellos que provocan otras enfermedades respiratorias; la encuesta de hecho pregunta por otras enfermedades respiratorias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye entre los síntomas más habituales de la covid-19 la fiebre, la tos seca y el cansancio, e incluye la pérdida del gusto o del olfato en el grupo de los síntomas menos frecuentes.
Según la investigadora española, a raíz de estos primeros resultados y si se confirman en análisis posteriores, la anosmia y la ageusia deberían pasar a formar parte de los síntomas más habituales.
El GCCR está liderado por la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos y es esta institución la que centraliza todos los cuestionarios. Luego el análisis se hace entre diversos grupos del consorcio.
Los científicos y médicos que están trabajando en esta iniciativa lo hacen de manera voluntaria pero no se descarta la futura solicitud de financiación a distintas entidades para actividades investigadoras.
Hasta ahora, se han hecho 36.500 encuestas, unas 3.700 en español, y el estudio sigue abierto, así que el cuestionario se puede rellenar en la web del consorcio (https://gcchemosensr.org). En hacerlo se tarda unos 15 minutos.
Los participantes tienen que contestar de forma anónima a preguntas, por ejemplo, sobre el diagnóstico, sobre si han tenido capacidad de oler durante el período de enfermedad o si han constatado cambios en gustos específicos: dulce, salado, agrio, amargo y unami.
Cuando se reúnan todas las encuestas, los investigadores del proyecto volverán a sacar y publicar conclusiones, esta vez con más datos, sobre la pérdida del olfato, gusto y/o quemestesis.
TITULO: VUELTA AL COLE -¿Estamos preparados para una nueva catástrofe? .
¿Estamos preparados para una nueva catástrofe?
Ha llegado la hora de crear el Ministerio de los Cisnes Negros? Los eventos de baja probabilidad y alto impacto son una realidad, como ha demostrado la pandemia. ¿Cuál será la próxima catástrofe? Nadie lo sabe, pero deberíamos estar preparados para lo que sea: virus, asteroides, terrorismo, clima… Sin embargo, el riesgo más sorprendente (y subestimado) proviene del Sol.
En diciembre de 2019 se empezó a hablar de que había un tipo nuevo de enfermedad respiratoria que afectaba a personas en Wuhan, China. Nunca imaginaríamos entonces que en el 2020 el mundo cambiaría.
En enero del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el nuevo brote de coronavirus como una emergencia de salud pública de importancia internacional. Posteriormente, en marzo del mismo año, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunciaba que esta enfermedad, a la que conocemos hoy día como covid-19, se establecía por todo el mundo apresuradamente, por lo que la llamó pandemia.
Pero ¿sabíamos que esto sucedería?
Lamentablemente sí. Muchas han sido las señales o avisos que nos lo indicaban. La historia de la humanidad ha estado plagada de patógenos que se originan en especies animales.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) indica que cada año aparecen cinco nuevas enfermedades humanas, tres de las cuales son de origen animal o zoonóticas, entendiendo como zoonosis aquellas infecciones que se producen de forma natural entre animales y humanos. Estas enfermedades son el resultado de una coevolución del patógeno y de uno o varios hospederos, convirtiéndose en ciclos muy complejos entre el patógeno y el hospedero
Los patógenos que ahora son endémicos en los seres humanos, como el sarampión o la viruela, evolucionaron a partir de vida silvestre. De la misma forma que los humanos se han extendido por todo el mundo, también lo han hecho las enfermedades infecciosas.
Incluso en esta era moderna, los brotes son casi constantes, aunque no todos alcanzan el nivel de pandemia como lo ha hecho la covid-19.
Casos previos
De la misma forma que las sociedades humanas se han desarrollado, los patógenos de hospederos animales también se han extendido en nuestra población, sobre todo con la aparición de las comunidades agrarias, cambios ecológicos y demográficos a gran escala. Ejemplos de esto lo constituye la domesticación del ganado, cerdos y aves entre otros, y, con esto, la formación de urbes, trayendo consigo un comercio generalizado con nuevas oportunidades para la interacción entre humanos y animales, que aceleraron la aparición de esas epidemias.
Malaria, tuberculosis, lepra, influenza y viruela llevan muchos siglos conviviendo con los humanos. La peste negra (1347-1351) causada por Yersinia pestis, el cólera (1817-1923) causada por Vibrio cholerae, la gripe española (1918-1919) causada por el virus de la influenza H1N1 son solo algunas de las pandemias o epidemias que constan en la historia de la humanidad.
Sin embargo, en la actualidad la aparición de eventos zoonóticos es más frecuente. Por ejemplo, la de covid-19 es la sexta pandemia global desde la de gripe de 1918.
Varias zoonosis emergentes ocuparon los titulares mundiales causando gran alarma. Estas enfermedades incluyen el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), el síndrome respiratorio agudo repentino (SARS), las gripes porcina y aviar, el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), el virus de ébola, el virus del Nilo Occidental o el virus del Zika.
Causas
Muchos son los factores que conducen a la aparición de enfermedades zoonóticas, todos enfocados a las actividades antropogénicas como las prácticas agrícolas, la destrucción del hábitat, la invasión humana de los bosques, el consumo y tráfico de fauna silvestre y el cambio climático, entre otras.
Según el reporte del UNEP FRONTIERS 2016, si bien es cierto que las enfermedades zoonóticas se originan en la vida silvestre, la transmisión zoonótica de los hospedadores de vida silvestre directamente al hospedador humano es poco común. Así, los animales domésticos se han convertido en un 'puente epidemiológico' entre la fauna silvestre y las infecciones humanas.
La demanda de proteína de origen animal requiere una producción más intensiva, o sea, mayores poblaciones de ganado de alto rendimiento y genéticamente similares, disminuyendo así la diversidad genética. Esta homocigosis ayuda a la propagación de enfermedades, una vulnerabilidad conocida como 'efecto del monocultivo'.
¿Estaban ahí las señales para contener a la covid-19?
La respuesta es nuevamente si. Después de los acontecimientos ocurridos de 2014 a 2016 con el brote de ébola más devastador y difícil de contener, debimos aprender muchas lecciones. A pesar de ello, los humanos tenemos una memoria muy frágil.
El brote de ébola de 2014-2016 en África Occidental fue el más extenso y complejo desde que se descubrió el virus en 1976. Hubo más casos y más muertes en este brote que en todos los demás juntos. Además, se extendió a diferentes países: empezó en Guinea y después se propagó a través de las fronteras terrestres a Sierra Leona y Liberia.
Cerca de 28 000 infectados y más de 11 000 muertos fueron consecuencia de este brote. Además de poner en evidencia un sistema de salud muy debilitado y plantear problemas económicos importantes.
El brote terminó cuando los sistemas médicos y de protección civil comenzaron a actuar en conjunto con la población, dejando en clara la necesidad de la colaboración de todos para detener la catástrofe.
Entonces, si teníamos muchas señales, ¿por qué la covid-19 nos ha afectado tanto? ¿Cómo nos recuperaremos de esto? ¿Estamos preparados para una nueva pandemia? Son muchas preguntas ante las que debemos ser más críticos.
La próxima amenaza
A medida que la población humana se expanda y siga causando daño a la naturaleza, las amenazas que están ocultas saldrán. Por cada patógeno que aparezca, muchos más serán potenciales amenazas circulando en la naturaleza.
Según el nuevo reporte de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), se estima que 1,7 millones de virus actualmente «no descubiertos» existen en mamíferos y aves, de los cuales hasta 850 000 podrían tener capacidad de infectar a las personas. Además, se pronostica que habrá pandemias más frecuentes, mortales y costosas.
En consecuencia, parece evidente que debemos comprender y asumir que nuestra salud y la de los animales (domésticos y salvajes) son interdependientes y están unidas a la salud de los ecosistemas en los que vivimos. Solo tenemos un mundo y una única salud: la de todo el planeta.
La sociedad tuvo la opción de aprender de las epidemias previas, para prepararse y guiar de mejor manera la COVID-19, pero no aprendimos esa enseñanza y ahora estamos sumergidos en una pandemia con terribles consecuencias económicas y sociales.
Si no cambiamos y no aprendemos de lo que ha ocurrido con la pandemia actual, tomando en cuenta la prevención, la próxima pandemia nos arrojará al mismo destino en el que nos encontramos hoy día.
TITULO:
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En
la tuya o en la mía - Miercoles -1- Septiembre - Así acaba tu pececito de colores tirado por el váter ,.
En la tuya o en la mía - Miercoles -1- Septiembre ,.
En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el miercoles -1- Septiembre , etc.
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - Así acaba tu pececito de colores tirado por el váter ,.
Así acaba tu pececito de colores tirado por el váter.
Suena a uno más de tantos mitos urbanos: si tiras un pez de colores por el inodoro, sobrevive y se convierte en un enorme superpez en la naturaleza. Ojalá fuera solo un mito. Lee.
fotos / Los simpáticos peces de colores son ya una auténtica amenaza para la ecología de pantanos, lagos y ríos de todo el mundo, con Estados Unidos, Canadá y Australia a la cabeza. Las peceras de los hogares en los que estos Goldfish abundan como pequeñas mascotas limitan su crecimiento, pero, liberados en un medio silvestre, pueden crecer hasta alcanzar los dos kilos de peso, como el ejemplar de la imagen de arriba. ¿El problema? Estos peces son carnívoros y, como especie invasora que son en la mayor parte de los países (son oriundos de Asia), destruyen el equilibrio de los ecosistemas en los que se ven inmersos al alimentarse de peces nativos más pequeños y de los huevos de todas las especies locales.
Esos huevos a su vez –nutridos de las larvas de mosquito presentes en las aguas– dejan de actuar así como insecticidas naturales, con lo que potencian también un incremento de insectos voladores en las regiones en las que colonizan las aguas.
El problema: son carnívoros y, como especie invasora que son, destruyen el equilibrio de los ecosistemas al alimentarse de peces nativos más pequeños
Los peces de colores buscan, además, su alimento sacudiendo el barro del fondo, eliminando así sedimentos y haciendo reflotar nutrientes que activan un crecimiento desmesurado de algas y contribuyen al deterioro y pérdida de calidad de las aguas.
Peces todoterreno
Además de perturbar los sedimentos y la vegetación que se encuentran en el fondo de los lagos y ríos, los peces invasores liberan nutrientes capaces de desencadenar y transmitir enfermedades exóticas y parásitos.
Para más inri, los ‘supergoldfish’ se reproducen mucho y muy rápido, por encima de la media de las demás especies, y son muy resistentes a todo tipo de adversidades: a aguas residuales, a condiciones de bajo oxigeno durante el invierno, y pueden vivir hasta unos 25 años.
Y hay más: en un estudio realizado hace unos años en Australia, en el que se hizo un seguimiento a 15 peces dorados durante un año, se pudo determinar cómo migran. «Descubrimos que pueden migrar desde los canales (donde muchas veces son dejados por sus dueños) al río y de allí al sistema de pantanos donde ponen los huevos. Esto significa que en un año pueden recorrer una distancia de más de 230 kilómetros». Con una capacidad de resistencia tan alta, no tardan en convertirse en una plaga que puede durar décadas.
Se reproducen mucho y muy rápido, son muy resistentes y pueden vivir hasta unos 25 años y recorrer más de 230 kilómetros al año
Este verano la voz de alarma ha llegado desde el condado de Carver, en Minnesota, Estados Unidos. Allí, solo a finales de 2020, se retiraron hasta 50.000 de estos peces de las aguas condales. Los gobernantes no han dudado por ello en suplicar a la población a través de las redes sociales que no suelten, por favor, sus peces de colores en estanques y lagos. Desde Carver, subrayan, además, que «el proceso para controlar la población de peces de colores y restaurar la población de peces nativos y la ecología de los lagos llevará muchos años».
Y no hablemos de los costes. Según The Washington Post, en 2018 los funcionarios del estado de Washington anunciaron gastos de hasta 150.000 dólares en la rehabilitación de un lago cerca de Spokane. Y en Alberta, Canadá, un experto en especies invasoras calificó el problema de estos peces de colores de «aterrador».
Un problema nada nuevo
El problema, desde luego, no es del todo nuevo. Desde hace décadas, los peces de colores han sido liberados por dueños de acuarios domésticos a ríos y lagos naturales, y empezaron a causar problemas –previo a las alarmas ecologistas– cuando amenazaron la pesca deportiva en Crystal Lake, California. En Maine, incluso, la plaga de estos coloridos peces obligó a prohibir su tenencia incluso en estanques privados al aire libre, una medida tomada también por otros estados.
De hecho, hace ya más de diez años, el pescador Rafael Biagini viralizó una imagen en la que se lo veía con una carpa koi de unos 13,5 kilos que halló en un lago del sur de Francia. La carpa koi es una variante del Goldfish, ambos de la familia Cyprinidae. Muchos, de inicio, tildaron la foto de montaje. Sin embargo, los expertos no tardaron en asegurar que lamentablemente en las aguas dulces de muchas regiones abundan, como se viene confirmando, estos peces alcanzando esos tamaños. Biagini tardó diez minutos en sacar a la criatura del lago, al que luego, como suele hacer con todas sus capturas, lo devolvió.
Ken Peterson, entonces responsable de comunicación del Acuario de la Bahía de Monterrey, confirmó incluso que en un espacio que le permita mantener una alimentación correcta, el animal puede superar, aun más, el tamaño del ejemplar de la imagen de Biagini.
Pese a todo lo visto, se estima que hasta 200 millones de peces de colores se crían cada año, la mayoría de los cuales terminan en exhibición doméstica y muchos de ellos, lamentablemente —a veces liberados con las mejores intenciones— en lagos, ríos y pantanos o arrojados por el váter, con voluntad de alargarles también la vida o de quitársela, creyendo quien lo arroja que el pececillo no sobrevivirá en la red cloacal. Error.
¿Qué hacer, entonces?
Si tienes en casa un pez de colores y en algún momento, con pena pero también con responsabilidad, debes forzosamente deshacerte de él, los expertos recomiendan llevarlo –siempre, en cualquier caso– a un acuario y seguir sólo las instrucciones que allí nos den.
TITULO: . EL BLOC DEL CARTERO -
LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - -3 -Septimbre - Una historia de Europa (IX) ,.
MI CASA ES LA TUYA - VIERNES --3 -Septimbre ,.
MI CASA ES LA TUYA - VIERNES --3 -Septimbre ,.
acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco a las 22:00, el viernes -3 -Septimbre ,etc.
EL
BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 3 -Septimbre - Una historia de Europa (IX) ,.
Una historia de Europa (IX),.
foto / Cosa de unos setecientos años antes de que naciera Jesucristo, siglo más
o menos, Grecia seguía sin ser un país ni un estado propiamente dichos.
Eran varias ciudades autónomas llamadas poleis, cada una a su
aire, independientes unas de otras, que a veces se hacían la puñeta
entre sí. La economía de cada una funcionaba razonablemente bien, la
peña viajaba y negociaba por mar y por tierra, trincaba dinero,
descubría nuevos modos de hacer las cosas. Fue entonces cuando las
clases dirigentes aristocráticas de toda la vida empezaron a perder
aceite, siendo sustituidas las monarquías locales por otras formas de
gobierno más adecuadas a tales tiempos y situaciones. Los ciudadanos,
además, participaban activamente en la defensa de su ciudad sirviendo en
el ejército, lo que les daba una serie de privilegios. Fueron
imponiéndose así formas de gobierno más o menos populares, como las
figuras del legislador y el tirano (esta última es una palabra que ahora
tiene mala prensa, pero entonces incluía tanto a malvados de película
como a gente muy decente). Hubo, en fin, de todo. Pero lo importante, lo
decisivo, es que en esas ciudades-estado, y sobre todo en la llamada
Atenas, acabó por instalarse un sistema político nuevo en la historia de
la humanidad: la democratia, o gobierno del pueblo.
Simplificando mucho, el truco del almendruco consistía en que todos los
ciudadanos tenían obligación de prestar servicio, en caso de guerra, en
las llamadas falanges de hoplitas, que eran soldados equipados con
armadura y escudo (el hoplon que les daba nombre). En esa
infantería de élite no había privilegios, y servían por igual los
ciudadanos ordinarios y los de las clases altas que podían costearse una
armadura (Sirva al bien general, al estado y al pueblo, el hombre
que, de pie en la vanguardia, pelea tenaz, olvida la huída infamante y
arriesga la vida, escribía en el siglo VII antes de Cristo el poeta
Tirteo). Y dato fundamental: para ser ciudadano como los dioses
mandaban no era suficiente tener viruta y propiedades. Podías ser un
millonetis total, podrido de pasta, pero no tener derecho al voto y no
comerte una rosca. Era la función militar, la disposición a servir en
caso de guerra (ahí donde lo ven, el filósofo Sócrates combatió en tres
batallas como hoplita ateniense, el tío), la que daba al ciudadano un
prestigio y un estatus especial, convirtiéndolo en parte de una fuerza
política con voz y voto en la asamblea de la ciudad. Ser hoplita en caso
de zafarrancho y tener una propiedad rural era ya la pera limonera:
acceder a lo máximo en derechos y libertades, hasta el punto de que
perder la ciudadanía (a perderla se le llamaba atimía) se consideraba una deshonra (atimía y
estar deshonrado eran sinónimos). Vista desde el siglo XXI, claro,
aquella democracia, limitada a unos fulanos con derechos mientras otros
más tiesos carecían de ellos, parece imperfecta. Lo de gobierno del
pueblo no era del todo exacto: se beneficiaba sólo una parte de la
ciudadanía; y el resto, esclavos incluidos, quedaba fuera. Sólo en los
momentos de democracia radical de Atenas (que todo iba a llegar con el
tiempo) se dio cuartelillo ciudadano a los que no tenían donde caerse
muertos. Pero lo que importa, pues no conviene juzgar el pasado con
criterios del presente, es que nunca hasta entonces en el mundo antiguo
se había logrado que la gente manejase su propio destino. O sea, en la
puta vida. Para hacernos idea, fíjense, mientras hacia el siglo VI antes
de Cristo en Atenas o Tebas se debatía ya en asambleas ciudadanas, en
la Europa oscura del oeste y el norte se consolidaban, todavía para un
rato largo, groseros sistemas aristocráticos basados en la riqueza y la
fuerza bruta, dirigidos por verdaderos animales analfabetos (y algunos
todavía lo siguen siendo). Lugares éstos, futuros países y naciones
europeos, la mayor parte de los cuales, ojo al dato, no conocería la
democracia hasta dos mil seiscientos años después. El caso es que esas
modestas ciudades griegas empezaron de ese modo, tacita a tacita, casi
sin proponérselo, a construir un mundo que hoy llamamos clásico y que
generó la política, la filosofía, la ciencia, la literatura y el arte
que acabarían definiendo la Europa de los siglos posteriores. Su alma,
vaya. Nuestra riqueza cultural y nuestra inteligencia política. Pero no
fue fácil, por supuesto. Costó muchos sobresaltos, muchas discordias y
mucha sangre. No todo lo arreglaba la democracia. Aquellas ciudades
griegas se aliaban o enfrentaban entre sí, y en ese juego de fuerzas del
que Atenas acabaría saliendo vencedora moral, dando base ideológica a
lo que hoy llamamos Grecia clásica, otra ciudad llamada Esparta tuvo un
papel decisivo. Y de ella y sus ciudadanos (los tipos y tipas más duros
de la antigüedad clásica, ríanse ustedes de Clint Eastwood y Chuck
Norris), hablaremos en el próximo capítulo.
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